Capítulo 38
* * * P.V.G * * *
Sigo caminando de punta a punta de la sala de espera de urgencias mientras maldigo interiormente para que salga alguien de una puta vez y me digan qué pasa con Airi. Me siento muy nervioso, y pagaría por poder encenderme aquí mismo un cigarro.
Me detengo en cuanto escucho pasos y veo al médico que la ha atendido acercarse, así que voy a su encuentro mientras aprieto los puños para controlar mis nervios, escuchando atentamente sus palabras.
-Su novia está bien. Ha sufrido un ataque de ansiedad y tiene un leve esguince en el tobillo. Hemos tenido que suministrarle un ansiolítico porque no conseguíamos calmarla, así que trate de no alterarla mucho cuando pase a verla. Quizás la encuentre algo aturdida por la medicación.
-¿Puedo verla ya?
-Sí, pero recuerde lo que le he dicho. La tendremos en observación hasta que el efecto de la medicación pase y se tranquilice del todo, después podrá irse a casa.
-Gracias, doctor.
-No hay de qué. Buenas noches.
Vuelvo a hacer una leve reverencia y veo que se marcha, con lo que inspiro y me dirijo a la sala pequeña donde está Airi, abriendo la puerta con suavidad y entrando del mismo modo.
Está recostada en una camilla con el tobillo derecho vendado, y en cuanto me ve entrar se cubre con la sábana que le han dejado, porque por todas partes se le ve demasiada piel. Está muy pálida aún y conserva la cara de miedo. Cuando me acerco más veo que tiene el maquillaje corrido, y trata de no mirarme a los ojos.
-Hola, ¿cómo estás? –Hablo suavemente, sentándome en una silla que acerco hacia la camilla.
-Mejor, gracias. Tengo frío. –Susurra mientras se aferra a la sábana.
Yo me despego del respaldo y me quito la chaqueta de cuero que ella me regaló, y le ayudo a ponérsela despacio, abrochándosela también para cubrir su sujetador por completo. En cuanto está tapada suspira y parece encontrarse mejor, y yo aprovecho el momento para hablar y empezara resolver dudas.
-Mentiste a tu hermano. Estás aún trabajando para Kuroki, y por las pintas que llevas, no siendo camarera. Dime la verdad, Airi. ¿Trabajas para él de prostituta? ¿Te ha obligado a follar con sus clientes?
-No. –Susurra sin mirarme, pero sé bien que está mintiendo. Todo lo corrobora y me cabrea, haciendo que hable con cabreo y algo de dureza.
-Venga ya, ¿entonces qué coño haces vestida como una puta? ¿Por qué esos tíos iban gritándote que Kuroki iba a mandar violarte por todos sus hombres para que aprendieras a no salir corriendo? Ya no puedes engañarme, Airi. ¿Sabes qué hacía allí? Buscarte, buscar a Kuroki para mandarlo al hospital en cuanto viera lo que estaba obligándote a hacer.
Veo que ella empieza a llorar, y aunque trata de disimular, no puede porque es un llanto importante, pero en cuanto veo que empieza a hiperventilar y respirar de forma acelerada, tratando de decirme que la deje, me asusto al pensar en lo que dijo el médico, viendo que vuelve a pasarle lo del callejón.
-Vale, vale. Tranquila, Airi. Ya estás a salvo, no pasa nada, ¿vale?
Se limpia las lágrimas y veo que está temblando, pero intenta hablarme a la vez que pretende mantener la calma de nuevo. Yo agarro su mano y vuelvo a susurrarle que esté tranquila mientras la escucho.
-Trataba de salvarte. Me dijeron que te dejarían en paz si yo trabajaba para ellos en el club. No podía dejar que te hicieran daño, Genji, y como veía que estaban cumpliendo su palabra aguanté que empezaran a mandarme estar con hombres y dejar que ellos me...
Inspiro con fuerza para tratar de que la furia no me haga perder el control, pero sólo de imaginarme a esos hijos de puta tocándola y diciéndole de todo, me entras ganas de ir a ese garito de mierda y directamente liarme a puñaladas. Vuelvo a la tierra cuando ella empieza a sollozar y me pide perdón, y entonces me levanto y me siento a su lado en la camilla para sujetar su rostro y besarla con ímpetu y velocidad, hablando mientras fijo mis ojos en los suyos.
-No volverán a tocarte, ¿me oyes? No volverás a ver a esos cabrones. No tienes la culpa de nada, Airi, aunque no deberías haberte metido en eso por mí.
-Pero Genji, quieren matarte. Si no vuelvo al club irán a por ti y si te pasa algo yo...
-Si vuelves a ese antro a la única a la que harán daño será a ti, Airi. No voy a dejarte ir de nuevo.
-No hagas nada, Genji. –Me dice de repente al ver mi cara de enfado, agarrándome del brazo. Me conoce demasiado bien como para saber que no voy a quedarme de brazos cruzados.
-No te preocupes por mí, yo estaré bien. –Trato de calmarla mientras acaricio su cara. –Voy a decirle a los hombres de mi padre que te protejan. No quiero que vayas sola a ningún sitio, ¿me oyes?
-No puedo hacer eso, yo... ¿Qué voy a decirle a Tamao? Si se entera de esto...
-Airi –le corto con firmeza-, no te preocupes por él. Eso no importa, no va a decirte nada malo. No puedes ir por ahí sola después de esto. Irán a por ti.
-Yo quiero estar contigo, Genji.
Trago saliva ante su comentario, sintiéndome fatal por saber que no puedo volver con ella ni permitir que esté cerca de mí. Ahora es más peligroso porque también vendrán por mí, y tengo otros planes en mente. Inspiro antes de contestar tratando de sonar firme.
-Eso no te conviene, Airi. Es peligroso. Los hombres de mi padre se ocuparán, es mejor así.
Veo con pesar como sus lágrimas vuelven a brotar con ganas y me contengo para no besarla de nuevo, susurrándole que lo siento, entonces ella vuelve a hablar entre sollozos, mirándome con súplica en su mirada vidriosa.
-Te quiero, Genji. No te vayas de nuevo… necesito estar contigo, por favor.
Bajo la mirada para apartarla de sus ojos al sentirme tremendamente vulnerable por su tristeza y la culpa, pero debo mantenerme firme por su bien. No puedo cagarla más, pero de pronto ella se incorpora y me abraza con fuerza, repitiéndome que no la deje, y esta vez no puedo contenerme.
La separo de mí y la beso con ganas, aferrándola a mi cuerpo mientras siento un gran alivio al tenerla cerca de nuevo, sorprendiéndome de cuánto la había echado de menos, y recibiendo lo mismo por parte de Airi al ver de que manera me corresponde casi con ansias.
Tras unos instantes nos separamos, y sin decir nada la abrazo contra mi pecho gritándole mentalmente que la quiero, pero me muerdo la lengua para no decirlo en voz alta.
Unos minutos después entra el médico en la sala, y nosotros nos separamos rápido a la vez que lo escuchamos.
-¿Cómo te encuentras, Airi? Mejor, ¿no?
-Sí, doctor.
-Bien.
El hombre le toma el pulso y apunta algo en unos papeles, volviendo a hablar.
-Bueno, todo está bien; ya puedes irte. Y ya sabes, tómate las cosas con calma e intenta evitar el estrés.
Airi asiente y le da las gracias, y el hombre abandona la sala para dejarnos solos. Airi se pone de pie entonces y yo me acerco a ayudarla al ver que le duele el tobillo, pero de pronto la puerta se abre y entra Serizawa seguido de Ruka, quien trata de pararlo cuando viene directo a mí y me da un puñetazo.
Paro el siguiente golpe mientras me chorrean sangre de la nariz, y las chicas logran pararlo a duras penas, pero él me grita que me avisó de las cosas. Antes de que se suelte y vuelva a la carga, Airi se pone frente a él, y llorando le habla rápido.
-¡Para, Tamao! ¡Genji me ha salvado! Me perseguían por no haberme acostado con un cliente de Kuroki, y me dio un ataque de ansiedad. Él me trajo aquí.
-¿Qué hacías allí? –Me pregunta mirándome con seriedad, estándose quieto.
-Ya te dije que iba a resolverlo e iba a sacarla de eso.
Antes de que nadie pueda añadir nada más, dos hombres de seguridad entran y se llevan a Serizawa mientras Airi y Ruka intentan impedirlo diciendo que ya está solucionado, pero los hombres pasan de ellas y dicen que eso se lo expliquemos a la policía que está de camino.
Ruka le dice a Airi que se ocupa ella, y se vaya a casa cuando acaben de atenderme, y entonces volvemos a quedarnos solos. Se acerca y examina mi nariz con cuidado.
-Lo siento. Parece que te la ha roto, Genji. Voy a avisar al médico. Gracias.
Yo asiento levemente cuando me dice eso, y la veo desaparecer deprisa con la única sonrisa del día.
