Marcel rodó por su cama buscando la calidez de su hermosa esposa pero su brazo solo encontró vacío. En el instante en que su mente lo registro, básicamente salto fuera de sus mantas mirando a su alrededor con ansiedad. Era algo instintivo. No podía evitarlo. Cada vez que iban a un nuevo lugar, por varias semanas sentía la tensión de que algo o alguien se ocultara entre las sombras. Listo para hacerles daño.
Sus sentidos se agudizaron a la vez que el ritmo de su respiración se detenía para captar cualquier cosa y pronto lo hizo. Se apresuró a ponerse algo de ropa y en un borrón se encontró en el piso inferior. No había gritos o quejidos. Solo el sonido de respiraciones relajadas y algo líquido.
-Demasiado ansioso, querido sobrino –. Saludo Kol burlonamente hacia la nada en un susurró perfectamente escuchado por el moreno que bufo por lo bajo siguiendo su voz.
Kol y Rebekah vestían aún sus pijamas pero ya sujetaban unos vasos de cristal con un hermoso líquido ámbar. Compartían el sofá más alejado de la sala que se encontraba casi en un rincón oscuro junto a la chimenea pero era el lugar perfecto para ver a los niños que dormían tranquilamente. Todos apretujados en línea como en una lata de sardinas, protegiendo sus espaldas mutuamente aunque en algunos era obvio que había favoritos como Hope resguardando a Josie, o MG abrazando a Lizzie y a la vez las mellizas mantenían entre ellas a Pedro.
Descansando en paz y completamente indiferentes ante la guardia nocturna al que se le agregaba un integrante más, al que los otros no miraron. Sus ojos y sonrisas suaves se mantuvieron en los niños y por inercia, Marcel les imitó mientras caminaba pegado a la pared hasta llegar junto a su esposa.
-Quiero tanto llevarla con nosotros –. Susurró Rebekah.
Kol asintió levemente –Mostrarle el mundo…
-Darle el mundo –. Agrego su hermana.
-Mantenerle a salvó del mundo –. Finalizo Marcel apretando sus labios y frunciendo su ceño.
-Pero no podemos –. Kol suspiro y le dio un trago a su copa.
-¿Por ella…? –. Pregunto Marcel casi con enojo mirando directamente hacia Josie que relajamente se encontraba entre los brazos de la cobriza que ocultaba su rostro entre sus cabellos.
Rebekah sonrió tendiéndole su copa sin dejar de mirar a su sobrina –No. Porque está en casa con su familia.
-Somos su familia –. Replicó su esposo enseguida y ella le sujeto su mano volteando a verle.
-Lo somos y jamás dejaremos de serlo. Siempre y para siempre. Pero cada uno de nosotros y ella misma necesita y tendrá la propia…
-Personas que le hagan sentir a salvó. Que le entiendan y que le quieran por quién ella es –. Agrego Kol –Deberíamos estar felices porque lo está haciendo bien. Está misma gente es la que en el futuro le protegerá y apoyará de ser necesario.
-No lo sabes -. Mascullo Marcel.
-No. No lo sé pero tampoco Nik cuando te recogió –. Soltó Kol con dureza que hasta sorprendió a su hermana que se apresuró a mirarle mal a la vez que sujetaba a su esposo que tenso todos sus músculos. El vampiro ignoro la intensa mirada y se encogió de hombros –Pero hey, salió bien aunque lo aprisionaste y casi lo matas algunas veces. Muy Mikaelson –. Camino hacia la chimenea centrándose en la habitación –Yo creo que lo está haciendo bien. La princesa es inteligente y fuerte como sus padres, si algo va mal podrá enfrentarlo. No podemos guardarla en una botella de cristal por más que lo deseemos.
Rebekah asintió y se paró a su lado junto a Marcel que soltó un pesado suspiro molesto –Me lastima y tengo arcadas pero creo que tiene razón –. Su hermano le sonrió mostrándole todos sus dientes –No podemos protegerla simplemente alejándole de todo. Hayley no lo quería de esa manera… Quería que fuera libre y disfrutará y aprendiera de la vida como cualquier otro. No Mikaelson. No la gran tribrida. No la alfa crecent. Solo Hope…
Marcel volvió a suspirar pero está vez aceptando sus palabras. Recordando a la madre de su hermanita que tanto deseaba darle todo lo que ella y Klaus jamás tuvieron. Libertad.
Sacudió un poco su cabeza volviendo a suspirar –Esta bien pero no dejaré de vigilarles y probarles…
-No esperaría menos de ti, cariño –. Rebekah beso su mejilla sonriendo.
-Muy Nik –. Dijo Kol sonriéndole al moreno que bufo por lo bajo pero lo ignoro para ver a su hermana y sonreírle pícaramente –Bien dicen que las niñas buscan a su figura paterna en sus parejas ¿No? –. Enseguida la rubia reacciono a darle un puñetazo en el brazo que le hizo dibujar una mueca pero siguió riendo por lo bajo mientras Marcel rodaba los ojos. Pronto la risa se apagó y volvió a mirar a su sobrina –Por supuesto… que aceptemos no significa que seamos unos ilusos tontos. Alerta permanente decía Moody aunque estoy seguro que primero lo dijo Elijah.
Rebekah sonrió y rodo los ojos mientras Marcel se relajaba un poco para asentir con una sonrisa. Bastante seguro de que era muy probable que tuviera la razón.
Su atención volvió a los jóvenes y soltó un suspiro asintiendo de mala gana pero su mirada volvió a concentrarse en la morocha que tenía el rostro levemente girado, quizás apropósito o quizás no, que se encontraban con los labios de la cobriza como si estuvieran en un perpetuo beso tierno y casi inocente si ignorabas el hecho que uno de los brazos de la loba le rodeaban pasando bajo su axila para subir en diagonal hacia su hombro al que sus dedos apenas llegaban.
-En especial a ella. Cuando una bruja se inmiscuye con un Mikaelson siempre son problemas –. Dijo mirándoles con seriedad.
-Hey. Mi esposa es bruja –. Se quejó Kol.
-Y pasamos más de un desastre por ella y para ella –. Sentenció la rubia a lo que su hermano solo sonrió.
-Ah. Los buenos tiempos. Nada mejor para encender el fuego, si sabes a lo que me refiero -. Dijo con una sonrisa traviesa a la vez que empujaba con el hombro a Marcel que en un borrón tomo el atizador y estuvo a punto de apuñalar a su cuñado pero su esposa intervino.
-No se te ocurra –. Siseó ella.
-Pero… pero… –. Tartamudeo –Está hablando de Davina –. Se quejó sin dejar de ver al vampiro que sonreía burlón a espaldas de su hermana.
-Ya sé que es tu pequeña Davina pero ya no es pequeña y es su esposa. ¿Qué crees que hacen en su habitación? ¿Jugar parchís? –. Lanzo el atizador a un lado alejándolo de su dirección –Y tú. Deja de molestarlo –. Apunto con su dedo a su hermano que levanto las manos –Ahora. Denme espacio antes de que los despierten.
Kol rio por lo bajo y salió de la habitación junto a Marcel que refunfuñaba. Rebekah rodo los ojos pero enseguida sonrió con tierna malicia a la vez que sacaba el teléfono de su bolsillo y comenzaba a tomar fotos del grupo de niños que seguía durmiendo apaciblemente.
-No olvides enviarlas al grupo –. Susurro Marcel.
-A la pequeña rufián le encantara encontrarlas en el álbum familiar –. Afirmo Kol con una risilla que contagio a la rubia que siguió en su pequeña sesión.
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Una sonrisa satisfecha se formó en su rostro en cuanto sus sentidos fueron conscientes de lo que le rodeaba.
Con los rizos desordenados haciéndole cosquillas en el mentón y la pierna de su hermana suave y sutilmente enredada con la propia. Un brazo rodeaba su cintura con la suficiente firmeza para que le sintiera aun cuando dormía. Confortándole en todo momento. Un cálido aliento y presencia fue más que suficiente para saber de quien se trataba aunque por supuesto que no tenía dudas.
Hope dormía a su lado. Le abrazaba y le había abrazado durante toda la noche. Ronroneando en su oído cada cierto tiempo y restregándose contra ella para hacerle notar su presencia. No sabía si Hope era consciente de ello pero le gustaba y en especial le gustaba la timidez que impregnaba a la cobriza a cada mañana que despertaba y se volvía consiente de cómo le atrapaba en el lecho.
El solo recordar en su pequeña sonrisa tímida y su mirada juguetona huyendo de ella le hizo sonreir un poco más. Quizás hasta desear verlo en vivo pero se negó a moverse. Solo abrió sus ojos. Parpadeando aletargada y dando una inhalación profunda seguida por un suspiro cómodo para luego perderse de nuevo en sueños con una sonrisa perpetua.
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-El acoso no es lindo, Felpudo –. Dijo Lizzie con un ligero toque burlón y otro tanto defensivo.
Hope sonrió suave restregando con lentitud su nariz contra el costado de la cabeza de Josie que cómodamente dormía entre sus brazos manteniendo entre los propios a Pedro. Su mirada fue perdiendo suavidad conforme se alejó del perfil de una sifón hacia la otra que le miro adormilada pero con ojos entrecerrados molestos aunque el adormilado le daba cierto toque lindo que hizo sonreír a la cobriza.
-A ella le gusta –. Refutó tranquila acercando un poco más su cuerpo al de la morocha. Amoldándose perfectamente.
-También le gustó Satán y mira como salió –. Respondió Lizzie con una brillante sonrisa provocando un gruñido bajo y mirada centellante que solo le hizo sonreír más.
-Tiene razón, cariño –. Dijo Kol entrando en la habitación con una gran sonrisa. Se recargo en el respaldo del sofá alargado sobre sus cabezas y se asomó –Tienes los ojos de tu padre así que parece que te la vas a comer en cualquier momento.
Hope bufo por lo bajo como un pequeño gruñido indignado que amplio la sonrisa de su tío.
-Ya te dije que no te comas a mi hermana. Felpudo malo –. Soltó la rubia finalizando su declaración con un golpe de su dedo índice en su nariz que hizo a la loba encogerse a la vez que mostraba sus colmillos levemente.
-Vuelve a hacerlo y te morderé –. Advirtió con molestia.
-No puedes. Josie se enojara y te golpeara con su pucherito –. Refutó cantarinamente la rubia a la vez que tomaba asiento con una sonrisa orgullosa.
Quiso refutar pero sabía que era cierto. El simple recuerdo del gesto le robó una sonrisa suave y su mirada volvió hacia la bruja en sus brazos a la que había estado adorando desde que sus ojos se abrieron. Lizzie bufo por lo bajo burlonamente al ver a la gran alfa sometida a su hermana que ignorante mantenía un semblante cómodo.
-Cariño, lamento interrumpir tu intensa y nada obvia veneración pero es hora de ir con tu manada –. Soltó Kol burlonamente pero mirándole con ternura.
Hope soltó un quejido e instintivamente se apretujo un poco más contra la morocha escondiendo su rostro entre sus cabellos. Como si estuviera escuchando o al menos entendiera el significado del movimiento, Josie alejo su mano de la barriga de Pedro y se aferró al antebrazo de la cobriza a la vez que se escondía un poco más entre sus brazos.
El lobo ronroneo contra su cuello y la cobriza depósito un pequeño beso en su piel –Esta bien, love. Todo está bien.
Susurro para luego forzarse a moverse. Sintiendo enseguida como el agarre se apretaba, en especial cuando su calidez se fue alejando dejando que el frescor de la mañana provocará que la bruja se encogiera un poco más.
Lizzie se levantó y miro a su alrededor. Sonriendo a escondidas al ver a su grupo apretujado abrazándose entre ellos. Hope gruño molesta por tener que levantarse y sin ninguna delicadeza lanzo a un lado la pierna de Jed que había estado sobre sus muslos.
Como una roca lanzada a un lago, las ondas se desperdigaron.
Jed se removió lo suficiente para mover a Raphael que cubría su espalda con la propia mientras sus brazos estaban sobre Landon al que de pronto le fue aplastada la cabeza haciéndolo aletear con fuerza.
-Ah… Quiere volar –.Dijo la rubia con fingida ternura.
-Mhmm… no creo que pueda. La estopa debe pesar mucho –. Añadió Kol dándole un guiño juguetón que amplio su sonrisa mientras la cobriza rodaba los ojos y negaba aunque sin poder evitar sonreir.
La ausencia de Lizzie hizo que MG despertara casi de un salto empujando a Kaleb que se removió soltando murmullos molestos pero pronto volvió a quedarse inmóvil mientras su amigo buscaba a la rubia que se estiraba y alejaba sin mirar atrás. Ignorando como un par de miradas le seguían tontamente.
Hope clavo su rodilla junto a la morocha a la que tomo entre sus brazos y levanto. Volteo de reojo a ver a sus lobos que se estiraban terminando de despertar –Voy a dejarla en mi habitación.
-Tomate tu tiempo –. Soltó Jed con simpleza aunque Raphael sonrió con cierta picares que hizo que la cobriza gruñera levemente a la vez que rodaba sus ojos mientras sus amigos reían por lo bajo pero eso no detuvo sus pasos.
Pedro fue tomado entre brazos por Kol aunque pronto le fue arrebatado por su hermana que miro al pequeño con una sonrisa –Yo me ocupo.
La rubia desapareció en un borrón pero para su hermano y esposo fue obvia su mirada tierna hacia el pequeño que se acomodó entre sus brazos en total tranquilidad. Marcel sonrió suavemente y siguió a su esposa con un paso calmado…
Hombros caídos y ceño suavemente fruncido, de esa manera es que Hope se mantenía mientras sus ojos recorrían el rostro por enésima vez en ese momento. Grabando cada milímetro de su ser en su memoria, sabiendo que no podría olvidarlo aunque lo quisiera pero quizás no lo pudiera disfrutar en el futuro.
Un suspiro profundo escapó de su ser y a la vez sus hombros se vencieron un poco más. Hincada a un lado de su cama lucho por acercarse un poco más. Desesperada ante la necesidad de contacto aunque ya estuviera su brazo conectándoles en un firme agarre que no estaba segura de cual mantenía. Josie le apretaba contra su pecho acurrucándose en su mano que le sostuvo con dulzura, apenas moviendo sus dedos lo mínimo para ofrecer una caricia que recibió una sonrisa relajada.
Instintivamente Hope sonrió al verle e inhaló con fuerza llenando sus pulmones de aquel aroma que le hacía temblar hasta la médula. Torpemente exhaló, casi riendo al sentir a su lobo aturdido por el momento.
Cerró sus ojos y dejo que el magnetismo funcionará. Su frente se recargo suavemente en el de Josie mientras sus oídos se concentraban en el sonido de su respiración. En la suave melodía de su ritmo cardíaco.
-No sabes cómo amo ese sonido –. Susurro luego de un rato. Sabiendo bien que la morocha seguía durmiendo profundamente –No sé cómo me podré acostumbrar a vivir sin el en mis oídos... –. Se alejó lo mínimo para verle –El mío no sabe cómo andar sin su guía.
Y se acercó a depositar un beso en sus labios. Un casto toque lleno de todo el sentir que se apretaba en su pecho y le asfixiaba el resto del día hasta que se volvieran a encontrar. Doliéndole cada latir hasta entonces.
-Hope... –. Dijo la voz de su hermano desde el pie de las escaleras. Sabiendo que le escucharía.
Hope se alejó un poco y sonrió con tristeza –Sera mejor que vaya aprendiendo ¿No? Love.
Soltó su mano y la deslizó hasta que dejó la calidez de Josie a la que sus ojos nunca dejaron de ver. Y en cuanto estuvo libre se apresuró a dejar la habitación, cada paso costándole más que el anterior pero no se detuvo.
No miro atrás.
No vio como la sifón hizo una mueca de malestar en cuanto noto la ausencia de su calidez y como su lucidez volvía conforme no hallaba su aroma a su alrededor, o el sonido de su respiración. Saltando de la cama para cuando las puertas de la mansión se cerraron. Corriendo fuera de ella para cuando se perdió en el bosque ignorando que Josie le llamaba una y otra vez.
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-Se los dije... –. Canturreo Lizzie con una sonrisa. En el instante en que vio a su hermana dar la vuelta dejando las escaleras con su mirar triste y levemente preocupada junto a un puchero que sin duda tendría a la loba de rodillas.
Josie vio a las tías de la cobriza sonriéndole con ternura pero no sé fijó demasiado en ello. Sus ojos fueron a su alrededor –¿Y Hope?
-Tranquila, cariño. Fue a ver a la manada –. Dijo Rebekah siguiendo con la preparación de ingredientes para el desayuno. Tomando un momento para pasar su mano por los rizos de Pedro que llegó a robarle un trozo de fresa y luego correr.
Josie asintió distraída a lo que Davina frotó su espalda –Esta bien. Volverá enseguida y podrán acurrucarse un rato.
-Vuelve a dormir para que tus chacras se controlen, sis –. Soltó Lizzie con una sonrisa aunque sentía con desafortunada vivida claridad como la ansiedad de su hermana estaba haciendo temblar su vínculo.
-No. Yo... no puedo... –. Susurró la morocha. Sonrojándose al segundo en que recordó que sus tías estaban ahí.
Davina le sonrió amorosamente y le abrazo de costado –Lo sé. Estos tontos Mikaelson son necesarios como calentadores.
-No soy un calentador –. Se quejó Rebekah con molestia pero enseguida sonrió con arrogancia –Soy la maldita mejor almohada del mundo y mi esposo no puede estar sin tenerme cerca. Eso. Eso es lo que somos los Mikaelson... Indispensables.
Davina soltó una carcajada mientras Lizzie miraba con admiración y algo de adoración a la rubia mayor –E incluyen egos enormes gratis...
-Lo sabes bien –. Afirmo presumida su cuñada sin borrar su sonrisa –Por eso eres el imán de mi hermanito.
-Me gustan sus abrazos, que puedo decir –. Confesó Davina con una linda sonrisa amorosa encogiéndose de hombros.
Josie sonrió suavemente y asintió a lo que su hermana rodó los ojos mientras las mujeres le volvían a sonreír con complicidad y oculta alegría con toques de esperanza.
-¿Y Felpudo que es? –. Pregunto Lizzie con una sonrisa pícara.
Su hermana sonrió luchando por no hacerlo a la vez que rodaba los ojos pero solo tuvo que pensar en la cobriza y su sonrisa centello –Es la mejor almohada. La manta más confortable... y los abrazos más firmes y sinceros en los que he estado...
Las Mikaelson sonrieron con ternura a la vez que soltaban a la vez un "Ahh..." que hizo que el sonrojo de la morocha fuera de un intenso color.
-Ahh... qué asco –. Soltó Lizzie a la vez que hacia una mueca de aversión total –Te mereces escupir bolas de pelo de por vida solo por el vómito de miel que tendré en un momento.
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En el bosque todo era calma y tranquilidad solo rota por la respiración agitada de la manada que satisfecha, sonreía mirando el cielo azul. El roció matinal y la brisa de otoño les daba el refresco necesario y la sensación en su piel hacia regodear a sus lobos que casi ronroneaban en sus oídos pero aun así se las arreglaron para escuchar los pasos, el ritmo cardiaco y movimientos de Kol, Marcel y Hope que eran los únicos que se mantenían de pie mientras los demás disfrutaban de estar recostados o sentados en el suelo bajo árboles o completamente a la luz del sol.
-Respiren profundo. Controlen sus latidos –. Dijo Kol con voz suave –No solo su cuerpo. Su lobo. Sé que lo sienten, deseoso de salir y poner sus patas en la tierra. De correr libre. No lo silencien, escúchenle y aprécienlo. Ámenlo. No luchen pero tampoco se sometan. Déjenlo tomar sus manos y pies. Su piel. Que a través de todo su ser humano obtenga las sensaciones que desea –. Sonrió al ver como los gruñidos se hacían oír pero no había agresión. Solo pequeñas quejas –Si quiere levantarse y caminar, déjenlo. Tomar una siesta, está bien. Correr, bueno pero no se vayan lejos. Compartan pero no se pierdan.
Hope vio con una sonrisa como algunos comenzaban a levantarse y caminar a su alrededor admirando todo con sus ojos dorados. Otros comenzaron a olfatear y algunos más a restregarse en el césped.
A ser lobos aunque su pelaje no estuviera ahí.
Marcel se acercó y le rodeo con su brazo –Son buenos.
-Lo son... solo necesitan saber que la libertad no es mala –. Dijo ella riendo al ver el comienzo de un juego de persecución –Eso es lo que quiero enseñarles.
-Y lo estás haciendo bien.
-Tuve buenos maestros.
Su hermano sonrió –Hayley estaría orgullosa… –. Afirmo tomándose un momento para recordar a su vieja amiga y su manada que pocas ocasiones pudo ver de cerca en su ambiente pero cuando lo hacía, siempre pudo ver la magia pura de un buen alfa. La libertad y alegría de ella. Sus ojos volvieron al perfil de Hope y por un momento estuvo seguro de ver a su madre en ella. En su forma de ver a su manada y el afecto incondicional a ellos –Yo lo estoy. Tan orgulloso que quiero llorar.
La cobriza se tragó el nudo en su garganta y sonrió ampliamente aunque sus ojos estaban húmedos con lágrimas que se negó a derramar –Gracias tonto –.Un resoplido risueño escapo del moreno que le soltó y le empujo con esa misma mano –¿Quieres ir a jugar un rato...? Mark.
El nombre lo remarco con tono juguetón que le hizo gruñir pero no vio su reacción. Se dio la vuelta y comenzó a andar hacia un pequeño paramo que estaba cerca.
-No me llames así –. Se quejó Marcel siguiéndole y mascullando por lo bajo aunque con claridad escucho la risa de su cuñado a su espalda –Suena demasiado parecido a Matt...
-Ja. Quizás por eso le gustas a tía Becks –. Declaro sonoramente provocando una carcajada de Kol.
-Ja. Ja. Muy graciosa –. Soltó junto a un resoplido y sus ojos rodaron –No me molestes.
Hope volteo a verle al llegar al sitio y camino de espaldas a la vez que desabrochaba su sudadera para quedar solo con su camiseta holgada blanca cubriendo su negro bra deportivo. Sonrió con silenciosa molestia pero no enojo en sus ojos –Tu molestas a Josie. Es justo.
Un bufido abandono al moreno que dejo de mirarle directamente y también se quitó su chaqueta –No la moleste. Ni siquiera le he hecho nada.
-Lo más inteligente es que ni siquiera lo pienses. He visto como la miras... –. Empezó a estirarse mientras caminaba al centro del lugar donde se reunió con el –La has estado acosando. Como si esperadas el momento en el que sacara un cuchillo y me apuñalara.
Marcel se encogió de hombros –Eso sería demasiado simple... Es una bruja. Lo simple no va con ellas, ya sabes.
Lo vio mientras hacia sus propios movimientos de calentamiento y sonrió con picares –Cuidado. Tía Frey y Davina podrían oírte.
Este hizo una mueca con una sonrisa oculta –Freya se reiría y Davina se burlaría pero ninguna lo negaría –. Inhalo profundamente y exhalo lentamente en repetidas ocasiones siendo imitado por su hermana –No puedes negarlo.
-No lo hago... –. Soltó Hope mirándolo a los ojos y retrocedió un paso –Pero Josie no –. Dijo al mismo tiempo que elevaba sus puños con decisión –Ella no haría nada para lastimarme...
Marcel imito su movimiento y su rostro se volvió serio a la vez que sus puños se apretaban –No lo sabes. Solo lo dices...
Fue silenciado por un puñetazo directo hacia su rostro que apenas y pudo esquivar retrocediendo su cabeza. Su hermana negó sin dejar de moverse. Paso a paso, atacándole con fuerza abrumadora y magia que hacia vibrar el ambiente.
-La primera vez que vine a Salvatore, Josie solo tenía 5 años y poco más... –. Sonrió levemente antes de patear el abdomen de su hermano que retrocedió un gran salto con una mueca dolorosa en su rostro que solo duro un segundo –Todavía no era su trabajo dar los recorridos pero aun así en cuanto me vio, nerviosa y temerosa junto a mamá, se acercó...
Sin titubear aun cuando su sifon le gritara cuanta magia había en mí... o detenerse por mi amenazante mirada de advertencia.
Se acercó con una sonrisa.
Una gran y brillante sonrisa que me hizo perder las fuerzas hasta olvidarme que tenía miedo. Tomo mi mano y sin que luchara me llevo. A su infantil forma me mostro la escuela y todos sus lugares favoritos, la gente genial que había pero nada de eso importo. Desde el momento en que nuestras manos se unieron, me sentí caer en una nube...
No hubo magia, o una extraña sensación de posesión.
Nada.
Solo Josie...
Marcel conecto dos o tres golpes sin lograr borrar la pequeña sonrisa en ella.
Hizo crujir su cuello para luego volver al ataque con upper que lanzo a su hermano por los aires –Cuando volví a la mansión con mamá, yo... simplemente acepte venir. No por la escuela y la posibilidad de alejarme del caos y miedo en casa, sino por Josie.
Cada vez que le veía no podía apartar mis ojos de ella y cuando me miraba me sentía lo más genial del mundo por tener, al menos por un segundo, su atención.
Cuando me sonreía... je. Simplemente me perdía. El mundo podía explotar y a mí no podría importarme menos.
Siempre que volvía a casa... Josie me despedía con una sonrisa y al volver me recibía con otra igual de brillante hasta que me hice adicta a ellas. Sin importar la tristeza por dejar mi hogar y mamá. Ella siempre me consolaba sin saber.
Tenía 13 años cuando le pregunte a mamá porque sentía todo lo que sentía.
Todavía recuerdo la sonrisa tierna que me dio aunque no le dije por quién lo sentía. Eventualmente lo descubrió, como usualmente descubría todo pero yo ya no era tan inocente. Ya no creía que el mundo era seguro ni que mi padre era el héroe de la historia. Ya había entendido cual era el peso de nuestro nombre, y me dio miedo.
Miedo por ella.
Miedo porque me odiara sí sabía quién era...
Marcel intento someterle en una guillotina. Luchando en el suelo sin importarles el lodo en sus ropas o la poca sangre que se habían arrancado en el juego. Solo siguieron adelante como si fuera nada pero no dejo de escucharle.
Aunque solo fueran susurros. Él le escuchaba.
-Mamá intento hacerme sentir segura. Bueno, lo hizo realmente... Lucho por enseñarme que yo era algo más que mi nombre... que era especial... –. Susurro la loba. No por falta de aire sino por el dolor que comenzó a cerrarle la garganta ante el recuerdo –Pero el mundo me encontró, y ya sabes lo que paso...
Un gruñido vibro en su pecho y sus ojos centellaron ante la furia del pasado. Se reacomodo y sin piedad comenzó a estrellar su rodilla contra el costado del moreno hasta que logro que le soltara.
Retrocedió y le dejo levantarse hasta quejarse un poco sin que su guardia se bajara en ningún momento.
-Solo después de todo.
De la pérdida y el dolor. De la confusión y desesperación en soledad, es que volví a la escuela.
Mas porque la extrañaba que por otra razón.
Deseaba volver a ver su sonrisa. Que me mirada con sus hermosos ojos y me convenciera la menos por un segundo que no estaba tan sola como me sentía...
E instintivamente espere que me diera la bienvenida, era todo lo que necesitaba, pero por primera vez no estuvo ahí. Y mi corazón se rompió...
Solo pude pensar que tenía razón y que toda mi vida mi madre me había mentido. No era especial. No valía la pena. Y ella me odiaba.
No le busque. No me atreví. No quería ver el desprecio en su mirada, así que huía de ella en los pasillos hasta en las aulas.
No tenía mucho control de mi lobo así que en cualquier momento cambiaba y me perdía por horas. Era algo bueno. Me permitía escapar del odio a mí alrededor...
Ser un lobo es ser libre hasta un poco del dolor, así que no podía evitar quedarme en el bosque. El Dr. Saltzman estaba asustado y trato de ayudar pero no había mucho que hacer si no lo quería. Y no lo hacía.
Era eso o sufrir con todos los recuerdos que me ahogaban aunque tuviera los ojos abiertos... Preferí huir...
Marcel le miro con tristeza. Con lágrimas amenazando con caer en cualquier instante pero Hope le sonrió.
No con alegría, solo con aceptación. Con fortaleza desbordando de cada poro de piel y arrogancia juguetona en su mirar.
-Una de esas noches, me encontré con Josie.
Estaba aterrada. Tan temerosa de perder el control que nunca había intentado tomar, en especial cuando sentí a mi lobo queriendo acercarse.
No entendía lo que quería mostrarme y no lo hice. No hasta luego de un rato de estar oculta en los alrededores pude escucharle llorar...
Lloraba sola y tan desconsolada que me partió el corazón. No pude evitarlo. Me obligue a cambiar por primera vez y corrí a ella, esperando que no me tuviera tanto miedo para que me dejara consolarle.
Quería tanto protegerle... estar ahí...
Y para mi sorpresa, lo permitió.
La loba golpeaba sin parar al vampiro. Manteniéndolo arrinconado contra el tronco grueso de un árbol en el que apoyaba su espalda.
-¿Por qué lloraba? –. Pregunto el moreno con respiración agitada pero solo un poco.
Hope sonrió con tristeza y silencioso afecto –Por papá...
Porque era amigo de su madre y ella estaba triste.
Porque vio la tristeza en Freya y Rebekah cuando venían a visitarme cada dos semanas...
Porque cada noche iba a mi habitación y dejaba un plato de galletas fuera de mi puerta, sabiendo que evitaba el comedor con todas mis fuerzas en especial la cena, y me escuchaba llorar sin atreverse a consolarme aun cuando lo quería.
Tenía miedo de que le rechazara.
Que le odiara por haber ayudado a papá.
Sentía tanta culpa por el dolor de todos...
Convencida de que le odiábamos con ello y tomándolo como algo merecido.
Desde esa noche deje de perderme tanto en el bosque. Porque cada noche luego de la cena, ella iba a mi lado y se quedaba hasta la hora de dormir. Me consolaba cuando no podía evitar llorar y en la oscuridad me abrazaba en silencio mientras veíamos una película porque sabía cuan sola me sentía...
Siempre, consolándome sin saber que lo hacía o lo que significaba para mí...
Hope detuvo sus movimientos y dejo caer sus puños –Sé que tienes miedo de que me haga daño, yo también lo tengo en el fondo pero lo cierto en que no puedo verla hacerlo apropósito. No cuando Josie es y solo me ha dado afecto y amabilidad sin importar quién soy o cuanto luche porque se alejara.
Así que si.
Sin duda estoy predispuesta pero siempre he confiado ciegamente en ella. Y lo he hecho porque sé quién es. No por el vinculo que solo hasta hacer unas semanas me atrae, pero no es nada comparado con lo que ella ya lo hacía.
-... No te pido que confíes igual. Sería algo ilógico con nuestro historial familias –. Dijo encogiéndose un poco de hombros. Se acercó y tomo la mano de su hermano que enseguida le sujeto y le miro a los ojos –Te pido que confíes en mí. En mi lobo... en nuestro corazón.
Marcel se quedó en silencio solo mirándole directamente. Viendo con claridad la confianza en sus palabras y el amor en todo ello. Y sin poder evitarlo, vio tanto de su esposa en aquella mirada tan parecida en tono que una pequeña sonrisa se fue formando en su rostro.
Tiro de su mano haciendo que sus cuerpos se estrellaran y le aferro con fuerza entre sus brazos aunque su hermana nunca trato de escapar, en su lugar se acomodó en ellos con naturalidad –Dios... Porque tienes que crecer tan rápido...
-Tu sentido del tiempo está dañado, abuelo –. Susurro la cobriza con su oído y lobo disfrutando de escuchar el latido constante en su pecho.
Rio por lo bajo –Quizás... –. Apretó sus labios y cerro sus ojos –Prometo dejar de ser un cretino aunque siempre la tendré en la mira... Confió en ti. Siempre y para siempre.
-Es todo lo que pido –. Susurro con una sonrisa.
Marcel suspiro –Te amo, princesita.
-Siempre y para siempre –. Afirmo Hope alejándose un poco para mirarle directo a los ojos con firmeza. Prometiéndole en silencio que siempre seria así.
El sonrió mirándole de la misma forma pero su voz fue seria –Siempre y para siempre.
-Ai... voy a llorar –. Soltó Kol abanicándose con su mano mientras a su espalda se podía ver a la manada en raras posiciones de yoga que temblaban dudosamente.
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Un extraño sentimiento le invadió conforme sus pasos iban avanzando. No era desconocido pero a la vez lo era, al menos lo era sentirlo en Mystic Falls.
Era un lugar soportable y en cierta forma confortable pero jamás había hecho que su pecho se sintiera cálido. Jamás le había sentido como un hogar hasta ese momento. Mientras caminaba por el pasillo junto a las escaleras hacia la cocina su oído se llenó de voces, su nariz de aromas y su cabeza de latidos.
Era desconcertante hasta el punto en que solo pudo detenerse y asimilar todo. Ver a sus tías con sonrisas cálidas, algo usual, aunque no lo era que estuvieran dándolas a desconocidos y aun con los conocidos era extraño pero ahora estaban ahí. Sentadas con mimosas en sus manos conversando con adolescentes que no les miraban con ninguna pizca de temor y que en todo caso, parecían gustarles.
-Kaleb ¿Para que necesitas tanto jugo de toronja? –. Se quejó Raphael haciendo una mueca.
El vampiro lleno una jarra de cristal que con cuidado llevo hacia la mesa alargada directamente bajo la luz del día en la terraza. Sin detenerse en su paso calmado volteo a ver al lobo –Me gusta y es bueno para las revitalización de células, algo que supongo que interesada a las damas, y por supuesto. Es bueno para el corazón.
-Me sorprende que eso te importe –. Soltó Lizzie con mirada curiosa que solo duro unos segundos pero luego se encogió de hombros y coloco su vaso vacío hacia el vampiro –Y será mejor que tengas razón con eso de las células que esto sabe horrible.
-La belleza duele –. Kaleb sonrió comenzando a llenar el vaso –El cutis es importante, en especial si eres inmortal...
El movimiento era contigo. Perfectamente sincronizado como si fuera lo más común, mejor dicho, algo a lo que todos estaban acostumbrados. Mezclándose con una facilidad desconcertante. Davina conversaba entusiasmada con MG y Landon mientras Jed recibía consejos de citas de Rebekah.
La calidez le golpeo como una marea y lleno por completo su pecho haciéndolo vibrar. Quizás solo fue el momento que le arrastro pero por un segundo no pudo evitar imaginar a sus padres y tío ahí.
Perfecto por un instante.
Entonces se obligó a dejarlo. Se arrancó de la pintura perfecta donde las sonrisas que jamás podría olvidar estaban ahí tan claras como ayer pero se negó a perderse entre los colores. Dolió como un hierro ardiente en su pecho pero todavía pudo respirar aunque un respingo le robo.
Y su mente volvió a ese momento. A ese instante real frente a sus ojos. A lo que no quería perderse y que sabía que a lo largo de su inmortal vida sería el combustible para seguir.
Sus preciosos recuerdos. Los sueños eran buenos pero los recuerdos, todo el sentir de ellos aun los dolorosos, eran mágicos.
Recargo su hombro en la pared, sin atreverse a dar un paso en la cocina por temor a romper la magia del momento. Una dulce sonrisa lleno su rostro aun cuando sus labios se mantuvieran cerrados y sus ojos se iluminaron recorriendo lentamente el sitio. Grabando cada detalle.
Y entonces, el aliento le fue robado.
Como en cámara lenta, Josie apareció en la escena robándose todas las luces hasta el mismo sol que pareció seguirle mientras subía a la terraza desde los jardines. La calma en sus facciones. La dulzura en su mirar. Sus labios en un pequeño puchero casi invisible pero desbordante de ternura. Su cabello suelto a la brisa matutina. Sus curvas en una linda pijama de cupcakes cubierta por una bata que no le pertenecía pero que la loba reconoció como propia hasta la forma en como cargaba flores con amoroso cuidado.
Toda ella.
Todo se detuvo a su alrededor y Hope simplemente no pudo respirar. Pensar o hablar. Nada que no fuera ella. Y solo ella.
-Tu corazón perdió el control –. Susurro Marcel a su espalda.
-No está bajo mi control... –. Hope sonrió al ver como los ojos de la morocha se volvían deslumbrantes al notar su presencia y su puchero se desvanecía para sonreírle –Lo tiene ella.
Rebekah volteo a verle y sonrió al ver como la sifon casi lanzaba las flores sobre la barra de la cocina sin dejar de apresurarse hacia la cobriza que se despegó de la pared dando un paso hacia ella. Casi riendo ante el evidente picazón en los brazos de su sobrina que solo deseaban rodearle pero lucho para no dejarse llevar pero mientras aun lo hacia el cuerpo de Josie se estrelló contra el suyo y al instante le aferro. Con sonrisas a juego ocultas entre los cabellos de la otra y suspiros de alivio por volver a estarlo.
-Te fuiste –. Susurro Josie con tierno tono molesto pero un deje de tristeza que no pasó desapercibido.
-Pero volví... Siempre volveré –. Afirmo Hope apretándole un poco más.
La sifon se derritió entre sus brazos y cerro sus ojos. Llenándose de la presencia de la cobriza. Del sentir de su cuerpo, su fuerza, sus brazos. De su aroma. De su magia asfixiante pero a la vez tan reconfortante que su corazón se perdía en su hormigueo.
-¡Hey! ¡Empalagosas! –. Grito Kaleb llamando su atención –A comer. Ya –. La loba visiblemente le gruño amenazante al sentir a la bruja escapar de su agarre pero esta pronto le hizo sonreir al tomarle su mano y tirar de ella para llevarle a donde todos aguardaban –No me mires así. Son lindas y eso pero tenemos mortales entre nosotros. Nadie quiere que mueran de inanición.
Josie se sonrojo y Hope resoplo mientras la mesa afirmaba riendo mientras tomaban asiento y comenzaban a llenar sus platos.
-Creo que es algo Mikaelson –. Soltó Landon con simpleza.
-Cierto –. Afirmo MG y al ver la confusión de la familia lo explico –Todos lo hacen. Rebekah y Marcel se sonríen con coquetería mientras Kol sonríe burlón a Davina que parece molesta pero al final sonríe...
-Keelin mira a Freya con dulzura como si quisiera calmarle y tía Freya le mira presumida pero juguetona –. Agrego Lizzie sin interés para luego mirar con una mueca hacia la pareja –Creo que Felpudo es la única que mira como si mi hermana fuera el bistec más apetitoso del mundo y Jo parece que está viendo la cosa más tierna del mundo aunque eso está más lejos de la realidad.
El sonrojo de la morocha aumento hasta llegar a sus oídos mientras la cobriza le daba una mirada severa de ojos entrecerrados que fue ignorado por la rubia que solo le sonrió burlona.
Entonces Rebekah entendió porque el semblante le parecía tan conocido y le llenaba de tanto afecto. No era solo porque fuera su sobrina sino porque podía ver a los que se fueron, desde la sonrisa de su hermano y la mirada profunda de Hayley hasta el acechar elegante de Elijah. Todos estaban ahí y no pudo evitar sonreir feliz aunque sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Esperen –. Soltó de pronto Davina mirando a su alrededor con confusión –¿Y mi esposo? ¿Dónde lo dejaron…?
Su mirada severa fue hacia Marcel y Hope que rehuyeron sus ojos. El primero haciendo que los propios botaran por todos lados mientras la segunda se concentraba en su plato casi con fijación pero ambos sonriendo con malicia en secreto mal ocultado.
La bruja resoplo pero eventualmente suspiro quitándole importancia volviendo a su comida –Oh, bueno... ya lo recojo después.
oooXXXooo
Luego del desayuno, escabullirse fue fácil para Hope.
Era un sábado flojo y la mansión ofrecía tantas opciones que básicamente sus amigos tomaron el sitio como propio y comenzaron a hacer planes que no incluyeran nada muy lejano a un sofá. Y eso incluía justo ese momento dónde fueron a jugar videojuegos mientras las chicas volvían a caer en la planeación del baile, Rebekah y Lizzie específicamente mientras Josie y Davina discutían teoría mágica.
Una sonrisa cariñosa se dibujó en su rostro ante la satisfacción del perfecto embonado de las mellizas en su familia. La cotidianidad le sorprendió pero fue algo más que abrazado al ver cómo eran esas partes que no sabían que necesitaban. Que ella no se había siquiera imaginado jamás.
Se escapó en silencio sin ningún plan real, solo quería una ducha al menos y quizás dibujar algo. Sus dedos le picaban ante la atmósfera que llenaba el ambiente y aunque pintar era lo que realmente deseaba hasta ella era consiente que era algo demasiado antisocial. Y la verdad sea dicha, deseaba seguir en la atmósfera y no ser solo una admiradora lejana.
Estaba acostumbrada a serlo pero no está vez. Eran sus personas y quería disfrutarlos, así que una simple libreta y lápices tendrían que bastar.
Con su cabeza intentando recordar si tenía lo necesario en el estudio de arte para algo tan simple, entro en su habitación y por instinto reunió sus cosas para un baño pero al pisar el mármol el eco le trajo de golpe una imagen.
Su imagen.
En el suelo de la regadera con la sangre y tierra manchando su alrededor hasta deslizarse por la coladera en un remolino que no se llevó la suciedad. La sensación dura de las costras de sangre y su aroma metálico fueron casi tangibles e impregnaron sus sentidos por completo a la vez que sus oídos se llenaban de los gritos de terror y agonía. Haciéndole estremecerse hasta la médula.
Como una cadena, esto le llevo a ver cómo destrozaba a aquellos hombres con tal brutalidad de la que no se sabía capaz. Bueno, lo era pero jamás se lo había permitido. Liberar ese lado de ella era algo que nunca había querido hacer. Le temía. Realmente le había aterrorizado toda su vida de lo que era capaz si perdía la cabeza y tener la imagen clara solo había aumentado su miedo.
Ahora tenía una imagen real del monstruo que podía ser.
Dudas y viejos temores. Firmes ideas de apartar a todos por si seguridad surgieron con fuerza y lucho por no escucharlos pero los susurros tenían justificación ante el sabor remanente de la sangre en sus colmillos y las miradas de terror que aún le perseguían en sueños.
Aquellos que tanto trataba de ignorar sumergiéndose en el cuerpo de la sifón que le acompañaba cada noche. Ayudándole a huir sin saberlo aunque quizás tuviera una idea ya que en esas noches de gritos, su cuerpo siempre amanecía cernido sobre ella. Protectora pero a la vez tan deseosa de consuelo que los delgados brazos que le aferraban con fuerza como si fuera un oso de peluche, o de nuevo su lobo, le daban sin cuestionar.
Quizás en el fondo la bruja supiera lo que atormentaba su mente, y eso era una nueva forma de tortura.
Siempre se había convencido de no estar a la altura de la morocha. De su pureza y bondad. Y ahora tenía la certeza.
Su mirar bajo a sus manos que sentía tan manchadas que se reprendió al instante por haberse atrevido a tocar con ellas a la sifón. A mancillarle con la pestilencia de la muerte que emergía de su existencia.
-Déjalo.
La suave voz de Josie le arrancó del remolino de pensamientos oscuros y le hizo levantar la cabeza de golpe para enseguida buscar a su alrededor a la poseedora de ella. Esperando no estar volviéndose loca.
Para su alivio, la morocha estaba ahí. Entro en la habitación y cerró la puerta bloqueándola con un hechizo mientras avanzaba hacia la loba que instintivamente retrocedió un poco.
Hope fingió que no se había movido y se volvió hacia el baño donde lanzo sus cosas al interior –Creí que estabas con Davina.
Su falsa indiferencia, o inocentes pensamientos no convencieron a la bruja que siguió avanzando hacia ella.
-No estabas ahí –. Soltó con simpleza.
-Necesitaba un baño... –. Respondió sin mirarle y a punto de encerrarse en el baño para huir y tratar de limpiarse algo más que la tierra y sudor en su cuerpo aunque sabía que no serviría.
Josie tomo su mano con suavidad impidiéndole hacerlo. Tirando sin fuerza hacia ella y con la misma simpleza la cobriza le obedeció –Déjalo.
Al fin, los ojos cristalinos que tanto le gustaban se fijaron en los propios y la tristeza que vio en ellos rompió algo en su interior haciéndole acercarse más hasta que sus cuerpos estuvieron pegados compartiendo calidez.
-¿De qué hablas? –. Dijo aun tratando de mentir y hasta una pequeña sonrisa sin emoción salió bien pero dudo al final para simplemente caer ante la mirada de la morocha.
-De lo que sea con lo que te estés torturando –. Afirmo Josie elevando su mano para posarla en su mejilla con decisión. Mirándole sinceramente a los ojos aunque sus frentes se encontraron con naturalidad –Siempre has sido la heroína de mi historia, no un monstruo. Nunca lo has sido y jamás lo serás.
El falso semblante duro de la loba se derritió y su mirar se llenó de tangible tristeza y culpa. Débil ante el toque en el que se recargo inconsciente –Eres la única que lo piensa así.
-Eso no es cierto –. Refutó con fuerza la sifón pero al ver que la decisión en la cobriza no cambiaba soltó un pequeño bufido. Alejo su rostro un poco y sonrió suavemente –¿Confías en mí?
-Con mi vida –. Afirmo al instante Hope.
-Entonces. Mientras lo diga es la verdad, y lo es porque sabes que jamás te mentiría –. Aseguro con confianza y seguridad de ser escuchada.
La loba no pudo evitar sonreírle con dulce afecto y dio un resoplido juguetón siendo su turno de llevar su mano a la mejilla de la morocha que le retorno la sonrisa con fuerza casi deslumbrándole mientras se recargaba en el contacto con familiaridad.
-Lo que digas, love –. Susurró.
-Estupendo –. Dio un seco asentimiento satisfecho –Ahora, ven. Me prometieron arrumacos y pretendo tenerlos.
Su ceño se frunció en confusión pero la cobriza se dejó llevar hacia la cama –¿Quién lo prometió?
-Tía Davina, y dudo que quieras dejarla en mal ¿Cierto?
Hope rio por lo bajo –No me atrevería… –. Puso algo de fuerza para negar el avance aunque no demasiado –Pero, hermosa, deja que primero me dé una ducha y luego podemos quedarnos todo el tiempo que quieras en la cama.
La morocha le miro con un pronunciado puchero para luego lanzarse a sus brazos y aferrarle con fuerza –No... además no lo necesitas.
-Estoy bastante segura que si –. Dijo sonriendo mientras su nariz se deslizaba en un roce por la mejilla de la bruja –Entrenar con alguien de mi familia realmente me hace moverme.
-Le diré a papá que le has estado mintiendo –. La cobriza rio mientras Josie se escondía en su cuello y entre sus cabellos rebeldes que habían escapado de su coleta alta –Y no hueles mal... Hueles a Hope.
Se estremeció ante el suspiro que erizo la piel de su cuello y por inercia le apretó un poco entre sus brazos. Sintiendo como su mente se derretía y dejaba de funcionar pero se forzó a decir algo aunque solo un susurró salió de ella –No estoy muy segura de que eso sea algo.
-Lo es... –. Susurró Josie rozando la piel con sus labios –Es único. Y especial… Y tan lleno de ti... Me encanta…
Y entonces ya no hubo nada que decir. Hope bajo un poco el agarre de sus brazos que rodeaban la cintura de la bruja y con simpleza la levanto. Sonriendo con facilidad cuando está reaccionó a rodearle con sus piernas como un lindo koala que con todo el cuidado del mundo llevo a la cama.
Arrodillándose en el colchón hasta llevarle al centro del lecho dónde suavemente le recostó. Esperando a ser liberada para acomodarse a un lado pero no ocurrió.
En su lugar, Josie se alejó solo lo necesario para poder mirarse a la vez que sus piernas y brazos tiraban suavemente guiándole hasta que se acomodó sobre ella.
Durante todo el movimiento sus miradas se unieron. Negándose a apartarse o dejar la silenciosa comunicación que mantenían. Con las manos de la morocha jugando en la nuca de la cobriza que se dejó guiar aunque realmente era algo más instintivo el acercarse hasta que sus labios se rozaron.
-No me dijiste porque te molesto que fuera a entrenar –. Susurró Hope disfrutando de la sutil danza que sus labios comenzaron.
Josie elevó un poco su rostro para que fueran algo más que roces fantasmales aunque su mirar se oscureció un poco –No debí enojarme. Lo siento.
-No dije eso, love –. Le dio una suave sonrisa –Quiero saber.
Se encogió un poco en su sitio y desvío su mirada alejando sus labios de los de la loba que casi soltó un quejido pero alcanzó a morderse la lengua –No es nada
-Lo es. Por favor... –. Suplico con sus mejores ojos de cachorro que llamaron a mirada de la bruja aunque está trato de resistirse.
Fue vencida y un bufido de decepción con ella misma escapó de la morocha que se distrajo jugueteando con los cabellos de bebé de la loba con sus dedos mientras su mirar se mantenía baja –Tuve un mal sueño... –. Hope guardo silencio. Esperando a que estuviera lista a hablar, algo que por desgracia no estaba la sifon acostumbrada –Desaparecías... y-yo solo... te desvanecías frente a mis ojos y y-yo no... no podía...
Su mejilla se restregó lentamente contra la de la morocha. Su lobo lloriqueo y lucho por consolarle así como aún luchaba con algunas conductas demasiado caninas. Y esto en ocasiones le molestaba pero por alguna razón ahora le pareció correcto, quizás por dejar clara su presencia.
-Estoy aquí –. Susurró una y otra vez –No me voy, love. Me quedo aquí. Siempre. Contigo.
Josie sintió sus ojos humedecerse y apretó sus extremidades alrededor de la loba que se dejó hacer y permitió que su cuerpo se recargara por completo sin dejar de acariciarle con su rostro. Girando su rostro hasta que sus labios pudieron besarle con dulzura.
Luego de un rato, el agarre se aflojó y el rostro de la bruja dejo de esconderse. Sus miradas se unieron y sus labios volvieron a rozarse, con cierto temor y duda por ambos lados dando toques dudosos pero ninguna se apartó.
Nunca convencidas de cuan cercanas era demasiado cercanas. Los límites eran algo que ninguna había podido mantener o siquiera decidir. Quizás algo que realmente no intentaban.
-Hope.
-Mhmm...
-¿Por qué hay sangre en tu cabello? –. Pregunto Josie con evidente preocupación en su voz y ceño fruncido en confusión.
Hope sonrió un poco con arrogancia –Ventajas de una familia inmortal... puedo golpearles tan duro como quiera y mi hermanito realmente se había ganado un puñetazo.
La morocha frunció su ceño –¿Por qué? ¿Qué hizo?
-Te miro feo –. Respondió enseguida con sus ojos tiñéndose de un toque dorado que provocó un bufido en la bruja aunque al final no pudo evitar sonreír tontamente.
Como bien decía su hermana aunque jamás se lo diría o sería insoportable. Realmente encantaba encantadora todas y cada una de las facetas de la loba, incluyendo su tonta noción territorial.
oooXXXooo
Entretanto.
En un parpadeo, dos sombras aparecieron en el medio del bosque demasiado cerca de la escuela aunque todavía lejos para ser notados.
-Puedes explicarme ¿Cómo llego mi esposo ahí? Marcel –. Pregunto Davina con tono severo a la vez que su mano se elevaba para cubrir sus ojos de los brillantes rayos del sol que se colaban entre las copas de los árboles.
El hombre se encogió de hombros con fingida inocencia antes de recargarse en el tronco de un árbol y sonreir al elevar su mirada –Observando pajaritos… ¿Tal vez…?
La bruja le silencio con una mirada asesina que le hizo elevar sus manos al vampiro sin que su sonrisa se borrara aunque trataba de ocultarla, causando un gruñido de la castaña que volvió su atención a su esposo.
-Y… ¿Cómo diablos lo subieron ahí? –. Soltó entre sorprendida y molesta aunque en el fondo algo divertida. Agrego en un susurro –Hope no hace nada de magia cuando esta con lobos…
Marcel le ignoro y su sonrisa se amplió mientras continuaba disfrutando la vista del cadáver de su cuñado colgando de la copa de un árbol como un adorno navideño. Uno feo a su parecer.
Eventualmente respondió.
-Con muchos intentos…
