Capítulo 20

* * * P.V.A * * *

Cuando llego ante las puertas del bar son algo más de las 8, pero descubro que aún así no han abierto al público, puesto que la malla metálica está echada.

Después de un largo suspiro la abro, encaminándome a la puerta y pasando al interior.

No me apetece nada estar de fiesta después de mis broncas con Genji desde que me enteré de que esos tíos volvieron, y él y mi hermano se liaron a puñetazos. Las cosas entre nosotros no han estado bien desde entonces, él apenas se acerca a mí o me habla, estando muy distante conmigo. Odio cuando se pone así, aunque en realidad lo que siento es un horrible miedo de que se aleje, una terrible presión en el pecho ante la idea de perderlo.

Mi rostro cambia cuando entro y parte de los chicos me miran, por lo que me esfuerzo en fingir una sonrisa y acercarme al primer grupo donde están mi hermano, Ruka, Kioko, Izaki, Tokaji, Ken y Tsutsumoto. Todos me saludan alegres en cuanto llego, y antes de que nadie me diga nada, hablo.

-¿Dónde está Makise? Quiero felicitarle.

-Está con Genji. Habían bajado al almacén a por un barril de cerveza. –Responde Ken con alegría, y yo asiento mientras me integro en la conversación, sintiendo como unos segundos después alguien se acerca rápido y pone sus manos en mis hombros, asustándome levemente.

-¡Airi, por fin has llegado! –Me saluda Chuta con efusividad, y es que ya se ha pasado con las copas.

-¿Chuta, qué tal si dejas ya de beber? –Dice Tokaji con su aire serio cuando veo que Makise y Genji vuelven del almacén de abajo, saliendo de la barra.

Los hermanos Mikami aparecen de pasillo del baño y se acercan a saludar, empezando a vacilar a Chuta, quien se pone a la defensiva diciendo que vayan a la calle para que le repitan eso que acaban de decirle, y la pareja aumenta el vacile mientras él se cabrea y trata de pegarlos sin éxito alguno.

-¡Eh, Chuta, compórtate, idiota! –Dice Makise haciendo su aparición junto con Genji, dándole un guantazo al mentado que le hace quedar atontado, después se acerca a mí al ver que me aproximo.

-Feliz cumpleaños. ¿Te ha gustado tú regalo? –Le pregunto con una sonrisa al saber que sí, aunque yo no encuentro ninguna ilusión en que me regalasen unas piezas de moto que ni sé para que valen.

-Sí, muchísimo. Gracias.

Él sonríe y le devuelvo el gesto con cariño, entonces mi hermano le pregunta algo y Genji y yo nos miramos al quedarnos frente a frente tras que su amigo se mueva. Durante unos instantes ambos nos quedamos quietos sin saber qué decir o hacer, hasta que se aproxima.

-Hola. –Me saluda lacónico, pasando a darme un fugaz beso en los labios para alejarse después.

No puedo ocultar mi tristeza cuando aquello ocurre, y mi cara cambia radicalmente de nuevo mientras sé que el resto nos mira de soslayo, pasando unos segundos de incomodidad al ver que nos pasa algo, pero antes de que la cosa decaiga, Makise propone un brindis y Ken se acerca a mí rápido, guiándome al grupo mientras me dice que tome una copa. Yo dejo que me arrastre, aunque no tengo gana ninguna, e intento volver a fingir para cambiar mi cara.


Unas horas después el bar está bastante concurrido, y muchos de los del cumpleaños, ya algo bebidos, entre ellos yo, ya que como siempre que estoy así no puedo evitar acercarme de más a la botella.

Ken estuvo tratando de entretenerme y animarme gran parte de la noche, turnándose con Ruka, quien también estaba más que pendiente de mí al conocer lo que pasa, ya que mi hermano la habrá puesto al día de todo después de aparecer con ese ojo morado.

Tamao es otra historia. No he hablado mucho con él desde que sé del incidente, aunque al menos no se pone borde como Genji ni me aleja de todo lo que pasa, pero sé que trama algo con él cuando no me da mucha cancha en el tema.

Desde mi posición en la zona de arriba veo que Genji está entretenido en la barra trabajando y los chicos dispersos por el local, casi todos en la zona del escenario viendo el concierto de rock que hay. Pronto veo a Makise alejarse hacia los baños, y entonces me giro para mirar a Ken.

-Voy al baño.

Con velocidad me levanto y me dirijo a la escalera, descendiendo mientras avanzo entre la multitud, esperando a que Makise salga para interceptarlo y poder hablar con él a solas. Estoy desesperada, sé que no puedo recurrir a nadie para que me cuenten todo cuando pase, pero al menos tenga que intentar que frenen a Genji.

-Makise, ¿podemos hablar un minuto? –Pegunto acercándome en cuanto lo veo salir del pasillo. Él asiente con algo de seriedad, supongo que por la extrañeza que esto le causa.

Hago que me siga por el pasillo y nos metemos en el almacén. Él se sienta sobre una de las pilas de barriles de cerveza vacíos y yo me apoyo contra la puerta, mirándolo cuando me pregunta qué pasa.

-¿Genji te ha contado lo que está pasando con el bar?

-Sí, todo eso del clan rival de su padre. ¿Qué tiene eso que ver conmigo?

-Tú eres uno de sus mejores amigos, Makise –murmuro tras tragar saliva, sintiendo que mis ojos se humedecen-. Tienes que ayudarle, ya sabes como es Genji, si sigue por este camino van a acabar matándolo. A mí no me escucha, sólo discutimos, pero a ti y a los demás...

-No es que nos escuche mucho a nosotros tampoco. Es muy orgulloso, y un cabezota. –Murmura con un aire triste que hace que me compunja aún más, y con una total desesperación dentro me acerco a él y me dejo caer en el suelo de rodillas para quedar más o menos a su altura.

-Por favor, vosotros podéis ayudarlo más que yo, Makise. –Sollozo haciendo que él se vea sobrepasado por la escena, levantándose para después ayudarme a mí mientras me sujeta de los brazos, hablando con firmeza a la vez que clava sus ojos en los míos.

-Que no nos escuche no significa que vayamos a dejar que esos cabrones hagan lo que quieran. No vamos a consentir que le hagan daño; vamos a protegerlo, te lo prometo. Todos nosotros.

Las lágrimas salen de mis ojos sintiendo un pequeño alivio en mi interior, pero al mismo tiempo una gran angustia, la cual me hace llorar con más fuerza y hace que Makise ponga una mano sobre mi hombro mientras intenta consolarme. Finalmente me abrazo a él, y aunque pasa unos instantes muy rígido y quieto, termina por devolverme el abrazo.

Finalmente, después de unos minutos en los cuales me he calmado y le he dado las gracias, disculpándome también por las maneras, ambos salimos del lugar y volvemos a la marea humana hasta divisar a los chicos, ahora en la barra pidiendo nuevas copas.

En cuanto llegamos con ellos acepto de buena gana la cerveza que me pasa mi hermano, bebiendo un largo trago con ansiedad, encontrándome después con la mirada de Genji.

No me quedo mirándolo mucho tiempo, aunque sé que ha visto lo suficiente como para saber cómo me encuentro, y que he estado llorando.

De pronto muchos de los que estamos dentro del bar nos giramos hacia la puerta de entrada del lugar, observando a un par de chicos jóvenes entrar corriendo mientras gritan que alguien llame a una ambulancia. Sin entender nada nos levantamos y vamos hacia allí, siendo Ken el que habla con el chico y tomando la voz cantante.

-Cálmate, chico, ¿qué ha pasado?

-¡Unos tíos se han puesto a pegarse tiros! ¡Uno de ellos está tirado en la calle muerto, y una de esas balas ha dado a un colega nuestro!

Ken saca su teléfono y empieza a marcar el número de emergencias mientras nos dirigimos al exterior, encontrando que, a un par de calles del bar, por la parte trasera donde sólo hay callejones donde los clubs sacan la basura, está el amigo de ese chaval en el suelo tumbado junto con otro amigo, quien le presiona con una chaqueta la herida de su hombro. A unos metros hay un hombre de espaldas frente al cadáver de otro. Un charco de sangre se extiende en el suelo debajo de su cabeza, y en cuanto el compañero se gira y nos ve acercarnos me da un vuelco el corazón.

-¿Qué coño ha pasado? ¡Qué hacíais aquí!

El grito de Genji a aquel hombre de su padre hace que entienda todo y me asuste de inmediato cuando cruza la calle y se dirige a él, agarrándolo violentamente de la pechera, haciendo que varios de los chicos vayan a detenerlo.

-Su padre nos envió al saber que los Yashaki iban a asaltar el bar, pero la cosa se complicó. –Murmura él, pero no lo suficientemente bajo como para que los que estamos tan cerca no oigamos.

-Maldito viejo.

Tras el susurro enfadado de Genji él se pone en marcha, abandonando el lugar con velocidad, haciendo que yo vaya a seguir sus pasos de inmediato para que no vaya a montarle el pollo a su padre, pero Makise me detiene y sale él tras Genji. Otra vez la losa sobre mi pecho ha vuelto a caer.