III
El último día de clases había llegado, y con ello, el final de su adolescencia.
Los miembros junior del club de natación les jugaron una broma después de la captura de la fotografía oficial del año electivo, rociaron a los elementos salientes con agua fría en pleno debut del invierno, desatando así una riña que los dejó a todos flotando en la piscina.
Fue ameno divertirse con sus amigos por última vez sin preocuparse por las expectativas del mañana. Después de una ducha caliente se dedicó a vaciar la taquilla que lo identificaba como deportista destacado del instituto, durante la ceremonia de graduación, recitó sus palabras de despedida como representante de su promoción con el corazón puesto en una sola persona.
—Li-senpai, ¿te quedarás a la celebración organizada por los de segundo año?
La pequeña voz de la capitana del equipo femenino de natación lo trajo de vuelta a la realidad, Harumi era de las pocas chicas con las que se detenía a conversar sin sentirse comprometido, dado que nunca se le había insinuado. Esta vez, sin embargo, captó una connotación distinta en su acercamiento.
—La verdad, no estoy interesado en asistir —respondió Syaoran, saliendo de los vestidores con su bolso deportivo colgando del hombro.
Harumi despejó el paso, armándose de valor, reteniéndolo por la manga de la chaqueta antes de que le diera por completo la espalda.
—Encenderán una fogata después de la cena, y yo me preguntaba si aceptarías bailar conmigo en la apertura de la conmemoración.
El rostro sonrojado de esa niña, le hizo reflexionar su situación. Después de esa noche, él ya no formaría parte de esa escuela, su popularidad y toda la atención que nunca pidió, se trasladarían a otras personas, su estatus no significaría un problema para Sakura.
Se oponía a la idea de vivir con el arrepentimiento de no confesarle sus sentimientos a la única mujer de la que se enamoró sin ponerle una mano encima. Se deshizo del agarre de Harumi con amabilidad, esbozando una pequeña sonrisa.
—Por favor, discúlpame. Me caes muy bien, Harumi-san, si mi corazón estuviese disponible, habría aceptado tu invitación.
—¡Lo lamento! —tartamudeó Harumi, dando un paso atrás—. No imaginé que tuvieras novia. Hice caso a los rumores de tu soltería y te puse en una situación incómoda.
—Los rumores son ciertos, no tengo novia. Elegí guardarme para una persona especial.
Los ojos de Harumi se humedecieron, Li era tan maduro y apuesto.
—Deseo que tus sentimientos sean bien recibidos —sollozó, echándose a correr en la dirección contraria.
—Quién sabe —Syaoran murmuró para sí mismo—. ¿Sakura será capaz de perdonarme por hacerla llorar el día que falté a nuestra cita?
Desde entonces carecía de valor para mirarla de cerca, dejó de infiltrarse en las reuniones de los club a los que Sakura asistía, cambiaba de rumbo cuando corría el riesgo de topársela en el pasillo y nunca más volvió a dejarle un regalo en el escritorio.
Muy en el fondo su amistad con Eriol se mancilló con aquel desafortunado evento, ya no compartían tiempo afuera de la escuela y era evidente que su presencia dejó de ser grata en la mansión Kinomoto.
Syaoran creyó que a lo mejor sus sentimientos eran lábiles y que se evaporarían con la distancia; se equivocó. Cada vez que recibía las declaraciones de otras chicas, su mente traía de vuelta a Sakura. Su voz clara y armónica, las hebras tambaleantes de su cabello color miel y el embriagante misticismo que transmitía con su timidez, eran características inigualables.
Sonrió apretándose el pecho, su corazón que solo latía tan rápido en las profundidades de la piscina, le dio el impulso que necesitaba para tomar la decisión. Se lo diría. Le confesaría sus sentimientos a Sakura Kinomoto.
«Querida Flor de Cerezo: Lamento haber tardado tanto en responder tu última nota. No me fue posible asistir a nuestra cita por motivos ajenos a mis deseos, si todavía te interesa que seamos amigos, acepta mi invitación a la ceremonia de esta noche, concédeme tu mano para bailar durante la pieza de apertura. Estaré esperando por ti junto a la fogata, colocaré un listón de color rosa en mi chaqueta para que puedas reconocerme fácilmente. S.L.»
Entre las decenas de posibilidades existentes, Syaoran eligió el camino de la cobardía. Abrió por la fuerza el casillero de Sakura, descubriendo con entusiasmo que la chica aun no recogía sus libretas de apuntes, fue extraño husmear en su intimidad, el interior estaba saturado con pegatinas de flores Sakura y entre los libros se asomaba un frasco de cristal con tres dulces en su interior.
Syaoran colocó la nota adelante del frasco, era lindo saber que ella se incentivaba con un bocado dulce cada vez que iba a cambiar los libros entre sus clases. Su desesperación por sentirla cerca lo condujo a ejecutar un segundo acto vandálico: robarse un caramelo.
Era de consistencia blanda y de un gusto peculiar, frunció el ceño revisando la descripción del empaque «sabor Sakura».
Syaoran sonrió.
—No creo que pueda sobrevivir un día más sin probarte, Sakura.
Se juró que al final de la velada, le robaría un beso a esa chica. Quería comprobar si ella también se derretiría con tanta soltura en su boca. La sola idea de estrecharla en brazos lo enloquecía, estas sensaciones eran distintas a las de cualquier encuentro del pasado.
Tenía poca experiencia en cuanto a relaciones físicas, pero de forma errónea creyó que la mejor sensación del mundo era estar envuelto en la calidad interna de una mujer, estaba equivocado. Lo más bonito que había experimentado era el amor limpio y sano que Sakura le despertaba, algo nacido del fondo de su alma sin imposiciones maliciosas.
Al caer la tarde, se apartó de su grupo de amigos dispuesto a cumplir con su cita, su cuerpo entero tiritaba por la expectativa, no sabía dónde colocar sus manos y su rostro estaba tan caliente como las brasas humeantes de la hoguera.
Las parejas comenzaban a juntarse alrededor del círculo tomadas de la mano con el arranque de la música saliendo de los amplificadores. Otras compañeras se aventuraron a persuadirlo de bailar, él sin embargo declinó todas las ofertas sin dudar.
Un mal augurio le sobrevino al notar que Kaito Kinomoto venía caminando hacia él con el sobre que dejó en el casillero de Sakura bajo su poder.
—Maldita sea —murmuró, encorvando los hombros con fastidio. Sakura tenía un único defecto: su familia. Sus hermanos eran un autentico dolor en el trasero.
—¿Esto es tuyo? —preguntó Kaito, arrojando la nota a los pies de Syaoran.
Syaoran recogió el pequeño sobre, desempolvándolo sin inmutarse, esos idiotas le habían colmado la paciencia.
—Lo es, ¿cuál es el problema? Quiero salir con tu hermana, no contigo, ¿por qué te presentaste en su lugar?
—Sakura me pidió que le ayudara a limpiar su casillero y terminé descubriendo esa carta. Supuse que se trataba de ti, ¿cuál es tu necedad de acercarte a ella? Todos en la escuela sabemos que te irás a estudiar al extranjero, no ilusiones en vano a mi hermana.
—No voy a engañarla —escupió con desdén—. Además, no es a ti a quien debo convencer sobre la sinceridad de mis sentimientos. Me largo a buscarla.
Kaito se movió, impidiendo el camino de Syaoran.
—¿Crees que esta es la primera invitación que Sakura recibe? Otros chicos consideran que es un blanco fácil, con lo ingenua que es, accedería incluso a peticiones indecentes con tal de retener a una persona a su lado. Ninguno de nosotros desea verla sufrir, es por eso que mantenemos alejados a los idiotas como tú.
—¿Te das cuenta que acabas de menospreciarla con ese comentario? Sakura es más lista que cualquiera de nosotros, confío en su buen criterio. Y por lo tanto es la única que tiene derecho a rechazarme.
—Es tarde, va de camino a casa —indicó Kaito, sosteniendo con firmeza la muñeca de Syaoran—. Ríndete, Li. Nunca pondrás las manos sobre ella, no mientras esté bajo mi cuidado.
—Entonces, ¿tengo que deshacerme de ti para convertirla en mi novia? Lo haré enseguida.
Estando en una edad donde las hormonas tomaban el control de sus instintos, perdió la razón por completo yéndose a los golpes con Kaito, fue un desenfreno ocasionado por su soberbia, porque estaba acostumbrado a obtener cualquier cosa que se le antojara y se desesperó al saber que Sakura Kinomoto no formaría parte de sus caprichos.
La oportunidad de declararle sus sentimientos se le escapó de las manos, dado que sus familias poseían un largo historial comercial, sus padres lo castigaron enviándolo al extranjero antes de lo previsto. Se sintió ridículo derramando lágrimas de frustración por una chica que ni siquiera estaba enterada de su existencia.
Con el arribo del avión a tierras europeas, se propuso olvidarla. El acceso a la vida universitaria le concedió la facilidad de saltar de una cama a otra, sin notar que cada vez que se enrollaba con una chica repetía el mismo patrón, cabello claro y ojos verdes.
Sakura apretó los párpados ante el reflejo del sol que se filtraba por la ventana, estaba apenas cubierta con un fino camisón y una manta en sus piernas, la cual no recordaba haber puesto ahí. Se incorporó de golpe reaccionando a la posibilidad de que Syaoran hubiese entrado a su habitación.
Confirmó sus sospechas descubriendo una pequeña nota encima de la almohada, acompañada de una rosa blanca.
«Buenos días, mi querida Sakura, dormías tan cómodamente que me dio pena despertarte, pasaré la mañana en una videoconferencia de la que no pude escapar. Siéntete libre de hacer lo que quieras, solo avisa a Qiang si piensas salir de la villa».
A Sakura se le derritió el corazón, llevaba tres días viajando con Syaoran a lo largo de la Costa Azul. La noche pasada cruzaron las fronteras de Italia, alojándose en una famosa villa cerca del Lago di Como en la región de Lombardía, disfrutó de una experiencia maravillosa a su lado, era un hombre culto y bien educado, y admitía que se divertía mucho con él.
Fue sencillo entrar en confianza con Syaoran, nunca la tocaba más allá de lo necesario y tampoco le hacía insinuaciones a la hora de ir a dormir. Se marchaba pacíficamente a su habitación después de darle un beso de despedida en la frente. Eso era tierno y frustrante a la vez, quería dar un paso adelante sin saber con exactitud cómo hacerlo.
Se abrazó las piernas fijándose en los detalles de su aposento, la cama adornada con un dosel diáfano era enorme y los detalles nupciales dispersos por la habitación le hacían sentir avergonzada, tanto en el baño como en la orilla del colchón descansaba una bata de hombre, las cuales seguían sin estrenar.
Quería vivir la experiencia de dormir con un hombre a su lado pero no estaba convencida de poder lidiar con las implicaciones, no quería forzar una relación solo por su deleite carnal, antes que eso, deseaba responder a los buenos sentimientos que Syaoran le profesaba.
—Señorita, ¿está despierta, puedo entrar?
Sakura se puso de pie anudando un albornoz a su cintura.
—Adelante.
—Vengo a ponerme a sus órdenes —Una mujer mayor vestida con un discreto vestido celeste y un delantal blanco entró en la habitación esbozando una enorme sonrisa—, ¿necesita que la ayude a bañarse?
—Puedo arreglármelas sola, gracias —murmuró Sakura con un tenue sonrojo, la última vez que alguien de la servidumbre le hizo esa propuesta, seguía en edad escolar.
—No sea tímida, su esposo nos encargó la misión de complacerla. Andando.
Sakura chilló, siendo empujada al baño, no le atraía la idea de desnudarse frente a un extraño, así se tratase de otra mujer.
—Espere, ¿cuál es su nombre? ¿Y por qué mencionó la palabra esposo?
—Oh, Dios, qué maleducada —se disculpó la mucama, comprobando la temperatura del agua que llenaba la tina—. Soy Fiorella, y supuse que el hombre con el que llegó anoche era su esposo porque sus ojos brillaban al verla. Y por lo general, los huéspedes de esta villa suelen ser recién casados.
—N-no estamos casados… —tartamudeó Sakura, estaba tan cansada y soñolienta el día de ayer, que fue directo a meterse a la cama. No reparó en los detalles que Fiorella mencionaba sobre Syaoran.
—Estoy segura de que pronto lo estarán. Apuesto mi trabajo a que ese hombre se lo propondrá durante su estancia en este lugar, así que me encargaré de hacerla lucir hermosa hasta que llegue ese momento.
En un santiamén, Sakura se encontró desprovista de sus prendas. Fiorella era la mujer más testaruda del planeta tierra, le dio un masaje relajante en el cuero cabelludo y exfolió su piel de pies a cabeza.
—Le preparé un desayuno ligero, ¿desea tomarlo aquí o en el jardín? Hace un día maravilloso, puede aprovechar para presumir su buena figura en la piscina, el señor quedará encantado en cuanto la vea.
Fiorella hablaba con tanta rapidez que era difícil entenderle, la ropa de Sakura ya estaba acomodada en un mueble y la sirvienta no le permitió intervenir en la elección de su indumentaria, la envió al exterior con un bikini de dos piezas y una salida de baño larga de color blanco.
Los pilares que adornaban el acceso al jardín estaban revestidos de flores en forma de campana y verdes enredaderas, convirtiendo el paraje en un escenario romántico. El asistente de Syaoran, Qiang Wéi se encontraba degustando una taza de café bajo la sombra de un toldo de lona, Sakura detuvo el amago del hombre de ponerse en pie para saludarla, tomando asiento en la silla disponible frente a él.
—Llego un poco tarde al desayuno, ¿cierto? —Sakura se disculpó acomodando su bolso en el piso, contenía lo imprescindible, bloqueador solar, gafas oscuras y su teléfono celular—. Aun así, me tomé el atrevimiento de interrumpir tu descanso, llevo días buscando la oportunidad de charlar contigo.
Qiang volvió a relajarse en su lugar entornando los ojos, no le gustaba esa mujer y la razón era sencilla: su jefe actuaba como un tonto alrededor de ella, era como si hubiese lanzado un hechizo sobre Li, el hecho de que no estuviesen durmiendo juntos confirmaba lo peligrosa que era. Tenía toda esa influencia sin hacer el mínimo esfuerzo.
—Aquí sus deseos son ordenes, señorita. Solo debe convocarme cada vez que desee sostener una plática conmigo. Aunque con el señor Li acaparándola todo el tiempo, q uizá esta sea nuestra única oportunidad.
Observarla de cerca, le ayudó a comprender la manía de Syaoran por cierta clase de mujeres. Era divertido conocer a la original, aunque se imaginó algo mil veces mejor.
—Syaoran me dijo que estaría ocupado…
—Estamos saturados de trabajo —cortó Qiang forzando una sonrisa—. Pero por favor no se sienta culpable, ya estábamos bastante retrasados desde antes que usted apareciera.
—¿Llevas mucho tiempo trabajando para Syaoran? —preguntó Sakura, evadiendo la perceptible hostilidad del secretario, no se dejaría intimidar. Era natural que estuviese molesto por el cambio en su rutina, ya que Syaoran estaba asignándole tareas que escapaban de lo inherente a la oficina.
—Un poco más de cinco años, el señor Li me confía todos sus asuntos. ¿Hay algo en especial que quisiera saber sobre él? Puede preguntarme lo que sea, responderé con toda honestidad.
Eso significaba que Qiang entró a trabajar con Syaoran después del fallecimiento de su padre, el fútil intento de Sakura de recabar información se vio frustrado ante ese detalle, ya que Syaoran admitió haberla conocido antes de su cirugía de ojos.
—Pensé que sería bueno acercarnos —sonrió Sakura, quitando las manos de la mesa para que Fiorella colocara los platos de comida—, dado que ambos deseamos lo mejor para Syaoran.
—Está en lo correcto, entonces, abusando de la afabilidad que me ha concedido, ¿me permitiría realizar mi trabajo? —Qiang cogió una carpeta que descansaba en la orilla de la mesa—. Aunque estoy algo más que acostumbrado a este procedimiento, la primera interacción con la dama en turno es algo complicada.
Qiang le extendió a Sakura una serie de documentos médicos, eran varios exámenes de rutina y otras pruebas especiales que la aturdieron un poco.
—No tiene que sentir vergüenza conmigo, sé perfectamente el tipo de relación que usted tiene con mi jefe. Cuando él planea iniciar un trato con una nueva pareja, suelo intervenir con esta información incómoda. ¿Cuándo quiere que agende su cita con el médico?
—¿Una cita médica? —tartamudeó Sakura.
Las páginas que sostenía eran test de laboratorio que refutaban antecedentes de cualquier enfermedad venérea, lo que era confortador saber, ¿pero por qué diablos Qiang tendría un historial tan delicado en su poder?
—Mi señor es muy precavido, no toma a cualquier desconocida como su amante. Por lo general, sometemos a las candidatas a varias pruebas de rigor, no solo médicas, sino que también revisamos otros antecedentes. Si a él no le convence su nivel educativo o su estilo de vestir, nos encargamos de modificarlo.
Sakura pudo sentir cómo el calor abandonaba su cuerpo. ¿Acaso Syaoran tenía su propia fábrica de muñecas?
—¿Todo eso para un solo encuentro?
Qiang se echó a reír, coaccionar a Sakura Kinomoto a huir de las garras de su jefe era un movimiento arriesgado, sin embargo, existía de por medio un amplio conflicto de intereses.
—No es solo un encuentro, o bueno, depende de los ánimos del señor. Hay un par de chicas que llevan más de dos años colaborando con nosotros. Una vez que su cumple los requisitos para que su nombre entre a la agenda, tiene prohibido relacionarse con otro hombre el tiempo que estime su contrato.
—No me digas que Syaoran es de esos sujetos siniestros que disfrutan de los juegos bruscos en la alcoba.
Una alarma se encendió en su cabeza al recordar su búsqueda sobre juegos de dominación en internet. No anhelaba quedarse atrapada en ello. Él no aparentaba ser ese tipo de hombre.
—Desconozco sus comportamientos a puertas cerradas, señorita. Yo solo me encargo de la logística de sus citas, hasta el momento ninguna colaboradora se ha quejado, es más, se quedan muy tristes al recibir la notificación de que sus contratos no serán renovados. El señor ofrece buenas prestaciones a cambio de sus servicios afectivos, dinero, becas estudiantiles, joyas… cualquier cosa que se le antoje a la servidora.
Eso sonaba… fatal. Syaoran mantenía su propio harén de concubinas. Cielo santo. Si él no se hubiese anticipado en advertirle que escucharía un montón de cosas desagradables, saldría corriendo en este instante.
—También debe escoger un método preventivo a la brevedad, el señor garantiza el uso de preservativo en cada encuentro, pero no le gusta dejar posibilidades en el aire. Por eso me encargo de concertar las citas médicas y acompañarlas para garantizar el cumplimiento de las normas.
Qiang describía con orgullo sus labores, como si fuesen cometidos plausibles.
—Bueno, eso es… muy responsable de su parte —opinó Sakura, dejando su desconcierto a niveles insondables—. Me alegra que Syaoran no tenga hijos abandonados por ahí.
¿Eso era lo único que diría? Qiang pensó que una santurrona del calibre de Sakura Kinomoto se ofendería con semejantes revelaciones. La mujer comenzó a devorar su desayuno con un aire sereno.
—Supongo que ya tienes mis datos, avísame cuando estés en disposición de realizar los trámites.
Qiang asumió que su conversación estaba concluida, hizo una pequeña reverencia retirándose de la mesa en silencio. Una mala corazonada le indicó que esta actuación malintencionada le traería consecuencias.
—Será un placer unirme a la familia Li, cuiden bien de mí por favor, madre, padre, Syaoran…
Meiling Wang se levantó de la mesa para ofrecer los acostumbrados respetos a los miembros de la familia con la que iba a casarse, sus padres y los de su nuevo prometido estaban complacidos con la unión que beneficiaría a ambos comercios.
—Dado que aun son jóvenes, le concederemos a la pareja el privilegio de fijar una fecha para la boda —convino Ieran, indicándole a Meiling que podía regresar a su lugar en la mesa—. Pero tendrás que mudarte a nuestra casa lo antes posible, tienes que cuidar tu imagen a partir de ahora. Mientras estés aprendiendo los deberes de una buena esposa, no podrás salir sin una escolta.
—Eso es ridículo —Syaoran bebió de un trago su copa de licor, ni siquiera tuvo valor de probar la comida, su estómago era un revoltijo—. Meiling es mi novia, no una antigüedad que deba resguardarse en una bóveda. Es la mujer que se convertirá en mi esposa, y por lo tanto, yo soy el único que puede decidir sobre ella. ¿Qué quieres hacer, Mei, te gusta la idea de vivir con nosotros?
La mano de Syaoran se deslizó a lo largo de la superficie para sujetar la de Meiling, estaba un poco borracho, pero todavía era capaz de resguardar el cálido brillo en los ojos de esa chica con la que convivió desde que eran unos niños.
—Yo… no estoy segura —balbuceó ella, cabizbaja.
—Perfecto —Syaoran tiró su silla al suelo al ponerse de pie, estaba comportándose como un patán y a la vez como un caballero, las circunstancias de Meiling serían desafortunadas si no se celebraba ese compromiso. Básicamente, se ofreció de sacrificio para salvar a su querida amiga de la infancia—. Tienes todo el tiempo del mundo para pensarlo, comunícanos tu respuesta cuando estés lista.
Sacó la botella de champaña del cubo con hielo y se inclinó ante los ancianos desde la cabecera de la mesa.
—Nos vemos luego, familia.
Cerró la puerta conteniendo una risa, la cara de enojo de sus padres fue monumental.
Syaoran estaba en el receso de su último año en la universidad y era la primera vez que sus padres le dejaban regresar a su país de origen desde que se graduó del instituto. Había perdido el contacto con sus ex compañeros y el que una vez fue su mejor amigo no volvió a dirigirle la palabra después de desfigurarle la cara a uno de sus hermanos menores.
Siendo honesto, ni siquiera pensó demasiado en los Kinomoto desde que llegó a vivir a Inglaterra. Sin embargo, con la primavera en plena floración, sus sentimientos de añoranza regresaron. ¿Cómo se encontraría su primer amor?
Un pétalo de flor de cerezo siendo arrastrado por la brisa se pegó en su chaqueta, Syaoran tomó esa excelsa creación de la naturaleza entre sus dedos, cerrando un ojo para definir mejor su forma a trasluz y acabó metiéndoselo en la boca para estudiar su textura. Lo escupió pasados unos segundos, era amargo al paladar, demasiado perfumado y no se parecía en nada al caramelo que se derritió en su boca una vez.
Se empinó el licor que restaba en la botella para contrarrestar su mala experiencia, limpiándose la gota que resbaló por la comisura de sus labios con el puño de la camisa.
Ni loco volvería a casa esa noche, su padre lo molería a golpes por haberse portado grosero con los Wang, así que decidió continuar con la celebración de su condena a muerte por su cuenta.
Sus pies tambaleantes lo guiaron a una populosa calle atestada de bares, la mayoría de chicos ahí eran universitarios, por lo tanto, pasaría desapercibido. Deseaba emborracharse hasta perder la conciencia y a la vez evitar las molestias gastrointestinales del día siguiente, así que, se coló en un restaurante de carne.
Encargó una parrillada para cuatro personas y varias botellas de sake, degustó su licor con lentitud, volteando con paciencia los trozos de carne en las brasas. Las mesas a su alrededor eran ruidosas, sobre todo las que ocupaban el extremo izquierdo del restaurante.
Era la comitiva de una facultad, al menos fue lo que dedujo con el estampado de sus camisetas. A medida que la noche fue avanzando el número de estudiantes se redujo a doce personas, y todas parecían confabuladas en emborrachar a una pobre chica que vestía una sudadera de capucha con el logo de la universidad de Tokio en su pecho.
—Vamos, Sakura-chan, toma una copa más.
—No puedo… más —hipó, la supuesta Sakura.
Syaoran agudizó sus sentidos aturdidos por el alcohol, debía ser una casualidad. Sacudió la cabeza, desechando sus delirios. El pétalo de flor debió contaminar su sistema con viejos recuerdos del pasado.
Los jóvenes estrellaron sus palmas en la mesa con insistencia, persuadiendo a la torpe chica a tomar un vaso enorme de licor cuya mitad terminó derramado en su pecho. Ella se desplomó encima de la mesa como un costal de papas, las botellas vacías tintinearon por el golpe que la caída le ocasionó en la frente.
Sus acompañantes se fueron retirando a hurtadillas, indicando a los meseros que la joven moribunda cancelaría la cuenta.
Syaoran chasqueó la lengua compadeciéndose de esa joven desamparada, se quedó vigilándola durante una hora, la única reacción que tuvo, fue la de buscar su tarjeta para efectuar el pago. No llamó a nadie para que fuese a recogerla y en el caso hipotético de que tuviese fuerzas para caminar, podría ser abordada por una banda de pervertidos que se aprovechaban de mujeres ebrias y solitarias para arrastrarlas a los moteles cercanos.
Él no se convertiría en testigo de tal atrocidad.
—Oye, ¿puedes caminar?
Era una pregunta estúpida, puesto que él mismo apenas se sostenía en pie. Le picó la mejilla con el dedo índice a la niña, consiguiendo una respuesta nula.
—Despierta —pidió Syaoran agitándole los hombros de manera vigorosa—. Debes llamar a alguien de confianza para que venga a recogerte.
Ella solo emitió un quejido adolorido e intentó levantar la cabeza, al momento en que lo hizo, Syaoran supo que estaba apunto de vomitar.
—Maldición.
Improvisó un paño con su chaqueta en el que la chica volvió el estómago. Avergonzado, la remolcó con rapidez al baño, el cual, por suerte, era de uso mixto. Arrojó su prenda echada a perder al basurero y le bajó la capucha a la chica para lavarle el rostro.
Quizás fuese producto de su borrachera, pero esa presunta Sakura, se parecía demasiado a la Sakura de quien una vez estuvo enamorado. Las gruesas gafas que opacaban el reluciente verde de sus ojos eran las mismas, su bonito cabello iba atado en una trenza floja y sus adorables rasgos faciales no tenían comparación.
—¿Cómo te llamas? —musitó Syaoran, sosteniendo la cara de la chica entre sus manos.
—Sí, yo invito… la siguiente ronda —murmuró ella, incapaz de sostener el equilibrio de su cabeza. Su frente estaba roja por haberse estrellado contra la mesa—. Cóbralo todo por adelantado… tengo mi tarjeta aquí.
Ella se metió la mano en el bolsillo, agitando su billetera en el aire. Syaoran se la arrebató, ansioso por apaciguar su curiosidad. Sakura Kinomoto, veintiún años, estudiante de mercadeo de la Universidad de Tokio.
Los ojos se le llenaron de agua por la felicidad, ¡era ella! Su dulce primer amor. Estaban reencontrándose después de cinco largos años.
La Sakura de veintiún años era tan adorable como la Sakura de dieciséis que vivía adherida a su memoria. La sensación de tenerla en sus brazos, apretada contra su pecho fue gloriosa, su cabello preservaba su fragancia única y su cuerpo era suave y esbelto.
Hizo bien siguiendo su instinto protector hacia ella. Esos infelices que la dejaron a merced de cualquier peligro tendrían su merecido.
—Sakura, déjame cuidar de ti —le susurró al oído, acariciándole la mejilla—. Voy a mojarte un poco, debes mantenerte despierta, ¿de acuerdo?
Sakura asintió por reflejo.
—Voy a portarme bien.
Oh, Dios, el tono de su voz, aunque errático, era lindo. El corazón se le agitó como nunca.
Pensándolo bien, era a él a quien le urgía un buen chapuzón.
Sakura gritó con el frío del agua empapándole la cara, para cuando salieron del baño, el cabello todavía le chorreaba agua, sin embargo logró estabilizarla lo suficiente para caminar.
Mal día para emborracharse. No era capaz de cargarla en brazos para lucirse como un verdadero príncipe.
—¿También vas a mi universidad? —Sakura sonrió, tocando el rostro de Syaoran—. No te recuerdo, de seguro eres muy popular.
—¿Por qué lo crees? —Syaoran se estremeció con el ligero toque de su mano.
Aunque ella conservara sus gafas, Syaoran podía apostar que su campo de visión era bastante reducido, sus ojos eran un par de rendijas a medio abrir.
—Eres… apuesto —susurró ella, sumergiéndose en un ataque de hipo.
Syaoran abrió la puerta del taxi, colocando con cuidado a Sakura, le acomodó la cabeza en su hombro una vez sentado a su lado.
—¿Dónde me llevas? —Sakura se frotó la cabeza en su firme fuente de calor, era confortable—. Nunca he ido a solas a ningún lugar con un chico.
—Me alegra saberlo —contestó Li, acariciando el brazo de Sakura, la trajo más cerca, quería absorberla, volverse uno con ella—. Eres una buena niña, consérvate así.
Sakura se acurrucó contra él, enfrascándose en un sueño profundo. ¿Por qué el destino volvía a ponerla en su camino cuando era imposible dar marcha atrás? Su compromiso con Meiling acababa de concretarse, no podía jugarle sucio a una criatura tan honesta.
Le acarició la cabeza hasta que entraron en la mansión Kinomoto. Conversar con ella, olerla y tocarla había sido un privilegio, se negaba a despedirse de ella, esto significaría otra oportunidad perdida.
—Espere aquí, regresaré en un momento —Syaoran le dictó ordenes al conductor, dirigiéndose a tocar la puerta.
Antes de que su dedo tocara el timbre, esta se abrió, dejando salir a un demonio que debió quedarse encadenado en el infierno. Una mujer gritó y Syaoran no tuvo claro lo que había sucedido hasta que el sabor metálico se esparció en su paladar.
El imbécil de Touya Kinomoto le partió el labio con el puño. Y no conforme con eso, lo agarró del cuello, empujándolo contra la pared.
—Eres un miserable, ¿cómo te atreves a devolver a Sakura en estas condiciones?
Syaoran luchó por quitarse de encima al hermano mayor de Sakura, consiguiéndolo con bastante esfuerzo.
—Fue una casualidad, la reconocí en el bar y la traje de vuelta a casa —explicó jadeante. Ese tipo iba en serio con eso de matarlo.
—¡Mientes! Ella se escapó de casa sin permiso porque tú le calentaste la cabeza.
—Estás completamente loco —espetó Syaoran.
La mujer de largo cabello caoba vino a interponerse entre ellos.
—No importa cómo hayan sido las cosas —gritó ella, extendiendo los brazos para que Touya no pudiese alcanzar a Syaoran—, deja tus absurdas venganzas para después, lleva a Sakura a su habitación.
Syaoran alzó una ceja imponiéndose de nuevo a Kinomoto, quien se limitó a apretar los dientes, obedeciendo de inmediato a su mujer.
—Eres el hijo de los Li, ¿o me equivocó? —interrogó Nakuru.
—Syaoran Li —confirmó.
—Creeré en tu versión una vez que haya verificado que no le hiciste nada indecente a mi cuñada, solo así podrás salir ileso de esta casa.
Syaoran alzó las manos en señal de inocencia, echándole un último vistazo a la inalcanzable Sakura Kinomoto.
—Es todo por hoy, señor —anunció Qiang cerrando su computadora portátil—. Desvié todas las llamadas de su madre, tal como lo solicitó.
—¿Haces todo lo que te pido? —ironizó Syaoran, recargando el rostro en su mano en un gesto perezoso—. Creí haberte dicho que no molestaras a Sakura con tus tonterías, ¿sobre qué hablaste con ella durante el desayuno?
Qiang afrontó el abrasivo reclamo de su jefe, reaccionando al pormenor que pasó por alto. La ventana de ese despacho, daba directo a la piscina.
—En los últimos días, te inclinas más por las exigencias de mi madre que por las mías. ¿Quieres irte a trabajar para ella?
¿Estaba amenazando con despedirlo?
—No, señor…
—No me digas que actuaste por celos —Por encima, la sonrisa de Syaoran insinuaba que le divertía el asunto, sin embargo Qiang sabía que eso sugería lo enojado que estaba—. ¿Estás enamorado de mí o tienes otro interés de por medio?
—No necesita ridiculizarme más, señor —se quejó Qiang, reverenciando a su jefe en señal de disculpa—. Yo solo… me preocupo por su imagen. Usted no puede pasearse con una mujer de una manera tan despreocupada como lo ha hecho hasta hoy. Además, son las intenciones de la señorita las que desconozco, solo intentaba protegerlo.
—No necesito tus cuidados —regañó Syaoran, poniéndose de pie—. Te dije claramente que cuidaras de Sakura, ella es mi mayor prioridad en este momento. Termina los contratos vigentes con mis damas de compañía y envíale una copia a Sakura, ya que estás siendo tan diligente con ella, encárgate de llevarle el chisme completo.
Esta era una experiencia nueva para Qiang, su jefe nunca le había reprendido aún cuando cometió errores recién iniciadas sus labores.
—De verdad lo lamento, no volverá a suceder —suplicó. Si Syaoran perdía confianza en él y se esmeraba en investigarlo, estaría perdido—. ¿Qué puedo hacer para reivindicarme?
—Desaparece de mi vista el resto del viaje —sentenció Syaoran.
—¿Me está pidiendo que regrese a Japón?
—¿De qué otra forma desaparecerías? ¿O acaso tienes la capacidad de volverte invisible?
Syaoran salió de la habitación escuchando el pesado estruendo de la puerta cerrándose con violencia. Estúpido Qiang. Ni él ni nadie comprendería nunca la magnitud de sus sentimientos por Sakura. No permitiría que se le escapara otra vez.
La haría suya de todas las maneras existentes.
La cabeza le punzaba de la rabia cuando llegó al jardín. Sakura descansaba en una silla a la orilla de la piscina con sus audífonos puestos. Tenía la nariz embadurnada de bloqueador y un sudoroso vaso de té helado en la mano.
—¡Syaoran! ¿Terminaste de trabajar?
Para haber escuchado algo tan traumático de la boca de un desconocido, ella se veía bastante entusiasmada. Syaoran se acercó con temor a que le aventara la bebida en la cara. Sin embargo nada de eso sucedió.
—Tú… ¿no estás enojada?
Sakura se sacó los lentes oscuros del rostro, revelando una expresión de desconcierto.
—¿Por qué iba a estarlo?
—Puedo imaginar tu conversación con Qiang. Le pedí que no te molestara con eso, tú no eres ese clase de mujer para mí —El arrepentimiento dominaba el apuesto rostro de Syaoran.
—Admito que al principio de la historia me asusté suponiendo que el motivo por el que no insistes en dormir conmigo es porque todavía no tengo garantía de seguridad —bromeó estirándose para tomar la mano de Syaoran—. ¿Vas a renunciar a todo eso por mí? Es lo único que me interesa es escuchar. Esta relación, ¿piensas continuar con ella una vez que regresemos a Tokio?
Syaoran se concentró en el calor de sus manos, sus cuerpos ahora estaban unidos, podían tocarse. Por fin era libre de disfrutar esa sensación de desearla y tenerla.
—¿Has escuchado esa leyenda que habla sobre las parejas que fueron creadas en el cielo?
Sakura parpadeó, ¿Syaoran iba a contarle una historia de fantasía en medio de una situación crítica? Esto podía convertirse en el motivo de su ruptura, se mantuvo serena y tuvo el tiempo suficiente para meditar sus palabras, no haría un escándalo por cosas que pasaron antes de conocerse.
No le concernía enojarse porque él fue un hombre que aprovechó su juventud sin tapujos, no actuaría de manera infantil poniéndose celosa de mujeres que no conocía y tampoco se torturaría preguntándose si recibieron el mismo trato que ella.
—Se dice que en el cielo eran partes de una sola alma que fue dividida aquí en la tierra con el objetivo de unirse otra vez por medio de dos cuerpos. Me parecía un cuento risible antes de conocerte, supe a primera vista que tú eres la mitad que me falta. Y si para conservarte conmigo debo abandonar mi dinero y mis posesiones, estoy dispuesto a hacerlo si eso evita que te pierda una vez más.
Sakura no podía entender bien los sentimientos de Syaoran, para ella, se conocieron días atrás en la oficina pero estaba segura que él tenía un trasfondo distinto del escenario. Se puso de pie para abrazarlo, su calor era reconfortante y el olor de su piel embriagante.
—¿Cuándo vas a decirme de dónde nos conocemos?
—Te lo diré al final de nuestro viaje —juró él, besándola en la frente—. Gracias por ser tan comprensiva, Sakura. Después de perder las esperanzas de estar contigo, cometí muchos errores…
—Ya deja de mortificarte por eso, me pone nerviosa que tengas tantas expectativas en mí. Tengo miedo de decepcionarte, ¿qué tal si no soy la mujer que esperabas? Si algo en mí te disgusta a un punto intolerable… no sé lo que haré. Ya me hice ilusiones contigo.
—¿Hablas en serio?
Él recuperó su sonrisa.
Sakura se sonrojó, asintiendo.
—Quiero hacer demasiadas cosas contigo.
—No te guardes nada, haré realidad cada una —Sakura era tan bonita, su ingenuidad era tan intensa como el verde de sus ojos, estaba atrapado en ellos, era un pez que no podía respirar afuera de ese estanque—. ¿Por qué no te has metido al agua? Hace calor aquí afuera.
—Bueno, eso es porque… —Ella dio un paso atrás jugando con sus dedos—, no sé nadar.
—Pudiste ir a recorrer la ciudad en lugar de pasarte el día junto a la piscina, no tenías que sacrificarte quedándote en la villa solo por mí.
Sakura se puso tan roja que acabó dándole la espalda para esconder su vergüenza.
—Eso fue porque Fiorella, la empleada que me ayudó a vestirme esta mañana, opinó que este traje de baño podría gustarte…
Antes que pudiese terminar la frase, Syaoran la tomó del brazo, haciéndola girarse sobre sus pies. La mirada de él estaba puesta en su cuerpo, tiró de la cinta que unía los extremos de su envestidura blanca e hizo que la prenda cayera al suelo.
Sakura intentó cubrirse el abdomen y el pecho con las manos, ocasionando que Syaoran protestara enseguida.
—¿Te lo pusiste para mí y ahora pretendes evitar que lo vea?
—¿No te parece un poco indecente? —cuestionó, absorta en los rayos de sol que se reflejaban en el agua.
—No lo es, no si soy el único al que se lo muestras.
Sí, necesitaba saltar al agua para mantener a flote su cordura. El bikini era tan atrevido que casi dejaba sus senos al aire y ni hablar del santuario entre sus piernas.
—¿Me ayudarías a ponerme bloqueador en la espalda?
Maldita sea. ¿Dónde aprendió ella esas técnicas de seducción? Sakura lo deleitó con un buen vistazo de su trasero cuando se agachó a recoger el frasco de bloqueador, luego se sentó de manera inocente en el mueble que ocupaba anteriormente, esperando con paciencia a qué Syaoran cumpliera su petición.
Él gruñó, derramando el líquido directo en sus hombros. La piel de Sakura era de un blanco uniforme en contraste con la suya, Syaoran disfrutaba de las actividades acuáticas extremas en su tiempo libre, por eso siempre iba con un ligero tinte bronceado en su tez.
Sakura percibió el cosquilleo del bloqueador deslizándose a lo largo de su espalda, un segundo antes que los dedos de Syaoran la tocaran, lo hicieron sus labios, besándola en la base del cuello.
—Eres preciosa —murmuró Syaoran—. Acariciarte, aunque sea de esta forma, se siente demasiado bien.
Sakura suspiró conteniendo las ganas de salir huyendo. No le pidió ayuda con el bloqueador para seducirlo, ¡fue porque no le atraía la idea de quemarse! Esto era una locura, las manos de él la recorrían de arriba a abajo erizándole los nervios, la presión que sus dedos ejercían era estimulante y arriesgada, delineaban ciertas curvas que le daba pena exponer, su respiración comenzó a agitarse y el calor de sus roces ya era incontenible.
—Syaoran —llamó apretando los puños en su regazo, no sabía bien cómo sentirse, ni cómo recibir este tipo de atención—, creo que… es suficiente.
La voz de ella era lejana, aún así, Syaoran tuvo el atino de alejarse.
—Discúlpame —farfulló, tirándose el cabello a manera de autocastigo—, me dejé llevar unos segundos. ¿Te asusté? No quería ponerte incómoda.
A Sakura le dieron ganas de llorar, no era justo que él se mortificara así por su culpa. Se puso de pie para enfrentarlo, era una mujer mayor, podía lidiar con esto.
—No me disgustó, es solo que comencé a sentirme extraña…
—¿Extraña? —inquirió Syaoran. Se veía tan linda sonrojada.
Sakura se lamió los labios antes de responder.
—En el buen sentido —aclaró.
Syaoran dejó escapar un suspiro de alivio.
—Ya veo. ¿Quieres que me meta en la piscina contigo?
—Deberías quedarte, a menos que desees organizar mi funeral —chistó ella, relajando el ambiente—. No me digas que tú tampoco sabes nadar.
—Já —Syaoran comenzó a desvestirse, no perdería el tiempo yendo por un bañador, iba a zambullirse en ropa interior—. Fui el número uno en el club de natación de la escuela, puedes sentirte segura, no dejaré que te ahogues.
—Gracias por aclarar que no habrá resucitación boca a boca.
Sakura sacó a relucir su lado oscuro.
—Olvida lo que dije —Syaoran se retractó—, fue una mentira para impresionante.
—Ya basta, entra de una vez, o te empujaré —imperó Sakura.
La figura de Syaoran en ropa interior era insana. ¿Existían hombres así de perfectos? Sus músculos estaban bien definidos, desde sus hombros anchos hasta sus abdominales marcados. Y por si fuera poco, él emergió del agua sacudiendo la cabeza provocando que el cabello se le pegara en la frente, tan imponente como un mítico tritón.
—Siéntate en el borde —indicó él—, voy a darte un par de lecciones.
Sakura obedeció, extendiendo los brazos como un pequeño niño que espera a que su padre lo ayude a flotar. Dio una inhalación sorprendida por el cambio de temperatura, aferrándose a los hombros de Syaoran.
—Tranquilízate, eres demasiado preciosa para mí, no te soltaré.
Sakura no pudo evitar ponerse nerviosa, sus pies no alcanzaban el fondo de la piscina, temía hundirse; por el contrario, Syaoran parecía disfrutar bastante la situación, nunca se cansaría de recibir afecto por parte de ella, así fuese suscitado por situaciones peligrosas.
—¿Comenzamos? —preguntó él, tocando la nariz de Sakura con la suya.
La sensación de flotar en un ambiente donde no existía más soporte que el cuerpo loable de su ahora novio, era inexplicable, la textura de una piel ajena bajo sus dedos era adictiva, los arrastró a lo largo de sus hombros hasta la parte posterior del cuello, donde se encontraron con el cabello de Syaoran.
—Eres hermoso —El susurro fue espontáneo, Sakura no era consciente de lo que decía en ese momento—. Syaoran, quiero tener mi primer beso contigo.
Sakura aproximó su rostro al de él, cerrando los ojos para que el resto de sus sentidos capturaran la apreciación del evento que tanto imaginó. Sus labios se deslizaron con los de Syaoran un breve instante, ese sublime cosquilleo le llegó al corazón.
Syaoran solo fue capaz de escuchar el retumbo de sus venas aumentando la velocidad de su flujo, su paladar y su tacto lo consumían, los labios suaves de Sakura insistían en pegarse a él, dando toques tímidos y dulces. Fue ella quien inició todo. Estaba aprendiendo a desearlo.
Él se encargaría de colarse tan profundo en ella, que no podría olvidarlo ni siquiera en su siguiente vida.
Afianzó su brazo alrededor de la cintura de Sakura, y su mano libre fue a sostenerle la cabeza. Un gemido brotó de él con la expedición de su lengua en la boca de ella, le dio una caricia suave, solo lo suficiente para enseñarle cómo se besaban las personas adultas.
—Sakura —jadeó Syaoran aprensándole los labios—, eres deliciosa.
Esto era un sueño que combinaba sus mayores aficiones, el agua y Sakura. Después de tantos años, finalmente supo que el sabor de Sakura era único en el mundo y no dejaría que nadie más lo descubriera. Se la comería completa, en secreto, en lugar dónde nadie podría evitarlo.
Puesto que fracasé épicamente en mi proyecto navideño, seguiré con las actualizaciones de este bebé. Contarles que en un inicio sería algo corto de dos o tres capítulos, es por eso que tiene escenas bien concretas, no quiero darle demasiadas largas, así que espero acabarlo pronto, ya se viene lo mejor jiji. Nos leemos y cuéntenme si les gusta.
