¡Buenas! No sé si día, tarde o noche, pero espero que sea bueno. Por algún motivo los capítulos de Luffy siempre terminan siendo los más largos y eso que no lo hice a propósito. Igual, espero que les guste y disfruten al leer.
Sin nada más que agregar... ¡COMENZAMOS!
CAPÍTULO - 5 - Esto está mal.
LUFFY MONKEY.
Nos quedamos hasta presenciar el último combate, Ace estaba demasiado emocionado. Me mostró el vídeo de lo que ocurrió en el pasillo hace poco menos de dos horas, ya que estaba en una de las páginas de lucha que él frecuentaba – Se tomó muchas molestias para ayudarlos – recalcó cuando Torao se abría paso entre los curiosos antes de ayudarnos – y era muy adorable la manera en la que te trataba.
- ¡¿Adorable?! – Exclamé ofuscado - ¡Estás loco! – ponía boca de pato y todo - ¡Basta!
- ¡Vamos Lu! Tienes que admitir que se ven bien juntos – Bufé y él río – además que según los fanáticos tu eres su pareja. Dales unos días para que asimilen que eres la persona que protegió y casi fue preso.
- ¿Qué? –Me miró incrédulo - ¿Cuándo supiste? ¿Crees que podrán?
- No sabía que eras tú hasta hace unos minutos. Lo harán, solo tienen que mirar la foto y la filmación.
-Ni que fuera un cantante famoso –enarcó una ceja y me mostró los comentarios del vídeo. Había muchas mujeres y hombres que especulaban cosas sobre nosotros.
-Yo, así de loco como me ves. Soy un amor alado de esos fanáticos.
Este fin de semana pacifico resulto más complicado de lo que pensaba. Mis padres se enojaron muchísimo con Ace cuando vieron el golpe en mi frente y le volvieron a insistir que se alejara de ese ambiente. Él simplemente los ignoró y continúo como si nada. A mí me rogaron que no siguiera sus pasos, que mantenga mis narices lejos de las peleas y cualquiera involucrado en eso. Normalmente los escucharía y evitaría relacionarme con ellos, pero no me gusta la idea de cortar lazos con Torao. Aunque me niegue a admitirlo, se ha hecho alguien muy importante para mí. No sé qué es lo que siento por él, solo que no me agrada pensar en alejarlo. Me siento muy seguro a su lado, más me preocupa el rumbo que han tomado mis pensamientos. Ya no me parece que sean solo los de conocido de instituto. Mi corazón latiendo como loco cada vez que lo tengo cerca; me lo está advirtiendo… pero desconozco el nombre de esta emoción.
El domingo llegué muy entrada la noche junto a Sanji. Él ya estaba encerrado en su habitación, no salió siquiera a saludarme. Creo que lo estoy molestando o generando problemas. Porque el lunes de mañana podía ver su mejilla golpeada, aunque haya intentado cubrirla con maquillaje. Su novio siempre piensa que él le es infiel con todo el mundo, y sabiendo que yo vivo aquí, no ha de considerar el hecho de que sea su amigo de la infancia. Voy a aceptar ese departamento cerca de las oficinas, no es muy bonito, pero por lo menos dejaré a Sanji en paz.
- ¿Estás enojado conmigo? –me miro sorprendido.
-Claro que no bonito, pero hice una estupidez – me comentó que había besado a Zoro luego de una pelea con Gin y que no sabía qué hacer. Me pedía perdón porque sabía que a mí me atraía físicamente, pero yo le dije que ni se preocupara por eso, más allá de parecerme lindo no quiero nada con él.
-Él es una persona con la que puedes hablar, dile que fue un impulso del momento y todo saldrá bien – estaba rojo como un tomate cuando ingresamos en la oficina, y volvió a mantener su actitud distante con los guardias.
Yo los salude a ambos, pero al enfocar mis ojos en Torao y recordar lo que dijo mi amigo sobre que beso a Zoro me avergoncé. ¿Qué pasaría si yo lo beso? ¿Cómo reaccionaría? No es muy expresivo y yo lo soy demasiado. ¡¿QUÉ DEMONIOS ESTOY PENSADO?! Apenas logré que se abriera un poco y ahora pienso en esas bobadas. Jamás he pensado así de alguien y justo con el señor pocas expresiones se me ocurre imaginarlo. He tenido novio, novia, además de alguno que otro crush, pero nunca nadie me había atraído así… En el instituto me llamaba coqueto por mi manera de ser y hubo varios que lo mal interpretaron. Cuando los rechacé, algunos en vez de aceptarlo de buena gana me dijeron que de todas maneras no era la gran cosa y que solo lo hacían como un favor. Eso destruyo mí ya de por si dañada autoestima, logrando que fuera mucho más receloso para entrar en relaciones amorosas. Tal vez es culpa de mi manera de ser. Tengo que dejar de tomarme tanta confianza con la gente.
Decidí empezar con Torao. En el almuerzo lo intenté, más me era difícil mantener mis manos en su lugar - ¿Qué te ocurre?
- ¿Eh?
-Tus nudillos se han puesto blanco de tanto que aprietas las manos – afloje mi agarre. Me cuesta expresarme sin usarlas.
- ¡Ah esto! Solo estoy tratando de corregir mi comportamiento. A la mayoría de la gente no le gusta que la toquen y yo lo hago demasiado.
-No me molesta – me descoloco su comentario. Me sonroje abruptamente al recordar como su corazón latía bajo mi tacto el sábado pasado y que él no se alejó del contacto.
-Pensé que no te gustaba que lo hiciera – soy un tonto, me pongo colorado solo de pensar en ese momento.
-Si fuera otra persona no lo hace, pero si eres tú está bien – no pude evitar que se formara una sonrisa en mis labios.
No es alguien muy expresivo, pero lo poco que deja ver me da todas las pistas que necesito sobre su personalidad. Su cara de que todo lo importa una mierda ya no me parece su verdadero rostro. Torao es alguien dulce, que cuida y trata con cariño a la gente a su alrededor. Me encantaría poder conocerlo más y saber que se esconde detrás de esa expresión taciturna.
…
A la salida Sanji me dijo que invito a un amigo a su casa y si por favor podía darle la noche para ellos. Le pregunte si era Gin y lo negó varias veces. Que estaría bien y mañana me invitaría el almuerzo. No teniendo otra persona a la que acudir, llamé a Torao a su celular, obviamente no contesto. Por lo que regresé sobre mis pasos y volví a la entrada. Al ver que me acercaba, el acortó distancia – ¡Soy yo! – dije con una sonrisa.
-Puedo verlo, ¿Qué paso?
-Sanji tendrá una visita a la que no puedo ver y me pidió que no vaya.
-Dijiste que ya tenías un departamento nuevo – cierto…
-Sí, tengo uno en mente. Pero aún no confirme nada y
-Quieres ir a dormir al mío – no fue una pregunta, lo afirmó.
- ¿Si?
-Está bien, pero no dormiré en el sofá.
-No te pediré que lo hagas –me tendió una llave, pero ni muerto vuelvo allá yo solo – te espero.
-Ok – volvió a su puesto y me miraba desde ahí.
Mientras esperaba por él, aproveche para pasear por las tiendas que hay cerca, compre un Café y unos bocadillos dulces. Él se retiró en su horario de siempre y yo ya me encontraba frente a su moto cuando el timbre de mi teléfono comenzó a sonar. Me tendió el casco de repuesto y una vez que estuve bien acomodado arrancó. La primera vez que me subí temblaba de miedo, no puedo decir que ahora me encanta, pero al menos es relajante estar pegado a su espalda admirando las calles. Esta vez no iba tan rápido, y nos topamos con dos semáforos en rojo. Por lo cual tardamos media hora en llegar, su perfume me gusta, no es tan fuerte, pero si lo suficiente para que se respire al estar tan cerca. Una vez en el estacionamiento esperó a que bajara y luego sujetó el casco que utilice para llevarlo con nosotros. Mi cuarto había sido alquilado por otra persona y el de Trébol seguía vacío.
-Sigue preso, le dieron cargos por posesión y distribución – me comentó Torao.
-Se lo merecía – la puerta se cerró a mis espaldas, me ofreció unas ropas para que las usara y me dijo que pondría a lavar las que tengo puestas, así las volvería a usar mañana.
Agradecí y le pase mi uniforme desde el baño. Mi ropa interior la dejé conmigo, lavando solo mi bóxer negro en la ducha. La ropa era holgada y para mi suerte los shorts eran de algodón. Todo era ideal para poder dormir bien y la parte de abajo la pondré a secar junto con lo demás. Se siente extraño estar sin ropa interior, pero no estaremos tan cerca cómo para que lo note.
Pedí unas hamburguesas y le pregunte a Torao desde fuera del baño si quería una, el negó, así que solo ordené para mí. Una vez que estuvo limpio y perfumado volvió, decir que no provoco nada en mí su imagen sería una mentira. Mientras mayor es el tiempo que pasó con él, se me hace más y más atractivo. Cabello húmedo y desordenado, remera sin mangas blanca y unos pantalones grises holgados.
- ¿Qué te pasa? – desvié la mirada, porque esta seguía paseándose por sus brazos sin permiso.
- ¿Po- Por? – se acercaba, su fragancia era cada vez más fuerte.
-No soy bueno con las expresiones, pero sé que no es normal que las mejillas de alguien se pongan de ese color –busqué un vaso y me serví agua - ¿Seguro que no es nada malo?
- ¡No! Es algo completamente normal – con solo enarcar la ceja me daba a entender su incredulidad – Es una reacción natural del cuerpo a la vergüenza, la ansiedad, el nerviosismo, la molestia o el… - amor...
- ¿Estás ansioso? –negué, mi cerebro se congelo en la última palabra - ¿Nervioso? – mi cabeza hizo la señal de negación - ¿Molesto por algo?
-No…
-Entonces es vergüenza – nunca me he enamorado, tuve novios sí. Aunque jamás me llegue a enamorar de alguno – ¿Pero de qué?
Al momento en el que mis ojos pudieron hacer contacto con los suyos lo comprendí todo… Me lo negaba cada vez que siquiera cruzaba la idea por mi cabeza, pero ya no puedo hacerlo – Torao yo - ¿Qué le diré? – Yo… creo que – el timbre del lugar hizo eco y una voz familiar nos interrumpió.
Iba a abrir, más el me pidió que fuera al cuarto un momento y que no saliera de ahí hasta que me avisara. Obedecí, pero no entendía que pasaba. Pensé que sería mi comida, aunque nada más al asomar mi oído a la madera escuche la plática – ¡Enserio tienes que dejar de meterte en problemas! – un portazo retumbo en el lugar.
- ¿De qué hablas? – ¿ese no es?
- ¿Este eres tú verdad? – Silencio - ¿Qué hacías saliendo de un centro de rehabilitación?
-Eso no te incumbe Sengoku –abrí un poco la puerta para ver lo que ocurría, tratando de no hacer ruido – no tiene nada que ver con ninguno de ustedes. Yo hago mi trabajo que es pelear, nada más y nada menos.
- ¡Pero ahora que estás saliendo a la luz, cualquier especulación sobre una adicción será mortal para tu carrera!
-No consumo drogas – golpea un sobre de papel contra su pecho.
- ¡Pues díselo a los organizadores! ¡Ahora me piden que te hagas una prueba de sangre y orina constantemente!
-No tengo problemas, estoy limpio.
- ¡Trafalgar! Enserio ¿Qué es lo que pasa contigo? – Volteo hacia mi dirección y cerré la puerta abruptamente - ¡¿De verdad?!
-Te lo vuelvo a repetir, mi vida privada no tiene nada que ver contigo.
- ¿Ahora traes amantes a tu casa también? ¿O es ese supuesto compañero? – la puerta se abre un poco, más vuelve a cerrase fuertemente.
-Vete. Que hagan lo que se les venga en gana, no porque haya optado por pelear tienen derecho a controlar lo que haga o deje de hacer. Si lo que te preocupa es que sea un adicto descuida, no lo soy. Los análisis lo probaran.
-Chico enserio, no busco controlarte. Solo quiero evitar que la prensa te haga pedazos –Torao alcanzo a murmurarle algo que no entendí y luego el timbre los interrumpió.
Ya no pude escuchar nada más, supongo que se habrá marchado cuando la puerta principal volvió a cerrarse. Mi compañero ingreso a la habitación, me pasó la bolsa con la comida y luego volvió a dejarme adentro. Al otro lado había mucho movimiento, arrastraba algo y después comenzaron a sonar muchos golpes. Salí a ver qué pasaba y él estaba golpeado una gran bolsa de boxeo que no había visto antes y sé que no estaba ahí, dándole patadas y puñetazos lo suficientemente fuertes para hacerla balancearse de aquí para allá.
- ¿Quieres estar solo? – seguía con las manos levantadas, más me miró fijamente.
-Haz lo que quieras – me dolió su respuesta, pero podía comprender. Asentí y regrese al cuarto, quedándome a solas, escuchando como descargaba su enojo contra el pobre costal. Ya ni hambre tenia, me parecía muy injusto que le buscaran tantos problemas. No tiene señales de ser un adicto, capaz tenga algún familiar y el solo fue de visita a ese centro. Aunque para poder aclarar eso debería exponer a alguien que aprecia y no creo que lo haga. Quisiera saber cómo ayudarlo o tranquilizarlo, pero no se me ocurre nada…
Estuvo cerca de 20 minutos antes de que cualquier sonido de afuera parara, no me animaba a verlo. Merece tener algo de paz y no se la puedo proveer yo. Cuando ingreso a la habitación estaba sudado de pies a cabeza, tomo algunas ropas y su toalla, para nuevamente salir con dirección al baño. Luego de 15 minutos volvió, ya con su rostro de siempre. Las manos presentaban magulladuras al igual que las piernas, más no era algo demasiado raro - ¿Mejor? – lo miraba desde la cama, me daba la espalda cuando guardaba algo en el ropero de su cuarto.
-Algo – camino hasta mi lado y se sentó junto a mí.
- ¿Quieres hablar de eso? – Miro a la pared y negó con la cabeza – de acuerdo.
-No comiste – la bolsa estaba intacta en su mesita de noche.
-Se me fue el apetito.
-Lo siento – toque su hombro y en vez de quitar mi mano o intentar alejarse, la sostuvo.
-No fue tu culpa. Yo soy él que estaba en el lugar y momento equivocado – negó con la cabeza.
-Tu eres mi invitado hoy, Sengoku es quien vino sin avisar – mi pulgar acariciaba su hombro, me miro a los ojos - ¿Qué me ibas a decir antes de eso?
- ¿Eh? – trate de retirar mi mano, más no me soltó.
-Sí, dijiste creo que y-.
- ¡Ah! –me sonrojé al volver a pensarlo, no tuve tiempo de asimilar lo que iba a decir porque paso todo el drama con su entrenador – No era importante.
- ¿Seguro? Tu rostro estaba muy serio en ese momento –no esperaba que subiera su mano derecha y acariciara mi mejilla derecha con su pulgar – pensé que realmente era molestia lo que causaba tu enrojecimiento.
Mis neuronas hicieron corto circuito, unas ganas locas de besarle me ahogaron. Cedí ante ellas, me fui acercando despacio, dudando de su reacción. Trataba de no perderme detalle de sus expresiones, si retrocedía solamente un centímetro me haría para atrás. Pero no lo hizo, al contrario, él fue quien termino de acortar el espacio que separaban nuestras bocas; mi primer beso ¡real!, sabia a menta. Solo seguía mis instintos, no tenía la más pálida idea de que hacer, pero me gustaba el contacto. Mi mano fue a parar a su pecho y él enredo sus brazos tras mi espalda, acercándome a su cuerpo. El tono de llamada de mi móvil nos interrumpió, la distancia era casi inexistente – deberías contestar – dijo, su aliento cálido me erizo la piel.
-Debería – tome su rostro y retomé lo que dejamos. No se negó, ni me detuvo. Por el contrario, me ayudo a montarme a horcadas sobre sus piernas, bajando sus brazos hasta mis caderas. Estuvimos un rato metidos en nuestro mundo, los labios comenzaron a molestar, más no quería parar. Pero termine haciéndolo, al sentir su erección contra la mía. Me aleje tan rápido al ver lo atrevida que había sido mi acción, lo que me paso cuando era un adolescente me sigue afectando hasta el día de hoy. Ese idiota me había besado y luego de hacerlo dijo que gano la apuesta, porque logró besar al flacucho tonto. Supuestamente lo provoqué y me estaba haciendo un favor.
-Esto está mal – fue lo que salió de sus labios, miró el suelo en todo momento. Tenía miedo de preguntar qué era lo malo ¿Que fuera hombre, mi aspecto o el beso en sí?
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Nos vemos en el siguiente capítulo.
