Bueno, este capítulo tiene escenas subidas de tono. Las cuales no soy muy buena escribiendo y cómo la historia era algo vieja, tuve cambiar algunas partes que eran extrañas... Igual creo que quedo bien. Será con Sanji y Zoro esta vez, así que en alguna de sus partes será.

Sin nada más que agregar ¡Comenzamos!

Capítulo 13 - Explicaciones.

ZORO RORONOA.

Decir que echo de menos mis ratos con Sanji sería poco. Me acostumbré demasiado a su presencia. Regresé a mi viejo departamento e incluso me llevó bien con el nuevo guardia, pero no es lo mismo. Ya ni siquiera nos saludamos. Luffy a pesar de estar preocupado por Trafalgar es cortés, el pequeño niño caprichoso en cambio, vive ignorando mi presencia y como buen orgulloso que soy hago lo mismo.

Un día a la salida, Luffy me pidió que lo acompañe a buscar a Trafalgar y me preocupé cuando me dijo el lugar al que iría. Ese centro está en una zona peligrosa y él no se ve muy amenazante que digamos. Luego de todo lo que tuvo que pasar para verlo, le hizo un desplante terrible, provocando en mí, infinitas ganas de golpearlo. Pero al ver como lo trató cuando estaba inconsciente entendí muchas cosas más.

Me sentí en la obligación de avisarle a Sanji y a pesar de su insistencia, no dejaré que se acerqué a esta pocilga. Una vez que la doctora dio el visto bueno a su salida lo subí al auto con dirección al Black Drum, más antes de que pudiera ponerme en marcha, una persona se colocó delante y casi lo atropello.

- ¡¿Qué demonios?! – cuando por fin pude distinguir su figura, vi a Trafalgar. Tenía la respiración agitada y el rostro pálido. Evité que el pequeño bajara del vehículo, saliendo primero y colocando el seguro. No dejaría que lo vuelva a lastimar o Sanji jamás me lo perdonará.

LUFFY MONKEY

No entendía que estaba pasando, una mano áspera acariciaba mi mejilla en un lugar desconocido. Al darme cuenta que se trataba de Torao lo alejé. No quería mirarlo, a diferencia de él yo no sé esconder lo que siento y en este mismo momento solo es dolor, tanto físico como emocional.

Me habían intentado robar, tengo una cortada de 7 puntos en la nuca y pequeños pedazos de memoria borrosos, más al ver como el frío Torao hablaba con el muchacho que ingresó apurado entendí algunas cosas. Recordé aquella noche en su departamento, cuando Sengoku le reclamó el haber salido de un centro de rehabilitación y por cómo se veía el joven tras de él, rápidamente supe que era a quien intentó proteger. Se veía mucho más joven que nosotros, pero parecía que podría romperse en cualquier momento.

La doctora me revisó y al obtener el alta fui sacado por Zoro del centro. Me ayudó a caminar, mencionando que, si no cuidaba bien de mí, probablemente Sanji lo mataría. No había incomodidad en sus ojos al hablar de mi amigo, por el contrario, podía ver el afecto que le tenía.

-Hice mal en venir – le dije cuando subí al auto, él se paró en la puerta y miró hacia la entrada.

-No, hiciste lo que pensaste que era correcto. Solo que fue por la persona equivocada – Torao se alejó por algo y yo solamente lo puse en una posición incómoda.

Una vez que se acomodó a mi lado encendió el motor y al arrancar una persona se interpuso en el camino, logrando que el auto frenara de golpe y mi cabeza diera una puntada. Torao nos miraba desde afuera, no podía descifrar su expresión y ni siquiera tuve que moverme ya que Zoro fue a su encuentro dejándome solo en el vehículo. No supe de qué hablaron, solo vi cómo el de pelo verde sostenía a Torao por el uniforme, le decía algo que no alcance a descifrar. No entendía que demonios estaba pasando, ambos ingresaron al auto en absoluto silencio.

-Si enserio deseabas quedarte solo, deberías mantenerte lejos de nosotros – no podía voltear a mirarlo, porque se colocó del lado en el que tenía la herida, pero si sentía sus ojos sobre la nuca.

-Pedí permiso – fue todo lo que dijo. Si de verdad quiere hablar no lo hará mientras estemos con Zoro, mas si lo que afirmó en aquella sala fuera verdad, jamás se subiría a este auto…

El camino fue tedioso, el silencio era horrible y si hay algo que me pone aún más nervioso es que Torao no deja de mirarme. Descubrí que puedo verlo por el espejo retrovisor y para colmo él también lo hizo. Lastimosamente no puedo ver sus cejas, entonces no tengo ni la más pálida idea de que ocurre en su cabeza.

Llegamos en 25 minutos más o menos debido al tráfico, el de pelo verde me aviso que Sanji estaba en camino y me ayudó a llegar hasta la sala de emergencias. Los doctores al ver que no moriría, me pusieron en color verde de espera y me tocó permanecer sentado más de media hora. Creí que con la llegada de mi amigo se relajaría el ambiente, pero solo empeoró. Cansado de eso, me coloqué de pie y le pregunté a la recepcionista cuando me tocaba y para mi suerte justo me llamaron en la pantalla.

Sanji fue a buscar una bebida y el moreno lo había seguido. El único a mi lado en ese momento era Torao y a pesar de que le dijeron no era necesario que ingrese conmigo, insistió. El doctor era un hombre mayor y nada más al ver que el Law ingresaba tras de mí, lo llamo por su nombre. Edward fue cómo le respondió mí ex compañero.

- ¿Te encuentras bien? – el hombre se retiró de detrás del escritorio y camino hasta su lado. Inspeccionó la mano que tenía vendada y le preguntó si le dolía.

-Ya no duele – me miró sin girar la cabeza, casi por el rabillo del ojo – Él es quien necesita que lo revisen.

Hay veces en las que agradezco pasar desapercibido. Pero esta no es una de esas, ya que mi cabeza duele horrores y tengo al motivo de mi dolor emocional cerca - ¡Oh lo siento! – el medico volteo hacia mí y me pidió que subiera a la camilla – me dijeron que sientes mareos y te duele la cabeza – asentí - ¿Cuánto tiempo más o menos transcurrió desde el golpe?

Yo no tenía ni idea, ya que estuve inconsciente la mayor parte de éste. Por eso mismo me sorprendió tanto cuando Torao afirmó una hora cuarenta y cinco minutos - ¿Qué? – el miró directamente a mis ojos.

-Siempre me maravilla tu memoria – no volteó, yo me hice pequeño en mi lugar – Tendrás que realizarte una tomografía y quedarte en observación algunas horas. Más que nada para ver si no queda alguna secuela del golpe.

-Gracias – me enfoqué en las indicaciones del médico y mi cabeza la mantuve fija con tal de huir de los ojos de Torao. Una vez me dio la orden que presentaría en recepción, le dijo al moreno que no me quitará la vista de encima y cualquier cosa fuera de lugar le avisará a la enfermera.

-Eso haré – me coloqué de pie antes que él para evitar su ayuda, la cual estaba seguro ofrecería.

Le agradecí nuevamente al doctor y me retiré, caminaba lo más rápido que podía sin marearme. Ni aunque corriera lograría alejarme de él. Busqué a Sanji, necesitaba poner distancia entre nosotros. El muy desgraciado para colmo de males no regreso hasta pasadas la una hora. Él y Zoro estaban despeinados, agitados además de sumamente avergonzados. Los miré con los ojos entrecerrados y suspiré; ellos no tienen la culpa de nada.

Los resultados de la tomografía no mostraban nada malo, pero igual debía quedarme en observación. Los tres se ofrecieron a quedarse, le rogué a mi amigo con la mirada que fuera él; y de todas maneras acabaron ignorándome, por lo cual debería pasar con el peleador que me rechazó las siguientes horas. Maldecir a Sanji en mi cabeza el resto de la noche es mi misión.

- ¿Necesitas algo? – Preguntó una vez que nos quedamos solos.

- ¿Qué se supone que pretendes? – estaba enojado, mi herida dolía.

-Ver si necesitas algo – exclamó seguro.

- ¡Ish! ¡Enserió Trafalgar, no te entiendo y ya no sé si quiero hacerlo! – desvío la mirada - ¡Hiciste que me enamorara de ti y luego me trataste como un perro! ¡Desapareciste! Cuando te busqué ¡me dijiste que ya no querías hablar conmigo!

-Lo siento – una enfermera entró a la sala en ese mismo instante. El aparato que media mis palpitaciones había brincado a las nubes. Me tomó la presión y controló algunas cosas más antes de retirarse – Tenía miedo – mis ojos se abrieron como platos, no recuerdo alguna vez que me haya dicho cuáles eran sus emociones. Guarde silencio para dejarlo continuar, a pesar de lo que dije; quiero entenderlo.

LAW TRAFALGAR.

Corrí por el pasillo como un loco, la encargada del personal me detuvo antes de que pudiera pasar la puerta de salida – ¿A dónde vas? – exclamó sorprendida.

-Necesito salir – miró mi rostro y luego a la recepcionista. Negó con la cabeza, haciéndose a un lado para dejarme pasar.

-Te quiero aquí para tu turno de mañana. Yo cuidaré de tu amigo – asentí y continúe mi camino sin mirar atrás.

No me di cuenta de mis acciones, colocarme delante del auto sin medir las consecuencias no va conmigo. Roronoa se bajó sumamente molesto y me sujetó del uniforme, lo dejé hacerlo - ¡¿Acaso se te zafó un tornillo?!

-Necesito hablar con él – me empujó unos pasos atrás.

-Olvídalo, debo llevarlo al hospital – hizo un amago de darse la vuelta y lo detuve.

-Iré con ustedes – enarcó una ceja.

- ¿Quién dijo que te llevaría?

-No era una pregunta – suspiró.

-Ni se te ocurra volver a tratarlo así – negué con la cabeza – … Pobre Luffy.

Decir que estaba molesto sería quedarse demasiado corto. Podía ver como sus ojos brillaban de rabia. Lo acompañé todo el tiempo, el médico que lo atendió era quién había salvado la vida de Corazón años atrás y uno de mis mentores en la residencia, por lo cual sabía que, cual fuera la decisión tomada, lo beneficiaría. El tiempo que permaneció inconsciente, las muecas de dolor que hizo, la manera en la se tambaleaba, todo podría decírselo de manera exacta.

Quería cambiar esa expresión en su cara y para que comprendiera lo que hice… debía contarle algo, ese secreto escondido de todos. Él merece saber la verdad, al menos una parte – Tenía miedo – al fin logré que me mirara – La última noche que hablamos, mi amigo había desaparecido. Se fugó del centro de rehabilitación en el cual estaba.

- ¿El chico de la clínica? – asentí.

-Se llama Bepo – trague saliva, no sabía cómo se tomaría esto – Es cómo un hermano pequeño para mí y era uno de los mejores amigos de mi ex novia – No dijo nada –… Ella se suicidó cuando yo tenía 16 años – Sus dedos se pusieron blancos, apretaba tan fuerte las sábanas que podría lastimarse.

-Eran parte de la banda qué solías visitar en el instituto – No creí que recordaría ese detalle.

-Ella y Bepo sufrieron mucho – Frotaba mis manos con nerviosismo – ambos eran adictos, ellos…

-No necesitas contármelo todo de una vez – levanté la cabeza, su mirada era comprensiva.

-Un hombre muy malo de nuestro pasado volvió a aparecer, temía que te vieras involucrado por culpa mía y… pensé que nuevamente había descuidado a quien me importaba. Él es como un hermano para mi – su mano se extendió en mi dirección, me acerqué y la tomé sin dudar.

- ¿Estás seguro de que me quieres en tu vida?

-Sí – afiance el agarre – no quiero... perder a nadie que me importe – sonrió, había algo en sus ojos que me calentaba el alma.

-Me dolió – sus labios se curvaron en una mueca – Me sentí insignificante… sin valor…

-Lo lamento – negó con la cabeza, se quejó por el brusco movimiento y suspiró – Fue mi culpa.

-En parte sí – bajo los ojos hacia nuestras manos – pero no es completamente cierto eso… - estaba pensando en algo que lo incomodaba, podía verlo en su expresión.

- ¿Puedo saber que te molesta? – Asintió, más tardó unos momentos en hablar.

-Me preocupa, más que incomoda – suspiró - Sí algo así vuelve a pasar… ¿Volverías a desaparecer? – No lo sé… esa sería la verdad, pero a medias. Porque por primera vez en mi vida regresé y desconozco que estoy dispuesto a hacer por él.

-Espero que no, porque no quiero perderte – mi respuesta no le gusto, aunque no dijo nada – deberías intentar descansar.

-Si, haré eso.

Cerró los ojos, yo no me creo capaz de dormir en estos momentos. Voy a cuidarlo mientras duerme y por la mañana regresaré a la clínica. Sanji llegó temprano a buscarlo, Roronoa estaba con él. Me despedí de ambos ya que Luffy aún estaba dormido.

Le tendí un papel a su amigo – Es mí nuevo número. Por favor dáselo y… - Tengo que tener el suyo por sí acaso no le pasa el mensaje - ¿Me podrías anotar el de Luffy?

-Depende. Si lo volverás a hacer sufrir no te daré ni la hora.

-Pondré todo de mí para evitarlo – tomó el móvil. Una vez registró lo que pedí y anotó mi número, cerró la puerta.

Quiero estar aquí cuando despierte, pero tengo qué regresar para mi turno. Mientras iba en bus al apartamento que estoy rentando le envió un mensaje. "Fui a trabajar, me pondré en contacto ni bien pueda. Qué te recuperes"

….

Cuando llegué al centro, Bepo fue a verme a la sala de empleados. Sonreía de oreja a oreja – No creí que te gustaban tiernos – sabía a quien se refería.

-Así es – terminé de ponerme el uniforme - ¿Sabe que soy tu hermano?

-Se lo conté anoche – agarró mi móvil – No tengo fotos con él.

-Aguafiestas – rodé los ojos - ¿No se molestó contigo?

- ¿Por?

-Porque eres hermano de un fracasado – tuve que acomodarme a su lado para que mirará en mi dirección.

-No lo eres.

-Sólo te causo problemas Law. Lastimaron a tu chico porque vino a visitarte a esta pocilga – negué con la cabeza.

-Fue mi culpa, yo lo descuidé. Además – pensé en la cara de Luffy – Sí no puede aceptar que eras adicto, menos tolerará lo de mi antiguo empleo.

-Se veía enojado – lo estaba – ¿El que estaba con él no era su novio?

-No – Respondí tan rápido que Bepo se sorprendió – Es un compañero de trabajo.

-Está guapo – asentí – pero tú también lo eres, al menos cuando sonríes.

-Eso quiere decir que nunca – soltó una carcajada.

-Muy de vez en cuando lo haces – terminé de abrochar mi chaqueta y salí de la habitación sin mirarlo.

Sé que no soy una persona atractiva, aunque Luffy me lo haya dicho, no me haré a la idea que eso es verdad. Pero él me ha dado otra oportunidad, guapo o no, la voy a aprovechar.

SANJI VINSMOKE

Mi hermana me llevó al hospital, y luego de mucha insistencia me dejó quedarme solo. Ellos tenían que ver a su suegra también, ya que se lastimó la cadera bailando tango y el amigo de Katakuri estaba trabajando. Tuve que prometer unas 20 veces que no saldría del hospital sin compañía para que se fueran.

El bonito llegó poco después, se veía bien más un médico dictará si puede o no andar como si nada. Mientras él iba a la sala seguido del peleador yo fui por agua. Casi me atragante con esta al ver a Zoro mirándome desde la otra esquina. Traté de ignorarlo, pero a los pocos segundos ya estaba a mi lado.

- ¿Estás bien?

-Perfectamente – busqué una posible ruta de escapé con la mirada - ¿Quieres agua?

-Prefiero que hablemos – cerré la boca – o por lo menos que escuches.

-De acuerdo – mientras caminábamos a la terraza para conversar, traté de mirarlo lo menos posible. La cara de idiota enamorado se me ve desde lejos.

- ¿Tengo algo en el rostro? – desvíe la vista tan rápido que escuché los huesos de mi cuello acomodarse.

-N. No. Solo me sorprende que quieras conversar conmigo – me ignoró y sostuvo la puerta para que pasara primero.

Gracias al cielo el lugar estaba vacío, así al menos si me avergüenzo será sin público. Nos quedamos parados en la esquina más lejana a la entrada - ¿Por qué no querría conversar contigo?

- ¿Eh?

- ¿Qué no entendiste de la pregunta? – Me atraganté con saliva – Estuve pensándolo mucho tiempo; y sigo sin comprender lo que dijiste aquella noche en el bar.

- ¿Qué fue lo que dije? – no lo recuerdo bien, ¿habré revelado algo de mi estado?

- ¿Volver a molestarme? ¿Causar problemas? ¿Alguna vez te dije algo parecido? – lo pensé un buen rato, no me dijo esas palabras directamente, pero…

-Pensé que era así como te sentías – se cruzó de brazos y apoyó la espalda en la pared – Digo, llamaste a mi padre, el mismo que me echo de mi antigua casa.

-Porqué es quien protege a tu ex demente.

- ¿Qué? – Me contó todo lo que ocurrió luego de la reunión en casa de su hermana. El motivo real por el que se puso en contacto con mi padre, las ideas que le pasaron por la cabeza para tratar de solucionar el problema con Gin y lo preocupado que estaba por mi desde que me mudé.

-Creí que podía ayudar, nunca quise hacerte sentir de ese modo – se rascó la cabeza – Lamento que lo hayas malinterpretado.

Sentí las orejas calientes, terminé reflejando en él todas mis inseguridades – Yo lo siento, me he comportado como un mal agradecido y…

-No, yo lo hice sin tu aprobación – Miré de reojo su expresión, se lo veía sinceramente apenado – Llegué a creer que me odiabas por eso.

Reí y le dije lo que paso por mi mente sin filtro - ¡Pffff! No puedo hacerlo, si me gustas tanto – Cubrí mi boca –… ¡Ya sabes! ¡Cómo un amigo y!

- ¿Qué has dicho? – Negué con la cabeza y comencé a balbucear incoherencias mientras caminaba hacía la puerta. Ni siquiera pude llegar a mi destino porque sentí su mano en mi muñeca evitando mi avance - ¿Te gusto?

-Como amigo – enarcó una de sus perfectas cejas y tiro con suavidad de mi brazo, llevándome a un lugar oscuro de la terraza - ¿Zoro? – sus manos sujetaron mi cintura, estaba entre el adonis y la pared.

-Si es solo como amigos – subió su tacto hasta acariciar mis labios con sus dedos – Empuja con fuerza.

Me beso despacio, tanto que parecía un simple sueño. Su boca bailaba sobre la mía, era como si estuviera tratando de arrastrarme y vaya que es bueno para eso. La mano que aún descansaba en mi cintura afianzó el agarre, su lengua pedía permiso para entrar, yo me debatía mentalmente si dejarme llevar o hacerme para atrás; elegí la primera opción cuando mordió suavemente mi labio inferior haciéndome gemir en respuesta… Él había ganado.

Pasé mis brazos tras su cuello, Zoro bajó su agarre hasta tener ambas manos recorriendo mi cuerpo sobre la ropa; sólo atiné a pegarme para intensificar el contacto – ¡Zoro! – Suspiré cuando sentí sus besos en mi mentón, siguiendo su camino hasta mi clavícula sin detenerse. Me sujete de su cabeza para darme algo de estabilidad en la nebulosa del deseo – No es buena idea.

-Shhh – Abandonó su misión para susurrar en mi oído – ¿Besarte no lo es? – Torturaba mi lóbulo con sus dientes. Yo reprimí un gemido – ¿Prefieres que pare? – se alejó de mí, dándome algo de espacio para pensar, aunque era evidente que mi cerebro se había apagado.

Lo tomé por la camisa, arrastré hacia mí y volví a besarlo. Definitivamente puede atar el tallo de la cereza, confirmó que el musgo pondría a quien quisiera de rodillas solo con esto. Su cabello es suave, tan agradable de tocar y el resto de su cuerpo contrasta muy bien. El beso se va a escapar de mis manos, quiero que lo haga – Zoro – mi pudor regresó al oír las risas de unas mujeres – Debo regresar con Luffy.

-Deberías – Su frente terminó contra la mía; el calor de su cuerpo y su agitada respiración sacuden mis rodillas.

- ¿Por qué haces esto? – me sujeté de sus brazos para no caer. Aunque no hubiera llegado lejos gracias a la pared.

-Porque quiero – Enderezó la espalda, miró a quienes habían ingresado al balcón y luego a mí. Se mordió el labio – Maldición.

- ¿Qué ocurre? – trate de ver que lo puso nervioso, pero cuando me acerqué a él, lo entendí rápido - ¿Fui yo?

No creí poder causar ese efecto en nadie - ¿Quién sino? – Me apretó aún más contra la pared – No nos han visto.

Trate de alejarme, pero me tomó de la cintura – Pues lo harán si no me sueltas – Gruñí contra su boca, la cual estaba peligrosamente cerca.

Escuche que balbucean algo y antes de que pudiera descifrarlo, ya me habían jalado un poco más hacia la oscuridad – No podemos salir así – Iba a preguntar a que se refería, pero me lo aclaro al frotarse contra mí. Estábamos en igualdad de condiciones – Así que deja de estar retorciéndote o no bajarán – Golpee su pecho una vez – Sanji – Susurró.

¿Qué demonios estaba pasando? Yo vine a ver a Luffy, no a besuquearme con el musgo en un rincón de la terraza. Aunque debo admitir que es una actividad divertida si le quitamos el inconveniente de las personas.

Pegué mi frente contra su hombro y me quede quieto, su respiración movía mi cabello, causándole cosquillas a mi oreja – Esto no está funcionando.

- ¿No? – bajé mi mano y de manera mucho más osada de lo que me creí capaz toque su miembro sobre el pantalón. Estaba caliente y era grande – Definitivamente no.

Su mano se unió a la mía, alejándome – Tampoco ayudas. Si queremos salir de aquí – busqué un pañuelo en mi bolsillo y suspiré - ¡¿Qué haces?!

-Apurando el problema.

Sé lo que tengo que hacer, puedo hacer que se corra y ambos saldremos de aquí como si nada hubiera pasado. Hace mucho tiempo no practico, pero si no lo intento, esto terminará pasado mañana.

ZORO RORONOA.

Solo tenía que hablar con él, preguntarle si estaba bien, averiguar el motivo de su alejamiento y – Hazlo más suave – Gemí contra su cabello; Sólo eran besos ¿Cómo mierda llegamos a esto?

- ¿Te gusta? – Asentí, podía ver sus orejas y estaban más rojas que una manzana, me apetecía morderlas.

Sanji dijo que le gustaba, no me odiaba, sino que – ¡Carajo! Estoy cerca – Me esforcé por no dejar salir mi voz, pero el condenado era muy bueno en esto. Levanté su cara por él mentón y lo besé, mi exclamación murió en sus labios.

Evitó que hiciera demasiado desastre con unos pañuelos de papel que traía, parecía el único afectado por todo esto, una vez que me vestí de nuevo, me regresó la voz - ¿Sanji?

-Tu saldrás primero y – Las chicas que entraron al balcón se retiraron antes de que terminará la frase – Bueno, ahora no importa el orden – Me hizo a un lado y logré evitar que se marchara al sujetarlo por la muñeca.

- ¿No te afecto eso? – El rostro continúa colorado.

- ¡Claro que sí! ¡Pero este no es el lugar ni el momento para hablar! Yo puedo cubrirme con la ropa – Efectivamente su sudadera es grande y esconderá su problema.

- ¿Seguro?

-Sí, mejor salgamos de aquí antes de que venga alguien más.

Sostenía el borde de la ropa fuertemente y caminaba con la cabeza hacia abajo. En medio del pasillo nos encontramos con Trafalgar y Luffy, esperando los resultados de unos estudios que él menor se había realizado. Todo estaba bien, pero debía permanecer en observación. Nos ofrecimos los tres, se notaba que deseaba alejarse del luchador, pero no creo que este se lo deje fácil. Él insistió tanto en quedarse a su lado, que incluso Sanji terminó por ceder, pero prácticamente huyó por el pasillo luego de eso. Lo alcancé antes de que abandonará el edificio.

-Sigue siendo peligroso, no debes andar solo – Miró el estacionamiento, estaba oscuro.

-… Lo siento.

-No debes disculparte por querer hacer cosas normales, tienes derecho a salir y.

-Me refería a lo ocurrido ahí arriba – No podía ver su cara, pero deduzco su expresión.

-Yo no – Volteó alarmado – Lo disfruté.

- ¡Porqué fuiste el único qué se corrió! – Sonreí, el retrocedió un paso – No.

-Vamos a solucionar esa deuda – Le mostré las llaves del auto y este se volvió un tomate.

-Estás loco si crees que voy a seguirte – Esta noche comprobé esa afirmación, debo haber perdido un tornillo, o dos. Pero sería un hipócrita si diera que no me gusto.