Capítulo 30
* * * P.V.G * * *
Le doy la última calada al cigarro que me queda, y lo apuro tanto que llego al filtro y me quemo los labios, pero no me importa, y en cuanto lo consumo al máximo lo tiro directamente al suelo del salón y lo aplasto con el pie sin tan siquiera incorporarme en el sofá, siguiendo tumbado.
A pesar de todo lo que llevo bebido desde ayer, aún me duelen las heridas que tengo en la cara tras haberme peleado con unos tíos en la calle la noche anterior tras haber cerrado el bar, pero sinceramente, sentirme mal físicamente me ayuda a soportar toda mi rayada mental, y el dolor que eso me produce.
De pronto llaman al timbre, y aunque en un primer segundo pienso en ir a ver quién es, enseguida se me pasan las ganas e ignoro el sonido, pero poco tiempo después quién quiera que sea empieza a llamar a la puerta con los nudillos sin parar, insistiendo con ganas al saber que estoy dentro. Supongo que por ver la moto en la entrada sabe que estoy aquí.
Como a cada golpe de puerta mi cabeza retumba por la resaca, me levanto con desgana y me dirijo a abrir, encontrando a Ken al otro lado con cara de circunstancias y dudas sobre lo que va a hacer, o eso supongo, pero enseguida cambia su semblante cuando ve mi rostro magullado.
-¿Qué te ha pasado? –Me pregunta a ceño fruncido, preocupado.
-Unos gilipollas anoche eligieron un mal momento para venir a joderme con tonterías. Eran bastantes y yo iba borracho. –Añado el matiz para que entienda por qué estoy tan mal.
El silencio se hace protagonista al instante, y vislumbro un deje de preocupación en su cara. Está viendo que he perdido el rumbo y cada día más, hasta yo me doy cuenta. De pronto Ken habla abruptamente, mirándome a los ojos fijamente.
-Genji, cuéntame que pasa, quiero ayudarte.
-No hay nada en qué ayudar, déjame, Ken. –Hablo con cansancio, amagando con volver dentro y cerrar, pero el se interpone para que no pueda.
-Por favor, Genji. No quiero juzgarte ni decirte qué hacer. Sólo dime cómo puedo ayudar. No puedo verte de esta forma, hombre.
Bajo la mirada ante sus palabras, reprimiendo las ganas de liarme a puñetazos por la rabia, o de llorar como un niño. No sé qué hacer, pero sé que tampoco puedo cambiar lo que he hecho, porque en el fondo sería peor.
Al final soy capaz de hablar tras pensar en toda esa vorágine de culpa y miedo, pero me desvío del tema al ser incapaz de responderle a ese tema. No estoy preparado para esta mierda.
-Siento lo del puñetazo del otro día. Sé que quieres ayudarme, Ken, pero esto es lo mejor para todos. No puedo huir de lo que soy.
-¿Por qué dices eso? ¿Qué eres? ¿Un matón? No, Genji. Que te hayas criado en el ambiente de la Yakuza no te convierte en uno, no tiene por qué ocurrir.
-Ese mundo me persigue y seguirá haciéndolo siempre. –Añado con velocidad, hablando con rabia, algo que él nota enseguida.
-Te ayudaré a alejarlo. Todos los que te queremos lo haremos, no tienes que estar solo.
-Eso os pondrá en peligro, y no estoy dispuesto a que eso pase.
-Por eso hiciste lo de Airi, ¿no? –Me pregunta seriamente, haciendo que al oír su nombre me cueste respirar y no sentirme fatal al recordar su cara ese día.
-Sí, y bien hecho está. No vas a convencerme de lo contrario, Ken. Está mejor sin mí, quizás no ahora, pero lo estará.
-Sé que se lo toma todo muy a pecho y es asustadiza, pero Genji, si vieras cómo está ahora mismo...
-No me hables más de ella. –Le advierto con cabreo, y enseguida veo que suspira resignado y acepta mi postura, susurrando un leve de acuerdo.
El sonido de un coche derrapando hace que alce la vista y mire la carretera, y siento que se me corta la respiración cuando veo como un tío en la parte trasera del coche oscuro saca una pistola y apunta hacia nosotros.
-¡Cuidado, Genji! –Grita Ken, siendo más rápido que yo en reaccionar.
Él se abalanza sobre mí para tirarme al suelo cuando los disparos se efectúan, y en una milésima de segundo me veo tirado en el suelo junto a Ken mientras el coche se aleja veloz, pero enseguida me doy cuenta de que algo va mal cuando Ken no se mueve.
-¡Ken, Ken! –Grito acudiendo rápido a su lado, girándolo al ver que ni en su pecho ni piernas hay sangre, pero en cuanto queda de lado, veo que le han dado en la espalda y la sangre fluye con ganas.
Tras un segundo en el que el pánico me deja paralizado, me levanto deprisa y corro dentro de mi casa para buscar el móvil, marcando rápido el teléfono de emergencias en cuanto lo encuentro tirado sobre la mesa llena de latas de cerveza vacías y papeles.
* * * P.V.A * * *
El dolor de cabeza que tengo se agudiza a cada curva del tren, y más aún a cada pitido después de efectuar una parada, pero trato de consolarme pensando que queda poco trayecto para llegar a la estación de mi barrio, y en cuanto llegue a casa pienso soltar la mochila cargada de libros y apuntes de la uni y dejarme morir en la cama hasta el día siguiente.
Últimamente no tengo ganas de nada más que de dormir. Bueno, en realidad eso es mentira, si que hago otra cosa a parte y me apetece mucho más; llorar.
Me siento inmensamente triste, y nada logra hacer que esa sensación remita, nada en absoluto, y me estoy volviendo loca al no poder dejar de pensar en Genji, ni al no poder alejar esa sensación que me ahoga. Lo echo tantísimo de menos...
Rápido alejo esos pensamientos de mi cabeza para no volver a encharcarme los ojos de lágrimas, aunque no creo que pueda llorar más después de todo lo que lo he hecho ya, o al menos eso espero porque me duelen y escuecen de tanto hacerlo y dormir poquísimo. No sé cómo voy a afrontar los exámenes que están a la vuelta de la esquina.
De pronto dejo de pensar en mis asuntos cuando una pareja de señoras hablan a mi lado entre ellas. La palabra mágica que me ha hecho inmiscuirme en la conversación ha sido Yakuza, e instintivamente he puesto toda mi atención, sobre todo al escuchar sus siguientes palabras.
-Sí, lo han dicho esta mañana en el telediario. Parece un ajuste de cuentas entre clanes. Un coche disparó al hijo de ese hombre al que mataron hace poco, ahí en su propia casa. Pobre chico, después de lo sucedido con el padre... espero que se recupere.
Al escuchar esa última frase siento que las piernas no me responden, y tengo que sujetarme con fuerza a la barra de mi derecha para no caerme, a la vez que los ojos empiezan a empañárseme y el aire a faltarme en los pulmones. Han disparado a Genji, han vuelto a por él.
El tren comienza a pararse al entrar en la siguiente estación, y al ver que no estamos lejos de Shinjuku me bajo rápido, comenzando a correr para dirigirme a la casa de Genji sin importarme nada.
Casi un cuarto de hora después llego a la manzana donde vive Genji, y aunque siento que el corazón va a explotarme del esfuerzo, vuelvo a correr hacia su casa, parándome cuando veo que está acordonada por un cordón policial y varios agentes están allí entrando y saliendo.
Me detengo frente a la cinta blanca y enseguida me doy cuenta del pequeño charco de sangre que hay en el suelo, lo que hace que mi corazón se estremezca y me ponga de los nervios, y como los policías están dentro de la casa y no puedo esperar más a saber detalles, me salto la cinta y paso dentro con velocidad.
-¡Eh, señorita! ¡No puede entrar aquí!
El policía del vestíbulo sale rápido para detenerme, y antes de que vuelva a decirme que me vaya, hablo mientras le agarro para que no me empuje, mirándole a los ojos.
-Por favor, tiene que decirme qué ha pasado. ¿Dónde está el chico al que han disparado? ¿Está bien?
-No lo sé, lo siento. Pero no fue a un chico joven al que dispararon, fue a un hombre de unos treinta y tantos, no sé nada más. Tiene que irse, por favor.
Asiento mientras pienso en lo que ha dicho, sintiéndome confusa y aliviada a la vez. ¿Quién ha sido el herido entonces? ¿Genji está bien? No puedo soportar más la incertidumbre y las preguntas sin respuesta, y después de salir del cordón policial, saco mi móvil mientras me alejo del lugar y llamo al móvil de Genji, pero como era de esperar, no me lo coge. A estás horas debe estar ya en el bar, preparando todo antes de abrir dentro de unas horas, así que guardo el móvil y me pongo en marcha hacia el tren de nuevo para ir hacia allí.
Cuando llego a la calle del bar corro hacia la entrada, levantando velozmente la malla metálica a medio abrir para introducirme en el lugar, sintiendo que mi pecho va a colapsar por la carrera y los nervios que llevo dentro por múltiples cosas, pero todo eso se disipa y exhalo con un tremendo alivio cuando veo a Genji aparecer del pasillo de los baños con unas cajas que deja sobre la barra, dándose cuenta de mi presencia en cuanto se gira.
-Genji, gracias a Dios. –Murmullo con las lágrimas casi aflorando antes de correr hacia él y abrazarlo con fuerza. Sin embargo, él se queda rígido por la sorpresa, aunque noto como su corazón empieza a ir más rápido.
No dejo que diga nada, y en cuanto rompo el abrazo le beso en los labios impetuosamente, dejándome llevar por lo que siento, para hablar al recordar las palabras del policía. Aún tiene la misma cara de sorpresa que no logra disimular, mirándome fijamente como si fuera un fantasma.
-Me he enterado de lo de anoche ¿A quién dispararon? Creía que fue a ti.
-Fue a Ken. Intentó salvarme y le dieron en la espalda. Está grave en el hospital cerca del parque de Gyoen, pero dicen que se recuperará. –Responde con un tono oscuro, apartando la mirada de mí mientras se deshace de mi agarre para poner distancia entre ambos.
-Genji, mi tío acaba de llamar para decir que va a tardar un poco... Vaya, mira quién tenemos por aquí.
Theia aparece del pasillo de las escaleras, y con una sonrisa cargada de maldad sale de detrás de la barra, acercándose sin dejar de mirarme hasta que se para al lado de Genji y se apoya en su hombro izquierdo con demasiada confianza, haciendo que me tense de inmediato.
-Me voy a ver a Ken. Gracias por la información. –Me despido tratando de fingir normalidad y que estoy bien, pero entonces ella habla disfrutando su momento.
-No hace falta que te marches tan rápido, podrías tomarte algo con nosotros para celebrar que Genji y yo estamos juntos.
No puedo fingir que sus palabras no me atraviesan cortándome como la mejor espada, pero lo peor viene cuando coge y le planta un tremendo beso a Genji, y él no hace nada, e incluso parece que la deja seguir.
-Bueno, voy a seguir colocando lo de abajo. Adiós, Airi. –Se despide con una falsa sonrisa, alejándose mientras yo lucho por no llorar y ser capaz de moverme, pero mi cerebro no quiere responder. ¿Esto significa que en serio se ha liado con ella? ¿Qué lo otro pasó de verdad, o qué?
-Lo sien...
No dejo que Genji termine su disculpa de mierda cuando alzo la vista y lo mira a la cara por fin, dándole una bofetada con todas mis ganas sin poder evitar derramar mis lágrimas, aún con un dolor extra añadido, para después salir de allí corriendo, para no volver más.
