Capítulo 14

-Hey, Neptune… -Dijo Uranus mientras se acercaba a ella con sigilo. Neptune se quedó inmóvil y Uranus no sabía como reaccionar. Quería correr y abrazarla, quería besarla y suplicarle perdón, quería quitarle todo el dolor que sabía le había causado. -Yo… estoy aquí, Neptune, como lo pediste.

Neptune se irguió. Pareciera que las palabras de Uranus la hubieran regresado a la realidad. Miró alrededor nuevamente, asegurándose que no hubiera peligro alguno, antes de girar a ver a Uranus.

-Yo no te pedí nada, tal vez lo soñaste, Uranus. -La frialdad de sus palabras disonaban con la calidez de su mirada. Uranus sabía que, en el fondo, estaba feliz de verla con vida, aunque fuese el dolor el que estuviera hablando. -De hecho, no deberías estar aquí, sobre todo si acabas de despertar de la muerte.

Uranus la miró un momento y se acercó más a ella, hasta quedar a menos de un metro de distancia. Neptune parecía querer huir, pero su terquedad y entereza la obligaron a quedarse quieta, esperando un próximo movimiento.

-Yo siempre le hago caso a los sueños donde apareces, no iba a dejarte sola en esta batalla. -Neptune rió amargamente, mientras intentaba secar las lágrimas que empezaron a brotar. Le dio la espalda y miró hacia su espejo.

-Para la batalla no, pero para todo lo demás no veo que te haya importado.

-Neptune-

-Basta- la interrumpió -tenemos una obligación que cumplir. Lo demás puede esperar.

-De acuerdo… -Miró a si alrededor y pudo percatarse de quién se encontraba en ese lugar –¿cómo sabías que Endymion se encontraría aquí?

-mnnn… ¿ahora dudas de mis habilidades? -la miró divertida -¿o necesitas que te las recuerde?

Antes de que Uranus pudiera contestar, el lugar empezó a temblar y de los lados de la cueva, empezado a emerger sombras que se dirigían hacia ellas. En ese momento, se pusieron espalda con espalda. Uranus con su espada en la mano y Neptune aputando su espejo al frente.

-Creo que ahora podrás recordarme tus habilidades -dijo Uranus, con una media sonrisa en el rostro.

-Las habilidades que quería recordarte solo pueden ser hechas en privado -contestó coqueta.

-Luego, entonces -le respondió de la misma forma.

Las sombras se acercaron a una velocidad increíble, golpe tras golpe, Uranus y Neptune peleaban con una gran sincronía. Sin embargo, no dejaban de aparecer. El lugar donde se encontraban hacía imposible lanzar un gran ataque, pues corría el riesgo de colapsar y debían sacar al rey de ese lugar.

-Tenemos que mover la batalla a otro lugar -dijo Uranus

-Lo sé, pero no dejarán de aparecer a menos que la fuente principal de energía se destruya. Necesitamos una distracción. Debes hacer que te sigan hacia afuera.

-¿Tú que harás?

-Destruir la fuente -dijo mientras terminaba con un enemigo más -tenemos que sacar al Rey.

-¿El rey es la fuente?

-Es quien da energía a la fuente

-¿Y donde está la fuente? -preguntó mientras clavaba su espada en el pecho de otra sombra, luego volteó a verla -yo puedo ir.

-No -contestó con firmeza -debes sacar al rey

-Pero-

-Uranus -le interrumpió -no tenemos tiempo -Neptune levantó su mano izquierda y acarició la mejilla de Uranus mientras esta la veía con preocupación. Con una pequeña sonrisa, le dio un beso en la comisura de sus labios -confía en mí -Uranus vio como otra sombra se acercaba y la eliminó antes de voltear a ver a Neptune.

-Neptune, no olvides nuestra promesa -Neptune solo sonrió y Uranus no supo como interpretarlo. Su sonrisa no tenía el brillo de siempre, mas bien estaba llena de tristeza.

-Nunca. Nos vemos pronto -Neptune giró y levantó su espejo, en clara señal de que empezaría el ataque -Submarine Reflection.

Era una táctica de batalla que solían usar cuando peleaban juntas. Ese poder en particular le permite crear ilusiones y proyectar ataques desde cualquier dirección. A la vez que Uranus usaba su espada para crear rayos de energía para que los oponentes, confusos, siguieran esa dirección. Mientras Uranus corría fuera de la cueva seguida por las sombras, Neptune se acercó al Rey y al verlo, no pudo evitar recordar rápidamente cómo es que empezó todo ese caos.

A diferencia de lo que podría pensarse, el Rey se tomaba muy en serio la seguridad de su planeta. El cristal dorado era poderoso también, aunque no se comparaba con el cristal de plata, sin embargo, era lo suficientemente eficaz para proteger a la tierra de cualquier peligro cercano. Cuando Mercury dio aviso de una actividad extraña cerca de un lugar remoto e inhabitable, él fue el primero en crear un plan de acción e ir a investigar. Él, Mercury y una parte del ejercito fueron a ese lugar. Una gran oscuridad los rodeó y las sombras empezaron a formarse. La lucha fue feroz y varios de los soldados perecieron en ese lugar. El intercomunicador no funcionaba y solo quedaron en pie unos cuantos soldados, Mercury, visiblemente herida y Endymion quien empuñaba una espada cargada con la energía de su cristal, pero con el brazo izquierdo roto. En un último acto de valentía, activó el poder de su cristal, diciéndole a Mercury que escapara con los soldados al transportador más cercano y vaya por ayuda. Al principio la sailor no quería abandonarlo, pues era su deber protegerlo. Sin embargo, fue una orden y debía obedecer, además, sabía que ambos no tendrían ninguna oportunidad.

Cuando Mercury regresó al palacio, contó lo sucedido inmediatamente, pero cuando Uranus, Neptune y Mars regresaron al lugar, no había nada. El rastreador de Endymion se había apagado y no había manera de encontrarlo. Su búsqueda tomó semanas hasta que por una orden de la Reina, finalmente se detuvo. El rey se daba por desaparecido.

Cuando Neptune estuvo en el lugar, el espejo mostraba imágenes confusas y difíciles de interpretar, por lo que no se animaba a mencionar nada hasta que tuviera más información. Además, ni la actividad extraña ni las sombras que mencionó Mercury habían vuelto a aparecer hasta después de que detuvieran la búsqueda del Rey.

Pasaron varios meses hasta que Neptune por fin pudo descifrar aquello que le mostraba el espejo, el mismo día en que vio a Uranus y la princesa en los jardines. El mismo día en que casi la pierde a manos del extraño enemigo.

Neptune miraba al rey, parecía dormido en esa cúpula de cristal que lo envolvía. "Tal vez" -pensó –"todo lo que pasó fue para que pudiera llegar a este momento". Empezó a mirar alrededor, buscando la manera de destruir el domo y parar la energía que alimentaba a las sombras.

Si, lo había descubierto ese día y se lo iba a contar a Uranus. El rey estaba vivo y es su cristal quien alimenta a las sombras con más fuerza. El enemigo no era más que la energía acumulada de Caos, que la tierra había absorbido y la estaba liberando, por eso el cristal del Rey era su catalizador. Las sombras no iban a poder destruirse, a menos que esa energía que los alimentaba los destruyera. Y esa era la clave y el porqué debía ir sola a ese lugar y rescatar al Rey.

Neptune tomó su espejo y lo apuntó hacia la cúpula que envolvía a Endymion, intentando ver cual era el punto por el cual emanaba la energía. Su fiel Aqua Mirror no la decepcionó. Entonces activó su cristal, concentrando toda su energía lo apuntó hacia la del Rey. Ambas energías empezaron a envolverse, una dorada y otra aguamarina. Cuando se volvieron una, el Rey abrió los ojos y la cúpula se destruyó.

Un grito de dolor y un golpe seco en el suelo llamó la atención de Uranus, quien se encontraba camino de regreso a la cueva, pues Neptune no había salido. Para su sorpresa la entrada estaba cubierta por una gran cantidad de energía, lo que le impedía entrar.

-¡Neptune! -gritó.

Endymion se puso de pie con ayuda de Neptune, la energía seguía emanando de ambos.

-Rey -le llamó la sailor de las profundidades marinas -¿puede caminar?

-Si… ¿Qué fue lo que pasó?

-Fue atrapado por las sombras de Caos… no hay mucho tiempo para explicarlo ahora. Debe salir de aquí -Endymion miró alrededor, como si intentara encontrar alguna respuesta.

-Las sombras deben ser destruidas desde la energía que los mantiene activos… -dijo el Rey, intentando recordar lo que veía mientras estaba sumido en el sueño profundo del que acababa de despertar.

-Lo sé, por eso es que nuestra energía sigue conectada. Pero debe desactivar su cristal e irse. Uranus está del otro lado, ella lo llevará al palacio. -Endymion la miró un momento hasta que entendió lo que Neptune iba a hacer.

-Neptune, no puedes-

-Por favor -le interrumpió -la reina está destrozada y debe regresar. Además, mi deber es proteger este mundo de cualquier amenaza -en ese momento, la cueva empezó a temblar nuevamente, las sombras se estaban volviendo a formar. -¡Debe irse ahora! -Neptune lo empujó hacia la dirección de la entrada de la cueva. El rey sabía que debía irse, en la condición en la que se encontraba no iba a poder hacer absolutamente nada. Tomándose el brazo izquierdo, corrió hacia la salida del lugar.

-¡Neptune! -volvió a gritar Uranus. Una figura que emergía de la cueva hizo que tomara guardia. Grande fue su sorpresa al encontrar al rey, con vida, saliendo de ese lugar. -¡Rey Endymion! ¡Está vivo! -se acercó rápidamente y pudo tomarlo de su brazo derecho antes de que este cayera al suelo. Empezó a tocer y luego miró a Uranus.

-Me alegra verte, Uranus. Ayúdame. -Uranus lo ayudó a ponerse de pie -el portal… ¿sigue en el mismo lugar?

-Si, exactamente en el mismo lugar… ¿Ha visto a Neptune? -Endymion volteó a verla seriamente -Debes entrar, Uranus, y evitar que comenta una locura.

-¿A qué se refiere?

-Las sombras solo pueden detenerse si la energía que los alimenta, los destruye. Neptune… ha tomado mi lugar.

-…¿Qué? -apenas y pudo contestar.

-Iré por ayuda, por favor, sálvala -No dijo nada mas y Endymion empezó a correr como pudo hacia el portal. Uranus miró entonces la entrada de la cueva. Ahora lo entendía bien. El plan de Neptune siempre fue ese, destruir a las sombras desde adentro, sacrificando su cristal.

Michiru quería morir.

Fin capítulo 14.