Aquel grupo era, sin duda, de lo más variopinto. Layton, Katrielle, Descole y Emmy. A Emmy aquello le recordaba a su última aventura, antes de separarse del profesor y emprender su propio camino. Debía admitir que le trajo cierta sensación de nostalgia, aunque no se fiaba en lo más mínimo de Descole.
— Entonces, ¿Cómo prefiere que le llame?
Había tres nombres para aquel caballero, como había señalado Amy en su encontronazo. Él simplemente sonrió y negó con la cabeza.
— Emmeline… puedes llamarme Descole.
Emmy gruñó, porque el hecho de que usase su nombre completo le dolía y le recordaba a partes iguales que ella tampoco era digna de confianza. La tensión en aquella habitación podía cortarse con un cuchillo y Katrielle podía verlo cuando entró en el salón de la mansión Ledore.
Pero, mientras se aferraba a Picarat, lanzó un silbido y todas se la quedaron mirando. Hershel con una sonrisa y los otros dos algo más confusos.
— Te escuchamos, Katrielle. — Layton se sentó y los otros dos también lo hicieron, a regañadientes.
— Mientras estamos aquí discutiendo, Amy sigue haciendo quién sabe qué… — Dijo, sin soltar al oso de peluche — Así que vais a sentaros todos y vamos a colaborar porque lo que necesitamos es saber qué quiere antes de que pueda llevarlo a cabo.
— ¿Y si quería esto, precisamente? — Comentó Emmy. — No ha sido precisamente sutil. Nos ha dejado tiempo para hablar con la policía… ha montado un gran espectáculo público.
— No es descabellado pensar que quisiera que nos reuniéramos todos. — Aseveró Layton.
— ¿Por qué haría eso? — Preguntó Descole.
— Quiere vengarse… Pero no le basta con hacer daño a papá… — Susurró Kat. — Debe querer humillarlo…
— Debe querer demostrar que puede vencerte con toda la gente que te ha ayudado antes…
— Pero… ¿Qué hay de Luke? — Preguntó Emmy. — Él es el único que ha estado con el profesor en todas sus aventuras… y no hemos podido ponernos en contacto con él.
— Si no quiere involucrar a Luke, yo tampoco lo haré. — Terció Layton. — Jugaré según sus normas.
— ¿A este juego macabro? — Descole se cruzó de brazos. — Hershel… creo que si estoy aquí es precisamente porque necesitas ser más flexible. No puedes dejar que esa loca juegue contigo de la misma forma que…
— ¿Qué solías hacer tú? — Preguntó Emmy, poniendo los ojos en blanco. — Pero sí, tienes razón. No tiene ningún sentido seguir los juegos mentales de una sociópata…
— ¿Creéis que decía en serio lo de presentarse mañana en el mismo sitio? — Intervino Kat. — Podríamos presentarnos allí con la policía, estoy segura de que Henry puede llamarlos.
— No funcionaría… — Descole negó. — Ella lo sabría y no se presentaría.
— ¿Cómo estás seguro? — Preguntó Emmy.
— Porque yo lo sabría. — Sentenció. — En cualquier caso, no creo que nos tenga reservado algo especial para mañana.
— ¿Acaso crees que no va a hacernos nada?
— ¿Con todo ese público? No, no lo hará. — Sentenció Emmy. — Confía en mí… la he visto el tiempo suficiente como para saber que no romperá esa ilusión.
— ¿Ilusión? ¿Qué Ilusión en concreto, Emmy? — Preguntó Hershel.
— Los focos, el escenario… le gusta que la admiren. ¿No la viste cuando hizo su número de Magia? Estaba encantada. — Emmy se cruzó de brazos. — No lo mandaría todo al traste, no sin necesidad. Ni siquiera permitió que la intervención de Descole la detuviera.
— Esperemos que tengas razón.
El siguiente día transcurrió con relativa normalidad… salvo por la inherente tensión que no lograban quitarse de encima, especialmente Kat. Todos sabían con certeza lo que iba a ocurrir aquella noche, y era imposible conservar la tranquilidad en aquellas circunstancias.
No fue como el día anterior en el que habían aprovechado el tiempo con los habitantes de la mansión. No hubo viejas historias que compartir con Randall y Kat no pasó la tarde con su querida tía Angela. Fue una tensa e interminable espera hasta que finalmente volvieron a juntarse frente a aquel escenario, esperando el momento en el que Amy, finalmente, hiciera acto de presencia.
Y no llegó tarde. Esta vez pareció caer del cielo, envuelta en plumas, como una aparición angelical. Aquello les puso la carne de gallina. El resto del número no fue demasiado distinto a lo que habían visto el día anterior, pero ninguno perdió detalle, esperando el momento en el que Amy revelase su siguiente movimiento.
— Y para mi siguiente truco… necesitaré la ayuda de un voluntario del público. — Anunció, con un pase mágico. Y, tras fingir una leve duda, su dedo finalmente señaló a Katrielle. — Estoy segura de que esta jovencita estará encantada de participar.
Layton dio un paso para tratar de detenerla, pero Katrielle empezó a correr directamente al escenario y se subió antes de que su padre pudiera intervenir. Layton intentó aproximarse, pero Emmy le detuvo, negando con la cabeza.
— Créeme, no le hará nada…
Emmy se dio cuenta de que le estaba pidiendo mucho. Que Layton supiera, ella podría haber estado confabulada con Amy todo el tiempo. Sabía bien que la confianza, una vez rota, era imposible de restaurar del todo.
— Está bien, Emmy.
Layton normalmente mantenía siempre la compostura, incluso en la peor de las situaciones. Pero en aquel momento sintió miedo. Amy metió a Katrielle en una caja y después comenzó a atravesarla con espadas. El sonido metálico resonó ante la silenciosa plaza y la tensión estuvo recorriendo el cuerpo del profesor mientras Amy giraba la caja y luego, poco a poco, extraía las espadas.
Layton emitió un suspiro de alivio cuando se abrió la puerta de la caja y Katrielle emergió, quizá algo mareada, pero visiblemente ilesa.
— Lo has hecho muy bien, Kat… — Susurró Amy. — Toda una ilusionista en ciernes.
— No tengo interés en el ilusionismo, gracias. — Le respondió Kat, con frialdad.
— No, lo tuyo son los puzles. — Alargó la sonrisa y le guiñó un ojo. — Pero sí que lo has hecho muy bien. Nos veremos pronto, Kat.
Una bomba de humo cayó al suelo y Amy desapareció. Kat se quedó allí plantada, sola en el escenario. Bajó por las escaleras lentamente y se reencontró con su padre.
— Lo has hecho genial, Kat. Tu padre casi se desmorona cuando Amy te metió en esa caja. — Emmy sonrió. — Pero yo le dije que no te haría daño.
— Tampoco creo que haya servido de nada, no me ha dicho gran cosa. — Dijo, llevándose las manos a los bolsillos.
La cara de Kat cambió de la decepción a la sorpresa cuando se dio cuenta de que tenía algo en el derecho. Extrajo un pequeño recorte de periódico que había cuidadosamente doblado allí. Lo desplegó ante la atenta mirada de todos y se lo entregó a Hershel.
— ¿Qué es, profesor? — Preguntó Emmy.
— Es un artículo. De hace unos años, del primer gran misterio que resolví a solas con Luke.
— ¿A solas con Luke? — Preguntó Emmy. — Ah, se refiere al caso de la caja Elísea, por supuesto.
— ¿La caja de Pandora? — Descole se colocó las gafas. — Sí, recuerdo haber leído algo sobre eso. Ya sabes, tengo que estar al día para saber cuándo intervenir.
Layton sonrió, encontrando casi enternecedor que su hermano se esforzara tanto en querer ocultar que le importaba cómo transcurría su vida.
— No, no se refieren a eso, ¿Verdad? Es sobre Saint Mystere.
— Correcto, Kat. Imaginaba que tú te percatarías. — Layton sonrió. — Me aseguré de que no quedara mucha constancia de ello, por el bien de Flora.
— ¿Flora? — Amy se mostró confusa.
— Sí, mi hermana mayor. — Respondió Kat, aferró a Picarat. — Papá no quería que estuviera involucrada con los medios.
— Estaba convencido de que la acosarían a preguntas. —Señaló Layton. — Así que preferí ocultar gran parte de lo sucedido. Fue poco más que un anote en algunas páginas de alguno de los periódicos locales.
— Pero Amy ha guardado este recorte… — Señaló Kat. — Debe ser importante para ella.
— Bueno, yo creo que lo que quiere está bastante claro. — Layton asintió. — Subid al coche, vamos a Saint Mystere.
— Si me lo permites, Layton… creo que el Bostonius será mejor alternativa que tu vehículo… ni siquiera estoy seguro de que quepamos todos en él.
— ¿Aún tienes el Bostonius?
— Por supuesto. Tiene un gran valor sentimental para mí, jamás me desharía de él.
— En ese caso, sí que es la mejor solución. Partamos cuanto antes.
— Avisaré a Raymond… seguro que le hará ilusión volver a veros.
Lo cierto es que era extraño lo fácilmente que parecían haberse acomodado a la nueva situación. Quizá la aventura que ya habían vivido antes facilitó esa transición.
Kat incluso se quedó dormida sin demasiados miedos en el sofá del Bostonius. Pero ni Emmy ni Layton lograban conciliar el sueño. Estaba claro que la cabeza del profesor estaba llena de incógnitas. Cuanto más descubrían sobre Amy, menos parecían saber. ¿Quién era aquella mujer y por qué quería vengarse del profesor? ¿De qué quería vengarse alguien a quien el profesor no era capaz de recordar?
— Profesor… hasta hace nada ignoraba que tuviera hijos. — Emmy se acercó a los ventanales del Bostonius. — Y ahora descubro que tiene dos…
— Bueno, es más complicado de lo que imaginas, Emmy.
— Sea como sea, Kat parece tener mucho apego a su hermana.
— Sí… Flora y ella se entendían bastante bien. — Layton bajó la mirada. — A Kat la destrozó cuando su hermana se fue de casa a vivir su propia vida.
— ¿No se han visto desde entonces?
— Flora solía venir a visitarnos de vez en cuando…
El Bostonius interrumpió la conversación con el crujido propio del aterrizaje.
— ¿Interrumpo? — Preguntó Descole cuando se aproximó.
Layton negó con la cabeza.
— ¿Hemos llegado?
— Sí. Saint Mystere está a tan sólo un paseo. Raymond ha aterrizado lo más cerca posible, pero sigue siendo una zona densa y boscosa.
— Entendido, vete adelantándote, ¿Quieres? Yo aún tengo que despertar a Kat.
Cuando Descole se separó, Emmy intentó seguirlo, pero Layton la detuvo un momento, colocando una mano en su hombro.
— Escucha… no le preguntes a Kat sobre Flora si ella no saca el tema, ¿De acuerdo? Es un tema sensible para ella.
Emmy asintió lentamente antes de continuar. Layton se dirigió hacia Kat para despertarla. Lo cierto es que la jovencita dormía como un angelito.
— ¿Has dormido bien? — Le preguntó, ayudándola a incorporarse.
— Sí, Papá. — Kat sonrió abiertamente. — Es un sofá muy cómodo, ¿Ya hemos llegado a Saint Mystere?
— Sí, hace nada que hemos aterrizado.
— Vale, vamos. — Kat estaba extrañamente emocionada mientras avanzaban por la zona boscosa.
Sin embargo, su ilusión empezó a desvanecerse cuando llegaron a la entrada del pueblo. El puente levadizo que defendía la entrada de la ciudad estaba bajado… desde hacía mucho tiempo. La madera estaba podrida y cuarteada, y cuando lo pisó, emitió un crujido nada halagüeño.
Emmy se adelantó para sostenerle el brazo y evitar que continuara. Estaba claro que aquel puente había visto días mejores y no quería correr el riesgo de que se hiciera pedazos bajo las piernas de la muchacha.
— Yo iré primero. — Les informó. — Si me ocurre algo, ya me ayudaréis a salir del agua.
Aunque lo cierto es que el agua que se encontraba bajo el puente tampoco era esperanzadora. Parecía empozada y el olor que despedía no presagiaba nada bueno. Layton estuvo tentado a decirle a Emmy que no avanzara, pero ella se adelantó sin pedirle permiso.
Y lo cierto es que, a pesar de su aspecto, el puente fue lo bastante robusto como para que pudiera pasar. No fue hasta entonces que el resto decidió seguirla, pasando siempre de uno en uno. Era casi imposible distinguir nada en la ciudad una vez cruzaron el gran portón. No había luz alguna en las calles, y siniestras figuras se intuían en la oscuridad.
Y había otra cosa. Un olor ferroso que llenaba el ambiente de forma pesada y que probablemente habrían sido capaces de sentir antes si no fuese por las aguas empozadas. Había un silencio pesado, una sensación agria en el ambiente.
Layton rebuscó en sus bolsillos y extrajo una linterna. Cuando la encendió, la primera en reaccionar fue Katrielle, lanzando un grito por lo que vio entre las sombras mientras la linterna parpadeaba hasta que la luz se estabilizó. Y lo cierto es que el único que mantuvo la compostura del todo fue Layton, puesto que tanto Emmy como Descole tragaron el aliento.
Había gente en aquellas calles. Gente en un completo y escrupuloso silencio, completamente parados… todos en posiciones que parecían reflejar miedo o dolor agónico. Su piel parecía haber comenzado a derretirse mientras sus miradas permanecían congeladas en un terrible rictus de terror.
Permanecieron en silencio, incapaces de terminar de procesar la grotesca escena, cuando un ruido llamó su atención. En lo alto de uno de los edificios cercanos, algo se había movido. Layton enfocó la linterna y pudo ver a Amy, que les sonrío. Una sonrisa que, a ojos de Kat, especialmente, fue casi tan aterradora como el resto de aquella escena.
