Josie mantuvo sus puños apretados durante casi toda la reunión. Relajándose solo cuando la loba se situaba a su espalda y en secreto le acariciaba dejándole saber que estaba ahí aunque realmente no fuera necesario.

Y es que durante todo el tiempo, Penélope siguió con su mirar a la loba. Sonriéndole con coquetería y casi tocándole demasiado para su gusto. Susurrándole preguntas al oído aunque no era necesario y riendo coquetamente aferrándose a sujetarle del brazo aunque la cobriza casi rehuía de ella.

Minuto a minuto, los nervios de la morocha se fueron alterando más y más hasta que estaba a segundos de golpear a alguien pero su hermana lo evito siempre. Sintiendo la furia en su vínculo que le hacía erizarse por completo, Lizzie llegó a reaccionar para arrastrarle al otro lado de la habitación.

Por desgracia eso le daba más confianza a la pelinegra que aprovechaba el espacio para acercarse más a Hope que confundida e incómoda le dejaba juguetear a su alrededor sin saber cómo quitársela de encima sin tener que noquearle o lanzarle al otro lado de la escuela. Mal ejemplo de control.

Para su fortuna. Jed y Raphael fueron a buscarle minutos antes de que acabara la reunión así que básicamente escapó corriendo del sitio.

Josie al verlo suspiro y no pudo evitar sonreír cuando la loba se tomó un momento para tomar su mano y darle un pequeño apretón cariñoso mientras se despedía de todas. Pero en cuanto está desapareció, su enojo se centró en la bruja que le sonrió con orgullo desde el otro lado de la habitación mientras le saludaba con petulancia.

Su paciencia se acabó. En el instante en que todas se despidieron y la inscripción de algunas termino, la morocha sujeto con firmeza a la bruja antes de que abandonara el sitio.

Tiro de ella con firmeza y le impidió escapar hasta que se quedaron solas.

-¿Qué mierda fue todo eso? Penélope –. Siseo con dientes apretados.

La pelinegra se soltó de su agarre con simpleza –¿De qué hablas? JoJo… yo a eso lo llamo una presentación exitosa.

-Sabes bien de lo que hablo –. Josie le encaró con puños apretados –Me refiero a ti y Hope. ¿Qué crees que estás haciendo?

-Preparando el camino para pedirle una cita –. Respondió con simpleza la bruja sonriendo.

La inesperada sorpresa golpeó a la morocha como un balde de agua fría –¿Q-que?

Penélope se encogió de hombros –Lo que escuchaste… enserio que el poder le sienta de maravilla aunque bueno, la solitaria loba siempre ha tenido un encanto demasiado atrayente.

-No. No puedes –. Exclamó Josie con enojo –Aléjate de ella.

La bruja rio por lo bajo –No eres nadie para decirme eso.

-Dije que no, Penélope. No me retes –. Gruño la sifón sintiendo como su pecho se iba calentando y un invisible tirón se iba haciendo notorio.

-Jamás lo haría, JoJo. Pero como dije, no eres nadie para impedirlo –. La pelinegra le encaro sin borrar su sonrisa –Hope es soltera y puede salir con quién quiera, eso me incluye… no veo porque te molesta tanto.

Josie se encogió ante sus palabras. Reconociendo que era la verdad y que todo esté enfrentamiento no tenía derecho de hacerlo porque no estaba con la cobriza. Porque sin importar lo que sintiera, Hope era libre y ella no podía decir nada si quería estar con alguien.

La bruja tomo su bolso y se lo colgó al hombro aprovechando el silencio. El desconcierto doloroso en la mirada de la morocha le rompió un poco más su corazón pero no pudo evitar sonreírle con ternura en secreto.

-Pero ¿Por qué tan molesta? JoJo –. Soltó con voz demasiado dulce que hizo volver a la realidad a la sifón que casi le miro con temor –Tienes miedo de perder a tu amiguita o… ¿Es algo más? –. El mirar aceituna de la pelinegra casi se iluminó con malicia –Quizás… ¿Te gusta?

Josie enseguida se abrazó a sí misma, como si tratara de protegerse de los avances de la bruja que evidentemente sabía algo. Sus labios se apretaron en un puchero silenciando la verdad que estaba tan tentada a dejar salir.

Penélope soltó una risa burlona –Bueno, como sea. No es que alguna vez vayas a tener el valor de aceptarlo y mientras tanto, yo me ocuparé de moverme.

Se dio la vuelta y siguió su camino hacia la puerta pero de golpe una ola de magia la lanzo contra la pared y le sostuvo en lo alto. Aturdida miro hacia la sifón que le miro con furia y ojos encendidos con magia sin límites que evidentemente no provenía de nada a su alrededor.

-No estoy jugando, Penélope –. Siseo Josie sintiendo como su pecho se iba calentando más y más pero no le importo –Aléjate de ella o ya verás.

La bruja le miro con arrogancia a pesar de la situación –¿Veré exactamente qué? Vamos Josie. Ambas sabemos que jamás harás nada así que cuál es el problema.

La morocha elevó su mano y poco a poco comenzó a apretar su puño a la vez que la pelinegra sentía como la fuerza en la magia iba aumentando comenzando a presionarle contra la pared.

La puerta se abrió de golpe dándole paso a Lizzie y Hope que tenía sus ojos iluminados. Confusas miraron entre las dos brujas por un momento pero luego la loba se acercó a Josie y con suavidad tomo su mano y acaricio su mejilla hasta atraer su atención. Interponiéndose entre ella y su presa que cayó de golpe en el suelo soltando maldiciones que hicieron reír a la rubia que solo le miro con burla.

Le sonrió suavemente –Jo. Detente.

El susurró enseguida hizo efecto. Josie clavo con temor sus ojos en los dorados que poco a poco se fueron apagando a la vez que su pecho perdía calidez.

-Yo… yo no… –. Susurró torpemente.

Hope no dejo de sonreírle y acercó su rostro a ella hasta que sus frentes se unieron. Sus ojos se cerraron y su semblante se fue relajando mientras respiraban profundamente una y otra vez al mismo ritmo.

-Está bien, Jo. No pasa nada… no tengas miedo –. Susurró la cobriza con dulzura.

-¿Qué… que pasó? –. Pregunto a la vez que sus manos instintivamente se colocaron en la cintura de la loba y aferraron su suéter con firmeza.

-Parece que aún estás conectada a mi magia y perdiste un poco el control.

-Yo… ¿Qué? –. Soltó aturdida.

Hope le sonrió –Está bien. No es malo, creo que solo durará un tiempo más o no, pero está bien. Genial para emergencias ¿No crees?

-Y patearle el trasero a satán sin duda cubre esa idea así que no te preocupes, Jo. Hablaremos más tarde con tía Frey –. Afirmo Lizzie sonriendo.

Josie asintió aún aturdida, ya sabían que había una posibilidad de que ocurriera así que realmente no le asustó tanto. De hecho, no lo hizo. Sentir la magia de Hope fluyendo por su pecho era una de las más reconfortantes sensaciones pero eso no evito que se sintiera culpable por lo ocurrido.

Por un momento se acurrucó en los brazos de la cobriza pero pronto necesito respirar y pensar a solas.

oooXoooXooo

La suave brisa fría del invierno atravesó la espalda de la única persona que parecía poder soportarlo, o querer hacerlo aunque realmente no era algo a propósito. Su mente estaba muy lejos.

Muy lejos. Recordando la imagen que no dejaba de hacer hervir sus entrañas.

Sabía que no era nada. Sabía que no había sentimientos. Que no significaba nada. Pero aun así dolía. Dolía tanto como si un cuchillo le fuera enterrado en el pecho y siguiera perforando y desgarrando buscando destrozar su corazón pieza por pieza.

Era demasiado doloroso hasta paralizar el mundo y el tiempo haciendo que durará más y más.

Tomar aire básicamente era el eufemismo para luchar desesperadamente porque todo volviera a normalidad. Por qué su cabeza y sentimientos dejarán de girar en un descontrolado vórtice.

Aferrarse con las uñas a la razón antes de simplemente explotar.

Josie soltó un pesado suspiro y con sus ojos clavados en las copas de los árboles que se mecían suavemente dejo escapar algunas lagrimillas al no poder quitarse de la mente la imagen de Hope entre los brazos de Penélope. No solo Penélope, el simple pensamiento de Hope en los brazos de cualquiera le destrozaba más de lo que alguna vez pudiera imaginarlo.

Hace tiempo. Cuando tuvo que pasar horas sentada fuera de salas de espera siendo carcomida por la culpa de ver a su hermana tan destrozada, se había obligado a olvidar lo que sentía. A destrozar la ilusión. Y al ver las lágrimas de su hermana, su dolor, se sintió tan inmerecedora de tener cualquier felicidad luego de que ella fuera la culpable de la infelicidad de esta que simplemente se negó a sentirlo más.

No. No lo merecía así que lo empujó fuera de su mente, borro las reacciones en su pecho y apartó su mirar de Hope. Y con el tiempo pensó que había ganado, que todo se había desvanecido dejando solo el recuerdo.

Y solo en ese momento. Solo ahora que sabía lo que era estar cerca de Hope, sentirle y entenderle, apreciarle hasta en su forma más simple es que entendió que el fantasma de su amor jamás se desvaneció.

Y sin que ella lo pidiera o esperada, este volvió a la vida con una simpleza que tal vez fue lo que le ayudo a ignorarlo hasta que tomo todas sus fuerzas. Hasta que rindió su corazón y está vez, no podía dejarle ir.

No quería. Aun cuando el miedo se multiplica conforme la aceptación aumentaba.

Y como siempre que el miedo le abrumaba, Hope apareció a su lado.

-Hola love –. Dijo a la vez que le dio una sonrisa suave y se deslizó en la banca a su lado. Pegando su cuerpo lo suficiente como para que su calidez abrazara a la morocha pero no lo suficiente como para que esta se sintiera presionada –Te he estado buscando.

Josie le dio una pequeña sonrisa de disculpa. Quizás aún demasiado melancólica pero no le importo mostrarle esto a la cobriza que tomo su mano y le dio un apretón suave a la vez que miraba hacia el paisaje.

Eliminando el miedo. Reconfortándole.

El silencio se mantuvo pero a ninguna molesto. Pasaron el rato hasta que el viento fue demasiado frío como para que la bruja continuará ahí con solo un delgado abrigo.

Con naturalidad, la loba acomodó su brazo bajo el suyo como si le estuviera escoltando y le acompaño hasta su habitación. Dejándole justo en la puerta.

-Iré a correr. Volveré pronto –. Dijo a la vez que dejaba ir el agarre y giro para mirarle –Te llamo cuando vuelva pero si quieres dormir antes solo avísame y te enviaré un mensaje. Podemos hablar mañana ¿Okay?

Josie le sonrió agradecida sintiendo como la calidez en su pecho contrastaba con el frío en su cuerpo y sin pensar se lanzó a los brazos de la cobriza que le atrapó con firmeza. Sin saber que en silencio estaba ayudando al solo estar ahí.

Nadie había estado ahí jamás para Josie y aunque era algo extraño, era tan reconfortante que algunas lágrimas escaparon para perder en la piel de la que le acunó con toda la dulzura de la que era capaz.

Luego de un rato se dejaron ir y Hope depósito un beso en su mejilla casi tímido antes de partir bajo la mirada de Josie que no pudo evitar sonreír suavemente y llevar sus dedos hasta donde el fantasma del toque aún persistía.

Mientras permitía que la ilusión surgiera y por primera vez desde que todo comenzó, no la silencio al instante. No le aparto. No se convenció de que no debía sentirse así. Que no lo merecía. Le dejo existir y llenar su pecho de emoción, nerviosismo y amor que retumbó con cada latido susurrando el mismo nombre que siempre había dicho con claridad aunque se negara a oírlo.

Tomo una ducha tibia y se colocó su pijama en silencio.

Lizzie estaba en la habitación. Observándole en silencio. Dejándole sentir lo que tenía que sentir y aceptarlo. Quizás todo el tiempo en terapia le enseño a permitir esos silencios. A no temerlos y abrazarlos. Permitirse sentir era algo necesario y con el tiempo había identificado que la mayoría de las veces su hermana rehuía a ello.

Así que le dejo ser.

Silencio su propia preocupación y urgencia por hacerle sentir bien y le dejo ser solo Josie. Podía sentir vívidamente todo el conflicto, dolor y amor que vibraba en su ser. La intranquilidad e indecisión pero le dejo ser. Soporto en silencio todo el ir y venir de emociones y le dejo hasta casi sonreír cuando percibió que la calma volvía. Sorprendiéndose ante la seguridad y calidez que le inundó mientras su hermana se metía entre sus mantas y soltaba un suspiro ligero junto a una sonrisa suave.

Josie miro su techo. Simplemente se quedó quieta con la mirada perdida sin importar que las luces se apagaran.

-Buenas noches, Jo –. Susurró Lizzie intentando no perturbarle.

Josie volteo y le dio una sonrisa agradecida en silencio –Buenas noches, Liz.

-Te amo.

-Te amo hermanita.

Y el vínculo vibró con intensa calidez bajo el amor entre ellas.

Los minutos fueron pasando. Uno tras otro sin que el sueño pudiera asentarse en ella. Acrecentando la molestia de que necesitaba algo que no reconocía por más que lo pensaba hasta que la comprensión le golpeó y casi le hizo reír a la vez que la pantalla de su teléfono se iluminaba con un mensaje.

MyAlpha_Volví love.

_Es un poco tarde y no sé si estás durmiendo así que no llamo pero si quieres hablar solo avísame...

_Te llamaré en un segundo...

_Pero si no quieres está bien.

_Está bien si no tienes ánimos. Yo estaré aquí para ti. Siempre.

_Así que... bueno, que tengas dulces sueños.

Una sonrisa adorno su rostro mientras leía. Ignorando como dormida su hermana imitaba el gesto. Antes de que terminara de leer ya se encontraba sentada y para cuando terminó sus pantuflas cubrían sus pies. Se levantó y dirigió hacia la puerta mientras tecleaba con rapidez.

Cerrando la puerta a su espalda justo cuando el teléfono de su hermana se iluminaba y siguió su camino por el pasillo sin pensar. Sin dejar que el miedo le abrumara. Solo dejándose llevar por lo que su pecho le susurraba y su cuerpo casi le exigía.

Dejando escapar un suspiro aliviado al estar ante su puerta. Y justo en ese instante el miedo le rodeo, le hizo temblar ante la posibilidad del rechazo y por alguna razón fue tan intenso que le hizo rememorar el temor a perderle. Le gritó con tanta fuerza como lo había hecho cuando había encontrado a la loba sangrando en el bosque y la desesperación le domino a la vez que la magia fluía desde el suelo recorriendo todo su cuerpo hasta sus manos que lo expulsaron apartando la madera que se interponía en su camino.

En el instante en que la vio. Tan hermosa con su cabello aun levemente húmedo y su sonrisa suave, su corazón vibró. Dando un vuelco al escuchar su voz.

Y sin pensar en más, se dejó ir. Se lanzó al aire esperando que Hope le atrapará y así lo hizo inundándole de alivio y emoción.

De una ilusión llena de esperanza y firme convicción por luchar por su felicidad.

De conseguir su amor.

xxxOxxxOxxx

El estruendoso pitido de una alarma bien pudo recorrer la escuela bajo el eco de una mañana de domingo.

Solo existía alguien que despertaba tan temprano aun en el día libre casi sagrado para todos pero no para la que se ocultaba bajo una montaña de mantas que se tembló bajo el leve gruñido casi insonoro, aun ante la molestia de ser arrastrada de la inconciencia una mano se deslizo hasta liberarse de las mantas y seguir el rumbo hacia la mesa de noche donde golpeteo torpemente y con fuerza mal controlada hasta que hallo el aparato que escupía el infernal sonido que pronto fue silenciado con descuido.

Por unos minutos la montaña se quedó inmóvil pero pronto volvió a moverse elevándose hasta que los mantos se deslizaron y cayeron con un leve sonido que fue opacado por el sonoro bostezo dado por el cuerpo que se estiro hacia los cielos soltando un leve quejido. Un suspiro escapo al dejar caer sus brazos y con los ojos semi cerrados se dirigió hacia el baño privado donde se dio una ducha tibia para luego vestirse casi con simpleza pero aun con prendas demasiado elegantes pero así eran sus gustos. Se sentó frente a su tocador y cepillo su largo cabello hasta que a su parecer estuvo perfecto para luego tomarse su tiempo en retocar su rostro con maquillaje muy ligero y casi inexistente pero lo suficiente para darle cierta magia a su rostro.

Un poco de labial y un último toque de perfume antes de girarse y caminar algunos metros con sus ojos distraídos.

-Vamos Jo. Es hora de despertar –. Soltó animadamente Lizzie a la vez que sacudía un mullido montón de mantas sin que hubiera respuesta pero esto no le sorprendió. Ella era la madrugadora de ellas –Vamos Jo... quiero tomar el desayuno antes de que se llene –. Volvió a sacudir el bulto y de nuevo no hubo respuesta a lo que soltó un resoplido y rodo los ojos antes de tomar las mantas para alejarlas. Destapando una extraña sonrisa burlona casi juguetona que debía ser tierna pero para la rubia no lo fue –¡¿Y tú que sigues haciendo aquí?! Creí que Jo ya te había regresado a la perrera… No me mires con tus tontos ojitos de chucho de cuarta –. Exclamo con molestia pero luego el ceño fruncido se relajó de golpe pensando en todo lo malo de las últimas semanas –¡¿Y dónde demonios esta mi hermana?!

La rubia se dio la vuelta soltando un resoplido y con firmeza se dirigió a buscarle tratando de no permitir que sus nervios enloquecieran ante la creciente presión en su pecho. Así que manteniendo su semblante relajado y altanero desfilo por los pasillos vacíos donde sus pasos retumbaron a un más que su alarma mientras aceleraba con desesperación controlada, para cuando bajo a la planta común casi corría sin importarle a quien se topara.

Cocina vacía.

Vivero vacío.

Aula de música vacía.

Jardines vacíos.

Habitación de Pedro, silenciosa solo con ronquiditos infantiles pero sin señal de nadie mayor de 9.

Biblioteca vacía.

Conforme los sitios iban pasando, el miedo se iba filtrando en su sangre como helados trozos de hielo que le estremecían haciéndole ir hacia los pensamientos que no deseaba. A como algunas brujas estaban molestas con ellas por estar con los lobos. O los vampiros que sin duda les veían con rencor por lo ocurrido. Y para su pánico, el mismo Sebastián que continuaba en la escuela encerrado en las celdas de transición a la espera de una decisión de su destino y que bien pudo haber escapado con ayuda de alguna de sus huecas admiradoras o miembros de su facción sin importar que no fueran amigos.

El rencor era poderoso entre los sobrenaturales y fijar su lealtad con los de su propia facción era algo casi básico.

Sin pensar se dirigió hacia las celdas para cerciorarse de que el vampiro siguiera ahí y no tuviera nada que ver con la desaparición de su hermana pero conforme se fue acercando los recuerdos fueron estremeciéndole. Rompiéndole el corazón de tantas formas que el aire casi desapareció en un segundo de su pecho pero se negó a detenerse y poso su mano en la pared de donde tomo toda la magia posible antes de atreverse a entrar en el sitio.

El espacio desocupado de las celdas se encontraba frio y oscuro al no estar la luna cerca pero eso era diferente en la celda más distante. Aquella que estaba separada era la prisión del vampiro que se encontraba tirado en el suelo con su antigua camisa holgada sucia colgando de su cuerpo pero aun así contrastaba con claridad con su piel pálida casi grisácea de aspecto enfermizo igual que su semblante pero sus ojos le mostraron odio y hambre que fue evidente por las venas negruzcas que saltaron en un segundo en cuanto sus miradas se cruzaron.

Lizzie avanzo con decisión aun cuando su corazón latía acelerado casi llamando al vampiro que se precipito hacia los barrotes en un parpadeo. Golpeando su cuerpo contra el metal con brutalidad que resonó a la vez que un gruñido profundo resonaba de su pecho mientras sus colmillos se hacían completamente visibles.

No pudo evitar saltar en su sitio y detenerse antes de acercarse demasiado pero no se permitió mostrar su miedo aun cuando sabía que su corazón le traicionaba. No pudo evitar recordar como el mismo se alteraba ante el vampiro semanas atrás pero por un sentimiento más cálido.

Igual de intenso pero más cálido y entonces se sintió estúpida al tener la añoranza de ese sentimiento. La tristeza de haberlo perdido.

-Elizabeth –. Siseo Sebastián tratando de calmar la urgencia de su naturaleza para volver a su tono seductor. Dio algunas respiraciones profundas hasta que las venas desaparecieron pero no la necesidad en su mirar –Elizabeth… querida te lo suplico… te ruego que me ayudes…

-No te voy a ayudar –. Dijo la rubia con firmeza.

-Por favor, querida. Sé que he tenido mis fallas… sé que te he herido y minimice tu sentir pero te lo ruego… te lo ruego… aún tenemos tiempo para ser felices –. Se estiro con calma y casi elegancia entre los barrotes tratando de tomar su mano –Tu y yo… tu y yo podemos ser mágicos… vivir eternamente en una mágica aventura…

Lizzie bajo su mirar. Escuchando las palabras y sintiendo como su pecho vibraba, y por un momento se convenció de que el sentimiento había vuelto e instintivamente su cuerpo avanzo un paso pero entonces el suave flujo recorrió su cuerpo entero. Desde la punta de sus pies hasta el último de sus cabellos y mientras respiraba suavemente reconoció lo que era.

Sebastián sonrió con arrogancia al ver como la mano se elevaba en su dirección y elevo la propia para recibirle pero cuando sus dedos estaban a punto de tocarse, una ola de magia pura lo golpeo y lanzo hasta el otro lado de la celda causándole un tremendo dolor ante su debilidad.

Lejos de Lizzie que le dio una sonrisa altanera.

-Yo no te necesito, soy lo suficientemente mágica por mi propia cuenta y el que creas que unas simples palabras dulces con tu estúpido acento lograra algo –. Soltó un pequeño resoplido risueño –Realmente muestra lo idiota que eres. No soy una de tus tontas fans que no ha visto el tipo de monstruo que eres… yo lo sé… yo lo vi a los ojos y nunca más me dejare embaucar.

El vampiro le miro con odio desde su sitio en el sueño y gruño profundamente –Entonces ¿Qué haces aquí? –. Le sonrió con sorna –Acepta que no puedes apartarte…

Lizzie se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la salida –Ya lo hice –. Le dijo con tranquilidad –Solo baje esperando encontrar algo pero es evidente que aquí no está… –. Le miro de reojo y le sonrió con malicia –Si lo estuviera, ya serias cenizas solamente.

Y sin más abandono el sitio. Escuchando a sus pasos como el vampiro gritaba por su nombre, primero dulce y luego con furia gastando energía al golpear las barras de metal que no se romperían.

Volvió al piso de la escuela y soltó un pesado suspiro a la vez que poso su mano sobre su pecho. Lágrimas de miedo se acumularon en sus ojos pero a la vez una sonrisa llena de orgullo.

-Supongo que debería ir a ver a Felpudo y pedirle que olfatee un poco –. Susurro y limpio las lágrimas en un rápido movimiento de su mano –Quizás decirle que Jo tiene su desayuno la apresure.

Sin prisa en su andar. Sintiendo como la presencia de su hermana fluía por lo bajo en su ser en completa calma y confiando que Hope le encontraría en un segundo sana y salva, o destrozaría el mundo para que así estuviera.

La inquietud en ella se fue calmando pero todavía sentía cierta ansiedad, no era posible que ya hubiera dado la vuelta a la escuela y no se encontrara con su hermana pero al menos ahora estaba segura de que su mayor temor se encontraba encerrado bajo una magia intensa y casi agresiva hacia el inquilino. Reconocía esa fuerza bruta así que estaba segura que nadie podría romper la barrera, quizás ni siquiera ella aun con su sifoneo.

Pero aun con todo ello, la seguridad no podía cimentarse en su pecho así que se apresuró hacia la habitación de la alfa e irrumpió en la habitación sin pensar.

-Felpudo. Josie no está y tiene tu tocino –. Soltó casi a la vez que la puerta se estrellaba en la pared causando un gran estruendo.

El ruido hizo que la cobriza abriera los ojos en un segundo y abandonará su lugar junto a la morocha para cubrirle con su cuerpo mientras un gruñido escapaba de su garganta y sus ojos iluminados amenazaran en silencio al intruso aunque al instante se relajó hasta que se apagaron y la soñolencia volvió a su semblante.

Lizzie soltó un resoplido al ver a su hermana tranquilamente durmiendo en la cama –Dios ¿Por qué no lo pensé antes? –. Se burló de sí misma en un susurró para luego dejar que las emociones fluyeran –¡Josette, que demonios! ¿Qué haces con Felpudo y por qué no me avisaste? Sabes lo preocupada que estaba…

-Yo avisé –. Susurró la morocho adormilada. Removiéndose en la cama para volver a acomodarse luego de la intromisión, deslizando su mano por el cuello de la loba que aún estaba casi sentada antes de ser jalada para convertirse en almohada –Te envié un mensaje.

-¿Mensaje? ¿Qué mensaje? –. Se quejó la rubia con exasperación y casi con violencia saco su teléfono –Yo no tengo ningún… oh –. Enseguida escondió su teléfono y pasó su furia a otra persona –Felpudo ¿No te dije que no durmieras con mi hermana?

Hope pasaba suavemente su mano por la espalda de la morocha que ya había vuelto a cerrar sus ojos y que le tenía abrazada firmemente con todo su ser incluyendo piernas aunque eso no le molestó ni un poco –No… me dijiste que no podía irrumpir en tu habitación. Nunca mencionaste que ella no pudiera irrumpir en la mía.

Lizzie soltó un nuevo resoplido a la vez que sus ojos rodaron –Si. Si. Que listas… –. Se acercó a la cama y trato de tomar la mano de su hermana pero está apretó su agarre negándose a moverse –Josette. Es hora de despertar.

-No... –. Lloriqueo la morocha –Es domingo, déjame en paz.

-Eres insoportable por las mañanas –. Mascullo la rubia poniendo los ojos en blanco.

Hope hizo un movimiento de mano y cerró la puerta con sus ojos casi cerrados. Sujeto con firmeza a la morocha contra ella y se arrastró hasta que su espalda estuvo alineada con el fin del colchón para luego mirar a la rubia y palmear el espacio vacío.

-Vamos Lizzie. Es domingo… puedes dormir un rato más –. Susurró dándole una amplia sonrisa de labios apretados pero sus ojos se abrieron levemente para mirarle con amabilidad –Necesitas un abrazo.

Lizzie casi salto en su sitio al escucharle y bajo su mirar con cierta timidez y renuencia pero Josie se dio la vuelta y le sonrió con cariño a la vez que abría sus brazos por completo en silenciosa invitación. Un bufido escapó de sus labios y miro hacia otro lado con orgullo en su semblante mientras daba pequeños pasos hasta situarse junto a la cama, se quitó las zapatillas sin agacharse y se acostó. Acomodándose en el pecho de su hermana que le abrazo protectoramente al igual que la cobriza que se estiró para colocar su mano sobre su costado luego de cubrirle con la manta.

-Lamento haberte asustado, Liz –. Susurró Josie adormilada.

Lizzie se encogió en su sitio, acurrucándose un poco más contra la calidez que le consoló en silencio a la vez que sacó su brazo de la manta e imitó el abrazo que la cobriza daba.

-Por favor díganme qué estás sábanas son limpias –. Susurró luego de un rato haciendo reír a la loba mientras su hermana se sonrojaba profundamente –No. Enserio díganmelo.

-Nunca lo sabrás –. Respondió Hope con silenciosa sorna en su voz.

Lizzie gruño con ojos cerrados.

Los minutos comenzaron a pasar en silencio y fue obvio que Josie volvió a dormirse casi en un instante mientras Hope dormitaba resguardándole. Por su parte, Lizzie sonreía suavemente disfrutando de la calma y seguridad que le rodeaban, al menos hasta que no pudo evitar olfatear las sábanas con cierto temor.

oooXoooXooo

Más tarde ese día, Hope preparo un círculo con hierbas y sal. Algunas velas encendidas daban un tono cálido a su solitaria habitación e instintivamente miro la pantalla de su teléfono antes de entrar en el círculo. Cerciorándose de que no hubiera mensajes o llamadas perdidas de su familia aunque dudaba que las hubiera ignorado. Fingiendo que realmente no espera encontrar alguna señal de la morocha que casi había sido secuestrada por su hermana como venganza por el agitado despertar.

Aun así no encontró nada y con un suspiro que sonó demasiado desanimado aún para sus oídos, guardo el aparato en su bolsillo y cerró sus ojos. Comenzando a respirar profundamente y concentrarse en la sensación vertiginosa de su magia que básicamente se sentía como un río agitado. Imparable e implacable.

La sensación colocó cierta presión en su ser y su lobo comenzó a revolverse con inquietud. Emocionado. Tanto que por un momento le preocupo perder el control pero para su sorpresa hallo algo nuevo en el sentir. La pequeña sombra de una presencia igual de fuerte solo que oculta y que le lleno de calma mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Era Josie.

Específicamente era el fantasma de su vínculo. Justo lo que ayer sintió vibrar llamándole, urgiéndole a que buscará a la morocha y solo cuando la tuvo entre sus brazos el río detuvo su flujo. Se ralentizó casi deteniendo el tiempo haciéndole disfrutar de una sensación parecida a flotar entre los aires, como se sentía antes de que su magia se alterada. Se sentía ella misma y que solo ella podía manejar el poder como si no fuera nada.

Extrañaba esa sensación. La adoraba. Y que estuviera atada a la presencia de Josie sin duda le hacía apreciar más cada instante que la tenía entre sus brazos. Quizás por ello es que amaba sujetarle y no le importaba que el mundo mirada. No. Eso era una mentira. Amaba tenerla entre sus brazos porque amaba todas las sensaciones que está le daba y la calma, y el descontrol, y la necesidad, y la debilidad, la emoción y tantas cosas más que está despertaba en ella y que simplemente no podía detener. No es que realmente lo intentará.

Se obligó a dejar de lado todo ello. A dejar de pensar en la morocha y sonreír tontamente para concentrarse en el flujo que poco a poco luchó por dominar hasta que se sintió lo suficientemente segura como para hacer un hechizo y no explotar su habitación en el proceso.

Su ser fue lanzado a los aires. La sensación de caer por un túnel frío era algo que le agitaba el palpitar pero no le atemorizó. Estaba acostumbrada a ello pero aun así no se confío y siguió concentrándose en detener el flujo solo para tomar algunas gotas.

Todo se detuvo y su alrededor poco a poco fue aclarándose mientras una bocana de aire cálido y húmedo con un profundo olor a vegetación, tabaco, bourbon y antigüedad. Quizás realmente no olía a todo ello pero para su cabeza, a eso olía su hogar y siempre que volvía era de la misma forma.

-¿Hope? –. Soltó Freya sorprendida desde su asiento en el patio de la mansión familiar. Bajando su libro mientras dejaba su asiento –¿Qué ocurrió? Cariño.

La cobriza miro a su alrededor con dudas. Apenas controlando los instintos de su lobo que comenzaban a acelerarle el pulso –Eh… uhm… ¿Todo está bien?

-¿A qué te refieres? –. Su tía se acercó hacia su imagen.

-Yo… no sé… Es solo que ha habido silencio de radio este fin de semana y yo… bueno ¿Todo está bien? –. Soltó aceleradamente sin que pudiera dejar de ver a su alrededor con ansiedad.

Freya noto su ansiedad y enseguida se paró frente a ella –Hope cálmate –. Dijo con firmeza tratando de llamar su atención logrando que sus ojos se fijaran en los propios que con claridad vieron como estos cambiaban de tono por segundos –Todo está bien. Todos están bien… Kol y Davina están viajando a Rusia y ya sabes cómo son los rusos con lo del uso de tecnología sin autorización… Rebekah y Marcel fueron a la isla Mikaelson por el fin de semana. Escapada sorpresa… ehm… Keelin y Nickie están arriba jugando en la bañera. Todos estamos bien así que respira profundo, tus instintos te están alterando…

La loba asintió torpemente y cerró sus ojos para volver a respirar profundamente. Una y otra vez mientras se concentraba en el lejano punto de calma que sentía en el pequeño tirón de su pecho hasta que su magia dejo de golpear sus muros internos y la claridad volvió a ella.

-¿Segura? –. Pregunto con un susurro.

La rubia asintió y le sonrió amorosamente –Segura. Todo está bien, cariño. Estamos a salvo…

Un suspiro escapo de sus labios a la vez que asintió varias veces –Bien… me alegro…

-¿Tu como estas?

Hope le sonrió suavemente –Estoy bien, tía.

-¿No has tenido problemas…?

-No. Me he portado bien –. Sonrió la cobriza con petulancia.

-Me alegro. Tengo miedo de que le provoques un infarto a Rick –. Rieron mientras Freya volvía a su asiento pero pronto le miro con silenciosa preocupación –¿Y tus pesadillas? ¿Has podido dormir algo?

-Pocas horas al día… –. Dijo la loba encogiéndose de hombros pero al instante sonrió suavemente mirando hacia la nada –Pero ayer dormí toda la noche.

Su tía sonrió al ver su mirada tonta que poco se ocultaba y casi rio por lo bajo pero no se lo permitió –Uhm. ¿Tiene algo que ver con que Josie durmiera a tu lado?

Hope salto en su sitio y le miro sorprendida –¿Cómo…? –. Enseguida rodo los ojos y resoplo –Lizzie.

Freya sonrió ampliamente –¿Mi información es falsa?

-No comentarios –. Soltó fingiendo ignorancia a la vez que rehuía de su mirar causando la risa de su tía Sera mejor que me vaya. Te llamo luego, tía.

-No huyas –. Exclamo Freya tratando de detenerle con su magia pero su sobrina se apresuró a desaparecer antes de que pudiera terminar. Quedando mirando hacia el vacío con ojos entrecerrados con molestia por un momento pero luego sonrió con cierta malicia.