¡Hola! La ultima vez subí el 1er capitulo a las apuradas y no explique nada.
1ro – lo evidente, los personajes no me pertenecer, Eiichirō Oda. Yo solo los utilizo durante la historia. Esta sí, es de mi autoría.
2do – habrá cuatro personajes a lo largo de la misma y todo será narrado por ellos.
3ro – Habrá escenas explicitas más adelante, las cuales avisaré de antemano para que lean solo si desean.
4to - ¡Disfruten!
Capítulo 2 – El pasado del cirujano.
TRAFALGAR LAW.
Mi nombre oficialmente desde que alcancé la mayoría de edad es Law Trafalgar, antes pertenecía a la familia Donquixote, pues el líder de esta, había adoptado a una cantidad infinita de huérfanos, entre ellos yo. Del orfanato donde pase desde los nueve a los diez años, reclutó cinco niños para poder usarlos en sus actividades ilícitas sin consecuencias. Doflamingo es sin duda, la persona más despreciable que alguien puede llegar a encontrar.
Tratando de alejarme lo más posible de la herencia que el apellido Donquixote podía dejarme, contactos o enemigos potenciales, regrese al apellido de mi padre, del cual ni siquiera recuerdo el nombre. Tengo veintinueve años y más problemas que un libro de Baldor. Mi tutor oficial en mis días de juventud fue Doflamingo, actualmente está preso por intento de homicidio hacia su hermano y fui yo quien logró que eso pase, aunque casi caí en prisión con él, hace doce años.
Recuerdo aquella mañana tan detalladamente, que le daría escalofríos al peor de los escritores de terror. Él estaba empapado con la sangre de Corazón. Yo actué por impulso, luego de siete años de entrenamientos duros y palizas aún peores, logré vencerlo en su propio juego del poder. Dentro de la misma familia, muchos me tacharon de loco, otros estaban felices de por fin ser libres. Hubo un tiempo en el que, incluso la persona por la que lo di todo ese día, me ignoró. Pero gracias a un excelente equipo de abogados y al testimonio de algunas víctimas suyas, conseguimos por fin nuestra tan ansiada libertad. Yo era menor de edad en aquella época, por lo que mi expediente quedó sellado. Pero todas las atrocidades que me obligaron a hacer, seguirán grabadas en mi memoria. Tal vez nunca mate a nadie, pero si les habré dejado secuelas de por vida.
Ahora, debo dejar de pensar en el pasado y concentrarme al cien por ciento en el presente. Cuando logre noquear a mi contrincante y la tribuna comenzó a festejar yo guarde silencio, nunca me ha gustado ser el centro de atención. El entrenador corrió hacia mí, levanto mi mano derecha logrando que todos vitorearan "CIRUJANO" una y otra vez. Entre más cerca del cinturón de campeón estaba peor se ponía Sengoku. Desde que vio cómo me defendía de unos asaltantes, ha insistido en que fuera a participar en el torneo de Full Contact a favor de su gimnasio y cuando fue a verme al trabajo termine aceptando para que dejara de fastidiarme.
Practique dos meses con él, aprendiendo las reglas y en el cuarto enfrentamiento conocí a Zoro Roronoa. Este me presentó a su jefe Franky quien estaba buscando un nuevo guardia de seguridad para su compañía, ese señor me pregunto si quería tomar el puesto, yo necesitaba dinero y el trabajo libre no dejaba nada, así que acepte. Pasé de cobrar millones por cirugía en el hospital, a vivir de simples migajas, que me daban por cortar el césped. Ser médico perdió todo el sentido, cuando no pude salvar a Penguin. Todas las personas a mi alrededor terminaban siendo miserables, me sentía un egoísta al triunfar sin ellos...
El horario en la empresa era razonable, la paga muy buena, incluso podría salir de la pocilga en la cual estoy viviendo desde que abandoné mi departamento. Corazón se había casado con Stussy y aunque ellos nos adoptaron a Baby y a mí como suyos, no quería estar ahí. El complejo de departamentos que encontré no se veía nada bueno por fuera, pero por dentro estaba bien equipado. El vecino que quedaba a dos puertas era molesto, ruidoso y distribuidor, la primera vez que lo vi supe inmediatamente quien era. Gracias a mi altura y apariencia no me prestó mucha atención, pues si me hubiera mirado por más de dos segundos, me habría reconocido de inmediato. Trébol era uno de los altos mandos en la familia Donquixote, él se encargaba de todo lo relacionado con la venta de estupefacientes. Con la caída de Doflamingo, le había perdido el rastro.
Tarde dos semanas en hacer todos los trámites para comenzar a trabajar, mi primer día será el martes. Me presentaron a las dos personas además de Zoro con las que tendría contacto regularmente, ambas entraban en mi antiguo instituto y en el que se graduaron mis amigos por esos años. Las recuerdo bien, porque eran unas de las pocas personas que no buscaban llamar nuestra atención. Siempre estaban sentados en una esquina, el pequeño niño con sombrero de paja y risa ruidosa, siendo seguido por el rubio revoltoso, ambos comiendo galletas y riendo a carcajadas. Yo no siento deseos de hablar con nadie y veo que es reciproco, ya que tampoco se me acercan. Tal vez sea por los tatuajes.
Este ambiente es tranquilo, al menos el primer día no pasó nada fuera de lugar. Subí a mi motocicleta, llegando en veinte minutos al complejo. La estacione y comencé a subir las escaleras. Oí una conversación desagradable, la voz de la víctima la reconocí de inmediato, estaba tratando de deshacerse de alguien indeseado. Acelere un poco el paso y supe de inmediato que pasaba, sujete al tipo por el cuello de ropa y lo lleve al suelo de un solo tirón. No necesite muchas palabras para hacerlo correr, él estaba aterrado en su lugar, le di paso para que subiera primero y prácticamente desapareció en la puerta junto a la mía.
El atacante estaba unos pisos debajo de nosotros, y cuando salió a la entrada frontal, hable desde arriba – más te vale que no te vuelva a ver por aquí –no dijo nada, pero desapareció en un lujoso auto blanco. Mi vecino problemático salió, reclamándome que su cliente se haya asustado, tratando de amenazarme con causarme problemas, yo solo lo ignore y le recomendé que no se buscara problemas conmigo, ya que no sabe quién soy. Estaba hablando a mis espaldas, aún no había visto mi rostro.
A la mañana siguiente, fui al gimnasio y luego a trabajar. El pequeño de ojos grandes me pidió conversar y al ver que me ofrecía comida me molesté muchísimo. Hace tiempo que deje de depender de alguien para poder comer, además de que no necesita agradecerme nada. Yo solo hice lo que haría por cualquier persona que estuviera en problemas frente a mí. Cuando su mano se acercó demasiado mi cuerpo actuó por instinto, protegiéndome de manera automática ante un posible ataque, al no medir mi fuerza lo golpee. Las palabras de ese bastardo volvieron a resonar en mi cabeza "Te estoy haciendo fuerte Law, tengo que forjarte para que seas como yo"
Me disculpe con él y tome su regalo. El parecido que tiene con Ikkaku es impresionante, al principio lo negaba, pero ahora puedo ver varias similitudes entre ellos… Su ánimo no cambio, seguía sonriendo con el otro recepcionista y no miraba en nuestra dirección o se habría dado cuenta de que mis ojos seguían sus movimientos atentamente – ¿Sabes que le pasó a Luffy en la mano?
- ¿Eh? – Zoro me sorprendió y me enfoqué en él para disimular.
-Tiene un moretón en la mano, no lo tenía al llegar – eso fue culpa mía… Él tenía razón, somos iguales… ¡No!
-Tráeme unas arvejas congeladas cuando salgas a comer, te devolveré el dinero – se rascó la cabeza y asintió.
-Deberías aprender a tener algún matiz en tu voz por lo menos, porque debido a tu rostro no sé si es un pedido o una orden.
-Pedido. No puedo ordenarte nada – río e hizo un amago de golpear mi hombro, yo solo retrocedí.
-De acuerdo, de acuerdo. Te lo traeré – Le restó importancia a mi actitud, yo baje mi cabeza como agradecimiento y retomé mi postura.
Le entregue a Luffy lo que me trajo Zoro y cuando le explique para que servía, me sentí extrañamente tranquilo. Yo no me parezco a Doffy, no soy una mala persona. Esa noche él salió tarde, solo cinco minutos antes de que terminara mi turno. Me preocupo que tuviera algún conflicto con el Trébol, así que apresure el paso y lo busqué con la mirada, una vez que lo encontré me acerque, retirando mi casco al ver el miedo en sus ojos. Eso pareció tranquilizarlo, porque su expresión se relajó. Me ofrecí a llevarlo y cuando entendió que éramos vecinos termino aceptando. Dijo que les temía a las motos, pero aun así se sujetó por el asiento, no creo que se sienta seguro una vez que arranque... Su agarre en mi cintura me lo esperaba, pero tuve que mostrarle como debía hacerlo si no quería que tuviéramos algún accidente. El calor de otro ser humano no lo sentía hace muchísimos años.
Ya en el complejo pasó lo que yo esperaba, este loco tiene alguna manía con los jóvenes y Luffy encaja perfectamente entre sus gustos. Solía escuchar como lo trataba y sabía que era cuestión de tiempo para que algo como esto pasara, los idiotas no cambian. Es un hombre desagradable y asqueroso, mantenerlo al margen no será difícil, una vez sepa quién soy. Revelar mi identidad tuvo el efecto que quería, pude ver el miedo en sus pupilas. Todavía le faltan los dientes que le quité aquella vez que intentó sobrepasarse con Bepo.
Las heridas en la mano de Luffy me molestaban, necesita ponerle ungüento o tardaran semanas en desaparecer. Le pedí que se resguarde y entre a mi departamento a buscar el botiquín, una vez saque las 3 pomadas que debería ponerse regresé y le explique exactamente lo que debía hacer. Las sostuvo en sus pequeñas manos y asintió a todas mis indicaciones. Uno de esos hematomas los cause yo… Pero, fue sin querer y ahora lo estoy remediando. Le pedí que tenga cuidado y me marché.
Esa noche no pude descansar demasiado, el recuerdo de Ikkaku me seguirá a todos lados. No puedes descuidarte un solo segundo o las personas terminaran desapareciendo… ¿Por qué lo hiciste? ¿No confiaste en mí? ¿Tuviste miedo antes? Son preguntas que jamás podrás contestarme. Eres la única mujer que me ha demostrado algo cariño y me ha hecho sentir apreciado. Pero no pude hacer lo mismo por ti y eso me perseguirá hasta el fin de mis días.
…
El pequeño de ojos grandes actuaba normal en el trabajo, no parecía para nada perturbado y eso me sorprendía. Capaz su manera de ser no le permite tener miedo, yo odiaba regresar a casa luego de algunos los encargos. Él parecía feliz, sonriendo, tomando café y comiendo esas galletas que en la época de instituto se me hicieron demasiado dulces. Mi novia también amaba las cosas dulces, seguramente se llevaría de maravilla con él. Ni bien llegue al complejo y estacione la moto, se acercó desde afuera del lugar, había estado en la tienda que estaba enfrente. Entonces si tiene miedo, pero en lugar de expresarlo se lo guarda. Puede parecer seguro frente a su amigo por las mañanas, pero todas las noches me espera para poder ingresar conmigo. Tal vez si hubiera acompañado a Ikkaku aquella vez seguiría con vida…
Sengoku me llamo en el horario de almuerzo y me indico que el combate contra El príncipe pirata sería esa noche, así que no podría acompañar a mi compañero en nuestra rutina diaria. Le avise, trato de hacerse el fuerte, le insistí y termino aceptando. Pero algo me decía que no me haría caso. Yo sabía de lo que era capaz Trébol cuando quería algo, simplemente no se lo comenté para no generarle más miedos… No pude concentrarme en la pelea, lo que le dio ventaja a mi contrincante y logró acertar algunos golpes. No fueron suficientes, mi entrenamiento matutino me mantiene en forma y he recibido palizas peores en mi vida. Gané por knockout, pero el enfrentamiento fue más largo de lo que suelo acostumbrar.
- ¿En dónde tienes tu cabeza muchacho? – Sengoku me reclamo cuando estaba en los vestidores – en todo este tiempo jamás has recibido tantos golpes.
-Me han pegado más duro – le resté importancia e ingresé a la ducha para despejar mi mente.
-Lo que digas, ya reservé la habitación para ti. Vamos a comer algo y luego ve a descansar – estaba lejos del complejo de departamentos, pero si acelero lo suficiente llegaría en una hora y media más o menos. Me bañe de prisa y mientras me vestía el entrenador continuó – cálmate, la comida no va a correr.
-Tengo que irme.
- ¡Pero! –no me quedé a escuchar lo que decía, solo corrí hasta mi motocicleta con todas las cosas en el bolso de gimnasia, subí, coloque la llave y acelere a fondo.
Siempre que algo malo pasa tenía esta misma sensación, pero normalmente solo me ocurría con mis amigos cercanos. Debido a la hora no había demasiados autos en la calle y llegué en menos tiempo del esperado, era de madrugada, todo estaba en absoluto silencio. Desde el estacionamiento se veía normal, pero cuando comencé a subir las escaleras escuché los golpes en las puertas y me quedé quieto tratando de captar algo más. Me tomó por sorpresa el choque de un pequeño cuerpo contra el mío. Era Luffy, estaba llorando y peleaba por alejarme de su lado con los ojos cerrados. Lo llamé y automáticamente se relajó, sus ojos son bonitos, pero estos estaban hinchados y el suelo bajo él estaba manchado de sangre.
- ¡Vuelve aquí flacucho! – era el maldito drogadicto… Estaban persiguiendo a mi compañero, no solo eran más grandes que él, encima de todo dos contra uno. Al verme trataron de retroceder, más al estar en un pasillo del segundo piso no pudieron ir muy lejos. Pelear con gente que no tiene experiencia en combates es sencillo, golpee en puntos específicos con el único fin de herirlos lo más posible. Todo lo que hubiera querido hacerle a ese bastardo de Doflamingo y a Pica lo hice con ellos. Trébol se lo merece, el otro no sé quién es.
Cuando la policía trato de detenerme y la gente comenzó a sacar fotografías recién me percaté de lo que provoco mi falta de juicio. Con gusto aceptaré cualquier castigo que me pongan, porque me merezco eso y más. Estos sujetos no tenían el nivel para enfrentarme y aun pudiendo noquearlos fácilmente, los lastimé. Ciertamente son basura, pero no me correspondía castigarlos. Mi compañero no permitió que me lleven esposado, detallo todo lo que había pasado y con cada lágrima que caía de sus ojos me sentía peor, con una mezcla de sentimientos.
En la comisaría luego de tomarnos la declaración me dejaron libre, dijeron que estuviera al pendiente de los gastos médicos de esos sujetos y que en caso de que vayamos a juicio podía usar eso a mí favor. En todo el camino mi mente batallaba entre la idea de que hice lo correcto y que exageré. "Somos lo mismo" "¿Crees que soy un mal padre? Soy lo que te mereces" – Puedes quedarte en mi departamento esta noche – "No eres nadie"
Luffy juntó unas cuantas cosas con permiso de los oficiales que estaban en la escena y luego de que cruzamos la puerta me agradeció de nuevo – Yo... – No pude evitar el reclamar su falta de juicio, sabía que algo así podría pasar si yo no estaba aquí. Él no los creía capaces de tanto, algo me dice que solo ha visto el lado bueno de la vida hasta ahora. Esas gotas saladas no me gustan, no reveles tu miedo o terminaran haciéndote más daño. ¡Tienes que ser fuerte!
Si tan solo le hubiera dicho a Sengoku que no podía hoy y que cambiara la fecha esto no habría pasado. Le indiqué que fuera a bañarse y una vez que estuviera limpio le curaría las heridas, se preocupó por mí, logrando desconcertarme. Estoy muy acostumbrado a recibir palizas y eso me ha dejado secuelas, mis manos suelen entumecerse, eliminando casi por completo la sensibilidad en estas. Me hizo caso, así que aproveche que estaba en el baño para cambiarme de ropa y colocarme algo cómodo para dormir en el sofá.
Ya tratando los pequeños cortes que tenía en el pie, comenzó a interrogarme – Kung Fu – no conozco la expresión que tiene en su rostro, pero prácticamente expresa todo lo que siente a través de sus gestos. Definitivamente es alguien demasiado vulnerable – desde los 10 años – respondía a sus preguntas, pero trataba de no prestarle demasiada atención, no quería que mi mente volviera al pasado de nuevo. Mas al ver cuánto le interesaba lo que decía tuve que aclararle que mi nivel de Kung Fu es el más alto que hay. Al mirarlo detenidamente, recuerdo algunos hematomas que en este momento han de estar ocultos bajo la sudadera, le restó importancia e insistió en tratar mis golpes, como no parecía que la negativa fuera una opción, terminé cediendo.
Mientras se concentraba en su tarea no pude quitarle los ojos de encima. Es parecido a Ikkaku en algunos aspectos, físicamente no, Luffy es un hombre, además tiene las pestañas más largas y ojos más expresivos. La nariz también es un poco más fina, los labios son pequeños y gruesos. Cuando se levantó para guardar el botiquín volví a la realidad, me incómodo un poco el rumbo que comenzaron a tomar mis pensamientos, entonces intente alejarlo. No necesito más personas cercanas. Traje todo lo necesario para poder dormir en el sofá y lo dejé pasar a mi habitación. No lograba encontrar una posición lo suficientemente cómoda para descansar, pero ni bien entré al mundo de Morfeo las pesadillas recurrentes comenzaron.
"Tenía diez años de nuevo, Doffy me llevaba a rastras a la primera clase de Kung Fu. El maestro no se sorprendía al ver mis moretones – Enséñale a ser un hombre – era el comentario de mi tutor, este sujeto era un poco más joven y lo llamó Maestro. El entrenamiento era duro, pero no podía quejarme. Porque de hacerlo este continuaba en casa y Doflamingo no era tan benevolente como mi profesor. Bepo lloraba constantemente a causa de los golpes, mientras que yo me ofrecía a recibir los castigos en su lugar. Corazón no decía nada, nunca lo intento y al ver que él lo pasaba peor no podía culparle"
El toque en mi mejilla me despertó, rápidamente agarre lo que sea que estuviera ahí. Por suerte mi mente me recordó que no estaba solo aquí – No hagas eso, podría hacerte daño – a Ikkaku le deje una marca en el brazo una vez.
-Pero no lo hiciste – lo solté y trate de calmar mis pensamientos. Buscaba medicamentos para dormir, para mi mala suerte los que tengo aquí no me sirven, ellos no eliminan fantasmas. Se la notaba tranquilo cerca de mí y eso no me pasaba hace muchísimo, incluso Corazón tiene miedo de quedarse solo a mi lado – sé que, para alejar las pesadillas, puedes pensar en el momento más feliz que tengas y luego tu sueño continuara desde ahí - Asentí, pero no le di importancia. Yo no tengo recuerdos bonitos…
"- ¿Ikkaku?
- ¡Law! Te estuve esperando
- ¿Para? ¿Qué te ocurrió en el brazo?
-Ya sabes lo torpe que soy, en fin. Ven, tengo que mostrarte algo – corrimos a lo alto del cerro y me mostró la ciudad desde ahí - ¿Qué te parece?
-Solo son edificios.
-Agh, espera a que se vaya el sol - Una vez que todo se volvió oscuro las luces que iluminaron el panorama me hipnotizaron - ¿Son hermosas verdad?
Separe mis ojos solo unos segundos de ella y al voltear para responder desapareció - ¿Ikakku?... ¡¿Ikakku?!... ¡¿IKAKKU?!... ¡¿Dónde estás?!... ¿Estás bien?... Todo estaba oscuro de nuevo"
Me desperté aterrado, sudado de pies a cabeza. Odie esa sensación, corrí al baño a darme una ducha para tratar de quitar ese asqueroso recuerdo de mi mente. Ya más tranquilo, colocándome algunas ropas limpias que tenía a mano, salí y escuche a mi compañero hablar- Es Torao, Trafalgar - todos me conocen por Trafalgar ahora, antes usaba el apellido de la familia, solamente mi pandilla de corazones me decía Law - No es mi novio Sanji, ni siquiera comiences a hacerte la película. Las noticias lo tergiversaron todo - si esto salió en las noticias seguro que el dramático… mi teléfono comenzó a sonar y al ver el nombre de Sengoku en la pantalla suspire.
Le pedí permiso para entrar, ya que no sabía si estaba presentable, sus ojos me miraban fijamente y eso me molestaba, me ponía los nerviosos de puntas. Le ofrecí café y al no obtener respuesta tuve que llamarlo. Acepto, yo saqué mi desodorante y las carpetas que necesito entregarle a mi entrenador para que haga la inscripción a la siguiente pelea. Una vez en la cocina prepare mi batido verde, ya que odio las cosas dulces. A mi compañero le gustan, así que le hice unos wafles y dejé el líquido marrón sobre la mesada. Recogí el periódico y comencé a ojearlo mientras bebía mi desayuno.
De reojo podía ver como miraba todo con emoción, le ofrecí miel y sus ojos se iluminaron como el de un niño al que le ofrecen un juguete nuevo, se lo pasé y retome la lectura. Rápidamente entendí a qué se refería él cuando dijo que yo no era su novio, la noticia ocupaba una página completa. Ni siquiera soy famoso y ya fastidian… "El cirujano de la muerte fue el protagonista de una pelea ... Este regresaba al departamento que compartía con su pareja ... perdió los estribos y envió a los atacantes al hospital. Se considera la posibilidad de expulsarlo de los torneos" malditos periódicos amarillistas. Siempre sacando la información errada con tal de vender más copias.
A pesar de su pregunta tiré esa página a la basura sin dudar. Una nueva llamada de Sengoku me recordó que aún no he hablado con él y seguramente querrá una explicación – Tengo que salir – No necesita más detalles, pero tampoco quiero exponerlo, prefiero que se quede aquí si no tiene a donde ir. Le dejé unas llaves, mi número y cuando volvió a llamarme Trafalgar me molesto, no sé porque… - Mi nombre es Law – ¿Por qué necesita llamarme por mi nombre? No me afecta en nada que continúe llamándome por mi apellido... Aunque la otra palabra no sé porque la dijo. Se oía graciosa en sus labios.
Fui a mi habitación, me cambie de ropa, me coloqué los piercings en las orejas y cuando salía le volví a recalcar que me llamara si sentía que había algo fuera de lugar. Tal vez ese idiota no haya salido aun, pero puede tener contactos fuera y buscar venganza o algo peor. Mientras sigan inventando que es mi pareja, podría llegar a tener problemas. Le avise a Sengoku que nos encontraríamos en el gimnasio, intento llamarme la atención por teléfono, más corté rápidamente la comunicación.
Una vez que le entregué los papeles que necesitaba comenzó a quejarse, que traería problemas legales si presentan una denuncia, porque le había escondido a mi pareja y que él me apoyaría si llegaba a requerir abogados. Me dio las ganancias por la pelea y cuando iba a mostrarme a mi siguiente contrincante, en caso de que no tuviera una sanción; mi teléfono sonó, el número era desconocido por lo cual atendí rápidamente. No hablaba, pero podía escuchar el desastre en el fondo. Le pedí que se escondiera, pero cuando la voz de mi hermanastra Baby resonó en mi oído me palmee la frente. Esa niña está loca, desde que me vio ha estado molestando con que algún día se casará conmigo y quien sabe que estupidez más - Ve a donde te dije y espera a que se canse. Se irá una vez que nadie le conteste – colgué la llamada al mirar la cara de Sengoku.
- ¿Esa era tu novia?
-No es mi novia, es un compañero de trabajo y vecino – hizo cara de incredulidad y yo suspiré.
- ¿Es hombre?… Evita los escándalos por ahora. Tal vez seas poco reconocido, pero aún hay gente que te admira – no le respondí, me parecía innecesario – Normalmente tu cara sin expresión me agrada, pero ahora me provoca golpearte.
- ¿Me mostrarás quien es el nuevo oponente? – Frunció el ceño - ¿Qué?
- ¿Estás apurado?
-Algo – me apunto con un dedo.
- ¡UISH! ¡Sin escándalos señorito! – siguió maldiciendo mientras caminaba a su oficina.
Mi mente no le estaba prestando atención, sin que me lo propusiera acababa regresando a mi departamento a hacerle compañía al pequeño de ojos bonitos ¿Estará bien? ¿Ya se habrá marchado? Marqué su número durante la explicación del entrenador, le pregunte por Baby, por suerte ya se había ido. Pero ella no es mi novia, y si quiere crear problemas por sus delirios románticos me importa muy poco. Consiguió un lugar para quedarse, eso me alegra, pero igual no me parece bien dejarlo demasiado tiempo solo - ¡TRAFALGAR!
Sengoku ya se percató de que lo ignoraba y comenzó a gritar – nos vemos cuando llegué a casa.
- ¿Siquiera escuchaste lo que dije?
-Pelea contra el Bellamy la hiena, 22hs, gimnasio los Sabaody –no lo convencí – juega sucio y da patadas cuestionables.
- ¡Eso lo leíste en los apuntes! – atrapado, realmente no escuche lo que decía.
- ¿Es lo que importa no?
-Ya quiero conocer a esa supuesta pareja tuya ¡Te hace actuar como una persona normal! Y eres aún más insoportable así.
- ¿Algo más? – necesito pasar a hacerle mantenimiento a mi moto y pagar el préstamo del banco.
-Nada, ya puedes irte.
Me despedí e hice todo lo que tenía en mi lista de pendientes, antes de volver al complejo. Por el camino pasé frente a la tienda que figura en el vaso de café que siempre tiene mi compañero en mano, aproveché para comprar uno para él y un batido para mí. También pude conseguir esas galletas que come desde la época de instituto y regresé a mi departamento. Me gusta ver las expresiones que hace cuando algo le agrada, más he aprendido en mis años de vida, que estas solo le dan acceso a los demás para dañarte – si lo veo una vez, no lo olvidaré – me sentía a gusto con los recuerdos que tengo sobre Luffy, siempre estaba sonriendo, incluso en mis memorias.
-Es una habilidad muy útil – cuando son cosas buenas sí, pero cuando es a tu verdugo desfigurando el rostro de quien consideras tu padre a golpes o a tu novia muerta de una sobredosis no… Ni que hablar del accidente - ¿Son de frambuesa? – Me saco de esos malos momentos al distraerme – ¡Mis favoritas! –quédate con lo bueno Law, por una vez en tu vida deja de atormentarte. Ikkaku eligió lo que creía era lo mejor para ella y ese bastardo… termino preso gracias a eso - ¡GRACIAS! – huyendo de mis fantasmas me encerré en la habitación, pero esa última palabra de mi compañero me hizo sonreír.
-Es tan infantil –dejé todos los papeles nuevamente en su lugar, me coloqué unos pantalones deportivos, zapatillas y una remera negra antes de volver a salir. Luffy estaba lavando el plato y tarareaba una canción desconocida para mí - ¿Cuándo viene tu amigo?
- ¿Sanji? – no conteste, me parecía obvio. Ya que ese era el nombre que me dijo por teléfono – Dijo que, a eso de las 20hs, suele viajar los fines de semana y lo agarre fuera de aquí.
-Ya veo – volteo, se cruzó de brazos y me miro serio - ¿Qué?
-Estoy pensando seriamente si sería correcto hacerte esta pregunta – Enarqué una ceja – la chica que vino aquí.
-Es una de las hijas que adoptó mi padre y su esposa – una "O" se formó en sus labios – no tengo ningún parentesco con ella.
-Eso quiere decir, es normal que ella guste de ti – se sentó junto a mí en el sofá, con las piernas cruzadas y mirándome fijamente - ¿Hace cuánto se casó tu padre? - Pregunta extraña, pero Luffy es así.
-9 años – hizo una cara de duda.
-Tenías… ¿16?
-Tengo 29 – agrando los ojos como platos
- ¡Eres 6 años mayor que yo! ¡Pensé que teníamos la misma edad o máximo me sacabas dos! Digo, íbamos al mismo instituto y todo – se sonrojó por su comentario, a mi poco o nada me importa mi apariencia. Desde que Doffy me comenzó a desfigurar el rostro en los castigos, dejé de mirar mi cara en el espejo. Yo tenía 10 años y medio el día de mi primera paliza y vaya que nunca olvidaré ese momento. Pues exactamente 7 años después, logré meterlo tras las rejas - ¿Qué ocurre?
- ¿Eh?
-Estás haciendo una cara aterradora ahora –me miré en el espejo que colgaba de la pared. No había ningún cambio en mi expresión – siempre parece que todo te importa poco, pero algunas veces, no siempre, logro ver pequeñas expresiones en tu rostro que denotan estados de ánimo.
-Estoy bien – frunció el ceño, acerco su dedo índice a mi frente y yo retrocedí. Él siguió avanzando, así que dejé de alejarme y esperé a que me muestre.
-Esto –toco entre mis cejas – se arruga un poco, no es muy perceptible, pero lo hace.
- ¿Eres psicólogo ahora? – levanto el mentón y sonrió con superioridad.
-Estudie 4 semestres de psicología.
-Ya estaba terminando medicina cuando ibas al instituto – me miró con sorpresa y yo me quedé aún más impactado, por haberle contado eso.
- ¡¿De verdad?!
-Sí.
- ¿Entonces porque te dedicas a ser guardia de seguridad de día y peleador de noche? No se supone que los médicos ganan fortunas y... - Miedo - Lo siento, no es de mi incumbencia - Se quedó unos segundos en silencio y comenzó a preguntar de nuevo - ¿Y te gusta?
- ¿Pelear? – asintió.
-No. Aunque la paga que deja es buena - Mentira, sólo me ayuda a dejar de pensar.
- ¿Tienes alguna deuda? – Asentí, pues eso es verdad. Los gastos médicos de Corazón, el préstamo del banco para mis estudios y la ayuda a uno de mis mejores amigos son cosas que no puedo descuidar – bueno, por lo menos con el salario de la empresa y lo que saques de las peleas podrás paliar gastos – la clínica de rehabilitación de Bepo y los gastos de quimioterapia para mi padre me dejan sin demasiados ingresos. Stussy paga la mayor parte, ayudo en lo que puedo tratando de no perder mi independencia.
-Algo – estar conversando con él me hace recordar cuan hecha mierda está mi vida, el cáncer, las drogas, la falta de dinero actual, los trastornos psicológicos que cargo conmigo día a día.
-Lo siento, te hice recordar algo feo verdad –lo mire y él señala su entrecejo – lo haces de nuevo.
-No te preocupes, son cosas del pasado – me sonrió, se apoyó en sus rodillas y hablo.
-Mientras ellas no definan tu futuro, no habrá problemas – técnicamente hablando, mis traumas y situaciones actuales definen lo que soy. Un pobre idiota, con deudas hasta el cuello y un grave problema de relacionamiento. Soy pobre por decisión, pues en este momento podría estar forrado en plata, si mi pasado me lo permitiera.
-Claro.
-Por cierto, ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?
- ¿En qué?
-El problema de ayer, por lo que leí te puede crear inconvenientes en tu carrera como luchador – me asombro su preocupación, no estoy acostumbrado a que me presten demasiada atención.
-No, cualquier cosa se lo pediré a Sengoku – agrando los ojos y tuve el impulso de reírme de su expresión, más me contuve – es el entrenador del Gimnasio para el que peleo.
- ¡Ah! –bajo los pies del sofá y miraba fijamente el suelo – Lamento haberte causado problemas. Si te hubiera hecho caso, no habría pasado esto.
-Cierto – no me gustaba verlo de ese modo, me gusta más cuando ríe – pero no fue tu culpa, está loco y prefiero tener algunos problemas que dejar que lastimen a alguien. Los abusivos no me agradan.
Apoyo las manos a los costados de sus muslos y sonrió – Eso sí recuerdo, en el colegio no empezabas peleas. Pero si defendías a los que estaban en alguna –los encuentros absurdos no me importaban, solo detestaba que se metieran con los más débiles.
-Nunca golpee a nadie ahí Luffy, todos eran menores de edad y yo sólo estaba durante los recreos. Pero siempre que pueda defender a alguien, lo haré – cuando su mano se movió para ubicarse sobre mi hombro retrocedí por instinto.
- ¡Lo siento! ¡Tengo la mala costumbre de tocar a la gente ni bien entro en confianza con ellos! – se sonrojó, se colocó de pie y comenzó a balbucear incoherencias. Hablando más consigo mismo que conmigo, trate de restarle importancia, aunque se me hacía difícil no reír de las expresiones que su rostro demuestra. En eso, es igual a Lami, mi hermana o quien alguna vez fue mi compañera de travesuras.
Nos vemos en el siguiente capítulo :3
