En el corazón del complejo separatista en Raxus Secundus, Lelouch estaba reunido con Dooku en una sala austera pero imponente. La iluminación tenue proyectaba sombras alargadas en las paredes, y el Conde, como de costumbre, mantenía una postura regia, sus manos entrelazadas sobre la mesa mientras evaluaba a Lelouch con su mirada penetrante.

—Lelouch, debo reconocer que has avanzado mucho desde que te integraste a nuestra causa. Tus estrategias han sido precisas, y tus resultados, impecables —comenzó Dooku, su tono calmado, pero con un trasfondo que Lelouch reconoció como precavido.

Lelouch inclinó ligeramente la cabeza, aceptando el cumplido sin mostrar arrogancia.

—Hago lo que considero necesario para garantizar el éxito del movimiento, mi Lord.

Dooku esbozó una sonrisa breve, pero su mirada permaneció fría.

—Y, sin embargo, hay quienes todavía cuestionan tu lealtad. Consideran que, aunque eres un recurso invaluable, no has enfrentado verdaderamente los sacrificios que demanda esta causa. Para consolidarte entre nosotros, debes demostrar no solo tu habilidad, sino también tu devoción absoluta.

Lelouch mantuvo la calma, pero en su mente ya comenzaba a analizar las posibles intenciones detrás de las palabras de Dooku.

—Entiendo, mi Lord. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para disipar cualquier duda.

El Conde asintió lentamente, como si esa fuera la respuesta que esperaba.

—Excelente. Hay un grupo de opositores a nuestro movimiento que han estado actuando en secreto en el sistema Eremis. Estos individuos, aunque pequeños en número, han demostrado ser un obstáculo persistente. Se han infiltrado en nuestras redes y han estado suministrando información valiosa a la República. Su presencia es una amenaza que debe ser eliminada.

Dooku se levantó de su asiento y activó un dispositivo holográfico, proyectando un mapa estelar que mostraba la ubicación del sistema Eremis y, específicamente, una base oculta en el borde de un cañón rocoso.

—Esta base alberga a los líderes de este movimiento. No solo deben ser silenciados, sino que también debes asegurarte de enviar un mensaje claro: cualquier oposición a nuestros planes será castigada sin piedad. Considera esto una prueba final para convencer a quienes aún dudan de ti.

Lelouch miró el mapa, memorizando cada detalle mientras evaluaba la operación en su mente. Finalmente, levantó la vista hacia Dooku.

—Entendido, mi Lord. Me encargaré personalmente de esto.

Dooku sonrió, aunque su gesto estaba cargado de intenciones ocultas.

—Confío en que no me decepcionarás, Lelouch. Esta es tu oportunidad de demostrar que no solo eres un estratega brillante, sino también un verdadero líder dispuesto a actuar cuando sea necesario.

Lelouch partió hacia el sistema Eremis esa misma noche, acompañado por un pequeño contingente de droides de combate y un par de oficiales leales. Durante el viaje, repasó los informes proporcionados por Dooku sobre los opositores: un grupo de exoficiales de la República y ciudadanos descontentos que habían formado una célula insurgente. Aunque no representaban una amenaza directa a gran escala, su influencia en el sistema Eremis había complicado los planes separatistas.

"Esta misión no es solo una cuestión de eficiencia táctica," reflexionó Lelouch mientras ajustaba los controles de su nave. "Dooku quiere ver hasta dónde estoy dispuesto a llegar. Esto no es solo una prueba para convencer a otros, sino también para medir mi voluntad."

Al llegar a Eremis, Lelouch aterrizó en una zona segura cerca del cañón donde se encontraba la base enemiga. Ordenó a sus tropas establecer una posición avanzada mientras él evaluaba el terreno desde un punto elevado. Las defensas de la base eran rudimentarias, consistentes en torretas automáticas y guardias apostados en puntos estratégicos.

"No necesitan ser sofisticados," pensó Lelouch. "Su ventaja radica en el terreno. Están aislados y bien escondidos. Un ataque directo sería un suicidio."

Lelouch decidió implementar una estrategia que combinara sigilo y manipulación. Dividió a sus fuerzas, asignando a los droides la tarea de crear distracciones en el flanco oeste de la base, mientras él y un pequeño equipo se infiltraban por el este, aprovechando una grieta en las defensas detectada en los informes.

Cuando comenzó el ataque, las explosiones en el flanco oeste desviaron la atención de los insurgentes, quienes redirigieron a la mayoría de sus fuerzas hacia la zona del conflicto. Lelouch y su equipo avanzaron rápidamente, eliminando silenciosamente a los guardias restantes y entrando en la base.

Dentro, los líderes insurgentes se encontraban en una sala de mando improvisada, discutiendo frenéticamente los próximos movimientos. Lelouch irrumpió en la habitación, su figura imponente envuelta en la capa oscura, con sus sables de luz ya encendidos, uno rojo y el otro púrpura, iluminando el espacio con un brillo ominoso.

—Ríndanse —ordenó con voz firme—. Esta es su única oportunidad de evitar un final más doloroso.

Los insurgentes, sorprendidos por la presencia de Lelouch, levantaron sus armas, pero la desesperación en sus ojos era evidente. Uno de ellos, un humano de mediana edad, dio un paso al frente.

—¡Nunca nos someteremos a los separatistas! —exclamó, apretando los puños—. Luchamos por la libertad, no por el control que ustedes buscan imponer.

Lelouch mantuvo su postura firme, pero en su interior, esas palabras resonaron más de lo que esperaba. Sin embargo, sabía que no podía mostrar vacilación. Dooku lo estaba observando, incluso desde lejos.

—La libertad que buscas no tiene lugar en una galaxia gobernada por el caos —replicó Lelouch—. Su lucha solo prolongará el sufrimiento. Si no pueden ver eso, entonces han sellado su destino.

Sin más advertencias, Lelouch avanzó, sus sables de luz cortando el aire con precisión mortal. Los insurgentes intentaron resistir, pero su desorganización y desesperación los condenaron. En cuestión de minutos, la sala quedó en silencio, los cuerpos de los líderes insurgentes esparcidos por el suelo.

Lelouch apagó sus sables y salió de la base, su capa ondeando detrás de él mientras observaba el amanecer sobre el cañón.

"Un mensaje claro y contundente," pensó. "No solo para los opositores, sino también para quienes todavía dudan de mí."

De regreso en Raxus Secundus, Lelouch presentó un informe detallado a Dooku. El Conde lo escuchó en silencio, su expresión imperturbable mientras Lelouch relataba los eventos de la misión.

—Has cumplido con mis expectativas, Lelouch —dijo finalmente Dooku, su voz cargada de aprobación—. Los opositores han sido eliminados, y el movimiento separatista puede avanzar sin interrupciones. Pero más importante aún, has demostrado que estás dispuesto a hacer lo necesario para proteger nuestra causa.

Lelouch inclinó ligeramente la cabeza.

—Mi lealtad es con la visión de un futuro mejor, mi Lord. Haré lo que sea necesario para garantizar su éxito.

Dooku esbozó una sonrisa fría.

—Bien dicho, Lelouch. Tal vez no solo has disipado las dudas de otros, sino también las mías. Ahora, ve a descansar. Lo que viene será aún más desafiante.

Días después de su exitosa prueba de lealtad, Lelouch recibió una invitación inesperada. El Conde Dooku lo convocó personalmente para asistir a una reunión crucial con los líderes separatistas. Era una oportunidad única para demostrar aún más su valor estratégico y consolidar su posición en el movimiento. Lelouch, como siempre, aceptó con calma, pero su mente trabajaba rápidamente mientras consideraba qué esperar de tal encuentro.

El salón donde se llevaría a cabo la reunión era imponente, una sala redonda decorada con símbolos de poder y maquinaria separatista. Alrededor de la mesa central se encontraban figuras clave del movimiento, incluyendo a Wat Tambor de la Tecno Unión y San Hill del Clan Bancario Intergaláctico. Otros representantes de menor rango estaban presentes, pero todos compartían la misma expresión de calculada ambición y una lealtad condicionada a los intereses del movimiento.

Dooku presidía la reunión desde su lugar, irradiando la autoridad que lo caracterizaba. Cuando Lelouch entró, sintió las miradas inquisitivas de los líderes fijarse en él. Sin embargo, mantuvo su postura erguida y serena, consciente de que proyectar confianza era esencial en este escenario.

La reunión comenzó con una discusión sobre los planes de militarización a gran escala. Wat Tambor presentó una proyección holográfica detallada de un nuevo modelo de droide de combate B2, diseñado para superar las capacidades actuales de las tropas de la República.

—Con este modelo mejorado, podremos producir millones de unidades en cuestión de meses —explicó Tambor con su voz mecánica—. Los droides no necesitan descanso, no cuestionan órdenes y son increíblemente eficientes. Nuestra superioridad militar estará asegurada.

La mayoría de los líderes asintieron en acuerdo, compartiendo comentarios sobre la practicidad y el bajo costo de depender exclusivamente de un ejército de máquinas. Lelouch escuchaba en silencio, pero en su mente ya se formaba un análisis crítico.

"No tienen en cuenta la adaptabilidad ni las vulnerabilidades inherentes a una fuerza completamente automatizada. Esto no es solo una cuestión de números."

Finalmente, Lelouch habló, su tono tranquilo pero firme, atrayendo la atención de la sala.

—Mi Lord, señores, entiendo el atractivo de un ejército compuesto exclusivamente por droides. Pero, ¿han considerado los riesgos inherentes de depender completamente de ellos?

La sala se silenció por un momento. Dooku, intrigado, inclinó ligeramente la cabeza hacia Lelouch.

—Explícate, Lelouch. Estoy interesado en escuchar tu perspectiva.

Lelouch respiró profundamente, ajustando su postura antes de continuar.

—Los droides son predecibles. Aunque podemos producirlos en masa, carecen de la creatividad y adaptabilidad que los seres orgánicos pueden ofrecer. Además, cualquier enemigo suficientemente ingenioso podría encontrar formas de neutralizarlos, ya sea a través de sabotajes tecnológicos o tácticas diseñadas específicamente contra su programación.

Wat Tambor, claramente molesto, replicó de inmediato.

—Nuestros droides están equipados con los sistemas más avanzados de la galaxia. La posibilidad de que sean vulnerables es mínima, y su costo-beneficio supera con creces cualquier fuerza orgánica.

Lelouch no se inmutó ante la objeción.

—No cuestiono su eficiencia, señor Tambor, pero debemos pensar más allá de las estadísticas. Un ejército mixto, compuesto por droides y soldados reclutados de los sistemas que apoyan nuestra causa, combinaría lo mejor de ambos mundos. Los droides pueden manejar tareas repetitivas y operaciones a gran escala, mientras que los soldados orgánicos aportarían flexibilidad, creatividad y la capacidad de adaptarse en tiempo real a escenarios cambiantes.

Dooku observó la interacción con creciente interés, permitiendo que los líderes debatieran mientras evaluaba las reacciones. Algunos, como San Hill, parecían considerar las palabras de Lelouch, mientras que otros, como Tambor, se mostraban claramente opuestos.

—Incluir soldados orgánicos podría aumentar los costos y ralentizar la movilización de nuestras fuerzas —dijo un líder zabrak, su tono lleno de escepticismo.

Lelouch giró ligeramente hacia él, respondiendo con calma.

—Eso es cierto, pero también incrementaría nuestra resiliencia estratégica. Además, un ejército mixto generaría una mayor conexión con los sistemas que apoyan nuestra causa. Los ciudadanos no solo verían droides luchando en su nombre, sino también a sus propios soldados, lo que fortalecería su lealtad y compromiso con el movimiento.

Las palabras de Lelouch sembraron una semilla de duda entre los presentes. Dooku, finalmente, intervino, levantando una mano para silenciar el debate.

—Lelouch plantea un punto válido —dijo con voz grave—. Si bien nuestra fuerza automatizada es nuestra columna vertebral, no debemos ignorar las posibilidades de integrar elementos orgánicos. La flexibilidad y el apoyo político que esto podría generar merecen ser considerados.

Dooku giró su atención hacia Lelouch, su tono lleno de aprobación controlada.

—Tu análisis demuestra nuevamente tu capacidad para ver más allá de lo obvio, Lelouch. Por ahora, exploraremos esta posibilidad. Quiero un informe detallado sobre cómo podría implementarse esta estrategia.

Lelouch asintió, manteniendo su compostura.

—Como desee, mi Lord.

La discusión en la sala no había terminado. Tras las palabras de Lelouch y la respuesta de Dooku, los líderes separatistas parecían haber encontrado un nuevo tema en el cual enfocarse. La cuestión de quién lideraría las fuerzas armadas mixtas, en caso de que se aprobara la propuesta, se convirtió en el centro del debate.

—Si consideramos esta estrategia mixta, ¿quién debería liderar nuestras fuerzas? —preguntó San Hill con un tono que mezclaba curiosidad y desafío—. Un ejército de esta magnitud necesita un mando centralizado y competente.

Wat Tambor, siempre dispuesto a posicionar a su facción como imprescindible, alzó la voz.

—La Tecno Unión ha diseñado la mayor parte de nuestras fuerzas droides. Sería lógico que nuestro mando militar también supervisara las operaciones. Podemos asignar a uno de nuestros mejores estrategas para dirigir el esfuerzo.

Una risa cortante resonó desde el extremo opuesto de la mesa. El líder geonosiano Poggle el Menor, con un zumbido gutural, interrumpió.

—Los geonosianos somos los arquitectos de estas máquinas. Sin nosotros, sus preciados ejércitos no existirían. Si alguien merece liderarlos, somos nosotros.

Lelouch, atento, notó cómo cada palabra de los líderes estaba impregnada de un intento por ganar poder personal. Los intereses individuales parecían dominar la conversación, dejando a un lado el objetivo colectivo.

Dooku, hasta ahora silencioso, dejó que los líderes discutieran. Lelouch observaba con detenimiento cómo el Conde parecía no sentirse amenazado por el caos creciente en la sala, sino que lo utilizaba como un escenario para evaluar las debilidades y ambiciones de los presentes.

—Los neimoidianos han sido fundamentales para financiar la construcción de nuestras naves capitales —intervino Nute Gunray con su voz serpenteante—. Nuestra experiencia en la logística nos hace la opción más lógica para liderar.

Otros líderes comenzaron a agregar sus voces al debate, nombrando a figuras prominentes o proponiéndose a sí mismos como candidatos. La sala se llenó de un tumulto que Lelouch percibió como algo cercano al desorden.

Finalmente, Dooku se levantó de su asiento. La figura alta del Conde dominó la sala, y su simple movimiento fue suficiente para silenciar a los presentes.

—Señores, entiendo sus preocupaciones —dijo con un tono que era tanto sereno como autoritario—. Todos ustedes han contribuido enormemente al éxito de nuestra causa. Pero una cuestión como esta no se resuelve con discursos egoístas.

Lelouch observó cómo las miradas de los líderes se volvían hacia Dooku, su autoridad imponiéndose sin necesidad de elevar la voz.

—El liderazgo militar no es una recompensa para quienes han contribuido financieramente o con recursos —continuó Dooku—. Es una responsabilidad que exige visión, disciplina y la capacidad de inspirar lealtad en las tropas.

Wat Tambor intentó hablar nuevamente, pero Dooku lo interrumpió con un gesto.

—Sin embargo, no decidiré esto unilateralmente. Cada uno de ustedes tiene un papel fundamental en esta coalición, y sus opiniones serán consideradas.

Lelouch quedó fascinado por la manera en que Dooku no solo dominaba la sala, sino que también daba la ilusión de incluir a los demás, mientras mantenía un control absoluto de la narrativa.

—Como primer paso, propongo que nuestras fuerzas sean organizadas en divisiones según las especialidades de cada uno de ustedes —continuó Dooku—. Geonosianos para la construcción, la Tecno Unión para los droides, el Clan Bancario para la logística. Pero el liderazgo global recaerá en alguien que entienda las complejidades de la guerra y no esté limitado por los intereses de una sola facción.

El silencio en la sala se hizo más profundo, y Lelouch entendió que todos estaban esperando el nombre que Dooku tenía en mente.

—El General Grievous —anunció Dooku, su tono final e inapelable—. Su habilidad en el campo de batalla y su implacable determinación son las cualidades que necesitamos. Bajo su mando, nuestras fuerzas alcanzarán un nivel de eficiencia que ningún enemigo podrá igualar.

Al escuchar el nombre, Lelouch no pudo ocultar del todo su sorpresa. Aunque sabía de Grievous, no había anticipado que Dooku lo propondría con tanta firmeza. Lo que le llamó más la atención fue cómo el Conde logró imponer su elección sin permitir que nadie lo cuestionara abiertamente.

Los líderes intercambiaron miradas, pero ninguno tuvo el valor de contradecir a Dooku directamente. Incluso Wat Tambor, visiblemente molesto, solo asintió en silencio.

Dooku se giró hacia Lelouch, sus ojos brillando con una intensidad calculada.

—Lelouch, estoy seguro de que entiendes la importancia de tener un líder como Grievous en el campo de batalla. ¿Qué opinas de esta decisión?

Lelouch, consciente de que esta pregunta era tanto una evaluación como una trampa, respondió con cuidado.

—Grievous es, sin duda, un guerrero formidable y un símbolo de la fuerza que representa nuestro movimiento. Bajo su mando, nuestras tropas tendrán la disciplina y el temor que necesitan para operar con eficacia. Su liderazgo es una elección lógica, mi Lord.

Dooku asintió, una leve sonrisa en su rostro, como si la respuesta hubiera sido exactamente lo que esperaba.

—Entonces estamos de acuerdo. Que este sea el comienzo de un esfuerzo militar que asegurará nuestra victoria.

Mientras la reunión continuaba, la atención giraba en torno a los detalles operativos del liderazgo militar y las estrategias para consolidar las fuerzas separatistas. La figura de Grievous había sido bien aceptada como el líder supremo de los ejércitos, pero la cuestión de quién ocuparía los mandos secundarios seguía en el aire.

Wat Tambor habló con su tono mecánico, sugiriendo que los líderes de las diferentes facciones designaran representantes para actuar como generales en las campañas. Sin embargo, fue San Hill quien, tras unos momentos de reflexión, propuso algo que sorprendió a todos los presentes, incluido Lelouch.

—Propongo que Lelouch ocupe uno de los rangos más altos dentro de nuestro ejército —dijo San Hill, su tono deliberado mientras miraba al joven estratega con atención—. Ha demostrado ser un pensador brillante y un estratega incomparable. Bajo su dirección, podríamos maximizar la eficiencia de nuestras operaciones.

La propuesta hizo que todos en la sala guardaran silencio. Lelouch, aunque acostumbrado a calcular cada escenario posible, no había anticipado que sería nombrado como candidato para un rango militar tan importante.

—¿Lelouch? —dijo Nute Gunray, claramente sorprendido—. Es joven, pero debo admitir que su habilidad es indiscutible. Las estrategias que ha presentado hasta ahora han beneficiado enormemente a nuestra causa.

Wat Tambor, aunque inicialmente escéptico, terminó asintiendo lentamente.

—Es cierto. Si alguien fuera a ocupar un puesto tan alto, Lelouch tiene las cualidades necesarias para hacerlo.

Poggle el Menor zumbó en señal de acuerdo, y varios otros líderes murmuraron palabras de asentimiento. Lelouch, consciente de que este era un momento clave, se mantuvo en calma, aunque su mente ya estaba trabajando para evaluar las implicaciones de la propuesta.

Finalmente, Dooku levantó una mano, silenciando a los presentes.

—Parece que hay un consenso en esta sala —dijo con una voz grave pero serena—. Lelouch, has demostrado ser más que un simple estratega. Tus acciones y decisiones han fortalecido nuestra causa y han disipado las dudas que algunos pudieran haber tenido sobre ti.

Dooku dirigió su mirada hacia Lelouch, su expresión neutral pero cargada de autoridad.

—Por lo tanto, acepto la propuesta de nombrarte comandante dentro de las fuerzas de la Confederación de Sistemas Independientes. Estarás solo por debajo Grievous en cuanto autoridad y tendrás la responsabilidad de liderar operaciones críticas.

Lelouch inclinó la cabeza, proyectando humildad mientras hablaba con claridad.

—Agradezco profundamente la confianza que todos ustedes han depositado en mí, mi Lord. Mi única intención es contribuir a la causa de la Confederación con todo mi intelecto y habilidades.

Hizo una pausa, su tono volviéndose más serio.

—Sin embargo, debo dejar en claro que para lograr los objetivos que se me encomienden, necesitaré cierta libertad operativa. Los intereses de la Confederación siempre estarán en el centro de mis decisiones, pero para maximizar nuestra eficacia, mis métodos podrían diferir de las expectativas tradicionales.

Dooku lo observó por un momento, evaluando sus palabras antes de asentir.

—Mientras tus acciones estén alineadas con los principios de la Confederación y contribuyan a nuestros objetivos, tendrás la libertad que solicitas. Pero no olvides, Lelouch, que el liderazgo viene con un peso considerable. Cada decisión que tomes será vigilada, y cada resultado, juzgado.

Lelouch inclinó ligeramente la cabeza, su tono firme pero respetuoso.

—Entiendo perfectamente, mi Lord. Y no tengo la intención de decepcionar.

Con esas palabras, Dooku dio por concluido el tema, y la reunión continuó. Lelouch permaneció en silencio, pero en su mente ya estaba trazando estrategias para usar esta nueva posición a su favor. Ahora tenía un rango que le otorgaba influencia directa dentro del movimiento separatista, un recurso que, si se utilizaba correctamente, podría ser clave para cumplir sus propias ambiciones.

Al terminar la reunión, Lelouch regresó al lugar donde se alojaba en Raxus Secundus, aún asimilando los acontecimientos que acababan de desarrollarse. Al cruzar la puerta de su habitación, cerró tras de sí y se dirigió de inmediato hacia el holocrón de Revan. Sabía que el antiguo maestro oscuro tendría una perspectiva única sobre lo sucedido.

Colocando el holocrón sobre la mesa, Lelouch activó el dispositivo, y la figura etérea de Darth Revan se proyectó frente a él. El brillo rojo del holocrón iluminó la habitación con un resplandor tenue, mientras Revan observaba a su aprendiz con su característica calma.

—Veo que traes noticias, Lelouch —dijo Revan, su tono grave pero con una curiosidad evidente—. ¿Qué ha ocurrido?

Lelouch cruzó los brazos, manteniendo su postura firme.

—He sido nombrado comandante dentro del ejército separatista. Estaré solo un nivel por debajo de Grievous, con la responsabilidad de liderar operaciones clave. Los líderes creen que mis habilidades como estratega pueden beneficiar a la causa, y Dooku, aunque cauteloso, me ha concedido libertad operativa dentro de ciertos límites.

Revan inclinó ligeramente la cabeza, su postura reflejando tanto aprobación como una advertencia implícita.

—Un paso significativo, pero no sin sus riesgos. Dooku te observa, Lelouch. Aunque te haya concedido este rango, no lo ha hecho por completo como un gesto de confianza. Esto es tanto un premio como una prueba.

Lelouch asintió, consciente de la naturaleza política detrás de su ascenso.

—Lo sé. Dooku quiere resultados, pero también busca mantenerme bajo control. Aún así, esta posición me da acceso a recursos y poder que antes estaban fuera de mi alcance. Es un movimiento que puedo usar a mi favor.

Revan lo observó por un momento antes de hablar nuevamente.

—El poder, Lelouch, no es solo una herramienta; es una prueba continua. Con cada nuevo nivel de autoridad que alcances, también aumentará el escrutinio y las expectativas. Pero recuerda, el verdadero control no proviene de los títulos que posees, sino de tu capacidad para manipular a quienes te rodean.

Revan hizo una pausa, como si considerara cuidadosamente sus próximas palabras.

—Grievous es un guerrero formidable, pero su fuerza está en el campo de batalla, no en el arte de la estrategia o la manipulación política. Usa eso a tu favor. Mantente en su sombra, pero asegúrate de que tus logros eclipsen los suyos. No lo confrontes directamente, pero que quede claro para todos que eres indispensable.

Lelouch tomó nota mental de las palabras de Revan, comprendiendo que el equilibrio sería clave para mantener su posición.

—Lo que dices tiene sentido, maestro. ¿Pero qué hay de Dooku? Su control sobre el movimiento es indiscutible. ¿Cómo puedo asegurarme de que no me vea como una amenaza?

Revan esbozó una leve sonrisa bajo su máscara.

—Dooku respeta la utilidad y la lealtad. Hazle creer que eres un recurso invaluable, alguien que actúa con precisión en nombre de la Confederación. Pero nunca olvides que su lealtad no está contigo, sino con sus propios intereses. Un día, él también será un obstáculo que deberás superar.

Lelouch permaneció en silencio, asimilando las lecciones de su maestro. Revan, viendo que Lelouch estaba procesando la información, decidió añadir una última enseñanza.

—La posición que has ganado es importante, pero no es el objetivo final. Es solo una herramienta más en tu arsenal. Usa esta oportunidad para construir algo más grande, algo que no dependa de Dooku ni de los separatistas. Las piezas están a tu disposición; ahora, debes aprender a moverlas con precisión.

Lelouch inclinó la cabeza, mostrando respeto hacia la figura holográfica de Revan.

—Lo entiendo, maestro. Cada paso que doy está diseñado para llevarme más cerca de mi visión. No dejaré que este momento me distraiga del objetivo principal.

Revan asintió, satisfecho con la respuesta de su aprendiz.

—Entonces continúa, Lelouch. Pero recuerda: el poder verdadero no se concede. Se toma.

Con esas palabras, el holocrón se apagó, dejando a Lelouch solo en la penumbra de su habitación. Se quedó mirando el dispositivo por un momento, reflexionando sobre las enseñanzas de Revan. Sabía que su camino estaba lleno de riesgos, pero también lleno de posibilidades.

"Cada movimiento que hago está calculado. Y este es solo el comienzo."

Lelouch se levantó, listo para trazar su próximo paso, consciente de que cada decisión definiría no solo su posición en los separatistas, sino también su destino en la galaxia.