Hola!
Les traigo otro cap de este fic.
Pensé que era más largo, pero bueno.
CAPÍTULO VI
"AVOX"
El Centro de Entrenamiento tiene una torre diseñada exclusivamente para los tributos y sus equipos. Éste será nuestro hogar hasta que empiecen los juegos. Cada reino tiene una planta entera, sólo hay que subir a un ascensor y pulsar el botón correspondiente al número del tuyo. Fácil de recordar.
He subido un par de veces en el ascensor del Palacio de Dryl, una para recibir la medalla por la muerte de mi padre, y ayer, para despedirme por última vez de mi familia y amigos. Sin embargo, aquél era una cosa oscura y ruidosa que se movía como un caracol y olía a leche agria. Las paredes de este ascensor están hechas de cristal, así que puedes ver a la gente de la planta de abajo convertirse en hormigas conforme sales disparada hacia arriba. Es emocionante y me siento tentada de preguntarle a Castaspella White si podemos volver a subir, pero, por algún motivo, creo que sonaría infantil.
Al parecer, las tareas de Castaspella no concluyen en la estación, sino que Shadow Weaver y ella nos supervisarán hasta que lleguemos al mismísimo campo de batalla. En cierto modo, es una ventaja, porque, al menos, se puede contar con ella para que nos lleve de un lado a otro a tiempo, mientras que no hemos visto a Shadow Weaver desde que cerramos nuestro trato en el tren. Seguro que está inconsciente en alguna parte. Por otro lado, es como si Castaspella estuviese en una nube; es la primera vez que el equipo al que acompaña causa sensación en la ceremonia inaugural. Alaba no sólo nuestros trajes, sino también nuestra conducta y, según lo cuenta, ella conoce a todas las personas importantes de Eternia y ha estado hablando bien de nosotros todo el día, intentando conseguir patrocinadores.
—Pero he sido muy misteriosa —dice, con los ojos entrecerrados —porque, claro, Shadow Weaver no se ha molestado en contarme su estrategia. Sin embargo, he hecho todo lo posible con lo que tenía: que las dos se habían sacrificado por sus hermanos y que han luchado con éxito por superar la barbarie de su reino —¿Barbarie? Es irónico que lo diga una mujer que ayuda a prepararnos para una matanza. ¿Y en qué basa nuestro éxito? ¿En que sabemos comportarnos en la mesa? —Por supuesto, todos tienen sus reservas, porque son del reino minero. Así que les he dicho, y ha sido muy astuto por mi parte: "Bueno, si se ejerce la suficiente presión sobre el carbón, ¡se convierte en una perla!"
Casta esboza una sonrisa tan resplandeciente que no tengo más remedio que alabar con entusiasmo su astucia, aunque se equivoque.
El carbón no se convierte en perla, pues las perlas crecen en el interior de los moluscos. Seguramente quería decir que el carbón se convierte en diamante, aunque tampoco es cierto. He oído que en el Reino 1 hay una máquina que puede convertir en diamante el grafito, pero nosotros no extraemos grafito, eso era parte del trabajo del Reino 13, hasta que lo destruyeron.
Me pregunto si lo sabrán las personas con las que nos ha estado promocionando; a lo mejor tampoco les importa.
—Por desgracia, no puedo cerrar tratos con los patrocinadores. Sólo lo puede hacer Shadow Weaver —sigue diciendo ella, en tono lúgubre —Pero no se preocupen la llevaré a las negociaciones a punta de pistola, si es necesario.
Aunque tenga muchos defectos, hay que admirar la determinación de esta mujer.
El edificio de entrenamiento es muy bonito y es increíble ver como Catra se emociona al subir en el elevador. Yo solamente he subido al que nos ha tocado antes de despedir a nuestras familias. Sus orejas se elevan y encaran al frente, la cola está bien erguida y la punta se mueve algo rápido. Sus pupilas redondeadas desmienten su expresión seria.
Es agradable descubrir que seguiremos contando con Casta para supervisar las cosas. Todavía no estoy segura de contar del todo con el apoyo de Shadow Weaver. No ha aparecido para nada desde el tren. Sigo considerando si sería bueno o no contarle mi plan personal para las siguientes semanas. Tal vez debería estar más nerviosa al respecto.
Me divierte la idea de Casta hablando con los posibles patrocinadores, contándoles que somos unos bonitos pedazos de carbón que se convertirán en perlas. Veo que Catra se muerde la lengua y la elogia secamente. Se que es lo suficientemente amable para no hacerle notar su error.
Quizás nosotros solo sepamos un poco más del carbón porque en la escuela todo es sobre el carbón. Yo tampoco veo razón para corregir a la señorita Casta.
Mi alojamiento es más grande que nuestra casa en la Veta; es lujoso, como el vagón del tren, y tiene tantos artilugios automáticos que seguro que no me da tiempo a pulsar todos los botones. Sólo en la ducha hay un cuadro con más de cien opciones para controlar la temperatura del agua, la presión, los jabones, los champús, los aceites y las esponjas de masaje. Cuando sales, pisas una alfombrilla que se activa para secarte el cuerpo con aire. En vez de luchar con los enredos del cabello húmedo, coloco la mano en una caja que envía una corriente eléctrica a mi cuero cabelludo, de modo que tengo el cabello desenredado, peinado y seco casi al instante. Me cae por la espalda como una cortina lustrosa. Con un ajuste de comando más, ya no debo preocuparme de esperar a que se me seque el pelaje.
Programo el armario para que elija un traje a mi gusto. Las ventanas amplían y reducen partes de la ciudad, siguiendo mis órdenes. Si susurras el tipo de comida que quieres de un menú gigantesco en una especie de micrófono, la comida aparece calentita en menos de un minuto. Recorro la habitación comiendo hígado de oca y pan esponjoso hasta que llaman a la puerta. Es Casta, para decirme que es la hora de cenar.
—Bien, estoy muerta de hambre.
Cuando entramos en el comedor, Adora, Doppler Morfer y Mara están de pie al lado de un balcón desde el que se ve Eternia. Me alegra ver a los estilistas, sobre todo después de oír que Shadow Weaver se unirá a nosotros. Una comida presidida por Casta y Shadow Weaver está abocada al desastre. Además, en realidad el objetivo de la cena no es comer, sino planear nuestras estrategias, y Doppler Morfer y Mara ya han demostrado lo valiosa que es su intervención. Adora sigue con su combinación de gris, rojo y blanco. Me pregunto si será su ropa habitual, porque aparte del desastroso uniforme de la escuela, no se en realidad qué viste.
Un hombre silencioso vestido con una túnica blanca nos ofrece unas copas de vino. Se me ocurre rechazarlo, pero nunca lo he probado, salvo el fluido casero que utiliza mi madre para la tos, y ¿Cuándo podré volver a probarlo? Le doy un trago al líquido ácido y seco, y pienso para mis adentros que podría mejorarse con unas cucharaditas de miel.
Shadow Weaver aparece justo cuando están sirviendo la cena. Parece que ella también ha pasado por un estilista, porque está limpia, arreglada y más sobria que nunca, al menos desde que la conozco. Las cicatrices del rostro parecen menos nítidas sin su cara hinchada por la resaca o la borrachera, e incluso su largo cabello negro resplandece de un modo que parece artificial. No rechaza el vino, pero, cuando empieza la sopa, me doy cuenta de que es la primera vez que la veo comer. Quizá sea de verdad capaz de controlarse lo bastante para ayudarnos.
Doppler Morfer y Mara parecen ejercer un efecto civilizador sobre Shadow Weaver y Castaspella . Al menos, se dirigen la una a la otra con educación, y las dos elogian sin parar el acto de inauguración de nuestros estilistas. Mientras parlotean, me concentro en la comida: sopa de champiñones, verduras amargas con tomates del tamaño de guisantes, ternera asada cortada en rodajas tan finas como papel, fideos en salsa verde y queso que se derrite en la lengua con uvas negras dulces. Los sirvientes, chicos jóvenes vestidos con túnicas blancas como el que nos trajo el vino, se mueven sin decir nada de un lado a otro, procurando que los platos y copas estén siempre llenos.
Cuando llevo la mitad del vaso de vino, la cabeza me empieza a dar vueltas, así que me paso al agua. No me gusta esta sensación y espero que pase pronto; es un misterio cómo Shadow Weaver puede estar así todo el rato.
Intento concentrarme en la conversación, que trata sobre los trajes para las entrevistas, cuando una chica coloca una tarta de aspecto increíble sobre la mesa y la enciende con habilidad. La tarta se ilumina y las llamas parpadean en los bordes durante un rato hasta que por fin se apaga. Tengo un momento de duda.
—¿Qué la hace arder? ¿Es alcohol? —pregunto, mirando a la chica —Es lo último que... ¡Oh! ¡Yo te conozco!
No era capaz de ponerle nombre ni de ubicar el rostro de la chica, pero estoy segura: pelo rojo oscuro, rasgos llamativos, piel de porcelana blanca, orejas puntiagudas de elfo. Sin embargo, mientras lo digo, noto que las entrañas se me encogen de ansiedad y culpa al verla, y, aunque no puedo acordarme, sé que existe un mal recuerdo asociado con ella. La expresión de terror que le pasa por la cara sólo sirve para confundirme e incomodarme más. Sacude la cabeza para negarlo rápidamente y se aleja a toda prisa de la mesa.
Cuando miro a mis acompañantes, los cuatro adultos me observan como halcones.
—No seas ridícula, Catra. ¿Cómo vas a conocer a un avox? —Me suelta Castaspella. —Es absurdo.
—¿Qué es un avox? —pregunto, como si fuera estúpida. Probablemente porque lo soy.
—Alguien que ha cometido un delito; les cortan la lengua para que no puedan hablar — Contesta Shadow Weaver. —Seguramente será una traidora. No es probable que la conozcas.
—Y, aunque la conocieras, se supone que no hay que hablar con ellos a no ser que desees darles una orden —dice Castaspella —Por supuesto que no la conoces.
Sin embargo, la conozco y, cuando Shadow Weaver pronuncia la palabra traidora, recuerdo de qué, aunque no puedo admitirlo, porque todos se me echarían encima.
—No, supongo que no, es que...—balbuceo, y el vino no me ayuda.
—Flutterina Lumoth —salta Adora, chasqueando los dedos —Eso es, a mí también me resultaba familiar y no sabía por qué. Entonces me he dado cuenta de que es idéntica a Delly.
Flutterina Lumoth es una chica flacucha de cara mustia y pelo ralo por la falta de comida que se parece a nuestra sirvienta tanto como un escarabajo a una mariposa, aunque las alas de Flutterina deberían ser más coloridas, la verdad. También es probable que sea la persona más simpática del planeta: sonríe sin parar a todo el mundo en el colegio, incluso a mí. Nunca he visto sonreír a la chica del pelo rojo, pero recojo con gratitud la sugerencia de Adora.
—Claro, eso era. Debe de ser por el pelo —digo.
—Y también algo en los ojos —añade Adora.
—Oh, bueno, si es sólo eso —dice Doppler Morfer, y la mesa vuelve a relajarse —Y sí, la tarta tiene alcohol, aunque ya se ha quemado todo. La pedí especialmente en honor de su fogoso debut.
Nos comemos la tarta y pasamos a un salón para ver la repetición de la ceremonia inaugural que están echando por la tele. Hay otras parejas que causan buena impresión, pero ninguna está a nuestra altura. Hasta nuestro equipo deja escapar una exclamación cuando nos ve salir del Centro de Renovación.
—¿De quién fue la idea de cogeros de la mano? —pregunta Shadow Weaver.
—De Doppler Morfer —responde Mara.
—El toque justo de rebeldía. Muy bonito.
¿Rebeldía? Me paro a pensarlo un momento y lo entiendo cuando me acuerdo de las otras parejas, distantes y tensas, sin tocarse ni prestarse atención, como si su compañero no existiese, como si los juegos ya hubiesen empezado. Al presentarnos no como adversarias, sino como amigas, hemos destacado tanto como nuestros trajes en llamas.
—Mañana por la mañana es la primera sesión de entrenamiento. Reúnanse conmigo para el desayuno y les contaré cómo quiero que se comporten —nos dice Shadow Weaver a Adora y a mí —Ahora vayan a dormir un poco mientras los mayores hablamos.
Sin duda, nos quieren contentos, o lo más tranquilos y distraídos que se pueda antes de ir a la Arena a morir.
Otra vez nos dejan a nuestro albedrío hasta la cena. Y después de todo el día acostada con el equipo de preparación sobre mí y el recorrido inaugural, se siente bien un poco de soledad. Aprovecho el tiempo, recostada en la cama para poder grabar, imprimir, los recuerdos de los últimos eventos. No quiero olvidar nada de estos días mientras respire.
Catra, nerviosa, aceptando mi mano sobre el carro. Catra, insegura para después florecer, extasiada a mi lado por el Camino de la Victoria. Con el estruendo que hemos causado, más sus habilidades, y la ayuda que le pueda dar, no hay ninguna razón para que no gane y vuelva a casa. Me encanta su entusiasmo, que demostró con las orejas bien erguidas en el elevador, tiene algo de inocente.
Cuando estoy segura de que no olvidaré ningún detalle, me levanto para quitarme el traje y las botas. Me lavo la cara y las manos, y el agua fresca se siente tan bien que termino metiéndome a la ducha. Hay demasiados botones. Apenas consigo una combinación de agua tibia, me asalta agua de rosas y aceites. Esto podría ser divertido, pero no quiero importunar el olfato magicat de Catra, así que me enjuago dos veces y creo que queda un perfume muy sutil.
En la habitación hay otro panel de botones, y aunque me tardo un poco, al final descubro cómo lograr que el armario me deje tomar la ropa que quiero. Unos gruesos pantalones cargo grises, botas y playera roja de manga larga. Sigo inspeccionando las combinaciones cuando Doppler viene a buscarme y me lleva hasta el tejado. La vista es maravillosa. Mara también está ahí y le sonrio.
Me saludan y ahora Doppler me examina igual que hicieron antes Shadow y Mara. Al menos no me pide que me quite la ropa.
—Es cierto. Mara no deja de hablar de lo fuerte que pareces. ¿Qué haces, hermosa? —Doppler es un tanto diferente, parece el contraste perfecto para el ánimo más tranquilo y gentil de Mara. Aunque los dos son igual de profesionales.
—Mi padre es panadero y yo ayudo a cargar las charolas y los costales de harina —sus ojos se abren con deleite.
—Jamás creí que hacer pan necesitase tanta fuerza —me halaga.
—No es nada.
—Además de bonita, modesta —sonríe Mara amablemente y me anima.
—Bueno, si insisten —doblo los brazos para mostrar mis bíceps y hombros y ahora los dos se rien.
Después de seguir bromeando, y contarles un poco más de lo que hago en casa, yo les pregunto de vuelta y ellos me responden. A diferencia de los técnicos de belleza, como los llama Mara, que solo hablaban de fiestas, otros programas de televisión y creo que sus dramas personales, Mara y Doppler me hablan de su trabajo, los distintos experimentos que necesitaron hacer para lograr crear el fuego sintético. A Doppler le apasiona la parte histriónica de los Juegos, me confía, aunque no entiendo eso del todo. Pierde por un momento su actitud indolente.
—La narrativa —me dice Mara. La incomprensión debe notarse en mi cara. —La historia que contaremos desde sus trajes en la Apertura. El fuego es bastante impresionante por sí mismo, pero ustedes son las dos primeras voluntarias de su distrito en años, podemos usar el fuego como alegoría de su coraje.
—Y al tomarse de la mano, puede hablar de su unión en las circunstancias y el dolor. Que se comprenden o al menos que se apoyan. Seguiremos trabajando en la narrativa para las entrevistas y el tipo de atuendo adecuado, los accesorios, el maquillaje —Doppler agrega apasionadamente.
—Las dos son del tipo protector, pero todavía no estamos seguros del resto de la personalidad que presentaremos para la entrevista. Lo hablaremos con Shadow Weaver —dice Mara y me siento un poco mal… proteger a Adam no es mi principal motivación, así que prefiero cambiar de tema.
Pregunto vagamente si no hay riesgo de "accidentes" al vacío bajo nosotros y los dos me aseguran que hay una barrera para la "seguridad" de todos. Nunca antes de ahora he hablado con personas de fuera del Reino 12, pero parecen especialmente cuidadosos de hablar solapadamente de algunos temas.
Bajamos otra vez a nuestro nivel cuando Mara nos recuerda que ya hay que cenar, y como la vista sigue siendo fascinante, pero el viento me ha calado un poco, primero voy por una chaqueta roja y blanca a mi habitación. Me acerco hasta el balcón donde los estilistas siguen platicando mientras los ayudantes terminan de preparar la mesa.
En eso llega Catra con Casta y me da gusto que me mire con curiosidad, pero detengo el show de músculos. No quiero que piense que solo quiero presumir o algo así.
Salimos del balcón y nos sentamos todos a la mesa, y silenciosos ayudantes nos atienden. Shadow Weaver se aparece hasta que los platos están servidos y se ve muy diferente. Huele a flores y la piel se ve hidratada, lo que mejora muchísimo la apariencia de sus cicatrices. Veo con curiosidad como Catra acepta el vino, pero deja la copa a la mitad después de unos sorbos.
—Estamos planeando hacer trajes a juego también para las entrevistas. Seguiremos usando su esencia original, por lo que Catra usará un vestido y Adora traje completo. Así las conocieron en la cosecha y será bueno para su relación con el público —escucho a Mara explicar los siguientes movimientos.
Catra parece más concentrada en la comida que en la charla y solo asiente de vez en cuando. Mira intrigada a la tarta que han traído, con sus ojos felinos brillando con el fuego, grandes y relajados.
—El traje de la capa de fuego ya estaba planeado desde antes de saber que serían ustedes los tributos, así que era importante pensar en algo impactante pero que se viera bien en cualquiera y el negro siempre será un clásico —se explaya Doppler Morfer y Casta y Shadow los halagan por su excelente trabajo.
La tarta se consume casi mágicamente con fuego y los ojos de Catra son soñadores mirando las flamas. Creo que está un poco borracha y logro contener una risita. Se voltea entonces a nuestra callada asistente.
—¿Qué la hace arder? ¿Es alcohol? —pregunta, mirando a la chica —Es lo último que... ¡Oh! ¡Yo te conozco!
Tan rápido como el fuego ha consumido el alcohol de la tarta, un silencio opresivo se cierne sobre la cena. Veo a los adultos intercambiar miradas consternadas y a Catra, seguramente tratando de pensar entre el vino que se ha tomado, un poco tarde, pero también se da cuenta del cambio de ambiente. Quizás más porque la chica pelirroja que nos atiende, luce turbada y se aleja.
Empiezan a acribillar a Catra con preguntas y veo como le cuesta seguirlas un poco. Supongo que nunca había probado el alcohol y entiendo que tal vez quiera probar tanto como pueda antes de la arena. La desesperación crece en su rostro. Me entero de los Avox y su atroz castigo. No quiero creer que Catra de verdad tenga algo que ver con traidores, porque es muy peligroso y hago lo primero que se me ocurre.
—Flutterina Lumoth —digo chasqueando los dedos —Eso es, a mí también me resultaba familiar y no sabía por qué. Entonces me he dado cuenta de que es idéntica a Flutterina —no sabía que podía mentir con tal naturalidad.
Catra se relaja al instante y coge el cable que le he tirado.
Todos se calman visiblemente y cambian el tema porque además es hora de ver la repetición del recorrido de los carros. Nos vuelven a halagar, y también a los estilistas.
Me quedo pensando cuando dicen que tomarnos de las manos tiene algo de rebelde. Yo solo estaba feliz de poder sentir a Catra.
Adora y yo recorremos juntas el pasillo hasta nuestras habitaciones. Cuando llegamos a mi puerta, se apoya en el marco, no para impedir que entre, sino para captar mi atención.
—Conque Flutterina Lumoth . Qué casualidad encontrarnos aquí con su gemela.
Me está pidiendo una explicación y siento la tentación de dársela. Las dos sabemos que me ha encubierto, así que vuelvo a estar en deuda con ella. Si le cuento la verdad sobre la chica, quizá estemos en paz. ¿Qué daño puede hacerme? Aunque repita por ahí la historia, no podría hacerme mucho daño, porque sólo era algo que vi hace tiempo. Además, ella había mentido tanto como yo al decir lo de Flutterina Lumoth.
Me doy cuenta de que quiero hablar con alguien sobre la muchacha, con alguien que pueda ayudarme a averiguar su historia. Glimmer habría sido mi primera elección, pero no es probable que vuelva a verla. Intento decidir si contárselo a Adora le daría alguna ventaja sobre mí, aunque no veo cómo. Quizá compartir una confidencia la haga creer que la considero una amiga.
Además, la idea de la chica con la lengua cortada me asusta, me ha recordado por qué estoy aquí. No es para lucir modelitos sorprendentes y comer manjares, sino para morir de forma sangrienta mientras la audiencia anima al asesino.
¿Se lo cuento o no se lo cuento? Todavía tengo el cerebro embotado por culpa del vino, así que miro al pasillo vacío, como si la decisión estuviese allí mismo.
Adora nota mi vacilación.
—¿Has estado ya en el tejado? —niego con la cabeza —Doppler Morfer me lo enseñó. Desde allí se ve casi toda la ciudad, aunque el viento hace bastante ruido.
Traduzco su comentario como: «Allí nadie nos oirá hablar». La verdad es que yo también tengo la sensación de estar bajo vigilancia.
—¿Podemos subir sin más?
—Claro, vamos —responde Adora.
La sigo escaleras arriba hasta el tejado. Hay una salita con techo abovedado con una puerta que da al exterior. Cuando salimos al frío aire nocturno, la vista me quita el aliento: Eternia brilla como un enorme campo lleno de luciérnagas. La electricidad de Dryl viene y va; lo habitual es que sólo tengamos unas cuantas horas al día. Es normal que por las noches nos iluminemos con velas, y sólo puedes contar con ella cuando televisan los juegos o algún mensaje importante del Gobierno, que hemos de ver por obligación. Sin embargo, aquí no tienen escasez nunca.
Adora y yo caminamos hasta el borde del tejado, y yo inclino la cabeza para observar la calle, que está llena de gente. Se oyen los coches, algún grito de vez en cuando y un extraño tintineo metálico. En Dryl estaríamos ya todos pensando en acostarnos.
—Le pregunté a Doppler Morfer por qué nos dejaban subir, si no les preocupaba que algunos tributos decidieran saltar por el borde —me dice Adora.
—¿Y qué te respondió?
—Que no se puede —alarga la mano hacia el borde, que parece vacío; se oye un chasquido y la aparta muy deprisa —Es algún tipo de campo eléctrico que te empuja hacia el tejado.
—Siempre preocupados por nuestra seguridad —digo. Aunque Doppler Morfer le haya enseñado a Adora el tejado, me pregunto si podemos estar aquí a estas horas, solas. Nunca he visto a los tributos en el tejado del Centro de Entrenamiento, pero eso no quiere decir que no nos estén grabando —¿Crees que nos observan?
—Quizá. Ven a ver el jardín.
Al otro lado de la cúpula han construido un jardín con lechos de flores y macetas con árboles. De las ramas cuelgan cientos de carillones, que son los culpables del tintineo. Aquí, en el jardín, en esta noche de viento, bastan para ahogar la conversación de dos personas que no quieren ser oídas. Adora me mira con expectación y yo finjo que examino una flor.
—Un día estábamos cazando en el bosque, escondidas, esperando que apareciese una presa —susurro.
—¿En verdad? —me dice como si no supiera lo que hago para vivir.
—Sí, con mi amiga Glimmer. De repente, todos los pájaros dejaron de cantar a la vez, todos salvo uno, que parecía estar cantando una advertencia. Entonces la vimos. Estoy segura de que era la misma chica. Un chico iba con ella, y los dos llevaban la ropa hecha jirones. Tenían ojeras por la falta de sueño y corrían como si sus vidas dependieran de ello.
Durante un instante guardo silencio, mientras recuerdo cómo nos paralizó la imagen de aquella extraña pareja, obviamente de fuera de Dryl, huyendo a través del bosque. Más tarde nos preguntamos si los podríamos haber ayudado a escapar, y quizá sí, quizá hubiésemos podido esconderlos de habernos dado prisa. Nos pillaron por sorpresa, sí, pero éramos cazadoras, sabíamos cómo se comportan los animales en peligro; supimos que la pareja tenía problemas en cuanto la vimos, y nos limitamos a mirar.
—El aerodeslizador surgió de la nada —sigo contándole a Adora —Es decir, el cielo estaba vacío y, un instante después, ya no lo estaba. No hacía ningún ruido, pero ellos lo vieron. Soltaron una red sobre la chica y la subieron a toda prisa, tan deprisa como el ascensor. Al chico lo atravesaron con una especie de lanza atada a un cable y lo subieron también. Estoy segura de que estaba muerto. Oímos a la chica gritar una vez, creo que el nombre del chico. Después desapareció el aerodeslizador, se esfumó en el aire, y los pájaros volvieron a cantar, como si no hubiese pasado nada.
—¿Te vieron?
—No lo sé, estábamos bajo un saliente rocoso —respondo, aunque sí lo sé: hubo un momento, después de la advertencia del pájaro pero antes de que llegase el aerodeslizador, en que la chica nos vio. Me miró a los ojos y me pidió ayuda, y Glimmer y yo no respondimos.
—Estás temblando —dice Adora.
El viento y la historia me han robado el calor del cuerpo. El grito de la chica… ¿habría sido el último?
Adora se quita la chaqueta roja y me la echa sobre los hombros. Empiezo a retroceder, pero al final la dejo, decidiendo por un segundo aceptar tanto su chaqueta como su amabilidad. Una amiga haría eso, ¿verdad?
—¿Eran de aquí? —pregunta, mientras me abrocha el botón del cuello. Asiento. Los dos tenían el aire de Eternia, tanto la chica como el chico —¿Adónde crees que iban?
—Eso no lo sé —respondo. Dryl es el final de la línea, más allá sólo hay territorio salvaje. Sin contar las ruinas del Reino 13, que todavía arden por culpa de las bombas tóxicas. De vez en cuando las sacan por televisión para que no olvidemos —Ni tampoco por qué se irían de aquí.
Shadow Weaver ha dicho que los avox son traidores, pero ¿traidores a qué? Sólo pueden ser traidores a Eternia, pero aquí tenían de todo. No había razón para rebelarse.
—Yo me iría —suelta Adora. Después mira a su alrededor, nerviosa, porque lo había dicho lo bastante alto para que lo oyeran, a pesar de los carillones —Me iría a casa ahora mismo, si me dejaran, aunque hay que reconocer que la comida es estupenda.
Me ha vuelto a encubrir: si alguien la escuchase, no serían más que las palabras de un tributo asustado, no de alguien dándole vueltas a la incuestionable bondad de Eternia.
—Hace frío, será mejor que nos vayamos —dice. Dentro de la cúpula se está calentito y hay luz. Sigue hablando en tono casual —Tu amiga, Glimmer, ¿es la que se llevó a tu hermana en la Cosecha?
—Sí. ¿La conoces?
—La verdad es que no, aunque oigo mucho hablar de ella. Creía que era tu prima o algo así.
¿Por qué pensaría que es mi prima? Es cierto que mi padre no era un magicat, lo cual hace más asombroso que fuera tan buen cazador, y al mismo tiempo no haría tan raro que tenga familia no therian. Hasta Adora ya debe haberse dado cuenta que no tengo amigos en realidad, y Glimmer y yo hablamos raramente en la escuela, por que aparte de la diferencia de grados, realmente nuestro entorno es el bosque, y quizás el Quemador. La escuela es una parte muy diferente de nuestras vidas. Y no es como que Adora deambule por el bosque, ni siquiera debe de haber puesto un pie cerca del Quemador. Supongo que es razonable que pensara que somos familia por nuestro poco contacto en público, que sigue siendo mucho más de lo que suelo tener con la gente. Y el hecho de que le llevó a mi hermana a mi madre. Bueno, a excepción de Scorpia.
—No, no somos parientes —le respondo.
—¿Fue a decirte adiós? —me pregunta, después de asentir con la cabeza, hermética.
—Sí —respondo, observándola con atención —Y también tu padre. Me llevó galletas.
Adora levanta las cejas, como si no lo supiese, pero, después de verla mentir con tanta facilidad, no le doy mucha importancia.
—¿En serio? Bueno, tu hermana y tú le caen bien. Le gustan las ardillas y el queso es excelente —la idea de que hayan hablado de mí durante la comida, junto al fuego de la panadería o de pasada en la casa de Adora hace que me sobresalte. Seguramente sería cuando su madre no estaba en el cuarto —Conocía a tu madre cuando eran pequeños — suelta de pronto.
Otra sorpresa, aunque probablemente cierta.
—Ah, sí, ella creció en la ciudad —respondo, porque no me parece educado decir que ella nunca ha mencionado al panadero, salvo para elogiar su pan. Hemos llegado a mi puerta, así que le devuelvo la chaqueta —Nos vemos por la mañana.
—Hasta mañana— Responde, y se aleja por el pasillo.
Cuando abro la puerta, la chica del pelo rojo está recogiendo mi malla de cuerpo entero y las botas del suelo, donde yo las había dejado antes de la ducha. Quiero disculparme por si la había metido en líos antes, hasta que recuerdo que no debo hablar con ella, a no ser que tenga que darle una orden.
—Oh, lo siento —digo —Se suponía que tenía que devolvérselo a Doppler Morfer. Lo siento. ¿Se lo puedes llevar?
Ella evita mirarme a los ojos, asiente brevemente y se va.
Estoy a punto de decirle que siento mucho lo de la cena, pero sé que mis disculpas son más profundas, que estoy avergonzada por no haber intentado ayudarla en el bosque, por dejar que Eternia matase al chico y la mutilase a ella sin mover ni un dedo para evitarlo.
Como si hubiese estado viendo los juegos por la tele.
Me quito la ropa y me meto bajo las sábanas sin quitarme la ropa interior de nuevo. No he dejado de temblar. Quizá la chica no se acuerde de mí, aunque sé que me engaño: no se te olvida la cara de la persona que era tu última esperanza. Me tapo la cabeza, como si eso me protegiese de la muchacha pelirroja que no puede hablar. Sin embargo, puedo sentir sus ojos clavados en mí, atravesando muros, puertas y ropa de cama.
Me pregunto si disfrutará viéndome morir.
Por supuesto que tengo curiosidad. Esa chica no se parece en nada a la alegre Flutterina, pero Catra parecía a punto de tener algún colapso y me preocupaba que no dijera nada. Me he alegrado cuando ha aceptado subir conmigo al tejado. Es un lugar agradable y parecía lo suficientemente privado.
La plática con Catra me deja pensando mucho. Yo sé que ella se dedica a salir al bosque y cazar. No sabía hasta qué punto. Es decir, las ardillas andan incluso dentro de la alambrada. Es claro que va mucho más profundo de lo que yo había pensado, si estaba a suficiente distancia de ver un aerodeslizador bajar y que nadie más lo notara.
En serio se veía alterada. Espero que pueda descansar, porque mañana empiezan los entrenamientos y nos acercamos cada vez más a la Arena.
Sigo creyendo que mi suerte no fue del todo mala si con esto estoy logrando conocer más de ella. Incluso si no me gusta lo que descubro. De algún modo, la charla de unos extraños siendo extraídos de la tierra por una nave del gobierno pasó a ser acerca de su amiga Glimmer y asuntos personales.
Estaba muy preocupada, hasta que me he dado cuenta que aunque Catra y Glimmer no hablan en la escuela demasiado, deben pasar todas sus tardes y días libres fuera, en el bosque. Juntas.
No me gusta lo que he sentido. Celos.
No he podido detenerme y por eso la he cuestionado acerca de la bonita chica que va un grado más avanzada. Después de escucharla y tratar de suavizar las palabras, sólo por si alguien estuviera escuchando, es que me asaltan las ganas de saber… instigada por los celos.
Vuelve a cambiar el curso de mis pensamientos al mencionar que mi papá la visitó. No sé si debo sorprenderme en realidad. Son las hijas de la mujer que siempre amó. Ni siquiera entiendo por qué está con mi mamá.
Además Catra y la pequeña Finn, tienen algo cada una que te hace querer estar cerca de ellas. La excusa de las ardillas y el queso es barata.
Es solo que no puedo soltar de repente que mi padre siempre ha estado al pendiente. Mencionar las ardillas y el queso es la opción más sencilla y mis palabras parecen descolocar un poco a Catra. En serio, no está consciente de lo que la gente está pendiente de ella y la impresión que deja. Lo único que puedo decir sin revelar mucho, es que mi papá conocía a su mamá.
Cuando la dejo en su puerta, quisiera poder acompañarla. Pero me alejo antes de que mis pensamientos tengan más fuerza y la termine molestando.
Tomo la chaqueta que le había echado a los hombros, disfrutando todavía de su calor, y su "Hasta mañana" me sabe a paraíso. Esto de verdad no es tan malo, para mí.
N.A.
Las partes de Adora me han gustado cómo quedaron. Espero que les gusten también!
Gracias por leer uwu
