Reconocer a Hope, era cada vez más fácil con cada día que pasaba.
Había muchas ocasiones en las que la duda se sembraba en la mente de Josie pero otros más dónde era claro.
Cómo en ese instante.
Al despertar luego de una necesaria siesta se encontró en su cama. Con su rostro enterrado en el pecho de la loba y sus manos y piernas casi aferrándola.
Las patas de Hope se hallaban acomodadas a ambos lados de su cabeza y le acercaban protectoramente apenas sacando sus garras. Se encontraban recostadas de costado dejando una pata libre que se movía lenta y cuidadosamente en una pequeña caricia.
Josie se movió y elevó su mirada para ver de frente a la loba. En instante en que sus ojos se encontraron, lo supo. Hope era la que tenía el control en ese momento.
Los ojos dorados tenían un pequeño tinte azul alrededor de la pupila pero eso no era lo que se lo decía.
Era la delicadeza.
El lobo de Hope era impulsivo. Una fuerza de la naturaleza que iba a dónde deseaba y eso incluía sus interacciones. El era el que jugaba con ella, que la molestaba para que le pusiera atención. Sus lamidas eran cariñosas pero firmes. Notorias. Cómo si intentará dejar alguna huella.
Hope era sutil y delicada en sus muestras de afecto. Era ella la que le había llevado a pasear por el bosque, la que se echaba a su lado y le escuchaba leer. Le lamía con suavidad y casi solo en un pequeño toque, y juraba que podía ver en su mirar como lo pensaba detenidamente antes de hacer la acción así como después se fijaba que no le molestará.
Ella le veía. Le observaba en silencio por largos ratos y Josie se estremecía a cada segundo sin poder evitarlo.
Cómo en ese instante. Hope estaba mirando directamente a sus ojos y en silencio trataba de mostrarle que estaba intentando cuidarle.
-Estoy bien. Lo prometo –. Susurró instintivamente pero sabía que era lo correcto para decir.
Hope lleno sus ojos de preocupación pero no se quejó, en su lugar se acercó y recargo su frente contra la de la morocha quedándose inmóvil por un rato.
Un suspiro escapó de Josie a la vez que se aferraba al pelaje. Su corazón se aceleró al sentir como la calidez del vínculo aumentaba hasta ser lo suficientemente intenso como para que le confortara. El malestar que aún reinaba en su cabeza por la magia se fue desvaneciendo y una sonrisa se filtró en su rostro al sentir como Hope estaba tratando de mover su magia lejos de su ser para que no le afectará más.
Se alejaron apenas lo suficiente para continuar mirándose en silencio.
-Te extraño –. Susurró Josie luego de un rato a la vez que pasaba su mano por el costado del lobo –Extraño tu voz y tu sonrisa. Tu tono arrogante al hablar cuando sabes que tienes la razón… tus ojos cuando se fijan en una imagen y la aprecias milímetro a milímetro… extraño que estés a mi lado.
"Quiero volver… Solo… solo quiero volver para tener de nuevo la oportunidad y el deleite de tomar tu mano. De disfrutar tu risa. Tu sonrisa eufórica cuando logras hacer un nuevo hechizo. Quiero pasar horas hablando contigo de malas películas y ver cómo dejas ir una lágrima por la muerte de algún personaje… No estaba viendo una imagen, solo te estaba mirando a ti… solo a ti…"
Josie se movió lentamente y depósito un pequeño beso en los labios del lobo que se mantuvo quieto y cerro sus ojos disfrutando el contacto que agitó el interior de ambas.
-Iak. La zoofilia no es linda, hermanita –. Soltó Lizzie cerrando la puerta tras de sí.
La morocha volteó a verla sonrojada –Cállate.
-No me hables así o no traeré tu cena y tendrás que caminar –. Amenazó la rubia con fingida voz profunda y tenebrosa provocando un giro de ojos de su hermana que no pudo evitar reír –Felpudo. Largo de la cama de mi hermana. Pasar tanto tiempo contigo ya le está afectando y me niego a sobrinos peludos.
Hope rodo los ojos y soltó un bufido. Sin moverse miro con evidente reto a la rubia que se recostó al otro lado de su hermana, envolviéndole en un abrazo protector a la vez que imitaba la mirada de la loba.
-Dije fuera –. Soltó con molestia aunque sin real malicia.
La loba la empujo con su pata con la fuerza suficiente para casi lanzarla fuera de la cama. Provocando que Lizzie soltara una exclamación ofendida a la vez que volvía acomodarse en su sitio.
Por supuesto, la rubia no se iba a quedar sin responder. Su mano empujo por el hombro a la loba tratando de apartarle aunque está no se movió pero así fue como inicio una pequeña batalla de manotazos.
-Suficiente las dos –. Se quejó Josie con voz autoritaria. Ambas se quedaron inmóviles a la vez y fingieron inocencia.
-Ella empezó –. Se quejó Lizzie.
La loba refunfuño mirando feo a la rubia para luego ver a Josie con ojos de cachorrito.
Está negó en silencio con una sonrisa –No me importa. Quietas las dos o juro que las lanzó por los aires.
Ninguna volvió a moverse aunque eso no evito que la rubia le sacará la lengua a la loba y le hiciera muecas mientras está le gruñía por lo bajo enseñándole un poco los dientes.
Josie bufo de nuevo sonriendo a la vez que sentía como la calidez de estar entre ambas le confortaban profundamente hasta llevarla de nuevo a la inconsciencia.
Sintiéndose segura y amada en todo momento.
Los ojos de Josie volvieron a abrirse cuando el sol había comenzado su descenso.
La frescura de la tarde le hizo estremecer arrancándole de su sueño. Sorprendiéndose al encontrarse sola en su cama hasta que escucho las voces susurradas cercanas.
-Te toca, felpudo.
Se movió imperceptiblemente hasta la orilla de su cama para lograr ver a su hermana, Hope y Pedro jugando monopoly en el suelo.
Frunció su ceño con una sonrisa al ver como su hermana se colocaba unos guantes de látex para luego tomar unos dados dejados a un costado para echarlos en el interior de un vaso de plástico.
-Toma. No te los vuelvas a tragar que ya no tengo dados extra.
El lobo mascullo casi en silencio antes de aferrar el vaso en su hocico. Cuidando de sujetarlo con fuerza para que no se cayera pero no la suficiente para romperle y cuando lo sintió seguro, se levantó y sacudió su cabeza. Dejo caer el vaso sobre una toalla y un dado salió volando pero solo uno.
Lizzie salto –¡¿Y el otro?! ¡Te dije que no te los tragaras!
Pedro se puso de pie de un salto y comenzó a golpear el cuello del lobo que resoplaba mostrando que tenía algo atorado de la garganta.
-No de nuevo –. Se quejó la rubia poniéndose de pie para también golpearle.
-Vamos, bola de nieve. Escúpelo o no sabremos quién gana –. Dijo el niño mirándole.
Hope dio un gran respingo y el dado salió disparado por los aires botando por el suelo. Lizzie hizo una mueca pero se acercó a verlo mientras el lobo se echaba de nuevo en su sitio con evidente malestar.
-Tenemos un tres y... Pedro ¿Qué dice el otro?
-Seis.
-Bien. Ya sabes que hacer –. La rubia volvió a su sitio mientras el pequeño acomodaba la figura de gatito de Hope sobre una de las propiedades de Lizzie que sonrió abiertamente –Es una pena que aún no tenga hoteles pero bueno; dame 100, felpudo.
El lobo refunfuño pero se las arregló para con su pata empujar uno de sus billetes hacia la rubia que sonrió ampliamente, molestándolo hasta que dejo el dinero justo frente a ella.
Josie no pudo evitar reír por lo bajo ante lo irreal de lo que veía, llamando la atención de los jugadores.
Enseguida; Hope se puso de pie y con paso firme se acerca a ella sin dejar de mirarle con atención. La morocha sabe que le está checando antes de que la nariz húmeda empuje su mejilla suavemente en una caricia que susurra la pregunta que no puede ser dicha.
Josie lleva su mano a la cabeza del lobo y rasca tras su oreja a la vez que le mira a los ojos reconociendo enseguida el azul aún presente. Sonríe suavemente algo adormilada –Estoy mejor. Dormir ayudo ¿Qué hora es?
Lo último lo dirigió hacia su hermana que ya se había puesto de pie y caminaba hacia su escritorio –No tiene mucho que pasó la cena. Si mañana por la mañana te sientes mejor, nos iremos. Tendremos el día libre.
-¿Ustedes también se van? –. Pregunto Pedro con tristeza bajando ya su mirar.
-No del todo –. Respondió Lizzie cargando con una charola grande de comida que llevo hasta la cama de su hermana que tomo asiento mientras la loba se sentaba a un lado de su cama.
La morocha le sonrió al pequeño –Estaremos durmiendo en otro lado pero seguiremos aquí por las tardes.
-¿Por qué?
La pregunta era simple pero ninguna de las brujas pudo hallar una respuesta instantánea y simple. Algo que no tuvieran que explicar. Pero Hope volteó hacia Josie y casi le dio un asentimiento torpe que ella supo reconocer.
-Acércate P –. El niño se puso de pie y se subió a la cama, gateando hasta llegar a los brazos abiertos de la morocha que lo aferró en un abrazo a la vez que la loba recargaba su cabeza en el regazo del pequeño que enseguida comenzó a acariciarle –Sé que puedes sentir que Bola de Nieve tiene magia en su interior. Iremos con él para ayudarlo a que sea libre ¿Entiendes?
Pedro miro hacia el animal y sus ojos se unieron. Hope trato de consolarlo o al menos parecer tan humana como fuera posible para que lo entendiera.
-Lo hago… ¿Te duele? –. Pregunto el pequeño y el lobo sacudió su cabeza en respuesta –Yo… puedo ayudar.
-Lo siento, peque –. Soltó Lizzie a la vez que iba descubriendo la comida que mágicamente se había mantenido cálida –Pero no. Papá ni siquiera sabe que has estado cerca de él y nos mataría si se entera. Además, felpudo puede pasarte algunas pulgas. Josie ya tiene unas.
Hope gruño por lo bajo haciendo reír a la morocha que se sonrojo un poco, sabiendo bien a lo que se refería su hermana y no eran parásitos.
Pedro rogó un poco más y hasta uso su super arma. Un puchero bien aprendido de Josie, y quién mejor que ella para luchar en su contra. Al final le convencieron aunque no sin no tener que prometer que lo llevarían algunas veces a ver a Bola de Nieve.
Cuando el momento llego, Lizzie se llevó al pequeño a dormir. No queriendo que Emma lo buscará y por ende, su padre lo hiciera.
Dejo solas a Hope y Josie, que al fin en silencio comenzaron a cenar aunque la segunda estaba sorprendida al inicio de que la loba hubiera aguardado por ella pero al ver su comportamiento supuso que tendría que ver con qué la cobriza fuera la que tuviera el control.
La tristeza y el miedo comenzó a volver a burbujear en su interior al notar como Hope se mantenía alejada. Estaba a su lado y no se alejaba ni un poco, pero no se lanzaba sobre ella o su cama. No trataba de restregarse y hasta parecía que intentaba que no hubiera contacto entre ellas.
Cuando la comida se acabó y Josie comenzó a hacer su tarea, que por supuesto su padre había arreglado que no perdiera aunque no asistiera a clases. Tuvo que rogarle a la loba para que subiera a su cama y se acomodara a su lado.
Hope lo hizo aunque no estaba feliz. No quería que su magia volviera a interferir en la bruja. Le asustaba causarle algún daño, en especial de haber visto lo que su pequeña pérdida de control le había causado. Ver su rostro pálido y sentir su magia tratando de luchar contra la suya para buscar alivio le habían lastimado. Se sentía culpable pero aun así no pudo evitar el alivio y comodidad que le embargo en cuanto sintió su olor tan firme a su alrededor y su cálida mano pasando por su pelaje.
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El ceño de Penélope no se había relajado en todo el día. No desde que vio el arrebato mágico de Josie y su desesperación por llegar a un lado, o alguien.
Había casi enloquecido al verla desfallecer hasta el suelo y aunque había tratado de ir a su lado, no pudo hacerlo. No con el desastre de los lobos intentando escapar a quien sabe dónde. No con el director gritando desesperado que los detuvieran y no cuando había visto a una mujer desconocida tomándole entre sus brazos para ocultarla en la oficina de su padre.
Había luchado por ir a su lado. Por sujetar su mano y asegurarse de que estuviera bien pero nadie se lo había permitido. No Lizzie. No el sr. Saltzman. Y no la desconocida que le había atrapado intentando colarse al sitio y le había gruñido por lo bajo a la vez que protectoramente se situaba frente a la puerta para impedir su acceso.
Así que a regañadientes tuvo que apartarse y esperar.
Espero verla quizás en sus clases cuando estás se retomaron pero realmente no le sorprendió tanto que no pasará. Espero durante la comida pero no hubo ninguna señal de nadie, ni de la desconocida pero aun así se mantuvo casi tranquila. Pero cuando llegó la cena y solo vio a la rubia en el comedor, sus dedos comenzaron a golpear la mesa con ansiedad mal controlada.
Ansiedad que explotó al ver al pequeño Pedro caminando de la mano con Lizzie, dirigiéndose a los dormitorios de los más jóvenes.
Sin Josie.
Y sin importarle nada. Hizo un pequeño hechizo y los siguió sin ser vista, poniendo atención en su conversación para tratar de averiguar algo. Lo que fuera.
Y entonces lo escucho.
¿Bola de Nieve? ¿Quién demonios era bola de nieve y por qué estaba escondido en la habitación de las mellizas?
No le gusto. Algo no le gusto y se mantuvo oculta hasta que la rubia dejo al pequeño en su cama.
Le siguió de vuelta a su habitación y trato de asomarse al interior sin lograr ver más que papeles regados por la cama de la morocha y a esta sentada leyendo algo pero ni siquiera pudo darle una vista a su semblante antes de que la puerta fuera cerrada mientras las quejas de Lizzie sobre la tarea se hacían oír hasta que ya no lo hicieron.
Deshizo el hechizo que le ocultaba pero se mantuvo en el pasillo. Luchando contra su preocupación. Trato de alejarse y convencerse de que Josie estaba bien, le había visto así que no tenía que hacer nada más que esperar a la mañana siguiente pero el recuerdo de lo ocurrido le atormentó hasta enloquecerle.
Sin pensar demasiado en la hora o quién estuviera alrededor, intento escuchar tras la puerta pero en cuanto su mano tocó la madera pudo sentir la magia. Un hechizo de insonorización. Uno potente que por supuesto, no podía romper sin causar una escena pero que más daba.
Se concentró colocando su palma en medio de la puerta y canalizando su magia, voló el hechizo tan rápido como pudo. Lanzándose al interior de la habitación antes de que las mellizas pudieran hacer algo.
Hope sintió la magia y el aroma que no reconoció, o podía fijarlo a una persona en específico hasta que fue tarde. A la vez que la puerta se abría de golpe, un gruñido escapó de su garganta a la vez que se ponía de pie y saltaba para estar entre las camas que las mellizas ocupaban y de las que casi habían saltado.
Penélope le miro y por un momento se congelo pero luego sonrió con malicia.
-¡¿Satanás?! ¿Qué mierda haces aquí? –. Grito Lizzie sin dejar de sifonear de la pared tras su cabecera.
Josie tenía abiertos los ojos como un ciervo a punto de ser arrollado –Penélope…
El susurró llamo la atención de la bruja y le dio alivio pero no dejo su pensamiento –Bueno, bueno. Mira que tenemos aquí… Así que es cierto que se han conseguido un perro callejero.
Hope gruño con más fuerza a la vez que Lizzie se ponía de pie a su espalda –Eso es algo que no te importa. Lárgate.
Josie gateo hacia los pies de su cama y comenzó a acariciar el lomo erizado del animal. Tratando de calmarlo aunque no estaba funcionando en lo más mínimo. Hope había perdido el control en cuanto su lobo sintió una amenaza y el no estaba nada feliz de ver quién había irrumpido en su territorio.
La pelinegra miro hacia Lizzie con malicia –Me pregunto qué dirá papá cuando le diga que su nena metió a un animal a la escuela.
Lizzie sonrió con odio –Hace mucho que te dejaron entrar. Yo creo que ya se dio cuenta pero por si te lo preguntas… el felpudo le pertenece a Josie.
Los ojos de Penélope enseguida fueron hacia la morocha y su rostro mostró una coquetería llena de cierta maldad. Alguna vez, esa sonrisa había hecho temblar a Josie pero no esta vez. Al menos, no por la misma razón.
El lobo gruño con más fuerza y salto en su sitio a la vez que ladraba con potencia. Tratando de atemorizar a la bruja que le ignoro.
-Eso lo vuelve aún más interesante… –. Susurró Penélope notando como su ex se aferraba al pelaje del animal. Preocupación en su mirar pero no por ella sino por la criatura amenazante que apenas ahora noto que era enorme pero lo dejo de lado –Quizás JoJo pueda venir a mi habitación y convencerme para que no deje salir al perrucho a pasear entre vampiros… ¿Qué dices? JoJo. ¿Me vas a soborn…?
Antes de que pudiera terminar de hablar, el lobo lo perdió.
Reconocía lo que estaba insinuando la bruja y sin piedad se lanzó sobre ella. Tacleándole hasta el suelo. Apresándole contra el piso con solo el poder de una de sus patas que sin control enterró sus garras en su hombro rompiendo la blusa y piel con la misma facilidad. Arrancándole un gritillo de dolor que sus orejas saborearon mientras ignoraba los gritos para que se detuviera. Mostró sus colmillos por completo y gruño con ferocidad potente que hizo estremecer a su presa. Deleitándose más junto al retumbar acelerado de su corazón.
"¡Detente!". Grito Hope con todas sus fuerzas en su cabeza. Luchando para recuperar el control pero su lobo estaba tan furioso que no le cedió ni un poco. "No le hagas daño. ¡No la mates!"
A la vez que escuchaba esto pudo escuchar los susurros de Lizzie.
-Cómetela. Cómetela. Cómetela –. Repetía en cántico bajo pero animado.
Hope bufo al escucharle pero siguió tratando de tranquilizarlo "Déjala. Solo estaba jugando, lo sabes".
El lobo gruño más fuerte justo en la cara de Penélope que había perdido todo rastro de color pero que de alguna forma y lentamente sus ojos temerosos pudieron reconocer el dorado en los del animal. Un estremecimiento helado le recorrió. No era un perro, era un lobo.
Peor aún, un hombre lobo y estaba furioso.
-¡No… ! No le hagas daño… –. Exclamó Josie repitiendo desde hace un rato siendo ignorada. El enojo del lobo se filtraba a través del vínculo haciendo que su pánico aumentara, y sin más grito –¡Felpudo basta!
Como si un cristal se rompiera. El grito fue escuchado por el lobo que volteó a verle de reojo. Sus colmillos ocultos pero en sus ojos aún brillaba el enojo junto a algo más que Josie no pudo reconocer pero no era el momento para pensarlo.
-Aléjate de ella y ven acá –. Exigió clavando su dedo en su cama.
El lobo elevó su cabeza con orgullo sin dejar de mirarle con furia. Volvió a centrarse en la bruja a sus pies y la presionó contra el piso enterrando aún más sus garras hasta que le hizo dar un nuevo quejido.
-¡Dije que la dejes!
Penélope casi pudo oír su hombro crujir cuando el animal le piso como si fuera parte del suelo antes de darse la vuelta.
No se dirigió hacia la morocha, en su lugar fue a echarse orgullosamente junto a Lizzie que suspiro desanimada haciendo un puchero. Ni siquiera se quejó de que está se subiera en su cama, solo se recargo sobre el mascullando sin parar aunque miro burlonamente a la bruja que temblorosa logro ponerse de pie sin que sus ojos se alejaran del lobo.
-Penélope, vete de aquí y no vuelvas a entrar así a nuestra habitación o la próxima vez no le detendré –. Soltó Josie de pie frente a ella, en secreto checando la herida esperando que no fuera grave.
La pelinegra no supo que decir. El nuevo gruñido bajo del lobo advirtiéndole fue suficiente para hacerle saltar y retroceder hasta que salió de la habitación. Cerrando la puerta al instante. Respirando de nuevo solo cuando la madera le protegía y un doloroso gemido escapó de sus labios.
Josie volteó hacia la loba y le miro a los ojos preguntándose qué debía decir. ¿Regañarla por defenderlas? No parecía lo correcto pero a la vez lo era.
Trato de dar un paso hacia el con su mano elevada para acariciarle pero Hope le miro con rencor y con agilidad se puso de pie y se alejó de ella lo más posible. Acomodándose en su cama de mantas dándole la espalda.
Dolor círculo por el vínculo con claridad aunque era imposible saber a quién le pertenecía.
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Sin que pudiera hacer nada; Hope fue relegada al fondo de su subconsciente.
Sorprendentemente se encontró en un lugar lleno de color. Un bosque hecho de pintura que de alguna manera le daba la sensación de buenos momentos. Recuerdos felices que tal vez no pasarían por sus ojos pero les sentiría inflando su corazón.
Ese buen sentimiento le dio fuerzas para luchar contra la furia de su lobo que le guio de vuelta al frente de su mente aunque no pudo retomar el control.
Su orgulloso lobo estaba molesto. Dolido por haber sido menoscabado por la morocha a la que solo trataba de proteger pero ella le desprecio.
Tan furioso que le ignoro por el resto de la noche. No le siguió a su cama cuando llego la hora de dormir. No le dejo que se le acercara luego de que Penélope dejo la habitación, mirándole con enojo y apartándose de ella hasta el punto que trato de dejar la habitación cuando sus tías fueron a checarle. No le escucho cuando trato de hablarle y esto hizo enojar a Hope.
Las luces tenían un par de horas de haberse apagado.
Las mellizas dormían aunque Josie había tardado mucho en hacerlo. Entre la oscuridad se había mantenido mirando a la loba que se había recostado en el pequeño sofá bajo la ventana, en lugar más alejado de su cama. Sin poder evitar derramar algunas lágrimas silenciosas antes de caer bajo un sueño inquieto.
Hope podía sentir como la morocha estaba dolida. Y el enojo y frustración contra su lobo aumento hasta desear luchar, como siempre su instinto básico estaba en proteger a Josie a pesar de todo. Incluso de ella misma.
"Felicidades. Oficialmente eres su mascota". Soltó en cuanto vio al lobo dentro de su inconsciente. Este estaba dormitando pero en su mente estaba bastante despierto y molesto le miro soltando un profundo gruñido.
Hope lo ignoro y se acercó para sentarse a su lado. Este se echó de mala gana "No tienes que hacer esto, lo sabes".
El volvió a gruñir como si hablara y la cobriza negó en silencio. Ella lo entendía, cada palabra no dicha estaba en su cabeza como una conversación "No. No la reclamare. Ella no es una cosa... ".
Recibió un resoplido como respuesta y ella sonrió suavemente "Si. La deseo. Soy estoica pero sé perfectamente cómo nos sentimos… ¿Acaso crees que no he notado como parece que nos golpea un rayo en cuanto ella pone un pie en la misma habitación? ¿O qué me he perdido como no podemos dejar de mirarle con anhelo cuando nadie nos ve? ¿O qué no siento como nuestro corazón se detiene cuando nos da una sonrisa?
Lo sé.
El hechizo no nos dijo nada que no supiéramos... Ella es perfecta para nosotros pero ¿Lo somos para ella?".
El lobo gruño con frustración.
"Lo tengo. Estoy aterrada y tú también". Ella comenzó a acariciar su cabeza cuando este bufo intentando negarlo y bajo la mirada. "La última vez que amamos con tal intensidad... el dolor casi nos destruyó cuando los perdimos. ¿Qué crees que pasaría si le llegara a ocurrir algo?".
Los ojos amarillos se enfrentaron con cierta firmeza a los azules que se mantenían calmados.
"Sé que no puedo ocultarme... pero al menos quiero ser alguien digna de ella. Que el riesgo de estar con nosotros valga la pena".
El mascullo con evidente orgullo en su postura que se elevó un poco.
Hope sonrió con arrogancia "No negare que deseo que esté con nosotros, es lo que más quiero pero no le forzare".
Un gruñido profundo retumbo en el vacío.
"No la reclamaras. No lo permitiré y tú no lo quieres así.
Yo quiero que este a mi lado por su voluntad y sé que quieres tomarla ahora pero yo... yo sé que tal vez podamos ser su ultimo y la esperare el tiempo que sea necesario porque ella lo vale".
Un suspiro escapo del animal y la cobriza recargo su brazo sobre sus hombros.
"Entonces deja de imponerle tu presencia.
Todos esos pequeños momentos en nuestra memoria. Cuando está a nuestro lado y todo es mágico, lo son porque ella quiso dárnoslos. No porque se los arrebatáramos.
Merece tener la libertad que tanto amamos.
Y nosotros merecemos que nos amen sin condiciones. Libremente. De otra forma no importara cuanto diga el universo que somos perfectos para ella. No será suficiente ¿Lo entiendes?".
El lobo suspiro y soltó un leve lamento a la vez que bajo su mirada.
Hope sonrió y rasco tras su oreja "Tranquilo. Siempre estaremos a su lado y le protegeremos. Ya no somos cachorros. No la perderemos sin luchar. Deja... dejemos de temer".
Un fuerte aullido doloroso cimbro el vacío provocando que Hope cerrada sus ojos sintiendo como el dolor y la culpa aprisionaba su corazón pero no podían huir más. Los lloriqueos del lobo mostraban el sentir de ambos y lo único que pudo hacer fue acariciarlo, aferrándolo un poco entre sus brazos para tratar de calmarlo.
El animal le miro con fuerza y ella le sonrió "Lo prometo, lo intentare. No es como si vivir sin ella fuera una opción".
El asintió y se puso de pie junto a la cobriza que no dejo de mirarle. Se miraron con tangible entendimiento de nuevo.
"Vamos a correr. Necesitamos libertad o perderemos la cabeza, de nuevo. Y no queremos asustarla".
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El lobo despertó con tranquilidad e instintivamente volteo a revisar a Josie que dormía con su ceño levemente fruncido pero respiraba con suavidad. Se elevó sobre sus patas y estiro su cuerpo por completo, entumecido de estar tanto tiempo en un pequeño espacio donde no podía correr.
El deseo hirvió bajo su piel haciéndole entusiasmarse hasta casi desesperarse por estar entre paredes. La brisa fresca de la noche que se coló desde la ventana, le hizo suspirar con silenciosa devoción y sin pensar empujo su cuerpo fuera de la habitación.
Deteniéndose solo un momento para volver a mirar al interior. Sus ojos recorrieron lentamente el rostro de Josie. Adorándole en silencio hasta que la necesidad le hizo estremecer casi dolorosamente y sin más comenzó su carrera.
Corriendo directamente hacia el bosque a toda velocidad. Sus patas golpeando y cavando con fuerza en el suelo a la vez que su pecho se estrujaba dolorosamente ante la distancia. Luchando contra el vínculo que se fue estirando y al final se desvaneció.
Josie despertó de golpe al sentir como la calidez protectora alrededor de su corazón se evaporaba. Aturdida y confusa, con el miedo ya burbujeando volteo hacia la cama del lobo. Saltando fuera de la cama con pánico en el instante en que no le vio ahí…
