CAPÍTULO XIV
Fueron unos largos segundos en el oscuro vacío. Amelia sintió algo, era la extraña fuerza que siempre venía cuando mataba algo. Se sentía más fuerte que las veces pasadas. Escuchaba su corazón latir con velocidad. En eso pudo abrir los ojos por un momento.
Se veía una luz a lo lejos. No podía levantarse, había un peso enorme que impedía pararse como de costumbre. Si quería ir ahí, tenía que ir arrastrándose. De forma lenta se iba acercando hacia la luz, poco a poco fue su visión aclarándose. Después de un rato, ella pudo salir del cuerpo de Dragonite.
La mitad superior estaba al aire mientras estaba acostada de estómago en el pasto. Decidueye junto con los Pokémon que conoció antes de la batalla estaban alrededor suyo, se veían preocupados. Se aliviaron después de ver a la mujer salir del cadáver.
Ella hizo un último esfuerzo en salir completamente del cuerpo de Dragonite. Una vez libre, se puso de espaldas y, finalmente, descansó. La mujer miró su entorno. El cielo estaba nublado, los árboles todavía se estaban incendiando. Todos que estaban presentes estaban felices.
Fue una feroz batalla, Amelia estaba extremadamente cansada y jadeando con mucha fuerza, su corazón latía sin cesar y no paraba de temblar. Estaba empapada de sangre del Pokémon, sintió muchas náuseas. Le tomó un minuto completo en recuperar el aire por completo.
La mujer se paró con algunas dificultades, poco a poco fue avispándose. Por mientras los Pokémon celebraban que ella estuviera con vida y por la increíble hazaña de haber masacrado al Dragonite gigante. Todos estaban felices, excepto dos que no veía.
La cabeza estaba en otro lado, parece que perdió el objetivo principal de su partida hace días atrás. Luego de recuperarse, volvió la consciencia a su mente, dejó de estar perdida. Recordó en ese instante que Snivy le acaba de salvar la vida de ese poderoso Hiperrayo. No sabía en dónde estaba.
—¿Y dónde está Minccino y Snivy? —Preguntó a ellos.
Aparece Minncino desde el oeste para avisarlos de algo.
—¿Qué sucede Minncino?
Se veía muy alterada y apuntando hacia el oeste.
—¿Tú sabes dónde está Snivy?
Ella asintió y fue por dónde provino. Amelia, Decidueye, Vaporeon, Fennekin y Emolga comenzaron a seguir a Minccino.
¿En dónde estaba Snivy? Un minuto después, se encontraron que la camilla hecha de ramas y lianas donde estaba Snivy estaba vacía. La serpiente no estaba ahí. Se preguntaron en dónde estaba.
Después la mujer vio que en unos árboles había huecos y algunos estaban quebrados. ¿Qué había pasado cuando Snivy estaba sola por un momento? De repente recordó que cuando el Dragonite lanzó su Hiperrayo directo a ella, vio en un instante que la tipo planta bloqueó el ataque con su cola, y se provocó una explosión. Desde ese punto no supo nada más de ella.
Pensó que quizás la onda explosiva hizo volar a la serpiente hierba mandándola muy lejos, chocando con todo que estuviera en su camino.
—¡Tenemos que seguir el rastro de estos árboles! ¡Vamos!
Y todos siguieron a Amelia hacia el oeste. Cada vez que avanzaban se encontraban con más árboles con daños. Después de correr, se encontraron por fin con Snivy. Ella estaba tirada delante de una roca enorme. Había una grieta enorme en la piedra, supusieron que chocó con eso de manera severa, y el Pokémon cayó al suelo después. Se acercaron preocupados, querían ver su estado.
Amelia fue a verla: el Pokémon serpiente hierba estaba todavía con vida, pero no estaba bien, estaba en estado crítico. Estaba saliendo sangre por varios lugares de su cuerpo, incluso se veía algunas partes fracturadas. Amelia no sabía que tanto daño le había hecho. Con todas esas lesiones y sangre saliendo lo dudaban mucho. No sabían que hacer en ese momento, hasta que, de repente, comenzó a llover.
Rápidamente pensó en buscar refugio, y se le vino a la mente la cueva en donde combatieron con los Dragonair. Tenía que actuar rápido.
—¡Volvamos a la cueva! ¡Rápido! —Ordenó Amelia.
Guardó su espada y su pistola y tomó en brazos a la malherida Snivy. Los Pokémon la empezaron a seguir. Corrieron lo más rápido que pudieron.
—Resiste, por favor —dijo muy preocupada a su Snivy —. Ya falta poco para resguardarnos de la lluvia.
El Pokémon de tipo planta apenas podía hablar, y respirar. La lluvia se intensificaba por cada paso que daba. Pudieron salir del bosque y entraron a la planicie. Les faltaba poco. Finalmente, Amelia con los Pokémon llegaron a la cueva.
—Ya llegamos.
Dejó a Snivy en el suelo. Pensó que no era buena idea dejarla en el frío y duro piso de piedra.
—Esperen aquí por un momento, voy por hojas.
Salió de la cueva rápidamente. Allá a fuera estaba poniéndose helado. La lluvia la estaba dejando su ropa empapada. Un par de minutos después, ella regresó con muchas hojas. Dijo después de entrar:
—Fennekin, ¿puedes encender esas ramas, por favor?
El Pokémon zorro usó Lanzallamas e hizo la fogata. El lugar se iba a temperar poco a poco.
Dejó las hojas en el suelo y las amontonó. Después ella colocó a Snivy en la cama de hojas. Necesitaba su bolso, recordó que lo dejó en la cueva antes de pelear con los Dragonair. Se le olvidó traerlo después.
Indagó en su bolso. Sacó las un rollo de vendas y unas tijeras que estaban adentro. No había alguna poción o algo para desinfectar. La mujer envolvió las heridas con los vendajes, luego las cortó y las anudó.
—Tranquila, Snivy, vas a estar bien.
Estaba tiritando mucho y se le oía hacer pequeños ruidos de agonía. Tenía muchas lesiones y sangre saliendo de las aberturas, una grande en la cabeza, una pequeña en un brazo, el otro estaba fracturado, una grande en la cola, una considerable en la pata, la otra también estaba fracturada, otra en la barriga, y una importante en la espalda. Además de que su hocico estaba dislocado y con sangre saliendo de sus fosas nasales.
Por alguna razón había muchos moretones en las partes bajas, por si no fuera poco tenía un ojo morado y el otro estaba enrojecido por la sangre. Lloraba de dolor, y en el ojo rojo estaba saliendo lágrimas con sangre.
Había perdido mucho líquido vital, pero con las vendas no perdería más, esperaba. Empezaron a aparecer manchas de color rojo en los vendajes. Lo que no esperó era que la serpiente hierba tosió con fuerza, tanta que le salió bastante sangre de su boca, esta terminó manchando de rojo oscuro en la parte frontal de su cuerpo.
Amelia no podía hacer nada respecto a eso, sabía que su Pokémon estaba en un estado muy grave, pero nunca se imaginó que Snivy estuviera tosiendo y vomitando sangre, todo porque su interior estaba completamente destruido.
Afuera seguía lloviendo mucho. Cuando terminó de tapar las heridas, fue a sacar en el bolso el líquido de bayas para que no se sintiera débil. Lo introdujo en un vaso especial para jugo que estaba en el bolso también. El objeto era para que los Pokémon que estaban en mal estado pudieran beber líquidos. Enderezó a Snivy un poco y ella bebió con lentitud. Decidueye, Emolga, Minccino, Vaporeon y Fennekin veían con mucha preocupación durante el cuidado que hacía Amelia. Una vez que bebió todo el jugo, volvió a recostarse. El trabajo del cuidado estaba hecho, solo constaba de esperar. Dio un fuerte suspiro. Estaba cansada.
—Es mejor que nos vayamos a dormir como se pueda.
Se acercó al Pokémon de tipo planta para decirle:
—Descansa, mañana nos vamos a casa.
Le dio un pequeño beso arriba de su cabeza. Pensaba que, por todo lo que hizo, Snivy se iba a recuperar al siguiente día. Se sentó detrás de una pared, dio un fuerte suspiro y descansó. Los demás Pokémon hicieron lo mismo, pero en diferentes puntos de la cueva, algunos se acostaron en el suelo al lado de la fogata para sentir un poco de calor.
Había sido un intenso y largo día. Pudo conocer a Decidueye y vencieron juntos a un Serperior, unos Dragonair y por último un Dragonite gigante. Debería sentirse feliz, porque encontró a su querida Snivy después de días de ardua búsqueda, pero al verla en un estado deplorable no la hacía ponerse contenta.
Se recostó después en el suelo para poder dormir. Los demás también trataron de hacer lo mismo. Era difícil conciliar el sueño sin tener una superficie suave. Por lo menos estaba el fuego para temperar el lugar.
Pasaron unos minutos de tranquilidad hasta que Snivy rompió el silencio. De repente ella se despertó muy alterada, sollozando con gran fuerza y dando muchísimos llantos. Todos los que estaban en la cueva escucharon sus potentes lloriqueos.
Ellos quedaron muy preocupados por ella, no sabían que le pasaba ni sabían que le había pasado para que se altere demasiado. Algo muy horrible le habrá pasado para que se ponga así. Era una situación alarmante. En eso Amelia se despertó repentinamente y fue lo más rápido posible a verla. Algo le pasaba. Ella dijo muy preocupada por su súbito cambio de estado:
—¿Qué te ocurre, Snivy? ¿Algo malo te pasa?
No paraba de llorar, gritar y temblar. Veía que estaba sufriendo mucho. Amelia no pudo evitar sentir pena hasta el punto de lagrimear.
Trató de consolarla.
—Ya, no te preocupes —mientras acariciaba su cabeza—. Mañana te sentirás mejor. Te lo prometo. No llores más, que yo estoy aquí para cuidarte.
No se sabía cómo iban a parar tal grado de sufrimiento y dolor, hasta que su cuidadora tuvo una idea. Ella la tomó y la puso en sus brazos, acto siguiente la meció de un lado a otro con suavidad, mientras murmuraba una canción de cuna, la misma que cantaba cuando ella no podía dormir. De manera lenta, los lloriqueos de Snivy empezaron a bajar de intensidad.
Esa canción, ese arrullo, esa delicadeza, esa ternura, ese fue el momento más bonito y a la vez penoso que habían visto los Pokémon en la cueva. Era penoso, por un lado, porque la pequeña Snivy estaba sufriendo mucho; y bonito por el otro, porque vieron el cariño de una madre que la hacía tranquilizar.
Todos ellos miraban con tristeza la emotiva escena, era como una madre que arrullaba a su cría. Esa dulce melodía llegó a los oídos de los Pokémon que estaba presentes, les hizo sentirse relajados al escuchar la canción de cuna.
Una vez relajada, Amelia la dejó en la cama de hojas con cuidado para decirle después de una forma dulce:
—Es mejor que duermas, que mañana será un mejor día.
Pasaron muchos minutos y todos volvieron a acostarse, se quedaron profundamente dormidos, mientras la lluvia nocturna seguía. Se calmó luego de un rato. Durante la noche, se disiparon las nubes. Iba a amanecer con el sol en el cielo. Pasó la noche con tranquilidad.
Pasaron las horas y amaneció finalmente. El sol iluminaba el cielo, el campo y el bosque. La cueva no recibía directamente la luz del sol, iluminaba solo un poco al interior. De forma lenta los Pokémon se iban despertando, algunos bostezando, otros estirándose.
Se levantaron después. Amelia seguía dormida. Uno de ellos, Vaporeon, trató de despertarla moviendo su brazo. La mujer se despertó y se sentó. Miró hacía afuera para ver cómo estaba el día. Vio que estaba completamente despejado. Después se acordó de su Pokémon. Fue hacia ella y trató de despertarla.
—Snivy, Snivy... ya es de mañana.
No quería despertarse.
—Despierta, Snivy.
No se abrían sus ojos. Algo andaba mal. Se empezó preocupar.
—¿Snivy? Snivy, por favor, despierta.
No reaccionaba.
—¡Snivy, por favor, reacciona! ¡Dime algo, lo que sea! ¡Contéstame, por favor!
Solo silencio. La tomó en sus brazos. Con sus dedos fue a tomarle el pulso en el cuello. No sentía nada. Se apegó hacia su pecho para escuchar su corazón, no lo escuchaba latir. No había caso, la peor cosa que podría pasar a Snivy desde el día que quiso quedarse con ella había ocurrido. Súbitamente las lágrimas brotaron de sus ojos.
—No… —desmoronándose— ¡No, no, no, no! ¡Esto no puede estar pasando! ¡Snivy, no! ¡Por favor, despierta! ¡Respóndeme, di algo, lo que sea! ¡No te vayas, por favor! No… no… Snivy…
Empezó a llorar a cántaros y a sollozar con fuerza. Los demás Pokémon se enteraron de lo que ocurrió. Todos se pusieron profundamente tristes. Se acercaron a alrededor de ella. Cerraron los ojos e inclinaron su cabeza hacia abajo en señal de luto.
Amelia estaba completamente destrozada. Su mejor amiga, que había pasado varios años con ella, que había vivido lindos momentos juntas, y que había sido su única compañía, se había ido para siempre.
