El encuentro con Ran había sido toda una sorpresa para el grupo de amigos, hacía ya un tiempo que se había convertido en un tema algo delicado del que hablar, y los amigos del joven de Tokio, no sabían que reacción podía tener después de encontrársela en esas circunstancias y soltar esa declaración a la vez que enseñaba el brillante anillo de su dedo. Había sido un encuentro algo incomodo para todos, excepto para Kazuha, que jamás se había ganado un enemigo ni causaba problemas con nadie. Fue obvio que no se habló sobre ello durante la cena, pero para alivio del grupo, el humor de Shinichi no parecía haber cambiado mucho. Conversaron como si nada, reanudando sus alegres vacaciones como si no hubiese aparecido nadie importante.
"Nos hemos entretenido demasiado en la cena, no creo que lleguemos al templo para los fuegos." Comentó Heiji después de pagar la cuenta.
"¿Por qué no vamos a ver los fuegos artificiales a la playa?" Propuso Kazuha entregándole a Kenzo a Heiji. "Estoy segura de que se verán igual de bien desde ahí."
Los tres asintieron, tampoco tenían muchas opciones más, el turismo parecía haberse duplicado por la noche y se hacía algo difícil cruzar todo el paseo con un carrito de bebé. Se acomodaron en la arena satisfechos con el lugar escogido y esperaron esos diez minutos tranquilos acompañados de la brisa marina.
Shinichi se preguntó por un momento si su antigua novia también se encontraba entre la multitud de gente que veía pasear por el paseo. No le apetecía verla de nuevo acaramelada y abrazada a Eisuke, pero tampoco iba a decir que no le había alegrado tener la oportunidad de ver su sonrisa otra vez. Era una sensación agridulce.
"¿Estás pensando en ella?" Preguntó Shiho solo para ambos.
"No. Solo me estaba fijando en la cantidad de gente que hay." Mintió apartando la mirada del paseo.
Ella asintió sin decir nada. Estaba claro que ver a Ran lo había dejado algo incómodo, siempre lo hacía, pero esta vez no exteriorizaba el enfado ni la molestia, y ella, no sabía si era porque se lo guardaba para sí mismo o porque había empezado a superar la situación y empezaba a madurar con ello. Imaginaba que ese no era el desenlace que esperaba tener con Ran, ni era la idea que había tenido en la cabeza hasta hacía relativamente poco, pero la vida siempre acababa siendo impredecible, no podías permitirte el lujo de tomar nada por sentado.
El primer estallido inauguró los fuegos artificiales y los cálidos colores les obligaron a alzar la cabeza para contemplarlos. Se escuchaba a la gente admirar a lo lejos mezclarse con el ruido que hacían las olas al romper no muy lejos de ahí.
Shiho encogió los hombros al sentir que había refrescado y se quedó mirando las luces del cielo antes de bajar la mirada, observando como el rostro de Shinichi se iluminaba de tonos rojizos y azulados por el reflejo del cielo, dándole una sensación de dejavú de aquellos últimos fuegos artificiales que habían compartido unos cuantos meses atrás. Shinichi sonrió al captar su mirada y rodeó su espalda con su brazo para acercarla un poco más a él.
"¿Tienes frío?" Le preguntó dejando su mano apoyada en su cintura.
Ella negó sintiendo su vello erizarse por su tacto y se quedó mirándole a los ojos sin prestar la más mínima atención a los fuegos artificiales. Ese amor/odio que se tenían la tenía siempre enredada en sus manos y odiaba no darse ni cuenta cuando se quedaba simplemente observándole. Se había cansado de decir que no conocía el amor, pero otras veces, pensaba que las cosas podían haber sido distintas si se hubiesen conocido de otra manera, si hubiesen tropezado con otra suerte, si su corazón no hubiese sido robado por la morena que se habían encontrado horas atrás.
"¿Por qué me miras así?" Preguntó Shinichi con una sonrisa al verla tan pensativa.
Shinichi era completamente distinto a Gin, en todos los sentidos. No podía siquiera compararlos, aunque ninguno de los dos la hubiesen llegado a querer nunca. Gin era el causante de sus miedos, y Kudo, el de sus dolores de cabeza.
"Vaya, han sido mejores de lo que había escuchado." Sonrió Kazuha cuando acabaron.
"¿Os venís a dar un paseo?" Preguntó Heiji levantándose de la arena a la vez qe sacudía la arena que se había quedado pegada en sus pantalones.
Shinichi miró unos segundos a Shiho antes de responder. "Iros tranquilos. Nosotros nos quedaremos un rato aquí antes de volver al hotel."
"Claro, la noche es joven. Con esto, he de agradecer que vuestra habitación no esté al lado de la nuestra." Sonrió Heiji guiñándoles un ojo antes de dirigirse al paseo.
"No digas tonterías. Hablas como un abuelo para tener la edad que tienes." Contestó Shinichi tratando de no ruborizarse.
"Parecéis dos críos." Comentó ella rodando los ojos una vez se quedaron solos, alzando la cabeza para observar las restas de humo que habían dejado los petardos y que ahora tapaba las estrellas.
"Voy a buscar unos helados." Comentó él al percatarse de los distintos puestos que había no muy lejos de dónde se encontraban. Era la oportunidad perfecta para escabullirse de la repentina vergüenza.
Ella lo observó desde la lejanía y sonrió cuando lo vio venir caminando con preocupación por que una de las bolas caiera.
"Para ti." Dijo entregándole uno de ellos antes de sentarse a su lado para morder el suyo.
Las olas del mar siguieron acompañándolos mientras se comían en el helado en silencio, compartiendo esa fresca noche de verano sin necesidad de forzar una conversación para sentirse mínimamente cómodos. Shinichi la miró comerse el helado con más lentitud mientras él ya estaba por acabar la galleta.
"¿De qué te ríes?" Preguntó ella alzando una ceja.
Shinichi ensanchó la sonrisa y se acercó para besarla, saboreando el sabor a vainilla de su boca.
"¿A qué viene eso?" Preguntó ella cuando se separaron.
"Tenías helado en los labios." Mintió con una sonrisa, percatándose de su ceño ligeramente fruncido. "¿Qué pasa?"
"Nada." Contestó negando con la cabeza.
Ella siempre le había pedido que intentase aparentar la naturalidad que ahora expresaba, pero era extraña cuando se la ofrecía.
"¿Quieres volver?" Preguntó Shinichi notando la humedad del ambiente clavarse en sus brazos.
Hicieron el camino de vuelta al hotel dando un corto paseo, acompañados de un silencio cómodo y el ruido de todas las personas que paseaban y charlaban a su alrededor. Shiho observó a una pareja que se cruzó con ellos, tenían las mejillas sonrojadas y la timidez de esos primeros meses de relación grabada en sus rostros. Eso le hizo bajar la mirada para observar sus dedos entrelazados y medio sonrió al pensar en el poco romanticismo que eran todos estos gestos para ellos dos.
Se quedaron parados frente al ascensor cuando cruzaron la recepción del hotel, ella apoyó la espalda en la pared y él se quedó justo delante de ella con ambas manos dentro de los bolsillos, mirándose mutuamente sin decir palabra.
Shiho sabía que, aunque la situación no le gustase, debía sentirse agradecida por Kudo. Ese matrimonio le daba la oportunidad a no renunciar a su nacionalidad y futuro, y aunque no tuviese intenciones de confesarlo nunca en voz alta, Kudo era mejor compañero de lo que hubiese imaginado, su actitud había madurado, y aunque a veces se le escapaban ciertos rasgos y manías que ella odiaba, la monotonía le había hecho cogerle cierto cariño a ese detective insoportable.
"No me gusta esa sonrisa." Comentó él al percibir esa repentina curva de sus labios. "¿Qué cruza por tu mente para hacerte sonreír así?" Preguntó curioso a la vez que se inclinaba hacia adelante para acercarse a su rostro.
"Pensaba en lo idiota que creía que eras cuando te conocí. No me he equivocado tanto, ¿no crees?" Contestó antes de emitir una risa corta frente a su cara de sorpresa.
"¿Cómo que idiota?" Preguntó hinchando ligeramente las mejillas frente la confusión.
Las puertas del ascensor se abrieron acompañadas del sonido de una campana y ella se separó de él para dirigirse al interior sin borrar la sonrisa burlona de su rostro. Él la siguió susurrando algunas protestas.
"Estaría bien que de vez en cuando soltaras algo agradable por la boca." Comentó haciéndose el ofendido. "Dices demasiadas ofensas para tener unos labios tan bonitos."
Ella rodó los ojos sin poder evitar bajar la mirada para mirar los suyos. No necesitaba sentirse enamorada para notar ese vínculo que había creado esa relación tan carnal y física que tenían. Sus mentes y pensamientos eran muy distintos, pero al final del día sus cuerpos siempre se habían entendido a la perfección. Shiho frunció el ceño sintiéndose molesta por la facilidad que tenía de erizarle la piel, percibiendo al segundo después la silueta de Ran y de Eisuke que cruzaban la recepción hacia su dirección. Shinichi, que se encontraba de espaldas a ella, no era capaz de ver a Ran desde su ángulo, pero Shiho frunció ligeramente el ceño cuando sus ojos se clavaron un par de segundos con los de ella, sintiendo el desafío en la mirada antes girarle la cara para buscar los labios de Shinichi, sintiendo al momento como los celos odiosos hicieron presencia para invadir la situación. La puerta se cerró al segundo después mientras Shinichi agarraba su cintura para profundizar ese inesperado beso, pero ella cortó el encuentro sintiéndose una persona desagradable.
"¿Qué pasa?" Preguntó confuso al notar que se separaba con demasiada rapidez.
Ella frunció el ceño con más fuerza y la campana volvió a sonar antes de que se volviesen a abrir las puertas. Shiho salió con el paso apresurado, sin acabar de entender ese acto de posesión que había tenido segundos atrás.
Shinichi abrió la puerta y ella entró dirigiéndose al baño como si tratase de evitarle.
"Shiho, ¿estás bien?" Preguntó al verla salir ya con el pijama puesto.
Ella asintió acercándose al lado libre de la cama para meterse bajo las sábanas. Se sentía molesta consigo misma por ese comportamiento tan infantil frente a esos estúpidos celos, pero tampoco iba a compartirlo con él. Se había acostumbrado más de lo que creía a la compañía de Kudo, y ver el poder que tenía siempre frente a Shinichi la había hecho sentir muy insegura en ese momento. Le entraron ganas de reír al pensar lo tonto que era ese pensamiento, ninguno de los dos había querido iniciar ese matrimonio, pero le gustase o no, se había acostumbrado a su presencia.
Shinichi apagó la luz de la mesita de noche antes de acomodarse bajo las sábanas y la agarró de la cintura para acercar su espalda a su pecho. No iba a insistir si no quería contarle, pero tampoco podía alejarse de él.
La rutina en Tokio adormeció con rapidez el sentimiento de despreocupación y libertad que les había traído esas cortas vacaciones en Okinawa. El papeleo siempre se acumulaba en la central y los proyectos se atrasaban en el laboratorio cuando se ausentaban, pero ambos estaban más que acostumbrados a enfrentar esa montaña de trabajo.
"Naoko, ¿has acabado de hacer las primeras pruebas?" Preguntó parando a su lado para observar el avance de su trabajo.
"Estoy comprobándolo, dame diez minutos que tambien estoy con la analítica." Comentó sin dejar la mirada de su escritorio.
"Tienes cinco minutos." Ordenó intentando no sonar desagradable. "Esta semana tenemos una reunión importante. Necesito tener todos los resultados antes de enviarle el informe a señor Kudo."
Naoko asintió con la cabeza intentando acelerar su ritmo y Shiho siguió su recorrido por el laboratorio para comprobar el trabajo de los demás científicos.
"Kimura, ten cuidado con los químicos, el margen de error es muy pequeño y los compuestos delicados." Le advirtió antes de volver a su escritorio. "El trabajo de todos estos meses empieza a coger forma, pero este es el momento en el que nos debemos esforzar a máximo, no os relajéis."
"Veo que lo tienes todo muy bien controlado." Intervino Yusaku con una media sonrisa en el rostro, adentrándose al interior del laboratorio mientas observaba detenidamente cada detalle del laboratorio. "Creo que es la primera vez en mucho tiempo que me siento relajado al dejar parte de mi negocio en manos de otra persona. Has superado mis expectativas." La alagó parando justo a su lado.
"Señor Kudo, no esperábamos su visita hasta dentro de unos días, ¿va todo bien?" Preguntó frunciendo ligeramente el ceño.
"Todo genial, gracias a ti." Sonrió volviendo a dar otro vistazo al laboratorio. "Solo quería venir a comprobar que todo funcionase bien antes de la reunión del sábado."
"Está todo bajo control, no tienes nada de que preocuparte." Contestó imprimiendo parte del temario que había programado. "Recibí el correo de tu secretaria y he destacado todos los temas que pedías, va a ser una reunión algo larga, pero no son cosas que se puedan resumir en pocos minutos para que los invitados lo entiendan."
Yusaku asintió ojeando el documento sin decir palabra. Cada punto estaba estrictamente detallado, lo suficiente como para cada uno de los inversores pudiese entender la naturaleza de los proyectos pese a su complejidad.
"Esta mañana me han confirmado que también asistirán un par de socios de una farmacéutica internacional, pero veo que no tengo nada de que preocuparme. Estoy seguro de que dirigirás la reunión sin ningún problema."
Ella asintió intentando no mostrar la inseguridad que florecía cuando tenía que hablar frente a desconocidos que solo trataban de encontrar imperfecciones en su trabajo. Las cosas iban bien, pero la presión estaba ahí, como una soga rodeando su cuello que de vez en cuando se apretaba poco a poco para hacerla saber que no podía relajarse.
Shiho sabía que los cambios de estaciones eran engañosos para nuestro cuerpo, sobre todo cuando pensábamos que el verano se alargaba y el aire frío nos sorprendía sin un abrigo o con unos pantalones algo frescos para ese tiempo.
Ella no había tenido mucho tiempo para mirar a través de la ventana o preocuparse del tiempo, el clima era siempre el mismo dentro del laboratorio, sin embargo, no entendía como había acabado con esa fiebre si esos días casi no había visto el exterior. Se tapó la boca intentando cortar un estornudo.
"Deberías haberte quedado en casa, ¿no crees?" Preguntó Naoko al percatarse de su nariz rosada y de sus ojos cansados.
"Hoy no tengo opción, ya sabes lo importante que es esta reunión." Comentó bebiendo de su café para intentar desvelar sus sentidos.
"Al menos no deberías haber venido tan pronto, no tienes buen aspecto, Miyano." Insistió su compañera.
"Me meteré en la cama nada más acabar la reunión, pero por ahora, tengo que acabar esto." Contestó antes de volver a estornudar.
No podía descolgar el teléfono y decir sin más que estaba indispuesta, muchas personas habían cambiado sus planes para reunirse justo hoy, trasladándose de otras partes de Japón y del extranjero.
"El proyector está preparado y la sala está lista. Si necesitas algo más, estaré en mi escritorio." Comentó intentando hacer algo más ameno esa maña complicada.
Ella asintió intentando centrar los ojos en la pantalla, apretando el puente de su nariz mientras trataba de controlar el dolor de cabeza y la visión borrosa.
Shinichi apareció frente al edificio pasadas las dos horas y saludó a Sota antes de dirigirse al ascensor. El edificio estaba especialmente limpio y podía notar cierto nerviosismo en la cara de algunos trabajadores. La noche anterior había pensado que Shiho exageraba cuando le explicaba como estaban las cosas en el laboratorio, pero viéndolo con sus propios ojos, se había quedado corta. Caminó por el pasillo cuando las puertas del ascensor se abrieron hasta que visualizó a su padre, estaba conversando con un pequeño grupo de señores bien trajeados, pero su mirada intentó pasar por encima mientras trataba de encontrar a la pelirroja.
"Tú eres Shinichi Kudo, ¿verdad?" Preguntaron a su lado.
Shinichi giró la cabeza para observar a una mujer que no recordaba conocer. Asintió con la cabeza lentamente antes de levantar la mano para estrecharla con la suya.
"Soy Naoko, compañera del laboratorio de Miyano." Explicó mientras estrechaba su mano. "Es una coincidencia encontrarte aquí, en realidad, estaba apunto de contactarte."
"¿Ha pasado algo?" Preguntó confundido.
Naoko suspiró lentamente antes de mirar a Yusaku de reojo. "Necesito que me ayude, pero…"
"No quieres que mi padre se entere." Acabó Kudo por ella.
Naoko asintió mientras fruncía el ceño. "Joder, Shiho me va a matar."
"Está bien, solo dime que pasa."
Naoko se mantuvo callada y le agarró del brazo para que la siguiera, cruzando el pasillo en dirección opuesta hasta llegar a uno de los laboratorios. "Sé que la reunión de hoy es importante y que ella me dijo que estaba todo bien, pero no creo que Miyano esté en condiciones de hacer nada."
Shinichi sabía que había pasado mala noche y se había escabullido demasiado pronto por la mañana, después de todo, no había sido mala idea pasar por aquí antes de dirigirse a su trabajo. Naoko abrió la puerta lentamente y él entró detrás de ella para cruzar el laboratorio vacío.
"Miyano, soy yo." Advirtió ella mientras la buscaba.
Shinichi analizó el laboratorio separándose de Naoko para buscar por su cuenta, encontrándola finalmente en uno de los escritorios, con la cabeza sobre sus brazos cruzados y los ojos cerrados. Apoyó su mano en su hombro a la vez que palpaba su frente con la otra y frunció el ceño al notar el calor que desprendía su piel. "Estás hirviendo." Comentó escuchándola protestar con un leve gemido. "Naoko, dile a mi padre que aplace la reunión para otro día."
"Claro." Asintió sin protestar.
"No, espera." Intervino Shiho antes de que cruzase la puerta, levantando la cabeza con los ojos entrecerrados frente la molestia de la luz. "No le digas eso."
"Shiho, déjalo. Voy a llevarte a casa." Protestó Kudo intentando frenarla.
"Me iré a casa, pero no puedes posponer la reunión." Comentó girándose para mirar a su compañera. "Naoko, tienes que hacerlo tú por mí."
"¿Yo?" Preguntó confundida. "Pero…si es tu proyecto."
"Estás tan preparada como yo para dirigir esa reunión, sé que puedes hacerlo." Comentó rascando sus ojos antes de apoyar su mano en su frente caliente.
"Pero…" Naoko todavía se veía con dudas, era la primera vez que se responsabilizaba de algo así y le causaba cierto miedo frente a todas las cosas que podían salir mal.
"Eres la única a la que le dejaría hacerlo, lo tienes tan memorizado como yo." Insistió sintiendo como los párpados le pesaban.
La siguiente vez que parpadeó se encontraba en una habitación completamente distinta, cubierta con una suave manta y un pañuelo sobre su frente.
"¿Cómo te encuentras?" Preguntó Shinichi apareciendo a su lado.
"Fatal." Contestó como pudo, sintiendo un calor abrumador en sus mejillas. "¿Sabes algo de la reunión del laboratorio?" Preguntó notando como él rodaba los ojos.
"Deja de preocuparte tanto por el trabajo. Le dije a mi padre que me llamara al acabar, así qe tú ahora solo preocúpate por descansar un poco." Dijo para que dejase el tema, apoyando una mano en su frente para comprobar su temperatura. "la fiebre te ha bajado un poco pero todavía estás caliente."
"No quiero estar en la cama." Protestó sintiendo todo el cuerpo incómodo.
"Tienes que hacer reposo." Insistió con la cara seria antes de levantarse para salir de la habitación.
"¿No te vas a quedar un rato conmigo?" Preguntó haciéndole frenar justo en el marco de la puerta. "Eres el único enfermero que tengo, ¿y me abandonas así de rápido?"
Shinichi rodó los ojos antes de volver a entrar a la habitación. "¿Nadie te ha dicho que te vuelves algo fastidiosa cuando estás enferma?" Preguntó medio bromeando a la vez que se sentaba a un lado de la cama. "Déjame un hueco anda."
"Oye, un poco de cuidado." Protestó ella mientras él invadía su cama.
"¿No querías un poco de compañía?" Preguntó acomodándose en la cama para echarse una siesta. "Si los dos descansamos se acaban las protestas, ¿no?" Preguntó mientras ella se apoyaba en su hombro y é cerraba los ojos.
No había dudado en pedirse el día libre después del inciso con Shiho en el laboratorio, no era algo que hiciese normalmente así que tampoco tuvo problemas al hablar con sus superiores. Sus párpados también se sentían cansados así que no le costó caer rendido cuando ella se quedó recostada sobre él.
El ruido de su teléfono sonar, fue lo que le despertó un par de horas después. Se rascó los ojos para tratar de desvelarse mientras la apartaba con cuidado de no despertarla.
"¿Sí?" Preguntó tratando que no se notase su voz somnolienta.
"¿Shinichi?" Preguntó Yukiko llena de preocupación.
"¿Mamá? ¿Estás bien?" Preguntó notando la fuerte preocupación en su voz, le temblaban las palabras e incluso podía percibir sus sollozos.
"Shinichi tienes que venir."
"¿Venir a donde?" Preguntó saliendo de la cama con cierto nerviosismo. "¿Qué ha pasado mamá?"
"Hay un incendio, en el laboratorio…tienes que venir." Intentó explicar sin poder calmar la desesperación. "Tu padre está dentro y los bomberos no dejan entrar a nadie."
"Estaré ahí en diez minutos, tú intenta mantener la calma." Contestó justo antes de colgar.
"¿Va todo bien?" Preguntó ella reincorporándose de la cama a la vez que se rascaba los ojos.
"Tengo que irme, ha pasado algo en el laboratorio."
"¿Qué? Espera, voy contigo." Protestó saliendo rápido de la cama para cambiarse el pijama antes de que él se marchase.
"No, tú deberías seguir en cama." Protestó parando el paso para mirarla.
"No voy a quedarme aquí, Kudo." Contestó poniendo la voz y la mirada a su nivel para desafiarle.
A él no le quedó más que aceptar su compañía con un gruñido, no tenía tiempo para seguir protestando así que la agarró de la mano y la guió hasta el coche para salir de la casa sin perder más tiempo. Condujo algo rápido para estar circulando por el corazón de la ciudad, pero la voz de su madre hacía eco en su cabeza haciendo que no escatimase a la hora de apretar el acelerador. Ella se agarró en la puerta y se mantuvo callada mientras observaba sus nudillos blancos agarrar con fuerza el volante. No le importó aparcar en doble fila cuando llegaron delante del edificio, había mucha gente en la calle y las ambulancias tenían las luces puestas justo a lado de los tres camiones de bomberos que habían venido. El perímetro estaba cerrado y la policía no dejaba acercarse a nadie que no llevase uniforme.
"¿Qué ha pasado aquí?" Preguntó ella observando el humo oscuro causado por las llamas que invadía el cielo, se tapó la boca al notar como la corriente chocaba contra ellos mezclada con humo y cenizas.
"Tenéis que alejaros." Comentó uno de los policías mientras trataba de poner la cinta.
Pero Shinichi no lo escuchó, se giró a un lado y a otro buscando la figura de su madre y de su padre.
"¡Shinichi!"
La voz de Yukiko llegó a sus oídos y el brazo de Shiho lo arrastró para dirigirlo hacia la voz de su madre.
"Mamá, ¿Estás bien?" Preguntó agarrándola de los hombros para comprobar su estado.
"Estoy bien…pero a tu padre todavía no lo han sacado." Explicó mirando hacia la entrada mientras trataba de controlar el llanto.
"Shiho, quédate con mi madre." Comentó antes de alejarse de ellas para buscar alguna cara conocida que pudiese darle más información.
"Kudo, ¿Qué haces aquí?" Preguntó Megure extrañado de verlo.
"¿Qué ha pasado? ¿Qué ha ocasionado el incendio?"
"El aviso que hemos recibido ha sido por una explosión, pero todavía no sabemos si ha sido un accidente del laboratorio o si ha sido provocado." Explicó con el ceño fruncido. "Sé que el edificio es de tu familia, deberías estar con ellos no aquí hablando conmigo." Dijo apoyando una mano en su hombro tratando de apoyarle.
"Mi padre todavía está dentro, Megure, ¿qué van a tardar en sacar a todos los civiles?" Preguntó algo nervioso e impaciente.
"Estamos haciendo lo que podemos, Kudo. Las llamas se descontrolan con facilidad, los bomberos están haciendo todo lo que está en sus manos."
La voz de su madre le hizo volver a girar la cabeza para verla correr hacia la camilla que salía del edificio. El pulso se le aceleró a reconocer a su padre estirado en ella y sus pies corrieron hacia ellos sintiendo cierto miedo por sus venas.
"¡Yusaku!" Gritó Yukiko acercándose a él mientras los paramédicos lo conducían hacia la ambulancia.
Él estaba inconsciente, ensangrentado y con quemaduras por todo el cuerpo. A Shinichi le impactó verlo así y a su madre le flaqueaban las rodillas.
"Tenemos que ir al hospital." Intervino Shiho intentando hacerles volver a la realidad.
El coche de Shinichi condujo de una manera más temeraria esta vez sin perder de vista la ambulancia. En el hospital no podían hacer más que esperar, pero necesitaban estar ahí y sentirse que estaban cerca y unidos.
El silencio era incómodo en los pasillos del hospital y ninguno de los tres se atrevía a cortarlo. Shiho alzó la mirada para encontrarse con la mirada perdida de Yukiko, tenía los ojos rojos e hinchados de llorar y un poco de rímel en su mejilla derecha. Le daba pena que en ese momento hubiese desaparecido toda la vitalidad y felicidad que siempre desprendía y no se le ocurría nada para poder apoyar a la que se suponía que era su familia.
Shinichi tenía la cabeza gacha y los brazos cruzados y ella apoyó una mano sobre la suya al notar como le temblaban ligeramente. No le dijo nada, pero la pequeña sonrisa de sus labios le hizo quitar algo de la seriedad de su rostro. Él apretó su mando como si le devolviese el agarre y acercó su mano libre a su mejilla.
"¿Cómo te encuentras?" Preguntó sintiendo su rostro todavía algo caliente.
"No te preocupes por mí ahora." Contestó sintiendo que era ella la que debía formular esa pregunta.
El médico irrumpió el pasillo unas horas después con la mirada seria y una línea recta en los labios. Yukiko se levantó casi de un salto para acercarse a él con nerviosismo.
"Hemos hecho todo lo que hemos podido, pero no hemos conseguido estabilizarle…lo sentimos mucho pero el señor Kudo ha fallecido."
