Las luces traseras se perdieron en la oscuridad. El ronroneo del motor se difumino entre la fría ventisca del invierno dejando solo un silencio ensordecedor a la vez que el aroma a bosque, tierra y una pizca de chocolate se disolvía hasta no haber nada más que frio.
Fue entonces cuando el golpear de rodillas contra el suelo y un sollozo lastimero rompió abruptamente el silencio. Alaric y Lizzie saltaron casi a la vez por la sorpresa pero no lo pensaron antes de correr hacia Josie que se aferraba a sí misma casi con desesperación. Tratando inútilmente de recuperar la calidez que había confortado su interior.
Se había ido con ella. El frio helado atravesaba su sistema como una espada afilada que poco a poco iba rasgando su corazón y mientras lo comprendía; su mente al fin volvió a formar pensamientos coherentes...
"Solo tuve un crush de ti cuando era una niña..."
"No importa. Solo era una niña..."
"No. Ya no veo a Hope de esa forma"
"No. Jamás pensaría en tener algo con ella..."
"No. No estoy obsesionada con ella"
"No. No la admiro"
"No. No me agrada"
"No me gusta"
"No pienso en ella"
"No la extraño"
"No la quiero..."
Todas las mentiras que su boca había soltado. Todo lo que dijo por temor. Todo lo que intento por escapar del revoloteo de su corazón que siempre volvía a agitarse por ella.
Por estar a su lado y no atreverse.
"No me dejes"
"No quiero estar sin verte sonreir"
"No quiero que dejes de hacerme sonrojar"
"No alejes tu mirada de mi"
"No hagas que tenga que estar sin escuchar tu voz"
"No me dejes sola"
"Te quiero"
Todas sus verdades se arremolinaron en su pecho. Presionando a su garganta para que las liberada pero no había quien las escuchara.
Hope se había ido.
Dejándole con el dolor de que sus sentimientos quizás jamás fueran oídos.
Dejándole en el helado silencio.
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Sus ojos se abren con pesadez. Cerrándose de golpe casi al instante para tratar de escapar de la luz del día aunque sus párpados no pueden hacer demasiado. La brisa húmeda se cuela por la ventanilla y un escalofrío recorre su cuerpo haciendo que su piel se erice.
Gira hacia un lado sintiendo como el cansancio abruma su mente pero sobre todo su cuerpo adolorido hasta el punto que le hizo soltar un quejido.
-Cariño. Qué bueno que despiertas, estamos llegando –. Informo Freya girando sobre su asiento y con una sonrisa suave ofreció un conjunto de ropa.
Hope no le vio. Su atención se vio atraída por los restos de cristales que decoraban el suelo del vehículo y al elevarse un poco sobre sus brazos, noto los grandes cortes que desgarraban el asiento de cuero sobre el que descansaba. Miro sus manos y piernas buscando la certeza que la suciedad que los cubría enseguida le dio y un bufido escapó de su pecho.
Tomo asiento y enseguida acepto la ropa que su tía le ofrecía. Su mirada maternal hizo que se relajara un poco pero la molestia seguía hirviendo en su pecho. Cubrió su desnudes con las prendas. Tomándose el tiempo para poner en orden su cabeza que de nuevo se sentía aturdida y perdida entre el agua.
Peino su cabello sucio en un chongo desordenado y dio un suspiro a la vez que dejaba caer sus brazos contra el asiento.
-¿Qué pasó? –. Cuestionó con voz profunda y tono neutro mientras sus ojos se fijaban en el paisaje del pantano. Sus dedos presionaron el interruptor para elevar el cristal pero nada ocurrió, dándole la certeza a lo que había imaginado.
Keelin le miro por el retrovisor –No mucho. Te pusiste inquieta mientras dormías y tú lobo decidió escapar por una carrera rápida.
Hope le miro preocupada –¿No te lastime?
La morena rio sonoramente y relajada –Vamos pequeña. Serás un alfa natural pero yo también y soy mayor, puedo con un cachorro inquieto.
-Ja. Así que ser vieja es bueno –. Soltó juguetonamente la cobriza aunque sin estar completamente animada.
Freya rio al ver el puchero molesto de su esposa –No hablemos de edad, es más seguro –. La morena soltó un bufido que provocó una leve risa en la más joven –Pasaremos por algo de desayunar, o mejor dicho, almorzar y luego iremos a casa ¿Quieres algo en especial? Cariño.
-¿A qué casa? –. Pregunto la cobriza con evidente tensión. No solo en su voz sino también en su cuerpo que casi marco visiblemente cada uno de sus músculos a través de la ropa.
-A la nuestra, por supuesto.
Hope negó en silencio –No. Me quedaré en el complejo.
-Hope...
La rubia le miro casi sorprendida pero se preocupó más por tratar de convencerle. Pero casi a la vez que le miro, noto el pánico en los ojos cristalinos de su sobrina que casi trato de encogerse en el asiento sin dejar de negar. Las mujeres se miraron entre ellas por un segundo y luego asintieron a la vez.
-Está bien. Nos quedaremos en el complejo, llamaré a Vincent para que lleva a…
-No. Yo me quedaré en el complejo, ustedes vayan a casa –. Soltó la cobriza con dureza.
-Hope. No vamos a dejarte sola –. Dijo Keelin con la misma seriedad.
-Y yo no pienso estar cerca de Nicky ahora. No hasta que esté segura que no le haré daño –. El miedo en su voz fue evidente para sus tías.
Freya se estiró y tomo su mano tratando de consolarle –No lo harás.
Hope frunció su ceño –¿Estás realmente segura? Porque yo no, y no pienso arriesgarme.
La morena se estiró cuanto pudo sin soltar el volante, alcanzando solo a sujetar su pierna –Estará bien, pequeña. Es familia, parte de tu manada así que tú lobo lo reconocerá como me reconoce a mí… Sé que no le hará daño pero no te presionaremos. Lo haremos poco a poco, no hay prisa.
Hope asintió con evidente duda en su mirar y tensión en sus movimientos pero aun así trato de convencerse de que sus tías tenían la razón.
Era su hija, por supuesto que no le expondrían al peligro que era ella.
Y mientras fueron avanzando por la ciudad, y la comodidad de estar en casa se fue abriendo paso en su pecho inquieto que se estrujaba un poco ante la nostalgia pero no era tan doloroso como lo recordaba. Quizás porque tenía más de seis meses sin pisar el sitio.
Mientras, su mente no pudo evitar pensar en que realmente no quería tomarse tanto tiempo. Quería volver pronto. Lo más pronto posible.
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Lizzie miro de reojo a su hermana.
Hace solo dos días que Hope se había ido y desde entonces Josie había permanecido en su cama. En vuelta en un capullo tratando de recobrar la calidez perdida. Tantas lágrimas tiradas que trataron de ser silenciadas aunque estas duraron durante toda la noche. Con un permanente dolor cimbrando en su pecho.
El pecho de la rubia también se estrujaba. Sentir con tanta claridad el dolor de su hermana solo le hacía preguntarse qué tan intenso debía ser para ella, a la vez que el pánico se creaba en su propia mente. No sabía cómo cuidar a su hermana. Nunca había tenido que hacerlo, solo cuando termino con Satán pero incluso en aquel momento el sentir no era ni siquiera cercano.
Pero esto era diferente. Ella sabía cómo su hermana aguardaba mirando hacia la puerta, esperando que esta se abriera y la cobriza estuviera ahí con su tonta sonrisa.
-¿Estas bien? Hermanita –. Pregunto mirándole con el ceño levemente fruncido que no pudo desaparecer a pesar de todo lo que lucho.
Josie salto fuera de su mente. Le dio una débil sonrisa tratando de ocultar lo que sentía –Estoy bien, Liz.
Por supuesto, la rubia esperaba esa respuesta. No le sorprendió en lo más mínimo.
-Uhum… –. Soltó con evidente sarcasmo.
Josie apretó sus labios hasta que un adorable puchero se formó mientras su hermana caminaba hacia su escritorio y de un cajón tomaba su oso de peluche. La rubia regreso dándole una pequeña sonrisa antes de colarse en su cama, tras ella y al abrazarle coloco al oso en su pecho.
-Puedes abrazar a Stef... él es un buen atrapa lagrimas –. Susurro Lizzie.
En la mente de Josie. Un lejano recuerdo donde una noche de tormenta extrañaba a su mamá y aun cuando las lágrimas también cubrían las mejillas de la pequeña rubia le entrego el mismo oso. Su posesión más valiosa. Su consuelo.
La morocha volteo a sonreírle con cariño a la vez que tomaba el oso entre sus brazos y lo aferraba con fuerza.
-También la extraño… –. Susurro Lizzie con evidente tono forzado pero en la sutil suavidad también mostraba su sinceridad. Su hermana sabia reconocerlo aunque se encogió un poco más entre las mantas –Pero estoy segura que volverá a torturarnos en unos días... me prometió recuerdos y sabe que la perseguiré por toda la eternidad si me miente –. Una risilla llorosa escapo de la morocha –Además. Sé que es un cachorro fiel y nunca te mentiría a ti.
El corazón de Josie se saltó un latido para luego acelerar y una sonrisa esperanzada se abrió paso en sus labios. Se acomodó mejor en el agarre de su hermana y el propio en el oso. La esperanza zumbaba en sus venas con tal intensidad que le aturdía. Los recuerdos de su mañana juntas solo hacía que aumentara la sensación de tirón en su pecho que sabía que ya no debía percibir pero seguía ahí.
Justo como Hope se mantenía en su cabeza.
-Y si la extrañas demasiado, bueno, aún no he duchado al señor Stef así que tienes una bola de baba para ti.
Josie salto alejando al oso de su mandíbula, mirándole con aversión aunque sin atreverse a lanzarlo por los aires sabiendo que su hermana la mataría si lo hiciera.
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Sus manos temblaron violentamente rompiendo la tranquilidad de su vieja habitación vacía. Su bosquejo irremediablemente arruinado por el carboncillo que había estado sujetando y que golpeó el suelo casi atronadoramente para sus oídos.
Nada de ello le sorprendió.
En su cabeza. Lejanos susurros se hacían escuchar.
"No tengas miedo, princesa… Estoy aquí y ningún monstruo podrá tocarte…"
"No hay monstruos bajo la cama... O en el armario, bueno ahora sí pero jamás seré el de tus pesadillas…"
"Papá no es un monstruo."
"¿No?"
"No. Papá es papá… solo papá…".
Con vivida claridad sintió los cálidos brazos de su padre aferrándola protectoramente junto a una sonrisa oculta entre sus cabellos que de pequeña no noto pero que ahora entendió.
Se forzó a moverse cuando el dolor vibrante en sus huesos se volvió agonizante pero se apresuró a quitarse de encima la camisa de su padre llena de manchas de pintura y suciedad oscura como sus manos.
-¡Tía! –. Exclamó en un gruñido gutural que esperaba que fuera lo suficientemente alto para que lograra dar su advertencia.
Entonces su mente, emociones y sentimientos se arremolinaron en su interior mientras los crujidos de sus huesos rompían la tranquilidad de la tarde.
El dolor fue lo único reconocible. La agonía no había dejado de torturarle en cada cambio, casi como un castigo perpetuo por tratar de luchar contra sus instintos o por silenciar los deseos de su lobo.
Freya corrió desde la cocina hacia el piso superior. Deteniéndose abruptamente al dar la vuelta por el pasillo hacia las habitaciones que alguna vez pertenecieron a su hermano y su reina, y por supuesto su princesa.
En medio del pasillo el lobo caminaba con la cabeza en alto. Una mirada casi petulante era clara junto a una sonrisa burlona que sin duda era dirigida a ella.
Su mano fue hacia el bolsillo de su pantalón. Tres globos pequeños llenos de polvos apenas si estuvieron en sus dedos antes de rodarlos hacia la bestia que cambio su semblante al instante.
Molesto. Bajo su cabeza, erizando el pelaje de su lomo a la vez que un gruñido bajo era liberado de su garganta. Ya reconocía el truco y realmente no le gustaba.
-Ya te dije que no me gruñas –. Dijo la rubia con tranquilidad. Sus dedos y labios, listo el hechizo.
Se miraron a los ojos retadora mente. Jugando en silencio aunque había cierta seriedad en sus mínimos movimientos que analizaban mutuamente. Cada respiración o leve movimiento y mirada.
Eran Mikaelson después de todo. Nada las unía más que su disfrute por retarse mutuamente.
Y en un segundo todo explotó.
Hope dio un pequeño paso hacia enfrente y Freya reventó el primer globo con un hechizo simple como respuesta. El polvo lleno el pasillo en una nube pero antes de que fuera demasiado grande el lobo corrió. La bruja reventó los otros tan rápido como pudo, cubriendo su nariz con su antebrazo y teniendo que retroceder para evitar caer bajo los efectos pero justo en ese momento fue golpeada.
Lanzada al suelo por el lobo que no se detuvo a gruñir le. Quizás solo le dio una sonrisa burlona al acelerar sobre ella. Apresurándose por el pasillo y posterior escalera que bajo en saltos ágiles aunque un poco atontados por el polvo para dormir que había alcanzado a colarse en su sistema. Con ansiedad viendo la puerta principal y su libertad estaban al alcance.
Pero entonces. La puerta se abrió y aunque esto agrego emoción a su mirar, freno de pronto. Derrapando en el suelo de mármol de la sala hasta casi posar su trasero para no acercarse más.
-¡Cariño. Estamos aquí! –. Soltó Keelin a la vez que cerraba la puerta. Dándole la espalda a la bestia.
Al girar se congelo en su sitio. Hope le miraba fijamente con sus orejas y cola en alto. La curiosidad era evidente y estaba fija en la pequeña niña de un año que le sonrió desde los brazos de su madre.
Freya se apresuró escaleras abajo y elevó su mano. Lista para noquear al animal antes de que hiciera daño.
-Espera –. Dijo su esposa con calma. Uniendo sus miradas un momento para tratar de tranquilizarla.
Keelin dio unos cuantos pasos más hacia el lobo. Quedándose a tres metros de ella, y se acuclillo dejando que su hija estuviera perfectamente a la vista.
Hope recorrió las facciones de la niña. Su cabello rubio en rulos perfectos aunque fueran cortos. Sus ojos cristalinos que resaltaban hermosamente contra su piel capuchino pero lo más importante fue su olor. Comenzó a olfatearle. Bajando un poco su cabeza para que el aroma fuera tomado correctamente al estar a la misma altura de la infante que reía con cada uno de sus sonidos.
En su mente, el aroma solo podía describirse como ternura pura combinada con el jabón y el talco, quizás un resto de leche y un poco de fruta de una merienda.
Su corazón se llenó de calidez a la vez que en su cabeza se formaba una clara idea.
Se acercó lentamente. Con mirada suave y tratando de no hacer movimientos bruscos. Deteniéndose a un metro de ellas y echándose en el suelo manteniendo su cabeza alta.
Sus tías suspiraron con alivio.
Keelin se arrodilló y avanzo hasta que su hija estuvo lo suficientemente cerca para que el lobo se estirada y le olfateara con libertad.
Así lo hizo y casi de inmediato las pequeñas manos se lanzaron sobre ella para reconocerle. La curiosidad de la pequeña Nicky le hizo tocar su nariz y meter su dedo causando un estornudo y una sacudida de cabeza que le hizo reír.
El lobo disfruto el sonido y cuando la bebé volvió a estirar sus manos hacia ella, se volvió a acercar. Manteniendo un semblante serio mientras su hocico era aplastado por Nicky que soltaba una nueva carcajada infantil ante el sonido.
No hubo queja. Agresión o alejamiento. Solo una mirada suave que fingidamente intentaba parecer estoica.
Sus tías sonrieron.
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El nudo en su garganta era tan grande. Doloroso.
Pero Josie no se detuvo en sentirlo. Se negaba a sentirse tan tonta y dolida por alguien que simplemente no le pertenecía ni lo haría pronto. Aun cuando la esperanza gritara en su pecho, la ilusión podría destrozarle así que fue silenciándola poco a poco aunque la voz nunca se silenció. Se mantenía tan firme que por momentos le enfurecía, por otros le hacía llorar y por unos más le hacían sonreir.
La presión en su pecho era tan pesada que a veces no podía respirar.
Como un fantasma, penando entre los pasillos desde las primeras horas. La hinchazón en sus ojos no se había desvanecido pero la magia era estupenda para encubrir todo. Hasta de ella misma. Siguió asistiendo a sus clases aunque de poco sirvió, escuchar no era lo suyo en ese momento.
Su cabeza no podía dejar ir el recuerdo de Hope. Su risa. Su puchero infantil. Su sonrisa maliciosa. Su dulce voz sedosa incluso cuando profunda es. Su aroma. Sus cabellos centelleando tanto como sus ojos azules en los que se perdía buscando los pequeños surcos dorados entre ellos. Sus tontas bromas. Su calidez.
Las clases pasaban por sus oídos como ruidos de fondo. Las comidas eran innecesarias a su parecer, su cuerpo no lo pedía y su lengua no le saboreaba. Las conversaciones de sus amigos eran difíciles de seguir.
Todo era un ruido de fondo y aunque el mundo lo notaba su respuesta era la misma siempre. "Estoy bien".
Como cada día en la última semana.
Josie volvió a su habitación luego de clases.
Escapando de su hermana con cada vez menos amabilidad, pero simplemente no podía encontrar el ánimo para soportar el intenso intento de su hermana de arrastrarla fuera de la cama. Junto a sus amigos que no entendía lo que ocurrían y eso solo provocaba que estuvieran sobre ella con demasiada vehemencia que aunque le daba un sentimiento cálido, en el fondo le molestaban aún más. No le entendían ni habían tratado más que los primeros días, solo se concentraban en intentar hacerle olvidar lo que fuera que le afectaba pero no podía.
Y al final, ninguno de ellos lo entendía.
Necesitaba estar sola y pensar. Realmente escuchar y acomodar el desastre que era su pecho y cabeza, y por ende el desastre de la comunicación entre ellos.
Con años de dominio de su mente sobre su corazón. Simplemente era terriblemente sobrecogedor que ahora las cosas fueran inversas. La dolorosamente estruendosa voz de su corazón le estaba enloqueciendo.
Tenía que silenciarla lo más pronto posible, en especial antes de que Hope volviera.
Tomo asiento en su cama casi dejándose caer a la vez que un suspiro escapaba de ella. Con sus piernas hacia la cama de su hermana dejo que su espalda se recostara en la cama y miro hacia el techo con sus manos distraídamente golpeando su abdomen bajo el ritmo de alguna canción que simplemente no podía reconocer, aunque tampoco lo pensó demasiado.
El rostro de Hope se dibujó tras sus parpados con nítida claridad. Lanzando su mente a un remolino con tal fuerza que le aturdió y junto a ella, sus sentimientos se volvieron locos surgiendo desde lo profundo de su pecho. Apenas dándole el tiempo de reconocerlos. Apenas dándole el tiempo de comprender porque existían.
Admiración. Frustración. Amabilidad. Miedo. Defender. Apoyar. Fuerza. Dulzura. Ternura. Enojo. Alegría. Torpeza…
Tantas cosas que despertaba la loba y a la vez tantas que ignoraba…
Antes de que alguna otra idea molesta o demasiado melosa hasta para ella se formara en su cabeza; la puerta fue abierta de golpe haciéndole saltar lo suficiente como para elevar su pecho y mirar hacia el sitio por el que su hermana atravesó en casi un torbellino.
Lizzie lanzo su mochila a su cama para luego dar una media vuelta. Deteniéndose un segundo para aferrar la muñeca de su hermana y tirar de ella con todas sus fuerzas hasta casi tirarla al suelo pero ni eso evito que volviera a correr.
Josie trato de luchar y negarse pero por inercia siguió corriendo tras la rubia que no se detuvo a pesar de sus quejas. El enojo comenzó a burbujear en su interior pero trato de silenciarlo y empujarlo al fondo de sus ser. No tenía ánimos de golpear a su hermana que solo trataba de hacerle feliz aunque no tuviera ni idea de cómo hacerlo, o eso pensaba.
-¡Lizzie basta! ¿Qué demonios? –. Se quejó tratando de clavar sus tobillos en el suelo de madera pero fallando, abalanzándose casi sobre la rubia.
-Cállate y corre. Papá está hablando con Freya –. Soltó Lizzie por encima de su hombro sin detener sus pasos. Ignorando como los ojos de su hermana se perdían –¡Mueve esas piernas de garza o no vamos a alcanzar a llegar!
Josie hizo una pequeña mueca que solo duro unos segundos antes de que saliera corriendo por el pasillo. Firmemente sujeta a la mano de su hermana que quizás ahora fuera un poco arrastrada pero no le importo, en su lugar sonrieron como cuando eran niñas y se escapaban a lugares que sus padres les habían prohibido.
Básicamente asaltaron a las puertas de la oficina de su padre que no lucharon por alejarlas. Aquello les sorprendió al dar unos pasos al interior pero al ver como Alaric les miraba y con una pequeña sonrisa miraba a Josie por un segundo antes de indicarles con su dedo sobre sus labios que guardaran silencio.
-Así que ¿Puede decirse que está mejor? –. Pregunto el mirando hacia el teléfono que puso en altavoz para que sus hijas que tomaron asiento en las sillas frente a su escritorio, escucharan con claridad.
Freya suspiro –Puedes decirlo –. La sonrisa en su rostro fue más que audible –Ya casi no pierde el control y cambia de la nada. Está siendo la dominante tanto en sus cambios como en su forma humana, incluso está decidiendo cuando permitir que el lobo tome el control… su agresión aún está un poco alta…
-¿Su magia?
-Volátil. Potente. Demasiado sentimental. Demasiado instintiva –. Dijo la rubia a la vez que soltaba un suspiro –Lo estamos controlando y con el paso de los días su control aumenta pero aun somos algo cuidadosas.
Alaric asintió comprensivamente mirando hacia su hija que apretaba sus labios formando un puchero y su ceño se fruncía lleno de preocupación que su hermana intentaba de controlar al sujetarle de la mano con firmeza. Sabían que esto ocurriría. Todos lo sabían pero aun así no pudieron evitar preocuparse y temer por lo que esto podría significar.
-¿Cómo esta sentimentalmente? –. Pregunto el director mirando hacia los ojos de su hija que se tensó al escuchar el sonoro suspiro lleno de preocupación de parte de Freya.
-No lo sé... No... Es silenciosa… Tan silenciosa como lo fue luego de la muerte de mis hermanos. No sé cuántas heridas se reabrieron –. La voz de la rubia perdió un poco de fuerza. Perdiéndose entre los recuerdos de aquel oscuro tiempo pero pronto lo abandono –No estoy segura si está bien o no, pero la estoy escuchando. Estoy haciendo todo lo posible para escucharla y verla sin que trate de matarme por acosarla.
El director rio por lo bajo –Ten cuidado. No le gusta la vigilancia.
-Ya sé. Es un problema familiar.
-¿Volverá pronto…?
La ansiedad burbujeo en el cuerpo de Josie casi al momento en que la pregunta dejo los labios de su padre. El agarre de su hermana se reafirmó con fuerza que ignoro tanto como el pequeño temblor de su cuerpo. Sus ojos fijos en el teléfono que se quedó en silencio por unos segundos que le parecieron horas y las lágrimas que se fueron acumulando sabiendo lo que vendría.
No era un secreto. Nunca fue un secreto que Freya estaba casi decidida a apartar a Hope de la escuela que no le protegió. Por el contrario. Y por ende la matriarca de los Mikaelson tenía la razón y era más que comprensible pero eso no podía evitar que Josie deseara con todas sus fuerzas que Hope no lo permitiera como hasta ahora había hecho aunque en el fondo de su ser se preguntaba si era lo correcto.
Si era algo que realmente quisiera la cobriza. Algo que ella misma quisiera, porque desde el primer día no había evitado preguntarse.
¿Hope sentía algo real por ella o era solo el vínculo atándole?
-Lo siento, Alaric –. La risueña voz de Keelin sorprendió a todos en la oficina –Pero tuve que hacer correr a Freya a la habitación de Nicky.
-Espero que este todo bien… –. Soltó el director un poco aturdido.
-Si. Si. No es nada. Deja que te muestre…
Al instante el móvil del hombre soltó un pequeño sonido. Las mellizas se apresuraron a su espalda para ver lo que era, una fotografía enviada por la morena. Al principio ninguno supo exactamente que estaban viendo, bueno, la bebe acostada durmiendo tranquilamente era linda pero no sabían porque esa foto les fue enviada hasta que lo entendieron. El que pensaron era un gran cojín blanco ovalado donde la bebe se hallaba recostada, era Hope.
Los Saltzman sonrieron mirando la imagen. Sin poder evitar sentir ternura al ver como la pequeña Nicky se aferraba a la oreja del lobo que le rodeaba protectoramente sin importarle el peso extra.
-Les gusta pasar tiempo juntas de esta manera –. Agrego Keelin casi hablando hacia la nada –Compártela con Josie. Estoy segura de que le gustara… hablaremos más tarde. Tengo que evitar que Freya golpee a Hope porque no quiere volver a su forma humana –. Por un momento, la línea se quedó en silencio pero entonces hubo sonido –Dale mi número a Jo. Hope no sabe que paso con su teléfono así que estará jugando con el mío.
Josie sonrió casi con torpeza y timidez al escuchar la seguridad en la voz de la loba. Para ella, estaba segura que Keelin era consciente de que estaba escuchando. Pero a la vez, como una luz deslumbrante o un golpe en la parte trasera de su cabeza, recordó que ella tenía el teléfono de Hope.
No sabía exactamente que debía hacer con él pero lo más claro que paso en su cabeza fue "Ella tenía una razón para no llamar".
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La ansiedad y el nerviosismo vibraban por su cuerpo que era incapaz de mantenerse quieto. Su pierna tamborileaba con demasiada fuerza contra el fondo de metal del viejo Jeep sucio de su tía que sonreía burlonamente a su lado.
Sus ojos centelleaban por momentos. Los gruñidos y quejidos necesitados de su lobo, silenciaban el mundo a su alrededor aunque estos ya fueran pocos. La ciudad había sido dejada atrás y el bayou se encontraba cada vez más cerca. El aroma a naturaleza húmeda se colaba por su nariz solo ayudando a su inquietud pero correr no era lo único que tenía en mente.
-¿Emocionada? –. Pregunto Keelin deteniendo el Jeep a las afueras de las tierras de la manada.
-Más como perdiendo la cabeza pero si, puedes decir que emocionada –. Respondió Hope con arrogante sorna molesta que causó la risa de su tía.
-Todo irá bien, cálmate.
-Nunca me han querido aquí ¿Por qué debería ir bien? –. Cuestionó ácidamente sin esperar respuesta.
Keelin colocó su mano sobre su rodilla haciendo que el movimiento se detuviera y su auto dejara de saltar. Le miro cálidamente y sonrió –Eso no es cierto. Son tu manada, Hope. Quizás estuvieran y estén algunos aún molestos por tus errores pasados pero todos entienden que solo eras una niña. Has crecido y madurado. Jamás has intentado lastimarlo sino todo lo contrario, saben que son tus hechizos los que protegen el área y que fuiste la primera en venir en su auxilio cuando hubo problemas con esos vampiros tontos. Esperaron que luego de eso volvieras, en especial con tu lobo liberado pero cuando no paso se desanimaron. En el fondo, son tu manada y ellos saben que eres su alfa.
-No lo soy –. Susurro Hope Cómo única respuesta bajando su mirada –No lo merezco.
La morena rio por lo bajo –Eso es lo que pasa con ser líder, cariño. Jamás parece que lo hagas, y justo eso es lo que te hará uno bueno mientras sigas preocupándote por serlo. Y ellos saben que lo piensas.
Hope frunció su ceño confusa ante la calidez y satisfacción de su lobo. Quizás algo de ella misma también pero no estaba segura, su pensamiento predominante todavía era que no debía estar ahí. Que no se merecía pisar esas tierras y reunirse con la gente a la que tanto le quitó.
Keelin suspiro vencida –Anda. Necesitas correr un poco antes. Vuelve cuando estés lista.
Hope elevó su mirada con sus ojos en dorado y aunque su lobo quiso saltar al escucharle, ella se negó a moverse de su sitio. Había vuelto a ser la dominante así que el lobo a regañadientes escucho aunque no evito que se quejara.
-¿Estás segura? –. Pregunto con un hilillo de voz.
Su tía asintió con firmeza y pasó su mano por sus cabellos en una caricia maternal –Por supuesto. No lo hagas esperar más, pequeña lobo.
La cobriza le sonrió ampliamente y no pudo evitar saltar a sus brazos, apretándole con fuerza quizás un poco mal contenido pero su tía no se quejó.
-Te quiero.
Keelin sonrió sintiendo como sus ojos se humedecían. Lo frescos recuerdos de la sangre y el horror, el miedo a perderle a un se encontraban aprisionando su pecho pero esto. Tenerla entre sus brazos y escucharle más ligera de lo que hace años no era, le dio un consuelo. La certeza de que realmente todo pasaba por una razón.
-También te quiero mi pequeña lobo –. Susurro casi sin voz a pesar del nudo en su garganta. Se alejaron sonriéndose y la morena le dio una última caricia en su mejilla –No hagas travesuras.
Hope le dio una orgullosa sonrisa de costado –No prometo nada.
Su tía rio sonoramente mientras la adolescente bajaba del Jeep de un salto. Quitándose la ropa que doblo y dejo sobre el asiento trasero hasta estar completamente desnuda.
Inhaló profundamente cerrando sus ojos para al siguiente instante caer al suelo con sus manos y pies clavándose en la tierra. Los crujidos llegaron y aunque dolorosos cada vez duraban menos mientras ella no luchaba. Alegre de que todavía su instinto básico fuera dejar que todo ocurriera. Casi sintiendo la alegría en su pecho como antes de que todo el caos pasará.
Pronto su lobo se encontró de pie junto al vehículo. Sacudió su pelaje e inhaló el aroma soltando un quejido ante el deleite de estar en casa. Volteó solo para ver a su tía que le sonreía mirándole con su brazo sobre el asiento del copiloto.
-Diviértete –. Dijo Keelin y el lobo respondió con un potente aullido alegre que dirigió a los cielos.
Aullido que causó que en la aldea de la manada todos dejaran lo que hacían para mirar hacia el sitio del que provenía con sonrisas.
Sus patas comenzaron a golpear la tierra rítmicamente en un trote pero pronto la emoción les hizo acelerar. Quería verlo todo. Quería olerlo todo. Quería pisar la tierra de sus ancestros y sentir la vieja magia dejada por sus huellas colándose hasta su alma que vibró.
Hope le dejo en libertad. Disfrutando con su disfrute. Sin preocuparse de nada y tratando de que nada se colora entre los huecos de su mente aunque pronto noto que falló…
"-Mamá ¿Qué se siente ser un lobo?
-Eso algo único. No sé si puedo explicarlo bien –. Dijo Hayley con una sonrisa ligera adornando su rostro. Sus dedos peinaban los cabellos de la pequeña sentada entre sus piernas. Ambas mirando hacia la luna que se reflejaba en el lago –Es extraordinario. Emocionante… te llenas de esta energía y alegría que hincha tu corazón hasta que casi puede explotar pero no duele. Todo lo contrario. Es atrayente y la fuerza que despides es tan envolvente que solo hace que te sientas segura. Que pierdas la cabeza disfrutando de la sensación de libertad que te llena, sabes que eres lo más poderoso sobre la tierra y lo disfrutas hasta que casi se vuelve adictivo. Eres una fuerza de la naturaleza pero está no se doblegaba ante ti ni tu ante ella, fluyes volviéndote parte de ella. Correr es volver a casa… y la manada… La manada es tu familia. Está a tu lado. Es tu apoyo y la roca en tu corazón que hace que luches por protegerla porque en el fondo sabes, que no importa cuánto puedas disfrutar correr libremente. La sensación de calidez que una manada te otorga es imposible de suplir.
-Pero luego dices que son molestos y les gritas –. Dijo una Hope de no más de 10 años que como un pequeña casi se acurruco en el pecho de su madre.
Hayley rio sonoramente –Porque se lo merecen y realmente son muy molestos pero, no los cambiaría por nada. Hope. La manada es nuestra familia, tanto como los hermanos de tu padre y como ellos son frustrantes y muchas cosas más pero son familia. Y los amo tanto y viceversa. Siempre y para siempre, cariño
La pequeña bajo su mirada –Yo… aunque no soy un lobo ¿Soy parte de la manada?
-Por supuesto que lo eres, cariño. No importa si liberas tu maldición o no. Siempre serás la princesa de los lobos crecientes –. Hayley apretó sus agarre a su alrededor –Ellos son tu familia. Sin importar nada te protegerán y tú a ellos. Te quieren y querrán sin importar el paso del tiempo o los errores. Tu manada. Always & Forever. "
Hope cerro sus ojos con fuerza y para cuando volvió a abrirlos se encontró tomando el control de su lobo que se hallaba echado sobre una roca. Mirando directamente hacia la aldea dónde el resplandor de las diferentes fogatas encendidas alrededor iluminando con claridad el sitio por dónde la gente se movía bastante.
Era día de reunión semanal. Una comida familiar que su madre había implementado para que todos se tomarán un tiempo para estar juntos y disfrutar de su paz.
Hope había asistido de niña, casi vivía con ellos al crecer pero jamás se había a volver luego de la muerte de su madre.
-Supongo que es tiempo –. Susurro para sí misma en el interior de su mente.
Su lobo respondió soltando un nuevo aullido potente y ella solo pudo reír ante su alegría que casi le había hecho levantarse de un salto.
Troto hasta el sitio siguiendo la orilla del lago. Cuando el muelle se hizo visible no pudo evitar los dolorosos recuerdos del funeral de su madre. Su alfa que sin duda estaría decepcionada por su lejanía. Ella siempre quiso que viera a los lobos como veía a los Mikaelson y aunque lo hizo en su juventud, verlos después de la muerte de su madre fue algo que no pudo resistir.
Pero no quería huir. Ya no más. Ella era Hope Mikaelson y sus padres sin duda la educaron para ser fuerte y enfrentar el mundo. Incluyendo sus miedos.
No detuvo sus pasos pero los ralentizo conforme se acercó a la gente. Las mesas estaban dispuestas llenas de comidas con sillas rodeándolas. La fogata más grande se hallaba justo en el medio de la aldea y había asientos a su alrededor, se recordaba ahí de pequeña sentada escuchando las historias de los mayores y lo extraño al instante.
Por supuesto sus pasos llamaron la atención. Sus oídos captaron como los movimientos se fueron deteniendo a la vez que ella se detenía a las afueras de la aldea.
Keelin pronto se acercó con una sonrisa, siendo seguida por todos los crecent que le miraron profundamente. La timidez salto en ella, nadie le había visto como lobo más que su familia y ahora los Saltzman pero se negó a retroceder o bajar su cabeza. En su lugar, se irguió tan alta y orgullosa como podía.
Sus ojos recorrieron en silencio a las más de treinta gentes en la multitud. Reconoció a algunos y otros no tanto pero no se preocupó. Sabía que su tía no le hubiera traído si no fueran todos parte de su manada.
-¿Es Hope? –. Pregunto una anciana. Adelantándose entre la gente y dejando que su semblante volviera de entre los recuerdos de la cobriza. Una amiga de la abuela Mary, se dijo a sí misma, siempre iba a su casa por galletas y cuando había pijamadas les cantaba a todos que dormían bajo el cielo estrellado.
Keelin volteó a verla con una sonrisa –Así es, Alice. ¿A qué ha crecido demasiado?
La mujer de cabellos caños le sonrió amorosamente al lobo que un poco confundido y aturdido bajo su mirar levemente. Permitiendo que el aroma se colara en su nariz, concentrándose solo en el para que su lobo también le reconociera aunque aturdida por el afecto.
-Hey K. ¿Podemos… ya sabes, correr con ella?
Hope casi salto ante la pregunta de un hombre que le sonrió casi como un niño ansioso. Al pasar por los demás noto que no era el único que le miraba de esa manera.
Su tía se acercó y clavó su rodilla a su lado para acariciar su pelaje tratando de tranquilizar su nerviosismo –¿Qué dices? Hope.
Su lado humano no sabía realmente cómo reaccionar pero su lado lobo no le dejo dudar. Enseguida salto, dando una vuelta en su sitio con rapidez mostrando su emoción. Las sonrisas rompieron los rostros de la manada y varios, o la gran mayoría en especial los jóvenes se apresuraron hacia los árboles.
Los crujidos simultáneos rompieron por completo la calma que rodeaba el bayou. Keelin apenas si logro retroceder antes de que lobos surgieran corriendo a gran velocidad y se lanzarán a taclear a la loba que gruño por lo bajo dándose vuelta en su espalda. Levantándose lista para morder cuando noto que era un juego donde todos saltaban y se empujaban con emoción. Se olfatearon y algunos hasta se restregaron contra ella de manera cariñosa.
Un pequeño juego de etiquetas pronto se inició y sin más. Tronando sus patas entre los árboles como una estampida, despegaron a corretear por todos lados. Como si siempre lo hubieran hecho.
Como una familia.
Y por al menos esa noche, el tirón en su corazón dejo de tirar con tanta fuerza. Al menos por esa noche, el recuerdo de Josie dejo de atraerle con tanta intensidad.
oooXoooXooo
-Hola love –. Josie sintió como su corazón se aceleró en un segundo a la vez que sus ojos se cerraron –¿Tanto extrañas mi voz?
-Eres arrogante.
-Lo sé, es parte del encanto familiar.
Volteo a ver a la cobriza que le sonrió de costado con petulancia, elevando una de sus cejas con molesta seguridad. Sus brazos cruzados sobre su abdomen con suavidad, con una de sus caderas elevada dejando que su hombro se recargara en tronco del árbol cercano. La luz de la luna que se reflejaba en el tranquilo lago de la escuela causaba un mágico reflejo que llegaba a iluminar el costado de la cobriza. Le daba sombras a su rostro e iluminaba sus ojos de un perfecto cobalto maravilloso que enseguida se fijó directamente hacia sus ojos. Arrebatándole un poco el aliento pero no lo suficiente.
-No estoy muy segura de que sea un encanto.
-Entonces deberías dejar de sonrojarte cuando lo uso –. La seguridad en la voz de la cobriza fue más que molesta pero Josie no pudo evitar sonrojarse –Pero sé que estás molesta y que por ello estoy aquí, así que… ¿Qué pasa? ¿Qué hice mal?
-Nada. No hiciste nada…
-¿Y eso es malo? –. Pregunto Hope a la vez que se acercaba a la morocha y se sentaba a su lado en el muelle –O… ¿Justo eso es lo que te molesta?
-No. Yo… solo quiero saber… –. Susurro Josie bajando su mirada pero luego la eleve. Con sus labios apretados y sus ojos se fijaron en los suaves de la loba –Necesito saber que no me estoy aferrando a una ilusión. Que no es solo el vínculo. Que hay algo más que mi estúpida esperanza que ni siquiera sé porque sigo teniendo. Sé que no me ves de esa manera. Sé que nunca me has visto así y yo no quiero… no quiero ser algo obligado por el universo… yo… yo quiero que me veas…
Hope le sonrió con tristeza –Sabes que yo no sé eso. No puedo decirlo… –. Josie no dejo de mirarle y apretó sus puños al sentir como las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y la cobriza se acercó hasta casi recargar su frente contra la de ella cuando su cabeza no pudo más y se inclinó –Pero sabes que siempre te he visto. Eso puedo decírtelo. Cada año. Cada día. Cada momento. Yo te he visto y he dejado que lo sepas. No lo grito a los cielos pero si te fijas… siempre te he visto, love. Entonces… quizás no es una ilusión o tu esperanza no es vacía pero entonces la pregunta real es ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Solo es tu capricho infantil o realmente aun sientes algo verdadero?
Sus miradas se elevaron. Josie casi pudo ver el miedo en su semblante en el reflejo de los ojos de la loba que solo le sonrió con una terrible suavidad. Permitiendo que el silencio les rodeara mientras la cabeza de la morocha se sumergía en cada recuerdo, cada instante donde la loba había mostrado que ella le importaba.
Toda su vida le había mostrado que le importaba.
-Espero que lo que sea, no haga que vuelvas a incendiar mi habitación. Lizzie sabría que fuiste tú enseguida y ya imagino como se quejaría aunque fuera mi habitación –. Soltó la cobriza burlonamente haciendo que un resoplido escapara de la bruja que se puso de pie siendo imitada por la cobriza que volvió a mirarle con suavidad –Quizás deberías responder eso antes de que vuelva.
-¿Realmente crees que volverás?
Hope sonrió de costado –Te di mi palabra, Josette. Un Mikaelson jamás falla a su palabra, y yo jamás te he fallado.
Josie sonrió sintiendo como sus mejillas se incendiaban un poco a la vez que tomaba del muelle el cristal que despediría luz pero cuando lo toco, este se apagó mientras Hope se difuminaba en el aire sin dejar de sonreírle.
