¡HOLA! Me quedó algo largo, pero se puede disfrutar igual :#

Que se diviertan y... ¡Comenzamos!

CAPITULO 10 - Bien vistos.

LUFFY MONKEY.

Mamá me dijo que los dejara conversar a solas, mi padre es el mejor hombre del mundo y seguro lo tratará con calma. No es que desconfíe de él, pero Torao sigue siendo alguien muy especial... Regresamos juntos a la casa y las preguntas no se hicieron esperar. ¿Qué cuando es su siguiente encuentro? ¿Dónde entrena? ¿Cuánto pesa? ¿Qué estilos usa? ¿Cuántos años tiene? ¿Dónde vive? ¿Cuándo comenzó a pelear? ¿De qué son las cicatrices? ¿Qué significan los tatuajes? Ace y mi tío son insoportables cuando se trata de las luchas.

- ¡No lo sé, solo somos amigos!

- ¡Seguro que sí! ¿Por eso vino corriendo cuando le pedí que te cuidara?

- ¡No se lo dijiste así! Por como lo expresaste en el mensaje cualquiera se preocuparía bobo – odiaba ser el centro de atención.

-Luffy tienes que admitir que se ven bien juntos – Rayleigh siempre me busca pareja, sea hombre o mujer – además ya que sales con él, podemos tener entradas gratis. Está aprobado por mí – respiré profundo.

- ¡Que no estamos saliendo! – en eso bajó Sanji y se les unió con el mismo tema. Ofuscado con todos fui a la cocina. Con curiosidad mire por la ventana para tratar de saber que tal seguían y cómo cada vez que lo miro, no puede evitar sentir mariposas en mi estómago. Definitivamente es muy apuesto, el clásico chico malo que en realidad es un amor. Mis ojos se cruzaron con los de papá, me hizo una seña y al verme descubierto espiando retrocedí. Solo para toparme de lleno con mi mejor amigo. Me consoló como pudo, y sé que, a pesar de toda la locura que estamos pasando, él es quien más sufre ¿Pero qué puedo hacer cuando tengo tanto miedo de salir lastimado?

Mamá paso junto a nosotros para llamar a los que estaban afuera, yo aproveché que papá entró primero para salir a ver a Torao. Él se sorprendió al verme ahí, mientras sujetaba el plato de pizza pude inspeccionar sus facciones. Se veía tranquilo, y eso me relajó. Le pedí quedarnos fuera y para mi desconcierto, cargo conmigo hasta el sillón del patio. Tuvo cuidado de no tocar mis heridas y me deposito suavemente sobre las almohadas.

Me miraba fijamente y eso me ponía los nervios de punta. Traté de descifrar que era su expresión, más falle y pude ver que sonreía. Sus dientes son muy bonitos al igual que su boca. Creí que papá le había dicho algo vergonzoso más me calmó escucharlo decir – tu padre es increíble – Eso lo sabemos todos, él es único. Estaba mirando la puerta de mi cocina cuando soltó su declaración -Me gustas… muchísimo – Se colocó frente a mí, haciendo que la distancia entre nosotros fuera casi nula.

¿Sería capaz de hacerme daño? La forma en la que me mira me gusta, así de cerca puedo ver muchas emociones reprimidas en sus ojos. Sus labios son finos y sin que pudiera pensar demasiado acabé acortando la distancia para besarle, cerré los parpados por puro instinto – ¿Me ves a mí? – quiero que sepa con quien está ahora. Su respuesta fue afirmativa, además de que sentí su abrazo y nuestro contacto se hizo más estrecho. Estábamos por volver a unirnos cuando mamá nos interrumpió, de la vergüenza lo tiré al suelo sin querer.

Nos llamó para entrar y tomados de las manos, seguimos el camino de regreso. Dentro, miraban los combates y cuando toco el turno de los de Torao, se puso nervioso. Traté de darle ánimos y creo que funcionó porque se relajó. Rouge lo invitó para quedarse a dormir y el aceptó. Lo llevé al cuarto de Ace, para mi buena suerte el tío Rayleigh se quedaría en el sofá. Una vez que estuvimos frente a la puerta me coloqué en puntas de pie y los besé. Dejándolo solo para que pudiera descansar.

- ¿Todo bien? – me preguntó mi hermano al llegar al cuarto. Seguía enojado con él porque se la pasó molestándome. Lo ignoré y seguí directo al baño – ¿Sigues molesto?

-Claro que si bobo – le recrimina Sanji – Mira que yo suelo ser el más fastidioso, pero hoy me ganaron.

- ¡Lo siento! – Se disculpó - ¡Mi lado fanático pudo más que yo!

- ¿Prometes no volver a burlarte?

-No me estaba burlando. Realmente creo que hacen una linda pareja – rodé los ojos.

-Debo admitir que tiene razón – lo secundó mi amigo. Mirándome fijamente cuando me acomodé en la cama.

- ¿Enserio? – mi tono fue duro, por lo cual callaron. Pero mi duda era 100% real.

Ambos se acostaron dándome la espalda y fingieron dormir. Escondí mi risa para que siguieran pensando que continúo molesto, más era todo lo contrario. Estaba feliz de que se lo tomaran de esa manera. Porque a pesar de que no quedamos en nada con Torao, los sentimientos parecen ser iguales y eso me deja en las nubes. Tanto, que podría morir de felicidad.

Tuve que despedirme de Torao antes de las nueve de la mañana. Su padre lo había llamado y le pidió ir a almorzar con él. Les agradeció a mis padres el dejarlo quedarse a dormir, y lo hicieron prometer que vendría a visitarlos de nuevo. Una vez que estuvimos junto a su motocicleta recién nos dejaron solos. Me tendió un papel con su número de teléfono escrito – Llámame si necesitas algo – asentí – y si no lo haces, también – estaba levemente sonrojado.

-De acuerdo – se estaba por colocar el casco cuando lo detuve. Acerque mi rostro para poder besarle, más él acorto la distancia al agacharse a mi altura. Estaba montado sobre la motocicleta y me sentí como el protagonista de una película romántica. Nos separamos, la sensación de sus labios seguía conmigo – Cuídate en el camino.

-Recupérate pronto – puso el protector en su lugar, bajó el visor y arrancó la moto con la pierna – Nos vemos – asentí, sé que sonreía como un idiota.

Esperaba alguna pregunta cuando regresé a la casa. Más todos se comportaron súper normal, como si Torao no hubiera estado ahí. Por la noche me despedí de Sanji, esté volvió a la ciudad en el auto de Zoro. Me olvidé de preguntarle cuál era su relación a mi amigo mientras estuvo aquí. Espero poder volver rápido a trabajar para saber cómo continúan las cosas.

En casa no volvió a haber altercados, todo fue exactamente igual durante mi tiempo de recuperación. Nada de gente loca entrando a robar, papá y mamá decidieron comprarse un perro para cuidarlos, a la vez que Ace por recomendación de su amigo adquirió una Taser para su protección y retomó las clases de defensa personal. Yo en cambio me pasaba mis días en cama o viendo televisión, hablando con Torao por las noches y enviándonos mensajes con Sanji 24/7. Mi amigo juraba que estaba bien, pero que no soportaba a la nueva compañera y estaba seguro que a mí tampoco me caería bien.

Pasadas las dos semanas del accidente regrese a la oficina. Kalifa me dijo que se alegraba de ver que estaba bien, obviamente eso era una completa mentira. Solo sonreí y me dirigí a mi puesto para encontrarme de lleno con una chica hermosa sentada en mi lugar. Cabello negro rizado con un corte cuadrado muy particular, ojos grandes, con pestañas postizas tan largas que casi tocaban el inicio de sus cejas. Se estaba maquillando los labios cuando yo llegué – Buen día – le dije.

-Aun no estamos abiertos al público – me dijo de mala gana, es algo pésimo para una primera impresión – Puede esperar afuera por favor.

-Que graciosa, de hecho, estás en mi lugar – enarcó una de sus perfectas cejas –Soy Luffy Monkey.

- ¡Bonito! – Sanji entraba gritando, corriendo como loco para abrazarme - ¿Cuándo volviste? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Tu novio ya te vio? – Reí de su efusividad y este miro de mala gana a la chica que estaba en mi asiento – Ya puedes regresar a tu madriguera – él no suele ser tan malo con la gente. Ella lo ignoró inicio su usuario en mi computadora.

-Disculpa, ese es mi lugar. Ya regresé de mi reposo – se colocó de pie, con los tacones que llevaba me sacaba una cabeza y más.

-A mí me asignaron este puesto y si no viene alguien de arriba para quitármelo no me moveré de aquí.

-Mozu – la voz de un presidente resonó en nuestros oídos. Son pocas las ocasiones donde el ingresa por la puerta principal. Sanji y yo hicimos una pequeña reverencia como saludo, el levanto la mano amistosamente – Volverás a mi oficina – ella se quejó, se acercó a él y le rogó quedarse. El negó varias veces, la actitud de la chica era súper infantil.

El señor Franky es uno de los dueños de la empresa. Es joven, tiene cerca de 35 años y a pesar de ser uno de los propietarios de todo el emporio es alguien agradable al trato. Siempre saluda al personal, se conoce el nombre de casi todos los empleados y además es muy gracioso. Con un rostro varonil, cejas pobladas y gafas de sol - ¡Hermano porfa! – ambos quedamos anonadados con esa declaración. Sanji, sobre todo.

-Despídete de ellos – la chica volteo, murmuro un adiós con una cara de desagrado y siguió de cerca la prominente espalda de la cabeza corporativa.

- ¡¿Qué hacia su hermana trabajando aquí?! – Exclamó afligido mi amigo – ¡Es insufrible! pero si sabía que era alguien importante la hubiera tolerado más.

- ¿Qué pasó? – antes de que pudiera llegar a contarme algo, Torao apareció. Le agradeció a Zoro haberlo cubierto y me miró, estaba sorprendido. Lo saludé con la mano, el respondió igual.

-Te lo contaré todo, esta noche. Me estoy quedando en lo de Zoro por ahora, pero seguro te dará asilo a ti también – no podía despegar mis ojos del recién llegado.

-Seguro – me hizo cosquillas - ¡¿Qué haces?! – me queje en un susurro.

-Creo que ya tienes otros planes esta noche – le resté importancia y traté de concentrarme en mi trabajo. Las horas pasaron rápido, ya que era tanto lo que tenía acumulado, como si esa chica no hubiera hecho absolutamente nada en mi ausencia.

Sanji y Zoro fueron a almorzar primero, quedándonos solos nosotros dos. O al menos eso pensé, hasta que la hermana del presidente regresó. Traía su plato de almuerzo, tomando la silla de mí amigo para acomodarse cerca de Torao – ¿Me extrañaste guapo? – Este rodó los ojos, enfocando su vista hacia el estacionamiento – ¡Oh vamos! ¡No seas tan tímido! – acercó su mano a su brazo y la reacción de él fue automática, deteniéndola antes de que alcanzara a tocarlo.

-No lo soy – la suelta sin delicadeza y cruza sus brazos.

Ella se quedó sorprendida, más logró recomponerse rápidamente y continuo intentando sacarle temas de conversación sin éxito. Llegada la una de la tarde nuestros compañeros regresaron, Torao paso de largo Mozu y se paró frente a mi escritorio - ¿Almorzamos fuera? – asentí y tomé mi mochila, saliendo tras él. No esperaba que sostuviera mi mano una vez que pisamos el estacionamiento.

Caminamos de esa manera hasta llegar al pequeño local de comida y nos acomodamos en una mesa cerca de la ventana - ¿Cómo sigue tu herida? – sonreí.

-Está mejor, ahora solo es una costra gigante – me dijo que no la tocara y dejara que se desprendiera sola. Yo no podía parar de pensar en la actitud de la hermana de nuestro jefe – y…

- ¿Qué?

- ¿Desde cuando tienes una nueva admiradora? – nuevamente hizo el mismo gesto con sus ojos, parecía cansado de eso.

-Me fastidia desde el lunes pasado – agradeció al camarero - ¿Por?

-Por nada – soy una persona con muy baja autoestima, y si me pongo a comparar con ella, salgo perdiendo… en más de un sentido - no es nada…

No sabía cómo mirarlo, tenía una sensación horrible recorriendo todo mi cuerpo. Son esos deseos que suele darte de niño cuando te das cuenta que el juguete o la ropa del otro chico es mejor que la tuya y solo quieres desaparecer - ¿Seguro qué estás bien?

-… Sí – siguió comiendo, más podía sentir sus ojos en mí.

Es la segunda vez desde que lo conozco, que el silencio se me hizo incómodo… y lo peor de todo es, yo soy el culpable de eso. Tengo demasiadas inseguridades; me estoy ahogando con ellas. Que su cara es más linda, el pelo más brillante y llamativo, su voz es más delicada también, ni hablemos de su figura, que fácilmente podría estar desfilando en cualquier pasarela y es mujer. Además, seguro tiene mucho dinero si es hermana del dueño…

Terminamos de comer prácticamente sin haber intercambiado palabras. No me quejé cuando sostuvo mi mano, pero no estaba bien. Sanji me insistió toda la tarde para que le contara, no le gustaba verme de ese humor y por más que lo intentó no consiguió sacarme de esa burbuja de auto-crítica para nada buena. Le pregunté si podía ir con ellos a lo de Zoro y aunque estaba sorprendido me dijo que sí. Lo esperamos en la tienda fuera del trabajo, más este llegó acompañado de Torao. Quien estaba molesto, se podía ver en su semblante que algo lo incomodaba.

- ¿Podemos hablar? – miré a mi amigo, más este estaba de lo más cómodo hablando con el moreno.

-Seguro ¿Qué pasa?

-En mi departamento – bajé la mirada – te dejaré la cama esta vez – no era ese el problema.

-Torao yo… – sostuvo mi mano con delicadeza, mirándome fijamente – está bien.

Me despedí de los "mejores" amigos y cuando abrace a Sanji, él puso algo en el bolsillo trasero de mi pantalón – Revísalo cuando estén solos, capaz te levante el ánimo – no entendí su comentario más asentí.

Tuvo que ayudarme para subir a la moto e igual que todas las veces que estoy sobre esta, lo abrace con fuerza. Tardamos 30 minutos en llegar, caminamos en silencio, más el sostuvo mi mano todo el trayecto hasta su puerta. Saludó a su nueva vecina, una señora mayor, la cual le agradecía haberla ayudado a subir sus cosas. El solo hizo una reverencia, para luego ingresar tras de mí al apartamento. Dejó ambos cascos en la mesa de la entrada y me animo a sentarme en el sofá.

- ¿Me dirás que te molesta? – me daba la espalda, mientras buscaba algo en las gavetas de la cocina.

-Estoy bien – regreso con mis galletas favoritas en un plato. Eso sería tierno, si no viniera criticándome toda la tarde por comer demasiado y no subir de peso.

Mi vida entera la gente ha pasado hablando sobre mí. Desde el jardín de infantes hasta el instituto me criticaban absolutamente todo. Que si como demasiado, que si como poco, si estoy gordo, demasiado flaco, mis ojos extraños, mi cara muy redonda. Ello llevo a que yo haga exactamente lo mismo, siendo muchísimo más cruel que los demás, conmigo – Luffy – lo mire a los ojos.

-No tengo hambre – se colocó en cuclillas frente a mí. Ahora recién me percaté del moratón que tenía en el labio. Estaba volviendo a su color original, pero seguía ahí.

-Sabes que soy malo para expresar lo que pienso. Pero, si hice algo que te molesto ¿Me lo dirías verdad?

- ¡Tu no hiciste nada! – ¡ya estaba haciendo que se sienta mal! ¡Ni siquiera me percate de su golpe por estar criticándome! - Yo… es mi culpa.

- ¿Qué cosa?

-… Me sentí mal al verla coquetear contigo – No podía mirarlo a los ojos por la vergüenza – ella es hermosa, se ve que tiene dinero y más importante aún, es mujer.

-Me gustas tú – acarició mi mentón, nuestras miradas chocaron – eres mucho más hermoso – reí sin una pizca de humor e intente girar mi cabeza, no me dejó – hablo enserio.

Antes de que pudiera opinar algo, me beso. Tardé un rato en responder ya que me sorprendió, pero cuando lo hice y mis manos tocaron su mejilla, un sonido extraño viniendo de la cocina nos interrumpió - ¿Qué es?

-Es el agua – se levantó, yo lo seguí por inercia. El calentador estaba a punto de desbordarse, el agua dentro de este estaba hirviendo. Bajo un café de la gaveta y lo colocó frente a mí – ¿Te gusta este?

Mire el envoltorio y era uno de mis cafés favoritos - ¡Sí! ¿Cómo lo supiste?

-Sanji – no pude ver qué cara hacía, ya que volteo nuevamente.

- ¿Se lo preguntaste? – Negó con la cabeza - ¿Entonces?

-Lo mencionó sin que preguntara – no pude evitar sonreír. Ese loco lo habrá dicho con intenciones de que Torao lo oyera - ¿Quieres una tasa?

Asentí y esperé paciente sobre una de las butacas. Ya con el café en mano lo mire, él fue a buscar algunas verduras de la heladera. Se preparó ese famoso batido verde y me acompaño - ¿Te gusta?

Se encogió de hombros – Prefiero esto, a algo con azúcar.

-No eres de los míos entonces – dije en tono de burla, el negó -… Lamento haberte hecho sentir incómodo.

-No me sentí así – respiró profundo – pensé que había hecho algo malo.

-Fui yo – pensé en mi actitud y me avergoncé de nuevo – tengo… mi autoestima no es muy elevada, a diferencia de mi auto-critica.

-Entiendo – tomamos las bebidas en un silencio, no tan sofocante como el de esta tarde. Más había algo que me preocupaba, mejor dicho, me tenía desconcertado o inseguro...

LAW TRAFALGAR.

A la mañana siguiente me desperté renovado, realmente me sentía ligero y con la mente tranquila. Corazón me llamó, quería que compartamos juntos, tuve que aceptar a pesar de que tenía muchísimas ganas de quedarme con Luffy todo el día. Me despedí de todos y antes de irme le entregué mi número de teléfono, en caso de que volviera a necesitar ayuda o por si, solamente quería conversar. Nos besamos y con un hormigueo en los labios lo dejé.

Con papá las cosas fueron bien, él se veía más cómodo a mi lado y aunque no soy muy hablador, gustoso escuchaba como iba mejorando. Me preguntó por mi vida, que estaba haciendo además de pelear, si tenía novia, sí que paso de todos los niños de la banda, si seguía en contacto con ellos. A pesar de que el recuerdo estaba ahí, ya no dolía como antes. Solo le hable un poco de mi trabajo, más no mencioné nada sobre Luffy, mucho menos sobre Ikkaku y Bepo. El primero es porque aún no hay algo definido entre nosotros. Solo sé que me gusta y lo segundo, porque no sé cómo le afectará la noticia.

Me quedé con Corazón hasta que regresaron Stussy y Baby. Como no tenía ganas de escuchar las quejas de mi hermanastra salí rápido, solo me despedí de ellas con la mano. Antes de volver a mí oscuro vecindario a descansar. En casa, Sengoku me llamo y luego de darme una reprimenda por nuevamente salir en televisión por dármelas de súper héroe, me dijo que la siguiente pelea sería el sábado y que me esperaba antes del trabajo el martes, miércoles y jueves.

La semana pretendía ser normal, hasta que nos presentaron a quien sería el remplazo de Luffy. No le preste demasiada atención, ya que no se quedaría demasiado tiempo aquí. Pero cuando nos tocó quedarnos solos en el almuerzo la cosa fue diferente. Dijo que le parecía familiar, que, si estaba soltero, si no me interesaba en salir a conocernos y más cosas que sinceramente no escuché. Cada vez que pretendía salir de su lugar, llegaba algún visitante y luego de tratarlos de manera nada agradable, estos se iban. Varias veces uno de los presidentes de la compañía bajaba a conversar con ella, la trataba como a una hermana pequeña y se retiraba.

-Ves que soy importante – me dijo la primera vez. Más la ignoré de nuevo y fui a almorzar fuera para no tener que verla.

Por la tarde siguió fastidiando, más se calmó un poco cuando Sanji le pidió silencio. Centró su atención en Zoro, el con su manera de ser no pareció agradarle mucho. A la salida me espero afuera, me siguió hasta mi moto y cuando me coloqué el casco sujetó mi mano, rápidamente me aparte – no me interesa hacer nuevos amigos – le dije en respuesta a su actitud. Baje el visor de mi casco y me retiré.

Por la noche recibí una llamada de un número que no tenía registrado, por un momento pensé que sería la nueva recepcionista y casi lo ignoré. Gracias al cielo recordé que aún no había guardado el nuevo número de Luffy y atendí. Solo conversamos sobre nuestro día, me dijo que estaba mejorando y yo le comenté de la nueva pelea, más no le platique de la fecha. Hablamos alrededor de 15 minutos antes de colgar, tenía el corazón en la mano al bajar mi teléfono sobre la cama.

El resto de la semana transcurrió prácticamente igual, de mañana temprano al gimnasio, luego al trabajo y de nuevo a casa. El remplazo de Luffy seguía molestando y se pasaba la mayor parte de tiempo fastidiándome. Parecía que mi indiferencia no era suficiente para que me dejara tranquilo. Pero todo el día valía la pena, ya que al llegar al departamento conversaba un poco con el pequeño de la risa graciosa. Su amigo, se la pasaba hablando de él; que lo extrañaba, que quería compartir el café favorito de ambos juntos, que deseaba hablar con alguien con neuronas y un montón de cosas más. Yo también quería verlo, pero tendré que esperar a que regrese.

El viernes fue el pesaje y el sábado el encuentro. Esta vez sí estaba enfocado, mi contrincante golpeaba duro, más era muy lento. Esquive la mayoría de ellos, aunque uno conecto y me tumbo al suelo. Logré levantarme rápido y con una patada lo puse a dormir. Sengoku vitoreaba, yo me limpie la sangre de la comisura de los labios, mientras dejaba que el saltará de aquí para allá – ¡Nunca me decepcionas chico! – Fue el comentario que me dio cuando llegamos a los vestidores – Tu combate de hoy fue espectacular, por un momento me preocupe cuando caíste.

Aun podía sentir el ardor en mi boca – Dolió más de lo que debería – ambos teníamos protección en las manos, pero por alguna razón, fue como si me estrellara contra una pared.

- ¿Enserio? – él se acercó y reviso mi herida – De verdad dejo una marca ¿Quieres que revisen sus guantes?

-No, de igual manera ya gané – aunque si hubiera recibido más golpes como ese, probablemente perdía.

Ese fin de semana también visité a Corazón, él estaba reaccionando bien al tratamiento y a pesar de que se preocupó mucho al ver mi boca, no me llamó la atención. Stussy se alegró de verme y para mi buena suerte, Baby estaba en casa de una de sus amigas. Me tuve que quedar a dormir, ya que mi moto tuvo una falla y no conseguí un mecánico el domingo.

Fue reparada temprano el lunes, más como estaba lejos de la oficina llegué tarde, tuve que pedirle a Roronoa que me cubriera en lo tardaba. Me dijo que había una sorpresa para mí ahí, creí que solo estaba siendo gracioso, pero la presencia de Luffy era a lo que se refería. Estaba bonito, con las mejillas nuevamente sonrojadas y los ojos muy brillantes. Intercambiamos saludos, solo que tuve que desviar la vista porque ingresaban muchos clientes.

Estaba sumamente concentrado, por lo cual no creí conveniente acercarme a hablar con él, eso sí, cuando ellos se retiraron para almorzar lo iba a hacer – ¿Me extrañaste guapo? – No lo podía creer. Pensé que me libraría de ella cuando Luffy regresara, pero seguía aquí. Invadiendo mi espacio personal y llenando mis oídos de palabras que no me interesaban. Era una mosca que revoloteaba de aquí para allá sin que pudiera evitarlo.

Llegada nuestra hora de salir, me acerque rápidamente al chico en el mostrador y lo invite a comer fuera. Acepto, por lo que con más confianza de la que realmente tengo me anime a tomarlo de la mano. Estaba extraño, respondía a mis preguntas, más había algo que no me terminaba de cuadrar. Yo soy alguien callado, pero él es más alegre y vivaz. No estaba bien, no fui el único en notarlo ¿Será que habré hecho algo que lo molestó?

Frente a mi le dijo a Sanji que iría con ellos, yo tenía la intención de pasar más tiempo a su lado, pero ni siquiera volteo a verme al salir - ¿Qué pasó entre ustedes?

-No sé – Roronoa me dijo que estaba preocupado, que mi compañero se veía triste y que debería hacer algo al respecto ya que es mi novio – No somos novios.

- ¿No? – Negué con la cabeza – Creí que lo eran. Digo, fuiste hasta su casa para cuidarlo y todo.

- ¿Cómo lo supiste? – La pregunta me pareció estúpida nada más al terminar de hacerla. Ya sabía la respuesta – Sanji.

- ¿Quién si no? Si quieres puede venir conmigo, iré a buscarlos a la salida. Aprovecha y habla con él. Capaz mal interpreto algo que dijiste o hiciste, como no eres Mr. Expresión.

-Ok – tiene razón, se ha puesto raro desde el almuerzo. Tuvo que haber sido algo que hice en ese momento.

A la salida lo seguí, nos detuvimos en una pequeña tienda para que él comprara algo y yo aproveche que había sus galletas favoritas y el café que Sanji mencionó, para tratar de alegrar su rostro. Él seguía con el mismo semblante aun a pesar de estar con su amigo. Lo invité a casa y aunque dudo un poco acabo aceptando. Subió a mi moto, se sujetó fuerte de mi cintura y pegó su pecho a mi espalda. Me gustaba tenerlo cerca, sentir su calor, pero más me agrada escucharlo hablar, lo cual no estaba haciendo. Incluso no saludo a la señora que vive a mi lado, eso ya es bastante raro viniendo de alguien como Luffy.

Puse a calentar el agua, mientras que buscaba un plato para esparcir las galletitas y guardaba el café – ¿Me dirás que te molesta? – me dijo que estaba bien, más su expresión decía lo contrario. Tenía los ojos llorosos y solo con verlo así, me dolía – Luffy – No quería comer, no me hablaba, tuve que acomodarme en cuclillas frente a él para que me mirara. Estaba muy convencido de que era mi culpa.

-Es mi culpa – dijo, pero no sabía a qué se refería -… Me sentí mal al verla coquetear contigo – separó nuestras miradas – ella es hermosa, se ve que tiene dinero y lo más importante, es mujer– ninguna de esas cualidades me importa. Solo me gusta él, para mí, no hay otra persona que me guste como lo hace él.

-Me gustas tú – su piel es suave al tacto, me encantan sus ojos también. No me creyó ¿Cómo puedo probarlo? Lo besé, capaz de esa manera pueda entender algo de lo que siento por él. No pude continuar al escuchar como el calentador zumbaba a causa del agua.

Me siguió a la cocina, le enseñe el café que había comprado y cuando afirmo que era uno de sus favoritos me alegré de haberle creído a su amigo. Claramente yo no soy tan osado para preguntárselo, pero si me da la información gratis no me enojo. Ya con él servido, preparé mi batido de verduras y cuando le recalqué que no me agrada demasiado el azúcar me aclaró algo que ya sabía – No eres de los míos entonces – desde pequeño no me agradan las cosas dulces… – Lamento haberte hecho sentir incómodo – más que eso, estaba preocupado de haberme equivocado. Él se echó la culpa, no se tiene en alta estima y realmente entiendo lo que eso. Aunque su siguiente pregunta me descolocó – ¿Saldrías conmigo?

- ¿Qué?

- ¡Ya sabes! A pasear, comer, ver alguna película… Cosas así – susurro algo que no alcancé a entender y luego continuo – ¡Verás yo!

-Seguro – abrió ambos ojos con sorpresa.

- ¿De verdad? – Asentí – conozcámonos más – Eso me hizo dudar ¿Cómo reaccionará si llega a enterarse sobre mi pasado? – Aunque no lo parezca, soy una persona interesante.

-Lo sé. Yo no – por suerte para mí, la conversación giró en torno a cosas triviales. Como mi color favorito, tipo de películas que me gustan y cosas por el estilo. Descubrí que le gusta dibujar, eso explicaría todo el tiempo que pasaba garabateando en ese cuaderno. Incluso le presté un papel y lápiz para que hiciera un retrato mío; de verdad le salen increíble las imágenes de personas, aunque lo demás se le da fatal. Él intentó hacer una bandera y era peor que el dibujo de un niño de cinco años ¿Dónde estudiaste?

-En ningún lado, leí algunos artículos y practiqué con ellos.

- ¿No has pensado dedicarte a eso? – negó con la cabeza.

-No quiero venderlos, lo hago solo por diversión – la concentración que tiene mientras dibuja es admirable, los detalles no se escatiman. Todas mis cicatrices visibles estaban ahí, mis tatuajes también…

-Deberías dibujar otras caras – sonrió.

-Me gusta la tuya – su afirmación fue sincera, en ningún momento vario las expresiones. Toque la marca sobre mi vieja herida en el pecho, el dolor de aquel evento lo recuerdo vívidamente – Yo tengo una peor – su comentario logro sacarme del trance – si vieras la espantosa costra que hay bajo estos pantalones te aterrarías.

- ¿Me la mostrarás?

- ¿Quieres ver eso? Ni siquiera yo quiero verla – negué con la cabeza. No quería incomodarlo.

-Así está bien.

Dejamos el tema hasta ahí para que él pudiera ir a ducharse. Le preste unos pantalones holgados de algodón y una remera gris. Desde dentro del baño me pasó su ropa para que la pusiera a lavar junto con la mía. Vacié sus bolsillos, sorprendido de haber encontrado un condón en ellos. Salió a los pocos minutos, con el cabello mojado y completamente vestido. Le enseñe mi hallazgo, desconcertándolo por completo – Estaba en tu pantalón.

- ¡¿Qué?! – Los colores volaron a su rostro – ¡Ese loco! ¡Sanji los puso ahí!

-Ok – sus ojos huyeron de los míos, y aunque no lo aparente también estoy algo nervioso.

No he tenido una relación tan estrecha con nadie desde Ikkaku, el solo pensar en que alguien extraño toque demasiado mi cuerpo me desagrada. Aunque debo admitir que no me molesto para nada aquella vez que tenía a Luffy sentado en mi regazo. Pase por su lado y fui al baño, enojado conmigo mismo por la reacción que tenía entre mis piernas. Esto solo me pasaba de adolescente, además de que no podía ocuparme de nada al tenerlo aquí en casa. Me entretuve más tiempo del necesario bajo el agua helada, cuando lo creí conveniente salí para encontrármelo sobre el sofá, con algunas mantas.

- ¿Qué haces? – volteo sorprendido.

-Yo dormiré aquí. Mi cuerpo si cabe aquí – negué – La última vez no dormiste bien.

-Nunca duermo bien – él frunció el ceño – Duerme en mi cama, yo estaré bien – sujeto mi mano y me llevo a rastras hasta mi habitación. De un empujón me sentó en el colchón y por inercia lo jale conmigo, quedándonos a escasos centímetros.

-Tú dormirás aquí – trato de alejarse, rápidamente lo tomé por la cintura. Girando con él hasta dejarlo bajo mi cuerpo, sobre la cama. Estaba sumamente rojo, con los labios ligeramente entreabiertos y gracias a la cercanía podía ver aun con más detalles sus ojos.

-Quien aún está recuperándose eres tú. Así que te quedarás con la cama – sujetó mi remera.

-Pu. Puedes dormir aquí también. Hay suficiente espacio – lo pensé un momento.

- ¿Dormir contigo?

-A mi lado – por algún motivo mi corazón latía rapidísimo, retumbando en mis orejas a cada palpitar.

-… Está bien.

Creo que estoy jugando al límite del puente. Estando a escasos centímetros de caer dentro de un profundo océano. Lo peor de todo es que no tengo miedo, sino que quiero saltar rápidamente a este, sin el más mínimo temor a ahogarme.

SANJI VINSMOKE.

El fin de semana en casa de los Gold terminó y tenía que volver a la horrible realidad. Para mi buena suerte, Zoro estaba ahí para mí. Me recogió el domingo por la noche en el auto de su padre nuevamente. A diferencia de mí, el parecía haber dormido tranquilamente ya que sus ojeras habían disminuido un poco.

- ¿Seguro que estás bien? – me encantaría decir que sí. Volver a mi relajada vida de antes, sin tener que pensar en Gin un solo segundo de mi vida.

-Sí, estoy mejor – miraba fijamente la carretera. Más quito la mano del cambio para revolver mis cabellos.

-Pronto se solucionará todo, estoy seguro de eso – quisiera creerle. Tener la misma fe en el sistema, pero sé que esto se acabará solo cuando Gin esté tras las rejas… o algo peor.

El papá de Zoro compró una litera y la colocó en el depósito en donde nos estábamos quedando. El lugar se volvía cada vez más confortable y era lo suficientemente ruidoso cuando los clientes recorrían el piso de arriba, pero tan silencioso por la noche. Que sí el musgo no estuviera conmigo, tendría miedo de quedarme solo.

Para colmo de males la mujer que trajeron para remplazar al bonito era una criatura insoportable, desagradable y coqueta a más no poder. Si mi pequeño llega a ver las miradas que le lanza a su hombre, va a ponerse mal. Porque a pesar de que Luffy es muy mono, él no se lo cree.

El viernes a la salida del trabajo Zoro me dijo que iríamos a visitar a su hermana. Que su esposo había regresado de su viaje y era indispensable que yo lo conozca. No entendí muy bien de que iba la movida, pero como era un pedido suyo acepte. Al subir por el mismo ascensor y caminar por los mismos pasillos antes de llegar a nuestro destino estaba nervioso. El solo pensar en toparme con él me preocupa.

-Ya no vive aquí – me calmó el moreno – además estoy contigo ¿De acuerdo? - Asentí, mientras continuaba caminando tras de él.

La hermana nos recibió emocionada, era muy bella y su pequeña niña lo era aún más. Los niños son adorables, además de que por algún motivo siempre me toman confianza rápidamente. Al principio ella estaba cohibida, escondiéndose tras las piernas de su mamá, pero pasados los minutos ya me jalaba del brazo para llevarme a ver a sus muñecas. La madre no tenía problemas, me dijo que tuviera cuidado con las canicas y continuo preparando la mesa junto a su hermano.

- ¡Mira! – Kuina me enseño uno de sus muñecos con cabeza de porcelana que según ella se parecía a mí.

-Es muy bonito – tenía un gracioso sobrero azul y cabellos dorados – ¿En qué nos parecemos? – señalo su rostro y al mirarlos detenidamente tenía algo de razón. El muñequito tenía los ojos azules y largas pestañas - ¿Te parece? – asintió efusivamente, antes de correr por el pasillo hacia la cocina. Deje al pequeño en su lugar y al girar sobre mis talones para poder seguirla, termine pisando algo que me hizo resbalar y terminar sentado sobre mi trasero en el suelo. Aguanté la grosería que estaba por salir de mi boca, para mirar al culpable de mis problemas. Las benditas canicas…

-Tashigi te aviso – Zoro miraba desde la puerta con una sonrisa en el rostro.

-Sí, sí. Lo sé ¿Me vas a ayudar o seguirás riéndote? – No se movió – eres un estúpido – Me limpie las manos, utilizándolas como soporte para ponerme de pie - ¡Gracias! – exclame cuando por fin lo conseguí.

-Ves, podías solito – me moví rápido para darle un golpe en el pecho, más al volver a pisar una canica termine chocando contra este. Esta vez sí evito que cayera - ¿Ahora eres una frágil damisela?

-Cállate – desde aquella vez en la que casi me acosté con el no volvimos a estar tan cerca, y su calor era agradable – De alguna manera lo hubiera logrado – ahora si golpee su torso despacio y salí enojado del lugar.

Una vez que llegó su cuñado del mercado, pudimos conversar con más calma. Trabaja en la marina y tiene muchos contactos, tanto en la policía como entre los militares. El prometió hablar con alguno de sus amigos sobre mi caso y ver cómo ayudarme. Aunque me dijo que sería difícil debido a mis circunstancias. No entendí a que se refería hasta que me explico que la homosexualidad es un tema bastante delicado en ese ambiente. Zoro se molestó por su comentario, más yo ya estoy acostumbrado a eso.

-De todas maneras, veré de ayudarte en lo que pueda – le agradecí, más me sentí incómodo y le pedí al musgo cambiar los planes de quedarnos, para poder regresar. El asintió, pero estuvo un largo rato charlando con su cuñado antes de que nos marcháramos. Tashigi era muy amable, repitiéndome una y otra vez que todo se solucionaría.

-Ya nos vamos – estaba enojado – gracias por todo, cuídense mucho.

-Cuídate bobo – sostuvo su brazo – no hagas tonterías ¿sí? – despeino sus cabellos y fingió una sonrisa.

-Seré prudente – abrió la puerta y luego de que me despidiera de sus familiares camino en silencio a mis espaldas.

Ya de camino al bar su semblante se suavizo un poco. Más seguía sumamente serio - ¿De qué hablaron?

-Viejos roces, no te preocupes – me miró y nuevamente dibujo esa sonrisa falsa.

Reí con ironía – Eres un pésimo mentiroso – me crucé de brazos – No te molestes con él por ser así. Mi padre también es militar ¿Por qué crees que me echaron de casa?

-Lo siento – negué.

-Lo que venga de personas de afuera, dejo de importarme hace muchísimo tiempo. Además, tu sobrina dijo que soy igual que un muñeco – jalo mi cachete con sus dedos y rio genuinamente cuando me queje.

-Tienes el rostro de uno, pero te quejas demasiado – desprendió su cinturón y se bajó antes que pudiera contestarle.

A pesar de todo lo malo que me ha ocurrido a la largo de mi vida, puedo asegurar que soy afortunado. Me gané una familia nueva al perder a la mía, y ahora tengo una persona que me ayuda incondicionalmente. Sea cual sea el motivo por el que Zoro se decidió a ayudarme le estaré eternamente agradecido. Llegó a mi vida como un ángel a evitar que terminara mis días antes de tiempo.

Ya cuando regresó el bonito y se fue la amargada mujer estuve feliz. Tenerlo cerca es un millón de veces mejor, que tener que soportar a la bruja esa. Aunque me quise morir cuando supe de quien era hermana la muy desgraciada. Menos mal nunca le dije todo lo que pensaba de ella. Me quejé casi todo el almuerzo por mi estupidez, Zoro me escuchaba, pero estaba algo distante - ¿Ya me vas a decir que tienes?

- ¿Eh? No pasa nada.

-Vamos Roronoa. Estas con el rostro de un funeral desde el domingo.

-No estoy – calló al ver que no lograría convencerme.

-Me lo dirás aquí o te lo sacaré bajo amenazas esta noche – suspiró.

-Te lo diré en el bar – tuve que obligarlo a que me lo prometiera y luego de mucho insistir acepto. Ya me estaba preocupando por él.

Luffy regreso de su almuerzo con Trafalgar y estaba súper decaído. Supuse que eso pasaría cuando se enterara de que esa pesada andaba tras el peleador. Pero no conseguí animarlo con nada, incluso quiso acompañarnos. Yo acepte a sabiendas de que Zoro nunca se negaría a ayudarlo también. Mientras esperábamos al musgo para ir al bar tampoco logre sacarle una sola palabra al bonito, más su semblante se relajó un poco, ni bien vio que lo vino a buscar su novio. Como ultima travesura del día guarde el condón que siempre cargo conmigo en su bolsillo trasero de su pantalón y le desee suerte.

- ¿Roronoa? – Suspiró – Ya no es gracioso, dime qué demonios te traes.

-Hice una estupidez – no entendí a qué se refería, y se negó a decirme algo más hasta que llegáramos al bar.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Nos vemos en el siguiente capítulo :#