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"Para entender a una persona, no es necesario escuchar sus palabras, solo observa su comportamiento."

No sabía que el odio podía darme poder, aunque nunca creí que el costo por el sería tan cruel.

—¡Voy a matarlos a todos!

De su sangre brotó una bruma que ensordeció el inmenso lugar. Su presencia, dejaba en mi piel maltratada no más que escalofríos. De repente, explotó, esparciéndose en un remolino que tomó más de una forma.

—¿Quién es el que me ha llamado? El que ha ofrecido un gran sacrificio y deseó placer y riquezas, calamidad y desastres.

Entre el miedo y el asombro de todos, aquella criatura de la que desconocía completamente se posó frente a mí con imponencia, aun sin abandonar su apariencia enloquecedora y su voz gélida.

—¿Quién es el blasfemo, que le dio la espalda a Dios?

Buscaba entre la multitud con más de un ojo al culpable de su aparición mientras yo retrocedía en la jaula, evitando las salpicaduras de sangre, hasta que sentí una presión recaer sobre mí. Era esa cosa.

—Vaya vaya, que sorpresa, pero si eres todo un pequeño maestro ¿Enserio has sido tú el que me ha llamado?

Yo no había deseado nada de esto. Era incapaz de comprender la situación y me encontraba confundido y aterrorizado; no obstante, al escuchar sus palabras y reaccionar me di cuenta de que aquel demonio me estaba brindando otra oportunidad para regresar a este mundo, entonces tomé una decisión por el bien de mi nombre, de mi honor... Y por mí.

"El diablo te ofrece el plato, pero no te obliga a comerlo, falla quien quiere."

—Poder... ¡quiero poder! ¡Quiero el poder para tomar venganza contra aquel que nos hizo esto!

Extendí mi mano hacia él con decisión mientras este sonríe maliciosamente.

—¡Demonio! ¡formaré un contrato contigo!

"El débil se venga, el fuerte perdona y el inteligente solo ignora."

Aquel abre sus orbes al ser perturbado por el sol de la mañana, frunciendo el ceño se recuesta sobre el espaldar de la mullida cama.

—Buenos días, Bocchan, es tiempo de levantarse.

Al recibir tranquilamente su té se le escapa una sonrisa que su sirviente inmediatamente notó y con intriga se aclaró la voz, sonriendo también.

—Tal parece que Bocchan ha despertado de buen humor hoy, entonces será un día tranquilo.

—Sebastian— llama su atención, elevando la mirada hacia el más alto sin desvanecer su expresión mientras le da un sorbo a la bebida. —Me gustaría que recordaras las condiciones de nuestro contrato.

Sebastian se incorporó y observó directamente a los ojos de su joven maestro, al mismo tiempo en el que los suyos se iluminaban.

—Juré protegerlo hasta el momento en el que su venganza esté completa, también obedecer sus órdenes incondicionalmente... y que nunca le mienta.

—Casi lo olvido— su mayordomo toma la bandeja, dispuesto a salir de su cuarto —Espero que tú tampoco lo hagas, Sebastian.

—Yes, my lord.