Un suspiro lleno de alivio abandono el cuerpo de Alaric al ver a sus hijas y Hope caminar frente a su ventana. Sin ningún rasguño y con una taza de café humeante que le hizo gruñir por lo bajo aunque sin perder completamente el alivio que tranquilizaba su interior.
Cuando las voces le llegaron y repitieron por parte de diferentes dueños que las chicas no se encontraban. Que habían faltado a clases y dejado a la manada enloqueciendo ante la repentina falta de su alfa, solo pudo pensar en lo peor. Quizás un exceso de malas experiencias acumuladas gritando bajo su pecho que le hizo apresurarse por la escuela buscándoles y al no hallarles a tomar sus armas para ir a rescatarles, aunque en el fondo sabía que sus hijas estarían a salvo mientras estuvieran con la pequeña Mikaelson pero eso jamás lo diría en voz alta, o por ello dejaría de actuar como un padre sobreprotector por ellas.
Todas eran sus niñas.
Así que una vez que las vio a salvo y felizmente disfrutando de un café que todavía se permitieron ir a comprar ignorando su llamado. Sin duda, como buen padre, solo quería gritar para dejar salir su preocupación.
Se aceleró hacia las puertas de su oficina que abrió con ambos brazos por completo. Entrecerrando sus ojos a la vez que les escuchaba reír y preparando su voz al ver como al siguiente paso estarían dentro de la escuela, pero cuando lo dieron el no pudo decir nada.
Un borrón lo golpeo tomándolo por la garganta. Estrellándolo contra la pared a su espalda y manteniéndole en los aires apenas dejando que el aire entrara en sus pulmones. Un gruñido profundo siseo junto a su cabeza y el aire caliente golpeo su cuello haciendo que su pulso saltara.
Los estudiantes y profesores se detuvieron al ver a su director desaparecer y un jadeo colectivo se escapó al ver entrar al edificio a Rebekah Mikaelson junto a Davina Claire que con arrogancia entraron a la oficina seguidas por Marcel que con tranquilidad se dejó caer en la silla del director mientras su esposa se cruzaba de brazos y recargaba frente al escritorio con pulsantes venas negras rodeando sus férreos ojos cristalinos que se hallaban fijos en el cuerpo del director. De reojo, Davina le dio un guiño juguetón a las mellizas y sobrina que bufo por lo bajo al ver como con un sutil movimiento de cabeza las puertas eran cerradas.
-¿Sobrevivirá? –. Pregunto dudosa Lizzie sin dejar de ver la puerta.
Hope hizo una mueca y se encogió de hombros –Supongo…
El tono inseguro de la loba enseguida hizo saltar a Josie en su sitio. Volteándole a ver con preocupación, ya preparándose mentalmente para ir a salvar a su padre –¡¿Cómo que supones?!
-Si. Bueno… creo… –. Hope sonrió forzadamente –Ustedes les agradan así que supongo que eso evitara que las dejen sin padre aunque le van a gritar. Mucho.
Como si esperaran la señal.
Kol y Rebekah comenzaron a gritar y maldecir al pobre director pero todo parecía ir bien así que con mayor seguridad la loba le sonrió tontamente a la sifón que soltó un suspiro pero pronto el estruendo y el claro sonido de algo grande hecho pedazos se llevó la tranquilidad de todas.
Las chicas acamparon fuera de la oficina. Sentadas en los sofás a un lado de la puerta que seguía sin ser insonorizada así que los gritos y reclamos eran claramente oídos. Y se habían acostumbrado y casi habían olvidado que lo último que vieron del director fueron sus piernas voladoras pero sabían que los gritos significaban que todavía tenía pulso, al menos.
-¡Hope! –. Lloriqueo Pedro corriendo por el pasillo hacia ellas. Lanzándose enseguida a los brazos de la rubia –¡Lizzie! ¡Josie!
Se aferró a ella con todas sus fuerzas y escondió su rostro en el hueco de su cuello sintiendo como está le apretaba con firmeza mientras Hope y Josie le acariciaban amorosamente la espalda y cabeza.
-Todo está bien…
-Estamos bien…
-Estamos aquí…
Susurraron sin parar intentando darle algo de consuelo con sus miradas llenas de culpa.
Pronto escabullo su rostro para descansarlo sobre el pecho de la rubia que lo acunó protectoramente. Con sus ojos brillando por las lágrimas que habían logrado escapar y un puchero tembloroso. Les miro por un largo rato casi inseguro de que no fueran reales y les recorrió una y otra vez asegurándose que se encontrarán en perfecto estado.
Josie acaricio su mejilla y le sonrió suavemente –¿Qué pasó?
-Yo… las busque y… –. Pequeñas lágrimas escaparon siendo atrapadas por la morocha –No estaban… los lobos tampoco sabían… creí… creí que algo malo.
Lizzie le fue apretando más conforme escuchaba sus palabras que le golpearon llenándole de más culpa al igual que las otras que se encogieron un poco en su sitio.
-Oh, cuanto lo siento. P –. Dijo la rubia con las otras asintiendo de acuerdo.
Hope tomo su mano y la apretó suavemente –Estamos bien, kiddo. No pasa nada malo.
Pedro le miro pronunciando aún más su puchero –Entonces ¿Por qué se fueron? Y… ¿Por qué parece que alguien quiere dejar al Dr. Saltzman sordo?
Las mellizas rieron por lo bajo y la rubia le respondió con simpleza –Estará bien. No es nada grave.
-No te preocupes por eso –. Agrego la cobriza con tono aún jovial –Esa es su usual forma de tener conferencias con tutores… o al menos con los míos. Sobrevivirá –. El niño le dio una mira incrédula en especial con el estruendo de algo rompiéndose tras la puerta –Por eso nos fuimos un rato, mi familia está en la ciudad.
-¿Tu familia? –. Pregunto confuso y pronto temeroso –¿Te vas a ir de nuevo?
-No, peque. No lo haré –. Hope le sonrió con sinceridad esperando relajarlo un poco –¿Recuerdas mis problemas con mi lobo? –. Este asintió –Vinieron a ver cómo estaba. Solo eso.
-¿Lo prometes…? –. Dijo con un hilillo de voz y un puchero profundo que bien podría pelear contra el de la morocha que le miro con dulzura.
La cobriza se arrodillo para mirarle a los ojos y mostrarle la sinceridad y firmeza de sus palabras –Te doy mi palabra. Nunca te dejare, peque.
Una sonrisa poco a poco se fue abriendo paso en el rostro del niño que en ningún momento dejo de ver a los ojos de la cobriza que le miraba con cálida firmeza. La duda jamás paso por su mente pero cierto temor nació en su cabeza al escuchar las voces dentro de la oficina que no disminuían de intensidad.
Josie admiro el momento sin poder evitar sonreír o sentir el increíble deseo que básicamente era una corriente eléctrica que estaba a segundos de convencerle de lanzarse a besar los labios de la cobriza que mantenía sus ojos suaves en el pequeño aunque no por ello ignoro su pulso acelerado que le hizo voltear a ver si se encontraba bien. Sonrojándose al ver la forma en que la morocha le miraba como si fuera lo más mágico del mundo.
En ese momento, la puerta se abrió y por ella salió un hombre con semblante relajado aunque en sus ojos podía verse cierta sorna amorosa que dirigió hacia el interior antes de cerrar la puerta. Su mirada se deslizo por las jóvenes y mostro su curiosidad ante el pequeño en que la atención de Hope y las demás se centraba pero pronto sus ojos se cruzaron con los de Josie que había sentido la nueva presencia.
Por el semblante de Marcel pasaron varias emociones durante el contacto. Curiosidad y desconfianza como las más predominantes. Opadas de alguna manera por la férrea amenaza protectora al posarse justo a la espalda de su hermana con sus hombros anchos que sin duda le cubrieron por completo como una sombra que parecía gigante.
-¿Aún tienen voz? –. Pregunto la cobriza llamando su atención. Haciendo que el rostro de su hermano se relajara al instante así que cuando elevo su mirar no fue consciente de lo que había ocurrido.
-Somos eternos, kiddo. Tenemos tiempo para molestar todo lo que queramos –. Afirmo Marcel con una sonrisa satisfecha y un toque sinceramente amenazante.
Un escalofrió recorrió la espalda de Josie haciéndole enderezarse en su asiento sin atreverse a dejar de mirar al vampiro. Podía sentir como este tenía su atención en ella aunque su mirada estuviera en otro lado y no lograba entender por qué, aun así no se permitió intimidarse.
Una loba de mal humor daba más miedo que el vampiro, o en su defecto su hermana despertada abruptamente. Eso sí que daba miedo.
Pedro se encogió en el pecho de Lizzie.
Había visto la enorme sombra que había llamado su atención ante la oscuridad que de pronto se cernió sobre ellos y cuando su mirada se elevó se encontró con la imagen amenazante del vampiro que casi les miraba con desprecio, o al menos eso le pareció haciendo que el miedo llenara su pecho y su mano se aferrara a la ropa de la rubia que le apretó protectoramente sin comprender lo que pasaba.
Marcel escucho como su latido de golpe se disparaba llamando su atención a tiempo para que su hermana no notara su amenaza a la morocha. La curiosidad le hizo entrecerrar sus ojos y elevar su ceja al recorrer al pequeño. Se colocó en cuclillas y le sonrió amablemente esperando que con ello en miedo en sus ojos se difuminara un poco. No le gustaba molestar a los niños.
-Y... ¿A quién tenemos aquí? –. Pregunto mirando directamente al niño que se encogió un poco más en su sitio.
Hope vio el miedo en sus ojos y le sonrió suavemente a la vez que le daba un pequeño apretón a su mano. Tratando de mostrarle que todo estaba bien a la vez que las mellizas hacían lo propio, o al menos Josie fingía que no se encontraba algo atemorizada con el vampiro básicamente habiéndose convertido en una barrera entre ella y la loba. Lizzie le sonrió brillantemente dejándole ver que no había nada mal y le dio un seco asentimiento para luego señalar sutilmente con su mentón hacia el vampiro aunque sin soltar en ningún momento al pequeño que sintió su agarre firme.
Elevo su frente y sus ojos se llenaron de valor que robo una sonrisa tierna en los mayores –Soy Pedro.
-Pues es un placer, Pedro –. Afirmo ofreciéndole su mano al pequeño que aunque dudo por un momento la estrecho –Soy Marcel Gerard, hermano de Hope.
El niño les miro confuso y casi incrédulo buscando el engaño en el rostro de estos –¿Su hermano?
Marcel sonrió y paso su brazo sobre los hombros de la cobriza. Tirándole hacia él y alborotándole juguetonamente el cabello levemente ganándose un gruñido –Si. Veras… para nosotros los Mikaelson la familia es algo más que los lazos de sangre –. Hope instintivamente se acomodó recargándose en su pecho y le dejo jugar con un mechón de sus cabellos sin quejarse –Son las personas que elegimos y se vuelven importantes –. Sus ojos fueron hacia Lizzie que sonrió tímidamente y luego hacia Josie que se encogió en su sitio, en especial cuando la mirada permaneció de más –Que amamos y protegemos… Como tú, amiguito.
-¿Yo? ¿Soy un Mikaelson? –. Pregunto enseguida Pedro con evidente emoción que amplio la sonrisa en el rostro del vampiro que poco a poco dejo de parecerle tan amenazante a la morocha a su lado.
-¿Hope te cuida? –. Pregunto con simpleza.
-Si… –. Respondió con duda el niño perdiendo poco a poco la ilusión.
-¿Te protege?
-Si… ella me cuida –. Afirmo Pedro sonriendo hacia la cobriza que le miro con ternura.
-¿Te quiere?
-Si. Ella lo hace –. Respondió con seguridad Hope en lugar del pequeño que dejo ir una lagrima que fue atrapada por la loba que le sonrió con afecto.
Marcel los miro con ternura –Entonces, felicidades kiddo. Eres un importante miembro de nuestra familia –. Afirmo mirándole a los ojos –Un Mikaelson más. Siempre y para siempre.
Pedro casi temeroso llevo su mirada hacia la cobriza que asintió con seguridad. Causando enseguida que su sonrisa brillara con alegría al ver su sinceridad. Lanzándose a sus brazos donde la loba lo apretó y olfateo profundamente haciéndole reír.
Las puertas se volvieron a abrir y esta ocasión permanecieron de esta forma. Rebekah salió y se situó tras su esposo que tenía su atención fija en el pequeño que le sonreía tímidamente. La simple imagen robó una sonrisa suave de parte de la rubia que fue notada por las mellizas que enseguida vieron el parecido con la cobriza que relajadamente como una niña pequeña seguía cómoda al resguardo de su hermano.
-Creo que necesitamos una fiesta de bienvenida –. Dijo Rebekah y se agachó para tomar a Pedro que se sorprendió un poco pero al sentir la calidez con que lo aferraron en lo alto se relajó. En especial cuando se encontró con una cálida sonrisa –Nuestros pequeños merecen una reunión familiar divertida. ¿No crees? Pedro.
-¿Voy a ir? –. Pregunto sorprendido.
-Por supuesto, querido. Eres un Mikaelson y debemos mostrarte lo genial que es y consentirte mucho –. Afirmo dándole un beso en la mejilla que hizo sonrojar al niño.
-¿Habrá helado? –. Pregunto tímidamente.
-Claro que si. ¿Qué fiesta está completa sin torres de helado? –. Afirmo Marcel con una sonrisa.
-Iak. Tu whisky es horrible, Saltzman –. Se quejó Kol audiblemente llamando la atención. Haciendo negar a sus familiares que rieron por lo bajo.
-Pero te lo terminaste –. Se quejó Alaric malhumorado.
-Por supuesto. Se llama modales –. Soltó Kol con cierta arrogancia dirigiéndose hacia las puertas –No quita que sea pésimo… te enviaré algo bueno para que vayas aprendiendo de calidad.
Davina suspiro cansinamente pero con una sonrisa en su rostro y miro hacia el director –Creo que eso es su forma de decir que no te matará.
-Wow. Gracias –. Soltó el hombre con sarcasmo saliendo junto con ellos.
Sin ninguna invitación o aviso. Kol tomo a Pedro de los brazos de su hermana y lo cargo sonriéndole –Hola pequeño. Soy tu tío Kol "el genial" y vamos a ir por un combo especial de helado. De esas torres imposibles con todos los mejores sabores ¿Te parece?
Pedro aunque algo confundido enseguida sonrió animadamente –¡Si!
Davina se acercó y acaricio sus cabellos –Solo uno normal. Tu tío genial se pone demasiado inquieto con el azúcar.
-Es un niñato –. Agrego burlonamente Rebekah.
-Hey. No es cierto –. Se quejó Kol.
-Si lo es –. Dijo su esposa burlonamente antes de darle un beso en la mejilla al ver su puchero –¿Recuerdas la fábrica de chocolate? Creo que por tu culpa dejaron de dar tours.
Kol chasqueo su lengua y fingió ignorancia –Yo no fui –. Se encogió de hombros –Ahora vamos a la fiesta de bienvenida familiar.
Rebekah giro hacia las mellizas –Lizzie ve por tu libreta de planes. Al menos hoy debemos elegir la gama de colores adecuados.
-¡Si! –. La rubia enseguida sonrió ampliamente y enseguida salto entusiasmada asintiendo.
Davina se acercó a la morocha y le sonrió –Vamos. No olvides tus libros, te explicare el uso de los diferentes grados del fuego.
La mirada de Josie enseguida se encendió con entusiasmo que robo una sonrisa tonta de Hope que no dejaba de mirarle tontamente.
-Eso suena peligroso –. Susurro Lizzie a lo que la cobriza enseguida asintió encantada mientras la morocha se encogía con cierta timidez ante la mirada curiosa de Davina pero por suerte su hermana le salvo por el momento. Se dio la vuelta con rapidez y miro a su alrededor –¡Penélope! ¡Oh, Penélope…! ¡No te escondas. Jo quiere jugar contigo un rato…! Al menos hasta que te conviertas en un malvavisco.
-¡Lizzie! –. Se quejó la sifón dando un gritillo chillón que hizo que los vampiros se encogieran un poco de dolor. Se lanzó y atrapo a su hermana para silenciarla pero mientras se descuidaba Hope ya andaba por el pasillo.
-Tranquila. Yo me ocupo –. Dijo dándole una sonrisa segura que hizo saltar su estómago en vertiginosos giros.
La loba siguió con su andar por un par de pasos antes de que Josie dejara caer la sonrisa tonta y le mirada con curiosidad. Alcanzando a tomarle por el brazo con suave firmeza para detenerle –¿De qué te ocuparas?
-De atraparla para ti, por supuesto –. Afirmo la loba con su cabeza levemente ladeada pero enseguida volvió su sonrisa pícara –Un blanco no debe de saber que es un blanco ¿Cierto? Love. Ya me ocupo. Me gusta cazar.
Le dio un guiño juguetón y siguió su camino con facilidad al dejarle sin palabras.
-No olvides traer a Alyssa para variar –. Dijo Lizzie con una sonrisa brillante.
Hope sonrió con malicia –Uh. Suena magnifico.
-Ah… Nada como una buena caza para unir a la familia –. Soltó Marcel apareciendo en un segundo junto a su hermana a la que volvió a rodear con un brazo –Tal vez debas pasar a ver a tu manada y avisar de tu ausencia… si van a ver vestidos no volveremos hasta mañana –. Susurro pero evidentemente fue escuchado por el gruñido y risas que lo acompañaron.
-Hey no… esperen…
Antes de que Alaric se quejara o pudiera detener a alguien. Estos se separaron en equipos y desconcertado les vio partir conversando afablemente mientras su boca se abría y cerraba una y otra vez en desconcierto hasta que un gruñido escapo de su garganta al encontrarse completamente solo en el pasillo.
XXXoooXXX
Por primera vez en demasiado tiempo, la vieja mansión Mikaelson cobro vida.
Vida real.
Risas y voces animadas sin un ápice de maldad o planes ocultos. Solo pura e inocente vida.
La familia se encontraba reunida. La sanguínea y la elegida. Llenando a Hope de una satisfacción silenciosa que nadie parecía notar.
Pero Josie lo hacía.
Josie vio como el orgullo fluyo por el pecho de la cobriza durante el tiempo que estuvieron en la escuela mientras presentaba a su manada.
Su familia sonreía cariñosamente con orgullo desbordante que parecían muecas malignas ante el resto del alumnado que casi entro en pánico mientras el alfa se encargaba de tomarse un momento con cada uno de sus lobos para cerciorarse de que estuvieran bien antes de permitirse partir. Al retroceder, el alfa se desvaneció para darle el domino a la joven mujer que con fingida aburrición trato de ocultar su timidez al presentar a sus amigos, su familia elegida, a los Mikaelson.
No porque los últimos fueran a rechazarlos sino más porque sus amigos notaran el lugar que les daba y lo rehusaran.
La sifón pudo ver el temor infundado que intento consolar con el firme agarre en su mano. Asegurándole que no le rechazarían. No le lastimarían sin importar quien fuera su familia porque para ellos solo era Hope.
Solo Hope.
Y así fue. La realización quito un evidente peso de los hombros de la cobriza y le lleno de una calidez inquieta que salto a través del vínculo. Robándole una sonrisa dulce que fue retornada por la loba que en secreto le robo un beso. Solo un pequeño toque entre sus labios pero el sentir, la inundación de afecto de un tipo que no se atrevía a nombrar aun pero que era suficiente para hacerle estremecer mientras se perdía en el espectáculo de una Hope feliz.
Para cuando el grupo abandono la escuela, los caminos de tierra y el bosque habían sido cubiertos por el blanco velo del invierno. El frio no era demasiado pero lo suficiente para hacerles reconocer que temporada era pero no les hacía temerle. Con sonrisas emocionadas corrieron hacia la limosina enorme que la familia había solicitado solo para ellos y sin que el director pudiera impedirlo se despidieron por el resto del día.
Conducidos a la mansión que les abrió sus puertas al completo así como sus dueños que sin tapujos les dejaron recorrer las habitaciones y preguntar lo que se les ocurriera. Abrazándoles como tíos de todos. Tomándose un momento con cada joven para conocerle y entenderle.
-Hey love –. Hope se sentó tras ella. Tan cerca que su calor golpeó su espalda como una confortable marea. Reconfortándole hasta arrancarle una sonrisa instantánea –Tu hermana es mala.
-¡Claro que no! –. Respondió Josie girando un poco para verle claramente con un puchero molestó y ceño fruncido que robó un aleteo en la loba que ondulo su ceja con arrogancia señalando con sus ojos hacia un lado.
La morocha siguió su mirar y entonces noto la estridente risa satisfecha y libre de su hermana que sin piedad tenía a Landon tirado en el suelo quejándose mientras era golpeado una y otra vez por bolas de nieve sin duda fabricadas por magia. Como una metralleta. Así como su fuerte se había vuelto agua por el mismo poder.
Lizzie lucía tan feliz.
-Está bien… tal vez un poco… –. Susurró encogiéndose de hombros sonriéndole con cariño a su hermana que no dejaba escapar ni un poco al pobre chico que luchaba por arrastrarse lejos.
-Creo que tiene algo contra Lan pero, no estoy segura –. Dijo la cobriza con evidente sorna en su voz que ganó una risa baja de la bruja que se recargo contra su cuerpo.
-Sip. Yo tampoco… quizás solo estamos malentendiendo algo –. Afirmo juguetonamente.
Hope entrecerró los ojos con incredulidad al ver cómo Lizzie detenía su bombardeo por un momento para meter algunas bolas bajo la playera del chico que soltó un gritillo muy lindo –Solo un malentendido.
-Sip. Un malentendido –. Afirmo Josie con una sonrisa a la vez que sentía como los brazos de la loba le rodeaban protectoramente sobre los propios, descansando casi sobre su pecho. Cubriéndole del frío del invierno.
Por un rato se quedaron en silencio. Solo disfrutando de la postal frente a sus ojos que les arranco sonrisas afectuosas.
Landon seguía en el suelo siendo golpeado sin parar por Lizzie y cuando Raphael trato de ayudarle, MG lo golpeó con una gran bola que había estado destinada a ser la cabeza de un muñeco de nieve que no había podido terminar desde que pisaron los jardines. El pobre no lo vio venir y de golpe se halló en el suelo con una cabeza de nieve que arrancó la carcajada de Kaleb que pronto fue atacado por Kol pero para su sorpresa Pedro y Davina lo bombardearon, haciendo evidente quien le había dado el peligroso hechizo a la rubia.
El pobre vampiro cayó bajo múltiples disparos para luego elevarse sobre con sus codos mostrando un puchero –Pero soy tu esposo. Tu amorcito.
Davina se acercó y se agachó para depositar un pequeño beso en sus labios –Y lo sigues siendo, pero… –. Sonrió con malicia –Esto es guerra.
Y sin más se hizo a un lado. Sorprendiendo al vampiro al tener enfrente a Jed y Pedro que le lanzaron bolas sin piedad mientras la risa de su esposa resonaba por el sitio.
Rebakah se encontraba en la terraza, sentada cómodamente con sus piernas cruzadas y leyendo una revista de moda mientras bebía una copa de vino aunque cada tanto se tomaba un momento para disfrutar de la guerra de nieve. En especial cuando Pedro le llamaba y en un parpadeo estaba a su lado tomándolo entre sus brazos y alejándolo del peligro mientras él seguía disparando a su espalda. O tirando a Kol sobre montañas de nieve acumulada por magia porque realmente no había caído tanto para el juego.
Por su parte, Marcel se hallaba en la parrilla preparando la cena de hamburguesas y otras cosas que la familia pensó le gustarían a sus jóvenes invitados aunque siempre se detenía para sonreír admirando la diversión pero cada vez se tomó un momento para ver algo más.
Cómo ahora.
Ese algo más era Josie que sintió su atención y le regreso la mirada de la forma más sincera que tenía. Siempre que Hope estaba a su lado, él le miraría en una extraña mezcla de curiosidad y amenaza con un toque de burlona diversión. No sabía que tan bueno o malo era pero al menos no le había mostrado sus colmillos en ningún momento.
A diferencia del resto de los Mikaelson, él era el que más atención le había puesto a cada momento del día y le ponía nerviosa pero lucho para en ningún momento dejárselo ver aunque quizás lo escuchará en su pulso.
Hope deslizó la punta de su nariz a lo largo de su cuello hasta llegar tras su oreja dónde depósito un pequeño beso. Llamando su atención por completo. Haciendo que el resto del mundo desapareciera y su corazón acelerada por algo muy lejano al nerviosismo. Casi como si sintiera que la necesitaba, quizás lo escuchará pero siempre le tocaba suavemente cuando lo necesitaba.
-Tu hermano me odia –. Susurró la morocha ladeando su cabeza para darle más espacio a la vez que sus ojos se cerraban y sonreía disfrutando del toque.
-Tu hermana me odia –. Respondió la loba en un susurró suave con una pequeña sonrisa que plasmó en la piel.
-No. No lo hace –. Josie instantáneamente abrió sus ojos para encontrar la mirada entrecerrada de la rubia en ellos. Le saco la lengua y luego siguió en lo suyo –Ella es protectora. Solo eso.
-Marcel igual –. Afirmo la cobriza mirando hacia su hermano que evidentemente estaba escuchando y que le sonrió con suficiencia provocando que sus ojos se iluminarán por un momento antes de rodarlos –Él es protector. Siempre lo ha sido… más desde que mis papás se fueron. No es nada personal.
Josie sonrió y volteo para ver directamente a la cobriza que se alejó solo un poco para dejarle moverse pero no lo suficiente para que sus narices no se encontrarán –No he visto que mire feo a nadie más.
-No tiene que mirar a nadie más –. Susurró Hope mirándole en completa adoración. Arrancándole un suspiro a la bruja con la que comenzó a restregar lentamente su nariz –No cuando solo te veo a ti, love.
Josie no pudo evitar sonreír un poco más pero con un sentimiento tan diferente a lo común. Eso único que hacia su cuerpo vibrar y su mente caer por la cobriza que le atrapo con seguridad contra su cuerpo y sus labios que rozaron los propios en una silenciosa petición con cierta urgencia oculta en sus ojos suaves.
Quiso caer. Quiso dejarle seguir y simplemente seguirle pero las miradas en ellas, aún de reojo eran claras y pesaban. Le hacían sonrojarse y a la vez le molestaban. No solo por la interrupción sino porque quería que sus momentos con Hope fueran de ellas. Solo de ellas.
Ahí.
Cuando no había nadie. Cuando no parecía que estaban cubriendo apuestas o algo así, o se preparaban para interrumpirles con tonterías. Ahí es cuando sentía con claridad y sin temor todo lo que la loba le decía con cada toque delicado. La promesa adyacente que quizás ni ella se halla dado cuenta que hacía y que se graba profundamente en su corazón.
Pero ese no era el momento y con disgusto se forzó a no dejarse llevar. Lucho por ello.
-Nos ven… –. Susurró tímidamente.
Hope sonrió –Ya no…
Dijo a la vez que una pequeña ola de magia escapaba de ella y les rodeaba por completo. Al voltear, Josie vio cómo su hermana gruñía y maldecía a la vez que los Mikaelson solo negaban sonriendo pícaramente y sus amigos veían hacia ellas sin reconocerles por un momento soltando un bufido divertido para luego seguir con el juego.
-Ves. Ni siquiera estamos…
Antes de que Hope pudiera terminar de hablar, la morocha unió sus labios en un beso intenso y apasionado pero aún controlado. Al menos mientras estaba de espaldas a la loba pero pronto se dio la vuelta y la cobriza se dejó caer de espaldas en la tumbona, llevándole con ella. Recostándose a disfrutar del contacto que tanto habían anhelado todo el día. Besándose con demanda. Aferrándose a la otra con fuerza mientras sus corazones enloquecían junto a sus respiraciones. Sus manos vagando y necesitando más de la clara calidez que solo la piel podría ofrecer y hacía un delicioso contraste con el frío infernal.
No supieron cuánto tiempo paso o cuántas veces se alejaron solo milímetros para tomar aire antes de seguir. No supieron cuando dejaron de demandarse para solo disfrutarse con suaves caricias y tiernas miradas a los ojos.
Lo que si supieron fue el momento exacto en que el mundo volvió a verles.
-¡Felpudo. Deja de meterle mano a mi hermana! Y más importante aún… ¡Deja de hacerlo en mi cara! –. Grito Lizzie con fuerza haciéndoles saltar.
Encontrándose con la mirada molesta de la rubia y la inquisitiva de Rebekah que se hallaba a su lado.
-Hora de la cena, pequeña lobo –. Soltó cantarinamente la mayor y se giró para sonreírle con pícara malicia pronunciada –O quizás ¿Ya tienes la tuya?
La cobriza gruño aunque no por eso pudo ocultar el color que golpeó sus mejillas aunque nada que ver con el de Josie que se ocultó en su cuello pensando en todas las maneras que podía rostizar a su hermana por hacerle pasar aquello.
¿O era por interrumpir…?
Quién sabe.
oooXXXooo
Después de la cena y un rato más de pasar el tiempo con los jóvenes. Los Mikaelson se retiraron a la biblioteca a relajarse dejándoles la sala para su pijamada.
Con copas de bourbon en cada una de las manos, conversaban sin poder evitar sonreír suavemente ante el escándalo de risas a lo lejos que escuchaban con claridad para su disfrute. Solo siendo interrumpidos de vez en cuando por la más pequeña que no podía evitar sentirse atraída por el aroma del licor de la mejor calidad y que como una niña se escabullía para robar un trago del que se topará primero.
Todos le gruñían y se quejaban pero casi sonreían con orgullo al verle tararear ante el sabor para luego desaparecer en un segundo. Incapaz de mantenerse alejada de sus amigos aunque sabían que era algo más específico que eso.
-¿Hablaremos sobre el tema o fingiremos que no existe? –. Pregunto Marcel sentado en el sofá con su esposa cómodamente recargada en su pecho y hombro. La seriedad de sus palabras fue evidente.
Kol suspiro –Es algo único y casi extraño como un cometa pero no hay mucho que decir.
-Sus implicaciones no deberían pesar o lastimarle de ninguna forma –. Aseguro Davina tranquilamente mientras su esposo pasaba sus dedos por sus cabellos distraídamente –No veo que hay que hablar.
-Sus implicaciones casi la matan –. Siseó el moreno.
-No. Lo que le hizo daño fue su desconexión con su lobo y sus miedos. Nada de eso es culpa del vínculo –. Refutó Rebekah con calma. Su esposo hizo una leve mueca tragando un sorbo de licor que poco hizo para borrar su tensión.
-Y es algo que no podemos controlar –. Agrego Kol –Interferir solo le traerá más problemas y descontrol, y por lo que veo es algo en lo que está trabajando bien.
-Interferir es imposible –. Davina miro hacia el moreno y le sonrió tratando de tranquilizarlo. Conociéndole lo suficiente para ver el miedo –Solo podemos agradecer que sea ella a quien está atada. Es una buena chica.
-El vínculo le está guiando ¿Cómo eso está bien? –. Se quejó Marcel.
-No es solo el vínculo. Es ella –. Rebekah volteo a verle a la vez que tomo su mano –Siempre ha tenido una debilidad por ella. No es algo salido de la nada o que sea obligado. Siempre ha estado ahí pero Hope se ha negado a verlo o seguirlo... quizás en el fondo es algo bueno. Le hizo enfrentarlos y enfrentar mucho de lo que tenía guardado, y ella le ha apoyado en cada paso. No veo como podría ser malo aun cuando no estuvieran juntas.
Kol rio –¿Dudas que lo estén? Porque yo escuché mucho que borra cualquier duda... –. Soltó un suspiro tembloroso y se estremeció mientras miraba a lo lejos –Hay cosas que un tío jamás debe escuchar.
-No lo están –. Afirmo Davina riendo por las tonterías de su esposo –Pero llegarán ahí… Eventualmente cuando acepten lo que todos ven...
-Y dejen de temer –. Agrego Rebekah con una sonrisa melancólica que pronto se dirigió hacia su copa –Tiene tanto de ellos... la nobleza de Elijah que sin duda le dicta que le dejé la libertad de elegir. La suave pero firme e irrevocable protección de Hayley sin importar el costo o el tipo de relación. La pasión arrolladora de Nik...
-Eso es lo que me temo –. Soltó Marcel con el ceño fruncido –Tiene tanto de ellos y esa intensidad podría destruirle si es algo unilateral. O llevarle a la locura si no es real...
-No es así pero tendremos el tiempo suficiente para calmar las preocupaciones e... –. Kol sonrió con malicia –Intimidar un poco.
Las mujeres negaron al unísono al ver la afirmación de ambos. Cada uno con diferente motivo aunque en el fondo solo uno tuviera el que ninguno deseaba explorar.
Desesperados por no romper la ilusión y el corazón de la más pequeña. De protegerle de todas las formas posibles.
