Hope despertó de golpe. Aturdida sintiendo el movimiento de su lobo que caminaba distraídamente siguiendo un tenue aroma.
Vio por la ventana notando que el sol se había ocultado de nuevo. Sus pocos rastros de luz ya casi eran inexistentes.
"¡¿Me bloqueaste?!". Exclamó molesta y como respuesta el lobo solo resoplo burlonamente "¡¿Cómo…?!".
Hope iba a quejarse más pero pronto se dio cuenta de dónde estaban. El miedo comenzó a hervir en su pecho a la vez que la confusión le llenaba.
"No. No podemos estar aquí. Tienes que volver". Grito alarmada pero él siguió su camino ignorándola.
Estaban a un par de metros de salir del bosque y pisar los jardines de la escuela iluminada. Las voces de los niños jugando eran claras pero no le importaron al lobo que solo se concentró en el aroma que le había guiado.
"No sé cómo te escapaste pero tienes que volver. Ahora".
El lobo bufo por lo bajo y estaba a punto de gruñir antes de seguir su camino pero entonces una pelota se coló entre los árboles. Rodando hasta golpear las patas del animal que le miro con interés.
"¡Vámonos ahora!". Grito Hope alarmada. Escuchando con claridad los pasos que se acercaba corriendo.
Pedro entro en el bosque y se detuvo al ver al animal. Sonriéndole con todas sus fuerzas aunque no se acercó por completo como siempre le habían enseñado.
El lobo ladeó la cabeza levemente y le miro por lo bajo aun cuando su nariz apuntaba hacia la pelota.
"No le hagas daño. Te lo ruego. Date la vuelta y déjalo ir. Es familia". Soltó Hope con pánico.
-Hola amigo –. Saludo con dulzura el niño y el lobo olfateo sonoramente en su dirección.
Hope se tensó por completo y quiso golpear al animal pero este ignoro todo su malestar creciente. En su lugar, se concentró en el pequeño que estaba demasiado tentado en acariciarlo.
Sin dejar de mirarlo, el animal bajo su hocico y con su nariz empujo la pelota que rodo hacia el niño que sonrió aún más fuerte de ser posible.
Hope suspiro y rogó para que tomara la pelota y se fuera pero no lo hizo.
Pedro se agachó y volvió a rodar la pelota hacia el lobo que le miro confuso pero volvió a regresarle la bola con simpleza. El rio emocionado y se sentó en el suelo para volver a hacerlo. Iniciando de esta manera un juego de pases con el lobo que aunque no entendía, poco a poco comenzó a disfrutar del juego.
Hope gruño por lo bajo. Prometiendo que regañaría al niño en cuanto volviera a su forma humana pero por lo demás tomo asiento y solo observo. Sintiendo como su lobo estaba realmente interesado en ello y no en comerse al pequeño.
El tiempo pasó y la noche se hizo más profunda. Pedro lo noto así como también escucho el sonido de su estómago gruñendo –Ups. Creo que me perdí la cena.
El lobo se acercó lentamente intentando no asustarlo. Y con suavidad le dio un empujón hacia la escuela.
Pedro le sonrió –Si. Debo volver. ¿Quieres venir conmigo? Te daré algo de comer.
"¡No vayas! ¡Vuelve al bosque!". Hope grito con fuerza.
Por supuesto que no le escucho y en su lugar volvió a sumergirla en su cabeza. El animal comenzó a caminar junto al pequeño que lentamente se atrevió a acariciarle la cabeza. Sonriendo al no ser rechazo…
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Josie había estado ansiosa durante toda la cena.
Su plan era tomar algo, que su papá la viera y luego escapar al bosque pero no se había movido desde el momento en que noto que Pedro no se hallaba por ningún lado. A veces los más pequeños se saltaban la cena o la tomaban junto a la chimenea como en un picnic pero todos los amigos de Pedro se encontraban en el comedor.
Se apresuró a ir a su habitación. Esperando que estuviera ahí acostado. Quizás esperándola para que le leyera un cómic de MG pero no lo hallo y el aire se le escapó.
Lizzie le había seguido al verla correr y al ver a dónde se dirigía su propio pánico comenzó a burbujear. Alcanzo a su hermana junto a la puerta.
-¿Qué pasa? ¿Dónde está Pedro? –. Dijo con urgencia revisando cada centímetro de la habitación con su mirada.
-No lo sé. No lo vi en la cena y… no lo sé –. El pánico se filtró por cada palabra de la morocha que se aferró a la mano de su hermana.
Se miraron en silencio un momento. Consolándose mutuamente y dándose seguridad antes de salir corriendo por el pasillo.
Estaban a punto de ir con su papá cuando se toparon con un pálido MG.
-Chicas necesito ayuda.
-No ahora. No encontramos a Pedro –. Soltó con presura Lizzie sin bajar su ritmo con su hermana siguiéndola de cerca.
-Yo sé dónde está. Por eso necesito ayuda –. Soltó el vampiro nervioso.
Las mellizas se detuvieron de golpe y voltearon a verlo.
-Guíanos –. Soltó Josie con firmeza.
Los tres se apresuraron hacia la cocina. Deteniéndole abruptamente en la puerta al ver al niño sentado en el suelo comiendo helado junto al lobo que lo rodeaba por completo y disfrutaba del dulce ofrecido.
-¡¿Felpudo?! ¿Qué haces aquí? –. Exclamó Lizzie al ver que tenían la atención del animal que no dejo de comer y solo les miro.
Josie suspiró aliviada y sonrió aunque luego algo de pánico se filtró en su susurro –Oh dios, Lizzie. Olvidamos volver a colocar la barrera.
-Mierda –. Gruño la rubia.
-Lenguaje –. Soltó instintivamente su hermana. Ganándose una mirada de incredulidad.
-Eh. Chicas. Creo que no le gustó –. Susurró MG al notar la intensa mirada que el lobo le daba y le seguía a través de sus movimientos nerviosos.
-Tranquilo MG. Él es mi amigo y es bueno. Lo encontré en el bosque –. Declaró Pedro con orgullo.
Josie se acercó lentamente. Molesta consigo misma pero eso no evitó que acariciara al lobo –Gracias por cuidarlo.
El animal bajo la cabeza por un momento y luego volvió su atención a la cuchara con helado que el niño le ofrecía. Lizzie hizo una mueca de asco al ver cómo luego Pedro usaba esa misma cuchara para tomar más y seguir comiendo.
-Muy bien. Suficiente helado –. Declaró dando un par de pasos hacia ellos –Es tarde y te dolerá el estómago, Pedro.
El niño hizo un puchero y el lobo se quejó con él. Josie se lanzó a sujetarle el hocico intentando silenciarlo aunque no pudo evitar sonreír –Shhh. Alguien puede oírte y papá se volverá loco.
-¿Cómo lo sacamos de aquí? –. Pregunto MG.
-No podemos. La escuela se bloqueó cuando comenzó la cena –. Soltó Lizzie en un susurro.
-¿Qué? –. Josie volteó a verla con molestia –¿Y no me lo dijiste?
-Lo siento. Lo iba a hacer cuando llegara el momento pero creo que ya no es necesario –. La rubia miro al lobo que bufo a la vez que ponía los ojos en blanco –¡Hey! Tú no te quejes. Ahora tenemos un desastre porque no puedes obedecer.
El lobo gruño poniéndose de pie lentamente mirando a la rubia amenazantemente pero Josie enseguida coloco su mano sobre su cabeza. El reacciono dándole un resoplido despectivo a la rubia a la vez que avanzaba para cruzar frente la morocha y restregar su cabeza contra ella con dulzura.
-Deja de marcar a mi hermana –. Se quejó Lizzie.
El lobo casi sonrió y sin dejar de mirarla le dio una lamida en la mejilla a Josie que rio por lo bajo al escuchar la exclamación de su hermana a la vez que miraba con ojos entrecerrados al animal que mantuvo su semblante arrogante.
-Entonces ¿Qué hacemos? –. Pregunto MG.
-¿No lo podemos quedar? –. Dijo Pedro con ilusión a la vez que le acariciaba el lomo. Al ver cómo todos negaban él se apresuró a agregar –Pero no tiene collar… –. Su mirada se concentró en el animal con tristeza –Eso significa que está solo. Necesita una familia.
Las mellizas lo miraron con tristeza pero antes de que se movieran el lobo se restregó un poco contra el pequeño. Permitiéndole esconderse en su pelaje. Josie podía notar su postura protectora pero a la vez la suavidad con la que su cuerpo se presionaba contra al niño y sonrió sin poder evitarlo. Reflejando la ternura que hacia vibrar su corazón como usualmente ocurría cada que veía a Hope con Pedro.
Ver esa suavidad. Esa firme adoración protectora era demasiado encantadora para poder ignorarla. Desde que el niño llego a la escuela. Cuando Hope se encontraba en su peor momento después de la muerte de sus padres, cuando odiaba al mundo y hasta parecía que en cualquier momento podría hacerlo arder. Aun entre toda la oscuridad y el enojo siempre había tenido pequeñas sonrisas suaves para el pequeño.
En las primeras noches, le había visto pasar la noche junto a la puerta de la enfermería y luego recargada desgarbadamente en los pasillos, lista para entrar en cuanto Pedro se quejaba de dolor o lloraba desconsoladamente por la perdida. Le había visto sostenerlo entre sus brazos y aferrarlo, intentando resistir el dolor que el dejaba escapar. Intentando estar ahí aun cuando ella no estaba lista para hacerlo. Y le admiraba por ello.
Ver a Hope con Pedro era dulce y tierno. Lleno de risas y de palabras firmes llenas de confianza en que el niño era la cosa más maravillosa del mundo. Eran caricias protectoras en su cabeza cuando las pesadillas seguían ahí. Y Josie simplemente no había podido evitar sonreír tontamente siempre que los veía juntos casi como un instinto que trato de reprimir pero nunca lo logro.
Pedro dejo de esconderse en el suave pelaje y para alivio de los chicos estaba sonriendo brillantemente.
Lizzie suspiro sintiendo la magia de la ternura infantil –Lo pensaremos… pero por ahora tenemos que ocultarlo antes de que lo vea papá.
La morocha le sonrió burlonamente a su hermana pero la rubia lo ignoro. En su lugar, se acercó al niño bajo la atenta mirada del lobo que se mantuvo inmóvil pero era obvio que estaba listo para saltarle encima si hacia algo más pero ella le ignoro y solo aferro al niño con protectora firmeza.
-Está bien. Puede quedarse conmigo. Lo esconderé bajo mi cama –. Declaro Pedro con entusiasmo ante su oferta del mejor escondite de su repertorio.
Josie pasó su mano por los rizos de Pedro sonriendo –Eso no es posible, P –. La sonrisa del pequeño se difumino con demasiada rapidez –Imagínate si tus compañeros de habitación la encuentran. Sería malo porque gritarían –. El entendió con desanimo pero asintió –Así que lo llevaremos a nuestra habitación. Nosotras estamos solas y el no tendrá que hacerse pequeño.
-Dudo que pueda aunque quisiera –. Soltó Lizzie con silenciosa burla mirando hacia el lobo que le gruño levemente.
-Así que. MG lleva a Pedro a su habitación antes de que Emma note que no está –. El vampiro asintió y por un momento estuvo a punto de correr hacia el pequeño pero la morocha elevo su mano y negó en silencio al ver como el lobo mantenía su intensa mirada sobre él. Camino lentamente hacia el grupo y conforme lo fue haciendo gruñidos se fueron haciendo audibles hasta que Josie se interpuso en la visión dorada –Y nosotras jugaremos a llevarte a mi habitación sin que nadie lo note.
La morocha comenzó a rascar bajo las orejas del lobo que se relajó ante su toque aunque por un momento se tensó y mostro sus colmillos al ver a MG tomando la mano de Pedro.
"Silencio. Él es nuestro amigo aun cuando le gusten las mallas ajustadas. No te lo comas, sabes que no le hará daño". Hope miro a su alrededor con molestia. Decepcionada por no lograr controlarlo tanto como debía pero a la vez no pudo evitar sonreir levemente al ver a Josie a su lado.
-Bye bye –. Se despidió el pequeño pero antes de dar un paso se lanzó sobre el lobo al que le apretó el cuello en un intenso abrazo –Te veré mañana. Podemos jugar de nuevo juntos y te conseguiré comida deliciosa.
Mientras tanto. Lizzie y Josie tocaron a MG, tomando un poco de su magia a la vez que se miraban a los ojos pensando en un plan que sin trabajo formaron en silencio en solo segundos.
Los chicos desaparecieron por la puerta a la vez que Josie miraba a los ojos al lobo que le miro con ternura haciendo que su corazón se agitara mientras pasaba su mano por su pelaje.
-Dejen de babear –. Soltó Lizzie junto a un bufido y empujo a su hermana para agacharse frente al lobo –Muy bien, felpudo. Este es el plan. Te volveremos invisibles y con calma y normalidad iremos a nuestra habitación. ¿Entendido?
La lobo elevo una ceja mientras Hope gruñía en su interior "Regrésenme al bosque".
-Por favor. Quédate a mi lado y no muerdas a nadie –. Le pidió la morocha a la vez que se tomaba de la mano con su hermana y ambas colocaron sus manos sobre el lomo del animal.
Hope sintió como la calidez le rodeaba y le hacía vibrar en su núcleo. Su propia magia chisporroteo al sentir la conocida sensación que se había mantenido en lo mínimo desde que había despertado. Ahora podía escucharla crujir un poco y no pudo evitar tener esperanzas de que tal vez ahora fuera más fácil volver.
Las chicas y el lobo salieron de la cocina con pasos cuidados y mirando a su alrededor sin parar a cada pocos segundos. Entre ellos se podían ver pero el mundo no podía ver al depredador. Josie mantuvo su mano sobre el cuello del lobo que sintió su preocupación y caminaba lo suficientemente cerca como para que su calidez fuera más que evidente en el cuerpo de la melliza en un vago intento de consuelo. Lizzie por su lado iba un paso adelante casi como si intentara proteger a la pareja y con firmeza mantenía su mano unida a la de su hermana.
El pasillo hacia la cocina se encontraba completamente desierto pero la historia era muy diferente en el pasillo principal. En especial frente a las puertas del comedor y las escaleras. Aún era demasiado temprano como para que los mayores ya hubieran ido a sus habitaciones.
Se detuvieron abruptamente y miraron el camino con evidente pánico.
Lizzie volteo hacia su hermana que tensa miraba hacia todos lados. Apretando sus labios y aferrándose al pelaje del animal que con interés observaba a su alrededor.
"Tranquilo. No estás en peligro y ella tampoco… nadie te hará daño… tu no hagas daño…". Susurraba Hope sin parar sintiendo como su lobo comenzaba a ponerse inquieto.
Quería gritarle a las chicas que se apresuraran pero aun cuando lograra tomar el control, lo único que lograría decir sería un gruñido que sin duda no ayudaría a pasar desapercibida. Era tan frustrante que le estaba enloqueciendo.
Temía por ella.
Temía por Lizzie y los estudiantes.
Pero sobre todo temía por Josie porque sabía que ella le protegería aun cuando no debiera.
Por primera vez en mucho tiempo estaba a merced del mundo. Ella no podía hacer nada para proteger a nadie, ni a ella misma. La ansiedad comenzó a estrujar su pecho con fuerza y su magia comenzó a burbujear silenciosamente. La última vez que se había sentido de aquella manera fue cuando sus padres murieron.
Esa vulnerabilidad y miedo e impotencia que destrozaban su cabeza.
La loba bajo la cabeza y comenzó a mover sus patas como si estuviera preparándose para salir corriendo. Su respiración y pulso se agitaron a la vez que su mirada se volvía baja mientras recorría lentamente su entorno.
Hope lo sintió pero no pudo decir nada. No cuando su entorno se estaba moviendo con una vertiginosa velocidad. Difuminando la oscuridad por momento. Mostrándole instantes de los últimos de sus padres. Su mandíbula se endureció a la vez que sus puños se apretaban y sus ojos se llenaban de rencor mientras su cuerpo temblaba.
Pero entonces Josie pasó la mano por su pelaje. Casi por todo su lomo hasta detenerse sobre su cabeza y rascar lentamente tras las orejas levantadas del lobo. Sin mirarlo susurro –Tranquilo. Juntas podemos hacerlo, solo confía en nosotras.
El lobo y Hope elevaron sus miradas para ver el rostro de la morocha que le sonreía discretamente con dulzura. Sus corazones dieron un pequeño vuelco y sus garras y puños se relajaron mientras como un cachorro comenzaba a restregarse contra su costado haciéndola reír por lo bajo.
-Podemos con esto –. Dijo Lizzie con confianza y apretó el agarre en su hermana. Enderezo su postura y lanzo su cabello hacia atrás –Recuerden. Actúen normal –. Comenzó a caminar con un practicado paso de modelo en pasarela. Sonriendo brillantemente –Hola ¿Qué tal? –. Saludo al azar –Te ves genial –. Dijo demasiado alto a la vez que apuntaba con ambas manos como si fueran pistolas.
Josie se golpeó sonoramente mientras la loba ponía los ojos en blanco y resoplaba por lo bajo.
Por supuesto. Llamaron demasiado la atención.
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-Bueno. Eso fue agotador –. Soltó Lizzie a la vez que la puerta se cerraba de golpe a su espalda.
-Ni que lo digas –. Agrego Josie dejándose caer en su cama y soltando un suspiro. El lobo se echó en el suelo entre las camas de las mellizas soltando su propio suspiro agotado mientras dejaba descansar su cabeza sobre sus patas.
-En especial cuando nos topamos a papá. Creí que estábamos muertas –. Exclamo la rubia dejándose caer en su cama.
-Tu palidez lo grito al mundo –. Agrego su hermana con un leve tono burlón.
Lizzie comenzó a reír por lo bajo –Debiste ver su cara cuando casi lo empujaste hasta el otro lado de la habitación...
La morocha tomo asiento con un leve puchero –No quise hacerlo. Entre en pánico y no podíamos pasar.
-Eso no quita que fuera hilarante aunque me costó un poco convencerlo de que te diera algo de tiempo –. Se acomodó para ver a su hermana –Creo que tienes que prepararte para una conversación.
-Ya sé… –. Suspiro Josie dejando caer su cabeza hacia atrás.
-Buenos. Lo hicimos. Bien hecho chicas aunque haya sido yo la que hizo la mayoría –. Soltó Lizzie a las vez que daba un aplauso entusiasmado y su sonrisa se mostraba llena de arrogancia que hizo bufar a las otras –Ahora. Voy a cambiarme y ustedes se mantendrán alejadas –. Señaló a cada una poco un momento y entrecerró sus ojos al fijarse en el animal –No me gusta cómo te reclama y tú pareces disfrutarlo. Felpudo, no te quiero ver en mi cama.
La loba casi se animó al escucharla y le siguió con la mirada mientras está tomaba su pijama y desaparecía tras la puerta del baño. Se puso de pie de un salto en cuando escucho el clic del pomo.
-Ni lo pienses –. Dijo Josie llamando su atención. Sonriendo al ver su mirada desanimada que en silencio le rogaba que le dejara. Rio por lo bajo negando a la vez que se deslizaba por el costado de su cama para sentarse en el suelo. El lobo se acercó soltando un suspiro vencido para luego echarse a su lado dejando su pesada cabeza sobre su regazo –Sé que quieres pero no podemos arriesgarnos. Puede hacerte dormir en el baño ¿Sabes?
La loba gruño por lo bajo sin agresividad. Solo mostrando que le gustaba el reto en ello.
La morocha volvió a reír sin dejar de acariciarlo. No podía. Era una relajante adicción para ambas. No solo eran las caricias o la confianza que transmitía qué estás pudieran ocurrir. También había una cierta cercanía y una electricidad que parecía llenar sus cuerpos mientras sus latidos agitados iban al unísono. Susurrando cosas que tal vez nunca pudieran poner en palabras.
El vínculo resplandecía con todo su esplendor en sus manos mientras ellas deseaban que el momento no terminara porque de alguna forma se sentían en paz.
Pero por supuesto que esto no duró.
Lizzie salió del baño y dio un sonoro bufido –¿No les dije que se quedarán separas?
La loba elevó una ceja retándola silenciosamente a la vez que subía su pata en el muslo de la morocha que rio por lo bajo.
La rubia mascullo –Quita tu pata.
El lobo no obedeció. En todo caso, se movió un poco más cerca de la morocha y se acomodó posesivamente con una mirada burlona asomándose en su hocico.
-Muy bien. Te lo ganaste –. Exclamó Lizzie saltando para darse la vuelta e ir a su armario de dónde tomo algunas mantas que acomodo junto a la ventana –Al rincón, felpudo.
Josie soltó una exclamación triste –Pero… puede dormir conmigo.
-Yo sé que puede pero no lo hará. No bajo mi guardia –. Dijo la rubia con severidad y ceño fruncido –A tu lugar, felpudo. O te encierro en el armario.
La loba gruño por lo bajo pegándose más a Josie que mantenía sus manos en su cuerpo con cierta pertenencia pero al ver la mirada decidida de su hermana supuso que era mejor aceptar lo inevitable.
Lizzie no les dejaría en paz y en cierta forma se sentía como algo correcto. Ya suficientes problemas tenían para mantener en control la necesidad de estar juntas todo el tiempo, tal vez compartir cama no ayudaría a que mañana pudiera dejarla en el bosque. El solo pensarlo hizo que una mueca cruzará por su rostro y su mirada se entristeciera hasta que una suave lamida en su mejilla y unos intensos ojos dorados llenos de preocupación le alejaron del pensamiento.
Josie sonrió suavemente –No es nada. Estoy bien –. Susurró para calmar la ansiedad que el animal estaba sintiendo y que el vínculo le dejaba saber. Lo abrazo con firmeza –Lo prometo –. La loba se recargo contra su pecho y hombro dando un pequeño lamento casi silencioso –Estoy bien pero será mejor que la escuchemos o te enviará al armario.
Lizzie ignoro la mirada cargada de molestia y silencioso reto que el animal le dio por observar ese momento lleno de complicidad y apego.
-Anda. Ve a acomodarte. Voy a cambiarme para que podamos dormir –. Dijo la morocha con una sonrisa más animada en su rostro.
La loba se hizo a un lado y ella se puso de pie. Camino por la habitación reuniendo lo necesario bajo la atenta mirada del animal pero Lizzie pudo ver qué no era de una manera autoritaria o de pertenencia. Era una silenciosa adoración que le hizo sonreír llenando su pecho de ternura.
Cuando la puerta del baño volvió a abrirse y Josie salió con unos shorts pequeños y una blusa con dibujos de crayola; con resignación el animal obedeció la petición.
Con la cabeza baja y ojos tristes se alejó de la morocha que le sonrió con dulzura. Al pasar frente a la rubia bufo y giro su cabeza negándose a mirarla haciendo que está le mirada mal pero nadie dijo nada.
Las mellizas aún estaban fascinadas por el comportamiento del que se suponía era un animal salvaje.
Hope piso las mantas y dio algunas vueltas hasta encontrar el sitio perfecto para dormir. Desde donde podía ver con claridad a Josie en su cama si levantaba su cabeza o aunque la tuviera baja.
Las mellizas se acomodaron en sus camas y se desearon buenas noches antes de apagar las luces.
-Te estaré vigilando, felpudo –. Soltó Lizzie mirándolo directamente a pesar de la oscuridad.
La loba bufo sonoramente.
Josie sonrió y negó en silencio –Buenas noches, Hope.
A los pocos minutos que la habitación se quedó en silencio, la loba se movió de su sitio e hizo el amago de ponerse de pie.
-Te estoy viendo –. Se quejó Lizzie un poco soñolienta –Ya duérmete o te haré dormir.
La loba le gruño a la vez que se dejaba caer con enojo en su sitio. Cerró sus ojos y se relajó concentrándose en los sonidos del bosque que parecían tan cercanos o el frío de la noche que se colaba por la ventana.
El tiempo pasó y sus labios se entreabrieron en una pequeña sonrisa maliciosa al escuchar cómo la respiración de la rubia era pausada y tranquila. Clara señal de que estaba dormida. Aun así no se descuidó y mantuvo su cuerpo bajo casi pegado al suelo mientras daba pequeños pasos avanzando poco a poco.
En la oscuridad, Josie sonrió al verla. Era imposible no ver una gran mancha blanca que se movía lentamente por el suelo –Te va a gritar cuando despierte.
Su suave susurró hizo que el lobo se elevará lo suficiente para asomarse por encima de la cama de la rubia. Solo los suficiente para que sus ojos fueran visibles por un momento y dejo salir su lengua al ver que la morocha le sonreía. Tomo esto como una autorización. Regreso a su postura baja y avanzo por el suelo aunque un poco más rápido. Ansiosa por estar a su lado.
Josie rio al verla y elevó sus mantas cuando llegó. Le hizo espacio y la loba subió acomodándose contra ella dejando que el costado de su cabeza se recargara en el pecho de la bruja que la cubrió con sus mantas y le pasó un brazo por encima.
-Yo no sé nada ¿Entendido?
La loba le dio una suave lamida a su barbilla y cerro sus ojos relajándose.
Josie sonrió suavemente cerrando sus ojos y soñolienta susurró –Me gustaría que volvieras para abrazarme.
Hope sintió su corazón saltar y con ternura miro hacia su ventana al exterior "A mí también me gustaría".
