CAPÍTULO 48
—Lamento haberte arrastrado a esto —se disculpó Utahime. A decir verdad, estaba un tanto nerviosa y no sabía exactamente porque, si tenía experiencia en cuidar a chicos.
—Nah, está bien. No creo que vaya a ser mucho problema —Gojo a diferencia de ella, lucía completamente relajado, aunque estaba ahí más que nada como un "favor" para la líder del clan, que por su novia. No podía negarse cuando él le había pedido suma discreción anteriormente.
—¿Crees que todo salga bien? Serán solo dos días, no tendría por qué ser un problema.
—Relájate ¿qué tanto problema podría causar cinco mocosas?
—Encima ¿Por qué Tokio? Hubiera preferido tenerlas en Kioto.
—¿Para que sigan viendo más templos? —se quejó Gojo—. Aburrido.
—Es cultura, hay muchas cosas interesantes que ver.
—Para los turistas y viejos, vamos, Tokio es más interesante para un grupo de niñas que viven en una villa vieja.
—Estás hablando de mi casa —Utahime alzó la voz de forma dura.
—Estaremos bien, Hime. Ya verás.
¿Cómo habían terminado así? Era verano, sí, pero ni siquiera eran vacaciones, además la temporada de lluvias estaba cerca, así que podía arruinar todos los planes.
Utahime suspiró, nerviosa y preocupada: sus cinco sobrinas de pronto habían dicho que querían ir a Tokio de excursión. Sin poder replicar en lo absoluto, Kaori dijo que las enviaría el 12 y 13 de junio, como si ella tuviera tiempo de ser niñera, menos cuando el evento de intercambio sería en dos meses y aún tenían cosas que planificar.
Lo más sorprendente de todo fue que Gojo se sumó al plan, Utahime insistió arduamente de que no debería, pero igual de insistente él quiso ser parte de ese loco fin de semana. Claro que ella no sabía que Kaori se lo había pedido a cambio de su silencio por el Jingikan. La otra parte de la verdad es que a Gojo le parecía interesante saber que podría pasar, era un aventurero y un niño también, el instinto le gritaba: será divertido.
Ambos esperaban a las niñas en la estación del tren bala, viajaban solas y eso no le parecía muy correcto a Utahime, después de todo la mayor, que era Sayu, solo tenía 12 años.
Gojo sonrió con cierta emoción cuando vio a las cinco niñas correr e inmediatamente abrazar a su querida tía. La gente a su alrededor tenía que esquivarlas, pues estaban armando todo un alboroto de gritos y ademanes. Satoru de inmediato notó el brillo en los ojos de Utahime, ese resplandor que le provocaba su familia.
"¡Tío Gojo!" gritaron las cuatro mayores y al igual de efusivas como lo fueron con Utahime se abalanzaron sobre el peliblanco. Satoru no supo de inmediato como responder, no esperaba que las niñas fueran a tratarlo con tanta familiaridad. Tan solo les sonrió y le palmeó la cabeza a cada una.
—Oye —le llamó Gojo a la única que no le saludó. Estaba asomándose tímidamente detrás de Utahime— ¿No vas a decir nada? Eso es una falta de respeto —se quejó Gojo, como si él fuera un ejemplo de modales.
Uta, que lo conocía bien, sabía que estaba bromeando, pero Misao no. Los ojos de la niña se le llenaron de agua y en contra de su voluntad, pero con una fuerte convicción por su educación, salió detrás de Utahime e inclinó su cuerpecito como saludo, apretando sus manos sobre el vestido en color blanco y rosa. Misao era tan tierna y linda que Gojo sintió algo extraño en su pecho al verla.
—Ya, es suficiente —dijo él de forma más jovial—. Díganme sus nombres y edades de la mayor a la menor.
—¡Sí! —gritaron las cuatro tan alto que los transeúntes voltearon a verlas.
—Sayu Iori, doce años.
—Yashiro Iori, once años.
—Noi Iori, diez años.
—Ayane Iori, diez años.
—Mi–Misao Iori, seis años.
—¿Gojo, podemos hacer esto en otro lado?
—Hime, las presentaciones son importantes.
—Pero ya se habían presentado en la villa.
—Corrección: me amenazaron y luego gritaron con emoción —recordó como todas se pusieron en su contra.
—Lo lamentamos mucho, tío Gojo —se disculpó Ayane.
—Pero tiene que admitir que parece alguien sospechoso y llegó de la nada —le aclaró Yashiro. Gojo ya se había dado cuenta que era la más rebelde de todas.
—¿Sospechoso? —Gojo enarcó una ceja.
—Pero si se ve diferente de civil, parece cooprotagonista de un manga shojo —dijo Noi con emoción. Gojo iba muy casual para la ocasión, jeans, tenis, playera.
—¿Y por qué no un protagonista? —demandó saber Gojo, le hería en su orgullo que fuera relegado a un segundón. Sus ropas de civiles siempre eran de buena marca y conscientemente elegidas para hacerlo ver bien. Ese día no era la excepción.
—Pues porque la protagonista sería la tía Uta —dijo ella como una obviedad que hizo sentir a Gojo como un tonto por si quiera preguntar.
—El interés romántico es un protagonista —respondió muy seguro, ¿por qué de pronto estaba peleando con una niña de diez años?
—Pues yo creo que…
—Suficiente —intervino Utahime poniéndose en medio de los dos—. Gojo —le llamó la atención, la mirada claramente le decía que detuviera lo que sea que estuviera tramando.
—Tía ¿dónde dejaremos nuestro equipaje? —preguntó Sayu.
Si bien no llevaban muchas cosas, era cierto que debían dejar sus pertenencias para poder disfrutar del agónico día que les esperaba.
—Bueno…
Había insistido que lo mejor sería alquilar una habitación grande de hotel para ella y las niñas y así estar más cómodas, sin embargo, Gojo insistió que ¿para qué hacer el gasto si su departamento estaba ahí? Fue una discusión que terminó ganando Satoru, Utahime no entendía del todo porque se había encaprichado en querer que se quedaran en su casa, además, solo había una habitación, aunque la casa fuera enorme.
Los ojos de las niñas se abrieron enormemente al entrar al gran espacio del departamento de Gojo, todas corrieron en direcciones diferentes para poder husmear en cuanto escucharon decir al dueño "siéntanse como en casa", Gojo no tenía idea que las palabras pueden ser literales para un niño.
—¡Tienen que ver la cama! —gritó Yashiro desde el pasillo—. Es para un gigante.
Misao se quedó petrificada en medio del salón. Gojo no pudo evitar reírse de su reacción. Noi veía muy entretenida las figuras de anime de Gojo. Sayu en el balcón de la cocina no escuchó a Yashiro, así que al final de cuentas la única que fue a la habitación con Yashiro fue Ayane.
—Sí destrozan algo, será tu responsabilidad —dijo Uta para Gojo.
—¿Sabes? Cuando escapaba de casa, harto de sus reglas, veía a otros chicos divertirse. Pensaba que perdían el tiempo jugando, era tan arrogante que a pesar de odiar el día a día en la casa Gojo, creía que mi vida era superior.
—¿Cuándo fue la primera vez que te divertiste en serio?
—Cuando entré a la preparatoria —dijo con una sonrisa. Ir a la preparatoria fue su escape del Clan.
—Geto y Shoko seguro eran un dueto de comediantes estupendos—Utahime sonrió divertida.
—Súmale una senpai molesta obsesionada con la jerarquía.
—Oye…
—Eso también fue divertido.
—Entonces ¿Tener a las niñas aquí es hacer las paces con tú yo más pequeño?
—¿Tú crees?
—Nadie más merece crecer solo para servir cómo un hechicero —dijo con cariño, entrelazados sus dedos con los de su novio.
—No… —susurró Gojo.
Minutos más tarde Utahime estaba sentada en la sala con todas las niñas alrededor, Gojo paseaba de un extremo a otro como un general a punto de reprender a su pelotón. Sinceramente, estaba disfrutando todo eso.
—Bien —habló Gojo para romper el silencio—, ¿qué quieren hacer?
—Ahorré todas mis mesadas desde año nuevo para poder comprar mangas hoy —alzó la mano Noi—, quisiera ir a una librería famosa en Tokio.
—Entonces quieres ir a Akihabara —dijo pensativo el ojiazul mientras se tocaba la barbilla.
—Yo quiero ir a un parque de diversiones —propuso Yashiro.
—Igual yo —secundó Ayane.
—Suena estupendo, hay muchas opciones, ¿qué dicen de ir a Yomiuri Land? —sugirió Gojo enseguida.
—¿No está un poco lejos? —replicó Utahime.
—Vale la pena. Se van a divertir.
—Sayu ¿cuáles son tus planes? —preguntó Utahime.
—Quiero visitar un centro comercial, uno grande, que tenga muchas tiendas —confesó con emoción, después de todo, ya estaba entrando en la adolescencia y quería presumir un poco de su viaje a la capital.
—Roppongi Hills, entonces.
—Gojo, el poder adquisitivo de una niña de doce años no es comparable al tuyo.
—No pasa nada. Deja que el increíble tío Gojo se haga cargo de todo.
—Eso es lo que más me preocupa.
—¿Y tú? ¿Qué quieres hacer? —preguntó Gojo para Misao.
—Parque de diversiones… —susurró con timidez.
Gojo sonrió muy divertido al maquinar en su mente todo un día en un parque. Claro que, Satoru Gojo, no tenía idea de que cuidar a unos chicos de prepa era totalmente diferente a cuidar de niños de primaria.
Yomiuri Land era un gran parque de atracciones, con 43 juegos en total más cinco grandes piscinas y toboganes. Por las noches el parque se iluminaba por completo, regalando una vista espectacular desde las plataformas verticales. También contaban con numerosos locales de comida deliciosa, especialmente si de dulces hablaban.
Las niñas saltaron de emoción al cruzar la gran entrada y apreciar con sus propios ojos la gran montaña rusa y todos los demás juegos que se veían. Todo el lugar era colorido y como era verano, muchas familias estaban ahí para darse un chapuzón refrescante.
—¿Qué hacemos primero? ¿Qué hacemos primero? ¡¿Qué haces primero?! —de pronto Ayane se había puesto super ansiosa. No dejaba de agitar el brazo de Utahime para llamar su atención.
—¡Yashiro, espera por nosotros! ¡No corras sola! —gritó Utahime al ver que la niña avanzaba por su cuenta husmeando aquí y allá.
—¡Tía Uta, quiero ir al Fashion Factory! —para muestra, Sayu le enseñó imágenes el Spin Runway que había encontrado en Internet.
—Esperen ¿qué hay de las piscinas y los toboganes? —renegó Noi.
—Gojo ¿Puedes traer a Yashiro? —le suplicó Uta al peliblanco. Gojo sin decir nada acató la orden.
"Tía Uta" gritaban todas a la vez y Utahime sentía casi hasta un mareo de pensar la mejor manera de complacerlas a todas. Gojo llegó con Yashiro, quien la traía como si hubiera recogido un gato de la calle.
—Yashiro, vayamos a la piscina —le suplicó Noi.
—Oh, de acuerdo.
—A mí también me gustaría —dijo Ayane.
—Entonces yo me encargo de ellas y así puedes llevar a Sayu al Fashion Factory, cuando terminen nos vemos en la piscina —dijo Gojo.
—Necesitan ropa para bañarse.
—Descuida —sopesó Gojo tan relajado como de costumbre—, yo me hago cargo.
Las niñas de inmediato corrieron al lado de Gojo y lo tomaron de la mano con una gran sonrisa.
—Misao ¿Quieres ir con ellas? —le preguntó Uta a la niña.
—No —negó efusivamente, ocultando las ganas de acompañarlas por el miedo que le tenía a Gojo.
—Okey. Las estaremos esperando.
—Se prudente Gojo y cuidalas bien —lo amenazó Uta—. Niñas háganle caso en todo lo que parezca sensato para una persona normal.
—¡Sí!
—¿Qué significa eso? —respingó Gojo.
—Ya, no hay que perder tiempo, vamos tía.
Mientras Sayu se llevaba a jalones a Utahime, Gojo y las tres niñas tomaron rumbo a su lado del parque.
—Tío Gojo ¿podemos subirnos a los toboganes? —preguntó Ayane.
—Supongo que sí.
—¿Debería subir mi pantalón hasta las rodillas? —pensó Yashiro en voz alta.
—Vamos a comprar trajes de baño —dijo Gojo.
—¡Super! —gritó Noi alzando los brazos.
En la tienda de ropa estaban pocas personas, las niñas miraban curiosas todas las opciones que tenían y reían entre ellas al encontrar atuendos que pensaban les quedarían bien. Gojo fue super práctico y tomó lo que primero llamó su atención, era una fortuna que todo le quedara de maravilla, así que no tenía nada de qué preocuparse. Fue el primero en ir al probador a cambiarse, pues las niñas parecían indecisas en que comprar.
—¡Tío, Gojo! ¿Puedo comprar unos googles? —dijo Yashiro con la pieza en mano.
—Claro.
—¿También podemos llevar sandalias? —dijo Ayane.
—Sí.
—¿Flotadores? —Noi se apareció cargando algunos.
—Son importantes, claro.
—¡Lentes de sol!
—Un pareo.
—¡Bloqueador solar!
Definitivamente no sabía decir que no, sería porque no le pesaba despilfarrar dinero, es decir, tenía camisas que costaban el total de la compra de ese día, Gojo era del tipo "si me gusta, lo compro sin fijarme en el precio", un lujo que por supuesto no todos tenían la dicha de gozar.
Era totalmente encantador en el sentido más lindo de la palabra, porque era curioso verlo junto a las pequeñas, Gojo tenía toda la pinta de un papá soltero. Tomó una pérgola con camastro, las niñas dejaron sus bolsos a un lado (que también fueron comprados por el albino) mientras se ponían el bloqueador por el cuerpo. Satoru tomó asiento en el camastro y observó detenidamente el lugar, su vista aguda detectó cero peligros ajenos a la piscina.
—Utahime dijo que tuvieran cuidado, así que pueden hacer lo que quieran si consideran que no es mortal —dijo Gojo, había más ruido del que esperaba, pero estaba a gusto. Las niñas lo observaron curiosas de que solo esa fuera la instrucción.
—¿Podemos subirnos al tobogán? —le consultó Ayane.
—Seguro, solo no se vayan a quebrar algo.
—¿Cree que podamos lastimarnos? —dijo con temor Noi.
—Pues, tal vez, se ve grande —Gojo afirmó mientras veía la imponente estructura.
—¡No sean cobardes! —exclamó Yashiro.
—Vayan a jugar, estaré aquí descansando un rato.
—Debería decir que nos estará cuidando ¿no? —dijo Ayane.
—Confío en ustedes.
—Okey —Yashiro levantó los hombros y salió corriendo para meterse en la gigantesca piscina.
Ayane y Noi se voltearon a ver y luego miraron a Gojo, quien se recostó en el camastro y empezó a ver algo en el celular. Sin pensarlo más, salieron también corriendo, llevando consigo los flotadores que habían comprado.
Satoru dejó el celular a un lado y observó a las tres niñas, sabía de antemano que debía prestar atención a Yashiro pues era la más imprudente de todas. Sinceramente, de no ser porque eran las sobrinas de Utahime, las hubiera dejado hacer su santa voluntad sin mucho apuro, pero sabía a la perfección que si algo pasaba su amada novia no se lo perdonaría jamás.
Tomó una fotografía de las niñas y se la envío a Utahime.
Satoru Gojo
[Todo bajo control]
Utahime Iori
[Se ven muy contentas]
[Te pagaré por la ropa]
Satoru Gojo
[¿Con tu cuerpo?]
[Solo aceptaré ese pago]
Utahime Iori
[Ok]
Satoru Gojo
[Oh, sin réplica]
[Me pondré tímido]
Utahime Iori
[Deja de parlotear y cuida a las niñas]
Satoru Gojo
[Están bien]
Eso dijo, pero cuando alzó la vista ya no estaban ahí. Su sagaz mirada barrió toda la piscina, pero no había rastro de ellas por ninguna parte. Miró el tobogán y creyó que habían ido allá, aunque una parte de él estaba segurísimo de que le avisarían de ser así.
Con tantas personas era un poco fastidioso seguir la presencia de su energía maldita, sobre todo porque las niñas, pese a tener entrenamiento como como hechiceras, su emanación cuando no estaban enfocadas en ello, era muy similar a la de un humano ordinario.
—¿Qué podría considerar como peligroso un niño? Bueno, tienes niños intrépidos como Yuuji y otros más reservados como Yuta… ummm, estarán bien ¿no? —Gojo estaba hablando consigo mismo, dilucidando si debía ir a buscarlas o no—. Pero no saben nadar, por algo pidieron los flotadores. Aunque viven en una ciudad costera ¿Cómo no van a saber? No creo que se ahoguen —concluyó con ánimos.
Diez segundos después ya estaba andando a donde sus bellos ojos iridiscentes le decían que debía encontrarlas. Era lo mejor si quería seguir teniendo novia.
Esperó como diez minutos y efectivamente, del tobogán salieron las tres niñas montadas de un gran flotador en forma se dona. Se rieron del buen chapuzón. Ayane salió escupiendo toda el agua que había tragado.
—¿Estás bien? —preguntó Gojo mientras torpemente le golpeaba la espalda.
—Tío, duelen más tus golpes que el agua en mi garganta —se quejó la pequeña.
—¡Tío Gojo! ¡Ven a subir con nosotras! ¡Es super divertido! —entusiasmada, Noi tiraba del brazo de Gojo.
—¡Sí, porfa!
—Me quedaré con Ayane, vayan ustedes.
Las niñas no lo pensaron dos veces antes de salir corriendo de nuevo al tobogán. Gojo tomó asiento junto a Ayane, metiendo los pies en la piscina, por un instante su mente se hizo consciente de que había actuado de la forma responsable que un adulto debía tener, se preguntó si era porque eran niñas pequeñas o las sobrinas de Utahime; inquieto arrugó la nariz, se sentía un poco extraño.
—Tío Gojo…
—Dime.
Se había acostumbrado muy rápido al término de "tío", si bien, era un poco diferente al usual "profesor" que empleaban sus alumnos, el sentimiento era más o menos parecido.
—¿Es malo querer ser hechicero? —preguntó con genuino interés en conocer la respuesta del peliblanco. Sus ojos reflejaron que había algo de temor en saber la respuesta.
—Si una maldición atacara a cualquier persona de este lugar ¿pelearías para protegerlos?
—Claro… Aunque no sabría si sería de mucha ayuda —dijo con desánimo.
—La vida de un hechicero no es fácil —afirmó con tono frío—. Es peligrosa y está inherentemente adjunta a momentos desagradables.
—Sí, es lo que dijo mamá —desilusionada de las palabras de Gojo, Ayane agachó la cabeza.
—Sin embargo —alzó la voz, con un todo más optimista—: la paga es genial.
—¿Eso es todo? —preguntó impactada de que lo único bueno de ser hechicero fuera la remuneración.
Gojo sonrió ajeno a sí mismo, lleno de cariño y buena voluntad. Le puso la mano en la cabeza y revoloteó los húmedos cabellos de Ayane.
—También conocerás a compañeros geniales que te apoyarán en los momentos difíciles.
—¿Se arrepiente de ser hechicero?
Ayane hizo esa pregunta sin saber de la vida de Gojo, ante sus ojos y aun con todo lo que se decía sobre él y su divinidad, Gojo Satoru era también una persona que, al igual que ella, pudo haber elegido ser algo más. Por supuesto que Ayane no tenía idea, que el destino de Gojo había sido escrito desde el momento en que había sido concebido. Educado para ser el líder del clan Gojo, entrenado para ser el mejor hechicero, sacrificado para proteger a todos. Gojo nunca tuvo la opción de elegir otro destino.
—Ni un solo día —dijo, sin emitir algún gesto de alegría, tristeza o resignación.
—Solo tengo 10 años, así que me queda un tiempo para poder elegir. Lo pensaré adecuadamente —concluyó con una sonrisa.
—Cielos, eres tan responsable que me haces quedar mal —se quejó Gojo, está vez poniendo mal semblante.
—¡No era mi intención!
Al cabo de unos minutos, Yashiro y Noi bajaron nuevamente por el tobogán. Salieron volando al aire para caer de forma estrepitosa al agua, sin embargo, salieron riendo por lo divertido que era.
—Al fin los encontramos.
La voz de Utahime alegró a quienes estaban en la piscina. Sayu y Misao vestían también unos lindos bañadores.
—¿En dónde está tu traje de baño? —se quejó Satoru al ver a Utahime con la misma ropa.
—No quiero meterme al agua.
—Tú —señaló a Sayu— ¿Cómo dejaste qué esto pasara?
—Yo le dije, pero la tía Uta no quiso.
—¿En dónde están sus cosas? —preguntó Utahime, ignorando los reclamos de su novio.
—Volvamos a la otra piscina, allá Misao podrá bañarse mejor —dijo Noi.
Unos momentos después, volvieron a donde estaban. Utahime vio con espanto el montón de cosas que Gojo les había comprado a las niñas, mientras ellas jugaban alegremente se encargó de darle un sermón de por qué no estaba bien comprar todo lo que ellas querían. Gojo la escuchó, más las palabras salían de inmediato de su cabeza, para él no tenía nada de malo consentir un poquito a las pequeñas.
Las niñas no salieron del agua hasta que estuvieron hambrientas y arrugadas como pasas. Salieron corriendo y se abalanzaron sobre los dos adultos, gritando cada una lo que quería comer. Utahime intentaba controlar su ímpetu, sin embargo, parecía inútil. Gojo por otro lado estaba riéndose de su pobre novia.
—No se ponen de acuerdo en nada —se quejó Utahime. Iban de camino al restaurante que tras mucho discutir fue el elegido.
—Vamos, es parte de la aventura —le animó Gojo.
—Solo lo dices porque eres como un niño más.
—Diviértete tú también ¿no hay algún lugar al que quieras ir?
—Pues…
Utahime miró a las niñas, quienes iban delante de los dos, todas tomadas de la mano, muy contentas. Aunque fuera duro o molesto, ellas estaban felices y eso la hacía feliz también.
—Me gustaría subir a la noria, sería lindo ver el atardecer.
—Iremos —Gojo sonrió complacido y le rodeó con su brazo por sobre el cuello.
—No te pongas meloso en público —lo regañó Utahime, quiso empujarlo, pero Gojo no se movió.
—En lugar de un traje de baño, te compraré lencería —susurró Gojo en el oído de forma que la imaginación de Iori se echó a volar.
—Deja de decir tonterías y vigila a las niñas —respondió con la cara ardiendo.
—Lo digo en serio.
—Gojo…
—Okey —dijo a modo de rendición—. ¡La que llegue antes que yo al restaurante tendrá doble postre! —gritó para las chicas mientras emprendía la carrera al dicho lugar.
Todas salieron corriendo detrás de Gojo, acusándolo de ser un tramposo por salir primero y sin previo aviso, a él no le importó e incluso se burló de ellas por mera provocación.
Que increíble e inimaginable día tanto para Utahime como para Gojo. Estuvieron toda la tarde corriendo de aquí allá de un juego a otro conforme los gustos de las niñas. Sayu y Yashiro fueron las que mejor congeniaron con el ímpetu de Gojo, parecía que nunca se le terminaba la batería.
Subieron a la noria, como Gojo se lo prometió a Utahime. Sayu, Yashiro y Ayane subieron juntas, los adultos fueron con Noi y Misao. La pequeña terminó irremediablemente arrullada con el paseo, al bajar Gojo la cargaba en brazos, Misao le babeaba el hombro, sin embargo, Satoru no pareció darle importancia.
Antes de finalizar su día en el parque, disfrutaron de los cientos de luces que adornaban el lugar con un agradable paseo. Las niñas seguían saltando en el recorrido, aunque no tan energéticas como hace un par de horas.
Sacaron una fotografía, con Misao durmiendo aún y las niñas riéndose, Utahime se veía tan feliz como pocas veces en la vida.
Al llegar a casa ni siquiera pensaron en querer ducharse, llegaron directo a la cama, aun con la ropa puesta. Utahime tendió dos futones en el piso de la alcoba, las tres más pequeñas durmieron sobre la cama, las otras dos en el futón.
—Estoy sin un gramo de fuerza —dijo Utahime, suspirando exhausta, tirándose de espaldas al sillón.
—Sabes… dije que estaba bien un equipo de béisbol, pero luego de hoy…
Gojo tomó asiento al lado de Utahime, junto a su cabeza, durante todo el paseo parecía que estaba super bien, pero en realidad sí qué había sido algo agotador estar yendo de aquí allá y echándole un ojo a las niñas para saber que estaban bien.
—Las chicas amaron estar contigo, te comportaste como si hubieras sido su tío toda la vida —Uta alzó el brazo para acariciarle la mejilla. Estaba orgullosa de él y lo inusualmente atento que estuvo con sus sobrinas.
—Será que hemos estado cuidando a chicos bastante años.
—Sí, pero los muchachos de prepa no son como los niños de primaria.
—Megumi nunca fue así. Aunque en secundaria se convirtió en un rebelde.
—¿De quién lo habrá aprendido?
—No tengo ni idea —dijo cínicamente.
Satoru se agachó para besar a Utahime, no la había besado en todo el día y sus labios ya requerían el contacto del cuerpo de su amada. Utahime le acarició la nuca mientras él hurgaba dentro de su boca con la lengua. Le mordió la barbilla y se reclinó un poco más para lamerle el cuello.
—Están las niñas —le susurró Utahime en amonestación cuando la mano del peliblanco intentaba subirle la blusa.
—Bien, bien —cedió a regañadientes, no sin antes morderle la nariz.
—¡Gojo!
—Vas a despertar a las niñas —ahora era él quien la regañaba.
NOTAS:
En el Clan Iori (de este fic), las mujeres que heredan el ritual se presentan con el apellido Iori de sus madres. Aunque legalmente sus apellidos son otros. Por ende, el padre de Utahime es quien pertenece al clan Iori (por eso cuidaba del templo de Sarutahiko).
Estaba buscando que escribir para un capítulo de transición y me encantó la idea de incluir a las sobrinas de Utahime para motivar ese lado paternal de Gojo.
Quería incluir más eventos, sin embargo, no fue posible, en cambio habrá dos extras! uno el día 23 y otro el día 27!
Gracias por continuar leyendo esta historia.
