¡Saludos, queridos lectores!

Los dejaré seguir leyendo el siguiente capítulo n.n


En la comida, los niños se sintieron tan contrariados, que ya no se animaron a hacer demasiadas preguntas después del sermón de la privacidad, pues no estaban acostumbrados a que les regañaran con tanta seriedad y mucho menos a que su táctica de causar ternura para evitar las zanahorias, fallara.

No es que su madre no pudiera ser firme con ellos, pues ella podía enojarse mucho si se portaban mal, pero no era lo mismo el regaño que ella les daba y que enseguida, les regalaba una cálida sonrisa diciéndoles que todo lo hacía por su bien, mientras que su padre sonaba serio todo el tiempo.

Eso sí, ellos aún no se rendían con su más grande arma, así que no comieron las zanahorias y esperaban que esta vez funcionara su mirada.

—¡Hay que ir por el helado! —exclamó Haru emocionado al dar el último bocado a pesar de que era evidente que había dejado las zanahorias— ¿Cuál es tu sabor favorito, papá?

—A mamá le gusta el helado de chocolate como a nosotros —comentó Haruo.

—Deben comer todo o no iremos por el helado —les respondió su padre muy serio.

—No nos gustan las zanahorias —respondió Haru con ojos de cachorro.

—¿Puedes perdonárnoslo está vez? —pidió Haruo con la misma estrategia de su hermano.

Su padre los miró en silencio unos instantes y los niños estaban convencidos de que no tendrían que comer las zanahorias, pero no estaban preparados para la respuesta de su padre.

—Hicimos un trato. Si no quieren comer zanahorias, entonces no habrá helado.

—Pero papá, saben horrible —Haru protestó haciendo un puchero.

—Mamá siempre nos hace comerlas —dijo Haruo a modo de argumento.

—Es razón de más para que las coman. Deben seguir su dieta acostumbrada.

—Pero tío Naruto y tía Ino nos perdonan las zanahorias porque saben que mamá nos las hace comer —insistió Haru.

—Su madre les tiene una dieta y esos dos deberían seguirla, y si Sakura se los permite, es asunto de ellos, pero conmigo deben comer todo o no habrá postre.

Los niños se miraron uno al otro confundidos por su respuesta.

Hasta el momento su madre era la única que podía defenderse, medianamente, de su ternura, pero al parecer, su padre era inmune, porque aunque había hecho una pausa antes de responder, en ningún momento se vio conmovido.

Era incómodo, confuso y sobre todo frustrante.

—Es su última oportunidad. ¿Se comerán las zanahorias o no? —su padre preguntó cuando terminó de comer e hizo un ademán para darles a entender que iba a recoger sus platos.

Los gemelos seguían mirándose mutuamente sin saber qué hacer.

—¿Y sí entre los dos nos comemos una porción? —preguntó Haruo tratando de negociar.

—Quien coma todo, recibirá postre, quién no, no. Es un trato individual con cada uno de todo o nada.

Los niños se miraron uno al otro y después sus platos, pues se sintieron confundidos. Es decir, normalmente los adultos los trataban por igual, porque siempre decían que había que ser justos, pero su padre los estaba tratando como individuos, y eso era algo a lo que no estaban acostumbrados.

Al verse solos en dicho trato, cada uno de los niños tomó posturas diferentes, pues mientras Haruo que era más observador y se daba cuenta que su padre parecía inflexible, Haru sólo podía pensar en lo desagradable que era el sabor de las zanahorias y que tarde o temprano su padre tendría que ceder.

—Bien, las comeré —respondió Haruo disgustado con la idea, pero deseando el helado.

—Yo no —dijo Haru y mientras él se rehusaba a hacerlo y su hermano daba los primeros bocados, Sasuke comenzó a levantar los trastes.

—Terminé —anunció Haruo cuando se hubo pasado el último bocado.

—Bien. Cuando termine de lavar los trastes, iremos por tu helado —dijo Sasuke y se acercó a Haru tomando su plato— ¿Estás seguro que no las comerás? Es tu última oportunidad.

—No, no me gustan —respondió haciendo pucheros.

Su padre tomó el plato y se metió a la cocina a lavar los trastes.

—Debiste comerlas, papá parece enojado —murmuró el hermano mayor.

—Pero no nos gustan. Además, cuando vayamos a la heladería, seguramente me comprará uno —dijo Haru sonriendo.

—No parece que papá sea como tío Naruto.

—Ya verás que lo convenzo.

—Con todo el asunto de las zanahorias no tomaste suficiente agua para distraer a papá —comentó Haruo cuando se dió cuenta que no podría convencer a su hermano de lo contrario.

—Si te dan ganas de vomitar por comerte las zanahorias yo puedo seguir buscando —dijo Haru con una sonrisa.

—No, no siento ganas de vomitar, pero ahora tenemos que buscar otro momento para poder seguir investigando.

—¿Y sí esperamos a que papá se duerma?

—Sí, creo que vamos a tener que hacer eso.

Al poco de aquella plática, su padre salió de la cocina y los llevó a la heladería, dónde le compró helado únicamente a Haruo, y Haru, tratando de salirse con la suya, puso cara triste tratando de conmover a su padre.

—Volvamos a casa —anunció su padre tras pagar el helado.

—¿Me compras un helado a mi también, papá? —Haru preguntó mirando con súplica— Prometo comerme todo la próxima vez.

—La próxima vez que te comas todo, te compraré helado.

—Pero papá, yo también quiero —insistió Haru con algunas lágrimas en los ojos y las personas en la heladería miraban mal al hombre.

—Un trato es un trato.

—Pero mamá diría que no es justo. Ella dice que los dos debemos tener lo mismo.

—No es justo que ambos obtengan un helado cuando tú hermano se comió todo y tú no. No siempre van a recibir las mismas cosas y menos si no hacen lo mismo.

Haru comenzó a llorar, pero ésta vez no porque esperara convencer a su padre, sino más bien porque realmente estaba triste y frustrado por la negación.

La gente a su alrededor murmuraba cosas mirando mal a su padre, pero él los hizo regresar al auto.

—¿Me das helado? —Haru le preguntó a su hermano mayor gimoteando, después de que Sasuke los subiera al coche.

—No tienes obligación en compartir el helado. Él tenía el mismo trato que tú e hizo su elección —su padre se dirigió a Haruo, quién miró su postre unos instantes.

—¿Me prohibirás compartirle de mí helado? —el hermano mayor le preguntó a su padre.

—No. Es tu decisión.

Haruo volvió a mirar su postre y después suspiró resignado.

—Bien, te daré de mí helado, pero la próxima vez, te toca a ti comer las zanahorias.

—¡Helado! —exclamó Haru contento.

En el camino, los hermanos compartieron el helado y por la cabeza de ambos pasaban las mismas preguntas: ¿Por qué su padre no se conmovió? ¿Así sería siempre el tener que comer en su casa? ¿Por qué no había pasado eso las veces que habían salido con él y su madre? ¿Sería la esposa de su padre quién influía en él?

Lo último se lo preguntaban únicamente porque la situación estaba ocurriendo en la casa que su padre compartía con su esposa y no ocurría cuando salían a comer con su madre, pues los niños buscaban excusas para que la realidad se ajustara a sus fantasías, sólo no se daban cuenta de ello.

Al llegar a casa, los niños se sentían bastante desanimados.

—¿Trajeron juguetes? —su padre les preguntó.

—No sabemos —respondieron los niños, pues su niñera se había apresurado a preparar sus mochilas y ellos estaban distraídos jugando, que no vieron qué metieron en sus equipajes.

Su padre se vio pensativo unos instantes, antes de hablar.

—Vean la televisión un rato mientras llevo sus mochilas al cuarto y reviso qué hay. Si les hacen falta cosas, iremos a consegir lo que haga falta y después tomarán una ducha. ¿Entendido?

—Sí, papá —los niños corearon.

El hombre los hizo sentarse en el sillón, encendió el televisor y les dió el control remoto antes de meterse a la habitación con él equipaje. Casi de inmediato, salió y cerró una puerta frente al cuarto y regresó a la habitación donde se encerró.

—Papá es muy malo —comentó Haru aún triste y molesto por el asunto del helado.

—Él no es como los abuelos o nuestros tíos —apoyó Haruo— Tampoco se comportó mucho como Yoshio.

—¿Y si su esposa le dijo que debía hacer eso? Cómo cuando Kyoko le dijo a Yoshio que debía ser duro con Kai y Kin para que tuvieran una buena educación?

—Es posible, pero su esposa no ha estado en la casa.

—Pudo habérselo dicho antes de irse. Papá no había hecho esto antes.

—Quizá —respondió Haruo pensativo.

—¡Ella es una villana! ¡Hay que alejarla de papá! —exclamó Haru decidido.

—Aún no podemos hacer eso. No hemos encontrado pruebas que digan que la esposa de papá sea mala.

—¿Y qué vamos a hacer? —preguntó Haru haciendo pucheros.

—Vamos a volver a buscar pistas cuando papá se duerma, y mientras tanto, hay que portarnos bien.

—¡Pero no quiero comer zanahorias!

—Prometiste comerlas la próxima vez, por eso te di de mí helado —Haruo protestó para luego volver al punto de la conversación— Pero no creo que volvamos a comer zanahorias por hoy —miró a su hermano menor— Hay que obedecer a papá. Así no tendrá motivos para castigarnos como ahora.

—De acuerdo —respondió Haru poco convencido.


¿Los niños terminarán convencidos de que la esposa de su padre es una villana? ¿Creerán que su padre también lo es? ¿Los gemelos se alejarán de Sasuke por lo ocurrido con el helado o los niños entenderán que es parte de su educación? ¿Esto causará conflicto entre Sasuke y Sakura? ¿Qué otras dudas les han surgido al leer el capítulo?

Me encantará leer sus teorías y dudas en los comentarios n.n

Espero que las actualizaciones estén siendo de su agrado n.n

Sin más por el momento, me despido n.n

¡Hasta la próxima actualización!