Lentamente Hope atravesaba la oscuridad con la simple esperanza de que tal vez hubiera alguna salida. Algo que le llevara a la conciencia o control sin que su lobo tuviera que acceder a ello. Temerosa de lo que en ella pudiera encontrar. Era su subconsciente. Sus peores pesadillas estaban ahí.
Una suave tonada en el fondo le produjo un estremecimiento. Sus pasos se volvieron menos seguros mientras su mirada recorría su entorno erráticamente.
Conocía la canción. Tal vez la había olvidado o se obligó a ello pero sabía perfectamente que era lo que escuchaba. Y quien la interpretaba.
Un viejo vals a piano.
No quiso pensar en ello. El miedo de que el momento apareciera ante ella era demasiado pero por un instante se permitió recordar el rostro amable de su tío Elijah que le miraba con adoración mientras una pequeña versión de ella, de no más de 7 años se hallaba sentada en la alfombra casi a su lado.
La imagen se esfumo ante sus ojos que se cerraron de golpe y se forzó a dejar de recordar más. No quería recordar más. Sabía que en algún momento sus padres aparecerían en la escena y no quería verlos. No podía.
Sus pasos se detuvieron en el instante en que se percató que el volumen de la música aumentaba. El pánico hizo acelerar su corazón y se hizo presente en su rostro a la vez que retrocedía lentamente como si la oscuridad frente a ella fuera algún animal feroz listo para atacar.
Se dio la vuelta queriendo correr pero la oscuridad a su espalda se iba aclarando como el inicio de un amanecer. Su mandíbula se tensó e intento prepararse para lo que fuera que su cabeza le mostrara aunque sabía que de nada serviría.
Su lobo apareció.
Caminando hacia ella que vio como parecía que el aferraba la cuerda del telón de fondo que se iba mostrando a su espalda con mayor claridad.
-No... –. Susurro Hope reconociendo el lugar que iba tomando forma –No quiero estar aquí.
Su lobo no se detuvo y el bayou se presentó tan claro ante sus ojos que parecía estar ahí. Se sentía ahí y su respiración comenzó a temblar mientras su garganta casi se cerraba al ver la casa de su madre.
Su hogar.
Lagrimas se formaron y se dio la vuelta prefiriendo el recuerdo con su tío pero solo el bayou le rodeaba. Se dejó caer de rodillas a la vez que su cabeza se sacudía negando lentamente.
-Por favor... no aquí… –. Susurro con dolor.
Su lobo se detuvo frente a ella. Mirando a su alrededor con deleite aunque jamás había corrido por el lugar. Nunca se lo había permitido.
Al escucharla, le dio un pequeño quejido seguido por un lamento.
Hope apretó los dientes intentando que un sollozo no escapara de su pecho –Sé... sé que es nuestro hogar pero no puedo... No puedo estar aquí sin ella... no quiero...
Lagrimas escaparon por sus mejillas mientras veía con demasiada claridad a su madre saliendo de la casa. Una versión más joven de ella le seguía con una sonrisa y juntas se sentaron en las escaleras del porche.
Hayley se sentó tras ella y con suavidad comenzó a jugar con sus cabellos a la vez que sonreía amorosamente viendo el dibujo que ella estaba haciendo.
Hope dio un respingo al sentir el toque de su madre como si estuviera ahí. Como si estuviera pasando en ese instante y su corazón se rompió. Desconsoladas lágrimas rodaron por su rostro a la vez que el sollozo que tanto trato de aprisionar se liberó sonoramente.
Su lobo se acercó soltando un profundo lamento a la vez que se recargaba contra ella. Escondiendo su rostro contra su pecho y como un cachorro lloro junto a la niña que lo aferro entre sus brazos.
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El tiempo pasaba demasiado lento, o al menos eso le parecía a Josie que ansiosamente miraba el reloj sobre la chimenea de la sala de estar de la escuela.
De alguna manera su padre y hermana le habían convencido para salir de su habitación. No quería. Lo único que deseaba era volver junto a Hope. Cada que recordaba su llanto se le rompía el corazón pero le habían forzado a quedarse y prometer que no iría por su cuenta. No era seguro, le había dicho su padre luego de ver el enojo de la loba por apartarla de su lado pero ella no lo creía.
Lizzie le había dicho que tenía un trabajo pendiente que no pudo terminar el día anterior. De esa forma es que le convenció a salir de su habitación y al principio no le creyó. Era Lizzie y tenía tendencia a exagerar pero al verla correr por la biblioteca y rebuscar entre sus apuntes se dio cuenta que era verdad. Al menos no tenía que enojarse con ella por mentirle.
No quería estar ahí. Su pierna saltando ansiosamente lo gritaba y sus manos inquietas eran una bandera roja. No pudo evitar desear que Hope estuviera ahí y sostuviera su mano dándole su usual mirada suave que aceleraba su corazón pero también le decía que todo estaría bien. Y ella siempre le creía.
Nada estaba bien. Hope no estaba ahí y no podía evitar sentir que su pecho le dolía. Lágrimas no dejaban de amenazar con su caída pero hasta el momento las estaba controlando.
Lizzie se puso de pie y descuidadamente le dijo que volvía en un momento.
Realmente no le escucho. Sus ojos estaban en el reloj que apenas iba a marcar las tres de la tarde y sus labios se apretaron al recordar que volverían al bosque hasta las cinco para llevarles comida a las Mikaelson. A todas.
Penélope se dejó caer en el sofá a su lado –Hola JoJo.
-Hola –. Saludo descuidadamente.
La pelinegra la miro con preocupación. La conocía y reconocía todos sus tics ansiosos. Tal vez lo que más le preocupara es que los tuviera todos a la vez. Estaba confusa. Ayer había visto que era feliz y ahora estaba a segundos de llorar. Se preguntó si debía golpear a Hope por entristecerla.
Solo había una forma de averiguarlo.
-Me alegro que estés bien, ya me enteré de lo que pasó.
Josie volteó a verla –¿Cómo?
Penélope sonrió al captar su atención –Los niños de primaria no son los mejores para guardar secretos. Así que dime. ¿Dónde abandonaste a tu cachorro?
La morocha sintió que su pecho se estrujaba. Dónde la abandono. Si. Ella la había abandonado aun cuando le había rogado que no lo hiciera y no pudo más. Lágrimas comenzaron a correr sin control por su rostro.
Penélope se sobresaltó y quiso tocarla pero la morocha se alejó de su toque.
No quería su consuelo. No la quería a ella.
Se puso de pie de un salto negando y se fue corriendo. Casi chocando con su hermana a la entrada del sitio.
-¿Jo…? –. Pregunto en voz alta Lizzie visiblemente confundida. Regreso corriendo al sofá a buscar sus cosas y fue entonces que vio a la bruja desconcertada mirando el sitio por dónde se había ido la morocha –Bien hecho, satán.
Gruño antes de salir corriendo siguiendo a su hermana.
Penélope solo pudo susurrar –¿Ahora que dije…?
Lizzie aceleró sus pasos por el pasillo, a punto de mandar al demonio la prohibición de correr por estos. El dolor en su pecho era leve pero claro y solo podía venir de su hermana.
Casi tacleo la puerta de su habitación. Encontrando a Josie tirada en el suelo con su cabeza y brazos sobre su cama llorando desconsoladamente.
-Jo. ¿Qué pasa? –. Dijo dejándose caer a su lado. Tirando de ella para aferrarla entre sus brazos.
-La deje… la abandoné cuando ella… ella me rogó… yo… duele… –. Lloriqueo Josie contra su pecho –Le dije que no lo haría… que podía soportar lo que sea… y no lo hice… la traicione…
-Oh, Josie –. Su hermana apretó su agarre –Ella lo entenderá.
-No. No lo hará –. Dijo Josie apretando sus puños –Le dolió… pude sentirlo… le rompió el corazón… está tan enojada y triste… y asustada… y le duele… le duele mucho…
Josie dejó escapar un sonoro sollozo y como una niña pequeña lloro en los brazos de su hermana que estaba confundida por lo que acababa de escuchar.
-¿Cómo… cómo sabes eso?
-El vínculo. Creo que al fin lo entiendo… es un… es un espejo de lo que siente… –. Susurró casi sin voz abrazando con mayor fuerza su mano contra su pecho.
Lizzie frunció el ceño y se calló el mal chiste de la correa mágica que pasó por su cabeza para consolar a su hermana hasta que un poderoso golpe mágico hizo que se estremecieran al unísono.
-¿Qué demonios…?
Josie cerró los ojos con fuerza –Ahora está furiosa.
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El lobo se despertó de golpe y sacudió su cabeza con furia en cuanto se puso de pie. Confuso miro a su alrededor mientras dejaba escapar pequeños gruñidos.
Freya la miro con curiosidad mientras su esposa se interponía en su camino para que no se acercara –¿Hope?
La loba daba pequeños pasos de un lado a otro. Como si intentará entender lo que pasó o como había vuelto a aquel sitio. No dejaba de gruñir. La ansiedad martilleaba en su cabeza.
-Hope –. Volvió a llamarle Freya logrando que le mirada –¿Cómo te sientes?
El lobo le gruño profundamente. Le recordaba y al mirar hacia el suelo noto los trazos mágicos que acrecentaron su enojo.
Keelin sujeto a su esposa con firmeza –Infeliz. Sin duda se siente infeliz. Freya retrocede.
-No. Puedo hacerlo… quizás el que estuviera inconsciente le facilito aferrarse a su forma lobuna.
Los ojos ámbar de la loba se fijaron en la pareja y gruño a la vez que bajaba su cabeza y su pelaje se erizaba.
-Si, bueno… no creo que ahora sea un buen momento de intentarlo de nuevo –. Susurró la morena antes de hacer que sus ojos brillarán y un gruñido de advertencia saliera de su boca –Necesita espacio…
El lobo gruño al reto y dio un salto hacia enfrente haciéndolas retroceder torpemente hasta caer al suelo dónde les volvió a gruñir mostrándoles sus colmillos por completo.
"No te atrevas a hacerles daño. Aléjate de ellas". Grito Hope con firmeza.
El lobo sacudió la cabeza con violencia.
Las Mikaelson lo observaron con curiosidad, en especial cuando comenzó a resoplar y gruñir como si estuviera peleando con alguien.
-¿Está…? –. Susurró Freya.
Keelin se puso de pie lentamente y le ayudo a su esposa sin quitar sus ojos del animal –Eso creo.
Freya sonrió esperanzada e intento dar un paso hacia el animal pero su esposa la hizo retroceder de golpe a la vez que el lobo volvía a centrar su atención en ellas.
-Dejémosla en paz un rato.
Freya quiso negarse pero el lobo de nuevo les gruño e intento lanzarse sobre ellas. Keelin lo sujeto en el aire de los costados de su cuello sintiendo el aliento caliente del animal que ladro furioso –¡Corre!
La rubia no tuvo más que obedecer y salió del área limitada por su hechizo de barrera. Su esposa apretó los dientes al sentir como las garras del lobo arañaban sus antebrazos pero aun así no lo soltó hasta que vio a la rubia a salvó. Luego con todas sus fuerzas lo lanzo por los aires apenas unos metros hacia atrás haciéndolo caer de espaldas para tener tiempo de correr.
El lobo se dio la vuelta con agilidad y la persiguió.
"¡Detente!"
El grito le hizo cerrar los ojos y sacudir la cabeza con molestia trastabillando. Keelin alcanzo a cruzar la barrera solo por unos segundos antes de que el animal le atrapará y en cambio este se estrelló con fuerza contra la magia que soporto el impacto.
Freya corrió hacia su esposa –¿Estas bien?
-Si –. Se quejó Keelin mirando los cortes –No son profundos, solo tengo que limpiarlos –. Miro al lobo que seguía observándolas –¿Estas vacunada?
El lobo resoplo y se dio la vuelta aunque les dio una leve mirada de suave de disculpa que fue clara para ambas mujeres que sonrieron.
-Está ahí –. Susurró la rubia feliz.
La morena sonrió –Lo está y según parece tiene voz. Casi como si se hubieran intercambiado los lugares.
El lobo gruño a la nada.
"No puedes hacer eso de nuevo o te juro que encontraré la manera de bloquearte por siempre". Dijo Hope con enojo.
El lobo resoplo como respuesta y sin más comenzó a correr alejándose de la vista de las mujeres.
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Josie miro ansiosamente a todos lados en cuanto regreso al viejo molino.
Alaric vio a las mujeres fuera de la barrera. El mismo había marcado el límite con un listón que ondeaba al viento. Suspiro con desánimo –No funcionó. ¿Qué paso?
Freya volteó a verlos –Pues mi sobrina intento arrancarme la cabeza. Aún no sé si fue por apartarla de Josie o por despertarla.
-O ambos –. Susurró Lizzie.
Keelin le sonrió –Definitivamente ambos.
Josie había ignorado la conversación. Su atención estaba en el viejo molino dónde no había ni rastro del lobo y apretó su mano en un puño intentando llamarlo sin saber si esto funcionaria.
-Da igual. Que son unos gruñidos y mordidas entre familia –. Soltó Freya animada.
Lizzie le miro con incredulidad mientras su padre bajaba la caja de comida a la vez que le miraba con curiosidad.
-Te ves feliz. ¿Por qué estás feliz? –. Pregunto a la vez que sacaba una manta de la caja.
Keelin se acercó y le ayudo a extenderla en el suelo –No pudo hacerla volver a su forma humana pero creemos que ahora Hope tiene voz en su cabeza. Cómo el lobo lo tiene cuando ella es ella.
Alaric asintió y sonrió levemente. Eso era bueno, o al menos eso pensó.
-Pero sigue siendo un felpudo –. Se quejó Lizzie al sentarse en el suelo junto a su padre.
Freya asintió entusiasmada –Lo es pero solo es cuestión de tiempo antes de que pueda hacerla volver. Un tirón más.
La joven bruja asintió mirando hacia su hermana –Espero que sea pronto –. Susurró haciendo que los adultos notarán la tristeza de la morocha que seguía buscando –Jo. Vamos a comer.
Josie les miro con un puchero –Pero…
Su hermana le sonrió –Tranquila, ya vendrá. Además, traje un arma secreta –. De la caja saco una bolsa de tocino y la abrió dejando que el delicioso aroma fuera llevado por el viento –Aunque a este paso tal vez necesite ver a un cardiólogo pronto.
Josie sonrió levemente a la vez que se sentaba junto a su hermana y recibía su caja de comida.
