Episodio 7
Al entrar al departamento, Cruz se detuvo en seco al ver el desastre que la rodeaba. El lugar estaba sumido en un caos; ropa tirada y papeles desperdigados por el suelo. Pero lo que más llamó su atención fueron las botellas de cerveza y licor esparcidas sobre la mesa, algunas vacías, otras a medio terminar.
Dejó escapar un suspiro, sintiendo una mezcla de lástima y preocupación al ver el estado en el que se encontraba todo. Sus labios se entreabrieron, dispuesta a decir algo, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, McQueen rompió el incómodo silencio.
-Lamento el desastre… no he tenido tiempo de limpiar. -Murmuró mientras comenzaba a recoger algunas cosas con movimientos torpes y distraídos.
-¿Por qué la casa está así? Pensé que había dejado de beber.
-No te asustes, esas botellas no son del mismo día. Solo que... no he podido ordenar porque siempre intento estar ocupado. Ya sabes… para no pensar en ella.
-Entiendo. -Dijo Cruz suavemente.
-Siéntate y ponte cómoda.
Cruz obedeció, tomando asiento en el sofá mientras el rubio desaparecía en la cocina. Minutos después, regresó con dos botellas de cerveza y le ofreció una.
-Gracias… pero creo que usted ya no debería beber. -Comentó ella con cautela.
-Estoy bien.
McQueen se dejó caer a su lado, levantando la botella hacia ella.
-Por nuevos comienzos. -Dijo con una sonrisa y una mirada que hizo que el corazón de Cruz latiera más rápido de lo que debería.
Él chocó su botella contra la de ella y ambos dieron un sorbo.
La castaña apenas podía creerlo; Por fin, su sueño estaba a punto de hacerse realidad. Su esfuerzo y dedicación habían valido la pena. Estaba tan feliz y emocionada que la botella resbaló de sus dedos y cayó al suelo, manchando la alfombra.
-¡Lo siento! -Exclamó mientras el rubor le subía al rostro.
Se inclinó rápidamente para recogerla, pero McQueen hizo lo mismo y sus manos se rozaron.
Sus miradas se encontraron y, de repente, el mundo pareció detenerse. Cruz quedó atrapada en esos hermosos ojos azules que desde niña la habían hecho suspirar.
La respiración se le cortó cuando vio que McQueen empezaba a acercar su rostro, lentamente hacia ella. Ahí comprendió lo que estaba a punto de suceder y cerró los ojos, anticipando ese beso que tantas veces había imaginado. El cálido aliento de él rozó su piel, enviándole un escalofrío que le recorrió la espalda. Ahora estaba atrapada entre la ansiedad y el anhelo, suspendida en un instante que deseaba que nunca terminara.
Pero entonces, él se apartó de golpe, murmurando algo en un tono casi inaudible.
-Maldición… no puedo.
Ella abrió los ojos de golpe, sintiendo cómo la confusión y la decepción se instalaban en su pecho. Se incorporó lentamente, con el corazón todavía latiendo con fuerza mientras lo miraba, buscando respuestas en esos ojos que ahora evitaban los suyos.
-Cruz… perdóname. No quiero que pienses que soy un pervertido o que solo quiero aprovecharme de la situación. Tengo la mente nublada por el alcohol y… extraño a Sally.
-No entiendo… -Susurró Cruz.
-Lo que quiero decir es que… por un momento pensé en besarte, y eso no está bien.
-Tranquilo. -Dijo con suavidad. -Solo necesita tiempo, eso es todo.
Él alzó la mirada y se encontró con los ojos llenos de dulzura de Cruz. Ella se acercó un poco más, buscando una nueva oportunidad. Estaba tan cerca que el rubio pudo percibir el dulce aroma de su perfume envolviéndolo, haciéndole desearla momentáneamente. La joven le sonrió y, poco a poco, comenzó a acortar la distancia entre sus labios. Estos se rozaron levemente y, justo cuando ella pensó que podría convertirse en algo más, McQueen la detuvo, apartando su rostro con suavidad.
Una punzada de dolor atravesó el pecho de Cruz. Se mordió el labio con fuerza, obligándose a contener las lágrimas que amenazaban con traicionarla.
-El perfume que traes… me recuerda mucho a ella. -Murmuró él, con la voz tensa y cargada de melancolía.
¿Entonces, si no tuviera ese perfume… la historia sería otra? Pensó, frustrada, sintiendo cómo una mezcla de impotencia y tristeza le oprimía el pecho.
-¿Cruz, sabes por qué sigo bebiendo?
La castaña prestó atención a lo que decía su mentor.
-Porque es la única forma en la que logro olvidarla cuando mi mente la extraña. Todo aquí me recuerda a ella.
-¿Ha pensado en mudarse?
-No. -Respondió en voz baja. -No quiero perder mis recuerdos con ella… En esta casa pasamos cosas maravillosas.
-Si aún la ama… ¿por qué se separaron?
-Por mí inseguridad.
McQueen dejó escapar un suspiro cansado.
-Mi madre siempre decía que mi padre era increíble, atento, cordial, maravilloso... hasta que se casaron. Todo cambió entonces. Las discusiones comenzaron, las miradas de reproche... y luego llegué yo. -Su voz tembló ligeramente. -Todo empeoró cuando nací. No pasó mucho tiempo antes de que él se fuera. Nunca volvio.
Cruz lo miró en silencio, sin saber qué decir. Siempre había visto a McQueen como alguien fuerte, seguro y carismático... pero nunca lo había visto así de roto.
-¿Por eso pospuso tanto el matrimonio?
McQueen tomó la botella que había dejado en la mesa y le dio un trago largo antes de responder.
-Tengo miedo de ser como él. De defraudar a Sally... Ella merece a alguien que no tenga miedo de dar ese gran paso. La amo... -Su voz se quebró. -La amo tanto que no podía soportar la idea de arruinarle todo.
-¿Por qué se separaron hasta ahora?
-Los dos siempre estábamos ocupados y nunca le dimos importancia, ya que lo primordial era estar juntos, amándonos y apoyándonos, pero hace dos meses ella tomó el tema de la nada, hablo de lo mucho que le gustaría casarse conmigo después de tanto tiempo, formar una familia y yo... Simplemente dije No. Y luego solo... La alejé. ¡Ash! Soy un cobarde.
-Sr. McQueen, no diga eso. -Dijo Cruz con una sonrisa cálida. -Sé que lo que vivió en su infancia fue difícil, pero el pasado no define quién es usted ahora. Cada quien tiene el poder de decidir sobre su propia vida, de romper con esos patrones negativos… solo es cuestión de querer hacerlo. -Lo miró con ternura, su voz era suave pero firme. -Usted es una persona maravillosa, y estoy segura de que no seguirá el mismo camino que su padre. Tiene la oportunidad de hacer las cosas de manera diferente… y sé que lo logrará.
El rubio la miró con una mezcla de tristeza y gratitud.
-Ojalá pudiera creer eso…
-Sr. McQueen, usted ha superado muchos retos y ha enfrentado numerosos problemas. Estoy seguro de que encontrará la manera de resolver esto también.
Él dejó escapar una risa amarga. Y Después de eso el rubio se bebió de golpe todo el líquido que sobraba de su cerveza.
-Aunque quisiera salir corriendo tras ella, dudo que quiera verme y hablar sobre el tema... en verdad lo arruiné todo.
Sin pensarlo demasiado, ella tomó la mano de su mentor y la apretó con fuerza, tratando de transmitirle ánimo.
-Estoy segura de que ella querrá escucharlo, además si Sally lo ama, y usted la ama… todavía hay tiempo para arreglarlo. -Respondió Cruz con seguridad.
-Gracias por escucharme. De verdad necesitaba hablar con alguien sobre esto. Disculpa si fui… atrevido.
-No se preocupe. Haremos de cuenta que esto nunca pasó.
-Te lo agradezco. No desearía perder tu amistad por cosas tontas. No sabes cuánto te quiero y te aprecio... eres como una hija para mí.
La joven sintió que algo dentro de ella se rompía. Apretó los dientes y respiró hondo, conteniendo las lágrimas que amenazaban con escapar.
-Siempre estaré aquí para usted.
Su mentor la miró con ternura y una chispa de nostalgia apareció en sus ojos.
-Esto que siento… debe ser lo mismo que sintió Doc por mí. Estoy muy orgulloso de ti, Cruz… de lo rápido que has crecido.
Hizo una pausa y una sombra de tristeza pasó por su mirada.
-Ahora que lo pienso… me hubiera gustado tener un niño con Sally y ponerle su nombre. Para honrar su memoria.
La conversación continuó hasta que, finalmente, McQueen se quedó dormido en el sofá. Con, suavidad la castaña lo arropó con una manta, asegurándose de que estuviera cómodo, y salió del departamento en silencio.
Una vez afuera, el aire frío de la noche le golpeó el rostro, despejando un poco su mente. Lo que había pasado ahí dentro fue muy doloroso. Ahora solo deseaba llegar a casa, dejarse caer y llorar hasta quedarse sin fuerzas. Pero antes de permitirse ese desahogo, sabía que debía hacer algo.
Con las lágrimas comenzando a deslizarse por sus mejillas, sacó su móvil y marcó un número.
-Hola, Señorita Sally. Soy Cruz... Disculpe que le llame a esta hora, pero... ¿Podemos hablar mañana?
~§~
Cruz sintió un nudo en el estómago mientras esperaba en la cafetería, sus dedos jugaban nerviosamente con el asa de su taza de té. Había llamado a Sally la noche anterior y, aunque le tomó un gran esfuerzo convencerla de reunirse, finalmente accedió.
Cuando Sally entró en la cafetería, la joven no pudo evitar sentir una punzada de dolor e inseguridad. Se veía hermosa, incluso con el rostro cansado y la sombra de una preocupación evidente en sus ojos.
-Hola, Cruz. -Saludó la mayor con cierta timidez al sentarse frente a ella. -¿Por qué querías hablar conmigo?
La castaña respiró hondo, preparando las palabras que había ensayado toda la noche, aunque ahora parecían atoradas en su garganta.
-Se trata del Sr. McQueen. -Dijo finalmente.
Sally se tensó al instante y su sonrisa se desvaneció.
-Si es sobre él, será mejor que me vaya.
-Señorita Sally, espere... -Él... aún la ama.
La rubia desvió la mirada y se mordió el labio, como si tratara de contener una emoción que no quería dejar salir.
-Él fue quien terminó todo. Me dejó sin una explicación clara. -Su voz se quebró ligeramente. -¿Cómo puedo confiar en él después de eso? Han pasado dos meses y ni siquiera intentó buscarme.
-No es porque no haya querido. Es porque tiene miedo.
Sally frunció el ceño sin entender.
-¿Miedo de qué?
-Miedo de que lo rechace al verlo, porque sabe que arruinó todo. De no ser suficiente para usted. De... convertirse en su padre.
La rubia parpadeó, sorprendida.
-¿Qué quieres decir?
-Estoy segura de que ya sabe que su padre lo abandonó cuando él era pequeño... pero lo que tal vez no sabe es cuánto lo marcó. Cree que el destino lo empujará a repetir la misma historia. Pensó que si la alejaba ahora, le ahorraría el dolor de un posible fracaso en el futuro.
Sally se cubrió la boca con una mano y sacudió la cabeza, con una mezcla de frustración y tristeza.
-Nunca pensé que eso estaría tan arraigado en él. Siempre dijo que eso no le importaba. Es muy egoísta de su parte no decirme esto de frente.
-El señor McQueen está asustado y no sabe cómo manejar esto. -Cruz apretó los labios, sintiendo una punzada en el pecho, pero se obligó a continuar. -Aún la es lo más importante para él, y lo único que desea es que sea feliz, que cumpla el sueño que siempre ha querido, incluso si eso significa que él no estará a su lado. Por eso tomó la decisión de irse.
La mayor cerró los ojos por un momento, respirando hondo.
-No debí presionarlo… Pero él debió ser sincero desde el principio.
El silencio se instaló entre ambas. Sally inhaló profundamente antes de levantar la mirada.
-Cruz… ¿Por qué me dices todo esto?
-Porque quiero ayudar.
La mayor la observó con curiosidad. -Sabes, pensé que aprovecharías esta oportunidad para acercarte más a él... Y conquistarlo.
El corazón de Cruz se detuvo por un instante. Un frío intenso la recorrió de pies a cabeza. ¿Sally ya lo sabía?
-No entiendo… -Murmuró con voz vacilante.
-Tú lo quieres, ¿no es cierto?
La joven sintió que el aire le faltaba, sus ojos se abrieron de par en par. No podía negarlo. Ese había sido su plan desde el principio. Pero después de lo ocurrido en la noche anterior, sabía que Sally era la mujer a la que McQueen amaba... y siempre amaría.
-Sí… -Susurró finalmente. -Pero él la ama a usted. Y yo… solo quiero que sea feliz.
Los labios de Sally temblaron ligeramente, su expresión suavizándose con una matiz de comprensión y tristeza.
-Cruz…
Ella forzó una sonrisa, intentando que su voz sonara firme.
-No se preocupe. Yo estaré bien. -Mintió, intentando sonar convincente. -Solo… vaya al departamento y hable con él. Dele una oportunidad para explicarse.
Sally secó las lágrimas con el dorso de la mano y se puso de pie.
-Lo haré… Gracias, Cruz. Eres… increíble.
La joven sonrió forzadamente, pero cuando la rubia se giraba para irse, su voz la detuvo una última vez.
-Señorita Sally…
Ella la miró en silencio por un momento, esperando a que Cruz hablara.
-Espero que sean muy felices.
La rubia la miró con ternura, y una sonrisa suave se dibujó en su rostro.
-Gracias, Cruz. Eres muy linda.
Luego salió de la cafetería para ir al departamento de su amado.
Cruz la observó alejarse, luchando por contener las lágrimas. Dejó caer un billete sobre la mesa, sin siquiera terminar su bebida. Se levantó y salió del local hasta llegar a su coche.
Cuando llegó a casa y cerró la puerta tras de sí, sus piernas cedieron y cayeron de rodillas al suelo. Finalmente, se permitió llorar, dejando que las lágrimas fluyeran libremente, mientras el dolor que había mantenido reprimido se desbordaba. Había aguantado frente a quien consideraba el amor de su vida y ante la mujer que él amaba, mostrando una fortaleza que ahora se desmoronaba en la soledad de su hogar. Ahora, lo único que le quedaba era enterrar esos sentimientos y encontrar la manera de seguir adelante.
~§~
Era de noche, un día entre semana, y Storm se encontraba sentado en la cama, con la espalda apoyada contra la pared, con la mirada fija en un punto indefinido mientras pensaba en qué debía hacer con esa castaña. Se pasó una mano por el cabello, despeinándolo con frustración, y dejó escapar un bufido cansado. Llevaban dos meses algo distanciados, y lo detestaba. Después de lo que había pasado el fin de semana, era obvio que muy pronto ella cumpliría su sueño de estar al lado de ese anciano.
-Maldita sea… -Murmuró entre dientes, cerrando los ojos con fuerza. -Será mejor mandar todo al diablo y volver a verla como una molesta rival más.
Se dejó caer en la cama, cubriendo el rostro con las manos en un intento de apagar el caos en su mente. Pero sabía que era inútil. Sus pensamientos siempre terminaban regresando a ella.
Deslizó una mano hacia la mesita de noche, tomó su móvil y empezó a revisar sus redes sociales, buscando una distracción. Algo. Cualquier cosa que lo ayude a apagar esa sensación de molestia en el pecho. Sin embargo, en medio del recorrido, vio una foto que le llamo la atención. En ella dos manos entrelazadas, una de ellas lucía un elegante anillo de compromiso y de fondo una hermosa vista romántica en un restaurante que ya conocía por fotos gracias a Cruz.
-Es el Wheel Well... -Musitó.
Era una publicación de Sally. Había comenzado a seguir su cuenta por curiosidad, solo para mantenerse al tanto de la relación con el rubio. Su perfil era público, probablemente para que McQueen pudiera estar al tanto de su vida. No la culpaba; cualquiera haría lo mismo. Y ahora, ahí estaba la prueba definitiva. Sus ojos se abrieron con sorpresa al ver la hora de la publicación. Apenas habían pasado unos minutos.
Sin darse cuenta, una sonrisa se forma en su rostro. Sin pensarlo demasiado, se levantó de la cama de un salto, se quitó el pijama y se puso ropa casual. Tomó sus llaves y salió rumbo a casa de Cruz. Necesitaba verla y asegurarse de que estaba bien. Si le enviaba un mensaje o la llamaba, estaba seguro de que ella no le respondería.
Al llegar, estacionó y bajó apresurado. Tocó el timbre y esperó con impaciencia, ni siquiera estaba seguro de que ella estuviera ahí, pero un atisbo de esperanza lo mantenía firme. Volvió a tocar el timbre, esta vez con desesperación. Justo cuando estaba a punto de perder la esperanza, la puerta se abrió.
La joven apareció en el umbral, lo miró y frunció el ceño.
-¿Qué haces aquí? -Su tono era cortante.
-Ya sé que volvieron.
-¿Vienes a restregarme que tenías razón?
Storm no respondió. Solo la miró un segundo y luego la abrazó. Cruz quedó inmóvil, sus labios entreabiertos por la sorpresa. Pero entonces, con un sollozo ahogado, sus brazos se cerraron alrededor de él y escondió el rostro en su pecho.
-Nunca hubo una oportunidad… -Murmuró entre sollozos.
El joven cerró los ojos, deslizando sus dedos por su cabello con una ternura inusual para él. Después de ver esa publicación, solo podía pensar en estar ahí para ella. Sabía que Cruz fingiría estar bien ante todos, mostrando esa sonrisa impecable que todos admiraban, pero en soledad… se sumiría en su pesar.
Le levantó el rostro con delicadeza, observando sus ojos hinchados, su piel pálida y el rastro de agotamiento en su expresión.
-¿Has estado comiendo?
-No tengo apetito. -Susurró Cruz, apartándose y dejándose caer en el sofá.
-¿Has podido descansar?
-No mucho.
-¿Has salido a entrenar o has ido al centro de entrenamiento?
-No… quería estar sola.
Storm suspiro.
-Te haré algo de comer. Ahora ve a bañarte.
-No tienes que preocuparte por mí, ¿sabes? Me lo merezco.
-Lo sé, pero si sigues así, no vas a rendir para la carrera. Sería aburrido si no tengo a mi rival estrella. Siempre es más divertido cuando te gano. Ahora ve a darte una ducha. Usa agua fría para que tu cerebro reaccione y comience a pensar con claridad.
Cruz sonrió débilmente, se levantó del sofá y decidió hacer caso a lo que Storm le había pedido. Cuando salió de la ducha, se sintió un poco mejor. Se secó el cuerpo y el cabello, se puso la ropa y tomó la perilla de la puerta. Al abrirla, un delicioso aroma a comida inundó sus fosas nasales. Se apresuró hacia la cocina y, al ver lo que Storm estaba haciendo, no pudo evitar asombrarse.
-Huele increíble.
El joven solo le sonrió y siguió en lo suyo.
-¿Puedo ayudar en algo?
-Checa si la pasta está lista.
Ella verificó lo que le habían pedido y luego empezó a ayudar con otras tareas. Cuando terminaron, sirvieron la comida, la colocaron en la mesa y ambos se sentaron.
-Esto quedó como un platillo de cinco estrellas, pero con doble ración. Ahora debemos probar esta obra culinaria.
Storm sonrió al notar que el ánimo de Cruz estaba regresando. Ella tomó sus cubiertos, cortó un pedazo de pechuga de pollo, lo llevó a su boca y sus ojos se iluminaron.
-¡Esto es increíble! La pechuga es suave y la salsa de la pasta sabe igual que la de aquel restaurante italiano. ¿Dónde aprendiste a cocinar?
-Mi abuela me enseñó.
-Entonces, su comida debe ser deliciosa.
-¿Ya te sientes mejor?
-Un poco… y todo gracias a ti.
Storm observó su rostro, y aunque sus ojos seguían hinchados por tanto llorar, el brillo en ellos había regresado, y su sonrisa se veía igual de hermosa que antes. Eso hizo que su corazón latiera más rápido, y tuvo que bajar la mirada hacia su plato para calmarse.
Ambos comieron en silencio, interrumpidos solo por algunas conversaciones triviales. El joven quería preguntarle sobre lo sucedido, pero no quería ser imprudente. Cuando terminaron de comer, Él se encargó de levantar la mesa, mientras Cruz comenzaba a lavar los trastes. Sin embargo, Storm la detuvo.
-¿Por qué no vas a descansar? Yo puedo terminar de lavar.
-No podría hacer eso. Ya hiciste la cena.
-Por eso mismo, debería lavar los trastes. Yo los ensucié.
-Yo también ayudé a ensuciarlos.
-Ya lavaste tu parte, ahora déjame lavar la mía. -Dijo Storm en tono divertido.
-No quiero ir a descansar... Solo me hará pensar en lo que pasó.
-¿Quieres hablar sobre eso? -Preguntó Storm con suavidad.
Cruz suspiró, dejó los trastes, se secó las manos y se apoyo contra el fregadero.
-Al final, yo nunca estuve en su radar. Él solo me quiere y aprecia como a una hija. Ama a la señorita Sally, y su separación solo ocurrió porque tenía miedo de defraudarla.
-¿Defraudarla?
Cruz se mordió el labio, dudando si debía revelar algo tan personal de McQueen.
-Entiendo si aún no estás lista para hablar, pero siempre es mejor externarlo que guardarnoslo.
-Me gustaría decírtelo, pero… es una situación muy personal entre ellos.
-Está bien, no voy a insistir. Aunque me gustaría saber cómo fue que volvieron.
Cruz bajó la mirada y respiró hondo.
-Yo los ayudé.
Storm la miró con sorpresa.
-Me contacté con la señorita Sally… nos reunimos y le pedí que hablara con él. -Unas lágrimas rebeldes comenzaron a resbalar por sus mejillas.
-Debió haber sido difícil para ti.
Los labios de Cruz temblaron y el nudo en su garganta se rompió. Las lágrimas comenzaron a caer sin control mientras sorbía por la nariz, tratando de contenerse.
-Ven aquí. -Storm la atrajo con suavidad hacia él y comenzó acariciar su espalda con cariño. -Hiciste lo correcto.
Luego tomó el rostro de la castaña y lo levanto para limpiarle las lágrimas y darle palabras de apoyo.
-Sé que duele ahora… pero estoy seguro de que encontrarás a alguien que te ame, que te valore y que no querrá dejarte ir.
Cruz comenzó a reírse entre lágrimas y Storm la vio con confusión.
-¿De qué te ríes?
-Lo siento, es solo que nunca había escuchado palabras tan lindas de tu parte.
-No soy tan insensible como piensas. -Su voz era suave. -Solo... soy bueno ocultándolo.
Cruz se le quedó viendo mientras algunas lágrimas seguían rodando por sus mejillas. En todo el tiempo en que lo conocía, lo había visto como a un rival arrogante y egocéntrico. Pero últimamente... había empezado a notar un lado diferente de él.
-Gracias por tus palabras.
Storm le sonrió en forma sincera.
-Estoy para apoyarte. Ahora ve a dormir, en verdad lo necesitas. Yo terminaré de lavar.
-¿Jackson, Puedo pedirte algo?
-Si, lo que sea.
-Tal vez sea egoísta de mi parte, pero…
¿Podrías quedarte conmigo esta noche?
Él joven quedó paralizado.
-¿Qué? ¿Por qué? -Balbuceó, nervioso.
-Tu compañía me hace sentir mejor. Y… no quiero estar sola. -Cruz se sobó el brazo con timidez, impidiendo su mirada. -Pero si es incómodo para ti o si tienes algún compromiso mañana temprano, entonces… solo ignora lo que dije. -Su voz se fue apagando al final, como si temiera la respuesta.
-Mañana solo tengo entrenamiento, pero puedo faltar.
-No quiero interrumpir tus actividades.
Storm le tomó la mano con suavidad, haciendo que ella levantara la mirada. Sus ojos se encontraron con esos intensos ojos grises azulados que la observaban con una ternura inesperada. Esa mirada le provocó una calidez en el pecho y una sensación extraña.
-Entonces salgamos mañana entrenar. -Dijo él, esbozando una leve sonrisa. -Así no cambio mi itinerario y tú te distraes un poco. Además, te hará bien ejercitarte.
Ella sonrió débilmente.
-Gracias… En verdad te lo agradezco.
-Ahora ve a descansar.
Antes de irse a su habitación, Cruz se acercó y lo abrazó con fuerza, cerrando los ojos mientras respiraba profundamente contra su pecho. Sorprendentemente, su fragancia y la calidez de su cuerpo la hicieron sentir segura. Por su parte Storm, se sorprendió al principio, pero luego, con suavidad, le correspondió el gesto, envolviéndola con sus brazos en un abrazo protector.
