Un fuerte aullido rompió la calma del lento amanecer.

El firme chapoteo de patas golpeando el agua era contiguo como el tic tac de un reloj. Como cada amanecer, una borrosa mancha blanca rompió la oscuridad del pantano. Moviéndose con toda su fuerza bruta liberada sin importar el paisaje y respirando profundamente ante la ligereza de sus miembros.

Sus ojos centelleaban en la oscuridad aunque apenas alguien podría notarlo conforme se perdía en sus instintos que ronroneaban en el centro de su pecho. Murmurando sus deseos y necesidad a la vez que se estremecía ante la necesidad.

Respirando profundamente la comodidad, el consuelo y el maravilloso calor que solo el hogar perdido puede ofrecer. Exhalando temblorosamente la mortificación de estar lejos de lo que su corazón tanto ansiaba.

Las llamadas no bastaban, tampoco los mensajes y menos aún las video-llamadas. Cada uno de ellos solo destrozaba su corazón en pequeños pedazos, arrancándole suspiros llenos de pesadumbre que le estremecían en lo más profundo y pequeñas lagrimas repletas de añoranza.

Jamas se había sentido de aquella forma, como si su corazón le hubiera sido arrebatado y no pudiera respirar sin que un dolor profundo atravesara su pecho. Amenazándole con quitarle la vida pero sin hacerlo. Jamás se había permitido sentir tanto… jamás se había permitido sentir todo lo que Josie significaba y el solo ser consciente de ello hasta ahora, le partía aún más el corazón.

Se sentía desconsolada. Vacía hasta que escuchaba su voz y su corazón revivía. Nadie le había dicho que la inmortalidad era otorgada por alguien y no solo algo en su sangre.

Y se sintió tan estúpida. Era una estúpida testaruda como el resto de su familia y usualmente tener algo parecido con ellos le despertaba una agradable sensación de pertenencia. Esta ocasión, solo le hizo gruñir y arremeter con sus garras contra algunos árboles hasta que estos cayeron haciendo temblar el suelo del pantano sin que le importara un poco o al menos le aplacara.

Jamás había notado que tan enredada se hallaba Josette Saltzman en su corazón. Que tan brillante volvía el mundo solo por estar en él, solo por verla sonreír.

Y las palabras le faltaban y cuando las tenía, la persona indicada no estaba para escucharlas. Era tan molestamente frustrante que cada noche tenía que escapar de su habitación en la mansión de su tia y correr hasta que el sol saliera para tratar de controlar el loco latir de su corazón luego de hablarle hasta que se durmiera.

Esperando.

Solo esperando que al menos se colara un poco en ellos.

Solo un poco.

Quería al menos tener la esperanza.

Acelero sus patas. Esperando que el ardor en sus músculos le convenciera de simplemente no destrozar la barrera alrededor y correr de vuelta a ella. Su lobo gruñía y ronroneaba ante el pensamiento, sin estar completamente seguro de lo que quería. Indeciso pero por suerte, había un momento de lucidez.

Un momento.

Cuando el dolor en sus patas y garras astillaras se desvanecía. Donde el aire no era tan caliente en su interior y la frialdad de la noche se desvanecía. Cuando su cabeza y corazón dejaban de tirar en todas direcciones, y simplemente se dejaba llevar por el viento.

Cuando el dorado en sus ojos se opacaba y jugaba con el resplandor de su usual azul océano. Como un precioso amanecer en la playa. Cuando la bruma era tan densa y el silencio era total.

Entonces golpeteos de otras patas resonaban en sus oídos. Suaves ojos dorados le miraban entre la oscuridad. Cuerpos corrían a su lado, empujándole en una tierna caricia.

Entonces el tiempo se detenía, porque al menos por esos cuantos momentos se sentía acompañada y apoyada por ellos. Porque sabía que solo ellos podían ser. Solo ellos le podían confortar y convencer de que el mundo no explotaría cuando el miedo al rechazo, a la aceptación, a todo se prendaba a ella.

En ese momento sus padres le susurraban que todo estaría bien. Que el mundo le pertenecía y la felicidad también pero que para obtenerle tendría que buscarla. Luchar por ella.

Creer en sí misma. Quizás también creer en Josette.

Creer que ella merecía todo el amor y alegría del mundo.

El momento nunca era eterno. Por más que lo intentara, nunca lo era.

Pero se convenció de que al menos esos pocos segundos, sirvieran de algo.

La calma le cubrió como un manto fresco y sus patas fueron bajando el ritmo. Despertando a encontrarse justo frente a la reja al frente de la casa, casi rozando su nariz contra el frio metal húmedo. Recargo por completo su cabeza en ella, disfrutando de la refrescante sensación y el vibrar de la familiar magia en ella. Respirando profundamente hasta que el replicar en su pecho se suavizo.

Y cuando el mundo volvió a su usual ritmo, de reojo volteo hacia un costado. Observando el trio de sombras que le miraban con orgullo. Que le rogaban que dejara de luchar contra sí misma. Que se permitiera ser tan valiente como era.

Quizás una alucinación. Una ilusión. Quizás solo su subconsciente gritando.

Apretó sus colmillos y comenzó el cambio. Sus huesos se rompieron y reconstruyeron con sonidos secos que hicieron vibrar hasta al metal contra el que se empujó. Quejidos y gemidos escaparon de sus labios pero solo se preocupó por silenciar sus gritos de agonía hasta que el silencio volvió a la noche.

Su cuerpo desnudo cubierto solo por suciedad y algunas hojas pegadas, se levantó. Luchando contra el dolor y temblor pero sin dudar en sus movimientos, o tratar de apoyarse en las barras de metal. Orgullosa aun en su pequeño momento de debilidad.

Dio un respingo e hizo una mueca pero con paso firme volvió hacia la casa a la vez que el sol se iba elevando y los sonidos del mundo se iban agitando. Camino ignorando su desnudes. Cerrando sus ojos mientras disfrutaba de la sensación de la naturaleza contra su piel. Relajándose, esperando que fuera lo suficiente como para que pudiera dormir más d horas seguidas.

La puerta principal de la casa se abrió y Keelin le miro con una dulce sonrisa tranquila al verle disfrutar de nuevo de su naturaleza.

-¿Te desperté? –. Pregunto Hope al llegar frente a los escalones del porche de la casa.

Su tía los bajo, abriendo sus brazos con una manta firmemente sujetada en sus manos con la que pronto envolvió a su sobrina que suspiro ante la calidez. No segura si del cobijo o del afecto. Como fuera robo una sonrisa de la cobriza que sintió su pecho estrujar, apretado por esa misma calidez. Tan fuerte como el abrazo que le era otorgado.

-No, kiddo –. Keelin se asomó por su costado –De eso se encargó tu prima.

La cobriza sonrió. Cuando los brazos le liberaron simplemente se sentó en los escalones. Disfrutando de tener un momento más bajo la brisa mañanera. Suspiro dejando que la suavidad y ternura que la más joven Mikaelson le inspiraba se filtrara en sus facciones.

-Le escuche. Creo que no le gustan los cuentos donde los príncipes salvan el día.

La castaña se sentó a su lado con una sonrisa orgullosa iluminando su rostro –Me alegro –. Luego miro de reojo a su sobrina y su sonrisa se impregno de picares aunque su rostro lo hizo de inocencia –Te escuche murmurar en tu habitación.

Hope apretó sus labios tratando de ocultar su sonrisa aunque no lo logro totalmente así que solo se negó a mirar a la que sabía que ya se burlaba de ella –Hablo con Josie hasta que se duerme.

-¿Solo hasta que se duerme? –. La pregunta llena de seguro conocimiento.

Un suspiro escapo de la adolescente que se recostó sobre los escalones y dejo de tratar de ocultar lo que sentía –No… escucho hasta que la necesidad de tenerla entre mis brazos me destroza el pecho… escucho… escucho su respiración suave y tranquila que doblega a mi lobo hasta que lo tiene ronroneando en el suelo… –. Un suspiro aún más profundo escapo de sus labios antes de que se mordiera el inferior para que una sonrisa tonta no se mostrara –Espero… espero hasta que sus lindos murmullos se hacen oír… espero… solo espero hasta que le escucho susurrar mi nombre y entonces… no puedo más.

Keelin se recostó a su lado sonriendo ante la dulzura del juvenil amor. Tan lleno. Tan intenso e incontrolable. Tan sincero e irrevocable.

-Quiero volver –. Susurro Hope pero aun con firmeza en sus palabras.

Su tía suspiro –Lo sé… como toda Mikaelson tienes una potente forma de hacerte escuchar cuando deseas algo…

-Lo siento.

-No lo hagas, cariño –. Le tomo la mano –No puedo decir que no te entienda o que esté de acuerdo con Freya... solo te pido que tengas paciencia.

-Sabes tan bien como yo, que esta ya es casi una ilusión para mí –. La cobriza le miro con el ceño fruncido lleno de confusión –¿Por qué no me deja ir?

-Porque tiene miedo –. Soltó con simpleza Keelin.

Enseguida, la cobriza salto de su sitio para volver a sentarse siendo imitada por su tía. Confusa e incrédula ante lo que escuchaba. Freya Mikaelson, era la cabeza sensata de la familia. Era fría y calculadora. Una peleadora lejana que siempre estaba pasos adelante.

Freya Mikaelson no tenía miedo ni a la misma muerte. Como todos en la familia, se reía de ella en la cara y luego hasta le invitaba a tomar una copa.

Keelin le sonrió con ternura y acaricio su mejilla –Pequeña. Todos somos humanos, aun los inmortales de mil años… quizás en ellos es más profundo porque las cosas que aman se vuelven tan difíciles de encontrar. Tan únicas –. Sus frentes se unieron y se restregaron suavemente cerrando sus ojos –Y tú, mi lobo más pequeño. Me temo. Que eres el más preciado tesoro de esta familia y protegerte es un instinto tan potente que a veces no podemos diferenciar cuando parar. En especial ahora, que una mujer ya eres… tu juventud y tu necesidad de libertad, nos hace temblar… a unos más que otros pero entiendo –. La castaña deposito un beso sobre su frente –Oh, mi pequeña. Qué difícil es aceptar que ya no eres una niña… pero tratare de hacerle entender… convencerle de que te puedes cuidar pero a cambio tendrás que prometer que aunque puedes con el mundo. Nunca tienes que enfrentarlo sola.

Hope le miro con cierta duda y culpabilidad, sabiendo bien a lo que se refería. Malivore casi le mato y su familia solo se enteró cuando inconsciente cayó por más de dos días. Enloquecieron hasta el punto de amenazar con destruir el poblado o al menos la escuela aunque al director sin duda le prometieron una muerte dolorosa y larga, sin duda jamás volverían a confiar como antes. Quizás en ella, aun no confiaban.

Suspiro bajando la mirada, vencida ante la culpa.

Su tía le acuno el rostro y le sonrió –Tan impetuosa. Testaruda y protectora. Creo que sabemos bien de quienes tomaste todo ello pero te falta aprender algo bien. Eres una Mikaelson, y además de conllevar mucho escandalo cuando más de uno está en un sitio, o con solo uno. Siempre… Siempre y para siempre estaremos a tu espalda. Apoyándote y cuidándote sin importar las centurias que cumplas.

Hope se lanzó a sus brazos. Ocultándose en su pecho como una niña pequeña y Keelin beso su coronilla aferrándose a ella maternalmente. Sin desear que creciera más.

Deseando poder detener el tiempo, pensó Freya al verlas. Respirando profundamente al intentar relajar su corazón que casi había escapado de su pecho al ver la cama de su sobrina vacía. Se acercó y suspiro profundamente. Acomodándose al otro lado de esta para en silencio unirse al abrazo. Llenándole de amor y tratando de susurrarle sus mejores argumentos aunque sabía que poco serviría.

Demasiado Mikaelson.

Demasiado Marshall…

Y a diferencia de todos ellos. Esperaba que sin demasiado para dejarse llevar por el amor.

Y le apretó protectoramente entre sus brazos mirando hacia el rostro de su esposa que le sonrió con dulce tristeza. Susurrándole sin palabras, lo que ambas sabían que tenía que pasar.

Hope no pudo evitar temblar ante la calidez. Sus ojos inundados de silenciosas lagrimas que solo cayeron siendo tomadas enseguida por el pecho donde un corazón le susurraba su amor.

La melancolía se retorcía en su pecho. El lejano pero claro recuerdo de los brazos de sus padres, su calidez y el latir de sus corazones. Su amor vibrando bajo cada fibra de su ser de una manera incontrolable y abrazadora como llamas intensas. Ese era el agarre de sus padres pero este, este era igual de intenso aunque de una forma diferente. Pero igual de cálido y desbordante de afecto como no se había permitido sentir antes gracias al dolor y la culpa.

Ahora.

Ahora por primera vez. Se permitía sentirlo sin preguntarse si lo merecía.

-Hare panqueques –. Susurro Keelin rompiendo su agarre. Recargando a la cobriza en el pecho de su esposa que le sonrió con lágrimas no derramadas sin dejar de aferrarle.

-Y tocino.

-No olvides el tocino –. Soltaron a la vez las Mikaelson que sonrieron provocando un bufido por parte de la castaña.

-¿Qué clase de desayuno no lleva tocino? –. Pregunto casi con fingida indignación.

Rieron por lo bajo. Permitiendo que los sentimientos se tranquilizaran.

Hope suspiro profundamente mirando el cielo claro donde las nubes se iban abriendo –Lamento haber sido tan impulsiva y pensar que puedo contra el mundo.

-Oh, cariño. Puedes contra el mundo pero no queremos que lo enfrentes –. Afirmo Freya con decisión –Así que no más de estúpidas heroicidades. Somos los villanos ¿Recuerdas?

La cobriza rio por lo bajo –Ok… no más heroicidades hasta dentro de 100 años.

-Me parece bien.

-Voy a volver.

Freya inhalo profundamente aferrándose un poco más ella –Lo sé y sé que gritare bastante antes, durante y después pero no importa. Yo te apoyare sin importar que… siempre y para siempre, cariño.

xxxOxxxOxxx

Hope entro en el complejo con paso firme. Sin que el dolor en su pecho le aplastara, ya no más. Y sonrió mirando el sitio. Recordando cómo cada pequeño rincón guardaba una memoria importante. Algún momento único donde el amor de su familia le abordaba.

Dejo sus bolsas en el vestíbulo. Deteniéndose solo para ello, con una firme idea en su cabeza que siguió hasta que le llevo a las catacumbas donde las bóvedas familiares más personales se ocultaban.

Encendiendo las antorchas solo con el chasquido de sus dedos. Y sin titubear dejo que sus colmillos salieran para luego morder en el espacio entre su pulgar e índice, justo como su padre lo había hecho tiempo atrás. Mordiendo con la suficiente fuerza para que hilillos de sangre se deslizaran por su palma que enseguida coloco contra el metal cálido mágicamente.

El resplandor ilumino sus facciones y clic de los cerrojos llenaron sus oídos para que luego el metal se hiciera a un lado. Las velas se encendieron por cuenta propia. Iluminando el sitio.

No se detuvo en las joyas o las armas. En su lugar, fue directa hacia su pared para abrir el cajón central justo bajo la pintura que hizo con su padre. Su propia magia saludándole en cuanto poso sus dedos en la manija que no lucho por detenerle.

Una libreta cubierta de cuero fue lo primero que sus ojos vieron y sin poder evitarlo, la tomo entre sus manos que temblaron. Sus dedos acariciaron la cubierta mientras una sonrisa suave llena de tanto sentir se dibujó apenas en su rostro, seguida por un suspiro impregnado de tristeza contra la que lucho para que no le inundara a la vez que abría y enseguida era golpeada por el rostro de su madre.

Bocetos.

Viejos bocetos donde plasmo su dolor cuando su familia se partió. Hojas y hojas llenas de ellos. De la sonrisa de su padre. De la mirada suave de su tío. Del semblante dulce de su madre. Hojas manchadas con sus lágrimas. De gritos lanzados al vacío. De reclamos de odio contra el universo.

Quizás… al final, este se apiado de ella.

Se negó a volver al dolor. Cerrando el cuaderno de golpe pero sin dejar de aferrarlo entre sus manos, entre sus brazos cuando lo sostuvo contra su pecho mientras sus labios se apretaban. Se desprendió de él y lo dejo en el mismo sitio, negándose a desaparecerlo. Sabía las imágenes de memoria pero se negó a eliminar esa parte de su vida, quizás en un futuro necesitaría un recordatorio de que debía seguir.

Luchar por más. Luchar por ser feliz.

Entonces se concentró en una de las cajillas a su lado. Cada una con un tesoro por su propio sentimentalismo, no por su valor. Y tomo una de ellas. Sin siquiera titubear. No porque supiera exactamente cual buscaba si no porque estaba decidida a llevarlo consigo.

Años sin verlo, pensó para sí misma al abrir la caja. Se fijó en como la luz de las flamas rebotaba en la joya central que parece un diamante pero tiene reflejos rojos que ni ella está segura de dónde venían. Quizás magia.

Sonrió y lo regreso a su sitio en la caja que luego guardo en el bolsillo de su chaqueta de cuero. Estaba a punto de cerrar el cajón cuando algo llamo su atención. Con semblante endurecido con arrogancia tomo el elegante sable que descansaba en terciopelo, un regalo de su tío que hace demasiado no había tocado. Sintió sus dedos hormigueando ante la necesidad de desenvainarlo y lo hizo, mirando la hoja con deleite.

Volvió a sonreír y cerró el cajón. Saliendo pronto del sitio llevando el arma con ella. Pensando que era momento de volver a practicar.

oooXoooXooo

Josie suspiro con tristeza.

Mirando el teléfono que aun esperaba que se iluminara como cada noche pero no parecía que fuera a ocurrir. Con desilusión se movió, dejándolo descansar sobre su mesilla de noche. Lo suficientemente cerca por si sonaba en medio de la noche. Se levantó y quito de su torso su camiseta alargada, para que su sitio fuera ocupado por la sudadera.

Volviendo a la cama justo cuando su hermana salía del baño luego de su ducha nocturna.

Lizzie enseguida noto y sintió la desilusión de su hermana. Por el reflejo del espejo le miro.

Vio como esta pronunciaba su puchero usual y sus ojos parecían apagados. Lo eran. Ella lo sabía. Por un momento, se preguntó que iba mal peo sus ojos apenas pasaron por su teléfono cuando lo entendió. Apretó sus labios con molestia pensando en las torturas a las que sometería a la loba en cuanto volviera.

Termino su rutina nocturna y fue a acomodarse en su cama.

Josie se encogió en su sitio casi cubriéndose por completo. Tratando de ocultar la prenda que no le pertenecía y que para aumentar su tristeza, comenzaba a perder su esencia.

Las luces se apagaron y las chicas se quedaron mirando a la oscuridad. Josie apretó entre sus brazos al lobo de peluche, rogando en silencio que las pesadillas no volvieran mientras su hermana distraídamente fingía revisar algo en su teléfono que irradiaba la luz necesaria para iluminar solo su rostro.

La habitación se quedó en silencio por varios minutos hasta que Lizzie suspiro.

-Jo ¿Estas despierta?

-Lo estoy –. Respondió la morena en un susurro.

-¿Puedo preguntarte algo? –. Su hermana le miro de reojo. Aun entre la oscuridad siempre podía encontrar los ojos de su hermana.

Josie frunció un poco su ceño pero suspiro –Si…

-He estado pensando –. Comenzó la rubia con desinterés –Con todo el desastre peludo… Jamás te pregunte que pensabas.

-¿Pensaba de qué? –. Cuestiono la morena removiéndose en su sitio.

Lizzie se encogió de hombros –Del vínculo. Ya sabes, sobre ser el alma gemela de Felpudo.

Trato de encogerse más en su sitio, esperando desaparecer para no tener que responder pero sabía que no pasaría. Josie dio un profundo suspiro –Yo… me sorprendió pero no me molesto.

Su hermana asintió en silencio pero luego le miro de reojo con suspicacia –Así que… ¿Te ves estando a su lado o algo así?

-Lizzie, no lo sé –. Soltó casi con brusquedad la morena. No quería hablar de ello y menos con su hermana. Había luchado lo suficiente como para borrarlo de su cabeza un rato y ahora volvía con todas sus fuerzas, revolviendo todo y desatando un caos.

-Pero te gusta ¿Cierto? –. Soltó la rubia sin amedrentarse por el tono cortante de la otra –Digo, sé que tuviste un crush con ella cuando éramos jóvenes pero ¿Todavía lo tienes?

Miro la oscuridad algunos segundos pero luego dijo con firmeza –No. No lo tengo.

Su hermana asintió –¿Pero…?

Josie quiso negarse a seguir con la conversación pero sabía que su hermana no lo dejaría caer. Notaba algo y Lizzie era demasiado cotilla para su tranquilidad mental. Suspiro vencida o tal vez, en el fondo necesitaba hablar con alguien sobre todo lo que sentía. Esperando que ello le diera cierta coherencia que no lograba ver por más que luchaba. Así que simplemente hablo.

-Cuando éramos jóvenes, le admiraba. Era genial e inteligente, arrogante pero también amable, divertida, misteriosa –. Sonrió con cierto sonrojo –Solo verla a la lejanía era suficiente para que suspirada como tonta. Y conseguir que me notara me hacía sonreír tan fuerte que dolía pero, ya no soy una niña y ella ya no es algo que vea desde lejos –. Entrecerró sus ojos con certeza que desconocía –Ahora es una amiga. Ahora sé que es orgullosa y distante porque tiene miedo de que le rompan el corazón de nuevo.

Ella es… fuerte y petulante. Una protectora y extremista en cada sentimiento que tiene por alguien. Bueno o malo.

Ella es buena y dulce. Y me ve… siempre me ha visto sin que yo lo supiera y me protege. Me escucha. Confía en mí cuando ni yo confió. Cree en mi fuerza porque está segura de que la tengo. Me hace sentir valiosa… –. Suelta un suspiro notando como una sonrisa tonta había estado en su rostro todo el tiempo y soltó una pequeña risilla para sí misma –Tal vez sea el vínculo trabajando, espero que no… pero con Penélope aprendí que era el amor. Bueno y malo…

Ya no tengo un crush con ella, Lizzie. La quiero por todo lo que ella es. Lo bueno y lo malo. Y solo espero que si un día estamos juntas sea por todas las buenas razones y no solo por el vínculo –. Se encogió de hombros. Sorprendida pero no tanto de todo lo que salía de su boca sin que lo meditara. Quizás ese había sido el problema, lo había pensado todo demasiado y los sentimientos no debían pensarse. Se sentían y ya –El amor existe en varias formas y sea cualquiera con la que Hope me tenga en su corazón, sé que será maravillosa.

Lizzie estaba con la boca abierta y casi la cerro sonoramente luego del discurso de su hermana. Sonriendo con ternura hacia el oscuro perfil de esta que miraba el techo de su habitación con una sonrisa aliviada. Segura y tan tonta, que si fuera otro momento, la rubia definitivamente se burlaría… quizás más tarde.

Soltó un suspiro preocupado que llamo la atención de la morena. Lizzie le miro a los ojos –Jo. Lamento informarte que estas enamorada de Felpudo.

Josie rio por lo bajo –Eso creo… un rayo me golpea cada que la veo o la escucho, o simplemente siento su presencia cerca. Y sin poder evitarlo, mi corazón siempre se vuelve loco por Hope Mikaelson. Así que… –. Certeza le inundo –Ya no tengo dudas, estoy tontamente pérdida por ella y no me arrepiento.

Su hermana guardo silencio y asintió lentamente mientras digería la intensidad de las palabras de la morena. Ella lo sentía. Se concentró lo suficiente en su lazo gemelo para sentir como su pecho burbujeaba, contagiándose de la milésima parte de lo que Josie sentía con solo pensar en la cobriza. No podía ni siquiera imaginar cómo era el sentimiento real que ella albergaba y que se obligaba a silenciar.

Por fortuna, ella sí que hablaría. Una gran charla con amenazas tratando de no decir lo que sabía. Eso sería un reto pero sabía que podía con ello. Confidencialidad fraternal primero.

-Entiendo –. Soltó luego de un rato con normalidad –¿La extrañas?

Josie suspiro con desanimo volviendo a encogerse bajo sus mantas –Tanto que duele.

Lizzie sonrió –Ya veo. Bueno, aguanta tu miel y ya duerme para que sueñes con ella… pero te ruego que no sean sexuales. A nadie le gusta despertar por gemidos.

-¡Lizzie!

La rubia rio sonoramente –Buenas noches, hermanita… y gracias por confiar en mí.

Josie sonrió feliz y casi aliviada –Buenas noches, Liz. Gracias por escucharme.

-Siempre. Te amo.

-También te amo –. Dijo la morena con firmeza sabiendo que su hermana siempre lo necesitaba de esa manera para saber que no le mentían –Descansa.

-Igual.

Lizzie se mantuvo en silencio, fingiendo que sus parpados se cerraban aunque se habían concentrado en la ventana. Esperando hasta que escucho que su hermana al fin se acomodaba y pronto se dormía. Entonces se apresuró a volver a tomar su teléfono, buscando en su agenda los teléfonos que había conseguido semanas atrás.

DemasiadoBella _Ey felpudo. No sé porque pero alguien te extraña.

MamaAlfa _Espero que no seas tú.

DemasiadoBella _Iu. Jamás… Tal vez me acostumbre a tenerte alrededor pero eso es todo. No te emociones.

MamaAlfa _Jajaja como digas… Gracias por el dato.

xxxOxxxOxxx

La ansiedad era lo único que Josie había sentido durante el día.

Su día más libre se había vuelto el más estresante y todo porque su teléfono no había sonado desde que le despertó con su alarma.

No llamadas. No textos. No nada. Silencio total de la loba que le estaba sumergiendo lentamente en la ansiedad del no saber. Ahogándose en el miedo.

Lizzie gruño por lo bajo a su lado. No muy feliz por compartir su sentir especialmente ese día. Sabía que le estaba enloqueciendo pero no podía evitarlo.

Por más que trataba no podía dejar la intranquilidad. Por más que no deseaba pensar en todo lo que podía estar mal, más lo hacía.

Un profundo suspiro tembloroso se escapó de sus labios cuando se dejó caer en el sofá del salón junto a su hermana. El resto de sus amigos aún se hallaban en clases así que aún no tenía que preocuparse por sus contiguas preguntas al sentir su inquietud, y todos eran excelentes para eso gracias a sus sentidos sobrenaturales. Bueno, excepto Landon pero eso ya ni era una sorpresa y hasta podía ser un alivio si lo pensaba.

-Hey, JoJo ¿Tienes un momento? Queremos planear nuestro trabajo en equipo –. Dijo Penélope con amabilidad y casi suavidad al aparecer a su lado.

Josie suspiró con desánimo y casi dejando escapar un quejido. No tenía ánimos. No quería tener que aguantar los malos comentarios de su ex, o escuchar tonterías del resto de su equipo asignado al azar pero no podía evitarlo. Debía hacer su trabajo. En especial con todas las clases que perdió o ignoro al perderse en la cobriza que parecía estar grabada en su mente.

-Lárgate Satán –. Gruño Lizzie con el mismo poco entusiasmo que su hermana y quizás un poco más predispuesta para quemarle hasta las cenizas. El pretexto perfecto de probar que no era pariente del pájaro de mayonesa, se lanzó por instinto en su interior mientras miraba con ojos entrecerrados llenos de molestia hacia la bruja que ni se inmutó.

-Tranquila. Parece que alguien te pego su rabia –. Golpeó de vuelta Penélope con su arrogante sonrisa. Notando al instante cómo las mellizas reaccionaban a encogerse en su sitio y bajar sus miradas con tristeza en sus facciones. Por un momento, estuvo lista para volver a golpear pero al ver los ojos melancólicos de Josie, no pudo. No se atrevió.

-Basta –. Soltó la morena y se esforzó en ponerse de pie –Regreso en un momento.

Lizzie solo tarareo reconociendo sus palabras. Tratando de silenciar el mundo y su cerebro mientras comenzaba con la revisión de sus revistas de moda más nuevas que su madre le había enviado. Sentía su cabeza en todos lados y se concentró en su respiración. Necesitaba concentrarse en su respiración y así lo hizo por varios minutos.

Dentro y fuera.

Dentro y fuera.

Hasta que algo llamo su atención y volteó hacia la entrada de la sala buscando sin saber que buscaba hasta que lo hallo. Un bufido escapó de su pecho. Lleno de molestia y alivio casi por igual.

Hope recargo su hombro contra el marco de la entrada a la sala. Con su usual vestimenta de jeans negros, blusa de cuello en 'V' azul marino y chaqueta negra de cuero. Cruzo sus brazos recargándolos con suavidad en su abdomen y se mantuvo en silencio observando el interior del sitio.

Ignorando al mundo que murmuraba a su alrededor mientras su corazón aceleraba ante la imagen de Josie a la distancia. Su perfume se filtró en su nariz, enloqueciéndole. Haciéndole sonreír con tonta suavidad mientras admiraba su belleza milímetro a milímetro. Deleitándose con el sonido de su voz y el latir de su corazón que su lobo reconoció en un segundo, y por el que casi ronroneo audiblemente.

El mundo no existía. Su mundo era solo Josie y no podía dejar de pensar que era el más maravilloso de la galaxia.

El momento se rompió para su enojo. Sus ojos centelleaban no solo por dejar de disfrutar el momento sino por ver cómo Penélope tomaba la mano de la morena con suavidad. Acercándose a su espacio en un gesto íntimo que le robó un gruñido bajo.

-Bienvenida de vuelta, Felpudo –. Saludo Lizzie con una sonrisa burlona hacia la loba que le miro por un momento.

Josie salto en su sitio al escuchar el apodo. Volteando con tal fuerza que su cuello bien pudo haber crujido pero no le sintió. Lo único que sintió fue como en un segundo su corazón se aceleró al máximo como un auto de carreras y sus piernas reaccionaban a correr hacia la cobriza que solo llevo sus ojos hacia su hermana por un instante para luego volver a ella. Centrarse en ella como si fuera lo único en el universo.

La bruja corrió atravesando la gran sala en unos segundos casi como un vampiro y se lanzó hacia los brazos de la loba que le sonrió todo el tiempo hasta atraparle entre sus brazos. Apretándole mutuamente con firmeza. Ocultando sus rostros contra el cuello de la otra. Inhalando sus perfumes, casi gimiendo al saborearlos directamente de la fuente.

Hope ronroneo sin poder evitarlo mientras Josie rio por lo bajo con ojos húmedos a la vez que le apretó un poco más el cuello.

-Volviste... –. Susurro luego de una pequeña lucha contra la presión en su pecho.

-Te di mi palabra, amor –. Respondió la cobriza con voz baja y levemente profunda que hizo estremecer a la morena entre sus brazos.

Ronroneo de nuevo y sin pensar depósito un beso en el cuello de esta, dejando sus labios más tiempo del debido pero por cómo la bruja le aferró y suspiro temblorosamente. Supuso que no hizo nada mal.

Se alejaron solo lo suficiente como para que sus frentes se encontrarán. Sus ojos se cerraron casi a la vez y juntas se sumergieron en la sensación del momento. En la calidez que se enrollo alrededor de sus corazón enloquecidos.

-Te extrañe –. Susurro Josie sin abrir sus ojos o alejarse, en su lugar se acercó hasta que su nariz comenzó a rozar la de la loba.

Hope retorno la caricia, acercándose un poco más hasta que el fantasma de sus labios se hizo presente –También te extrañe, amor. Demasiado.

Un suspiro lento escapó del pecho de Josie, que no podía resistir más las ganas de terminar con la distancia entre ellas y su sufrimiento.

-¡Bésala de una vez! –. Grito Lizzie con exasperación.

A la vez que se hacía escuchar otro grito –¡Hope Mikaelson!

Quien sabe cuál fue el que hizo saltar a las chicas y alejarse varios pasos…


Hola.

Lamento la larga duración del arco de la distancia. Se supone que solo serían uno o dos capítulos pero termino siendo todo esto, producto sin duda de que Josie me cuesta un poco de trabajo. Pero bueno, espero que les haya gustado y no me maten.

SeeU