Parte Uno

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Hola love. Buenos días.

Espero que tengas un excelente día. Te veo en el almuerzo ;)

Josie sonrió en el instante en que vio el mensaje. Cómo cada día.

Cada día desde que Hope Había vuelto, despertaba con una pequeña nota. Un mensaje que le mostraba que a pesar de todo lo que ahora tomaba el tiempo de la chica, está aún le recordaba y estaba al tanto de ella.

Solo había pasado un par de días desde la vuelta de Hope pero habían sido más que suficientes para que su mundo cambiará por completo. La solitaria loba ahora siempre estaba rodeada de gente. La manada. Ansiosos chicos que querían mostrar su valía y que disfrutaban de ser entendidos y escuchados por una alfa que básicamente era su hermana mayor. Nunca le dejaban a menos que ella lo pidiera, jamás les ordenaba, pero todos parecían comprender que necesitaba algo de tiempo a solas. Quizás excepto Raphael y Jed, que básicamente parecían que dormían fuera de su puerta por más que su alfa los persiguiera para que no lo hicieran y tuvieran tiempo para ellos también.

Hope realmente estaba luchando por enseñarles que debían aprender a ser sus propias personas y que esto no les haría menos parte de la manada. Y a la vez, tenía que mostrarles el calor de ser parte de una manada. El compañerismo.

Demasiado difícil, pensaba Josie.

Y luego estaba Pedro. Que básicamente había sido incluido en la manada porque no deseaba alejarse de la cobriza. Y si no podía estar con ella iba con las mellizas, saltando entre las tres durante todo el día. Aferrándose a ellas y su existencia hasta en sus sueños. Era casi como si hubieran vuelto a sus primeros días en la escuela.

Eso le preocupaba a la morena pero se convenció de que tal vez solo necesitaba tiempo. Que el temor de pérdida se fuera apagando en su interior aunque no por ello dejo de convencerle para tener terapia con Emma, tres veces a la semana en lugar de dos o una.

Todo eso. Junto a las brujas que últimamente habían estado inquietas, ocupaban sus tiempos. Dejándoles solo pequeños instantes para estar juntas aunque siempre había gente rodeándoles.

Su único momento a solas era por la noche. Hope le avisaba que salía a correr y le llamaba cuando volvía, sabiendo que Josie no dormiría hasta que supiera que estaba segura en su habitación. Entonces se quedaban hablando. Conversando de cómo había ido su día, del trabajo de la escuela o de cualquier cosa que les pasará por la cabeza. Y cuando el sueño comenzaba a rondarles, leían.

Uno o dos capítulos para que las pesadillas de Josie se perdieran entre los párrafos del Gran Gatsby. La nueva lectura elegida luego de un gran debate de si debía ser o no un clásico.

La bruja se dejó caer en su almohada soltando un suspiro. Quería tanto abrazar por horas a la loba. Escuchar su voz en vivo en lugar de por una bocina. Relajarse oliendo su aroma a bosque y lavandas. Pero en su lugar, tenía que conformarse con tener casi lo mismo que cuando ella estaba lejos y no bastaba.

Sabía que no era por gusto de ninguna, y estaba más que feliz y encantada por el esfuerzo que la loba ponía para dejarle saber que pensaba en ella tanto como está lo hacía en ella pero aun así no era suficiente. Quería más y aunque solo habían sido pocos días, cada nuevo le costaba un poco más estar apartada.

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Hope tenía cosas que resolver. Fuera de Pedro o la manada, su mente estaba en dos problemas básicos. Uno más simple y visible que el otro, pero igual de molestos.

Entro a su habitación. La ropa deportiva que vestía estaba sucia por la tierra de correr y entrenar un poco a los lobos en el bosque pero no le importo. Su mirada de concentro en la maleta que aún estaba cerrada y oculta en un rincón bajo su ventana. Un destello de magia y se abrió con normalidad. Tomo su sable y lo desenvaino hasta casi la mitad, mirando como la hoja relucía afilada y limpia.

Sus ojos se iluminaron y la guardo con firmeza. Cerró la maleta y se dio la vuelta para salir de su habitación, sabiendo que en cuanto lo hiciera, Jed y Raphael estarían a su lado.

Y así fue.

-Entrenare en el gimnasio –. Sus ojos se iluminaron y un gruñido bajo escapó de su pecho –Sola. Hagan correr la voz, no quiero que nadie se acerque sin importar lo que escuchen. Es una orden.

Los chicos bajaron la mirada en sumisión. Sintiendo el peso de las palabras de su alfa filtrándose en sus huesos.

-Pero… –. Trato de quejarse Raphael.

-No. Este problema es mío y aunque aprecio su apoyo, yo me haré cargo –. Hope hablo con firmeza con sus ojos azules de nuevo que mostraban el fuego de su enojo controlado –Yo le daré una lección que será mejor que no olvide.

Y sin más. La cobriza comenzó a caminar por el pasillo dejando a los lobos atrás con miradas dolidas pero aun así llenas de orgullo al ver a su alfa en todo su esplendor con el poder destilándose de ella a cada paso.

Soltaron un pesado suspiro al unísono y luego se miraron. Solo un segundo antes de salir corriendo para buscar a la manada y reunirse en un sitio alejado pero a la vez lo suficientemente cerca del gimnasio para que pudieran saber que su alfa estaba a salvo.

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Las miradas siguieron a la loba por todo su andar. A cada paso sentía su magia chisporrotear baja su piel y su enojo revolviendo de en su estómago con anticipación intensa al igual que su lobo que se paseaba con su interior casi con desesperación. Deseoso por desgarrar y dominar.

De mostrar que era un alfa y nadie debía ni pensar en amenazar lo que le pertenecía. Y sabía que tal vez por primera y única vez, Hope no le detendría.

O al menos no por completo.

Entro en el comedor con cabeza alta. Su cabello sujeto en una coleta desordenada dejaba a la vista su cuello tenso y sus líneas claras que se forzó en relajar en cuanto sus ojos se fijaron en su presa. Iluminándose por un segundo antes de volver a la normalidad sin que ningún gruñido llegará a escapar de ella.

Dio los últimos pasos, aproximándose mientras respiraba profundamente.

-Hola… Sebastián ¿Cierto? –. Pregunto con voz amable y quizás un poco dulce.

En cuanto su voz se hizo audible, el mundo a su alrededor se detuvo. El vampiro que ahora solo era seguido por dos brujas, escapo de sus brazos y se apresuró a ponerse de pie con su sonrisa encantadora fija en su rostro mientras sus ojos escudriñaban a la que le miraba con orgullosamente.

-Así es... Sebastián –. Soltó con una voz un poco más grave y varonil de lo normal. Le hizo una pequeña reverencia a la vez que se atrevía a tomarle la mano para llevarla a sus labios y depositar un beso en sus nudillos –Es un placer, señorita Mikaelson.

El lobo de su interior enloqueció ante el contacto. Mantenerlo bajo control y evitar arrancarle la cabeza le costó todo de sí, en especial hacerlo sin que fuera notorio. Pero al menos se permitió mirarlo con desdén y cierta amabilidad fingida que sus labios apretados mostraban con claridad –Tengo un pequeño problema y me dijeron que tú podrías ayudarme.

-Por supuesto. Cualquier cosa que necesite –. Afirmo alejándose de las brujas. Centrándose solo en la cobriza que asintió secamente satisfecha con su respuesta, dándole un pequeña sonrisa complacida que provoco que el vampiro le mirada intensamente con seguridad.

-Eras pirata ¿Cierto?

Sebastián frunció un poco su ceño y su sonrisa dudo por un momento –Lo fui en mis viejos días.

-Estupendo –. Ella dijo con entusiasmo y sonrió con su usual encanto tranquilo –Veras. Desde niña he tenido entrenamiento de esgrima pero aquí no hay con quien pudiera seguir... hasta ahora. Si es que estas dispuesto, por supuesto.

Sebastián sonrió ampliamente –Seria un placer, señorita Mikaelson.

Hope elevo su ceja con cierta coquetería –Bien. Entonces, vamos...

-¿Ahora? –. Soltó sorprendido.

-Ahora, o... ¿Tienes algo más que hacer? –. Pregunto ella mirando hacia las brujas que aguardaban la vuelta del chico que enseguida negó con una sonrisa.

-Nada importante –. Aseguro Sebastián, importándole poco que sus fieles seguidores le escucharan y se molestaran por ello.

Su atención estaba en la cobriza que le sonrió satisfecha -Muy bien. Porque no vas por tu espada y nos reunimos en el gimnasio.

Sebastián sonrió ampliamente, como un astuto zorro que tenía a su presa a la vista –Permíteme un segundo y caminar juntos.

En un instante, el vampiro desapareció en un borrón.

Hope volteo hacia la puerta siguiendo el manchón del vampiro. La sonrisa desapareció y su mano se apretó alrededor del objeto invisible a la vez que sus ojos se iluminaban mientras su semblante se endurecía y el parecido con su padre de pronto se volvía más que evidente ante los presentes que se encogieron en su sitio tratando de desaparecer.

La loba ignoro al mundo y con la oscuridad rondando sus el contorno de sus ojos. Con firme paso avanzo hacia la salida del comedor y siguió el camino sin preocuparse por esperar al vampiro. Ni siquiera tuvo que hacerlo. Apenas llego a la puerta del gimnasio cuando él volvió a su lado con su sonrisa seductora fija en su rostro.

-¿No pudiste esperar? –. Dijo con tono juguetón.

-Yo no espero –. Refuto secamente la cobriza.

-Por supuesto que no –. Afirmo Sebastián –Siendo tan hermosa no debes hacerlo.

Hope sonrió secamente. Sin energía y tratando de resistir el impulso de borrarle la suficiencia de su cara pero se contuvo. En su lugar, entro en el sitio seguida por el vampiro y enseguida se dio la vuelta para cerrar las puertas, susurrando un hechizo de barrera. Sebastián le miro con cierta duda.

-No queremos ser interrumpidos ¿Cierto? –. Soltó ella con simpleza.

La sonrisa del vampiro se amplió –Cierto.

La loba paso a su lado con andar orgulloso y elegante, justo como su tía Rebekah le había enseñado a "deslizarse" como lo llamaba. Sabía y sentía la asquerosa mirada del vampiro recorriéndole pero solo apretó los dientes y fue hacia el otro lado mientras sus ojos destellaban con intensidad. Su magia hizo brillar el objeto que todo el tiempo había estado oculto en su mano todo el tiempo, volviendo visible el sable con incrustaciones de piedras preciosas y oro. Se agacho al final del cuadrilátero dejando el arma sobre la colchoneta para luego quitarse la sudadera que lanzo al suelo quedándose solo en una ajustada camiseta de tirantes, al otro lado el vampiro hacia lo mismo pero lo ignoro.

En su lugar se concentró en desenvainar su sable. La empuñadura de oro y mármol blanco se amoldaba perfectamente a su mano, los zafiros a lo largo de la guarda centelleaban y la hoja limpia resplandeció ante el toque de la luz del día.

"-¡¿Es para mí?!

-En efecto, princesa –. Elijah le sonrió amorosamente y deposito la caja de madera pulida en la cama de una adolescente de ojos llenos de infantil entusiasmo aun a pesar del peso de la vida.

De su vida trágica. Esos pequeños momentos alrededor de su familia donde podía ser solo una niña más, Elijah casi no los había vivido pero los pocos momentos que había tenido los atesoro profundamente.

Tomo el sable y lo entrego a la joven que enseguida lo desenvaino por completo, sonriendo ante el resplandor de la hoja que ilumino su rostro.

-Perteneció al último zar de Rusia. Fue empuñado por cada zar, desde Pedro I hasta Catalina la grande... que mejor hogar que entre tus manos, mi querida princesa.

Hope le sonrió brillantemente con lágrimas formándose en su rostro. Envaino el arma y se lanzó a los brazos de su tío, aferrándose a él con todas sus fuerzas mientras lagrimas resbalaban por sus mejillas por sus últimos minutos juntos..."

El nudo en su garganta fue casi asfixiante pero la cobriza se obligó a pasarlo a la vez que se esforzaba por alejar los recuerdos. Dejo la vaina en el suelo y se puso de pie, moviendo su brazo de un lado a otro mientras volvía a acostumbrarse al peso del metal en su mano. No es que fuera demasiado pero su ligereza siempre conllevaba un trabajo diferente que el esfuerzo de levantarla. Una concentración para que los movimientos fluyeran.

Sebastián casi rio al verla jugar con el arma como si solo sacudiera una rama pero no se permitió dejarla ir. En su lugar, se acercó al centro de la colchoneta sin su chaqueta y con la camisa casi abierta por completo dejando a la vista su torso cincelado.

Hope casi bufo al verlo. Negando en silencio a la vez que pensaba que sin duda Lizzie tenía un tipo, quizás debería llevarla a New Orleans a una de las fiestas de la manada. No dudo de que le hiciera feliz y al menos ahí tendría la seguridad de que le tratarían correctamente.

-Es una hermosa arma... va perfecto con sus preciosos ojos.

La cobriza se encogió en su sitio y le miro con indiferencia –Herencia familiar venida de una casa real...

-Es justo que termine en manos de otra noble realeza –. El tono lambiscón fue obvio y causo un estremeciendo de aversión en la loba.

-¿Deberíamos...? -. Pregunto secamente acomodándose en guardia sin elevar su arma aun.

Sebastián sonrió satisfecho, casi como si disfrutara verla de aquella manera combativa –Por supuesto.

"-Relájate... respira profundamente y deja que tu cuerpo fluya. La hoja solo es parte de tu brazo, le da más alcance... es lo único diferente y tu controlas tu brazo. Controla tu fuerza..."

La voz de su tío cruzo por su cabeza a la vez que el metal era elevado en la habitación. Las puntas se cruzaron al igual que sus miradas que se endurecieron, al menos la de ella porque el parecía casi burlón. Se dieron un seco asentimiento casi al unísono y sin más el movimiento comenzó.

Una danza donde los pasos eran marcados por el golpear del metal. Avanzando y retrocediendo por la sala en un vals ágil a velocidad casi humana. Aburrida y sin fuerza pero igual de cautivadora.

El lobo en su interior gruño lleno de enojo ante la clara muestra de consideración de parte del vampiro que no abandonaba su porte elegante y juguetón. Los ojos azul profundo se combinaron con un pequeño toque de oro y a la vez que un suspiro lento y controlado salía por sus labios, su ímpetu se acumuló en su pecho. Siendo liberado en una firme estocada directa al pecho de su oponente que trastabillo un poco. Sorprendido ante la velocidad sobrehumana.

Hope elevo su cabeza orgullosamente y le miro con sorna aunque no por ello dejo de moverse. Golpeando una y otra vez hasta que consiguió un claro corte por todo el pecho del vampiro que siseo con dolor y le miro con ojos oscuros.

-No sé si lo habías notado pero lo dejare en claro… Será mejor que pelees como si quisieras matarme, porque ciertamente yo lo hare –. Dijo la cobriza con tono firme.

Semblante serio y una pequeña sonrisa petulante llena de desdén contra su oponente que apretó los labios con molestia.

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Josie iba dejando la biblioteca cuando vio pasar algunos lobos ansiosos hacia la sala.

Por simple inercia les siguió. Esperando encontrar a su alfa y quizás pasar un momento juntas, pero en su lugar se encontró a la manada reunida en el salón principal. Ocupando un rincón donde se hallaban sentados o de pie, moviéndose sin parar. Luchando por quedarse en el sitio aunque sus cabezas iban y venían como si negaran siendo obvio que tenían las miradas perdidas y que sus oídos eran los que estaban atentos a algo pero no entendía o lograba escuchar que era.

Entonces se fijó en Raphael. Sentado sobre una mesilla con sus manos enterradas en su cabeza y sus ojos brillando con intensidad hasta rozar el descontrol. Su cuerpo temblando y su rodilla saltando. Sus gruñidos bajos se unían a los del resto de la manada. Era obvio que todos luchaban por controlarse y permanecer en el sitio.

Jed iba y venía por el sitio. Sacudiendo la cabeza y gruñendo sin parar pero aun con sus ojos iluminados, en cuanto alguno de sus compañeros trataba de moverse del sitio, él les regresaba con un empujón.

Gruñéndoles en la cara –Quedarse.

La bruja frunció su ceño desconcertada. La manada era un desastre y Hope no estaba cerca.

Su estómago dio un vuelco pero su pecho se encogió al siguiente instante cuando los lobos soltaron al unísono.

-Sangre.

No soportaron más y se apresuraron a salir corriendo por el pasillo, con Josie uniéndoseles.

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Hope gruño profundamente pero su guardia no bajo. Su brazo sangraba por un corte profundo de una estocada que apenas había logrado esquivar pero al menos había logrado apuñalar el muslo del vampiro que lucía igual de molesto.

El escándalo de pasos fue obvio para sus oídos pero ninguno volteo a ver. Sus miradas seguían al otro, el combate no había terminado. Era obvio que era la manada pero Hope sintió la magia, las brujas se habían unido al espectáculo pero nadie podría pasar, se había asegurado de ello.

-¡Josie! ¡¿Qué es todo esto?! –. Grito Lizzie apareciendo por el pasillo. Empujando a los que se atravesaban en su paso sin cuidado hasta llegar junto a su hermana.

-No lo sé –. Soltó la morena con cierto pánico luchando por pasar hacia las puertas del gimnasio.

Lizzie estaba a punto de ayudar cuando Raphael y Jed básicamente se lanzaron frente a ellas y con poca delicadeza tomaron del cuello o empujaron a los que estaban a su paso. Tomando las manos de las chicas para llevarles hasta enfrente del grupo.

Confusas, se dejaron llevar.

Josie sintió que perdía el color y sus piernas temblaban al asomarse por el cristal de la puerta. Ahí en el centro Hope y Sebastián peleaban a una velocidad vertiginosa. Hiriéndose con sus espadas sin que ninguno flaqueara en la energía de su danza.

-Pero ¿Qué…? –. Susurro Lizzie sin palabras. No por los movimientos o la clara escena de piratas del caribe representada, sino porque Hope lo estuviera haciendo. Ella jamás había luchado con nadie a menos que se le obligara y casi como última opción.

Esto no lucia como algo así.

Entonces su hermana se movió y ella despertó. Salió de su mente para seguirle. Viendo como la desesperación era clara en los ojos caobas de esta que peleaba contra las cerraduras.

Josie trato de golpear la puerta con sus puños. El cristal o lo que fuera. Desesperada ante la visión de sangre proveniente de la cobriza. Intento sujetar los pomos de las puertas pero estos desaparecían, golpeó pero la magia simplemente evito el contacto como si jamás lo hubiera dado. Trato de tomarlo pero enseguida alejo su mano, sintiendo como sus venas ardían ante la potencia de la magia.

Lizzie también lo sintió y resopló con dolorosa molestia mientras sacudía su mano –Estúpida Felpudo. Te electrocutare en cuanto pueda pasar… –. Volteó hacia su hermana y frunció su ceño ante las lágrimas que se acumulaban en sus ojos y su puchero profundo –Jo. Hagámoslo juntas, quizás así podamos con él.

Josie solo asintió con ansiedad.

El tiempo se acabó. Hope lo sabía desde el instante en que su aroma se filtró con claridad en el sitio.

Desde un inicio había sido consciente de que no tendría demasiado. Una lástima, porque a pesar de las heridas estaba disfrutando jugar con el vampiro.

Por primera vez, ella no inicio el siguiente choque.

Cuando la mirada de Hope fue hacia la ventanilla. Perdiéndose al cruzarse con los charcos caobas de Josie, se fijó en ellos tratando de tranquilizarse. De prometerle que todo estaba y estaría bien.

Sebastián aprovecho ese instante.

La cobriza apenas alcanzo reaccionar a mover su sable hacia un lado con torpeza provocando un seco choque que le hizo trastabillar aunque al final cayo cuando el vampiro le golpeo con su hombro lanzándole al suelo. Giro sobre su espalda y se puso de pie en un movimiento. Intentando ignorar el grito desesperado de la morena cuando le vio volar por los aires, su miedo solo estaba causando que su lobo se agitara más.

Clavo su talón en el suelo al instante en que estuvo de pie y se lanzó hacia enfrente al ver como el vampiro ya iba en camino. A solo un metro volvieron a chocar y continuaron recorriendo el sitio. Desconectándose del escándalo fuera del sitio. Los metales casi se partiera ante sus embistes pero ambos tenían el control suficiente como para que no lo hicieran pero los arremetes de su cuerpo no eran de la misma forma. El control no estaba en ellos y sus torsos se encontraban con brutalidad forzando a sus piernas a resistir para no caer aunque tropezaban por momentos pero eso no les detenía, solo les impulsaba por todo el sitio con cierto ritmo que casi era juguetón.

Un tembloroso resoplido salió de la cobriza a la vez que su mirada clavaba en la del vampiro que la retorno con la misma fiereza…

"-Sé que piensas que somos invencibles y que esto es un juego de impulso pero ninguna de las dos cosas lo es –. Elijah le rodeo en un círculo con su espada apuntando el suelo. Ella le siguió con su mirar sin moverse de su sitio dejando que su cuerpo se relajara aunque su pequeña mano se aferraba a su sable –Hope… Toda batalla. Por más simple que parezca, siempre es un ajedrez… Y en ocasiones para ganar, hay que saber sacrificar un poco…"

Sus ojos se bañaron de un precioso ámbar resplandeciente. El mundo se silenció dejando a sus oídos solo el delicioso susurro de un gruñido bajo y amenazante proveniente de su pecho. Apretó el agarre en su empuñadura y se lanzó al combate. Encontrándose con Sebastián justo en el medio.

Josie se paralizo al ver los borrones que se dirigieron hacia el mismo destino y el color le abandono cuando las primeras gotas de sangre cayeron al suelo. El sonido se perdió en el pasillo, o quizás fue que solo sus oídos pudieron centrarse en el latir de su pecho que se estrujo dolorosamente.

-¡No…! –. Grito al ver como la loba escupía sangre.

Un gemido escapo de los labios del vampiro que apretó sus dientes a la vez que bajo sus ojos para ver el sable que atravesó su estómago justo bajo su caja torácica. El simple respirar le provocaba un terrible dolor pero no hizo retroceder su cuerpo. O su espada. Hundida justo sobre el pecho de la loba que mantenía su mandíbula apretada con sangre colorando sus labios.

En un instante; esta retrocedió un par de pasos para sacar el metal de su cuerpo dejando el suyo en el interior del vampiro. En un rápido movimiento se giró habiéndolo aferrado por la muñeca que aún está en alto, estrello su espalda contra su pecho y siguiendo el impulso, elevo su codo dejando que se estrellara con todas sus fuerzas en medio de la cara de Sebastián que trastabillo hacia atrás aturdido y con ojos llorosos. Soltando un quejido en cuando se movió.

La loba volvió a sujetar su arma y lo giro en su interior. El dolor obligo al chico a doblarse y escupir un chorro de sangre al suelo para al siguiente momento ser golpeado en la frente por la rodilla de la cobriza que le vio caer con semblante frio y ojos que mantenían su perfecto y claro tono dorado.

Sebastián cayó al suelo olvidando su agarre en su espada y en su lugar se dobló en su sitio. Aferrándose a su barriga. Tratando de cubrir la herida que sangraba profusamente.

-Realmente la dieta animal es mala. Eh –. Dijo Hope con tono neutro. Amenazante por lo indiferente que sonaba y su mirada que se mantuvo en el vampiro que le miro con enojo –No me mires así. Yo te dije que iba a tratar de matarte, no estaba mintiendo –. Sonrió inocentemente. Al siguiente instante elevo su sable para luego penetrar el lado derecho de la cadera del chico hasta clavarlo al suelo. Fijándolo de una forma torcida. Sebastián soltó un grito agónico y golpeo su puño contra el suelo mientras ella se hincaba a su lado. Con un gruñido amenazante y voz profunda, dijo con claridad –Vuelve a meterte con los Saltzman… solo piensa en ellas siquiera y te doy mi palabra que suplicaras que mi sable te arranque de tu miseria ¿Entendido? –. El vampiro soltó un jadeo pero no respondió. La loba en un simple movimiento tiro de su espada hacia ella, como si fuera alguna clase de palanca que arranco un grito agónico de este –¿Entendido?

-¡Si! Si… entiendo. ¡Entiendo…! –. Grito el chico.

Hope se irguió sonriendo con labios apretados y evidente arrogancia. Sacando el sable del suelo y el vampiro a la vez que se ponía de pie mirando hacia las puertas. Casi sorprendida al verlas abiertas con Josie, Lizzie, Raphael y Jed al frente de la comitiva que se amontonaba en las puertas pero no se inmuto.

-Magnifico –. Soltó casi con entusiasmo burlón y simple. Comenzó a andar hacia los demás que retrocedieron, al menos las brujas y vampiros pero no los lobos o las mellizas que le miraban desconcertadas –Deberías ir a la enfermería a que te curen. No queremos que mueras ¿Cierto?

Nadie se atrevió a acercarse a Sebastián. Ni siquiera sus fans que miraron solo a la loba que camino hacia Jed y Raphael, a la vez que susurraba un hechizo que desapareció la sangre de su arma y del gimnasio aunque pronto un pequeño charco volvió a aparecer bajo el vampiro.

Le entrego su arma a Raphael y miro hacia Jed –Váyanse de aquí. Los quiero lo más lejos de esto. Ahora.

Los lobos acechaban al caído pero la potencia en la última palabra de su alfa y su propia presencia que retrocedió algunos pasos para cubrir al vampiro con su cuerpo, les hizo bajar su mirada e instintivamente retroceder para dejar de encararle. Hope asintió secamente hacia ellos y todos retrocedieron a la vez, en silencio bajo las miradas sorprendidas del resto del alumnado en el que ella se fijó con seriedad retándoles a burlarse o decir algo.

Su mano fue instintivamente hacia su hombro que había sufrido un profundo corte. Iba cerrando correctamente dejando como huella de su presencia solo la sangre que había escurrido levemente por su brazo. Descuidadamente paso su pulgar por la línea. Aguantando el dolor solo para sentir cuando había sanado. Llenando su pulgar de sangre que llevo a sus labios y chupo para limpiarlo como si fuera nada. Las brujas retrocedieron en ese instante y los vampiros casi a la vez al ver su mirar indiferente.

La silenciosa fuerza que esta despedida era toda una amenaza que nadie podría ignorar.

Hope pudo oler el amargo aroma del miedo llenando el gimnasio. Jamás había sido tan claro en su presencia y le incomodo pero su lobo se negó a permitirle que retrocediera. Inflo el pecho con orgullo y dirigió una mirada desdeñosa hacia la gente antes de gruñir por lo bajo. Tan bajo que solo ella lo sintió y sabía lo que significaba.

Se dio la vuelta, lanzando su cabello hacia su espalda y camino hacia las puertas traseras del sitio. Pasando junto a Sebastián al que ignoro como si no existiera, o estuviera quejándose en el suelo ante el dolor de un hueso perforado y tripas cortadas.

-¡Hope…! –. Llamo Josie con urgencia. Siguiéndole casi por instinto sin importar su entorno y como eran observadas.

-Lo siento pero ahora no puedo hablar –. Soltó la cobriza con voz firme sintiendo como sus ojos volvían a permanecer en un tono dorado y se negaban a retroceder.

Su lobo se revolvía en su interior. Furioso por no dejarle terminar con aquel que se había atrevido a retarles, o más importante aún. Que se había atrevido a ofender y amenazar a Josie. SU Josie. Desgarrarlo en partes era la mejor idea que tenía y que había tenido durante todo el combate. El deseo de sangre era tan intenso que era casi incontrolable.

Debía irse, y pronto. Alejarse y tomar un poco de aire. Liberar energía a su manera antes de que dejara de ser a su manera.

La temperatura de su cuerpo se multiplico para cuando faltaban unos metros de las puertas y sus huesos comenzaron a crujir pero no permitió que eso mermara de alguna manera su paso altivo y orgulloso hasta que salió. El aire comenzó a presionar sus oídos como en una burbuja llena de presión que silencio el mundo a su alrededor pero incremento el sonido de sus huesos incomodos y el latir intenso de su corazón que aun deseaba una pelea.

Se apresuró hacia los bosques tratando de que la urgencia en su interior no fuera notoria pero en cuanto paso la línea de árboles, su paso se aceleró. Aun luchando por no dejarse arrastrar por sus instintos pero eventualmente, casi corrió hasta pasar el viejo molino.

Sus manos temblaban mientras trataba de quitarse la camiseta que básicamente no podría volver a usar porque entre sus tirones firmes la había rasgado. Se detuvo un momento para respirar profundamente.

-¡Hope ¿Qué demonios fue eso?! –. Soltó Josie al entrar al pequeño prado trasero del viejo molino.

La cobriza gruño por lo bajo luego de dar un gran salto –Maldita sea, Josie. Ahora no, por favor vete.

-No –. Dio un paso al frente a pesar del gruñido –Vamos a hablar y me vas a explicar que fue todo eso ¡¿Por qué pelearías con un vampiro?! ¡Y con espadas!

-No puedo… vete y déjalo… –. Susurro Hope negando aferrándose a su blusa con tanta fuerza como se aferraba a su control. El dolor de las heridas, abiertas o no, seguía ahí al igual que el enojo –Juro que hablaremos… pero… pero no ahora por favor…

Josie le ignoro por completo y siguió discutiendo –¡No! ¡No lo dejare y ya! Dios, Hope. Pudo matarte… pudiste matarlo y sé que no quieres eso… ¡¿Y porque?! ¿Tonterías de territorio? ¿Para mostrar tu poder como alfa?

-No… no fue por territorio… no por poder… soy el alfa –. Con voz profunda reafirmo –Soy el alfa.

-¡Entonces ¿Qué…?! ¿Qué fue tan importante para que te arriesgaras así? –. Grito Josie enojada.

Hope no pudo más. En un parpadeo estaba frente a la bruja y en el siguiente le tenía sujeta contra el tronco de un árbol. Sus manos eran garras y sus ojos brillaban intensamente. Sus labios se elevaban dejando a la vista sus colmillos listos para desgarrar y un gruñido bajo y continúo. Intenso y firme. Resonaba de su pecho.

Con todo ello, Josie ni siquiera sintió más que un leve empujón. Encerrada entre el cuerpo de la cobriza y el tronco del árbol sin sentir ningún temor a pesar de lo que veía.

-Por ti… –. Gruño Hope con voz áspera –Por ti y Lizzie… el muy bastardo seguía soltando mierda de ustedes y yo… yo no pude soportarlo más… no voy a tolerarlo más…

Mientras hablaba sus garras se iban incrustando más. Arañando profundamente. Llenando sus puños de astillas y trozos de madera tan gruesos como el dedo de un hombre o más, y aunque se incrustaban en su piel, no podía parar. Su mente regreso a todos los murmullos que había escuchado desde su regreso, a lo que Raphael, Jed y los otros lobos le contaron.

Su sangre hervía y el deseo de destrozar ya no era solo de su lobo. Su furia llego tan de golpe como sus pensamientos y no pudo hacer nada para evitarlos. A ninguno de ellos.

Josie colocó sus manos en su cuello anclándole al sitio. Viendo cómo la loba luchaba por controlar su furia. Sintiendo la necesidad de no dejarle ir. Teniendo miedo porque no volviera, así que le sostuvo con firmeza y trato de ver su rostro pero la cobriza rehuyó su mirar concentrándose en el suelo.

-Lo siento… yo… realmente lo siento. No quería causar problemas es solo que… todo lo que dijo de Lizzie y yo… lo siento… –. Susurró sintiendo el peso de la culpa acumulándose en su pecho. Presionando tanto ante el recuerdo de la sangre, que sus ojos se llenaron de lágrimas que se deslizaron lentamente por su rostro mientras mordía su labio inferior para evitar soltar un sollozo.

-No, love –. Susurró la cobriza aún con voz profunda dejando en evidencia que aún luchaba por no gruñir. Se forzó a elevar su mirar y al ver las lágrimas quiso limpiarlas pero no se atrevió a dejar de aferrarse al árbol. Temiendo herirle sin querer –Nunca te disculpes por proteger a tu familia… Lizzie es tu hermana y es comprensible que hayas golpeado. Estoy orgullosa, muy orgullosa de ti y sí el imbécil no fuera tan idiota… yo… nada de esto hubiera pasado –. Un gruñido escapo de ella pero la morena apretó más su agarre y sostuvo su rostro en su sitio. Mirando directamente hacia sus ojos iluminados sin temor –Pero en su lugar siguió hablando… de Lizzie… insinuando que tú y el… y yo lo perdí –. Negó en silencio –Esto es mi culpa… no pude soportarlo y tenía que hacerlo callar. Tiene tanta suerte de que no lo haya destrozado… pero todo está en mí. No hiciste nada malo. Te suplico que no te culpes… cúlpame a mi si eso te hace sentir mejor pero no te lastimes. Te lo ruego.

-No puedo –. Susurró la bruja y acercó su frente al de la loba. Recargándolos en un dulce toque –No puedo ni quiero culparte, solo estabas protegiéndonos.

-Y tú protegías a Lizzie.

Ella sonrió suavemente. Sintiendo su corazón llenándose de calidez al ser comprendida en lugar de reprendida –Lo hacía…

-Entonces tampoco puedes culparte ¿Cierto?

El tono suave de Hope volvió y sus garras fueron desapareciendo pero no el brillo en su mirar. Con sus manos de vuelta, las deslizó delicadamente alrededor de la cintura de la bruja que rodeo su cuello. Aferrándose a la otra con dulce firmeza. Un ronroneo escapó de la loba que instintivamente escondió su rostro contra el cuello de la morena. Perdiéndose y deleitándose ante su aroma que inhaló profundamente con comodidad. Con felicidad al sentirla sana y salva entre sus brazos.

-Cierto –. Afirmo Josie. Igualando sus movimientos y sonriendo ante la lavanda que le rodeo y calmo aunque pronto el aroma a sangre hizo que su miedo volviera a burbujear. La tensión volvió a ella –Por favor no… no vuelvas a herirte por mí. Yo… no soportaría que algo te pasara. No quiero perderte.

-Oh, love. Jamás me perderás –. Hope entendió lo que pasaba. Entendió porque su lobo volvía a retorcerse ante el aroma amargo proveniente de la bruja. Detestaban ese aroma en ella. El aroma del miedo. Se alejó un poco de su agarre. Solo lo suficiente para que pudieran mirarse y con suavidad tomo una de las manos en su nuca para conducirle a su pecho. A la herida que estaba terminando de cerrar. Dejo que lo dedos sintieran la sangre que perdía frescura y como la marca se desvanecía lentamente –Estoy bien. No es grave y sano perfectamente. Me gustaría prometer que jamás volveré a herirme por defenderte pero me temo que siempre lucharé por ti, Jo... Siempre.

Josie le sonrió suavemente con lágrimas de alivio resbalando con mayor rapidez –Eso no me tranquiliza lo más mínimo.

-Lo sé –. La cobriza rio por lo bajo –Y quisiera poder mentirte pero creo que eso te enojaría más.

-Eso sin duda me enojaría más –. Afirmo con firme molestia la bruja y un puchero demasiado lindo que la loba deseo eliminar con sus labios pero se contuvo.

Sonrieron casi riendo por lo bajo. Deslizándose hasta aferrarse al abrazo permitiendo que sus rostros estuvieran a solo centímetros, con las puntas de sus nariz rozándose y sus perfumes combinándose en el ambiente a su alrededor. Sus ojos se cerraron y solo se relajaron dejando que sus respiraciones lentas y suaves fueran las que intentaran calmar sus pechos agitados. Ya no más por el enojo o la preocupación. Solo por la simple cercanía de la otra.

Los minutos pasaron pero fueron tan ligeros. Tan en calma. En casa, que ninguna lo noto. Solo se aferraron a la comodidad y confort, en lo profundo de sus mentes buscando la manera de que durada más gracias a una explicación perfectamente lógica en lugar de tener que aceptar lo que realmente sentían y que era lo único que pasaba por sus cabezas.

Y cuando Josie sintió que las palabras estaban por deslizarse de sus labios, se apartó casi en un salto. No escapando del agarre pero si de la cercanía de sus rostros buscando un poco de claridad. Desesperada por no hacer una tontería. Ignorando el gruñido bajo molesto de la loba que hizo una leve mueca mientras lentamente salía del estupor. Sus ojos aun brillaban con intensidad y por supuesto, fue notado por la bruja.

-¿Todavía quieres correr? –. Pregunto con una sonrisa.

-No realmente… Todavía quiero desmembrarlo y dejarlo empalado en un árbol, aun no decido si con un hechizo que ayude a que dure más o dejar que la naturaleza siga su curso –. Respondió con simpleza la loba encogiéndose como si estuviera conversando del clima mientras la bruja dejaba caer su mandíbula y le miraba con preocupación junto a un toque de reprimenda preparándose. Al notarlo, la cobriza le sonrió inocentemente –Así que… creo que sí. Aun debo ir a correr.

-Sip. No hay duda –. Afirmo la morena.

Hope frunció levemente sus labios al bajar su mirada y notar que para irse, tendría que dejar ir a la bruja. No quería. Ni ella ni su lobo. Casi con tristeza miro a la morena que no pudo reconocerlo gracias a la ferocidad de sus ojos lobunos que nunca dejaban de ser amenazantes. Josie se había acostumbrado a ellos aunque no siempre estaba seguro de lo que querían decir. Como ahora.

Sus puños se apretaron al instante que su agarre se soltó y se apresuró a retroceder un paso grande para no volver a sujetarle. Un gruñido vibro en su pecho pero con todas sus fuerzas, mordiendo su labio lo silencio.

-Sera mejor que me vaya… –. Dijo casi con evidente presura y se obligó a retroceder varios pasos más sintiendo como su lobo se revolvía en su interior.

Molesto por la lejanía. Ansioso por la cercanía y deseoso por restregarse y jugar con la bruja. Pero al menos, su máscara indiferente familiar volvía a funcionar. O eso esperaba.

La morena le miro sintiendo como el desánimo iba aumentando en su pecho conforme los pasos eran dados –Si… yo… –. Apretando sus labios en un pequeño puchero retrocedió pero negó por lo bajo. Guardo sus sentimientos y se centró en su la cobriza –Por favor, ten cuidado.

Hope sonrió y asintió secamente –No te preocupes. Estaré bien… –. Dudo en darle la espalda, apenas giro y volvió su vista hacia la bruja que le miraba con la misma confusión que le inundaba –Te llamare más tarde ¿Ok?

-Si. Está bien –. Afirmo la morena.

Sonrisas forzadas se fijaron en sus rostros. Aquellos que no dejaban de encontrarse a los segundos porque volvían sus miradas. Luchando por dar más pasos que acrecentaran su distancia pero eventualmente está fue demasiada.

Josie se detuvo frente a las puertas del viejo molino. Apretando su puño sobre su pecho que se revolvía en una dolorosa desesperación y desilusión ante el razonamiento de su cabeza. No había nada entre ellas. No dejaba de repetirse, como un mantra que en lugar de ayudarle a tranquilizarle solo le estaba volviendo más inquieta. Más posesiva y deseosa por tomarle y volver a besar los labios con los que seguía soñando, despierta o dormida.

Aun cuando Hope había cambiado tanto desde su vuelta. Aun cuando le procuraba y rondaba, le escuchaba y le hablaba a cada momento libre. Aun cuando le miraba con tal intensidad que no importaba la distancia y siempre hacía temblar sus rodillas, ella sabía lo que pasaba. Ella sabía la verdad y está era que Hope y su lobo habían encontrado un punto medio respecto a ella. Solo era eso.

No había más.

No romance.

Hope nunca había pensado de esa forma en ella y lo sabía. Todo esto. Era producto de su lobo que amplificaba la amabilidad que la cobriza usualmente le había dado en pequeñas gotas a lo largo de su vida pero no significaba más.

No eran nada más.

Y mientras ese razonamiento al que había llegado desde la vuelta de la loba se repetía tratando de matar toda la ilusión en su pecho. A varios metros; pasando la parte trasera del molino y perdiéndose un poco entre los árboles que se volvían más densos, Hope se doblaba bajo el dolor de sus huesos destrozándose y volviéndose a formar de diferente forma hasta que su lobo fue liberado.

El dolor de las heridas y los golpes se fusionó con el del cambio. Intensificándose. Aturdiéndole provocando que soltará el control por un instante.

El instante suficiente para que su lobo se apresurada a volver por sus pasos. Soltando un ladrido feliz antes de taclear a la bruja y llevarle hasta el suelo.

La morena soltó el aire pero enseguida sonrió al sentir al animal que se restregaba contra su torso, empujándose con sus patas para tener mayor contacto. Con su hocico buscando sus caricias y casi reclamándolas con enojo por no tenerlas ya.

Una risa suave y relajada escapó de la bruja que sin tratar de levantarse comenzó a cepillar con sus uñas todo lo que pudo alcanzar del lobo. Desde su cabeza hasta donde sus costillas finalizaban y de vuelta. Provocando ronroneos que hicieron vibrar su propio pecho ante su profundidad.

Las garras se enterraron profundamente en el suelo y el cuerpo del lobo subió lo suficiente para que su hocico quedara a la altura perfecta para lamer sin parar las mejillas de la morena que salto tratando de alejarse. Levantando sus manos para detenerle aunque lo único que provocó fue que el animal se pusiera un poco de pie para atacarle desde los aires.

-No… espera… basta Hope… –. Soltó Josie entre risas. Animando más al animal que se deleitaba ante el sonido.

"Maldito tramposo". Gruño Hope en su interior pero no peleó por detenerlo. Le dejo tener el momento que hincho su corazón y le hizo sonreír suavemente.

Al notar que el aire disminuía en la bruja que jadeaba, el lobo le dejo en paz. Volviendo a recostarse y acomodando su hocico sobre su clavícula. Tomando casi directamente la esencia de la bruja que se estremecía ante su respiración caliente golpeando su cuello.

Josie le rodeo con fuerza entre sus brazos y le miro a los ojos con ternura –Ey tú. Extrañaba verte de esta forma.

Hope le miro y le dio una pequeña lamida a la parte baja de su mentón "También extrañaba esto".

El lobo se relajó por completo con su control fluctuando entre la persona y el animal pero no había discusión. Ninguno dominaba por completo y estaban bien con ello, porque estaban completamente de acuerdo que ahí es donde querían estar. Dónde eran felices y estaban en paz.

Josie también lo era. Sus pensamientos y mantra estaban olvidados. Por ese momento, solo se concentró en sentir a Hope. Su calor. Su magia. Su ternura en su mirar que solo en ella estaba. Su ronroneo que sentía que le decía algo dulce pero no sabía lo que era.

"Eres preciosa…"

"Tan dulce…"

"Tan fuerte…"

"Siempre te protegeré…"

"Esperarte es una tortura que vale por completo la pena…"

"Te quiero…"

Susurró Hope en un ronroneo y su lobo reaccionó a dar una lenta lamida al cuello de la bruja que se encogió en al sentirle sin que sus miradas dejarán de estar unidas.

Sintiendo que sus corazones enloquecían aunque una no tenía claro el por qué pero aun así, Josie le aferró entre sus brazos y se estiró para depositar un beso sobre su nariz.

Deteniéndose por varios segundos en el contacto para deleitarse con calidez compartida…