Una hermosa azabache de 19 años, despertaba en su cama, un poco agitada. Hacia algunas semanas había estado teniendo sueños extraños, agitados. Siempre despertada sudorosa y un poco. Caliente. No recordaba mucho de sus sueños. Lo único que siempre recordaba eran los ojos dorados fríos del Daiyokai, escudriñándola, deseándola. Sacudió esas ideas de su mente, aun con la respiración agitada.
Hacia 4 años que peleaban contra Naraku y aún no lograban ni siquiera reunir la mitad de la perla. Vio hacia su escritorio, colgada de la lámpara de mesa, la perla de Shikon, eran más que unos pocos fragmentos, ya habían logrado recuperar casi la mitad. Suspiro, después de tanto retrasarlo se metió a bañar y se arreglo para hacer algunas compras para sus amigos. Quería llevar algunas sopas instantáneas, esas que sus amigos tanto amaban.
Se puso un vestido corto blanco, suelto, de tirantes, con un cárdigan ligero sobre sus hombros.
––– Ya regreso madre ––– mientras se ponía sus zapatos en la entrada y salía ––– vuelvo pronto, hare algunas compras.
Su madre apenas y logro decirle adiós, cuando ya chica ya había partido.
Kagome había dejado había puesto en pausa sus estudios por un momento. Con apoyo de algunos médicos amigos de la familia, le habían dado la oportunidad de concluir sus estudios de preparatorio mediante un examen único. Sabia que sus posibilidades para ir a la universidad eran pocas. Tenia una responsabilidad y no pensaba poner en juego la vida de las personas simplemente por deseos egoístas.
Volvió a casa y preparo todo para su partida. Es probable que esta vez serian unos largos meses los que estaría fuera de casa. Comida para sus amigos, chocolate, algunos dulces. Una vez todo listo se despidió de su madre, su abuelo y su hermano. Por alguna razón se sentía inquieta, con una sensación irreconocible en la boca del estómago.
La chica lanzo primero su bolsa y luego se lanzo ella. Una luz rosa la cubrió y al momento se encontraba con un cielo azul y despejado. Al salir del pozo a los primero que vio, fue a sus amigos.
––– Kagome, regresaste ––– El pequeño zorito salto a los brazos de su amiga.
––– Señorita Kagome ––– Monje con cara de preocupación.
––– Amiga, creamos que no te volveríamos a ver ––– Su amiga la abrazo con fuerza.
––– Estoy bien chicos ––– Contesto la azabache fingiendo una sonrisa y tratando de tranquilizar a sus amigos, realmente no estaba segura de que volvería, lo pensó por varias semanas y tomo una decisión, tal vez la más difícil de su vida.
––– Traje algunas cosas de mi época ––– Comenzó a sacar cosas de su mochila, siempre la traía llena de cosas esenciales para su limpieza, alguna que otra muda de ropa y cosas para sus amigos.
––– ¿Dónde está Inuyasha? ––– Pregunto sabiendo la respuesta.
––– La ultima vez que lo vimos, se dirigía al bosque muy molesto ––– respondió el pequeño zorrito
––– Acamparemos aquí esta noche ––– Comento el monje pensativo ––– debemos continuar con el viaje al sur, escuchamos de algunos rumores sobre Yokais con fragmentos de la perla.
Cayendo la noche el pequeño grupo comenzó a prepararse para acampar, el monje Miroku ayudaba a Sango a encender el fuego, para preparar las deliciosas sopas que Kagome les había traído. La chica aprovecho el pequeño descuido para alejarse un poco del campamento.
Kagome camino sin un rumbo fijo, tratando de decirse a si misma que la decisión de separarse del grupo era la correcta, la última vez que se fue a su época, fue por que el idiota de Inuyasha nuevamente le había gritado que ella no era una miko como Kikyo.
––– Ella si controla sus poderes, no como tú.
Recordó el veneno con el que escupe esas palabras, hacia mucho tiempo que Inuyasha se portaba grosero con ella, trago saliva conteniendo las lagrimas en sus ojos. Escucho un ruido, vio una pequeña luz y los pudo divisar a lo lejos… Inuyasha y por supuesto Kikyo.
––– … No te creo Inuyasha ––– La miko muerta lo veía a los ojos.
––– Ella no es importante para mí, quiero que tu nos ayudes a recuperar los fragmentos de la perla ––– No amo a Kagome. Te amo a ti ––– Concluyo el chico besando con fuerza a Kikyo.
El corazón de Kagome se rompió al instante, lagrimas comenzaron a asomarse por sus ojos y correo… corrió lo más rápido que sus piernas le permitieran, solo quería alejarse de ellos. La chica llego a un claro con un pequeño riachuelo, de su grupo, pero no le importaba. Sus sollozos únicamente al escuchar una voz amenazante.
––– Tu tienes los fragmentos de la perla ––– Se congelo ––– entrégamela.
El demonio estaba del otro lado del pequeño riachuelo, la chica no podía divisarlo bien, era de noche, la luna aun no salía, sus ojos aun llorosos le impedían ver con claridad, tomo con fuerza el collar que sostenía con fuerza el frasco con algunos fragmentos. Odio ser una niña llorona. Odiaba sentirse indefensa.
Antes que la chica pudiera decir algo o salir de su trance, el demonio la ataco, lanzándola por los aires y haciéndola golpear en un árbol. Se le escapo el aliento. Se mareo y sintió desvanecerse. Pero antes de perder el conocimiento, logro ver una melena azul profundo que se interponía entre el demonio y la chica.
––– ¿Inuyasha…? ––– apenas y logro murmurar, antes de caer al suelo.
El Yokai ignoro por completo a la chica, con un solo movimiento salto y con sus garras destrozo al demonio que tenía en frente. Camino hasta ponerse a la altura de la miko. girándola para ver su rostro. Oliendo el aire y confirmando. Era ella. La tomo en sus brazos y se encamino al castillo de su amo. El señor del oeste.
Escuchar a los pajaritos le indicaba a Kagome que ya estaba amaneciendo, le dolía un poco la cabeza y el cuerpo en general, le pesaban los ojos. Bajo ella se sentía un mullido futón. El recuerdo le vino al momento. El bosque el demonio. Se incorporo rápidamente, obteniendo un mareo. Aun traía puesto su vestido blanco, pero su cárdigan no estaba por ningún lado
––– Mi cabeza ––– atino a decir la chica ––– ¿Dónde…
–––Estas en el castillo del señor del Oeste ––– Contesto la voz de una chica desde la entrada, mientras avanzaba en dirección a Kagome, la azabache se puso de pie y se alejo lo mas que pudo.
––– ¿El señor del Oeste? ––– La chica no sabia mucho de los territorios de señores Yokai, no tenía idea quien era el señor del oeste ––– ¿Soy prisionera?
––– ¿Prisionera? ––– Pregunto de regreso la Yokai con una pequeña risa ––– No señorita Kagome, usted no es ninguna prisionera ––– Confirmo la chica dejando la bandeja en una mesa que Kagome aún no había reparado.
––– Soy Mikato ––– La asistiré en todo lo que necesite en su estancia aquí ––– dijo mientras salía de habitación, dejando a una confundida Miko.
Kagome observo la habitación a su alrededor, era de piedra, observo la cama en la que había estado dormida, tenía diferentes tipos de pieles, todas blancas, frente a esta un enorme peinador, la chica curioso por el lugar, había diversas joyas, los destellos brillaban con familiaridad, al fondo parecía un armario, con un kimono enfrente, color blanco con rojo… unos ojos dorados aparecieron en su mente al instante, como llego se fue. Volvió su mirada a la bandeja que hace unos momentos le había dejado la Yokai. Frutos rojos, tocino y ¿Hot Cakes? Y un poco de jugo. Su desayuno favorito. Su confusión fue mayor. Sus ojos pasaron a lo que más le había llamado la atención, un pequeño balcón que había en su habitación. No era muy grande, el barandal era grueso y de piedra. Como para que una persona piedra sentarse sin problemas.
En la otra Ala del castillo, un poco alejado de la azabache un furioso un peli plateado en un movimiento lanzo todo lo que estaba en su escritorio. Sus ojos cambiaron a rojo furia. Los dos Yokais que estaban con el sintieron terror.
––– Debe ser un error, esa es la maldita mujer de mi hermano ––– furioso los tomo a ambos por el cuello.
––– Es la chica señor ––– tratando de no morir en las garras de su amo ––– Estaba justo donde la bruja dijo que estaría ––– además tenia su olor señor ––– dijo el demonio con una rodilla y la vista en el suelo ––– Tenue, pero su olor señor.
El Daiyokai soltó a sus discípulos, lanzándolos contra la pared con fuerza. salió furioso. En un segundo frente a la puerta de la chica. Sin embargo, no fue necesario abrir la puerta… emanaba un delicioso olor a vainilla con almizcle, tratando de ocultar un el aroma de su marca. Olor a Magia. No había duda. Sin tocar la puerta, el Daiyokai salió hecho una furia y se encerró en sus aposentos. Nadie lo cuestiono.
La tarde había empezado a caer, la chica se encontraba viendo el hermoso jardín que disponía desde su balcón, no había tocado bocado. Pensaba en sus amigos, en Inuyasha, ni siquiera tuvo oportunidad de verlo cuando volvió. Fue sacada de sus pensamientos un pequeño toque en su puerta. Nuevamente la chica demonio con una nueva bandeja.
––– Señorita Kagome, debe de alimentarse ––– Dijo mientras intercambiaba las bandejas.
––– ¿Mikato cierto? ––– la chica asintió ––– No soy prisionera, ¿correcto?
––– Correcto señorita.
––– ¿Entonces por qué estoy aquí?
––– No me corresponde a mi darle esa información ––– La chica dijo esto rápidamente y salió con la bandeja del desayuno, dejando a Kagome con mas preguntas que respuestas.
La azabache se tumbó en el futón, no se sentía con ánimos de comer, no sabia si sus amigos la estaban buscando o si había sido más fácil para ellos reemplazarla con la miko muerta. Unas pequeñas lagrimas salieron de sus ojos y con ese pensamiento se quedo dormida.
La chica se encontró en un claro, una pequeña cascada y un lago hermoso. Sus ojos recorrían el lugar, se sentía familiar. El pequeño lugar la incitaba a bañarse. Por lo que poco a poco se deshizo de su ropa y se metió desnuda. Reconformarte pensó la chica. El agua estaba cálida y había mucho sol. El verano era delicioso. Un crujir de ramas el saco de sus pensamientos.
Nuevamente unos ojos dorados la veían, se llevo instintivamente sus manos a la parte superior del cuerpo. El se acerca un poco. Extendiéndole la mano para que esta salga del agua. Ella la tomo sin dudarlo. El demonio de ojos dorados fue directo a su cuello, lo beso y ella gimió de placer. Con voz ronca y sensual le dijo al oído ––– Eres mía Kagome ––– mordió el lóbulo de su oreja ––– Mia.
Kagome se despertó de un sobre salto, se levantó de la cama y camino en círculos. La chica acabada de comprender quien estaba inundando sus sueños. Cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe, la chica levantó la vista, sus ojos hicieron contacto directo con los dorados del Daiyokai. Parecía que las palabras se habían quedado atoradas en la garganta de Kagome. El demonio cerró la puerta con fuerza, provocando un estruendo en varias partes del castillo. El observa detenidamente a la chica que tenía enfrente, vestía de manera extraña, con poca ropa. Pensó en el demonio.
En un parpadeo estaba justo frente a la chica, ella instintivamente dio un paso atrás chocando con la pared, el dio un paso al frente, acortando la distancia que los separaba. Tomo la barbilla de la chica y lo obliga a verle. Sus ojos tenían color chocolate profundo, no había temor en ellos. Eso lo puso furioso. Se atrevía a no tenerle miedo. Nuevamente el aroma a vainilla y almizcle inundo su nariz. Apestaba a magia, para ocultar el aroma. Furioso dio un enorme golpe justo al lado de la chica. Estaba furioso porque alguien hubiera jugado con ellos de esta manera.
––– Sesshomaru ––– Logro decir la chica en un susurro.
