Notas de autora: ¡Hola a todos! Primero que nada, quiero disculparme por haber subido el capítulo un día después de lo estipulado. He tenido una semana bastante ajetreada y sólo recién pude ponerme a terminar de corregir el capítulo. También, quiero agradecerles especialmente a las maravillosas personitas que se tomaron el tiempo de comentar y alegrar mi día. Ahora sí, espero que disfruten el capítulo.
Advertencias: el capítulo está escrito desde el POV (point of view = punto de vista) de Harry.
9 de enero de 2011
Decir que me encuentro sorprendido por la presencia de Charlie en nuestro apartamento sería un absoluto eufemismo. Lo cierto es que su aparición inesperada me ha llenado de una sensación desagradable en el pecho que me impide respirar con normalidad. Cualquier persona con un mínimo de sensatez creería que esta sensación de temor e inquietud que estoy percibiendo se debe a la incomodidad que me genera ver a Charlie después de lo ocurrido en La Madriguera, sin embargo, esto no podría estar más alejado de la verdad. No, el verdadero motivo por el cual la sola presencia de Charlie en nuestro apartamento me genera tal sensación de pavor se debe al miedo que siento porque la verdad de lo ocurrido en ese cobertizo salga a la luz. Y si bien mi intención no es ocultarle nada de esto a Draco, no puedo negar que no me siento listo para contarle la verdad siendo que él todavía no ha recuperado sus recuerdos. Por desgracia, no consigo encontrar ninguna excusa creíble que dar para echar a Charlie de aquí, al menos no sin levantar sospechas de mi novio.
Después de arribar a esta conclusión, me armo de valor para enfrentar la situación como el valiente Gryffindor que se supone que soy, y me dispongo a hallar una explicación a las preguntas que rondan mi mente.
─¿Qué haces aquí, Charlie? ¿Y cómo supiste en dónde vivimos? Nunca te lo dije.
Sin embargo, y contrario a lo que esperaba, Charlie ignora por completo la pregunta que le hice y simplemente se dedica a observar a Draco completamente ensimismado, de hecho, es casi como si no pudiera despegar la vista de mi novio. Sin embargo, lo que termina de despertar a la bestia de los celos que vive en mi interior es la mirada cargada de seducción y deseo con la que está recorriendo la figura de Draco. ¿Por qué está mirando a mi novio de esa forma? ¿A qué diablos está jugando este imbécil?
Mis manos se cierran en puños y realmente debo hacer un esfuerzo sobrehumano para no hechizar a Charlie desde aquí hasta Hogwarts. No queriendo originar un problema aún mayor del que ya tenemos entre manos, me obligo a calmar mis celos y vuelvo a intentar llamar la atención de Charlie.
─Nuevamente lo preguntaré, ¿cómo supiste en dónde vivimos? ¿Y cómo lograste ingresar aquí?
El tono de voz molesto y peligroso con el que dejo salir estas palabras parece finalmente despertarlo de ese trance en el que ha caído, sin embargo, lo que obtengo no es una respuesta a mis interrogantes, sino algo que me dejará apretando los dientes con rabia porque Charlie, el muy idiota, sacude la cabeza, y sin importarle siquiera el hecho de que yo me encuentro en este mismo lugar, comienza a hablarle a Draco con un tono que está cargado de coqueteo.
─Oh, lo siento. Parece ser que todavía no nos han presentado. Soy Charlie Weasley. ─Dice el imbécil de Charlie, a la vez que se acerca a Draco con un pavoneo que pretende ser claramente seductor, y le extiende a mi novio una de sus manos ásperas y llenas de cicatrices de quemaduras. ─Encantado de conocerte.
Observo anonadado y completamente enfadado cómo Charlie parece querer ligar con mi novio sin importarle que yo me encuentro presente, y a pesar de que Draco lo observa con el ceño fruncido en suspicacia, aun así, él le devuelve el apretón de manos. Mis manos vuelven a cerrarse en puños ante este contacto que nunca debería haberse dado entre ellos, pero, afortunadamente, Draco no parece devolver nada de las intenciones de Charlie, ya que por el rabillo del ojo consigo ver con claridad que Draco está apretando la mano de Charlie con mayor fuerza de la necesaria, de hecho, es casi como si él estuviera intentando lastimarlo. Desafortunadamente, el imbécil de Charlie no parece captar la indirecta y, por el contrario, encuentra esto como algo excitante.
─Oh, vaya. Sí que eres fuerte. Puedo ver claramente por qué le gustas a Harry.
La forma en la que Charlie dice esto es en extremo seductora, y si todavía me quedaban dudas al respecto, las miradas ardientes que no deja de dirigirle a Draco hacen que mi magia termine de descontrolarse. ¡No puedo creer el descaro que tiene este idiota! ¿Cómo se le ocurre intentar ligar con mi novio, siendo que yo puedo verlo y oírlo a la perfección? ¿En qué diablos está pensando? ¿Es que su familia no nos ha causado suficientes problemas, como para que también se sume esto?
Completamente enfadado y sintiendo que mi magia está a escasos segundos de comenzar a escapar descontroladamente de mi cuerpo, me acerco hasta colocarme junto a Draco y le espeto algo con los dientes apretados en rencor.
─¿Vas a decirme de una vez por todas cómo supiste en dónde vivimos y el motivo por el que estás aquí? ¿O tendré que sacártelo por la fuerza?
Charlie se sobresalta con el tono venenoso y enfadado con el cual me dirijo a él, y esto es lo único que necesito hacer para que él suelte rápidamente la mano de Draco y dé un paso hacia atrás. Durante unos segundos, la sala de estar permanece en un silencio que es, francamente, incómodo, especialmente porque Charlie no deja de lanzarnos miradas nerviosas. Por fortuna, el momento de incomodidad no se extiende demasiado y Charlie reúne el valor necesario para comenzar a explicarnos el motivo de su visita.
─Lo siento, me distraje. Respondiendo a tus preguntas, fue George quien me permitió pasar desde su tienda para que pudiera hablar contigo. Lo cierto es que George me convenció para que te informe de todo lo que sé acerca de Ginny. ¡No me malinterpretes! ─Charlie se apresura a exclamar con las manos en alto, como si estuviera evitando con ello que vaya a hechizarlo, y cuando él ve que yo no pretendo hacer tal cosa, al menos por ahora, continúa explicándonos el motivo de su visita. ─Tenía la intención de decirte todo lo que sé y, claramente, no planeo encubrir a Ginny. Simplemente creí que podría haberte enviado una carta explicando todo lo que sé, pero George me insistió para que viniera en persona. Él cree que, si me interrogas, tal vez tú puedas descubrir algo que se me podría haber pasar por alto de haberte escrito una carta.
Asiento para hacerle saber que estoy de acuerdo con la idea de George y eso le da renovada confianza a Charlie para continuar con su explicación.
─No tengo idea de dónde pueda estar Ginny ahora, pero sí puedo decirte que esa noche, antes que ella me diera la Poción de Lujuria, me preguntó dónde estaría quedándome durante mis vacaciones de invierno. Le dije que había rentado una habitación en El Caldero Chorreante, aunque ella no está escondiéndose allí, eso te lo puedo asegurar. No ha habido nuevos magos o brujas registrados desde que llegué, y Ginny tampoco ha intentado contactarme desde esa noche. Creo que ella sabe que la entregaré a las autoridades en el preciso momento en el que lo haga. De todos modos, quizás quieras enviar Aurores para registrar el lugar en caso de que encuentres alguna pista de su paradero.
─Le informaré a Robards de inmediato. Gracias por la sugerencia.
Digo esto con un tono cargado de seriedad, pero no puedo evitar que este último aún se encuentre teñido con algo de enfado. Todavía sigo sin poder olvidar la forma en la cual, hace meros minutos atrás, Charlie intentó ligar con Draco. Sin embargo, cualquier enfado que quedara en mi interior es reemplazado por una sensación de hundimiento cuando escucho a Draco comenzar a realizarme una serie de preguntas para las que todavía no me encuentro listo para responderle.
─¿Poción de Lujuria? ¿Qué Poción de Lujuria?
Y si creía que las preguntas de Draco serían lo peor a lo que tendría que enfrentarme por el momento, la forma en la que Charlie interviene y me pregunta algo con marcada incredulidad me deja apretando, nuevamente, los puños a los costados y haciendo un titánico esfuerzo para no partirle su rostro pecoso de un puñetazo.
─¿Todavía no le dijiste la verdad? ¿De veras, Harry?
El tono irónico que emplea Charlie me deja absolutamente enfadado y con deseos de hechizarlo hasta que esté suplicándome que lo mate, pero, para su mayor fortuna, no consigo hacer como deseo porque me veo interrumpido por las nuevas preguntas que Draco comienza a hacerme en un tono que está cargado de confusión y sospecha.
─¿Verdad? ¿Qué verdad? ¿De qué está hablando, Harry?
Un fuerte sonrojo comienza a extenderse por todo mi rostro y descubro, para mi mayor consternación, que este no sólo se debe al enfado que siento por el imbécil de Charlie, sino también por la vergüenza que me produce el recuerdo de todo lo ocurrido esa maldita noche. Mis manos vuelven a apretarse en puños y mis ojos se desvían hacia Charlie para lanzarle una mirada letal que lo deja removiéndose con incomodidad en el lugar. Luego, y empleando todo el sarcasmo de mi repertorio, respondo a la pregunta que me hizo el domador de dragones con el único propósito de hacerle ver cuán enfadado estoy con él y con toda su jodida familia.
─Oh, sí, realmente no me explico cómo es que todavía no le dije a mi novio lo que ocurrió esa maldita noche, siendo que tuve cientos de oportunidades de hacerlo, ¿verdad? ─Me encargo de resaltar la palabra "mi" con toda la fuerza que tengo para hacerle ver a Charlie que sus lamentables intentos de ligar con Draco no serán tolerados por mi persona, y eso parece funcionar, porque Charlie da un respingo en el lugar y me observa con algo que es muy parecido al terror. Luego de que dejo eso en claro, procedo con el resto de la explicación del por qué todavía no puse a Draco al tanto de lo ocurrido, eso sí, sin olvidarme de emplear todo el sarcasmo que puedo reunir en ello. ─Quizás podría haberlo hecho mientras me encontraba buscándolo por todo el jodido mundo después de que él fue raptado por tu hermana; o, tal vez, podría haberlo hecho luego de que descubrí que Draco perdió todos sus recuerdos gracias a las ideas retorcidas de tu jodida hermanita. Sí, realmente no me explico cómo es que todavía no pude decirle la verdad a Draco, siendo que tuve tantas oportunidades a mi alcance para hacerlo.
─¡Oh, vaya! Entonces, es cierto. Todavía no has recuperado tus recuerdos.
Charlie se vuelve hacia Draco, y aunque parece algo sorprendido por esta noticia, el tono que emplea para dirigirse a mi novio sólo consigue dejarme rumiando con enojo y con mis manos reluciendo con un resplandor dorado debido a mi magia descontrolada; porque, contrario a lo esperado, Charlie no parece estar realmente apenado por la pérdida de memoria de Draco, de hecho, es todo lo contrario, y sus ojos adquieren un brillo cargado de interés, uno que utiliza para observar a Draco con renovados deseos. Y sé que no tengo pruebas, pero, de todos modos, no las necesito, porque sé que Charlie está pensando que esta es una oportunidad perfecta para realizar un movimiento con mi novio.
Y sé que estoy en lo cierto cuando me percato de que Draco, incluso habiendo perdido sus recuerdos y sin comprender del todo quién es Charlie ni lo que ocurrió, también es capaz de notar este hecho ya que una de sus cejas se eleva en el aire y observa a este imbécil con sospecha e incredulidad. Y eso es lo último que estoy dispuesto a soportar, antes de dar un paso adelante y espetarle algo con los dientes apretados debido a la rabia que estoy sintiendo recorrerme por todo el cuerpo.
─Creo que deberías irte.
Charlie se sobresalta al escuchar el tono peligroso con el que me dirijo a él, pero lo que termina de asustarlo por completo es el brillo dorado que vuelven a adquirir mis manos, el mismo que representa a mi magia fuera de control. Charlie se aterroriza sobremanera al ver esto último, y después de asegurarnos que nos informará si Ginny intenta contactarlo, se dirige hacia la chimenea para desaparecer en un refulgir de llamas esmeraldas.
En el preciso instante en el que me aseguro de que Charlie abandonó nuestro apartamento, comienzo a caminar por la sala de estar como si fuera una especie de león enjaulado y no puedo evitar murmurar maldiciones entre dientes para descargar todo el enfado y la frustración que siento con ese idiota que pretendió interponerse entre Draco y yo.
─¡Ese maldito imbécil! ¡¿Cómo se atreve?! ¡Y estando yo presente!
Inmediatamente, siento mi magia chisporrotear en mis manos como si estuvieran cargadas de electricidad, lo cual es un claro indicativo de lo fuera de control que se encuentra. El resplandor dorado que adquirieron estando Charlie presente no se compara en lo absoluto con la tonalidad que poseen en este momento y, de hecho, es como si mis manos se hubieran convertido en oro. Aprieto los dientes para retener el gruñido enfadado que quiere escapar de mi boca y vuelvo a pasearme frente a la chimenea, a la vez que siento unos irrefrenables deseos de mandar todo al diablo e ir a hechizar a Charlie hasta que nada quede de él. Por desgracia, no podré hacer esto último, ya que escucho a Draco dirigirse a mí con un tono que pretende apaciguar a mi magia descontrolada, y realmente no sorprende a nadie cuando eso es todo lo que necesito oír para que desaparezca de mi ser cualquier enfado que todavía me quede.
─Harry, por favor, detente. Estás comenzando a marearme.
Un fuerte sonrojo se apodera de mis mejillas al oír esto, y como si me hubieran lanzado un hechizo aturdidor, detengo mis pasos y me quedo completamente estático en el medio de la sala de estar. Y sólo necesito escuchar la voz de mi novio, para que desaparezca el brillo dorado de mis manos y mi magia ronronee alegre dentro de mi interior al tener la atención de Draco puesta en mí. Desafortunadamente, este momento de tranquilidad dura muy poco, ya que observo a Draco tomar asiento en el sofá y preguntarme algo que pondrá de cabeza mis emociones.
─¿Qué quiso decir este tipo con eso de que todavía no me has dicho la verdad? ¿De qué verdad hablaba?
Doy un respingo en el lugar al escuchar sus preguntas y no puedo evitar sentir una mezcla de vergüenza y pánico al recordar todo lo ocurrido con Charlie en ese cobertizo. Estoy jodidamente aterrado por el posible desenlace adverso que podría tener nuestra relación luego de que le confiese todo, sin embargo, y por mucho que quisiera seguir haciéndolo, ocultarle la verdad a Draco no es una opción. La Sanadora a cargo del caso de Draco me advirtió que, si quiero que él sane correctamente, debo responder a todas las preguntas que tenga con la verdad, y nada más que la verdad.
Un suspiro desganado escapa de mi boca que, repentinamente, se ha vuelto incluso más seca que la arena de un desierto, pero de todos modos consigo reunir la valentía y fuerza de voluntad suficientes para hacer lo que tengo que hacer. Sin querer demorar más este momento de tensión que se ha instalado en la sala, me acerco hasta el sillón individual que se encuentra a la izquierda de donde Draco decidió sentarse y me dejo caer sobre este último porque sé que la situación desgarradora a la que deberé enfrentarme no me permitirá reunir la fuerza suficiente como para permanecer de pie. Una vez hecho esto, me giro hacia Draco y me dispongo a contarle toda la verdad de una vez por todas, eso sí, sin dejar de implorarle dentro de mi mente a cualquier deidad que esté escuchándome porque Draco sea capaz de perdonarme y no quiera terminar conmigo.
─Voy a decirte toda la verdad, pero tienes que prometerme que me dejarás terminar de contar toda la historia antes de sacar conclusiones apresuradas. ─Digo todo esto con un pequeño susurro producto del nerviosismo que estoy sintiendo, aunque Draco no parece tener problema alguno para captar cada una de mis palabras, ya que me observa con sospecha y una ceja en alto. Al ver el gran escepticismo que se apodera de esos ojos grises, cierro los míos durante unos segundos, y cuando los abro, me aseguro de obtener una promesa de él, después de todo, no puedo darme el lujo de que Draco me interrumpa a mitad de la explicación. No creo ser capaz de terminar mi confesión si él llegara a hacer eso. ─Por favor, Draco, prométemelo. Necesito que me prometas que me dejaras contarte toda la verdad sin interrumpirme.
Draco me observa con una mirada cargada de sospecha durante unos segundos que se me hacen agonizantes, pero, finalmente y después de lo que parece haber sido una eternidad, asiente con la cabeza, y dice: ─Lo prometo.
Otro suspiro escapa de mi boca, y cuando siento que he dilatado esta situación mucho más de lo que debería, poso la vista en Draco y comienzo a contarle toda la verdad de lo ocurrido. Sin embargo, no comienzo por la historia del cobertizo porque eso no tendría ningún sentido para Draco en estos momentos. Él ha perdido la memoria por completo, por lo tanto, necesita un contexto de la situación en la que nos encontramos para que pueda comprender del todo cómo pudimos llegar a este punto en nuestras vidas, y si bien ya le conté una versión breve de la historia cuando lo encontré en la panadería de Goyle, de todos modos, vuelvo a narrar todo esto, aunque esta vez no dejo ningún detalle de lado. Por el contrario, le cuento toda nuestra historia comenzando por el momento en el cual nos reencontramos después de que asesinaran a sus padres.
─El día que asesinaron a tus padres, me asignaron como el Auror a cargo del caso porque mi jefe creía que el responsable podría haber sido alguno de los Mortífagos que todavía nos quedaban por capturar, y si bien no habíamos tenido la mejor relación en Hogwarts, ni siquiera se me pasó por la cabeza el rechazar el caso, incluso sabiendo que hubiera tenido la excusa perfecta para hacerlo. No sé por qué lo hice, siendo que lo más sensato hubiera sido darle el caso a otro Auror, pero algo me decía que debía tomarlo. Había algo dentro de mi pecho que estaba tirando de mi ser para tomarlo. En ese momento no lo pude comprender del todo, pero ahora puedo ver con claridad que el motivo por el cual quería tomar este caso era para poder verte de nuevo. Inconscientemente, siempre me atrajiste, simplemente nunca pude actuar en consecuencia debido a lo mal que nos llevábamos por ese entonces.
Observo a Draco de reojo para ver si algún recuerdo está acudiendo a él, pero su semblante permanece con una curiosidad demasiado grande, con lo cual confirmo que nada de esto ha despertado sus memorias. Me obligo a que esto no me afecte y continúo con mi relato en un susurro.
─Pasábamos mucho tiempo juntos debido al caso. Te había prometido que vendría a actualizarte de cada descubrimiento que tuviera, pero, en algún momento de nuestros encuentros, comencé a disfrutarlos de una manera que no era simplemente profesional. Siempre me habías parecido, muy a regañadientes, alguien bastante ingenioso, pero descubrir esa picardía y astucia para soltar algún comentario sarcástico sobre la tontería que te hubiera contado ese día, fue suficiente para volar mi mente por completo. Me convertí rápidamente en un adicto a esos intercambios que teníamos, y a cada día que pasaba, necesitaba más. Necesitaba pasar más tiempo contigo porque ya no era suficiente el pequeño intercambio que teníamos con mis actualizaciones de la investigación, necesitaba que ambos hiciéramos cosas divertidas juntos, como ir a ver una película o presenciar un partido de Quidditch; pero lo que más necesitaba, lo que terminaba de confundirme por completo, era esa necesidad agonizante de encontrar cualquier excusa para tocarte, para acercarme a ti.
Vuelvo a hacer una pausa para observar a Draco y descubro que él está mirándome con una ceja en alto y tratando de enmascarar una sonrisa bastante presumida. Niego con la cabeza al ver que, ni perdiendo todos sus recuerdos, Draco dejará de ser una persona bastante vanidosa, y luego retomo la historia donde la dejé.
─Por ese entonces, yo estaba saliendo con Ginny y jamás se me hubiera pasado por la cabeza el hecho de que pudieran gustarme los hombres, por lo cual atribuí todos los sentimientos y deseos que tenía por ti como una forma de demostrarme a mí mismo que te habías convertido en un amigo muy cercano para mí; aunque, si debo ser honesto contigo, una parte de mi ser nunca te vio como un simple amigo, sino como algo más. ─Suelto otro suspiro al recordar las incontables veces en las que hice el ridículo de mí mismo en presencia de Draco debido a lo nervioso que él solía ponerme, y luego de que aparto estos pensamientos de mi mente, empiezo a narrar el momento donde todo se complicó entre nosotros. ─Nos hicimos amigos rápidamente, pero algo ocurrió unos meses después de tomar el caso. Logré hallar al responsable de asesinar a tus padres, y después de que te expliqué todo lo ocurrido, volví a mi casa porque esa noche debía ir a cenar con los Weasley. No quería dejarte solo después de que habías descubierto el motivo del asesinato de tus padres, pero sabía que, si no me presentaba a cenar, mis amigos habrían hecho un escándalo de ello; y lo que tú menos necesitabas en ese momento era lidiar con esta clase de prejuicios, así que, para no generarte mayores inconvenientes, fui a cenar con ellos prometiéndome a mí mismo que iría a visitarte al día siguiente. Sin embargo, cuando fui a visitarte a la mañana siguiente, uno de tus elfos me dijo que habías abandonado la mansión y no sabía dónde te encontrabas. Te visité durante dos días seguidos en distintos momentos del día, pero nunca pude dar contigo. Estaba tan aterrado, Draco. No tienes idea del miedo que sentí al creer que habías hecho algo estúpido por obra de lo ocurrido con tus padres. Sin tener idea de dónde te encontrabas, y temiendo lo peor, agoté la última opción que me quedaba por explorar y te envié una carta. Y para mi mayor alivio, me respondiste que te habías mudado al mundo muggle.
Cierro los ojos al recordar la desesperación que sentí en ese momento al creer que Draco había decidido quitarse la vida por no poder ser capaz de superar la muerte de sus padres, y me obligo a tragar el insoportable nudo que tengo atorado en la garganta, antes de continuar con la historia.
─Ni siquiera sé cómo es que pude aparecerme fuera de la puerta de tu apartamento, siendo que no me habías enviado coordenadas de aparición, sólo la dirección de tu edificio, pero lo hice. Lo hice, y te regañé durante horas enteras por haberte mudado sin pensar siquiera en decírmelo. Creo que ese fue el día en el cual te diste cuenta de que yo te consideraba como uno más de mis amigos, porque, a partir de ese momento, nuestra relación cambió para mejor. Nos volvimos prácticamente inseparables. Solíamos hacer todo tipo de cosas juntos, y a cada momento que compartíamos, era uno más en el que me daba cuenta que estar a tu lado era lo único capaz de hacerme verdaderamente feliz. En el mismo momento en el que ese pensamiento se asentó en mi mente, me di cuenta de que ya no podía seguir negando la realidad. Me había enamorado de ti.
Cuando digo estas palabras, observo de reojo la reacción de Draco y la pequeña sonrisa que veo en su hermoso rostro me brinda la tranquilidad y las fuerzas necesarias para comenzar a narrar los horrores por los cuales nos hizo pasar Ginny.
─Así que no podía seguir fingiendo ser feliz junto a Ginny, siendo que lo único capaz de hacerme feliz eras (y siempre serás) tú. Ese día, Draco… ese día decidí que terminaría mi relación con Ginny, sin embargo, cuando fui a confesarle la verdad, ella aprovechó esa oportunidad para comenzar a envenenarme con Amortentia.
Mis manos se cierran en puños al recordar este hecho en particular, y de ser posible, siento incluso más odio hacia Ginny, pero me obligo a apartar estos pensamientos de inmediato para poder continuar con la explicación de todo lo ocurrido.
─Ginny me mantuvo durante varios años bajo los efectos de esa poción de amor, sin embargo, ella no contó con que yo encontraría una forma de liberarme de su control. ─Sonrío tontamente al recordar la forma en la cual los libros de Draco me ayudaron a cuestionar mis sentimientos lo suficiente como para poder escapar del control de Ginny, y luego de ver lo impaciente que Draco parece estar para que continúe con la historia, vuelvo a hablar en un susurro. ─Todavía no comprendo del todo cómo es que pude escapar del control de Ginny, siendo que los efectos de esa poción sólo desaparecen al dejar de consumirla, y Ginny nunca dejó de administrarme las dosis diarias, pero así lo hice gracias a tus libros. Leer la historia de Etamin y Leonis consiguió despertar sentimientos dentro de mi ser que creí haber perdido con el tiempo, pero no era así. Simplemente estaban dormidos por la pócima de amor que Ginny estaba administrándome.
Y así continúo la historia de todo lo ocurrido desde que vine a quedarme con Draco para confirmar mis sospechas. Le cuento sobre lo feliz que fui esos días que pasamos juntos mientras yo intentaba descubrir si mis sospechas eran ciertas. Le cuento sobre la forma en la que Draco me ayudó a detectar si había restos de Amortentia en mi sangre y en las tartitas de melaza, las cuales eran la forma que utilizaba Ginny para colar esa poción en mi torrente sanguíneo. Le cuento con el pecho cargado de arrepentimiento y dolor sobre la noche en la que descubrí que él era, en realidad, Dylam Rocafo, y sobre las palabras hirientes y nada ciertas que le dije debido a las conclusiones apresuradas a las que llegué. Y también le hablo con lujo de detalle acerca de nuestro primer beso y cómo este fue el detonante para que estuviéramos, finalmente y después de tanto tiempo perdido, juntos.
La historia comienza a oscurecerse a partir de aquí y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas cuando empiezo a contarle acerca del primer intento de secuestro que Ginny hizo para alejar a Draco de mí. Con las manos apretadas en puños, le explico con lujo de detalle cómo Ginny se las había ingeniado para secuestrar a Draco desde nuestro apartamento hasta La Casa de los Gritos. Le cuento sobre las cartas que ella le obligó a escribir a Draco utilizando la maldición Imperius, y también le digo acerca de la forma en la cual pude saber que algo andaba mal. Sin vacilar, le explico cómo, una vez más, sus libros fueron los responsables de salvarme de cometer el peor error de mi vida. Le digo a Draco acerca de la dedicatoria que él me escribió en su último libro, y sobre cómo la misma sólo aparecería una vez que yo terminara de leerlo. Le explico que fue su declaración, aquella en la cual Draco me confesó que me amaba de la manera más dulce y emotiva que jamás haya visto, la cual me dio la fuerza y convicción necesarias para no darme por vencido con él. Y también le revelo detalladamente cómo pude ser capaz de descubrir la verdad de lo ocurrido para conseguir rescatarlo a tiempo.
Termino la historia del primer intento de secuestro de Ginny sintiendo un nudo asfixiante en mi garganta, pero, de todos modos, me obligo a ser fuerte y continuar con el relato de todo lo ocurrido ya que esto sólo es el principio del horror que vivimos. Sin embargo, cuando comienzo a explicar los hechos ocurridos en la que se convirtió en una de las peores noches de mi vida, mi fuerza de voluntad se quiebra y no puedo evitar que mis palabras salgan entre sollozos desgarradores.
─Los Weasley habían planeado una cena en la cual pretendían hacerme ver, según ellos, que tú no eras alguien adecuado para mí. Yo no tenía idea de que eso era lo que planeaban hacer porque, de haberlo sabido, jamás hubiera accedido a ir. De todos modos, tú y yo decidimos que sería mejor que fuera a cenar para no generar más problemas, incluso cuando ellos se habían negado a que tú vinieras conmigo. Por desgracia, Ginny aprovechó ese momento para poner en marcha su plan.
Mis ojos se llenan de lágrimas que caen sin control por mi rostro al tener en claro lo que vendrá a continuación y eso hace que Draco se remueva en el lugar con incomodidad y extienda una mano hacia mí, como si quisiera calmarme, no obstante, y a pasar de que sólo quiero cerrar mi boca y dejar que Draco me abrace para consolarme, me obligo a dejar de lado mis emociones descontroladas y continúo narrando aquello que podría llegar a quitarme a Draco.
─Ginny convenció a George para que la ayude a planear una forma de separarnos de una vez por todas, y fue entonces, cuando se les ocurrió que podrían darte una Poción del Olvido Total, de esta manera, se asegurarían de que, cuando te dejaran en el mundo muggle, tú nunca pudieras recordar quién eras en realidad; pero, para hacer eso, necesitaban una forma de llegar a ti para administrártela y que no levantara sospechas sobre ellos. Es así como se les ocurrió que podrían tomar fotografías mías y de Charlie para hacerte creer que yo estaba engañándote con él.
Otro sollozo escapa de mi boca al recordar esa noche y realmente debo hacer un esfuerzo titánico para no vomitar sobre la alfombra de la sala al recordar las manos de Charlie recorriéndome el cuerpo. Mi piel comienza a picar con desagrado, y nuevamente, siento la tan conocida sensación de suciedad apoderándose de mi cordura, pero me obligo a ser fuerte y apartar todos estos pensamientos que están torturándome para terminar de contar lo ocurrido.
─George fue quien se encargó de añadir al vaso de Charlie y al mío una Poción de Lujuria muy potente para poder conseguir una fotografía comprometedora de ambos. Esa poción nos dejó con un calor muy extraño recorriéndonos, uno que se volvía cada vez más insoportable a medida que el tiempo transcurría, sin embargo, no le di importancia a ello y seguí discutiendo con Molly hasta que, en uno de sus comentarios hirientes hacia ti, perdí el control y le canté ciertas verdades sobre lo que Ginny había hecho que, estoy seguro, a ella no le hicieron demasiada gracia. Después de eso… ─Mis ojos se cierran automáticamente ante ese recuerdo particularmente repugnante, pero esto no evita que mis sollozos dejen de salir, por el contrario, se incrementan a tal punto que me siento bastante incapaz de continuar con esto. Y sólo el hecho de saber que Draco merece saber la verdad de lo ocurrido, me permite calmarme lo suficiente como para continuar explicando lo que pudo haber sido el peor error de mi vida. ─Después de eso, salí al jardín para mantener a raya mi magia descontrolada, pero escuché pasos siguiéndome, así que fui a esconderme en el cobertizo de La Madriguera, y allí… allí fue donde Charlie me encontró, y bajo los efectos de la Poción de Lujuria, él me besó.
Un nuevo llanto escapa desde lo más profundo de mi ser y me siento temblar en el lugar, aunque no estoy seguro de que esto sea producto del sollozo que estoy soltando, sino del asco que me produce el recuerdo de todo lo que ocurrió en ese cobertizo. Inevitablemente, mis ojos viajan hacia Draco para saber cuál es su reacción, sin embargo, y para mi mayor pesar, el rostro de mi novio se encuentra oculto bajo la máscara imperturbable de los Malfoy y ninguna emoción puede percibirse a través de ella. Totalmente desconsolado por este hecho, suelto otro sollozo y me fuerzo a terminar de confesar la última verdad que me queda por decirle, a la vez que me encomiendo a cualquier deidad que esté escuchándome porque Draco sea capaz de perdonarme.
─Y yo no quería hacerlo, realmente no quería hacerlo, pero esa poción que me habían administrado me hizo perder todo sentido de la realidad y sólo fui capaz de buscar una manera de aliviar ese calor que no me dejaba pensar. Se sintió igual a estar bajo los efectos de la maldición Imperius, sólo que, en este caso, era imposible liberarse de ella. Es por ello que le devolví el beso. Al parecer, el contacto físico con otra persona que haya tomado la pócima es lo único capaz de eliminar esa sensación. ─Vuelvo a soltar un sollozo y siento mi estómago revolverse con repugnancia ante el recuerdo del cuerpo fornido y peludo de Charlie presionándose contra el mío, y antes de que la bilis suba por mi garganta, continúo explicándole a Draco lo ocurrido, aunque sin olvidarme de dejarle muy en claro que jamás lo hubiera engañando de no haber sido envenenado con esa pócima. ─Le devolví el beso y dejé que me tocara el cuerpo porque la poción estaba haciéndonos actuar en contra de nuestra voluntad, ¡pero te juro que nada más pasó entre nosotros! ¡De verdad, Draco! Nada más que eso ocurrió esa noche porque, después de que Charlie me besó el cuello, yo gemí tu nombre y eso fue lo único que necesité para despertar de ese trance en el cual nos tenía retenidos la maldita poción. Es como si el hecho de llamarte hubiera actuado como un antídoto capaz de eliminar por completo los efectos de la poción. Después de que pude recuperar el control de mi mente y cuerpo, intenté hechizar a Charlie, pero, desafortunadamente, George me detuvo antes de que pudiera hacerlo.
Un nuevo reguero de lágrimas escapa de mis ojos, pero ya ni siquiera hago el intento por apartarlas de mi rostro, simplemente dejo que caigan con libertad y me preparo para terminar, de una vez por todas, con este relato desgarrador.
─Después de que le grité a Charlie que se mantuviera alejado de mí, me desaparecí hacia una plaza a la que solía ir de niño, y me quedé sentado sobre un columpio por Merlín vaya a saber cuánto tiempo. Me sentía tan sucio por lo que había hecho, tan asqueado conmigo mismo, que ni siquiera pude reunir el valor suficiente para contarte lo ocurrido. Y sé que no quería hacerlo, sé que no fue mi culpa, pero, de todos modos, me sentía como si te hubiera engañado. No me sentía digno de que tú me tocaras, no cuando había sido contaminado con el toque de Charlie. ─Una nueva sensación de arcadas se apodera de mí, y realmente debo utilizar todo mi autocontrol para que la bilis no suba por mi garganta, antes de continuar con la explicación. ─La culpa que sentía era tan grande, tan opresora, que lo único que pude hacer fue alejarme de ti. Comencé no queriendo que me tocaras ni besaras, y esa noche, ni siquiera pude acurrucarme contra tu pecho como suelo hacerlo todos los días. Y tú, tú creíste que yo estaba enfadado contigo por algo, así que, a la mañana siguiente, te levantaste temprano para prepararme el desayuno como una forma de enmendar tus "errores".
Una sonrisa triste se apodera de mi rostro y nuevas lágrimas caen al recordar los panqueques perfectos que Draco había cocinado como una forma de disculparse por algo de lo que él no era culpable en lo absoluto, y eso sólo me deja con renovadas sensaciones de disgusto hacia mí mismo, especialmente cuando recuerdo que ni siquiera fui capaz de responder a su 'Te amo'. No queriendo adentrarme en esos pensamientos, especialmente cuando estos últimos no contribuirán en nada con nuestra situación actual, suelto un suspiro y continúo explicando todo lo que Draco no recuerda.
─Me hiciste unos panqueques que eran perfectos, a pesar de que la cocina no suele ser tu fuerte, pero yo ni siquiera pude probarlos. Me sentía tan culpable, tan indigno de ti, que el simple hecho de comer algo era capaz de hacerme vomitar. Te di una excusa lamentable y poco creíble del por qué no podía comer, aunque tú no me creíste y trataste de preguntarme qué me ocurría, pero yo estaba tan perdido en lo ocurrido en ese cobertizo, que simplemente te ignoré y me fui. Antes de desaparecer a mi trabajo, me dijiste que me amabas con una desesperación tan grande, y yo… yo no pude responderte nada más que un patético 'Lo sé' porque todas las emociones que estaba sintiendo estaban consumiéndome. Creo que ese es el motivo por el cual esta mañana te sentiste tan mal al ver los panqueques. Quizás, una parte de tus recuerdos esté queriendo volver a ti.
Observo a Draco asentir como si esta explicación tuviera significado para él, y luego de que creo que podré ser capaz de terminar toda la verdad de lo ocurrido sin desmoronarme en el proceso, vuelvo a retomar la palabra.
─A la hora del almuerzo, Charlie vino a mi trabajo. George lo había convencido de venir a disculparse conmigo por lo ocurrido, pero ahora sé que esa sólo fue la forma que tuvo George de encontrar la situación perfecta para tomar una nueva fotografía de nosotros dos juntos. Fuimos a un bar muggle cerca del Ministerio y allí George pudo conseguir una fotografía en la que Charlie estaba apretando mi mano de una forma amistosa, pero el modo en el que fue tomada podía interpretarse de otra manera, y junto a la que él había tomado en el cobertizo, era más que suficiente para que Ginny pudiera enviártelas y hacerte creer que yo estaba engañándote.
Mis maños se cierran en puños al recordar todos los planes dementes que Ginny ideó para separarnos, y eso sólo me deja con renovados deseos de hechizarla con los conjuros más desagradables del mundo. Honestamente, Ginny debería comenzar a rogar a cualquier deidad en la que crea porque no sea yo quien la encuentre, no tendré piedad en caso de que la halle primero.
─Una vez que tuvieron las fotografías listas, Ginny te las envió a través de una lechuza, y junto a estas, había una nota que decía que podrían mostrarte pruebas de ello si accionabas el traslador que era ese pergamino. Tú… tú activaste el traslador, y así fue como Ginny y George pudieron secuestrarte en el sótano de Sortilegios Weasley mientras ellos terminaban la Poción del Olvido Total.
Otro sollozo escapa de mí al recordar esa noche en particular, la desesperación que sentí al ver esas fotografías incriminadoras sobre la mesa de café y descubrir que Draco no estaba por ningún lado. Mis ojos se desvían, inevitablemente, hacia Draco, pero su rostro continúa encubierto por esa máscara que no permite el paso de ninguna emoción en ella. Totalmente desconsolado, prosigo con mi explicación, a la vez que siento mis esperanzas comenzar a hacerse añicos. No hay forma de que Draco quiera seguir conmigo después de todo el sufrimiento por el que lo hice pasar debido a los accionares de Ginny.
─Ginny le ordenó a George que se quedara a cuidarte en el sótano para que no escaparas, y allí fue donde él pudo hablar contigo y descubrir que tú seguías preocupándote por mí incluso después de haber visto esas fotografías que me incriminaban. Ese fue el momento en el cual George se dio cuenta de que lo que estaban haciendo no era lo correcto y que tú eras alguien perfecto para mí. Así que, sin perder tiempo, fue a buscarme para que pudiera salvarte, pero cuando llegué al sótano con un grupo de Aurores de alto rango, George estaba inconsciente en el suelo y Ginny había conseguido darte la Poción del Olvido Total y desaparecer contigo.
Y si creía que había sollozado lo suficiente durante todo este relato, la realidad me demuestra lo equivocado que estoy al comenzar a llorar desconsoladamente. Mi cuerpo se sacude en espasmos desgarradores y siento mi garganta doler como si me hubiera tragado cientos de agujas, sin embargo, eso no me impide que le suplique perdón a Draco entre gimoteos.
─Lo siento, Draco. Lo siento tanto. Nunca… nunca quise que nada de esto ocurriera. Jamás se me hubiera pasado por la cabeza el engañarte, y mucho menos con Charlie. De sólo pensar en ello, siento ganas de vomitar.
Mi vista vuelve a posarse en Draco, pero lo que veo no parece ser nada alentador, porque allí, sentado en el sofá de nuestra sala, se encuentra Draco completamente aturdido en el lugar y con el ceño tan fruncido que temo que una línea permanente de expresión quede grabada allí. Mi pecho comienza a llenarse de una sensación de desesperación tan grande que me impide respirar con normalidad, pero, de todos modos, me obligo a no rendirme y luchar con uñas y dientes por nosotros.
─¿Draco? ─Mi llamado sale en un susurro que es, francamente, lamentable, aunque no podría importarme una mierda el estar quedando como un ser patético. Lo único que quiero es que Draco me diga que me perdona, que todo está bien entre nosotros, y es por ello, que nuevamente intento obtener una reacción de él. ─¿Draco? Por favor, di algo.
─Yo... no sé qué decir. Esto es... demasiada información para asimilar.
Otro sollozo escapa de mi boca al escuchar esto, pero, al menos, he conseguido sacar a Draco de ese estado de aturdimiento en el cual había caído, por lo cual puedo contarlo como una pequeña victoria, ¿verdad? No lo sé, lo único que sé es que tengo que dejarle sumamente en claro a Draco lo que significa para mí y cómo no estoy dispuesto a perderlo.
─Lo sé. Realmente lo sé, pero quiero que sepas que todo lo que te dije es cierto. Te amo, Draco. De verdad lo hago, y jamás se me pasaría por la cabeza el engañarte. Me crees, ¿verdad?
Draco me observa a los ojos durante unos segundos que se me hacen absolutamente eternos, especialmente porque ninguna emoción puede vislumbrarse a través de sus ojos grises, sin embargo, y después de la que ha sido la espera más agonizante de mi vida, finalmente comienza a hablar con un tono pausado y decidido.
─Sí, te creo. No sé por qué lo hago, pero hay algo dentro de mí que me dice que jamás me mentirías.
Una pequeña sonrisa agradecida aparece a través del mar de lágrimas en el que se convirtió mi rostro, a la vez que siento renovadas esperanzas apoderándose de mi pecho; porque sí, esto no está del todo arruinado, todavía podemos salir adelante y recuperar esa vida perfecta que tuvimos hasta que Ginny volvió a inmiscuirse en ella. Todo esto queda confirmado cuando Draco me devuelve la sonrisa y puedo vislumbrar a la perfección cientos de emociones en sus ojos, emociones que me dejan ronroneando de alegría.
─¿Sabes? Creo que seguiré el consejo de Adrian y comenzaré a leer los libros que escribí. Necesito recuperar mis recuerdos cuanto antes. Necesito conocer toda la verdad que viví para poder aclarar de una vez por todas mi mente.
Asiento con tristeza al escucharlo decir esto porque, por lo visto, mi palabra no parece ser totalmente suficiente para que Draco crea en todo lo ocurrido, pero, de todos modos, me obligo a que nada de esto escape de mi mente. No sería justo de mi parte reprocharle acerca de esto siendo que Draco perdió todos sus recuerdos y fue víctima de las maquinaciones de Ginny sólo culpa mía. Así que, para no generar mayores inconvenientes entre nosotros, hago a un lado toda la decepción que estoy sintiendo y me obligo a dejar salir algo con un optimismo que, claramente, no estoy sintiendo.
─Sí, estoy de acuerdo contigo. Creo que iré a darme una ducha mientras tú te pones a ello.
Sin volver a mirar detrás, me apresuro a dirigirme al baño. Una vez que me encuentro resguardado entre estas cuatro paredes, me vuelvo hacia la ducha y la abro con prisa para poder quitarme la sensación de suciedad que todavía percibo recorriéndome gracias al recuerdo de lo ocurrido con Charlie en el cobertizo. El agua está mucho más caliente de lo que mi piel encuentra confortable, pero me obligo a hacer caso omiso a este hecho y continúo restregando una esponja por todo mi cuerpo. Cuando siento cada parte de mi piel a un paso de quedar en carne viva, cierro la ducha y quito todo el rastro de humedad que me recorre con una toalla. Mientras me encargo de secarme, siento mi mente con una paz y claridad que no he sentido en años. La ducha pudo eliminar gran parte de mis preocupaciones, pero lo que fue capaz de despejar de mi mente esa sensación de culpa y terror que tanto me estuvo perturbando es el hecho de haberle confesado toda la verdad a Draco.
Con renovadas energías, voy hasta nuestro dormitorio y me visto con las primeras prendas cómodas que encuentro. Cuando estoy listo, salgo de allí y me dirijo a la cocina para prepararnos algo de cenar. El apartamento permanece en un silencio que sólo es interrumpido por las hojas que Draco pasa al leer y los sonidos que yo realizo al colocar ollas y sartenes sobre la cocina, pero, de todos modos, no es algo que me produzca inquietud, de hecho, es todo lo contrario. La forma en la que estamos conviviendo en este momento es tan rutinaria, tan adorablemente doméstica, que no puedo evitar la sonrisa que se apodera de mi rostro. Honestamente, no puedo esperar a que Draco recupere sus recuerdos. Es lo único que nos falta para que nuestras vidas vuelvan a ser perfectas.
Después de que paso una hora removiendo ingredientes y cocinando alimentos, tengo la comida lista y colocada sobre la mesa de la isla, por lo cual me apresuro a llamar a Draco para que la cena no se nos enfríe.
─La cena está lista.
Draco detiene su lectura y se gira hacia mí para hacerme saber con un gesto que me escuchó. Luego, deja el libro de 'Constelaciones' que estaba leyendo abierto sobre la mesa de café para no perder la página en la que se detuvo, y se acerca a la mesa de la isla. Una vez que se sienta, toma un bocado del estofado que preparé y lo mastica con un gesto de placer que me deja removiéndome con excitación en el lugar. Afortunadamente, las palabras que suelta a continuación me sirven de distracción para apartarme de ese lugar en mi mente en el que me perdí, aquel donde me imagino sentándome sobre el regazo de mi novio y besándolo hasta perder el aliento.
─Ya casi estoy terminando de leer el primer libro de 'Constelaciones', y sé que es algo vanidoso lo que voy decir, pero realmente soy un buen escritor.
Draco dice esto con un gesto de sorpresa plagado en su rostro, como si no pudiera ser capaz de creer del todo en su habilidad por la escritura. La forma en la que Draco se sorprende del talento que desborda de su imaginación me deja sonriéndole con ternura, y sin poder controlarlo, una risita escapa de mi boca. Al ver la ceja en alto con la que Draco me observa, me apresuro a aclarar mi garganta tomando un sorbo de agua, antes de decirle aquello que pasa por mi mente.
─No sólo eres un buen escritor, Draco. De hecho, eres el mejor que el mundo mágico ha conocido.
Draco rueda los ojos al escucharme decir esto, claramente no creyendo una sola palabra de lo que digo, pero eso sólo me deja con renovados esfuerzos para hacerle ver a mi amnésico novio la magnificencia de su talento por la escritura.
─No necesitas mentirme de esa forma, ¿sabes? Sólo dices eso porque estamos saliendo.
Rápidamente niego con la cabeza porque Draco no podría estar más equivocado al respecto, y me apresuro a hacerle ver que lo que acabo de decirle no es algo sin fundamento y motivado por mis sentimientos, sino una opinión objetiva basada en hechos comprobados por nuestra sociedad.
─No estoy diciéndolo sólo porque eres mi novio. Lo que te dije es cierto, eres uno de los escritores más brillantes de nuestra era. De hecho, fuiste aclamado por todos los críticos literarios del continente. ─Draco me observa con gran suspicacia plasmada en esos brillantes ojos grises que tiene, por lo cual sigo buscando maneras de hacerle ver que él se merece cada uno de los halagos que estoy dándole. ─Y si bien yo no suelo ser un gran aficionado a la lectura como para que mi palabra sea tomada en consideración para realizar comparaciones y críticas al respecto, Hermione sí lo es, y su opinión sobre tu escritura es la misma que la mía. Y ella, a diferencia de mí, ha leído casi todos los libros del mundo, por lo tanto, su criterio es incuestionable.
Draco permanece con el ceño fruncido en concentración luego de escuchar esto último y, finalmente, parece quedar convencido del talento que posee por la escritura. La cena trascurre en absoluto silencio después de esto, pero este último, afortunadamente, no es para nada incómodo. Después de que ambos damos el último bocado de estofado, me encargo de llevar todos los platos hacia la cocina para comenzar a lavarlos y guardarlos, mientras Draco termina de leer el primer libro de su saga. Estoy terminando de colocar el último vaso limpio en la alacena, cuando escucho a Draco cerrar el libro y dar un bostezo.
─Es tarde. Creo que deberíamos ir a dormir, ¿no crees?
Escucharlo decir esto me deja con renovado nerviosismo y con las mejillas completamente sonrojadas. La simple reminiscencia de la forma en la que solíamos acurrucarnos todas las noches para dormir ha instalado un agradable calor en mi pecho, sin embargo, el recuerdo de las memorias perdidas de Draco detiene de inmediato estas fantasías. No puedo asegurarlo, pero algo me dice que este Draco amnésico no estará dispuesto a que durmamos juntos. La idea es absolutamente deprimente, pero me obligo a ser fuerte y no dejar que nada de estas dudas que me acometen salgan a la luz. Después de todo, lo último que Draco necesita es sentirse culpable por algo de lo que no tiene control absoluto, no con sus recuerdos perdidos.
─Sí, estoy de acuerdo. ─Digo en una especie de murmullo, a la vez que evito la mirada de Draco. No estoy seguro de poder ser capaz de ver el rechazo en sus ojos cuando le diga en lo que estoy pensando. ─Solíamos dormir juntos, ¿sabes? Pero si crees que eso podrá incomodarte, puedo dormir en el sofá.
─Eso sería algo ridículo, ¿no crees? Estoy seguro de que, en el tiempo que hemos estado juntos, hemos hecho más que eso, así que, dormir juntos no debería representar ningún problema. Sólo no esperes que quiera hacer algo más que descansar en esa cama. No creo que sea sensato hacer nada más hasta que no recupere mis recuerdos.
Draco dice todo esto con un tono que está cargado de diversión, a la vez que me observa con una de sus cejas en alto, y eso es lo único que necesita hacer para convertirme en un manojo de nerviosismo y sonrojos que me dejan boqueando como un pez fuera del agua.
─Yo no… yo no esperaba que pasara nada más hasta entonces.
Con eso último dicho, ambos nos turnamos para higienizar nuestros dientes, y una vez listos, vamos al dormitorio. Draco no parece cohibido en lo absoluto, y en menos de lo que se tarda en dar un pestañeo, se quita la ropa hasta que sólo tiene puesta su ropa interior. Aprovechando que a él no parece importarle mi presencia aquí, me quito la ropa hasta quedar igual que él y me recuesto a su lado en la cama, sin embargo, no puedo evitar que una sensación de desilusión se apodere de mi ser cuando veo a Draco girándose para darme la espalda. Un agudo dolor se apodera de mi pecho al ver que no podré acurrucarme contra él como suelo hacerlo todas las noches. Me quedo observando en silencio a Draco por lo que parecen ser siglos, y en algún momento de la noche, la respiración de mi novio se vuelve acompasada, indicándome con ello que él pudo quedarse dormido sin problema alguno. Mis manos pican insoportablemente por la necesidad que siento de tocar su espalda, pero me obligo a ser fuerte y darle el espacio que Draco parece necesitar.
No tengo idea alguna del momento en el cual pude quedarme dormido, sólo sé que, la próxima vez que mis ojos se abren, ya es de mañana y la luz matutina está colándose a través del gran ventanal del dormitorio, sin embargo, esto no es lo que más llama mi atención. No, lo que de verdad me sorprende y deja con una cálida sensación en el pecho es el descubrir que nos hemos movido durante la noche, y en este momento, Draco se encuentra dormido boca arriba y yo estoy acurrucado sobre su pecho como suelo hacerlo todas las noches. Mis ojos se cierran con deleite y me permito disfrutar de la gloriosa sensación de volver a estar en sus brazos durante unos segundos al menos. Desafortunadamente, no puedo estirar demasiado este momento por temor a que Draco se despierte. Lo último que quiero es causarle incomodidad al forzarle mi presencia. Un suspiro desganado escapa de mi boca ante este pensamiento, pero me obligo a ser fuerte de todos modos y me aparto de Draco con absoluta tristeza. Lo observo dormir con la que debe ser la sonrisa más boba y enamorada de todos los tiempos, y cuando los deseos de inclinarme y besarlo se vuelven incontrolables, muerdo mi labio para evitar hacer algo que nos traerá más inconvenientes. Habiendo tomado la decisión de no arriesgar los avances que hicimos hasta ahora, me levanto y visto para comenzar el día.
El tiempo que tardo en el baño para higienizarme es bastante poco, y en menos de lo esperado, me encuentro preparando el desayuno para los dos. Estoy por terminar de freír unos huevos, cuando escucho a Draco acercarse hasta la mesa de la isla.
─Buenos días.
Me giro con una sonrisa alegre y coloco un plato con un gran desayuno inglés frente a cada uno de nuestros lugares, antes de responder a su saludo. ─Buenos días. Espero que hayas podido dormir bien.
Draco asiente a mi pregunta, mientras se encarga de dar el primer bocado a su desayuno. El resto de la comida transcurre en absoluto silencio por nuestra parte, pero, al igual que ocurrió anoche, esto no es algo para nada incómodo. Por el contrario, los gestos y sonidos de disfrute que Draco está haciendo son capaces de expresar más de lo que lo harían cientos de palabras sin sentido. Después de que terminamos de comer, Draco hace un ademán de querer ayudarme a limpiar todo, pero me apresuro a detenerlo para instarlo a que continúe con su lectura. Todo sea porque recuerde cuanto antes quién es él.
─No te preocupes, puedo encargarme de esto. ¿Por qué mejor no sigues leyendo? Es posible que eso te ayude a recordar algo.
Draco no parece del todo convencido de dejarme con los quehaceres del hogar, pero, de todos modos, hace como le digo y va a leer a la sala de estar. Desafortunadamente, su momento de lectura no dura demasiado porque, minutos después, una lechuza interrumpe la quietud de la sala al golpetear su pico contra el ventanal. Rápidamente, me apresuro a abrirle y retirarle la carta. Luego de darle de comer una golosina para agradecerle por su envío, la dejo que emprenda vuelo a través de un cielo cargado de nubes. Cierro el ventanal y observo el sobre que tengo en las manos, y es entonces, donde reconozco la caligrafía de la persona que envió esta carta dirigida a Draco.
─Es para ti. Te la envía Andrómeda.
Draco toma el sobre y lo abre, pero dentro de él no hay ninguna carta, sino varias fotografías de lo que deduzco que son los padres de Draco cuando eran jóvenes. Draco las observa con detenimiento, pero sin importar cuánto frunza el ceño en concentración, él no parece recordar a sus padres. Sin darle mayor importancia, Draco me pasa las fotografías con un desinterés que es, francamente, alarmante. Y yo no puedo evitar sentirme mal por Draco porque, en circunstancia normales, mi novio nunca se hubiera mostrado tan indiferente por algo relacionado con su familia. Solo yo sé cuánto amaba Draco a sus padres y lo mucho que él odiaría actuar tan insensible por no recordarlos.
Draco parece completamente ajeno a la forma en la que estoy observándolo con preocupación y simplemente continúa leyendo. Sin querer perturbar la concentración de Draco, lo dejo leyendo en el sofá y me dispongo a enviarle un Patronus a mi jefe para consultarle acerca de los avances de la investigación. Sin embargo, cuando el halcón plateado de Robards se materializa en la sala, la respuesta que obtengo me deja preguntándome si mi jefe realmente está buscando a Ginny.
─No hay avances en la investigación, Auror Potter. Lo mantendré informado ante cualquier cambio que ocurra.
Mis manos se aprietan en puños ante la respuesta inútil de Robards y realmente debo hacer un esfuerzo sobrehumano para no ir a hechizar a este mago incompetente. Afortunadamente, Draco consigue apartar todos estos pensamientos de mi mente cuando deja el libro que estaba leyendo sobre la mesa de café, y dice: ─Oye, Harry, ¿no crees que deberíamos guardar las decoraciones navideñas? Las fiestas ya terminaron.
─Sí, tienes razón. Podríamos guardarlas, pero vamos a necesitar cajas. ─Le digo con un encogimiento de hombros, a la vez que me acerco hasta donde Draco se encuentra sentado. Luego, le comento algo que quizás pueda despertar algún recuerdo en él. ─¿Sabes? Tú solías ser muy bueno para transfigurar cualquier tipo de papel en cajas, pero supongo que puedo intentar hacerlas por ti.
Draco asiente para hacerme saber que está de acuerdo, y sin esperar a que diga nada más, agito mi varita en el aire para convocar papel del escritorio de mi novio. Una vez que tengo varias hojas en mi poder, vuelvo a agitar la varita en un patrón particular y consigo transformarlas en cajas, aunque estas no tienen la prolijidad y firmeza que suelen tener las conjuradas por Draco. De todos modos, servirán para lo que queremos usarlas. Draco puede reacondicionarlas una vez que recupere sus recuerdos, si así lo desea.
Le entrego un par de cajas a Draco y yo tomo el resto para que podamos llevarlas hacia el árbol de Navidad y, es entonces, cuando comenzamos a desarmar todas las decoraciones mientras yo me encargo de contarle anécdotas sobre el día que lo armamos. Lo primero que retiramos son las luces y los adornos del árbol. Cuando terminamos con esto, me encargo de encoger el árbol de forma tal que pueda caber dentro de una de las cajas. Draco ríe abiertamente cuando le cuento acerca de los celos que sentí por esa chica que quiso ligar con él en la tienda donde compramos las decoraciones, y el sólo hecho de escucharlo tan relajado y feliz por una estupidez que dije hace que una nueva sensación de emoción me recorra por completo. Realmente no tengo palabras para expresar lo feliz que soy al estar junto a Draco.
El tiempo transcurre rápidamente entre risas y recuerdos de un pasado reciente, pero que, si debo ser honesto, parece bastante lejano, y sin darnos cuenta, lo último que nos queda por guardar son las medias de la chimenea. Me dirijo hasta estas últimas y las descuelgo de su lugar para pasárselas a Draco, quien está terminando de guardar unos adornos dentro de una de las cajas. Sin embargo, a último momento se me ocurre hacer algo que hice en varias ocasiones en el pasado y que, con suerte, podría despertar algún recuerdo de Draco. Soltando una risita interna, me giro y le arrojo ambas medias a Draco, con tanta puntería, que estas aterrizan sobre su cabeza.
Ver la cara de absoluta sorpresa y desconcierto de Draco es más de lo que puedo soportar, y sin que pueda evitarlo, comienzo a reír histéricamente ante la imagen que tengo frente a mí. Draco, por su parte, se quita las medias de la cabeza y las arroja descuidadamente a una de las cajas de adornos, antes de decir algo con un tono profundo que me provoca agradables escalofríos por todo el cuerpo.
─Oh, con que así es como quieres jugar, ¿verdad, gatito?
La sonrisa maliciosa que se apodera del rostro de Draco me deja completamente nervioso porque esta no augura nada bueno. Y lo sé, sé que estoy en graves problemas cuando observo a Draco elevándose en toda su imponente altura, para luego acercarse a paso decidido hacia mí.
─No, Draco, espera...
Pero ya es demasiado tarde y nada de lo que implore va a librarme de lo que Draco tiene planeado hacer en represalia a mi intento de broma. Como es de esperarse, sólo consigo decir esto último, antes de que Draco comience a perseguirme por toda por la sala de estar. Una fuerte carcajada escapa de mi boca ante la manera infantil en la que estamos persiguiéndonos como dos niños, aunque eso no evita que siga intentando escapar de Draco. La persecución dura unos cuantos minutos y en ningún momento dejamos de reír y lanzarnos comentarios provocadores, pero, finalmente, la mayor estatura de Draco consigue darle la ventaja necesaria por sobre mí, lo suficiente como para poder acorralarme contra el sofá. Sin que pueda evitarlo, caigo sobre la suave superficie del sofá y, de inmediato, el cuerpo de Draco se coloca por encima de mí hasta cubrirme por completo. Ambos volvemos a soltar risitas, aunque estas, a diferencia de las anteriores, se encuentran cargadas con algo más que simple diversión y, es entonces, donde algo cambia entre nosotros y me quedo viéndolo completamente embelesado a los ojos. Draco, por su parte, parece haber caído en alguna especie de trance y no es capaz de apartar su mirada de mis labios, y sus ojos… sus ojos se encuentran nublados con un deseo tan notorio que es casi palpable; pero lo que más me sorprende, lo que me deja removiéndome con anticipación debajo de él, es la absoluta determinación que se apodera de sus hermosas facciones, y no tengo tiempo de siquiera preguntarle por qué está viéndome de esa forma, porque, de inmediato, Draco acorta los escasos centímetros que nos separan y me besa.
Mis ojos se cierran automáticamente al sentir, finalmente y después de tanto tiempo, los labios de Draco sobre los míos, y aunque quisiera, no consigo evitar soltar una especie de ronroneo cargado de felicidad que queda amortiguado dentro del beso. Mis labios se apresuran a moverse al compás de los de Draco, mientras me encargo de infundir en él todos los sentimientos que tengo por él. Cada roce de nuestros labios, cada movimiento que hago, está total y absolutamente cargado de un amor tan profundo que sería imposible de describir con palabras. El beso no es más que un inocente roce de labios y no se asemeja en nada a los intercambios desesperados y apasionados que solíamos tener antes de que Draco perdiera la memoria, pero, aun así, consigue llenarme el pecho de satisfacción. De hecho, me siento como si finalmente estuviera completo.
Desafortunadamente, el beso no dura nada más que unos pocos segundos y, de repente, Draco se aparta con prisa de mi cuerpo y me observa con los ojos abiertos en pánico. No entiendo qué lo puso en ese estado, por lo que me apresuro a preguntarle por su extraña reacción. Sin embargo, la respuesta que obtengo me deja con una sensación cargada de confusión y terror.
─¿Draco? ¿Qué...?
─Necesito estar solo.
Draco niega con la cabeza al ver que intento replicar, y sin darme tiempo a que diga algo más, se encierra dentro de nuestro dormitorio. La puerta se cierra dando un portazo y eso consigue sobresaltarme en el lugar. Mis ojos comienzan a picar y siento mi vista volverse completamente borrosa debido a las lágrimas que acuden a mí, pero lo peor de todo, aquello que consigue eliminar por completo cualquier resquicio de felicidad que el beso me generó, es la dolorosa sensación que se apodera mi pecho. No entiendo qué es lo que puso a Draco de esa forma, especialmente cuando todo parecía estar avanzando perfectamente entre nosotros. Lo único que sé es que, sea lo que sea por lo que Draco se apartó del beso de esa forma, no augura nada más que problemas en el futuro, y mi imbatible instinto así lo cree. No sé de dónde vienen estos pensamientos, sólo sé que tengo el extraño presentimiento de que las cosas comenzarán a empeorar entre nosotros a partir de ahora. Y lamentablemente, también sé por experiencia propia que mi instinto siempre está acertado.
Notas finales: espero que les haya gustado. ¿Por qué creen que Draco reaccionó de esta forma? Pueden dejar sus teorías en un comentario. ;) Nos leemos la semana que viene.
