¡Hola! Ahora que voy cortando la historia en pedazos, me doy cuenta de cuan larga era O.O, así que hay para rato. Cuando le agarre la mano a la plataforma podré dejar los capítulos guardados para que se carguen el día que debería :D

Espero que la disfruten y... ¡COMENZAMOS!

Capitulo 9 - Familia.

LAW TRAFALGAR.

Mientras ellos lo llenaban de preguntas, la señora pinchó el brazo de Luffy, actué por instinto e interpuse mi mano entre ambos. Me trató de calmar, diciéndome que se encontraba bien, más no perdí detalle de lo que hacían. El señor en cambio era calmado, el pequeño que estaba a mi lado no permitía que me aleje un solo centímetro con el agarre que mantenía sobre mi mano. Nos presentó a ambos como amigos, intentando restarle importancia al hecho de que su hermano nos llamara novios. Me preocupó la forma en la que me miraba su padre, si llega a nombrar a mi tutor no sé qué haré. Toparme con dos de sus conocidos en el mismo día sería demasiada mala suerte.

-Disculpa, de casualidad no eres el hijo de Rocinante – Si conoce a Corazón, debe saber sobre Doflamingo … Asentí como pude, quería largarme de aquí cuanto antes… - ¡Lo sabía! Soy amigo de tu padre, mándale mis saludos cuando lo veas – El perdió todo contacto incluso con sus familiares reales a causa de su hermano - Dile que Roger Gold quiere saber cómo sigue.

Luffy sabía que algo no andaba bien y los alejó cómo pudo. Me despedí de ellos; junté coraje para llamar a papá ya que necesitaba saber quién es Roger Gold, si conoce algo sobre nosotros y si me dejará seguir en contacto con su hijo.

- ¿Law? – suspire.

-Hola… - me preguntó que me pasaba, no es normal que yo lo llamé - ¿Podemos hablar?

-Claro que sí hijo ¿Quieres venir a casa?

-Voy para allá.

Me subí a la moto, di muchísimas vueltas tratando de tranquilizarme. Desde pequeño mi Corazón se mantuvo al margen de todo lo que su hermano nos hacía. Cuando niños, lo culpábamos por no defendernos y permitir que nos hiciera daño. Hasta que con mis propios ojos comprobé lo que le esperaba a él ni bien nos íbamos a dormir. Tanto era el daño físico y mental que recibía, llegando al punto de ser una piltrafa humana… Casi ni hablaba luego de sus castigos.

Lo insultaba, lo golpeaba, abusaba de su relación sanguínea y a pesar de todas las veces que había escapado con nosotros, de los miles de denuncias que puso, de los cientos de veces que pidió ayuda, siempre acabábamos regresando al infierno, escoltados por una patrulla de policías. Mi misión, desde que tuve 10 años fue volverme los suficientemente fuerte, para poder sacarnos a los todos de ese lugar por la puerta grande. Necesitaba ser el mejor alumno del Kung Fu, no para ganar medallas, sino para vencer al monstruo que nos tenía cautivos.… Torturar personas, al final solo era un medio para escapar más adelante.

Toqué el timbre y contrario a las otras veces, fue Corazón mismo quien me abrió la puerta – Mi niño – sujeto mi rostro entre sus manos - ¿Qué te paso?

Me abrazo con fuerza, como nunca antes lo había hecho, acariciando mi espalda lentamente. Caminamos hasta su taller de pinturas, un retrato de todos mis hermanos y yo cuando éramos pequeños colgaba de la pared. Mis manos fueron a parar a la imagen, que en mis memorias era tan diferente - ¿Cuándo la pintaste?

-Hace muchísimos años – todos tan felices, ignorando el hecho que nos esperara un infierno - me ayuda a recordar por quienes peleo día a día contra esta enfermedad ¿Qué ocurrió Law?

-Roger Gold te envía saludos – sirvió algo de té y me tendió una tasa – es el padre de un amigo.

- ¡¿De verdad?! – Exclamó sorprendido - ¡Qué bueno! Es un viejo amigo mío, Doffy no me dejaba ver o llamar a nadie por lo que perdimos contacto cuando me localizó. Lo encontré de casualidad en la clínica hace un tiempo, estaba llevando a su madre para hacerse algunos controles ¿Cómo está?

-Se veía bien – palmeo el lugar a su lado, caminé despacio hasta acomodarme ahí.

- ¿Qué te preocupa hijo?

-… No quiero que nadie sepa que soy el recogido de la Familia Donquixote.

- ¿Qué te dijo?

-Nada, solo preguntó por ti. Por Rocinante.

-Entonces no debes preocuparte – sujetó mi mano – y por más que lleguen a relacionarte con él, no te aflijas… - Los años de abuso y su enfermedad lo avejentaban muchísimo – Perdóname por haber tardado tantos años en decírtelo hijo.

- ¿Qué?

-Muchas gracias por habernos salvado – un nudo se había formado en mi garganta – Perdóname por no haber sido un buen protector para ti y los muchachos – su mano fue a mi mejilla – Por haberte dicho esas palabras que tanto daño te hicieron… Eres un excelente ser humano.

-No fue tu culpa – Mis ojos arden.

-Si lo fue, mereces toda la felicidad del mundo Law – sus manos eran suaves y olían a durazno – Eres una persona e hijo maravilloso. Nunca debes avergonzarte de ser tú mismo.

No me permití llorar, tantos años escondiendo mis emociones que me parecía ilógico hacerlo ahora. La mayor parte de esa noche la pasé junto a mi padre, por primera vez en mucho tiempo. Lo cargué a su cama, era muy ligero a pesar de su estatura, lo arropé y me aseguré de que durmiera profundamente para volver a casa.

Mi rutina era la misma que tuve antes de conocer a Luffy, aún a pesar de lo que Corazón había dicho tenía miedo. No quería que conozca ese lado tan desagradable, la verdad tras mis cicatrices y mi forma de ser. Roronoa me pidió que lo acompañara hasta la casa de Sanji, esperando a ver si aparecía alguien, las ventanas del lugar estaban rotas. Luego de una llamada a la policía, nos retirábamos. Después ya iban ambos en el auto de esté a quien sabe dónde, el chico se veía aterrado. Normalmente no me interesan los asuntos de los demás, pero siendo este tan cercano a Luffy, me preocupé. No me decían que pasaba, pero sí que tuviera cuidado.

Mi móvil sonó el sábado a eso de las 9 de la mañana, era un mensaje de Ace, decía que necesitaba fuera urgente a casa de sus padres, no dio más detalles, con el texto venia adjunta la dirección. Como quedaba bastante lejos salí lo antes posible. En moto me llevaría un par de horas llegar.

Todo se veía normal desde afuera, toqué el timbre y al abrirse la puerta fui jalado adentro por Luffy, me dijo que había alguien en la cocina, indicándome el camino que debía seguir. Lo hice y casi reí al ver cómo el gato se ponía en posición de ataque frente a la carne que descansaba en la mesada. Logré atraparlo, más rompimos algunas cosas en el forcejeo. Llevé al intruso para relajar a los preocupados dueños al patio, pues el pequeño me pidió que lo sacará.

Abrí la puerta del lugar y cuando bajé al minino sobre el suelo pude ver algo de reojo acercarse a mi cabeza, lo esquive rápidamente, más alcanzo a cortarme. Eran 5 chiquillos, con cuchillos y navajas en mano. A pesar de la cantidad, se notaba que no tenían ni la más pálida idea de que hacer. Sanji salió un momento y le indiqué que volviera adentro para cuidar a Luffy, éste obedeció sin dudar.

Los reduje fácilmente, tres de ellos salieron corriendo, más alcancé a neutralizar a dos. Uno con mi pierna y otro con mis brazos. Alguien me sostuvo por la espalda, venía desde dentro de la casa, y al hacer eso, dejó escapar al que estaba bajo mi pie. Traté de perseguirlo, pero el policía me apunto con su arma.

- ¡Suéltalo! – Lo tiré al suelo, sosteniéndolo con mi pie - ¡Qué lo sueltes dije! – una vez que otro oficial lo sostuvo coloqué mis manos tras la cabeza.

Nos esposaron a ambos, llevándonos dentro de la vivienda. Al ver que ellos estaban bien me relaje, más quise golpear al policía que empujo a Luffy. Tuvieron que convencerlo entre los dos para que me dejaran libre. En la ambulancia le dieron puntos a la herida de mi cabeza, e incluso limpiaron los golpes que el pequeño había recibido él en el accidente. No me gustaba la manera de actuar de los supuestos encargados de la ley, desde pequeño me han mostrado que todo es política, corrupción y pura mierda.

Cuando llegaron los familiares me agradecieron, incluso se olvidaron de todo el alboroto al hablar sobre las luchas. Ya veo de qué lado sacó Ace su preferencia por las peleas. El papá no estaba de acuerdo, compartía el mismo pensar que yo tengo sobre la violencia, aunque a diferencia de mí el sí pudo dejar todo atrás. Para Luffy es un deporte, para mí fue mi manera de sobrevivir.

- ¿No tienes miedo? – con la cabeza me da a entender que no – ¿y si algún día llego a lastimarte?

-No lo harás, confío en ti – Tiene mucha más fe que yo.

El señor Gold fue al patio a fumar, yo lo seguí para poder hablar. No quiero que se arme una imagen de mí sin siquiera conocerme. Al verme salir, apagó la el fuego y me invito a sentarme a su lado.

-Gracias de nuevo por cuidar a mis hijos.

-No fue nada – me acomodé a su lado.

-… Lamento mi comportamiento – le resté importancia – Sé porque lo haces, vi a tu padre y conozco sobre su enfermedad. Se lo que conlleva tratar con un familiar así

-En parte es por eso – mis manos estaban magulladas a causa de lo que paso a la tarde.

- ¿Cómo sigue?

-Está mejor.

- ¿Y su hermano? – Bajé la mirada – No quieres hablar sobre él.

-No – volvió a encender su cigarrillo y le dio una calada.

- ¿Y sobre tus hermanos pequeños? – Sus ojos estaban fijos en el cielo, yo no podía creer que supiera de ellos – años atrás, mi madre me hablaba mucho sobre Rocinante. Que tenía cuatro niños y una niña, preciosos. Pero cuando la volví a ver en el hospital él dijo que tenía un hijo y una hija – nunca ha hablado sobre la situación de la familia. Es como si mi cerebro siguiera en negación.

-Uno de mis hermanos falleció hace mucho, en un accidente - Contarle sobre Ikkaku, era imposible para mí.

-Mis pésames – negué con la cabeza - ¿Son recuerdos Dolorosos?

-Casi todos. Pero pasó hace tantos años – los recuerdos de los días de muertes de mis hermanos, está grabado a fuego en mi memoria. Cada vez que pienso en ambos, me comienza a faltar el aire, esta vez no fue la excepción. Tuve que levantarme a caminar de un lado a otro, intentando calmar mis ánimos y volver a respirar con normalidad.

-Hijo – apreté mis manos, ya las sentía adormiladas - ¿Te puedo contar algo? Pero tienes que jurar que jamás se lo dirás a mis niños.

-… Seguro – se levantó la camisa y me enseño varias cicatrices que tenía en la espalda. Algunas son muy parecidas a las mías.

-Todas estás, me las hizo mi padre – palidecí ante su revelación – también murió en un accidente de tránsito, cuando tenía 16 años. ¡Gracias a Dios!

-Tuvo suerte – yo envié a ESO a prisión…

Volvió a acomodar su ropa antes de continuar – Ellos creen que me las hice en un campamento de verano.

- ¿Por qué les mintió?

-Me gusta verlos reír, detestaría ser quien les provoque malos recuerdos – una mentira piadosa – Al principio buscaba pleitos por todos lados, me sentía más seguro de mí mismo al hacerle daño a otros – volví a sentarme a su lado – pero luego me di cuenta, de que quería ser diferente a él.

-Yo soy diferente – afirmé. No estábamos hablando sobre mí, más me sentí identificado.

Solamente sonrío – Entonces somos dos. Tus cicatrices ¿Son parecidas a las mías? - Avergonzado asentí.

- ¿Cómo lo supo?

- ¿Qué cosa?

-Que quería ser diferente.

-Bueno, en aquella época no lo sabía. Pensaba que, si era agresivo con los demás, me temerían y no se meterían conmigo. Pero me lo llegué a plantear gracias a una maestra. Ella me estaba dando un sermón luego de una pelea, y me dijo algo que me cambió la vida – callé, esperé su respuesta con paciencia – si tuvieras hijos, y ellos hablarán de ti ¿Estarían orgullosos? Ni siquiera tenía hijos y de todas maneras me chocó su comentario.

-… ¿Lo están?

-Quiero creer que sí – miraba en dirección a la casa, al imitarlo me encontré de cara con Luffy – Cuídalo mucho, es mi pequeño y aunque no creo que pueda ganarte en combate, encontraría otra manera de defenderlo.

-Lo haré – le hace un gesto y él se escondió nuevamente dentro de la casa.

- ¡Nunca me cansaré de sus caras! – El reía. Realmente cada expresión que Luffy hace es graciosa y algunas veces son adorables…

- ¡Vengan! – Exclama la esposa desde dentro. Él se coloca de pie, caminando delante de mí a paso tranquilo. Tira la colilla en una caja y desaparece tras la puerta, antes de poder hacer lo mismo, sale el chico de quien estábamos hablando. Cargaba un plato con dos rebanadas de pizza.

Me acerqué para tomar el plato, me lo entregó a la vez que inclinaba la cabeza de un lado a otro - ¿Qué haces?

-Tratando de ver si estás bien – asentí, pero él tomo mi rostro por las mejillas mirando fijamente mis cejas. Arquee una, logrando que ría despacio – ahora si estoy tranquilo – me soltó, más el calor no desaparecía.

- ¿Quieres volver adentro? –sacudió su cabeza muchísimas veces para negar.

- ¡Ya me tienen harto con sus preguntas! – Nuevamente le pasé el plato y cuando lo sostuvo firmemente la cargué todo el trayecto de nuevo a la silla, tomándolo por la cintura - ¡Soy huesudo! ¡Bájame! – exclamaba avergonzado. Una vez llegamos, lo acomodé en el asiento – podía hacerlo solo…

-Lo sé – me tendió el plato, mostrándome miles de gestos por segundo. Podría fácilmente decir que tiene mil rostros.

- ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? – Negué – ¿Entonces porque me miras así?

-No es nada – le di un bocado a la pizza, ya estaba fría pero aun así está rica - ¿Qué? – la manera en la que miraba era demasiado graciosa, con los ojos casi cerrados y el ceño fruncido.

- ¿Te dijo algo mi papá verdad? ¡Siempre encuentra alguna historia vergonzosa de mí para contar! – La comisura de mis labios se curvaron hacia arriba sin que pueda evitarlo - ¡Lo ves! ¡Incluso te estás riendo! – trate de poner la expresión de siempre pero no podía - ¡Torao!

-No dijo nada ¿De acuerdo? – Con sus cabellos cortos siendo sacudidos por el viento, y las mejillas sonrojadas se veía hermoso – tu padre es increíble.

-Lo sé… – mira hacia la puerta que da el acceso a la casa – es de esa clase de personas que se llevan bien con todo el mundo – ÉL es igual, aunque no lo sepa. Capaz sea por eso que-.

-Me gustas – Se quedó callado, mirándome fijamente. Deje el plato con una porción y media a un lado – muchísimo – colocándome en cuclillas frente a él. Usando mis manos a ambos lados de sus caderas para darme estabilidad.

Sus ojos se paseaban de un lado a otro sobre mi rostro, sus dedos acariciaron mi piel suavemente. Delineando mis cejas y terminando en mis labios, se agachó un poco, besándome despacio – ¿Me ves a mí? – Luffy tenía los parpados cerrados, yo no perdía detalle.

-Sí – las emociones desbordan, puedo asegurar que nunca sentí esto. Los vellos de mi brazo se erizan al tenerlo tan cerca, mi estómago da vueltas. Me arrodillé entre sus piernas, abrazando su cintura para poder acortar aún más la distancia, cuidando no tocar su herida.

- ¡Luffy! – el grito de su madre nos obligó a separarnos, él se puso de pie y yo acabe sentado en el suelo. Por suerte logré evitar lastimarlo.

- ¡Má! – su cara estaba sumamente colorada, aunque seguro que la mía está igual.

- ¡Tu tío y Ace quieren mostrarles algo!

- ¡Seguro! – me miro y gesticulo "lo siento", a la vez que me tendía la mano para ayudarme a levantar. La acepté, pero no la utilice de apoyo, solo la tomé para ir juntos a ver lo que pasaba.

Ya estando dentro nos llamaron a la sala. En la televisión se estaba trasmitiendo un conjunto de las peleas que cada luchador aspirante a la MMA tuvo hasta ahora. La emoción de ambos fanáticos era palpable, yo lo último que necesitaba ahora es que el papá de Luffy vea eso. Afiancé el agarre, más éste me sonrió y levantó su pulgar libre animándome. Para mi buena suerte, la mayoría de mis encuentros fueron cortos, por lo cual no esperé demasiado para que cambiaran de persona.

- ¡Chico eres increíble! – el tío se colocó de pie.

- ¡Te lo dije! ¡Todos esos movimientos los uso esta tarde! – chilló Sanji. Mantuve mi expresión de siempre, pero me sentía sumamente incómodo - ¿Y eso? No que no eran – la madre de Luffy lo golpeo en el estómago - ¿Qué?

- ¿Te quedaras a dormir? – miré a al pequeño a mi lado, él asintió.

-Si no es molestia.

Me tocaba ir a dormir al cuarto de Ace, el tío supuestamente dormiría también ahí. Más para mi buena suerte lo dejaron en el sofá. Llegada la hora en la que todos se fueron, Luffy me acompañó y antes de que pudiera pasar por la puerta, me besó – Que descanses – susurró Continuando su camino lentamente hasta la otra habitación. Esa fue la primera noche que no tuve pesadillas…

SANJI VINSMOKE

Creí que las cosas se calmarían una vez que todo se acabara con Gin, pero, por el contrario, han empeorado. Desde el día en que me drogaron, todo fue escalando a niveles increíbles. No temía por la seguridad de los Gold, ya que él bonito estaba en el hospital y ahí nadie podría dañarlo. Además de que jamás llegué a decirle a ese loco donde vivían, por lo cual le resultaría imposible hacerles algo a ellos.

Lo malo es que no importaba cuanto intentará comunicarme con Luffy, Ace no me daba noticias sobre mi amigo. Tuve que llamar a mis tíos para ver si podían decirle que lo estaba buscando, pero para mi suerte, él ya se encontraba con ellos y me pasaron la llamada.

Le dije muy superficialmente lo que está pasando, más no quise entrar en demasiados detalles para que no se asuste. Pero el hecho de encontrar mi casa revuelta el domingo me aterró. Zoro se ofreció a quedarse conmigo hasta que la policía averiguara lo que paso, yo acepté. Nada de eso lo sabrá mi amigo, él debe concentrarse en su recuperación. Solo le comenté lo bueno, el resto quedará para cuando nos reunamos.

- ¿Cómo sigue? – El moreno salía del baño cubierto por una toalla.

-Por lo menos vístete antes de salir –enarcó una ceja.

-No estoy desnudo – rodé los ojos, mientras terminaba de acomodar mi ropa. Todo estaba patas para arriba cuando llegamos - ¿Seguro que no quieres ayuda?

-Seguro. Limpiar ayuda a calmarme – el cocinó algo fácil mientras yo terminaba de poner todo en su lugar. Me faltaban unas fotos que tenía en la repisa y un juego de llaves. No eran de aquí, sino de la casa de mis tíos…

-Toma – me paso el plato con el omelette - ¿Crees que haya sido él?

- ¿Quién más sino? – Asiente - ¿Te molestaría quedarte hasta mañana?

-Claro que no – despeino mis cabellos – no te preocupes, no estás solo.

-Gracias…

Esa noche no dormí del miedo y todo siguió escalando a niveles estratosféricos. El lunes el auto de Zoro amaneció con un raspón gigante y apareció una rata muerta dentro de una caja frente a mi puerta. El martes ya no era solo un golpecito lo que tenía el vehículo, sino que todas las ventanas estaban rotas y a pedido del musgo fui al local de su padre a esperar mientras este iba con Trafalgar a mi casa. Al llegar me dijo que pasaría aquí la noche. El miércoles ya me llego un paquete con más roedores muertos al trabajo.

Cada denuncia que hacía poniendo a Gin como sospechoso desaparecía o supuestamente su sistema fallaba y no se registraban. Me quedaba mientras en un cuarto que el padre de Zoro me prestaba en su local, él se quedaba conmigo para darme más seguridad. Pero, aun así, dormía con un cuchillo bajo mi almohada por si acaso. Bueno, en realidad no podía pegar un ojo… Los regalos no paraban y ya no sabía qué hacer.

-No le tengas miedo – intentaba inútilmente calmarme el musgo.

- ¡Miedo es poco! ¡Estoy aterrado! ¡Te molesta a ti, a mí, a la gente de mi trabajo y si Luffy estuviera por aquí también lo haría! ¡¿Cuándo va a terminar esto?!

-Sigamos insistiendo con la policía. Esto no se puede quedar así.

- ¡No sirve de nada! ¡Su padre es sargento y con los contactos que tiene jamás pisara la cárcel!

- ¿No tienes alguien con mejores contactos? – lo pensé por un momento y la cara de mi tío se dibujó en mi memoria…

-El papá de Luffy conoce mucha gente… Capaz él pueda ayudarme.

-Pues ve cuanto antes a verlo – asentí. Con la promesa de aguantar todo hasta poder ir junto a ellos.

El viernes al salir, Zoro fue muy amable y me llevo a casa de mi amiga directamente desde el trabajo. Bueno, en realidad hicimos como en las películas de acción y cambiamos su auto rojo por el negro de su padre para evitar inconvenientes o que alguien nos siguiera. Si, así de paranoico estoy. Al llegar esperó afuera hasta que entré en el lugar. Mi bonito estaba muy lastimado aun, y a pesar de sus insistencias no quería contarle nada todavía. Él quería que juntos enfrentáramos a su hermano para pedirle explicaciones, pero no me encontraba con ganas de nada. Fui a la cama sin cenar y terminé profundamente dormido demasiado rápido. En casa de los Gold puedo estar en paz.

A eso de las 10 de la mañana el loco de Ace vino a despertarnos para poder desayunar juntos. Él se disculpó conmigo, más quedé de piedra al saber que Gin se había atrevido a hacerle lo mismo… Eso quiere decir que ningún lugar es seguro ahora. Temía por nosotros en todo momento, mucho más cuando nuestro hermano mayor se fue a trabajar. En brazos de Luffy deje salir todas mis penas, llorando a mares, contándole absolutamente todo – ¡Creí que al estar aquí tío podría ayudarme, pero ahora todo está perdido! – le pregunté por su Torao, el seguramente podría cuidarnos. Más el muy loco aun no tenía su número - ¡Entonces estamos jodidos! – ahora vendría por nosotros y nos mataría como ganado o me secuestraria. El quedó en llamar a su tío que ama cazar y con alguien peligroso aquí sé que no se animara. Porque sí hay algo que sé de Gin, es que se cae de cobarde.

Estaba en la sala cuando el timbre sonó; temblando entre los dos, nos fuimos a mirar quien era. Luffy abrió la puerta y antes de que pudiera gritarle, su inexpresivo novio apareció – Hay alguien en la cocina – exclamó preocupado. Él fue valientemente a revisar. No había nada más que un gato hambriento; a quien fue a dejar al patio. Al ver que no regresaba, detuve a mi amigo de ir a buscarlo y fui yo en su lugar.

La escena afuera era de una película, donde nuestro protagonista peleaba a puños descubierto contra los malvados, una cochina escena de acción - ¡Cuida a Luffy! – me grito a mitad de su forcejeo y yo obedecí al salir de mi estupor.

Ya cuando llego la policía todo se calmó, bueno al menos hasta que estos trataron de arrestar a Trafalgar. Tuvimos que convencerlo de que era inocente, y cuando lo liberaron fue directamente hacia mi amigo. Como lo trataba se me hacía sumamente adorable, a pesar de su cara de pocas pulgas, cuidaba de él. Los doctores atendieron a ambos y luego de que "nos tomaran" declaraciones se fueron. Son la inutilidad hecha departamento de gobierno.

Todos estábamos emocionados y más tranquilos cuando llegaron mis tíos. Sé que capaz Trafalgar sea un poco chocante para Roger, pero seguramente le dará su aprobación al ver como cuida a su bebé. Aunque sin saberlo, ya se ha ganado a Rouge y Ace. Mi tía inventó la excusa de pedir comida para relajar a su esposo, y cual perro sucio me mando a bañar.

Ya en la habitación agarro mi teléfono, tenía algunas llamadas perdidas de Zoro. Decidí devolvérselas lo antes posible y nada más al tercer tono contesto - ¡¿Estás bien?! – exclama preocupado.

-Primero que nada, hola y sí, estoy bien – suelta un suspiro - ¿Qué ocurrió para que me preguntes eso? – es imposible que se haya enterado lo que paso aquí.

-Me asusté un poco al saber que tu loquito se había mudado - ¡¿Se mudó?!

- ¿A dónde?

-No lo sé. Mi hermana me dijo que su casa fue desalojada por policías el jueves que paso – Que yo sepa, su padre no quería saber nada de él. Pero le pagaba todo para que no se metiera en problemas y lo perjudicara.

-Pues igual puede hacer de las suyas, hoy unos locos trataron de asaltar la casa de Luffy – mire por la ventana y pude ver a mi tío salir al patio, seguido de Trafalgar – De no ser por nuestro peleador profesional quien sabe que hubiera pasado.

- ¿Trafalgar? ¿Está por ahí?

-Sí, tienen una onda extraña con el bonito – las personas afuera estaban sumamente serias y yo que soy tan curioso voy a averiguar de qué hablan – bueno, ahora necesito silencio para enterarme de chismes. Gracias por preocuparte y cuídate mucho. ¡Bye, bye!

No escuche su respuesta, abrí la ventana suavemente para no ser descubierto y espié de lo que hablaban, ellos estaban debajo de mí, pero igual se escuchaba muy despacio a causa del barullo que había en la casa. Desistí de mi tarea al ver lo imposible que sería con las cotorras abajo. Me bañé rápidamente, uniéndome a los comensales a la mesa. Ellos no regresaban de su conversación en el patio.

-Oye Bonito ¿Qué paso con tu novio?

- ¡Que no es mi novio! – Chilló rojo hasta las orejas – ¡Si tú también comienzas me molestaré! – sorprendido miré a Ace reír a carcajadas, secundado por Rayleigh - ¡Ya basta! – Los amenazo a ambos con el vaso lleno de agua.

- ¿De qué me perdí?

- ¡Que este par de locos insisten en que tengo que saber todo de Torao!

- ¡Pero solo porque eres su novio sobrino!

- ¡Que no soy!

-Sí, sí, lo que digas – podía ver la vena de su frente pulsar.

Quisiera unirme a la broma, pero él está realmente molesto y es capaz de aventarme el líquido primero. Mi tía le insistió en que los ignorará, más solo logro que Luffy terminara por irse a la cocina furioso.

-Enserio no tienen corazón – exclamé, más no pude evitar reírme – sé que es gracioso, pero por ahora Luffy no está bien.

Ambos bajaron la cabeza, todos sabemos cuánto odia él que lo usen como objetivo de chistes. Son graciosas las caras que hace, pero su autoestima siempre ha sido algo muy delicado de tratar. Fui a buscarlo a la cocina y lo encontré husmeando por la ventana, más volteo rápidamente, topándose de lleno conmigo.

- ¡Sanji! – Miré tras de él.

-Si de verdad quieres que dejen de molestarte, debes dejar de ser tan evidente – se sonrojo – No está mal que te guste bonito, es muy apuesto.

-Yo… - comenzó a jugar con el borde de su remera – tengo miedo.

- ¿De qué? ¡Eres precioso! – lo abracé – por dentro y por fuera. Nada de tengo miedo, ¡allá él si no sabe verlo! –Correspondió a mi abrazo, a la vez que susurraba un, gracias – Además, seamos sinceros tú tienes mejor gusto que yo.

Se separó de mí antes de hablar – Ya encontrarás a un chico maravilloso y guapo.

-Por ahora me conformo con que no sea un psicópata – pensar en Gin me hace mal. Así que haré hasta lo imposible, para sacarlo de mi mente. Con ayuda de la gente que me quiere, todo saldrá bien.

ZORO RORONOA.

El tipo que se consiguió Sanji no solamente era violento, también estaba sumamente mal de la cabeza. Hiyori tenía algo de la locura, pero no llegó hasta este punto jamás. Él Lo perseguía, amenazaba, intimidaba y quien sabe que otra cosa habría hecho si yo no estuviera cuidándolo 24/7. Pero igual cada día me tocaba ver cómo iba perdiendo su alegría, odiaba eso.

Incluso lo lleve a dormir a la bodega de Mihawk, me quedé a su lado el tiempo que estuvo aquí y fui testigo de cómo la policía hacia caso omiso a sus demandas. Él estaba acostado intentando dormir, porque sé que no lo hace; mientras yo discutía alguna solución con mi mentor.

-Ir por el camino legal es imposible – le aseguré – te juró, jamás creí que la policía seria de este modo.

-Tengo algunos amigos, pero no son tan influyentes en lo legal.

-Mejor que no te metas en esto, ya veré como solucionarlo – sujetó mi hombro.

-No hagas alguna tontería – sonreí.

-Soy un ángel.

-Ni de cara, porque te creo capaz de ir a tocar su puerta para arreglar las cosas –… ¡excelente idea! – Ni se te ocurra.

-No haré nada – me miro serio - ¡Lo juro!

-Siempre te metes en donde no te llaman Zoro – exclamo molesto – Un día de estos te pueden hacer daño de nuevo.

-Estaré bien, soy fuertecito. Además, no puedo dejarlo a su suerte.

Mihawk me dejó las llaves, luego de un largo sermón sobre responsabilidades. Yo asentí más solo pensaba en que decirle al loco cuando lo viera el viernes. Llamé a mi hermana y me indico que no lo había visto hace días, pero que todo estaba muy tranquilo por allá. No le comenté lo que estaba pasando para no preocuparle, aunque ya tenía todo el plan en mente.

El viernes lo llevé a casa de los Gold y de ahí fui directo a lo de mi hermana. Subí de a dos los escalones y estuve parado frente a la puerta de tipo más rápido de lo que canta un gallo. Llamé varias veces, pero el muy cobarde no asomó la cara. Tashigi se quedaría en lo de una amiga con mi sobrina hasta mañana, por lo que no tuve de otra que esperar a su regreso ¡Gracias a dios, tengo una llave del apartamento!

El sábado llegó cerca del mediodía, almorzamos y me comentó que la policía había vaciado la casa de su vecino anteayer. No quedo ni un solo zapato según ella. Eso me preocupa aún más, porque Sanji vivirá paranoico cuando se entere, y tengo que contárselo cuanto antes, para que ande con cuidado. Cogí el móvil e intenté llamarlo muchísimas veces sin respuesta. Me di por vencido en el quinto intento.

- ¿A quién le marcas tan desesperadamente? – Preguntó mi hermana con una sonrisa - ¿Un nuevo amor? – ¿Habrá enloquecido?

-No, no quiero nada de eso. A mi compañero de trabajo. El que era novio de tu asqueroso vecino.

- ¿Y eso? ¿Qué pasó?

-Nada, solo quería ponerlo sobre aviso. Pero no contesta.

- ¿Qué es lo que no me estás contando Zoro?

-Te lo diré, si prometes no entrar en pánico – me arrepentí al instante de habérselo dicho así. Porque cuando supo todo lo que paso, efectivamente se alteró. Todo lo relacionado a relaciones toxicas la pone de este modo.

- ¡Maldito enfermo! ¡No solo les hacía la vida a cuadritos, ahora lo tortura psicológicamente! ¡Y se metió contigo solo por defenderlo! – no es exactamente por eso…

-El tipo es un demente. Me alegra que no te haya hecho nada.

- ¡Más le vale! Smoker entraría en cólera si algo nos llega a pasar - ¡¿Cómo no pensé en mi cuñado antes?!

- ¿Cuándo regresa de su viaje?

-El viernes que viene ¿Por?

-Perfecto – Smoker es marinero. Tiene miles de amigos en la policía y el ejército. Si alguien puede ayudar a Sanji, ese es él…

Seguí insistiendo a su número y por la noche me devolvió la llamada. Habían tratado de hacerles daño, pero gracias a Trafalgar nada pasó. Definitivamente me gustaría ver cómo dejo a los pillos. Pero no me dejó contarle sobre mi cuñado, ya que colgó la comunicación de manera apresurada. Bueno, por lo menos está bien y no tengo que preocuparme mientras esté cerca de Luffy, ya que seguro el peleador los protegerá a ambos.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Nos vemos en el siguiente capítulo :#