CAPÍTULO 14
Al día siguiente, muy temprano por la mañana, los tres miembros activos del Escuadrón B fueron despertados con la notificación de que debían presentarse en la Sala de Mando en media hora, por indicación del Comandante Cruger. Cada uno a su respectivo ritmo, procuró levantarse y arreglarse lo más pronto posible. La alarma de emergencia no estaba activada, así que lo que fuera que el Comandante deseaba de ellos, al menos no representaba la destrucción inminente del planeta, por lo que podían tomarse el tiempo para al menos lavarse la cara y peinarse.
Los tres cadetes se cruzaron en el pasillo de camino a la Sala de Mando, y se encaminaron juntos para allá. Cada uno llevaba su respectiva dosis de somnolencia encima, siendo Bridge al parecer el más afectado de momento. Aun así, la que parecía menos conforme con aquella abrupta forma de despertarse, era sin duda Syd.
—¿Por qué el Comandante nos citó tan temprano? —exclamó con molestia mientras caminaban por el pasillo—. Ni siquiera pude darme mi ducha matutina, vengo sólo con mi baño nocturno.
—¿Sabes?, he leído que tomar demasiadas duchas seguidas puede dañar la piel y el cuero cabelludo —masculló Bridge entre un bostezo y otro.
—Por eso en la noche tomo un baño de tina caliente para relajar los músculos, y una ducha fría en la mañana para despertar y mejorar la circulación. Deberías intentarlo; es muy efectivo.
—Acostúmbrense —replicó Sky con severidad—. Ahora que el Escuadrón B está en servicio activo, nuestros días comenzarán más temprano, y deberemos estar más alerta que nunca. Cómo Power Rangers, es nuestro deber estar siempre listos para la acción.
—Escúchalo, Bridge: habla como todo un Red Ranger —murmuró Syd con dejo burlón, haciendo como si le susurrara un secreto a su compañero Green Ranger, aunque deliberadamente lo pronunciaba lo suficientemente alto como para que Sky la oyera—. Ah, espera, lo olvidé; sólo es el Blue Ranger.
El rostro de Sky desdibujó una expresión dura como piedra, aunque su atención siguió fija en el camino ante él.
—Ríete todo lo que quieras —sentenció con tosquedad—. Pero el color no es importante. Lo importante es cumplir con tu deber, y…
—Dejar en alto el legado de los Power Rangers, lo sé —complementó Syd con voz cansada—. Lo has dicho tantas veces, que me pregunto si en verdad lo crees, o sólo intentas convencerte a ti mismo.
—Ya en serio, Sky, ¿por qué crees que el Comandante no te dio el puesto de Red Ranger? —preguntó Bridge con marcada curiosidad—. Yo apostaba en que tú serías el elegido, y Syd también.
—Hey, yo no… —exclamó Syd en tono defensivo, pero Bridge la miró de reojo, diciéndole con su sola expresión: "sé honesta". La Pink Ranger suspiró y se cruzó de brazos—. Bueno, sí, es cierto. Pero no te creas tanto, que tampoco es que hubiera muchas opciones.
Sky siguió caminando, con su mirada fija al frente. Y a pesar de su silencio, sus dos compañeros pudieron sentir como los engranajes de su cabeza giraban sobre aquella misma pregunta que, conociendo cómo es, muy posiblemente él se había estado haciendo a sí mismo cada segundo desde el día anterior, intentando verlo de diferentes ángulos, sacando las teorías más lógicas. Y, aun así, la única respuesta que tenía para darles era:
—La verdad no lo sé —susurró despacio con voz pensativa—. Pero no me corresponde cuestionarme esas cosas. Si el Comandante tomó esa decisión, es nuestro deber confiar en su juicio. Como oficiales, debemos acatar siempre sus órdenes y decisiones, sin excepción.
Bridge y Syd intercambiaron una mirada rápida, pero ninguno dijo nada. Pero igualmente a ambos les resultaba un poco difícil creer que Sky estuviera complementa bien con no haber sido nombrado Red Ranger, algo que había dejado claro era su más ferviente aspiración. Pero quizás su inquebrantable rectitud y apego incondicional a las reglas, le impedían expresar tan abiertamente su inconformidad con el asunto.
Sólo esperaban que no fuera uno de esos problemas que se guardaban hasta que crecían, y crecían, para al final explotar en la cara de todos.
Pero como Sky bien había dicho, no les quedaba más que confiar en la decisión del Comandante Cruger. Ya que él tenía sus motivos para hacer todos lo que hacía… ¿cierto?
Los tres llegaron poco después a la Sala de Mando, y distinguieron casi de inmediato la amplia espalda del Comandante Cruger, que al parecer charlaba con alguien en ese momento.
—Comandante Cruger —se anunció Sky con ímpetu en cuanto ingresaron—. El Escuadrón B…
Cruger se giró en ese momento hacia ellos, y al hacerlo dejó a la persona con la que hablaba justo en el rango de visión de los tres recién llegados. Era una mujer joven, vistiendo el distintivo uniforme gris y negro de los cadetes de la Academia. Hasta ahí todo hubiera sido normal, si no fuera porque no se trataba de una persona del todo desconocida para ellos, y la reconocieron al instante. Y la reacción inmediata de los tres fue una de completo asombro, que hizo que se detuvieran al mismo tiempo en sus sitios, con sus rostros pálidos y sus ojos bien abiertos; en especial Sky.
—Hey, ¿cómo les va, chicos? —les saludó una muy sonriente Elizabeth Delgado, alzando una mano hacia ellos a modo de saludo.
Los tres cadetes, sin embargo, no respondieron con la misma gentileza.
—¡Comandante!, ¡cuidado! —exclamó Sky en alto, desenfundando al instante su arma láser. Bridge y Syd reaccionaron casi en automático, haciendo justo lo mismo apenas un segundo después—. ¡La criminal se escapó!
Z se sobresaltó al ser apuntada por aquellas tres armas, y vaciló un poco entre alzar las manos en señala de rendición, adquirir una posición de ataque, o saltar la consola central y correr hacia la salida. Su cuerpo le gritaba que hiciera lo último.
Antes de que cualquiera hiciera cualquier cosa, Cruger se adelantó, parándose entre Z y los tres cadetes, interponiéndose en la línea de tiro.
—Bajen sus armas, cadetes —les ordenó con severidad, lo que terminó confundiéndolos aún más.
—Pero, señor, ella es la… —comenzó a explicar Sky, pero se interrumpió cuando miró de nuevo a la supuesta prisionera, y reparó mejor en la ropa que traía puesta—. ¿Qué haces con ese uniforme?
—¿Qué?, ¿no me queda bien? —preguntó Z con curiosidad, asomándose desde detrás de Cruger.
—No hay por qué alarmarse —añadió el Comandante con calma—. La Srta. Delgado ha decidido unirse a la S.P.D., y a partir de este día quedará asignada al Escuadrón B.
—¿Qué? —exclamó Sky, estupefacto—. ¿Se trata de una broma, señor?
—Nada parecido. Así que lo diré de nuevo: bajen sus armas, y mejor denle la bienvenida a su nueva compañera.
La orden fue tomada con diferentes grados de escepticismo en los tres cadetes. Bridge fue el primero en bajar su arma, casi al instante. Fue seguido por Syd, que la regresó muy lentamente a su funda. Sky fue el que se tomó más tiempo, pero al final también lo hizo.
Armas guardadas, Cruger se hizo al fin a un lado, provocando que Z se sintiera bastante expuesta; aunque ya no le apuntara ninguna pistola laser, las miradas de esos tres, en especial el que vestía con colores azules en su uniforme, parecían tal letales como una.
—Hola —masculló Z con ligero titubeo, alzando de nuevo su mano.
—Bienvenida, yo soy… —pronunció Bridge con repentina amabilidad. Alzó una mano amistosa y dio un paso hacia ella, pero no avanzó más antes de que Sky interpusiera su brazo para detenerlo.
—Señor, esta chica… es una criminal —señaló el Blue Ranger con severidad.
—Qué novedad —respondió Cruger, sarcástico—. La cadete Delgado comenzará a emendar sus crimines justamente haciendo un servicio a la comunidad, con su labor como Power Ranger en el Escuadrón B.
—Sólo llámenme Z —indicó la aludida—. Todos mis amigos me dicen así.
Su comentario hizo que se ganara una repentina y virulenta mirada de desaprobación por parte de Sky.
—O… díganme como quieran, supongo…
—Señor —pronunció Sky con dureza, volviéndose de regreso hacia Cruger—. Con todo respeto, ser un Power Ranger debe ser un honor ganado, no un castigo que se imponga por una vida de crímenes.
—Hey, no he tenido una "vida" de crímenes, ¿de acuerdo? —se defendió Z con irritación, pero procuró calmarse antes de volver a hablar—. Y sí, por supuesto que me siento honrada por esta oportunidad. Siempre he querido ayudar a las personas y hacer la diferencia en el mundo. Incluso cuando robaba comida y ropa para los pobres, lo hacía con ese fin.
—Eso es muy noble —indicó Bridge con tono conmovido.
—Bridge —le reprendió Sky, mirándolo sobre su hombro.
—¿Qué? Lo es.
—Señor —intervino Syd en esa ocasión—, a mí menos que a nadie me gusta estar de acuerdo con Sky.
—Bueno, gracias —susurró Sky de forma punzante, pero Syd prosiguió sin hacerle caso.
—Pero creo que en esta ocasión él tiene razón. Nosotros tres nos preparamos durante dos años en la Academia, y entrenamos tres meses sin descanso para convertirnos en Power Rangers. Y esta chica… Z, o como sea que se llame, pasó los últimos años robando y saliéndose con la suya. No parece justo.
—Oigan, me está comenzando a molestar que todo lo que vean en mí es que era una ladrona —murmuró Z, de nuevo notándose irritación en sus palabras—. Hay más en mí que sólo eso, ¿saben? No todo es blanco o negro.
—En este caso lo es —señaló Sky, inflexible.
—Se nota que los tres son recién graduados de su pequeña Academia. Tienen que aprender mucho sobre cómo es el mundo real de allá afuera, y abrir un poco más sus mentes tan cerradas.
—Estoy de acuerdo —convino el Comandante, para sorpresa de los tres cadetes—. Los antecedentes de la Srta. Delgado no importan para esta causa. Su corazón está en el lugar correcto, y demostró gran habilidad combatiendo contra ustedes en igualdad de condiciones.
—Yo no diría en igualdad precisamente… —susurró Syd por lo bajo, mirando hacia un lado.
—Además —continuó Cruger—, les quiero recordar que ustedes son tres, y su escuadrón debe consistir en cinco elementos. Y aún les hace falta un Red Ranger.
—Oh, yo puedo ser ese Red Ranger, si quieren —indicó Z, dispuesta a mostrar su actitud de cooperación lo más posible. Sin embargo, su propuesta recibió como respuesta inmediata una nada sutil risa burlona por parte de Sky.
—Sí, cómo no —soltó el Blue Ranger con desdén.
—¿Y por qué no? —cuestionó Z, claramente molesta por aquella reacción.
—¿En serio lo preguntas? El Red Ranger es el puesto de más alta jerarquía dentro del escuadrón. Es la cabeza y líder del equipo. Por lo tanto, debe representar en cada uno de sus actos la rectitud, la bondad y la fortaleza de un Power Ranger. Debe ser el mejor de lo mejor…
—Oh, así que justo por eso tú no eres el Red Ranger, ¿cierto? —señaló Z con actitud astuta.
Las mejillas de Sky se ruborizaron al instante, y Syd soltó el inicio de una carcajada, que luego ahogó tapándose la boca con la humana.
—¡Syd! —le recriminó Sky con molestia.
—Lo siento, Sky. Es que se la dejaste muy fácil.
El humor de Sky iba de mal en peor, y sólo su habitual y recta disciplina lo mantenía a raya. Aun así, estaba dispuesto a responderle un par de cosas a aquella criminal disfrazada de cadete, pero el Comandante intervino primero.
—Si ya terminaron de conocerse, guarden su tiempo de calidad como equipo para después. Ahora requiero que el Escuadrón B, los cuatro, se encarguen de una misión.
—¿Qué? ¿Ahora mismo? —cuestionó Z, sorprendida—. ¿Me va a enviar a una misión en mi primer día?
—Al menos que tenga algo mejor que hacer, Srta. Delgado.
Z dudó un poco antes de responder.
—Supongo que no…
Sin posibilidad de decir nada más al respecto de momento, no quedó de otra más que acatar la indicación del Comandante. Después de todo, era su deber confiar en que sus decisiones eran las correctas… ¿cierto?
Los cuatro miembros del Escuadrón B, incluyendo a su recluta más reciente, se reunieron alrededor de la consola central de la Sala de Mando, en la cual Cruger comenzó a proyectar en diferentes hologramas la información correspondiente a la nueva misión que estaba por asignarles.
—Hace dos noches se suscitó robo en las instalaciones de Cranston Technologies aquí en Newtech. Un grupo de ladrones alteraron los sofisticados mecanismos de seguridad y logaron ingresar al área de investigación y desarrollo.
—¿Y qué robaron? —preguntó Sky.
—Eso es lo que aún desconocemos. Hasta ayer en la noche, el caso era investigado por la policía terrestre. Sin embargo, se logró recuperar cinco segundos de la grabación de seguridad que no fue corrompida por los ladrones, y ésta captó el rostro de este individuo entre ellos.
Cruger hizo que sobre la consola se proyectara el fragmento de cinco segundos del video. En éste se veía un pasillo de las instalaciones, y un grupo de cinco saliendo de un cuarto y entrando a otro. Pero uno de ellos voltea por un instante a la cámara, y ésta capta su rostro. Un acercamiento a la imagen les dio más detalle del individuo: un alienígena de piel verdosa y brillante con lunares oscuros, similar a la de algún reptil como un sapo, de orejas puntiagudas y nariz chata. Parecía como sacado de algún viejo cuento de goblins, aunque éste vestía traje y camisa.
—Qué feo —musitó Syd con desagrado.
—Syd, eso no es muy agradable —indicó Bridge con desaprobación.
—El reconocimiento facial lo identificó como Klupzu Agon, del planeta Buthars IV —informó el Comandante—. Es un conocido ladrón, falsificador, y saboteador del bajo mundo, y uno de los habituales colaboradores del traficante conocido como Broodwing.
Acompañando a la imagen del rostro de Klupzu, se sumó ahora el holograma casi a cuerpo completo de otro individuo: alto, con una cabeza de tres ojos y orejas similares a las de un murciélago, cubierta en el interior de un casco transparente como una pecera tubular. Usaba una larga capa negra, debajo de la cual se asomaba un cuerpo delgado color rojizo.
Z observó ambos hologramas atentamente, y dejó escapar un notorio quejido reflexivo.
—¿Hay algo que desee agregar, Srta. Delgado? —preguntó Cruger con curiosidad.
—No, nada —respondió Z, negando con la cabeza—. Es sólo que este… ¿Klupzu? —Señaló entonces al holograma del alienígena verde—. Me parece familiar. Siento que lo he visto en algún lado anteriormente.
—Qué novedad, un criminal que conoce a otro —señaló Sky con ironía.
—No es eso —respondió Z, defensiva—. Sólo que cuando vives en las calles, ves y escuchas muchas cosas. Por ejemplo, de lo que sí estoy segura es que he oído mucho de él. —Señaló entonces hacia el holograma del alienígena rojo de capa negra, aquel que Cruger había mencionado como Broodwing—. Nunca lo he visto en persona, pero dicen que es un sujeto peligroso con el que es mejor no meterse. Y en especial es mejor nunca deberle dinero; ni un centavo.
—En efecto, Broodwing es un criminal muy peligroso —aclaró Cruger—. Está en los primeros lugares de los más buscados aquí en la Tierra. Pero encima de eso, la Dra. Manx y yo tenemos fuertes sospechas de que podría estar de alguna forma involucrado con los Krybots que los atacaron el día de ayer. Es por eso que su aprehensión se ha vuelto prioritaria, para así interrogarlo.
—Entiendo —pronunció Bridge con entusiasmo—. Entonces, lo que debemos hacer es encontrar a Klupzu, arrestarlo por el robo a Cranston Technologies, y ofrecerle una reducción de sus cargos a cambio de que delate a Broodwing, ¿correcto?
—Ese sería un gran plan —indicó Cruger—. Si no fuera porque Klupzu está muerto.
—¿Muerto? —pronunciaron los cuatro cadetes al mismo tiempo.
—Su cuerpo fue encontrado anoche en un callejón cerca de las bodegas comerciales al norte de la ciudad. Tenía heridas de arma láser, bastante parecidas a las que causan los Testa Azules del ejército Troobiano.
—Como el que nos atacó ayer —infirió Syd.
—Correcto.
—Entonces, si nuestro sospechoso está muerto, ¿qué hay que hacer? —preguntó Z, un tanto difusa sobre cuál era su orden exactamente.
—Nuestra prioridad es descubrir qué fue lo que robó hace dos noches, y descubrir por qué luego de hacerlo, Broodwing decidió deshacerse de él, como es nuestra teoría. Quiero que los cuatro vayan a Cranston Technologies, tomen la declaración del personal de seguridad, e intenten descubrir qué fue lo que Klupzu robó. Después, inspeccionen el sitio en donde fue encontrado el cuerpo, y busquen cualquier pista referente a la muerte a Klupzu.
—Grandioso —exclamó Bridge, más entusiasmado de lo esperado, considerando que hablaban de un robo y un asesinato—. Y una vez que hagamos todo eso, ¿entonces…?
Dejó la pregunta al aire para que el Comandante les indicará su paso posterior. Los cuatro cadetes observaron expectantes por igual a su líder.
En ese mismo instante, las puertas de la sala de abrieron, y Kat ingresó por ellas, cargando consigo un pequeño maletín plateado. Al ver que el Comandante y el Escuadrón B estaban reunidos hablando, aguardó a una prudente distancia. Cruger por supuesto reparó en su presencia, y se giró a mirarla. Ella le sonrió y alzó un poco el maletín que traía consigo para que lo viera; Cruger entendió de inmediato lo que era, y le respondió con un pequeño asentimiento, indicándole además con un gesto de su mano que aguardara un poco más. Kat obedeció, y se mantuvo en su sitio.
La atención de Comandante se fijó de nuevo en su nuevo Escuadrón, para así terminar de responder la pregunta del cadete Carson. Sin embargo, su respuesta no fue precisamente los cuatro cadetes esperaban.
—Una vez que reúnan toda la información, vuelvan a la base con ella —indicó con seriedad.
—Volvemos a la base con la información, claro —repitió Bridge, asintiendo—. ¿Y luego…?
—Y eso es todo —recalcó Cruger con severidad.
—¿Eso es todo? —masculló Z, confundida—. Pero creo que podríamos hacer un poco más, ¿no creen? Si Klupzu era un ladrón conocido como dicen, sé de un par de personas que podrían darnos algún dato importante sobre él, o incluso en dónde solía hacer negocios. A cambio de un precio, claro.
—Yo conozco a un antiguo compañero de clases que trabajaba en Cranston Technologies —comentó Syd—. Y por lo que sé, aún está bien enterado de todos los chismes de la empresa. Si lo vamos a visitar, quizás pueda convencerlo de que nos diga lo que sabe del robo, si es que están intentando ocultar algo.
—Todas son buenas ideas —reconoció Cruger—. Sin embargo, de momento no haremos ningún paso adicional a lo ya dicho, hasta que cortejemos toda la información disponible primero.
—Pero… —pronunció Bridge, más que dispuesto al parecer a rebatir un poco más su instrucción. Cruger, sin embargo, alzó en ese momento una mano, indicándole con ese sólo gesto que se detuviera.
—Ésta es una investigación muy importante y delicada —aclaró el Comandante—. Como dije, la aprehensión de Broodwing es nuestra mayor prioridad. Usualmente le encargaría una misión de esta índole al Escuadrón A, pero ellos no están disponibles de momento. Así que ustedes deben reunir toda la información que puedan, y luego volver para acá.
—¿Para qué ese Escuadrón A, quienes sean, resuelva el caso y se lleve el crédito? —replicó Z con notoria inconformidad.
—Para que en base sus descubrimientos, decidamos qué hacer a continuación —le respondió Cruger, sereno.
Los cuatro miembros del Escuadrón B guardaron silencio, mirándose de soslayo entre ellos. Era claro que a mayor o menor medida, aquella orden causaba disgusto en cada uno; Kat desde su posición igualmente lo notó. Pero ninguno dijo nada más, aunque claramente no porque no lo quisieran.
—¿Alguna otra pregunta? —exclamó Cruger tras un rato de silencio.
—Señor —pronunció Sky, llamando su atención—. Si no tenemos aún un Red Ranger, ¿quién dirigirá al equipo?
—Como segundo al mando, es deber del Blue Ranger tomar esa responsabilidad —aclaró Cruger—. Al menos de momento. Confío en que sabrá hacerlo como es debido, cadete Tate.
—Sí, señor; así será —respondió Sky con firmeza.
—Vayan entonces —indicó el Comandante a continuación, dándole a sus cadetes la vía libre para ir y cumplir su misión.
El Escuadrón B se dirigió presuroso hacia la salida, excepto por Z que se quedó atrás con la intención de hablar algo más con el Comandante primero.
—Señor, ¿qué pasó con Jack? —preguntó Z, un poco vacilante; como si en realidad no quisiera escuchar la respuesta.
—Sigue en su celda —respondió Cruger—. Aún no hemos terminado el papeleo de su traslado.
—Entiendo —masculló Z, asintiendo, pero sonando gravemente decepcionada. Aunque, no sabía bien qué otra cosa esperaba escuchar.
La nueva cadete se dirigió entonces a la puerta para alcanzar a sus nuevos compañeros, pero en el camino fue interceptada por Kat.
—Elizabeth —le llamó la Dra. Manx, aproximándose por un costado.
—Por favor, soy Z —aclaró la joven—. Sólo mi madre y mi abuela me llamaban Elizabeth.
—De acuerdo, Z —pronunció Kat de forma respetuosa. No pudo evitar sonreír de alegría al verla ahí ante ella, tan cerca, y vistiendo con orgullo el uniforme de la S.P.D. Había tantas cosas que quería decirle, pero no era el momento; además de que aún no se sentía preparada para ello—. Soy la Dra. Manx, jefa de Investigación y Desarrollo aquí en S.P.D. Ya hablaremos en otra ocasión con mayor calma; no quiero distraerte mucho de tu primera misión. Sólo quería entregarte esto.
Kat extendió el maletín que cargaba y lo abrió delante de ella, revelando su contenido: un solo dispositivo blanco y negro, idéntico a los que el día anterior le había entregado a Sky, Syd y Bridge.
—Es tu Morpher y comunicador —aclaró Kat—. Ya está cargado con tu identificador y biometría.
—Oh, ¡grandioso! —exclamó Z con alegría, tomando rápidamente el dispositivo del maletín—. ¿Esto es lo que me transforma y todo eso?
—Te transforma y todo eso, en efecto —respondió Kat, divertida.
—Genial. ¿Y qué color seré?
Kat abrió la boca para responderle, pero la voz molesta de Sky desde el pasillo la interrumpió.
—Oye, ladrona. ¿Vienes o no?
—¡Me llamo Z! —le respondió ella en alto, exasperada—. Y sí, ya voy.
—Dejaré que mejor lo descubras por tu cuenta —comentó Kat, como respuesta inmediata a su pregunta.
—Bien —suspiró Z, y se colocó el Morpher sujeto a su cinturón—. ¿Y… cómo funciona?
—Es un poco largo de explicar, pero estoy segura que tus nuevos compañeros te lo dirán si se los preguntas.
—Oh, sí; estarán encantados —masculló Z con marcado sarcasmo.
Con paso resignado, se dirigió ahora sí al pasillo para reunirse con sus nuevos camaradas.
Kat sólo había visto la última parte de su reunión, pero aquello le bastó para darse cuenta que la integración de Elizabeth al grupo había salido… Bueno, pudo haber salido peor, eso era claro.
—Y ahí va nuestro Escuadrón B —comentó mientras caminaba hacia Cruger—. Son chicos entusiastas que quieren demostrar lo que pueden hacer, Comandante —señaló Kat, haciendo clara alusión a lo que habían propuesto hacer hace un momento—. Deberías darles un poco más de libertad.
—Tendrán su oportunidad —respondió Cruger—. Pero, por ahora, necesito saber que pueden acatar órdenes.
—Lo que tú digas —suspiró Kat, resignada—. Entonces, ¿Jack sigue en su celda?
—Como dije, el papeleo aún no queda.
—Ese ha sido un papeleo muy largo —murmuró Kat con ironía—. En especial considerando que un trámite como ese se hace de forma electrónica… o con una simple llamada.
Cruger desvió su mirada de forma disimulada hacia la consola, como un niño atrapado infraganti en una mentira.
—Puede que, quizás, le esté dando oportunidad hasta al último momento —explicó en voz baja—. A él, o quizás a cualquier otro que quiera intentar convencerlo.
Al decir eso último, volteó a mirarla de reojo, dejando un poco más claro lo que intentaba decir con es.
Ahora fue el turno de Kat de desviar la mirada hacia otro lado.
—Si no te hizo caso a ti, ¿por qué piensas que conmigo sería diferente? —preguntó con dureza.
—Puedes ser muy convincente cuando te lo propones —señaló Cruger, sonando casi divertido al hacerlo—. Lo sé por experiencia propia.
Kat no pudo evitar sonreír ligeramente al escucharlo decir eso. No estaba muy segura de que en verdad su intervención pudiera hacer alguna diferencia. No obstante, al menos intentarlo resultaba mejor que simplemente abandonar al muchacho a su suerte; otra vez…
