El dojo Tendo, una vez lleno de ruido, risas y caos por las constantes peleas entre Ranma y Akane, ahora estaba en un extraño estado de calma. Pero no era una calma reconfortante. Era una paz falsa, como si algo esencial hubiera sido arrancado del corazón del hogar.
Soun Tendo estaba sentado en el centro del dojo, sosteniendo un pergamino con la foto del contrato de compromiso entre Ranma y Akane. Las lágrimas caían de sus ojos como ríos interminables, mientras sollozaba sin control.
—¡Mi pobre dojo! ¡Mi futuro está arruinado! ¡Todo por culpa de ese bueno para nada de Genma! —exclamó entre lamentos.
Desde el otro extremo de la sala, Nodoka observaba a su esposo con una expresión severa y llena de decepción. Se mantenía firme, con los brazos cruzados, sin el menor rastro de lástima en su mirada. Su hijo, su único hijo, se había ido, y Genma ni siquiera parecía tener la decencia de buscarlo.
—Genma… —murmuró con frialdad, sus ojos afilados como cuchillas—. Nos prometiste que harías de Ranma un hombre entre los hombres. Nos aseguraste que este compromiso consolidaría el legado de ambas familias. Pero lo único que hiciste fue destruir todo.
Genma, que hasta ahora había permanecido en un rincón, temblaba como una hoja. Sabía que, si abría la boca, lo único que haría sería empeorar las cosas. Se sentía acorralado, no por los gritos de Soun, sino por la ira contenida de Nodoka.
—Yo… yo no pensé que esto llegaría tan lejos… —balbuceó con voz temblorosa—. ¡No es mi culpa! ¡Esa mujer apareció de la nada!
—¿¡No es tu culpa!? —rugió Nodoka, dando un paso hacia él con una mirada feroz—. ¡Lo vendiste, Genma! ¡Lo vendiste como si fuera una mercancía, firmaste contratos absurdos, lo expusiste a peligros sin sentido! Y cuando más necesitaba apoyo, cuando necesitaba que alguien lo defendiera, ¡tú fuiste el primero en darle la espalda!
Genma sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía que su esposa rara vez mostraba esa clase de ira, y cuando lo hacía, significaba que estaba a punto de desatarse una tormenta.
Akane, que había permanecido en silencio hasta ahora, tenía el rostro cubierto por la sombra de su flequillo. Sus puños estaban apretados, tanto que las uñas se le clavaban en las palmas. A pesar de todo lo que había pasado con Ranma, su partida había dejado un vacío que no podía llenar.
—Nabiki… —murmuró, con la voz quebrada—. ¿Realmente no podemos encontrarlo?
La segunda hija de los Tendo suspiró y cruzó los brazos. Llevaba días intentando dar con una pista sólida, pero todo lo que obtenía era lo mismo: Ranma Saotome había desaparecido del país.
—No es tan simple, Akane. Legalmente, Ranma ya no existe.
Akane levantó la vista con sorpresa.
—¿Qué quieres decir?
—Lo investigué. —Nabiki sacó un folder y lo arrojó sobre la mesa—. Ranma Saotome fue registrado como estudiante en una academia de élite en Estados Unidos. Sus documentos están en regla, su beca fue aprobada y… —hizo una pausa, observando la expresión de su hermana—. Ya no es legalmente hijo de Nodoka.
Akane sintió que el aire le faltaba.
—Eso… eso no puede ser…
Nodoka abrió el folder y leyó el contenido con una expresión de horror. Su nombre había sido borrado de la documentación oficial de Ranma. Ya no figuraba como su madre, y en su lugar solo aparecía un tutor legal desconocido.
—No… no puede ser… —susurró, con la voz temblorosa.
Nabiki suspiró.
—Cuando descubrí esto, intenté contactar a la escuela donde se supone que está. Pero no importa cuántos medios use, nadie quiere darme información.
—¿Eso significa que lo secuestraron? —preguntó Akane, sintiendo una mezcla de rabia y angustia.
—No lo sé —admitió Nabiki, cruzándose de brazos—. Pero alguien con mucho poder está asegurándose de que no lo encontremos.
Un escalofrío recorrió la espalda de Akane.
—Entonces… ¿qué hacemos?
Nodoka, aún sosteniendo el documento con su nombre eliminado, apretó los dientes con rabia y determinación.
—Lo traeremos de vuelta. No importa cuánto tarde… yo recuperaré a mi hijo.
Akane asintió, con los ojos llenos de determinación. Sabía que no podía cambiar lo que había pasado, pero haría todo lo posible para corregir su error.
Mientras tanto, Soun seguía llorando en un rincón.
—¡Mi dojo! ¡Mi compromiso! ¡Mi sueño de ver a Akane casada con Ranma se ha esfumado!
Genma, aún tembloroso, miró a su esposa y tragó saliva.
—Nodoka, querida… quizás deberíamos pensar en otras opcio—
—Silencio, Genma. —La mirada de Nodoka lo silenció al instante—. Tú eres la razón por la que nuestro hijo se fue. Y si crees que te lo perdonaré fácilmente, estás muy equivocado.
El ambiente en la casa Tendo se había vuelto tenso. Todos sabían que las cosas nunca volverían a ser como antes.
Y lo peor de todo era que ni siquiera podían imaginar lo que Ranma estaba viviendo en ese momento.
El sol apenas comenzaba a elevarse sobre Nerima cuando un estruendoso golpe resonó en la entrada del dojo Tendo. El sonido era tan fuerte que incluso los vecinos miraron con curiosidad.
Dentro de la casa, Soun Tendo dejó caer su taza de té, Akane frunció el ceño, Nabiki suspiró y Nodoka apenas levantó la vista de la documentación que estaba revisando.
—¡Tendo! —la voz grave y dramática de Tatewaki Kuno resonó en el aire—. He venido a exigir respuestas.
—Oh no… —murmuró Akane, masajeándose las sienjas—. No tengo paciencia para esto ahora.
Nabiki se levantó con calma y caminó hacia la puerta, abriéndola con una sonrisa burlona.
—Vaya, vaya… ¿a qué debemos el honor de tu visita, Kuno-chan?
Tatewaki Kuno irrumpió en el dojo como si fuera un samurái en una batalla épica. Su armadura escolar brillaba con la luz del sol y sostenía su bokken con aire majestuoso.
—¡He escuchado un rumor perturbador! —exclamó, señalando a Akane con gran dramatismo—. Se dice que el infame Ranma Saotome ha huido, abandonando así el duelo por tu amor, oh bella Akane Tendo.
Akane sintió un tic nervioso en la frente.
—No es un duelo por mi amor, Kuno… ¡Y nadie está abandonando nada!
Pero Kuno ignoró sus palabras y se arrodilló de golpe ante Akane, tomando su mano con devoción.
—¡Ahora que el vil plebeyo ha huido como un cobarde, el destino nos une al fin! ¡Akane Tendo, acepta mi amor eterno! ¡Juntos gobernaremos este instituto y traeremos la justicia a esta era decadente!
Akane retiró la mano rápidamente y le dio un puñetazo en la cabeza.
—¡No voy a salir contigo, Kuno! ¡Y deja de decir que Ranma es un cobarde!
Pero antes de que la conversación pudiera continuar, otro grito llegó desde el portón de la casa.
—¡Akaneeeeeee! ¡Voy a matarte, Ranmaaaaaaa!
El grupo se giró justo a tiempo para ver una nube de polvo levantarse en la calle. Segundos después, Ryoga Hibiki apareció en la puerta, con su bandana bien ajustada y los colmillos expuestos en una mueca de rabia.
—¡¿Dónde está Ranma?! —gruñó, mirando a su alrededor como un toro furioso—. ¡Se supone que iba a enfrentarme a él, y ahora no puedo encontrarlo por ningún lado!
Akane suspiró, cruzando los brazos.
—Ryoga, llegas tarde como siempre.
Nabiki sonrió con diversión.
—Lamento decirte que tu eterno rival ya no está aquí.
Ryoga frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—Ranma se fue. —La voz de Nodoka resonó en el aire, firme pero con un tono de tristeza—. Y no sabemos dónde está.
Por primera vez, Ryoga se quedó en silencio. Su puño tembló ligeramente, pero no dijo nada. Algo en la expresión de Nodoka le dijo que esta vez no era un truco de Ranma.
Sin embargo, la calma duró poco.
Otro sonido de pisadas se acercó rápidamente, y de la nada, un proyectil rosa saltó sobre la cerca y aterrizó en el jardín.
—¡Maridooo! ¡Ranma!
Shampoo apareció de un salto, con sus ojos brillando de emoción y su largo cabello lila ondeando con el viento.
—¿Dónde estar esposo? ¡Shampoo viene a llevarlo de vuelta a aldea!
—Sí, sobre eso… —dijo Nabiki, pero antes de que pudiera explicarle, un sonido metálico interrumpió la conversación.
—¡Ranma, querido! ¡Tu Ukyo ha llegado!
Ukyo apareció sosteniendo su enorme espátula, su expresión reflejaba una mezcla de preocupación y determinación. Había oído rumores de la desaparición de Ranma y estaba decidida a confirmar la verdad.
El caos estaba oficialmente instalado en el dojo Tendo.
Pero entonces, antes de que nadie pudiera decir algo más…
—¡Fufufufu~!
Un sonido inconfundible de una risa altanera y melodiosa se escuchó desde el techo.
Todos levantaron la vista justo a tiempo para ver a Kodachi Kuno en lo alto, con una rosa negra en la mano, su cabello ondeando en el viento y una sonrisa de superioridad en el rostro.
—¡Oh, qué tragedia más cruel! —Kodachi suspiró dramáticamente, dejando caer la rosa al suelo—. Mi querido Ranma ha desaparecido, dejándome con este insoportable vacío en mi corazón.
Akane rodó los ojos.
—No empieces…
Pero Kodachi no la escuchó y dio un elegante salto mortal, aterrizando junto a su hermano, quien la miró sorprendido.
—Kodachi, ¿qué haces aquí?
—¡He venido a buscar a mi amado! —Kodachi declaró, girando sobre sí misma con una sonrisa—. No puedo permitir que desaparezca sin dejarme al menos una carta de amor.
—¿Desde cuándo Ranma te ha escrito cartas de amor? —preguntó Nabiki, divertida.
—¡Esa no es la cuestión! —Kodachi chasqueó los dedos—. Lo importante es que debemos encontrarlo. ¡Una doncella no puede vivir sin su príncipe!
Los presentes se miraron entre sí, confusos. Ya era bastante lidiar con Kuno, Ryoga, Shampoo y Ukyo… ¿pero ahora también tenían que soportar el drama de Kodachi?
Las cinco figuras—Kuno, Ryoga, Shampoo, Ukyo y Kodachi—se quedaron mirando a las Tendo y a Nodoka, esperando respuestas.
—Muy bien, ¿alguien puede explicarnos qué está pasando? —preguntó Ukyo, cruzando los brazos.
Nabiki, con su clásica calma, suspiró y tomó la palabra.
—Es simple. Ranma se ha ido. Oficialmente, recibió una beca y está en Estados Unidos.
—¿Qué? —exclamó Ryoga.
—¿Beca? —Shampoo frunció el ceño—. ¡Ranma no es genio de escuela!
—Yo tampoco me lo creo —Ukyo miró con desconfianza—. ¡Ran-chan jamás me mencionó nada de eso!
Kodachi soltó una risa elegante.
—Oh, qué ingenioso. ¡Seguramente Ranma está escondido en algún lugar, planeando su regreso triunfal!
Nabiki suspiró.
—Lo dudo. Legalmente, Ranma ya no es parte de esta familia.
Silencio.
Akane mantuvo la mirada baja, sintiendo una punzada en el pecho.
Ryoga apretó los puños.
—No importa dónde esté… ¡Lo encontraré!
Shampoo asintió.
—¡Sí! Shampoo traerá a esposo de vuelta.
Ukyo sonrió con determinación.
—Ran-chan no se va a librar de nosotros tan fácilmente.
Kuno alzó su bokken.
—¡Y mientras tanto, yo me haré cargo de proteger a la bella Akane Tendo!
—¡NO ME PROTEJAS! —Akane lo golpeó en la cabeza.
Mientras tanto, Nodoka observaba todo en silencio. Sabía que ninguno de ellos tenía idea de lo que realmente estaba pasando.
Pero una cosa era segura…
La búsqueda de Ranma había comenzado.
Con el dojo ahora en calma, las visitas se habían retirado y solo quedaba Akane en la casa.
El silencio pesaba más de lo normal.
Akane se dejó caer en el sofá con la mirada vacía.
Ranma estaba fuera de su alcance.
Y por primera vez en su vida, sentía que realmente lo había perdido.
Fue entonces cuando sonó el timbre.
Akane se sobresaltó.
Se levantó y abrió la puerta con el ceño fruncido.
Un mensajero estaba parado frente a ella, sosteniendo un paquete envuelto en papel elegante.
—¿Eres Akane Tendo?
—Sí…
—Esto es para ti.
Akane tomó el paquete con manos temblorosas.
El mensajero se fue, dejando varios paquetes más dirigidos a Nabiki, Kasumi, Soun y Nodoka.
Con el corazón latiendo con fuerza, Akane abrió el suyo.
Dentro, había una carta con una caligrafía que reconoció al instante.
Era de Ranma.
"Akane, sé que no puedo cambiar lo que pasó… pero quiero que sepas que yo nunca mentí. No podía defenderme porque nadie me dio la oportunidad. Espero que algún día puedas perdonarme."
"Este es un regalo para la dulce Akane. No importa dónde esté, siempre recordaré los momentos felices que pasamos juntos."
Akane sintió que su pecho se apretaba.
Con las manos temblorosas, sacó el regalo.
Era una cinta para el cabello, azul con bordes dorados, simple pero elegante.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Ranma…
Por primera vez desde su partida, Akane sintió que aún quedaba algo entre ellos.
Y supo que no descansaría hasta encontrarlo.
