Rin regresó a su casa sumamente feliz después de haber pasado un agradable sábado en compañía de esa increíble familia, no solo los hermanos eran agradables, los papás también eran sumamente amables y ahora estaba ansiosa por algún día conocer a la madre de Sesshoumaru. Con una sonrisa entró a la cocina donde todos la esperaban, hasta los gemelos estaban ahí sentados.

—Rin, olvida todo lo que te dije hoy en la mañana, ven siéntate —su papá la tomó de los hombros y la sentó en el comedor efusivamente —haz hecho muy bien en hacerte amiga de los hermanos Taisho, pero ahora debes concentrarte solo en uno, debes enamorar a uno de los dos.

Toda la felicidad con la que llegó se fue al caño en un segundo —¿De qué estás hablando papá?

—Yo no estoy de acuerdo Toshiaki —interrumpió la abuela, si se casa con un youkai nuestro linaje se manchará.

—Sí, de oro madre, olvídate de esas estupideces del linaje, lo dices porque tú no viste la camioneta Bentley que manejaba el padre.

—Yo estoy de acuerdo con Toshiaki, mejor que Rin se case con un youkai adinerado a que se case con un donnadie humano, aparte, es más difícil que cautive la mirada de un hombre humano con esas manchas en la cara. Probablemente eso les pareció exóticos a los youkais, entre ellos no son raras las marcas en la piel.

—Yo me voy a casar cuando yo quiera y con quien yo quiera. Es más, una boda no está en mis planes de vida, ¡primero voy a acabar la universidad! —Gritó, estaba asqueada al escuchar cómo hablaban de ella como si se tratase de un mueble.

—¿Universidad? ¿Y quién te la va a pagar? —Su padre se burló y la miró fijamente como retándola.

—Tú no necesitas ir a la universidad Rin, tu papá está trabajando en Tokio para juntar mucho dinero y pagar la universidad de tus hermanos, pero la tuya para qué, si cuando te cases formarás parte de otra familia, la educación básica de las mujeres es un gasto necesario para que encuentren marido en la escuela, mas no una inversión. Sin embargo, tus hermanos conservarán el apellido Akaboshi y ellos sí necesitarán una universidad de renombre y un muy buen empleo para que las mujeres acepten casarse con ellos a pesar de ser half —explicó su abuelo como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿En qué año viven? ¡No estamos en la edad media! —exclamó ella sin poder creer que de verdad esas ideas siguieran siendo populares en esta época.

—No empieces con tus estupideces americanas Rin, ¡debes comenzar a comportarte como japonesa! —Le gritó su padre.

—Cuando les conviene me quieren ver como la más japonesa de todo el país y cuando no les sirvo, de extranjera no me bajan, ¡estoy harta de ustedes! —Se levantó de la mesa gritando y su padre le soltó una cachetada. Los gemelos rompieron en llanto… y ella también.

Salió corriendo rumbo a su habitación, puso el seguro y sacó su celular. Atropelladamente escribía todo lo que había pasado en el chat de line de Sesshoumaru. Después de vomitar lo que sentía en ese pergamino disfrazado de mensaje, se dio permiso para tomar aire y llorar de nuevo.

Minutos después Sesshoumaru le contestó con un enigmático "Abre la ventana".

Tan desconcertante fue esa respuesta que se limpió las lágrimas y obedeció. Abrió la ventana y se sentó en su futón observando a las cortinas ondular ante el viento frío que había dejado entrar. Quizá Sesshoumaru le había recomendado abrir la ventana para que pudiera respirar aire fresco, calmarse y pensar en frío las cosas.

Pero no.

Como ángel caído del cielo su amigo se materializó en su ventana y le extendió una mano para sacarla de su cuarto. Rin hechizada por tan hermosa visión, caminó sin vacilar hacía él, tomó su mano y volaron por los cielos nocturnos. Pero qué manera tan espectacular de reparar su herido corazón. Había sido un día lleno de contrastes, pero volar por el pueblo en brazos de un ser tan sublime como Sesshoumaru era algo que jamás olvidaría.

El paseo terminó cuando descendieron en lo alto de una montaña. —¿Dónde estamos? —Preguntó ella maravillada con la vista

—En el monte Takatani.

Rin se quedó en silencio observando el paisaje un momento antes de hablar —Sesshoumaru… perdón por hacerte venir después de pasar todo el día conmigo, debes estar harto de mí, pero te agradezco mucho que me hayas sacado de ese lugar —comentó sin desviar su vista de las luces del pueblo

—No me pediste nada, yo decidí ir por ti.

—Y te lo agradezco mucho, no sabes cuánto…

—Rin, —la interrumpió y tomó su mano para guiarla hacia una tarima que estaba en el lugar, tomaron asiento y se quedaron en silencio un rato viendo el horizonte, hasta que él por fin decidió expresar lo que pensaba —Solo dales el avión. Recuerda que tienes el derecho de decir lo que piensas, pero nadie tiene la obligación de comprenderte.

Rin se quedó helada, no sabía si esas eran palabras de aliento o un regaño, pero sentía que esa frase estaría por cambiar el curso de su vida por completo —¿Por eso tú nunca dices lo que piensas? ¿No vale la pena?

—A ti te digo lo que pienso. No todos merecen escucharme ni están a mi nivel para entender lo que digo. A la mayoría de la gente no le importa la opinión de los demás, pero sí exigen ser escuchados por todos y se enojan cuando no son comprendidos.

No sabía cómo sentirse con el comentario de Sesshoumaru, ¿ella era digna de escucharlo? Pero claramente no estaba a su nivel mental. Por otro lado, ¿era ella acaso una de esas personas que sólo querían ser escuchadas y no hacían el intento por entender a los demás? —¿Crees que lo que yo pienso está mal?

—No lo sé. Depende del clan, pero las mujeres youkai suelen ser muy poderosas, algunas incluso más fuertes que su contraparte masculina, como las mantis. No soy humano y no entiendo cómo funcionan ustedes, pero Inglaterra tuvo una reina como regente, no veo por qué tú no vas a poder hacer lo que quieras cuando seas legalmente libre.

—Porque no tengo dinero para pagar la universidad, tanto en Japón como en EUA las colegiaturas son carísimas y sin un préstamo no creo poder pagarlo.

—Para cuando vayas a la universidad ya vas a estar en EUA con tu madre, ella te ayudará. También hay países donde la educación es gratuita, además me puedes pedir ayuda y yo haré lo que esté en mis manos para que consigas lo que deseas.

—Sesshoumaru…—se quedó sin aliento al saber que realmente podía contar con él para lo que fuera, qué lindo era volver a tener amigos —tienes razón, me estoy ahogando en un vaso de agua, ¿verdad? Muchas gracias por tus palabras, realmente me has puesto a reflexionar.

—Es difícil analizar las cosas cuando estás en medio de la tempestad. —Se quedaron en silencio un buen rato hasta que Rin volvió a hablar casi en un suspiro.

—Sabes me preocupa que mis hermanos acaben pensando igual que mi padre y mi abuelo.

—No son tu responsabilidad, pero puedes hablar con ellos el tiempo que te quede a su lado.

Al no obtener respuesta después de un rato, Sesshoumaru miró a Rin de reojo, se había quedado dormida. Había escuchado que la piel de los humanos era muy sensible al frío y al calor, así que con su mokomoko la envolvió y la acunó sobre su regazo. Observó su rostro pálido y esas pecas que los japoneses aborrecían, pero para él era todo muy agradable a la vista, estaba seguro que se trataba de envidia, no había otra explicación.

Teniéndola tan cerca y a su merced se aventuró a tocar la piel de la mejilla, sorprendiéndose mucho con la textura, era extremadamente frágil y suabe; aterciopelada. Nunca había tocado la piel de nadie de esa manera, ni siquiera aquella vez que Kagura se las ingenió para chupársela, sí había disfrutado tener su miembro en aquella boca resbalosa, pero nada se comparaba con la textura de la piel de Rin… «¿Cómo sería… ¡SHHH!» Llevaba un mes sin dormir, quizá por eso estaba pensando cosas raras, mañana después del entrenamiento tomaría una siesta.

Creyó que al detener el tren de sus pensamientos había retomado el control de su cuerpo, pero se dio cuenta que algo no estaba bien, había abierto la boca sin darse cuenta y sentía un enorme deseo de lamerla, esto era definitivamente su instinto. Los perros solo lamen a los de su familia… y él ni siquiera había lamido a su hermano cuando nació, probablemente solo había lamido a su mamá y eso cuando era un recién nacido. ¿Por qué de pronto sentía deseos de lamer a alguien que acababa de conocer?... ¡La acababa de conocer! Y por alguna razón sentía que la conocía de toda la vida, como si su alma la reconociera de algún lugar ancestral.

El olor a gardenias y cerezas era muy fuerte y delicioso. Luchó un rato contra él mismo, incapaz de cerrar la boca y tratando de no acortar más la distancia entre sus caras. «Pero está dormida, no tiene por qué enterarse…» Fue la última excusa ridícula que su mente pudo formular antes de perder el control y lamer la mejilla; durazno. El cuello; mandarina. Los labios; cere… no debió hacer eso. De pronto lo único que podía escuchar a su alrededor era el sonido de su corazón bombeando sangre de manera acelerada.

La única neurona que parecía no haberse ido de vacaciones le entregó su propio brazo y él lo mordió. El dolor y el sabor a sangre hizo que saliera de aquel trance. Respiró hondo el aire helado y fijó su vista en el horizonte para no caer en la tentación de nuevo.

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Despertó con el canto de los pájaros… ¡despertó! ¡Se había quedado dormido!

Miró hacia abajo y Rin seguía dormida envuelta en su mokomoko sobre su regazo. Estaba por amanecer y esperaba que la familia de Rin no hubiera notado su ausencia. El horizonte comenzaba a aclararse —Rin, despierta. —Aprovechándose de la situación acarició la mejilla de la chica con sus nodillos, «para despertarla» se dijo a sí mismo.

Rin abrió los ojos desorientada y luego un poco asustada lo llamó —¡Sesshoumaru! ¿Qué horas son? ¡Dioses del Olimpo, me quedé dormida, perdóname!

Él la ayudó a levantarse y la encaminó hacia el barandal de la tarima —Son las 5 de la mañana, mira —señaló con su cabeza al frente y Rin ahogó un suspiro al ver la marea de nubes en el horizonte —El Unkai (雲海) de Miyoshi es famoso en todo el país, pero normalmente solo se ve de septiembre a noviembre, es raro que se vea en primavera —le explicó.

—Está hermoso! ¿Tú sabías que hoy habría mar de nubes?

—No. Tenía planeado regresarte a casa después de hablar, pero me quedé dormido.

—Te privé de tu cama, lo…

—Sí vuelves a pedirme perdón, me enojaré contigo.

—Jajaja está bien, siendo así, no me queda más que agradecerte cada que pueda por todo lo que has hecho por mí.

Se quedaron en silencio un rato más observando el amanecer. Rin restregaba su rostro en el mokomoko y lo acariciaba con devoción, él se preguntaba si ella sabría que eso era parte de él… muy probablemente no. ¿Debería decirle?… muy probablemente tampoco.

Como Rin conoció a Miroku en el Oharai, comenzó a juntarse con los amigos de Inuyasha a la hora del recreo. Eran personas peculiares, definitivamente la personalidad explosiva del hanyou atraía a gente similar a él; honesta, fuerte y divertida.

A partir del sábado 27 de abril comenzaba la Golden week, por lo que estaba planeando una salida con su nuevo grupo de amigos ya que a Inuyasha se le escapó decir que ella tenía un canal de youtube, que lo había encontrado sin querer cuando estuvo buscando su inexistente Instagram. Ante aquella revelación todos quisieron participar y aparecer en los videos de ese canal tan popular en EUA, por lo que Rin habló con Pam y Mattherw y quedaron en que Rin subiría una especie de reportajes sobre fantasmas en Japón durante el tiempo que estuviera en aquel país.

— Así que estuvimos toda la semana investigando lugares embrujados, pero no tan peligrosos como el yakkaibeya y encontramos una casa tipo hotel donde te puedes quedar a dormir y supuestamente se puede convivir con unos zashikiwarashi*(座敷わらし). Está bastante cara la noche, pero gracias a que te doy clases ahora ya tengo un poco más de dinero para invertir en los videos —Rin le contó a Sesshoumaru sus planes para la golden week. Esta vez estaban estudiando en el jardín trasero de la biblioteca, ya que ella había llevado fresas con mantequilla de maní; leyó en internet que era un premio muy querido entre los perros y no se había equivocado, Sesshoumaru no había parado de llevarse una fresa tras otra a la boca.

—¿Se van a quedar a dormir todos en esa casa? —preguntó él.

—Sí, el lunes nos quedamos de ver en la estación de Miyoshi para ir rumbo a Yamaguchi, donde está esa casa. Cuando le dije a mi abuelo que iba a pasar el Obon con unos amigos, no me quería dejar ir, pero cuando mencioné el apellido Taisho, aceptó de inmediato y me dijo que me esforzara en atraparlo... Te juro que intento ponerme en su lugar para comprender su manera de pensar, pero no puedo, me es repulsiva.

—Iré con ustedes.

—¡De verdad! ¡Qué alegría!

«Maldito el día en que Sesshoumaru conoció a Rin» pensó Inuyasha mientras observaba a su pequeña amiga hablando incesantemente al lado de su antipático hermano quien con los ojos cerrados asentía de vez en cuando y cada dos eones soltaba una frase con más de tres palabras.

Bufó molesto apartando su vista de aquella escena solo para acabar topándose con la mirada curiosa de Kagome. —¡Qué!

—Ay, qué carácter... oye Inu, si no te confiesas pronto, creo que perderás tu oportunidad.

—No sé de qué hablas —por supuesto que sí sabía, pero necesitaba que Kagome cerrara la boca, sabía que su hermano podía oírlos, así que cambió de tema rápidamente a uno que sabía que alebrestaría a Kagome.

—Koga le dijo a Naraku que tú y él ya se habían besado.

—¡Que qué!

Y con eso Kagome pasó tolo el trayecto a Yamaguchi explicándole el porqué aquel chisme no era verdad y como Koga la estaba usando para alejar a una chica.

*Zashikiwarashi: youkai con apariencia de infante que hace bromas y trae fortuna a la familia dueña de la casa