Relato 14- Más que ser el mejor.

Resumen: Eiji Sawakita y Kazunari Fukatsu sienten algo el uno por el otro. Quizá amor. Quizá amistad. Quizá ninguno de los dos. O quizá ambos.

Se escuchaban las ovaciones allá afuera. Todos esperaban ansiosos a que comenzara el partido. Era tan solo un juego amistoso contra la preparatoria Kainan, sin embargo, era significativo y también un punto de arranque para encontrar las fortalezas y debilidades de cada uno.

Casi todos los miembros estaban listos para presentarse. Solo faltaban los números nueve y cuatro que seguían preparándose para su salida.

—¿No te parece emocionante compartir un partido con Shinichi Maki? Escuché que hoy se encuentra muy animado.
—¿Y cuándo no lo está? Siempre busca derrotar a quien quiera que se le ponga en frente.
—Igual que nosotros, Fukatsu.

El mencionado sonrió de lado sin dejar que el otro viese su expresión.

—Te ves contento, Eiji. ¿Pasa algo?
—Pasa que si derrotamos a este equipo seremos oficialmente los reyes. No de verdad, claro. Pero nos ganaremos de inmediato el miedo y respeto de todos, así que este juego es muy importante.
—Es un juego amistoso.
—¿Y acaso en los juegos amistosos no se puede destruir el alma del oponente? Juguemos un poco con ello. —Sonrió de forma traviesa.
—Siempre el mismo…

Sin embargo, Eiji Sawakita no creía ver que su compañero se encontrase de buen humor, por lo que le rodeó el cuello con un brazo acercándolo hacia sí.

—¿Te molesta algo? —preguntó con genuina curiosidad sin borrar su sonrisa de su cara.
—Me molestas tú, Eiji. No soporto ver esa felicidad infantil en ti.
—¿Oh? Yo creo que, más bien, son celos. Dime, compañero, ¿estás celoso de mí? En realidad deberías estar agradecido y feliz de que me tengas en tu equipo. Estamos a punto de pasar a lo grande gracias a mis habilidades.
—Ugh, creí que te esforzarías en hacerme sentir mejor, pero eres solo palabrería. —Las palabras de Fukatsu no reflejaban realmente un sentimiento de repulsión como pretendían sus acciones. Sin embargo, su cara lucía más afligida que otros días.

De una vez por todas Sawakita se plantó a su lado sin dejar de rodearle con el brazo y le habló con sinceridad olvidándose de las bromas.

—Quizá no desayunaste bien hoy.
—Estoy bien, Eiji.
—No me lo parece.
—Estoy bien —repitió.

Entonces Sawakita se separó de él, pero le clavó la mirada y casi le habló en un susurro.

—Estamos solos… Nadie va a ver ni escuchar. ¿Quieres decirme qué te pasa?

Fukatsu tragó en seco. Desvió la mirada, indeciso de si debía sincerarse o no. Al sucumbir habló rápidamente para no ahogar sus palabras.

—¿Crees que pueda ser tan bueno como tú?
—¿Eh?
—En el juego, en el partido. En el básquetbol. ¿Crees que tengo oportunidad de ser como tú, Eiji?
—¿De qué hablas? —habló con asombro no esperándose aquellas palabras—. ¡Ya eres muy bueno! Eres llamado por otros el mejor base de Japón. Muchos te admiran, ¿lo sabías?
—Pero… No lo sé. Eso no es lo que…
—¡Eres el mejor de todos! Sin ti no podríamos llegar a ser los reyes del estado. Eres nuestra clave para el éxito.

Y antes de que Fukatsu pudiera decir: "no es verdad, Eiji. Tú eres la estrella", fue interrumpido por sus propios pensamientos al darse cuenta de que realmente no creía que él fuese malo en el juego o que le faltara algo, sino que admiraba a Eiji Sawakita, el mejor jugador de Sannoh y posiblemente de todo Japón. Y se temía que, más que admiración, ese sentimiento fuese otra cosa. Y Sawakita pudo entenderlo bien porque los ojos de su amigo eran siempre sinceros sin ser capaces de ocultar la verdad a través de sus ventanas. Por eso, la estrella del equipo se acercó más al rostro de su amigo asegurándose de que lo veía y escuchaba bien, y le dijo:

—Fukatsu, si te sirve, yo creo sinceramente que eres el mejor del equipo. Y también creo que no necesitas parecerte por completo a mí para que yo pueda considerarte como mi igual. Sí, hay buenos jugadores en Kainan y también hay un individuo interesante en Ryonan, pero, ¿cómo puedo decirlo? —Soltó una risita nerviosa ante la mirada de Fukatsu que se mantuvo clavada en él sin desviarse ni un segundo—. Más que ganar y tener encuentros con ellos, lo que más disfruto de esto es cuando juego a tu lado, hombro con hombro, espalda con espalda. Esto me importa más que ser el mejor.

Los ojos de Fukatsu se abrieron y un brillo peculiar los cubrió. Todo lo que deseaba oír era que Eiji Sawakita le quería tanto como él mismo.

—¿A quién le gusta perder? Probablemente a nadie —siguió diciendo el número nueve—, pero yo podría soportarlo mejor siempre que estés tú ahí. Y no me refiero a… siempre en el mismo bando. Incluso si estuvieses en el equipo contrario, siempre estaré feliz de compartir la cancha contigo.

Las mejillas de Eiji se tornaron de color carmín de un momento a otro y ello hizo que en el rostro serio de Fukatsu se dibujase una casi imperceptible sonrisa.

—Me alegra oírte decir eso, pero…

Y ese "pero" hizo que a Sawakita se le revolviera el estómago, expectante de cualquier cosa que fuera a decir o hacer.

—¿Pero…?
—Pero yo no estoy feliz solamente cuando juego a tu lado, sino también en todo lo demás. Cuando caminamos juntos a la escuela, cuando comemos el almuerzo juntos, cuando hacemos nuestras tareas ayudándonos el uno al otro, cuando practicamos antes de los partidos, cuando simplemente… hablamos de lo que sea. Siempre estoy feliz tan solo con estar contigo.
—Fukatsu…
—Y me gustaría pensar que, quizá, tú te sientes igual.

No existían palabras para describir aquel sentimiento. Ambos adoraban compartir su adorado tiempo con el otro. ¿Aquello era a lo que se le llamaba amor?, ¿o quizá una amistad duradera? ¿Eso era tener un mejor amigo o quizá era el primer amor?

Quizá fuese solo un sentimiento fortísimo de admiración mutua.

—Me gusta estar contigo, Fukatsu.
—Me alegra oír eso, Eiji —dijo y con cuidado le ayudó a terminar de acomodarse la banda del brazo.

Se miraron el uno al otro. Entonces pensaron en sintonía que ceder a lo prohibido y desconocido no era algo realmente grave. Y entonces recordaron que, justo como Eiji dijo, nadie miraba y nadie oía.

—Eiji…
—Dime.
—¿Soy… suficiente para ti?
—Ya te lo dije. No necesito que te esfuerces en ser igual a mí para que yo pueda mirarte.
—¿También estás…?
—¿Enamorado? No lo sé. Pero para saberlo podríamos darnos un tiempo para conocernos, ¿no lo crees?
—¿Desde cuándo? —preguntó con esperanza.
—Desde este momento, si te parece bien.
—Si logro gustarte, comienza a salir conmigo oficialmente por favor.
—Los demás van a darse cuenta…
—Eso no importa. Si son listos, ya se habrán dado cuenta de cómo te miro. Solo quiero estar contigo.

Eiji Sawakita sonrió. Su rostro no perdió el color y por el contrario tan solo se volvió más cálido que antes.

—Podemos salir desde ahora. No tengo ningún problema… —Soltó una risilla. No perdió el tiempo y pensó que estaba bien correr riesgos.

Por eso, se inclinó hacia su compañero no sin antes echar una mirada a sus labios carnosos. Esperando lo que venía, Fukatsu cerró los ojos para poder sentir a Eiji besándole con ternura. Fue apenas un beso que más allá de contener deseo, contenía un genuino sentimiento de curiosidad.
Al separarse se vieron unos segundos deseando por más, no obstante, el escándalo de afuera les recordaba lo que debían hacer. No había tiempo para distraerse en un momento tan importante.

—Entonces, ¿vamos y le ganamos a Kainan? —alentó Sawakita.
—Vamos —dijo y sonrió abiertamente por primera vez.