La luz del sol iluminaba los rostros decididos de los estudiantes. Uzui-sensei observaba a sus alumnos desde la esquina de la sala, donde se mantenía en silencio, como un espectador esperando el momento adecuado para intervenir. El ceño fruncido que tenía al ver el primer combate le dijo a Ichigo que el maestro estaba a punto de golpear a los cadetes el mismo si no dejaban de ser estúpidos. Había decidido mantenerse a una distancia prudente para poder observar mejor los combates.
El patético combate termino cuando uno de golpeó al otro en el rostro. Ichigo no estaba seguro de cuál de los dos parecía más sorprendido. El tipo golpeado o el que asestó el golpe.
Rukia fue la primera de su grupo en enfrentarse a su oponente. Izuru Kira. Se posicionó al centro y le hizo una pequeña reverencia a Rukia, la cual la chica respondió de forma automática. Ichigo contuvo la risa ante eso, la conocía lo suficiente para saber que ni siquiera se dio cuenta de la elegante reverencia que hizo de vuelta. Seguramente aprendida e interiorizada durante su educación como Kuchiki.
Aunque Rukia nunca podría ser considerada una experta en combate físico, Ichigo sabía que su astucia la había llevado a aprender a defenderse de maneras más inteligentes que la simple fuerza bruta. El peli naranja la había visto usar su baja estatura y mayor agilidad para enfrentarse a oponentes del doble de su tamaño.
El sensei dio inicio al combate.
Rukia y Kira se posicionaron uno frente al otro. Desde el primer momento, Ichigo notó la diferencia en sus estilos. Kira tenía una técnica más pulida, con movimientos precisos y bien ejecutados. Rukia, en cambio, no era una luchadora de cuerpo a cuerpo, pero su mirada calculadora dejaba claro que no iba a precipitarse.
Los primeros intercambios de golpes fueron metódicos, con Kira presionando y Rukia esquivando, midiendo distancias. Para cualquier observador casual, parecía que Kira tenía la ventaja, pero Ichigo se dio cuenta de que Rukia estaba esperando. Su paciencia le recordó sus propios errores cuando era niño, confiando en la velocidad sin pensar en la estrategia.
Cuando Rukia atacó, lo hizo con precisión quirúrgica. No desperdiciaba movimientos, cada golpe dirigido para forzar un error en su oponente. Ichigo notó que ella estaba usando más poder del que quería mostrar, pero entendió que era necesario para terminar la pelea sin prolongarla demasiado. Finalmente, un golpe bien colocado desestabilizó a Kira y lo dejó fuera de combate.
—Bien hecho, Rukia —comentó Uzui-sensei desde la esquina, su tono firme pero complacido.
Rukia respiraba con dificultad, pero no pudo evitar sonreír ante el elogio. Sabía que había mostrado más habilidad de la que debería, pero su orgullo como capitana (no le importaba que en esa línea temporal fuera apenas una nueva recluta) le impedía perder un combate con un simple cadete de primer año.
Hubo un par de combates ante los cuales Ichigo hizo una mueca de dolor al ver lo poco eficaces que eran. Muchos parecían no haber lanzado un buen puñetazo en su vida. Podía decir claramente la proveniencia de cada cadete, la mayoría de los nobles mostraban al menos un poco de técnica en sus movimientos y sus posturas básicas eran al menos sólidas.
En cambio, aquellos provenientes del Rukongai solían ser más agresivos, confiando más en su fuerza que en cualquier tipo de estrategia.
Por suerte no hubo ninguna otra pelea como la primera, que le había causado vergüenza no solo a Ichigo, sino a cualquiera que tuviera un poco de orgullo como guerrero.
Haruto fue el siguiente de su grupo de amigos en salir seleccionado, y su oponente resultó ser Hinamori Momo.
Ichigo apenas sintió tensión en este combate. Era un enfrentamiento entre dos reclutas inexpertos, sin la estrategia que había visto en Rukia. Ambos tenían una técnica básica, sus movimientos predecibles y sin refinamiento.
Haruto terminó ganando por ser más rápido y preciso, pero Ichigo notó que ninguno de los dos tenía una base sólida. Recordó su propia torpeza al pelear cuando era más joven, lanzando golpes sin pensar en su postura o equilibrio. Este combate le confirmó algo: aún les faltaba mucho por aprender.
Siguieron los combates, e Ichigo los observo desapasionadamente, un poco divertido con algunos combates y hastiado con la mayoría. Lo más destacable fue cuando Chizuko noqueó a su contrincante con una efectiva patada a la cabeza luego que este tocara sus pechos en un intento de golpearla.
Luego de ella llegó el turno de Renji.
Renji se enfrentó a otro recluta del Rukongai. Esta pelea fue completamente distinta. Renji y su oponente peleaban con la brutalidad del Rukongai, más instinto que técnica. No había patrones definidos, solo golpes crudos y resistencia.
Ichigo reconoció este estilo de inmediato. Le recordó las peleas de su infancia, cuando se enfrentaba a grupos enteros de chicos sin preocuparse por la defensa, solo por golpear más fuerte. La pelea de Renji tenía esa misma energía caótica. Si duraba demasiado, el primero en cansarse perdería.
Finalmente, Renji se impuso por pura terquedad. Pero Ichigo notó algo: le faltaba control. Dependía demasiado de su resistencia, y eso podía ser un problema en una pelea real.
Finalmente, llegó el momento de Ichigo. Su contrincante: Honda Tadamasa
Cuando Ichigo se posicionó frente a su oponente, sintió una diferencia inmediata. Este noble no era como los demás; no lo subestimaba. Su postura era firme y su mirada seria. Era alguien que entrenaba en combate de verdad.
Honda atacó primero. Ichigo esquivó sin esfuerzo. Los golpes eran precisos, pero desde su perspectiva, demasiado lentos. Se movía con la mínima cantidad de esfuerzo posible, dejando que su oponente se frustrara al no poder tocarlo.
La pelea no era justa. Si el noble lograba acertarle un golpe, solo se lastimaría él mismo contra su piel endurecida. Ichigo sintió que prolongar esto era innecesario.
"Lo siento", pensó Ichigo para sí mismo, su mente acelerada mientras observaba al noble atacar con una serie de golpes consecutivos. Ichigo no quería herirlo. Su cuerpo, entrenado por Yoruichi y las técnicas de los Arrancar y los Quincy, es mucho más fuerte que el del noble, y un solo golpe bien dado podría ser fatal. No puede permitirse lastimarlo.
Honda dio un paso hacia adelante, lanzando una patada a la cabeza de Ichigo. El shinigami se agachó, notando cómo el viento generado por el golpe cortaba el aire justo sobre su rostro. ¿Hasta dónde debería ir? La pregunta martilleaba su mente. Sabe que debe ganar, pero al mismo tiempo no quiere demostrar toda su fuerza, no frente a un oponente que todavía no sabe lo que es una verdadera pelea.
De repente, Honda avanzó con un movimiento desesperado, buscando una apertura. Ichigo vio el ataque venir y, con una rapidez mortal, se desplaza lateralmente, colocando su mano en el hombro de su oponente de manera que lo derriba suavemente hacia el suelo. El golpe no es fatal, pero la fuerza de Ichigo es suficiente para que el noble quede sin aliento.
"Eso estuvo cerca." Pensó Ichigo, mirando al noble, que se levanta rápidamente. Sus ojos brillan con furia, pero también con un destello de respeto hacia Ichigo. No hay vergüenza en reconocer la derrota. Honda dio un paso atrás, respirando pesadamente.
—Te subestimé —admite con un suspiro.
Ichigo, al ver la frustración en su rostro, se siente incómodo. ¿Es eso lo que realmente quiere? Le molesta la sensación de tener que contenerse, pero sabe que, en su situación, es lo más sensato.
—Eres fuerte —dijo Ichigo, reconociendo el potencial de su oponente — te falta experiencia, pero eres bueno.
Honda, a pesar de la derrota, sonrió, reconociendo que su oponente no solo era fuerte, sino también honorable.
—Te respeto, Kurosaki Ichigo —dijo Honda, levantándose con más esfuerzo, pero con una nueva comprensión de lo que significa la verdadera fuerza.
La clase observó en silencio, sorprendida por la habilidad de Ichigo. Nunca antes lo habían visto tan sereno, tan preciso. El hecho de que sus habilidades fueran tan completas en combate cuerpo a cuerpo dejó a muchos de sus compañeros en shock.
Cuando Ichigo regresó a su lugar, todavía sentía algunas miradas sobre él. Uzui-sensei esperó a que la clase asimilara lo sucedido antes de hablar.
—Kurosaki —dijo el maestro con voz calmada—. ¿Cómo has entrenado para evadir golpes con tanta precisión?
Ichigo se tensó. Sabía que esa pregunta no era casual. Uzui-sensei había notado que su evasión no era normal en un recluta.
No era buen mentiroso, así que optó por la media verdad.
—Mi padre me entrenó desde pequeño para esquivar golpes, sobre todo los inesperados —dijo con tono neutral—. También tuve que aprender a defenderme de ataques en grupo.
La respuesta flotó en el aire. No era una mentira, pero no contaba toda la historia. Algunos reclutas lo miraron con curiosidad, como si recién estuvieran comprendiendo que no era un novato cualquiera. Rukia lo observaba en silencio.
Uzui-sensei no reaccionó de inmediato. Solo lo estudió con la misma mirada contemplativa de antes. No dijo si creía en la historia de Ichigo o no. Luego, sin más, volvió a enfocarse en la lección, pero Ichigo sintió que no había terminado con él.
Ichigo, aunque incómodo por la atención, estaba satisfecho con una cosa: los maestros de la academia parecían saber lo que hacían. No le agradaba llamar la atención, pero prefería que se dieran cuenta de su nivel ahora, antes de que un grupo de incompetentes entrenara a los futuros shinigamis.
Después de todo, él sabía lo que venía. Dos guerras en el futuro. Y si alguien iba a enseñarles a sobrevivir, era mejor que fueran personas que realmente supieran de lo que hablaban.
Uzui-sensei observó a Rukia e Ichigo con una expresión calculadora antes de tomar una decisión.
Después de que los combates terminaron, Uzui-sensei observó a todos con una mirada penetrante, como si estuviera evaluando algo más allá de las simples peleas. Los reclutas, exhaustos y sorprendidos por la destreza que algunos habían demostrado, y la brutalidad de otros, comenzaron a relajarse un poco, pero el maestro no les dio tregua.
Con una calma calculada, Uzui-sensei se cruzó de brazos frente a la clase y, con su tono grave, dijo:
—El hecho de que hayas aprendido a golpear o a defenderte en un combate cuerpo a cuerpo no significa que estés listo para enfrentarte a un Hollow, ni mucho menos para sobrevivir una guerra. Y lo que acaban de ver aquí es solo una fracción de lo que realmente importa —Los reclutas se miraron entre sí, intrigados por lo que está a punto de decir. —El primero y más importante principio de Hakuda", continúa Uzui-sensei, "es la evasión. La habilidad de evitar ser golpeado. No importa cuán fuerte seas. Un solo toque bien colocado, un veneno, un corte en un punto crítico, y tus años de entrenamiento pueden ser inútiles. —Se detiene un momento, dejando que sus palabras se asienten. —No importa cuánta resistencia tengas en tu cuerpo o cuánto daño puedas aguantar. Si te rompen un vaso sanguíneo en el cuello, si te perforan un pulmón, o si te inyectan veneno en tu corriente sanguínea, puedes seguir luchando todo lo que quieras, pero la lucha estará perdida antes de que puedas siquiera lanzar un golpe.
Los estudiantes, que hasta ese momento pensaban que estaban aprendiendo técnicas para enfrentarse a lo físico, ahora se dan cuenta de la importancia de los detalles. Algunos comienzan a ajustar su postura, recordando las lecciones que aún no han comprendido del todo.
Renji se removió incómodo, su combate había sido uno de los más ricos en intercambio de golpes y, aunque Renji se sentía orgulloso de su resistencia ante los golpes, el discurso de Uzui-sensei prácticamente le estaba diciendo que su estilo de pelea era una sentencia de muerte en la vida real.
—Recuerden —dijo Uzui-sensei mientras los observaba detenidamente —, que un solo error en el momento adecuado puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Y los puntos vitales no siempre son visibles. El cuerpo es frágil, y la batalla real no es solo sobre fuerza. Es sobre inteligencia, rapidez, y, sobre todo, sobre la capacidad de mantenerse con vida lo suficiente como para ganar.
Esas palabras dejaron a todos reflexionando, incluso a Ichigo. Él siempre había esquivado todos los golpes por puro reflejo, en especial por los ataques sorpresa de Isshin. Un dolor sordo apretó su pecho al pensar en su padre. Empujó esos sentimientos al fondo de su conciencia, que ya se estaba desbordando con tantos sentimientos reprimidos.
"Supongo que el viejo cara de cabra sí quería prepararme de la mejor manera posible" pensó Ichigo, con una pequeña sonrisa autocrítica, antes de negar con la cabeza y volver a concentrarse en lo que pasaba a su alrededor. Se dio cuenta de que ya estaba terminando la clase, y que Uzui- sensei les había hecho una seña de que la clase había terminado y que podían retirarse.
La atmósfera en el patio de la academia se sentía pesada con el cansancio de los estudiantes. Uzui-sensei no se movió de su posición, observando cuidadosamente a cada uno de ellos. Mientras la mayoría de los reclutas se recuperan, él permanecía inmóvil, evaluando.
Con un tono bajo pero firme, Uzui-sensei rompió el silencio:
—Muchos de ustedes se sienten cómodos con lo que acaban de hacer. Pero aún no entienden lo que realmente significa ser un shinigami. —Los estudiantes se quedaron en silencio, atentos, a medida que el maestro comenzaba a caminar lentamente entre ellos, sus ojos fijos en las posturas de los combatientes, incluso aquellos que parecían descansar. —El combate no es solo un intercambio de golpes. Hay algo mucho más profundo. Lo que acaban de ver aquí es una demostración de lo que podría ser... pero también de lo que falta.
Los ojos de Uzui-sensei se detienen en Ichigo y Rukia, los dos que, a pesar de su diferente estilo, habían demostrado una destreza inesperada. Aunque no lo dice directamente, la mirada que les dirige está llena de una mezcla de reconocimiento y evaluación.
Se detuvo frente a Ichigo y, con una ligera sonrisa, le dijo:
—Tu evasión, Kurosaki. No todos lo notaron, pero vi lo que hiciste. Evitar un golpe no es solo un acto físico, es una declaración. Tienes más experiencia de la que te han dado crédito. —Ichigo, un tanto sorprendido, se mantiene en silencio, sin saber qué decir. —Y tú, —Uzui-sensei se vuelve hacia Rukia, —tu técnica es sólida, incluso cuando la fuerza no es tu aliada. Es evidente que sabes cómo adaptarte.
Rukia, que al principio se sintió un poco incómoda con los elogios, asiente brevemente. Pero en su interior, siente el peso de la evaluación de su maestro.
—Este es el tipo de potencial que necesitamos. —Uzui-sensei concluye, mirando a ambos con una expresión que es tanto de aprobación como de desafío. —No se detengan en lo que aprendieron hoy. Mantengan esa mentalidad, porque lo que vendrá será aún más difícil. —Con una última mirada a Ichigo y Rukia, Uzui-sensei hace una señal para que los demás se retiren. —El resto, sigan practicando. El combate no termina aquí. La clase ha terminado. Kurosaki, Rukia. Quédense.
Ellos intercambiaron una mirada, un poco nerviosos, no estando seguros si los iban a felicitar o interrogar.
—Rukia, tienes un buen nivel. Tus bases son sólidas y aprovechas bien tus ventajas. No permites que tu estatura te limite. —Rukia asintió, manteniendo su expresión neutral, pero Ichigo no pudo evitar reírse para sí mismo. Sabía que ese comentario le irritaría, pero que no podría replicar contra un sensei de la Academia.
Uzui-sensei continuó sin prestar atención a la reacción de Ichigo.
—Te evaluaré en las próximas semanas para determinar si esta clase es adecuada para ti o si deberías adelantar un curso. Por ahora, puedes retirarte.
Rukia lanzó una mirada fugaz a Ichigo antes de salir del patio, pero no se alejó demasiado, esperando por él a una distancia prudente.
Cuando quedaron a solas, Uzui-sensei cruzó los brazos y miró a Ichigo fijamente.
—¿Cuánto te contuviste?
Ichigo parpadeó, sorprendido, y balbuceó en un intento de negarlo, pero la mirada poco impresionada del instructor lo detuvo. Suspiró y admitió:
—Sí, me contuve. Pero no quería herir a un compañero shinigami.
Uzui-sensei no pareció convencido del todo.
—¿Dónde aprendiste a pelear así?
Ichigo sabía que debía medir sus palabras.
—Ya se lo dije. Mi padre me entrenó desde niño para esquivar golpes. También me metí en un par de peleas callejeras en el distrito 79 del Rukongai —añadió, intentando ambientar su historia sin levantar sospechas—. Después, fui aprendiendo más que nada con la experiencia.
—¿Experiencia? —preguntó Uzui-sensei frunciendo el ceño.
—Hollows — respondió Ichigo. Y era verdad; los Arrancar y Visored eran un tipo de hollows. O algo así.
Uzui-sensei lo miró con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
—Pelea conmigo.
Ichigo sintió un escalofrío en la nuca. No podía negarse sin levantar sospechas, pero tampoco podía exponerse. Aceptó con un asentimiento y se preparó, asegurándose de no usar reiatsu ni reishi en la pelea.
La tensión en el aire era palpable, un silencio tenso rodeaba el patio de entrenamiento. Ichigo se preparó, sus puños cerrados y sus piernas firmemente plantadas en el suelo, los ojos fijos en Uzui-sensei, que adoptó una postura relajada pero alerta. No había señales de que el maestro estuviera subestimando a su alumno, al contrario, su mirada era afilada como una espada.
De inmediato, Uzui-sensei avanzó, moviéndose con una velocidad sorprendente. Su primer ataque fue un giro rápido, buscando golpear a Ichigo con un codazo directo hacia su rostro, pero Ichigo, anticipando el movimiento, se inclinó ligeramente hacia un lado, el codazo rozando su mejilla. Aprovechó la cercanía para intentar un barrido con la pierna, un movimiento fluido y rápido que buscaba desestabilizar al maestro. Sin embargo, Uzui-sensei reaccionó con agilidad, levantando su pierna en un ángulo imposible y bloqueando el intento con su rodilla, para luego usar la misma pierna para patear a Ichigo en el costado.
Ichigo retrocedió un paso, sintiendo el impacto, pero no se dejó afectar. Sabía que para vencer a Uzui-sensei debía esperar el momento justo, aprovechar la apertura. Cerró la distancia rápidamente, usando su habilidad para evadir. Con una maniobra rápida, desvió el siguiente golpe de Uzui-sensei, un ataque en espiral hacia su torso, usando la muñeca para redirigir la fuerza hacia un lado mientras giraba sobre sí mismo. El giro lo posicionó a su espalda, y lanzó un codazo hacia la parte posterior de la cabeza del maestro, buscando desorientarlo. Pero Uzui-sensei estaba preparado, usando su codo para bloquear el ataque antes de atrapar el brazo de Ichigo en un giro controlado. Con una agilidad impresionante, lo lanzó al suelo, haciendo que su espalda impactara contra el suelo con un estrépito seco.
Ichigo, sin perder el tiempo, rodó hacia atrás y se levantó de un salto, sólo para ver cómo Uzui-sensei se acercaba con rapidez. El maestro realizó un movimiento fluido, un paso corto y directo, combinando una serie de golpes rápidos hacia los puntos débiles de Ichigo. Primero un puño directo al plexo, seguido de una patada baja al muslo que lo desestabilizó aún más. Ichigo intentó bloquear, pero la precisión de los ataques de Uzui-sensei no le dio margen para reaccionar. Sintió un dolor punzante en el abdomen, seguido de un golpe en la mandíbula que lo hizo tambalear.
Con una rapidez vertiginosa, Uzui-sensei cerró la distancia, una serie de movimientos fluidos y controlados lo acercaron a Ichigo en un parpadeo, y con una palanca sutil, lo forzó a poner una rodilla en el suelo. El golpe final fue un rodillazo en el estómago que lo derribó completamente. Ichigo intentó levantarse, pero su cuerpo estaba demasiado adolorido para resistir. No podía más. La fuerza y el control del maestro habían sido abrumadores.
La pelea había sido dura, pero útil. El maestro no solo le había mostrado la diferencia de nivel, sino también los matices de un combate real.
Uzui-sensei sonrió levemente, impresionado.
—Eres muy bueno, Kurosaki, pero te falta aprender a anticipar el ritmo del combate. No todo puede ser fuerza bruta o velocidad. A veces, lo más importante es saber cuándo dejar que el oponente se agote en sus propios movimientos.—Parecía realmente complacido con su desempeño, aunque Ichigo se sentía bastante abatido por no haber podido asestar un solo golpe —Tienes mucho que aprender aún, pero no perteneces a este curso. Pasarás a sexto año.
Ichigo parpadeó, sorprendido. Antes de que pudiera responder, el sensei ya lo había despedido con un simple gesto de la mano.
Al salir, encontró a Rukia esperándolo.
—¿Qué te dijo? —preguntó ella con curiosidad.
Ichigo suspiró.
—Me adelantaron de curso.
Rukia se cruzó de brazos y sonrió con burla.
—Era obvio.
Ichigo hizo una mueca. No importaba cuánto se esforzara por parecer regular, de una u otra forma mostraba más de lo que quería.
Juntos se reunieron con Renji y Haruto. Renji, al enterarse del ascenso de Ichigo, frunció el ceño con una mezcla de incredulidad y frustración.
—No entiendo la diferencia entre nosotros. ¿Por qué eres tan fuerte? —preguntó, sin poder evitar la sombra de celos en su voz.
Rukia intervino antes de que Ichigo pudiera responder.
—Ichigo ha tenido que pelear con muchos más hollows y otras cosas que nosotros. No importa que sea joven, ha pasado por más es seis años que nosotros en cien.
Renji y Haruto lo miraron incrédulos.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó Haruto con el ceño fruncido.
Ichigo, sin pensar demasiado, respondió:
—Veintiuno.
Hubo un silencio tenso antes de que Renji soltara una carcajada seca.
—No puede ser. ¡Eres un niño!
Ichigo lo miró horrorizado, recordando que, para un shinigami, cualquiera menor de cincuenta años era considerado un niño, y muchas veces lucían como tal. Ahora que conocía su edad, Renji lo trató con una mezcla de incredulidad y condescendencia.
La conversación continuó, pero Ichigo no pudo evitar pensar en las palabras de Uzui-sensei. Poco a poco, se estaba volviendo imposible pasar desapercibido.
