"La oscuridad le trago y casi a la vez que la luz se iba pagando a su espalda, el miedo comenzó a filtrarse en ella. Instintivamente se aferró a la mano que le conducía por el sitio.

Aún en la oscuridad fue capaz de ver la sonrisa suave de su padre que le dio un apretón a su mano para alentarle. La seguridad en su pecho fue instantánea. De pronto el miedo desapareció y la certeza de que nada podía lastimarla vibró en su ser.

Cómo su familia siempre decía. No había nada que pudiera derrotar a un Mikaelson.

Ella lo creía.

Siguieron el pasillo de piedra por dónde sus pasos retumbaban en ecos rítmicos y firmes. Lejanas luces. Antorchas iluminando a los costados de gruesas puertas de metal fueron visibles.

-Cada puerta pertenece a alguno de tus tíos –. Dijo su padre en casi un susurró que sonó más intenso gracias al vacío –Pero la mía es la más grande.

Presumió con arrogante sorna en su voz que hizo reír a su hija para su placer.

Al llegar a la última y más apartada puerta de metal, Klaus mostró sus colmillos y los enterró profundamente en el espacio entre el pulgar e índice de su mano libre. Hope frunció su ceño con dolorosa preocupación pero su padre volteó a verla con tranquilidad. Asegurándole en silencio que todo estaba bien mientras la sangre cubría su palma.

La herida desapareció antes de que la palma extendida se posara sobre la puerta que se iluminó con luz propia llamando su atención. Sus párpados parpadearon con firmeza y luego sus ojos se entrecerraron tratando de protegerse de la luz de la habitación que se presentó.

Tan grande como una casa a su parecer. Llena de repisas y cómodas de cajones cerrados. Solo un par de sofás de cuero negro adornando el centro del sitio con una mesilla entre ellos.

-Ven a ver nuestros tesoros, amor –. Le ánimo su padre.

Juntos entraron al sitio y Klaus le insto a curiosear libremente, tomando asiento en uno de los sofás mientras le miraba deleitado mientras ella iba y con cierta timidez abría cajones al azar.

-¿Qué es esto? –. Pregunto Hope luego de un rato. Atreviéndose a sacar una especie de daga de tres picos unidos en una empuñadura pequeña.

-Ese es un sai. Usada por ninjas en el antiguo Japón.

-Oh… –. Soltó la cobriza comenzando a balancear el arma como si fuera una espada. Klaus sonrió ampliamente –Es genial y ligera ¿Puedo tener una?

Klaus se levantó de su asiento para acercarse y al hacerlo, clavó su rodilla en el suelo a la vez que detenía los movimientos de su hija, situando se tras ella. Tomo su mano y guío sus dedos para que la navaja central quedara entre sus dedos medio e índice mientras el resto de su mano lo apretaba en un puño sobre la empuñadura. Se colocó tras ella y guío sus movimientos casi como si estuviera boxeando pero a la vez utilizando su longitud como si fuera una espada corta.

-Así se usa. Esto se usaba para el sigilo así que era raro que tuvieran que usarla más que para apuñalar o desviar algo en un rápido movimiento antes de enterrar la punta pero si tú contrincante tiene algo de más alcance, úsalo como antes –. Hope asintió con seriedad a sus palabras y comenzó a moverse como si peleará en movimientos rápidos y fluidos sin que el peso interfiriera. La mirada orgullosa de su padre le siguió en su paseo –Y me gustaría decir que pondré un par en las paredes de tu habitación pero tu madre me atizara con ellas.

Ella sonrió ampliamente –No creí que le tuvieras miedo a mamá.

-Cariño. Todos le tienen miedo a tu madre, es por ello que es tu madre. Una reina sobreprotectora para mí pequeña princesa –. Dijo el abrazándola y levantándole en brazos cómodamente. Depositando un beso en su mejilla para luego elevar su ceja con arrogancia –Y no le temo. Solo me gusta que piense que lo hago para darle una falsa superioridad.

Su risa infantil lleno el ambiente y su padre se deleitó con ello. Sus ojos resplandecientes siempre que estuvieran en su niña.

-Tío Elijah tampoco le teme –. Soltó con un molesto tono burlón que hizo bufar a su padre.

Klaus le quitó amablemente el arma y luego se encogió de hombros –El siempre ha tenido algo por el peligro.

Hope volvió a reír por lo bajo mientras su padre devolvía el arma a su sitio. Luego le llevo al otro lado de la habitación y abrió uno de los cajones superiores, disfrutando al ver cómo los ojos de su hija se abrían de sobremanera ante el resplandor de las joyas que se exhibían.

-Me gustan las cosas brillantes.

-A mí también –. Afirmo Hope con una sonrisa. Estirándose para tomar un zafiro del tamaño de su puño.

Klaus rio por lo bajo –Por supuesto que sí. Eres mi lobo más pequeño.

El orgullo se filtró por sus palabras llenando el pecho de la niña que sonrió de manera idéntica a como le miraban.

-Tengo joyas de todos los periodos de la historia y coronas de cada una de las casas reales. Existentes o extintas –. Presumió él mientras avanzaba abriendo descuidadamente los cajones superiores de toda la pared.

-Wow… –. Soltó la pequeña. Maravillada ante los reflejos de colores que iluminaban su rostro pero luego le miro confusa –¿No libros?

Klaus suspiro con fingido desanimo –Pasas demasiado tiempo con tus tíos –. Ella sonrió con cierta vergüenza a lo que su padre rio por lo bajo y le estrujo entre sus brazos haciéndole reír –Los tengo pero los libros necesitan cuidados especiales para mantenerse con el paso del tiempo así que los que no son mis favoritos están resguardados en la biblioteca central del congreso, en Washington. Voy a visitarlos cada cierto tiempo e intercambio algunos cuando quiero material nuevo que leer y por supuesto, cuando debo presentarme ante nuevos administradores y convencerlos de que mi colección permanezca privada.

-¿Dónde están tus favoritos?

-Arriba en el estudio.

Hope se encogió un poco en su sitio y le miro con dulzura sintiendo casi al instante cómo su padre se desinflaba ante su ternura –¿Puedo tomar alguno?

Klaus le sonrió tontamente y acaricio su mejilla con adoración –Por supuesto, amor. Siempre. Todo esto y lo que en la casa hay. Todo lo que desees en el mundo, te pertenece. Mi lobo más pequeño.

-¿Todo lo que hay aquí? –. Pregunto asombrada.

-Todo –. Respondió su padre con firme seguridad –¿Sabes por qué te traje aquí? –. Ella negó en silencio. Klaus camino hacia la pared principal que estaba cubierta por una tela de la que tiró descubriendo cajones de sus joyas más hermosas, armas especiales e instrumentos mágicos más poderosos e importantes en las repisas. Dejando como pieza central un lienzo. El primero que habían pintado juntos de un anochecer a las afueras del pantano. Hope sonrió al verlo –Este será tu sitio hasta que reúnas tanto que deba construirte tu propia bóveda. Quiero que vayas por la vida y reúnas todo lo maravilloso que encuentres en ella pero no lo hagas como yo… no llenes este sitio de baratijas de gran valor. Llénalo de todo lo que te haga feliz. Un recuerdo. Un diario. Tu canción favorita que siempre te haga sonreír. Todo lo que haga sentir que tú corazón podría explotar de felicidad. Esas. Esas son las cosas realmente importantes. ¿Lo entiendes?

Hope asintió mirándolo a los ojos –Todo lo que me haga feliz, como realmente feliz… como mamá y tú. Y tío Elijah, y Kol, y Rebekah con tía Freya y Keelin.

Klaus le miro con suavidad –Exacto, cariño. Todo eso aunque no tienes que encerrarnos aquí. Siempre estaremos a tu lado.

La pequeña se aferró a su cuello con firmeza y su padre le retorno el agarre. Inhalando a la vez para tomar el aroma de las personas que llenaban sus corazones hasta casi hacerlos explotar.

-Ven, princesa. Vayamos a ver la colección de tiaras de tu tía Rebekah… esperemos que encuentres algo que te guste –. Dijo Klaus a la vez que le bajaba y volvía a tomar su mano.

La niña de 9 años le miro confusa aunque siguió sus pasos –Creí que solo ellos podían abrir sus bóvedas.

Klaus le sonrió con arrogancia –Eso creen pero siempre encuentro la forma de entrar y dar un vistazo. Quizás llevarme algo lindo en el camino.

-¿Eso no es robar?

-Nop. Entre familia no es robar, solo es… –.Klaus elevo su mirada para luego volver a ver a su hija y encogerse de hombros a la vez que sonreía pícaramente –Digamos que tomar prestado.

-Ah... –. Hope asintió convencida de sus palabras."

La sonrisa suave en el rostro de Hope se mantuvo todo el tiempo que se permitió perderse entre sus recuerdos. Sentada en el mismo sofá que alguna vez su padre había ocupado y con el arma dando vuelta entre sus dedos a gran velocidad. La lejana voz de su madre cruzo por su mente mientras sentía los pequeños cortes que se cerraban en segundos antes de que la sangre fluyera.

"¡Klaus! Ya te dije que no le des armas a mi hija"

"Corrección. Nuestra hija y segundo, no es un arma. No tiene filo así que solo es un juguete"

La fingida sonrisa inocente del recuerdo le hizo sonreír aun después de tanto tiempo, en especial cuando recordó a su madre quitándole el arma y usándola para atizar a su padre sin dejar de gritar.

"¡No es un arma ¿No?!".

"¡Auch! ¡No. Espera! ¡Duele!

"Pero si solo es un juguete. No un arma. No puede hacer daño ¿No? –. Se quejó Hayley sin dejar de perseguirlo por toda la casa".

Detuvo su movimiento y con risueña curiosidad miro el arma. Preguntándose si era la misma.

Un suspiro escapo de su pecho mientras la sonrisa suave volvía a sus labios y sus ojos se centraban en aquella pintura. La primera que hizo sobre un lienzo. La primera donde uso pintura natural hecha a base de flores que llenaron su habitación con un delicioso aroma por días. La primera que firmo y junto a su nombre, el de su padre. El dibujo que hicieron el día que se reunieron por primera vez, por desgracia había sido perdido en un incendio en su habitación en el que hace años no pensaba. Sin duda, si esta pintura se hubiera perdido ahí estaría devastada pero había tenido la fortuna de haberla dejado en su bóveda.

En su pared, como figura central. A su alrededor fotografías de su familia. De sus padres. Hace mucho que todos los cajones superiores habían sido vaciados de joyas y armas. Curiosidades atemporales. Baratijas costosas sin importancia habían dejado su lugar para álbumes de fotografías. Varios donde su corazón se había sentido tan lleno que dolía de una manera tan magnifica que el solo ver las imágenes regresaba el sentimiento.

La alegría que en ellos desbordaba.

Lo que su padre le había pedido y que solo entendió, quizás ahora o tal vez ayer pero aún le parecía tan poco que estaba segura que varias cosas se le habían pasado pero ahora era más consiente. Ya no dejaría que se le pasaran.

Y con eso en mente, el rostro de Josie apareció en su cabeza.

Su corazón se hincho con solo recordar los momentos de sus últimos días juntas. Quizás no todos buenos pero cada uno importante incluyendo cuando su corazón volvía a partirse en miles de pedazos pero en esta ocasión se permitió que alguien estuviera a su lado sosteniéndola. Se permitió llorar tan fuerte como pudo, y que alguien compartiera su llanto de alguna manera le libero. Le hizo entender que no estaba sola y no tenía que soportarlo todo por su cuenta.

Su corazón se hincho tan dolorosamente como hace demasiado no le sentía pero a la vez se agito no solo con alegría sino también con emoción, ansiedad, nerviosismo, torpeza. Y tantas cosas más, que le hicieron volver a sentirse como una simple adolescente. Como alguien normal que se enamoraba y solo esperaba ser correspondida, sin pensar en todo lo que podría ir mal en su lugar.

Su corazón volvió a realmente latir y fue solo por Josie Saltzman.

-Cariño ¿Estás aquí? –. La voz de Freya resonó con el eco y pronto apareció en el marco de la puerta abierta –Te encontré.

Sonrió de costado sin voltear a verle por completo –Sí tuviste que usar un hechizo localizador cuenta como un punto para mí.

Su tía resoplo por lo bajo con molestia –Ni siquiera sirvió. Solo dijo que estabas en casa.

-Aun así me da un punto –. Soltó burlonamente.

-Si, si. Lo que sea –. Se quejó la rubia a la vez que se dejaba caer en el sofá a su lado y se inclinaba para servirse una copa de bourbon, notando como su sobrina ya tenía una vaciada que le relleno aunque no al mismo nivel que la propia –¿Qué haces aquí?

Hope se encogió de hombros un poco y agradeció la copa con un simple movimiento al tomarla entre sus dedos –Recordar... estaba pensando en papá... Extrañándolo un rato.

Freya sonrió con tristeza y nostalgia, mirando hacia el cuadro que recordaba entre las manos de su hermano que no dejaba de mostrarlo con un semblante desbordante de orgullo a la vez que repetía sin parar que su niña era un prodigio –También lo extraño. Cada día... pero estoy segura de que estaría feliz y tan orgulloso de quien eres que no podríamos callarlo aunque lo hechizáramos.

Una pequeña risilla escapo –Estoy segura de que podría solo jugar con plastilina y el diría que soy excepcional.

La risa de su tía enseguida se unió –Lo sé. Tan molesto... puedo escucharlo diciendo que Nikkie no es tan genial como tú.

-Y luego pienso en como mamá lo golpearía mientras tío Elijah le mira mal pero él solo se encogería de hombros...

Por un momento.

La melancolía fue demasiada. Sus risas se silenciaron y sus gargantas se apretaron dolorosamente mientras lagrimas se acumulaban con velocidad bajo sus parpados. Cada una aferro su copa y la llevo a sus labios, en secreto brindando por los que ya no estaban. Un trago que les fue difícil de pasar pero aun así lo hicieron. Exactamente como habían seguido con sus vidas después de sus partidas.

-Es temprano ¿Dormiste algo? –. La preocupación volvió a la voz de Freya que de reojo vio cómo su sobrina se encogió de hombros.

-Lo suficiente.

-¿Sigues teniendo pesadillas?

La cobriza volvió a llevar la copa a sus labios y tomo un sorbo que se tomó el tiempo de saborear –No son pesadillas, son recuerdos. Buenos y malos... mi mente no distingue solo, los lanza. Supongo que los detenía antes junto a mi lobo porque estoy casi segura de que esto también pasaba cuando no podía volver a mi forma humana.

-Josie decía que tenías pesadillas. Que no querías dormir luego de ellas –. Dijo Freya con su ceño fruncido pero su atención fue llamada por la mano de la loba que le sujeto con suave firmeza.

Con calma le sonrió tratando de disminuir su preocupación latente –Esta bien, tía. Ella me consoló... me dio seguridad cuando yo tenía tanto temor de las penumbras del mundo y de mi cabeza, especialmente las de mi cabeza... Siempre ha sido buena para evitar que me centre en ellas...

-¿Incluso ahora?

Su mirada cayo, concentrándose en el líquido restante en su copa. Sabía que su tía no preguntaba por sus pesadillas pasadas. Sus errores pasados, si no por el que acaba de cometer. Las vidas que había arrebatado. Las que aún le atormentaban en sueños y despierta, y que sin duda no dejarían de rondarle uniéndose a los otros que en sus peores días no le dejaban pero aun así había una esperanza en su cabeza.

De que lo haría mejor, sin duda no podía borrarlo pero se esforzaría en hacerlo mejor.

Volteo a ver a su tía y le dio una sonrisa apretada mostrándole que todo estaba ahí. La culpa y el desprecio pero al mismo tiempo la esperanza iluminaba sus ojos. Sabía que poner la carga sobre los hombros de Josie era demasiado y casi cruel, eso no es lo que haría. Jamás se lo permitiría, en su lugar había aceptado lo que el universo y su corazón le habían dicho y aun cuando no tuviera posibilidades de que ocurriera. Viviría su vida para ser digna de estar presente en la de Josie.

Era una promesa que se había hecho en las madrugadas en vela y una que repetiría frente a la morocha cuando el momento llegará.

-Siempre y para siempre.

xxxOxxxOxxx

El tiempo era confuso. O quizás, solo la mente. Josie no estaba segura.

Por días seguía sufriendo del mismo problema. Clases demasiado rápidas, perdidas de tardes o comidas mientras que el peso de cada día que pasaba seguía siendo intenso y notorio. Difícil de afrontar cada mañana, en especial cuando estaba en el desayuno donde sus ojos no podían apartarse de las puertas esperando a que ella cruzara por ellas.

Sus amigos no dejaban de vigilarle con preocupación. Y Lizzie más de una vez ya le había gritado o, hasta golpeado para arrancarla de sus pensamientos.

Esos que son demasiado densos para que ella misma los entienda. Tan confusos y por momentos torpes. Infantiles e ilusorios pero a la vez tan claros. Tan imponentes y sinceros. En un resumen perfecto, tan molestos. O quizás solo sea que el tema es Hope, y Hope es básicamente complicada.

Todo de su existencia desde su concepción hasta su nacimiento. Su niñez y su adolescencia, y dios, ni siquiera quería ni imaginar cómo sería su adultez aunque casi tiene una clara idea de quien sería Hope en esa historia. Como sería.

Y ella sabe todo pero a la vez nada. Lo vio pero no estuvo ahí. Lo entendió pero no lo sintió, pero sabe que todo tiene que ver con lo que piensa, pero más importante aún, siente por la cobriza.

Y es tan malditamente confuso y molesto, que está a dos segundos de golpearse la cabeza contra una pared en un flagrante intento desesperado de entenderse a sí misma.

¿Cómo demonios es tan difícil comprenderse a sí misma?

El timbre de fin de clase sonó y el codo de Lizzie se clavó con poco cuidado entre sus costillas haciéndole saltar en su sitio con un pequeño dolor. Sin duda, la más sutil muestra de la frustración de su hermana que detestaba no ser incluida. Soltó un suspiro y se giró para tomar su bolso, huyendo de la mirada entre molesta y triste de la rubia. Sobándose en secreto el costado mientras volvía a revolver su cabeza para tratar de hallar la forma de incluir a su hermana y que no se sintiera ignorada.

Necesitaba a Lizzie, y realmente quería hablarle de todo lo que en su cabeza pasaba pero también le asustaba terriblemente como esta reaccionaria a ellos. Quizás ahora soportaba a Hope, y tenían una extraña amistad donde se odiaban tanto, posiblemente más, de lo que se querían pero ya había algo ahí. No quería arruinarlo, pero también sabía que aun con ello Hope no era la persona preferida de su hermana y quizás jamás lo seria.

El solo pensar en incluir el factor Lizzie en su cabeza, volvía todo todavía peor.

Tal vez por ello en el fondo le ha apartado. Tal vez es lo que necesita.

Por primera vez, pensar en ella y solo en ella.

oooXoooXooo

El momento más difícil del día, era cuando la noche llegaba y era tiempo de ir a la cama.

Entonces el tiempo realmente le golpeaba.

Cuando el silencio le rodeaba por completo pero aun así, de alguna forma su cabeza lograba fabricar pequeños momentos con tal claridad que su voz estaba ahí. Lo suficientemente claro y fuerte para causarle un estremecimiento tan profundo que se encogía en su cama. Y cuando sus ojos se cerraban con firmeza podía verla tras sus parpados, con su encantadora y arrogante sonrisa y su picara mirada iluminada que siempre le había recordado a un hermoso día soleado. Instintivamente perdía el aliento y al retomarlo, el aroma a bosque en un día de lluvia con la calidez oculta de un aceite de lavanda muy tenue junto a un toque a pintura que parecía formar parte del aroma natural y se ocultaba un poco bajo los demás olores dependiendo la hora del día. Pero ella siempre podía reconocerlo.

Y en un instante, su pulso saltó hasta volverse un aleteo solo por la simple sensación fantasma de Hope.

Cómo cada noche se exigió levantar sus párpados. Mirando a su alrededor para cerciorarse de que ella no estuviera ahí aun cuando su aroma se aferraba a su nariz, e intento no buscar y aferrarse de nuevo a la chaqueta oculta en su closet, o la sudadera que había encontrado su hogar bajo su almohada enseguida de su partida para que su hermana no la quemara. Controlar su respiración para calmar su corazón fue lo siguiente.

Tan doloroso y difícil como alejar su imagen nítida que se aferraba a su mente para que todo desapareciera y la sensación de desesperada necesidad volviera a lo profundo de su ser. Había querido llamar a esta sensación solo cómo su intensa preocupación pero sabía que se mentía. Aun así, era una buena mentira que en ocasiones creía cuando no lo pensaba demasiado.

La puerta del baño se abrió y Lizzie salió soltando un profundo suspiro luego de un largo día.

El vapor lleno de jabón y el aroma a cítricos fue suficiente para terminar de alejar el perfume ausente, y Josie agradeció infinitamente en secreto. Sorprendiéndose al encontrar su teléfono en su mano, firmemente apretado entre sus dedos como tantas veces había ocurrido en los días anteriores desde que el número de Keelin había llegado a su agenda.

Dejo el aparato sobre su mesa de noche en un rápido y brusco movimiento, casi lanzándolo lejos para evitar rendirse a sus deseos. Extrañaba demasiado su voz. Sus arrogantes bromas o su inteligencia que tenía tendencia a mostrar de una manera sutil y amable. Su divertida suspicacia. Su reconfortante esencia…

Extrañaba todo y más. Había tratado de centrarse solo en una cosa pero siempre terminaba enumerando demasiadas para alguien que se suponía tenía poco de haberse vuelto su amiga y que realmente no conocía a pesar de la década compartida. Y aun así le extrañaba demasiado.

Esa pequeña punzada en su pecho no hizo nada por ayudar al desastre de su cabeza.

Agotada. Se escabullo entre sus mantas aunque no sin antes darle una suave sonrisa cansada a su hermana que la retorno mientras sacudía sus cabellos entre una toalla mientras le miro con semblante calmado.

Lizzie lucia relajada. Tan calmada a diferencia de cómo le había notado en los días anteriores. El sentir triste y doloroso que impregnaba su vínculo le hizo sentir culpable porque por primera vez no tenía ni idea de lo que iba mal. No sabía cómo ayudarle o consolarle, o si quizás fuera su causa, y se sintió terrible.

En secreto se prometió poner más atención. Salir de su cabeza y cuidar a su hermana, como debía.

Hope y sus sentimientos podrían ser atendidos luego. Lo principal era que Lizzie estuviera bien.

Lizzie siempre vendría primero, incluso de ella misma aunque quizás si lo pensaba solo era una excusa que instintivamente se otorgaba. Un escape. Pero lo ignoro por completo mientras se acomodaba y dejaba que el cansancio le rodeara…

"La tenue caricia cálida en su piel le hizo saltar en su sitio. Mirando a su alrededor para dejar que un suspiro escapara de sus labios mientras sus ojos caobas se iluminaban maravillosamente ante la puesta de sol que disfrutaba a orillas del bosque y el muelle.

Ese pequeño limbo donde las raíces de los arboles dominaban los suelos, perdiéndose en la tierra que se fue adelgazando conforme el lago se acercaba. Donde el aroma del ambiente era una fusión húmeda y terrosa, y la brisa fresca corría con libertad inspirando la misma a sus pensamientos que casi fueron arrastrados por ella.

Sentada sobre la protuberante raíz de un abeto, la vista era clara y distante de la escuela se hallaba casi tras el lago como una perfecta postal y lo más cercano seria el muelle donde su padre entrenaba casi cada día pero aun así era distante.

Le gustaba ese sitio. Desde pequeña era su lugar para relajarse, tomar un respiro del mundo y quizás leer o tocar su ukelele. Lo que fuera que su alma necesitara.

Cerró sus ojos y se permitió respirar profundamente. Disfrutando del sitio sin siquiera recordar el porque estaba ahí en primer lugar aunque realmente no le sorprendía.

Se dejó rodear por la calma y solo permaneció ahí. Viendo como el sol caía y se hundía lentamente en las apacibles aguas del lago.

Ignorando como la oscuridad se iba volviendo más densa a su alrededor hasta que solo la luz de la pequeña franja del sol le daba algo que le iluminara hasta que se apagó. Pequeños susurros comenzaron a rodearle. No claros pero estridentes en lo bajo de su cabeza. Comenzó a mirar a su alrededor con la ansiedad creciendo en su pecho, las voces juveniles eran claras para ella.

Sus oídos no tenían la certeza de las palabras pero su cabeza sí.

"Miren a la sombra de Lizzie"

"Es solo la gemela de Lizzie"

"La otra hija de los directores"

"La ex de Penelope"

"¿Por qué salió con ella?"

"Oh. Ella es la limpia desastres"

Cada palabra. Cada frase. Eran las mismas que le seguían cada día por los pasillos de la escuela. Lo que había escuchado toda su vida pero aun así, cada palabra le golpeaba en el pecho agregando una lagrima más bajo sus parpados.

Los susurros comenzaron a formar una niebla invisible que le fue robando el aliento hasta que cada respiración fue todo un esfuerzo. Pero de pronto, entre ellos logro reconocer un lloriqueo. Un pequeño grito lleno de miedo.

Ni siquiera tuvo que pensarlo. Ni siquiera lo hizo. Se puso de pie y sin saber a dónde iba siguió el grito de auxilio de Pedro.

Su lloriqueo inyecto adrenalina en su pecho que a pesar del dolor y la ansiedad bombeo coraje y miedo. Y todo ello le impulso al interior de la oscuridad donde apenas lograba ver los árboles, evitándolos solo en el último segundo para seguir corriendo tan rápido como sus piernas lo permitían.

Sus pulmones se fueron apretando conforme el llanto se iba intensificando. Hasta que llego a un claro pequeño que reconoció al instante y a la vez que dio un paso en él, todo cambio. La oscuridad se desvaneció para darle lugar a un rojo intenso que le hizo estremecer pero antes de siquiera terminara de saborear el temor en sus labios, manos invisibles comenzaron a tirar de ella con violencia.

De sus ropas que se rajaron un poco. De sus brazos y piernas que dolieron ante los toques y que casi rasgaron su piel cuando tiraron de ella, con tal brutalidad que luego de varios termino en el suelo tratando de aferrarse al césped y la tierra. Luchando con sus uñas hasta que estaba segura que sangraba pero no le importo. Siguió luchando para no ser jalada hacia una esquina oscura mientras las voces que tanto se esforzaba por olvidar volvían a resonar con nitidez.

"Muévete y cállate"

"Vas a pagar por lo que has hecho"

"Voy a poner mis manos sobre ti"

Resonaban en su cabeza mientras las lágrimas caían y su garganta se desgarraba con gritos silenciosos que nadie parecía escuchar.

Nadie le escuchaba. Nadie parecía darse cuenta de lo que pasaba. Nadie sabía que no estaba. A nadie le importaba.

La oscuridad se acercaba más y más, a pesar de su lucha. Sus pies estaban a centímetros de ser llevada. Ya no podía gritar. Ya no podía respirar y las fuerzas se iban diluyendo hasta que sus manos resbalaron, y el tirón fue tan rápido que sintió como si fuera arrastrada por un auto.

Entonces, lo escucho.

Un sonoro desbocar intenso junto a un gruñido y ladrido lleno de vicioso enojo.

Una mancha blanquizca salto sobre ella. Arremetiendo contra la oscuridad con todas sus fuerzas haciendo que retrocediera.

Aun en el suelo, Josie giro a ver al lobo que reconoció al instante.

Hope.

Sus miradas se cruzaron por un segundo cuando Hope se giró con rapidez y le empujo a ponerse de pie. Le apoyo a hacerlo por momentos mientras no dejaba de girar a todos lados, gruñendo y ladrando, lanzando mordidas y sus garras con fuerza para mantener a la oscuridad alejada.

Deteniéndose para volverse un lindo cachorro que le miraba con dulzura y adoración. Dejando su lengua afuera mientras se restregaba contra su mano asegurándole que todo estaría bien, para luego darle un empujón hacia el bosque.

De nuevo hacia el muelle y la seguridad, pero Josie se negó. No se movió.

Hope le miro y gruño por lo bajo. Dio una furiosa vuelta y arremetió contra las sombras para alejarlas de nuevo. Entonces volvió hacia Josie que negó en cuanto sus miradas cruzaron y trato de avanzar pero enseguida, la loba gruño por lo bajo e ignorando su entorno se acercó con velocidad. Presiono toda la parte superior de su cabeza contra su torso y le dio un gran empujón.

La saco del claro.

La calidez de su toque rodeo a Josie aun mientras golpeaba el suelo y rodaba por la tierra. Como un escudo que le lleno de calidez por completo y le conforto como solo Hope podía hacerlo.

Pero entonces, al girar su corazón se detuvo.

La oscuridad se tragó por completo a la loba y a la vez escucho los estridentes disparos y dolorosos quejidos. Antes de que pudiera levantarse o que un latido pasara, la oscuridad desapareció dejando el claro vacío con solo la luz de la luna iluminando el sitio.

Iluminando el cuerpo caído y ensangrentado de Hope.

Josie corrió hacia ella sintiendo como todo iba demasiado lento pero a la vez demasiado rápido. El latir acelerado de su pecho resonaba en sus oídos y el dolor en sus pulmones presionados por el terror aun le permitió desgarrar su garganta al sostener entre sus brazos a la loba.

Al sentir su sangre cálida en sus manos y la frialdad de su cuerpo. Grito y grito. Rogando que sus ojos se abrieran pero no lo hicieron.

Y grito y grito, sin que nadie le escuchara…"

Josie salto de su cama con un sonoro jadeo acompañando su movimiento. El sudor frío resbalaba por su frente y espalda mientras el pánico aún aprisionaba su pecho. Sus ojos llenos de terror y ansiedad recorrieron su entorno con inquietud, acoplándose a la oscuridad de su habitación donde solo su hermana se movía entre sus mantas y su respiración era el único sonido.

Estaba en un lugar seguro, pero no se sentía de aquella manera.

Su mano. Dónde antes había estado el vínculo visible con la loba, se aferró a su camiseta que apretó en un puño firme sin importarle arañarse. Su respiración pesada y sonora. Difícil y dolorosa resonaba en sus oídos junto al acelerado ritmo de su corazón que le estaba enloqueciendo.

Por más que luchaba por tranquilizarse, no podía.

En pánico, encendió la lámpara de su mesa de noche y se abrazó a si misma con todas sus fuerzas pero no era suficiente.

Su rostro acartonado no podía borrar el terror y el frío al haber escapado de sus mantas solo le produjeron que su temblor aumentara. Y que la falta de su calidez se volviera más notoria.

Por más que intentaba. La imagen de Hope sin vida seguía fija en su cabeza.

El miedo vibró en ella y sin pensar, tomo su teléfono y presionó el número que había evitado llamar por varios días. Por no querer molestar o ser demasiado pegajosa, pero ya no pudo más.

Necesitaba saber que ella estaba bien. Que estaba a salvó y quizás entonces podría volver a respirar al saber que todo era falso.

El sonido de marcado duró demasiado. Cada espacio silencio lanzo su mente a un nuevo caos que le hizo apretar más su puño y que muchas lágrimas cayeran libres pero aun así siguió luchando por respirar.

-¿Hola?

La voz de Hope le arrancó un nuevo jadeo lleno de alivio y pronto comenzó a sollozar.

-¡Josie ¿Eres tú?! –. Pregunto ansiosamente –¿Qué está pasando? Háblame.

El ruego de la loba le hizo sonreír aun entre lágrimas pero solo por un instante. Al siguiente se forzó a hablar –Soy yo…

Su susurró apenas y fue audible a pesar del temblor de su voz.

-¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Estás a salvó? –. Lo último salió con un pequeño gruñido que hizo estremecer a la morena.

-Lo estoy… solo… –. Un sonoro sollozo silencio sus palabras.

-Está bien, Jo. Estoy aquí –. Dijo Hope con firmeza. De alguna forma adivinando lo que estaba pasando –Escúchame, amor. Estás bien. Estás a salvó. Los monstruos se han ido, los vencimos juntas ¿Recuerdas?... Respira, hermosa. Lentamente. Imítame.

La entrada y salida de aire en la cobriza se volvió audible y la morena se encontró luchando por imitarle pero lo fue haciendo poco a poco. Hope fue consciente de ello gracias al oído de su lobo. Y esto duro por minutos hasta que los sollozos y la respiración de la bruja volvieron a ser algo controlables.

-Eso es, hermosa. Lo haces muy bien. Sigue así. Estoy aquí y no te dejare así que tomate todo el tiempo que necesites.

Josie siguió y sus lágrimas ralentizaron su ritmo. De alguna forma logro susurrar –No lo estás.

Hope frunció su ceño profundamente y sus ojos se iluminaron –Lo sé, amor. Y lo siento tanto por ello, pero aunque no esté ahí físicamente sigo estándolo. Sé que no tiene sentido pero no te dejare, estoy aquí. Por teléfono o por magia, siempre estaré aquí.

Josie sintió que su corazón revoloteo pero esta vez fue dulce y agradable. Inspirado por algo más, algo mejor que no era pánico.

-Necesito… necesito verte. Necesito ver qué estás bien… yo… te necesito –. Susurro lloriqueando.

-Estoy bien, Jo. Lo juro. Estoy a salvo. Todo está bien, cariño –. Dijo la cobriza de la manera más convincente posible aunque sabía que no era suficiente. Rápidamente abandono el sofá de su habitación y corrió hacia su cama donde un lobo de peluche, más gris que blanco, descansaba entre sus almohadas –Jo ¿Aún tienes mi chaqueta?

Josie frunció su ceño un poco confusa –Lo hago.

-Bien. Quiero que te la pongas mientras yo me concentro y te envío algo. Anda. No te dejare.

-¿Lo prometes? –. El tono de la bruja fue casi infantil y tan melancólico que rompió el corazón de la loba.

-Te doy mi palabra, amor. No dejaré de hablar.

-Está bien…

La morena presionó el altavoz y dejo el aparato en su mesa de noche. Trato de levantarse pero las fuerzas le faltaron y la oscuridad que le rodeaba le hizo temer de alejarse de la luz de la lámpara. El solo pensar en internarse en ella le hizo temblar de nuevo.

Entonces recordó la sudadera oculta bajo sus almohadas. Se dio la vuelta y la desenterró con ansiedad. Aferrándose a la tela en cuanto la tuvo en sus manos. Dando una profunda inhalación al enterrar su nariz en ella para rodearse solo del aroma de Hope que sin esfuerzo fue difuminando el aroma a tierra arraigada en su mente.

-¿Estás ahí? –. Pregunto en un susurro.

-Aquí estoy. Lo siento. Hacer magia es un poco difícil para mí en este momento así que solo me estoy concentrando ¿Te la pusiste? –. Pregunto Hope con voz suave.

-Lo estoy haciendo –. Declaró la morena mientras metía la cabeza en la prenda para luego acomodarla a lo largo de su torso. Casi soltando una risilla al ver que era un poco corta para ella pero no le importaba. El perfume a lavanda y un toque de pintura le lleno de una calma que le hizo suspirar a la vez que la calidez comenzó a reconfortarle. No era ni cercano a estar entre los brazos de la cobriza pero era algo.

-Bien. Voy a enviarte a un amigo… ha estado a mi lado por muchos años y es genial para acurrucarse. Sé que será tan bueno contigo como lo ha sido conmigo –. Dijo la loba mirando con una sonrisa al peluche que era un lobo echado y que era tan largo como para cubrir su torso. Le dio un beso en la nariz con cariño –Cuídala bien mientras no estoy.

Josie sonrió al escucharle y pronto una burbuja dorada apareció ante sus ojos. Volviéndose más grande con el paso del tiempo hasta que explotó dejando caer el peluche sobre sus piernas. En cuanto lo vio, una amplia sonrisa adorno su rostro.

-Me lo dio mi mamá. Dijo que era un guardián y lo ha sido así que no necesitas tener miedo. Él te cuidara, aunque no lo parezca es bastante rudo y no dudo de que pueda destrozar al sr. Stef.

La morena rio por lo bajo y lo aferró entro sus brazos sintiendo como su perfume era más fresco para su deleite –Espero que no sea tan busca problemas como tú. No quiero una guerra de territorio en mi habitación.

Hope sonrió –Ey. No soy una busca problemas, ellos me buscan a mí –. Afirmo con seguridad –Y no habrá una guerra. Él es un alfa.

-Lo que sea que te haga sentir mejor –. Un resoplido se hizo oír en la línea y la morena rio por lo bajo de nuevo. Causando un aleteo y ronroneo feliz en el interior de la cobriza –¿Tu magia está muy mal?

-Tengo algunos arrebatos mágicos y en ocasiones hago hechizo por inercia, como mover cosas o cambiarlas pero está mejorando.

-¿Por eso no has vuelto? –. Pregunto la bruja con cierto nerviosismo. Esperando que eso fuera lo único que detenía a la loba y no su familia, o ella misma.

-Así es. No quiero lastimar a nadie pero con los días y la meditación, correr mucho con la manada y eso, lo estoy controlando. Solo necesito un poco más de tiempo para no ser una amenaza y entonces volveré a molestarte.

-No me molestas. Nunca lo has hecho.

-Eso es porque usualmente me controlo y me alejo.

-¿Ya no lo harás?

-Lo haré si tú lo quieres.

-Lo hago –. Confeso con tímida firmeza.

Hope sonrió –¿Segura? Quizás te hartes de mí.

Josie podía ver con claridad su sonrisa arrogante en su cabeza –No pasará.

-Bien…

Permanecieron en silencio un momento. Permitiendo que las palabras se asentaran entre ellas. Sintiendo a la vez que habían confesa y aceptado algo sin realmente hacerlo. Haciendo que sus corazones revolotearan y sonrisas tontas adornarán sus rostros.

La cobriza aclaro su garganta levemente. Agradeciendo que la bruja no pudiera ver el sonrojo en sus mejillas –Y dime ¿Qué tal todo?

-Todo bien. Clases aburridas –. Soltó Josie saliendo de la calidez en su pecho. Acariciando el peluche casi por instinto –Los chicos te extrañan. Pedro te extraña… yo te extraño.

-También te extraño, amor. Demasiado. Y juro que cuando vuelva te secuestrare un rato para recobrar mis baterías de ti.

Hope quiso golpearse al escuchar lo tontamente cursi de sus palabras mientras Josie sonreía sin poder controlarlo.

-Estaría muy de acuerdo con eso.

-Bien… –. La loba sonrió –Y no sé. Ahora que tienes mi número o el de Keelin para el caso, podrías hablar todos los días. O solo algunos. No sé. Solo si quieres.

-Eso me gustaría…

Una inhalación sonora se hizo oír por la línea. No era alterada o temerosa. Era la misma respiración suave pero desesperada por que sus pulmones tuvieran aire y quizás el oxígeno hiciera que su cerebro volviera a funcionar. Ella la conocía. Era la misma que la cobriza le arrancaba en algunos momentos, en especial cuando le miraba directamente a los ojos y le sonreía.

Ella le llamaba su respiración tonta aunque quizás también pudiera ser definida como una feliz. Y el solo escuchar que era tomada por la loba, hizo que su cabeza tuviera un corto circuito donde perdió la facultad de controlar su rostro que casi se rompió ante su sonrisa tonta y suave. Llena de emoción y esperanza.

-¿Qué tal va tu ensaño? –. Pregunto con cierto nerviosismo la cobriza. Buscando escapar del revolotear en su pecho y la sensación de flotar de su cabeza.

Josie agradeció el escape con alivio. Era genial que no pudiera ver su sonrojo pero no tan bueno que tuviera que hablar y que el temor a tartamudear era más que acertado –Bien… estoy por terminar de leerlo. Creo que tendré un fin de semana o más para escribir el ensaño, depende que tan rápido lea.

-Eso es genial. Podrías quizás elegir los puntos más importantes de los temas y desarrollarlos, bueno, eso hice yo y funciono bien –. Soltó distraídamente y sin poder evitar dejar de hablar. Se gruño así misma, frustrada y avergonzada a la vez que no resistía y se palmeo la frente mientras su lobo gimió dolorosamente en su interior.

-Eso se escucha bien… como explicar cómo se representa la paternidad, el amor, la codicia y que hace el autor con los temas.

-Exacto. Es simple y muy serio.

La bruja sonrió –Me gusta…

Un lindo bostezo fue audible en la línea causando la sonrisa suave de la loba que se recostó en el suelo de su habitación mirando el techo lleno de vividas estrellas que su padre le había pintado de pequeña –Creo que deberías dormir.

-No quiero –. Susurro Josie temerosamente, aferrándose al lobo.

-Lo sé, pero estas cansada y mañana hay clases.

-No.

Hope casi rio por lo bajo ante la protesta que le sonó bastante infantil y tierna pero no se lo permitió. Sabía que el miedo aún estaba presente en la morena así que reírse de sus miedos sin duda no era algo que pudiera o debería hacer. Se puso de pie y en silencio, salió de su habitación. Dirigiéndose al estudio de su padre.

-Todo estará bien, hermosa. No voy a dejarte sola ¿Qué te parece si te ayudo un poco con tu tarea y te leo un rato? Estoy segura que Shakespeare funcionara como un somnífero para caballo.

La morena rio por lo bajo –Realmente lo odias ¿No?

-No… solo me aburre y lo encuentro estúpidamente misógino –. Respondió abriendo con rapidez la puerta del lugar.

Tomándose un momento para respirar el aroma a su padre y tío junto a un claro toque a bourbon que le saco una sonrisa pero pronto sus ojos se posaron en la pared cubierta de filas de libros. Con avidez su mirada paseo tomándose solo un segundo para leer los títulos que decoraban los pomos en un elegante tipografía ya que todos estaban cubiertos por protectores con el emblema de la familia. Pronto encontró el que buscaba en una parte baja y oculta, quizás su padre le despreciaba igual que ella o se enteró de su poco aprecio y lo aparto de su vista. Cualquiera de las dos eran muy buenas opciones, y ambas le causaron una sonrisa.

-No quiero…

-Ya sé. Entonces no lo hagas, solo ponte cómoda.

-Es una trampa –. Lloriqueo Josie aunque lentamente fue acomodándose bajo sus mantas y recostó su cabeza en sus almohadas mientras dejaba su teléfono a un lado, justo a su lado y sus brazos se aferraron al lobo.

-Lo es –. Afirmo la cobriza con tranquilidad –Y también es mi forma de ayudarte con tu tarea. Nadie merece pasar por la tortura de este libro sin apoyo, y piensa que entre más rápido lo terminemos. Más rápido podemos pasar a uno que no me haga resoplar cada dos párrafos.

Josie rio por lo bajo y puso los ojos en blanco –Esta bien pero debería ayudar.

Hope se encogió de hombros a la vez que se dejaba caer en el sofá largo del estudio –Esta noche me encargo yo pero quizás, te gustaría que sea tu turno mañana.

La morena se sonrojo de sobremanera, encogiéndose en su sitio sin poder ocultar su sonrisa –Bueno…

-Bueno.