Los dos ahora esposos acercaron sus labios hasta formar un beso. Los invitados se levantaron para aplaudir celebrando junto a los novios que estaban demostrando su amor.

—¡Vivan los novios! —gritaron algunos de los invitados.

Al término del beso, los novios comenzaron a caminar hacia una carpa donde darían inicio el festejo. Todos los invitados los siguieron: dentro había mesas para todos los invitados, en el centro la mesa de los novios. Durante la cena alguien se levantó, con un tenedor en su mano izquierda y con su mano derecha una copa de champán que las hizo sonar llamando la atención de todos, incluidos los invitados.

—Quiero proponer un brindis, desde que yo conozco a este par de tortolitos, ellos siempre los vi jugar juntos, incluso no sé si fue Dios quien me dio palabra de profecía para revelar que ellos se iban a casar, y miren, ahora son marido y mujer. ¡Por una vida próspera para Bluey y Mackenzie!

—¡Salud!

Todos comenzaron a chocar sus copas con las de los demás invitados. Bluey y Mackenzie chocaron sus copas para beber el champán. Mackenzie, al terminar de beber, vio entre los invitados a dos chicos que se les hacían conocidos, pero no podían recordar de dónde era que los conocía. Era como si su mente no pudiera dar con ellos, como si los recuerdos hubieran sido bloqueados.

—¿Mack? —preguntó su esposo al ver que no se movía.

—¿Si amor?

—¿Está todo bien? —cuestionó.

—Sí, es solo que, creo que estoy viendo a dos viejos amigos.

Mackenzie caminó en dirección a aquellos chicos que le eran familiares, un pastor Ovejero Australiano y un dálmata con las manchas doradas, Mackenzie no escuchó a su esposa que lo llamó, ya que quería hablar con los chicos. Al estar en la mesa inició una conversación.

—Hola, chicos, ¿cómo están?

—¡Mackenzie! —exclamaron los dos al ver al Border Collie en su mesa.

En un instante, se levantaron de su asiento para abrazar al guerrero que había luchado por su alma en el Limbo. Al tener contacto con ellos Mackenzie como de un golpe recibe todos los recuerdos perdidos que habían hecho en el Limbo.

—¡Oh, chicos! Me alegra mucho volver a verlos —contestó Mackenzie feliz, correspondiendo al abrazo.

—Bueno, no creíste que nos íbamos a perder tu boda ¿O sí? —se burló el ángel de la muerte.

—Ja, ja, ja, sigues siendo usando el sarcasmo de siempre Devin.

—¿Qué te puedo decir? El tiempo no pasa por mí.

El Border Collie iba a decir algo, cuando su esposa se hizo presente, tocando su hombro. Mackenzie se dio media vuelta para tener toda su atención en ella.

—¿Me vas a presentar ante los invitados? —indagó Bluey.

—Oh, es cierto. Bluey ellos son Devin y su hermano Arturo, más conocidos como los ángeles de la vida y la muerte. —Por un momento Bluey no respondió ni dijo algo, estaba en shock por lo que estaba contando a Mackenzie, no era normal para ella que Mackenzie dijera algo así, por unos segundos quedó estática, estas que reaccionó—. Oh, je, je, je, mucho gusto y muchas gracias por cuidar de Mackenzie en su estado de coma.

—Es un placer, señora, espero que sean muy felices —contestó Devin.

—Por cierto, tenemos un regalo para los dos.

El pastor australiano sacó de sus costados unos sobres los cuales les entregaron a Bluey y Mackenzie. Los dos se vieron de reojo para abrir el primer sobre, obteniendo dos boletos de avión abierto con destino a Nueva Zelanda para que pudiera ir y regresar. En cuanto al otro sobre, dentro había una reservación de un Hotel de Nueva Zelandia. Este era el hotel Hilton Auckland, Mackenzie estaba impresionado de los regalos que se les otorgaron por parte de los dos ángeles.

—¿P-por qué?

—Oh, es un regalo de boda, no es nada malo que te hagamos un favor —respondió Devin viendo al Border Collie con una sonrisa que hizo temblar por completo como si le fueran a quitar el alma del cuerpo.

—Gracias, chicos, no debieron molestarse en hacer esto —sonrió con miedo.

—Es un placer ver cómo tuviste desarrollo de persona… Aaah.

—Bueno, espero que se la pasen bien en su luna de miel.

El ángel de la muerte dio media vuelta dándoles la espalda para chocar con Chloe, quien al verlo quedó pálida de verlo.

—Tú-tú te pare-ces al-al patriarca De…

—Sí, sí, sí, me dicen mucho que me parezco a él, pero yo no provoqué la extinción de los gatos que nos mantuvieron presos en Londres durante 430 años —interrumpió Devin viendo a la dálmata que estaba sorprendida por su supuesto "parentesco" a uno de los patriarcas dálmatas.

En medio de la cena, Mackenzie tomó un micrófono pidiendo al DJ que comenzara a reproducir una canción que le quería dedicar a su esposa. Aquella canción era muy especial

(Azul de Cristian Castro).

https/youtu.be/aQ9HEG9xjts

Mackenzie tomó de la mano a su esposa para hacerla dar una vuelta, comenzando a bailar con ella, haciendo que todos los invitados se les unieran en la pista, Y como era de esperarse, Sock se quedó dormida por causa del alcohol, pues heredó el descontrol del alcohol de su padre. Chilli y Bandit entraron a su casa para dormir, mientras que los invitados despidieron a los recién casados. Al estar Bluey y Mackenzie de luna de miel. En la casa de los Heeler había fiesta de cumpleaños de uno de los primos de Bluey por parte de su tío Rad. Sin embargo, en la llamada fue respondida por Mackenzie, ya que Bluey estaba nadando en la piscina.

—Hola, ¿cómo están? —preguntó Mackenzie ante la llamada.

—Hola, ¿cómo les va?

—Bien, primo Mack, Mira, esta es mi nueva muñeca, se llama Olie, no sé si se sienta cómoda con esta familia —contó el cachorro mayor de Rad.

—Hola, Ollie, sí, yo también soy nuevo en la familia Heeler, y sí, puede que en el principio te sientas incómodo, pero yo, todos están locos —comentó Mackenzie susurrando al final para que Bluey no lo escuchara.

—¡Oye!

—Ja, ja, ja, con el tiempo te acostumbras a estar entre ellos.

—¿Con qué estamos locos? ¿Eh? —lo sedujo Bluey.

—Nos vemos chicos, estaré castigo, ja, ja, ja —sonrió con picardía al ver a su esposa morder su oreja izquierda.

Fin de flash forward…

Y dentro de 10 años ya habré formado mi familia, y no solo eso, también visitar a mis padres y suegros, algunas veces jugar y otras dejar a Bluey y a los cachorros jugar, en cuento no me metan en sus juegos pesados, y estoy seguro de que los Heeler son los primeros en hacer esas locuras.