Recostado en su lecho, con la cabeza apoyada sobre sus brazos, Thanatos no hacía más que mirar el lejano techo de sus aposentos.

Habían pasado varios días desde el ataque a su hermano, dónde insistiendo con una notable y admirable persistencia había tratado de obtener información directamente de Hypnos; no obstante, la respuesta siempre era la misma: había sido atacado por la espalda mientras creaba su mundo, y cuando ligeramente había recobrado el sentido, se había vuelto consciente de sus heridas.

Por otro lado, la renuencia por parte de Zeus, de comunicar cualquier información de lo sucedido, parecía que solamente alimentaba una desquiciante desesperación, sin la ayuda de las palabras de Metis, que seguían dando vueltas en su cabeza, que engrandecían ese algo que no lo dejaba en paz. Sabía que la posibilidad era que Hypnos pidiera ayuda a alguien como la titánide era imposible, a menos que él tuviera algo entre manos.

Mientras sus ojos giraban entre la penumbra del cielo nocturno, donde las estrellas acompañaban a una casi completamente menguada luna, que se había posicionado en lo más alto del firmamento.

Atento podía sentir cómo el cosmos de Hypnos, con una fluida lentitud iba apagándose, hasta que se había terminado de extinguirse por completo. Y así con un fluido desplazamiento, sus brazos comenzaban a apoyarse sobre ellos mismos, de manera continua, levantando su cuerpo para girarse y colocar sus pies en el suelo.

Sus oscuros ojos se posaban con un ansioso brillo sobre la sólida puerta que dejaba escapar por debajo de la misma estructura. De repente, una figura se interponía entre la entrada y la fuente de luz, proyectando una sombra por debajo del umbral, a la vez que un ligero crujido comenzaba a escucharse, dejando que una alta figura, cubierta de sombras, se asomara al otro lado, abriéndose paso.

"¡Eres impaciente!"

Levantando las comisuras de sus labios, el joven dios miraba sin desviar sus ojos del ser que lentamente se adentraba en sus aposentos. Con un golpe sordo la puerta se cerraba a sus espaldas dejando al invitado envuelto en sombras, al mismo tiempo que con un movimiento lento, alargaba su brazo para dejar su mano extendida en el aire hacia él.

—Ven.

Lentamente y con una casi imperceptible fuerza, Thanatos comenzaba a expeler sus feromonas, poco a poco el fuerte olor a musgo comenzaba a esparcirse por sus aposentos. Cada rincón, cada centímetro desocupado de la espaciosa habitación, parecía llenar el desocupado espacio que lo separaba de ese divino ser. Casi de inmediato el otro dios comenzaba su andar, dirigiendo sus pasos hacia luz de la luna que no hacía apartándose de las garras de la intensa penumbra, mientras estaba iluminando el ligero movimiento oscilante de sus túnicas blancas acortando la distancia entre ellos; observando como extendía su brazo zurdo intentando a su extremidad.

La plateada luz hacía ver cada vez más pálida su piel, dándole un tenue y fantasmagórico brillo, que hacían juego con el elegante resplandor de sus largos cabellos dorados.

Una corriente eléctrica viajaba con una despiadada velocidad, recorriendo cada centímetro de su inmortal cuerpo, dejando un claro rastro de piel erizada, logrando que, en su interior, un ya conocido fuego se encendiera nuevamente con el simple roce de sus largos dedos; a la vez que una de las esquinas de sus delgados labios se elevaba marcando una traviesa sonrisa en su blanquizco rostro, esperando con ansias esa inevitable cercanía; al mismo tiempo que, apoyándose en sus largas piernas, Thanatos se levantaba extendiendo su otra extremidad, dejando su pecho descubierto.

Con un movimiento rápido y fluido el cuerpo de su gemelo se abría paso, a su vez que soltaba de la mano, para abrirse paso entre sus brazos con una elegante desesperación. De pronto, sentía como el joven dios envolvía con sus largos brazos, su cintura y así, con tranquilidad, posaba su cabeza en pecho para esconder su rostro.

El silencio dentro de esas sólidas paredes se convertía en un mudo cómplice, mientras observaba como su mente, se centraba en la estimulante sensación del calor de Hypnos, al momento que él cerraba sus brazos alrededor de su cintura, siendo estrechado con fuerza entre sus brazos. Y sin aviso, podía escuchar con claridad como el dios aspiraba con fuerza, entre sus largos mechones oscuros. Sus brazos empezaban a cerrarse alrededor del cuerpo inmóvil de Hypnos, percibiendo como el dios se acurrucaba con lentitud, hundiendo aún más su rostro en sus cabellos.

—Aun me sigues sorprendiendo, Hypnos —Rompiendo el silencio con un casi inaudible susurro, el dios de la muerte comenzaba a enredar sus largos dedos en las hebras de cabello dorado, al mismo tiempo que se dejaba llevar por el calor del cuerpo de su hermano a través de las delgadas túnicas.

Arrimando su rostro en la coronilla, dejando que su perfecta nariz se posara en las finas y suaves hebras de sus cabellos, comenzaba a aspirar profundamente sobre los mismos, en el preciso instante en que sus oscuros ojos eran cubiertos por el par de párpados lívidos.

Cada noche desde que había logrado enterarse del ataque, se había repetido la misma rutina, siempre cuando la luna se encontraba en su punto más alto en el firmamento.

Inclusive ese mismo día, después de ser encontrado, por quién sabe quién, iba a hurtadillas a sus aposentos por cuenta propia. Ver cómo esos horribles vendajes cubrían su torso y cuello, la longitud de sus brazos y caderas, no podía soportar la ira, que, como un desenfrenado fuego, amenazaba por calcinar a cualquiera que se cruzase en su camino, al verlo en ese estado tan deplorable.

Cada noche el mismo dios se aferraba de esa manera a él, aparentemente buscando refugio, con un cuerpo que no hacía más que temblar y con el paso de los minutos, estos iban perdiendo intensidad conforme su cuerpo se calentaba con el de su ser, mientras pasaban entrelazados hasta la llegada del amanecer.

Así de la misma manera en que cada día y noche, no detectaba ni el mínimo rastro de su familiar aroma a amapolas.

Cerrando aún más su cuerpo entre sus fuertes brazos, Thanatos levantaba la mirada hacia la sólida entrada, mientras su ceño comenzaba a juntar sus oscuras cejas y su mirada se veía envuelta de la ira que no hacía más que crecer.

—¿Tomaste alguna infusión? —la pregunta salía de repente de sus pálidos labios, tratando de mantener una calma que evidentemente no existía.

En un movimiento inconsciente, sus dedos se deslizaban con suavidad por los mechones de su cabello, recorriendo con lentitud, llegando con paciencia y un movimiento evidente e intencionalmente lento hacia su nuca. De repente, los brazos de Hypnos se desenredaban con un movimiento rápido y descuidado, percibiendo como un par de manos lo empujaban, dejando ver su mirada que, aunque vacía y perdida, mirando de un lado a otro, alejando sus pasos con dirección a la entrada en un intento inútil por marcharse.

"¡Pero que…!"

Silenciando repentinamente sus pensamientos, Thanatos en un movimiento rápido, extendía su mano diestra logrando sujetar la muñeca del joven dios.

—¡Espera! —Decía a la vez que sólo podía mirar los largos cabellos de su gemelo.

Poco a poco, girando el rostro, el dios del sueño le dejaba ver un par de párpados que dejaban parcialmente cubiertos sus dorados ojos, y casi de inmediato se abrían para fijar esa vacía mirada en su rostro, y con una calma impresionante se agachaba extendiendo de nuevo su mano hacia él, en movimiento elegantemente lento.

Haciendo girar su cuerpo lentamente, hasta que por fin podía hacer que se miraran frente a frente. Soltando su muñeca y deslizando las yemas de sus dedos sobre la piel de su brazo, el dios de la muerte acercaba su mano al rostro del dios, colocando con delicadeza con la longitud de su dedos.

—Lo lamento —una auténtica disculpa se escuchaba de sus delgados labios, a la vez que dibujaba una sonrisa amable, al mismo tiempo que sus dedos se deslizaban desde su mentón hasta sus mejillas, observando como Hypnos cerraba los ojos ladeando su cabeza recostándola sobre su mano—, no fue mi intención asustarte.

No debía cometer ni un solo error.

Sabía que, si arruinaba esos breves momentos, no sería bueno para él, pues sabían que eran las únicas horas en las que Hypnos se mostraba dócil y hacia lo que parecía que en realidad deseaba hacer, deshaciéndose de toda esa rigurosa conducta, tan propia de él; y no podía desperdiciar esas invaluables oportunidades.

Después de un momento, extendía su mano, para colocarla sobre la mano que tenía libre para que, de un ligero tirón, Thanatos acercaba el cuerpo inmóvil de su hermano, mirando como obedecía sin quejas, el dios de la muerte alzaba la cabeza dibujando nuevamente con las esquinas de sus labios una traviesa sonrisa.

—Hay algo que quiero preguntarte, hermano —comenzaba a hablar a la vez que acercaba su rostro al de Hypnos, descendiendo su mirada por su nariz para terminar en sus delgados labios—, ¿contestarás con la verdad?

Con un movimiento sutil, el dios del sueño movía su cabeza asintiendo con seriedad. La luz de la luna se reflejaba en su pálida piel, dejando que esta brillara con suavidad, en un resplandor ligeramente fantasmagórico.

Sabía la cantidad de cosas que podía hacer cuando su hermano se encontraba en ese estado. Desde preguntar cualquier cosa y obtener una respuesta cien por ciento honesta, hasta pegarse a él sin que esté protestara, dejándose envolver entre la fuerza de sus brazos, para que, en un solo y breve instante, se dejara llevar por el cálido cuerpo inerte de su hermano.

Bajando la mirada, podía mirar sus delgados labios entreabiertos que dejaban escapar la calidez de su aliento que, como una traviesa caricia, rozaba como un susurro la piel de su rostro, dejando un notable rastro de un curioso cosquilleo, que lo hacía sentir curiosamente caliente.

"¿Puedo besarte?"

De repente, un par de manos se colocaban sobre su rostro, sujetándolo y en un solo movimiento, su rostro era atraído con una notable fuerza, sintiendo como sus labios chochaban con otro par de ellos, suaves, así como desesperados. Abriendo de par en par sus oscuros ojos, sentía cómo una corriente eléctrica atravesaba su columna, erizando y sacudiendo, no sólo cada rincón de su divino ser, podía percibir como su alma se estremecía con fuerza.

El dios podía mirar de más ver con detenimiento el pálido rostro de Hypnos.

Con los ojos cerrados con fuerza y con un ceño arrugado, se asomaba sin pudor, un tierno rubor que comenzaba a colorear en delicadas pinceladas, las mejillas de su avergonzado rostro.

Alzando las comisuras de sus labios, el dios de la muerte abría sus labios respondiendo el beso, devorando su boca sin precaución. Casi de inmediato, sus brazos libres se movían serpenteando en la delgada cintura de su hermano, para terminar, rodeándola, al mismo tiempo que cerraba con fuerza alrededor de la misma, acortando la distancia entre ambos seres. A través de las delgadas túnicas, podía sentir cómo un ligero calor se transmitía, traspasando la delgada tela.

Una nueva sensación comenzaba a aparecer en la punta de sus dedos; tan intenso y fortuito, ese tembloroso movimiento que elegantemente lo hacía estremecerse. La molesta tela entre las puntas impacientes de sus dedos era la única barrera que le impedía apreciar la sensación vívida de su cuerpo que comenzaba a aumentar su temperatura.

Las inquietas manos se llenaban de un desesperante deseo de deslizarse, para descender con rapidez por su cuerpo. Quería tocar con sus largos dedos la suave curvatura de su culo; mientras veía como ese ser se sacudía con notables espasmos, gimiendo y suplicando por más de sus caricias, mostrando a su vez una expresión lasciva y necesitada, mientras sus dedos profanaban su caliente interior en medio de sus perfectamente redondeadas nalgas.

Luego, separando sus labios de los de su hermano, entrecerrando sus oscuros ojos, observaba la brillante y húmeda boca adornada lascivamente por un seductor rubor de sus ardientes mejillas.

"Quisiera, que esto durara para siempre".

Pensando con calma, el dios hacia un movimiento rápido, comenzando a cerrar aún más sus brazos alrededor del estrecha cintura acercando cada vez más sus caderas, colocando su cabeza sobre su hombro, y soltando una traviesa risita entre sus labios.

"¿Tú no quieres lo mismo, hermano?"


Sus pasos, a diferencia de los latidos de su corazón, a duras penas emitían un imperceptible sonido; ayudándole a desplazarse con delicadeza por el largo pasillo. En todo momento, trataba de mantener su dorada mirada al frente, mientras la inevitable sensación de pesadez en su pecho que no hacía más que aumentar conforme con cada zancada, que sólo acortaba el espacio entre él y la colosal puerta de la Gran Sala.

Desde su llegada, había recorrido ese pasillo una y otra vez, memorizado sin falla alguna cada rincón del mismo; sabía que cantidad exacta de pasos lo acercaban y lo alejaban de ese lugar. Y a cada paso dado hacía adelante, era un paso más cerca de él.

Cada fibra muscular, en cada extremidad de su divino ser, sentía como la tensión los envolvía, dándole una notable rigidez en cada extremidad de su cuerpo. Podía percibir como sus pulmones comenzaban a inhalar con superficialidad el aire, que, a su propia vez, parecía volverse pesado y difícil de aspirar.

"¡Maldita sea!"

Casi de inmediato algo se posaba con delicadeza sobre su hombro dándole una ligera sacudida, y con un sobresalto, el cuerpo rígido del dios del sueño se sacudía con violencia.

—¿Sucede algo, Hypnos? —Escuchando la voz detrás de sí, Hypnos volvía su cabeza hacia atrás agitando con elegancia sus largos cabellos, en una cascada ondeante de hilos de oro.

Encontrándose con un par de cejas oscuras que parecía juntarse casi en el centro, a la vez que sus oscuros ojos lo miraban con el desconcierto grabado profundamente en ellos, fruncía los labios, manteniendo el silencio en su boca y sus pensamientos. Sin espera, Hypnos fruncía su ceño, irguiendo su postura, al mismo tiempo que fijaba su mirada en los llameantes ojos del dios.

—Estoy bien.

Con un sutil y delicado movimiento, el joven dios colocaba sus dedos sobre el dorso de la mano de Thanatos, para tomarla y moverla con una evidente sutileza de su hombro, al momento que Hypnos volvía su taciturna mirada al torturante camino que aún le faltaba por recorrer.

Un inusual y agradable cosquilleo se manifestaba a lo largo de su mano, a pesar de aun tener esa extraña aversión a cualquier tipo de contacto, que había nacido a partir de ese día; no obstante, sabía lo difícil que era soportarlo.

Por otro lado, sabía que era imperativo tolerar el contacto con la ninfa que removía y cambiaba los vendajes que cubrían sus amoratadas marcas, así como los ya casi invisibles mordiscos en su pálida piel.

No obstante, el contacto de su hermano no le desagradaba, y de cierta manera, podía apreciar como el simple roce de sus dedos habían apaciguado esa molesta inquietud, sin embargo, era un obvio contraste con las constantes caricias de Zeus, aun cuando eran cálidas y amables.

El dios había sido demasiado cauteloso con sus pensamientos, siempre parecía que los reprimía cuando estaban juntos. Solamente escasas palabras, donde su saludo y despedida eran los únicos sonidos que se escuchaban en la amplia habitación. Cada día y cada instante debía permanecer quieto y en silencio, cada instante, mientras el dios lo miraba en silencio mostrando una expresión que, nunca había imaginado que vería en ese sobrio rostro.

En cada uno de esos momentos en privado con el regente de los cielos, donde sin decir ni una sola palabra, se limitaba a tomar mechones de su cabello, permitiéndole acariciarlos, a la vez que, con su otra extremidad, se deshacía de la distancia entre ella y su rostro, para solamente rozarlo con delicadeza por un momento.

Moviendo con renuncia sus pies, reanudaba sus pasos, a la vez que percibía como los pasos que seguían rompiendo con el silencio del lugar, junto con los sonoros pasos de Thanatos que parecían intentar seguir su ritmo.

Deteniendo sus pasos miraba fijamente la colosal puerta que se quedaba imponente ante sus ojos dorados. Sabía que ese momento llegaría, sabía que tarde o temprano tendría que verlo cara, sobre todo hacer lo que tenía que hacer en ese momento.

—Dios Thanatos, dios Hypnos —la voz del ángel captaba su atención, moviendo su mirada hacia el rostro bronceado del guardián que inclinaba la cabeza con ligereza, dejando caer sus largos cabello en una fina cortina cerúlea—, es bueno verlos juntos nuevamente.

Asintiendo en un casi imperceptible movimiento, el dios del sueño sentía como la tensión en su cuerpo reaparecía, cerrando sus dedos en puños que escondía entre las largas y holgadas vestiduras.

—Comunica al dios Zeus que mi hermano y yo, hemos llegado.

—Como ordene, dios Hypnos —Levantando la cabeza y girándose hacia la entrada, Odiseo agitaba sus largos cabellos, y en un notable rechinido de la misma para mirar como la luz del interior de la amplia estadía se colaba con fuerza.

Había llegado la hora.

—Dios Hypnos, dios Thanatos —a un costado de la descomunal puerta, el ángel se colocaba frente a una de las puertas, extendiendo su brazo hacia el interior a la vez que inclinaba la cabeza dejando caer sus largos cabellos en una llamativa cascada—, mi señor los espera.

Con la rigidez en cada parte de su ser, comenzaba a adentrarse en la luminosa sala, al mismo tiempo que sus ojos se posaban en el fondo de la misma. En ella la figura perfectamente protegida con su deslumbrante armadura, se encontraba sentada en aquel trono de piedra caliza, encima de los ostentosos y rústicos escalones, por encima de todos. De repente, un par de ojos, de aquel azul gélido, se clavaban en su rostro; sintiendo como si aquella salvaje mirada podía atravesar hasta lo más profundo de su alma.

Repentinamente, sentía como su garganta quedaba seca sintiendo una notable incomodidad, que no podía evitar notar que aumentaba conforme la distancia entre Zeus y él disminuían.

Todo parecía diferente ahora.

La luz reflejada en cada ladrillo de piedra caliza continuaba dándole un brillo puro y etéreo, no obstante, esa apariencia cálida había sido irremediablemente reemplazada por una aura fría y casi hostil.

"¡Contrólate!"

De inmediato, las palpitaciones de su corazón comenzaban a golpear con fuerza contra sus costillas dentro de su pecho, poco a poco sus oídos parecían percibir cada pequeño ruido en medio del aplastante silencio de la estancia, jurando que era capaz de escuchar con fuerza las pisadas casi imperceptibles de Thanatos a sus espaldas. Sus fosas nasales se abrían y sin poder evitarlo aspiraba con cautela el aire, atento a cada aroma y estimulo que se cruzaba en su camino.

Frenando su andar de las alargadas escaleras, el dios del sueño podía ser consciente de un ligero temblor, que recorría desde la punta de sus pies hasta la punta de sus largos cabellos dorados, mientras sus largos dedos se retorcían en las inmaculadas vestiduras.

—Bienvenido Hypnos —la seriedad en la voz de Zeus rompía el silencio de la habitación, retumbando entre los pilares y muros de piedra—, me alegra saber que te has recuperado por completo.

—Se lo agradezco, dios Zeus —Contestando con una falsa calma, al vez que trataba de mantener el ritmo de su respiración, en un claro esfuerzo por no perder su escasa calma con algo tan sencillo como verlo.

Nuevamente un escalofrío recorría su espalda con rapidez ayudando a aumentar el entumecimiento en su cuerpo, dejándolo con una inquietante sensación; tratando de mantener la seriedad en su pálido rostro mirando como los helados ojos azules de Zeus se mantenían fijos en ellos, ensombrecidos por un ceño que se arrugaba y acercaba con precisión un par de cejas pobladas.

—Hay algo que debo anunciarles—hablando con un tono serio, a la vez que relajaba su ceño fruncido—, ustedes como mis consejeros, deben ser los primeros en saberlo.

"¡¿Anuncio?! ¿De qué crees que se trate, Hypnos?"

—¿Anuncio, mi señor?

—Así es —evitando que el silencio se invadiera de lleno la estancia, Zeus hablaba con una extraña calma, sin apartar la mirada de su rostro—, he decidido que, después de tanto tiempo, es hora de celebrar mi unión con Metis.

El silencio llenó la sala de una manera abrupta; Hypnos abría los ojos de par en par, y casi de inmediato, recuperaba la compostura para dejar sus ojos entrecerrados con un semblante glacial en él.

—Eso es una excelente noticia —la voz de Thanatos se escuchaba a su costado con un tono serio—, ¿no es así, Hypnos?

El dios del sueño presionaba sus labios formando una línea recta que acentuaba un rostro inexpresivo, asintiendo con una solemnidad exagerada mientras que, en un movimiento inconsciente, giraba su mirada hacia su costado. En su interior, sentía una curiosa sensación; una opresión en su pecho que era acompañada de una amargura que parecía querer envenenar cada recóndito lugar de su ser.

—Por esa razón, necesito que tú Thanatos, serás consejero de Metis hasta el día de la unión, tú le ayudarás a hacerle amena la transición.

Un ligero gruñido, casi sordo salía de la garganta del dios, al mismo tiempo que asentía en silencio con el ceño fruncido.

—Lamento interrumpirle, mi señor—Hablando de repente, Hypnos levantaba la cabeza manteniendo su reacción indiferente—. Entiendo lo impulsivo que puedo mostrarme, sin embargo, hay algo que quiero preguntarle.

Él había comenzado a desearlo pocos días después de su llegada, el hecho que pudiera tener a ese dios sosteniéndolo en sus brazos, llenándolo de besos y siendo profanado por su polla hasta hacerlo gritar de placer, era una idea de la que no podía escapar. Sin embargo, su plan había salido tan a la perfección que no había considerado la reacción de Zeus ante el efecto de las hierbas, y había logrado que esté lo poseyera de una manera brutal y dolorosa.

Podía ser cualquier cosa, y ahora tenía que estar de pie ante él, fingiendo felicidad por su próximo matrimonio, y, sobre todo, la inquietante preocupación de una marca que no hacía más doler con una molesta sensación punzante, que se manifestaba junto con esas palabras; una marca que no daba señales de desaparecer, a pesar de los cuidados cautelosos de la ninfa.

—De acuerdo, habla.

—Preferiría que tratáramos esto en privado —sosteniendo el tono de su voz, el dios del sueño mantenía sus ojos dorados en el rostro del dios, que parecía que lentamente iba perdiendo su color—, debido que le pido tratar con usted el tema de mi atentado.

Zeus abría sus gélidos ojos de par en par, y casi de inmediato su rostro se componía, mostrando una extraordinaria máscara de elegante frialdad, enderezando su postura en su estrado.

—Entiendo, puedes quedarte.

—Gracias, mi señor…

—Dios Zeus —una voz a su costado interrumpía sus palabras. Hypnos volvía su mirada hacia su costado, observando de soslayo los cabellos negros de Thanatos se mantenían quietos, al mismo tiempo que este sostenía su mirada en el rostro del regente—, pido estar presente.

"¡¿Qué pretendes Thanatos?!"

—Thanatos — Hypnos contestaba sin reparos volviendo la mirada hacia el regente—, no es necesario que te quedes, es algo que no te incumbe….

—Me incumbe porque soy tu hermano, tengo derecho a saber…

—¡Basta! —La voz de mando de Zeus retumbaba en cada centímetro de la estancia. Con el cuerpo ligeramente inclinado hacia ellos, los ojos abiertos como platos e inyectados de sangre—. ¡Este no es lugar para sus discusiones personales! ¡Por un lado, puedo entender tu preocupación Thanatos, no obstante, no puedes decidir sobre esto! ¡Si es deseo de Hypnos tratarlo en privado es algo que debes respetar! ¡Tú como alfa deberías comprenderlo fácilmente! ¡Así que retírate, y reflexiona sobre tu vergonzoso comportamiento!

Cada parte de su cuerpo se paralizaba acompañado de un casi imperceptible temblor que gobernaba su ser, con ese sonido aun estallando en sus oídos, observando como los gélidos ojo se dirigían hacia él.

De un momento a otro, el sonido de los pasos de Thanatos alejándose, podían apreciarse con cierto estruendo, mientras se alejaban de su lugar.

Su mente se encontraba en un profundo e incómodo silencio, y así de la nada, el rechinido de la puerta se apreciaba, para luego cerrarse con un sonoro estruendo. Cada parte de su cuerpo se sobresaltaba al mismo tiempo que apretaba sus delgado labios, esperando con calma algún otro sonido.

—… —El silencio había logrado gobernar el lugar, y cerrando sus párpados solo podía detectar una profunda quietud que le daba cada momento enfrente de él.

—Hypnos —la voz del dios parecía que recorría a través de su cuerpo, provocando un notable estremecimiento en cada rincón de su ser—, acércate.

Poco a poco, abriendo sus párpados dejaba que la intensa luz que se colaba con saña en sus dorados ojos. Lentamente y con esfuerzo, movía sus trémulas piernas; un paso a la vez. Un paso que lo acercaba a las largas escaleras, que una por encima de otra, lo acercaban cada vez más a él.

Paso a paso, se acercaba a aquel dios que poco tiempo atrás deseaba con desesperación, y ahora, tenía enfrente a ese alfa, que, sin preocupación, con un solo grito podía paralizar su cuerpo entero de la misma forma en que lo había tomado, salvaje e impetuoso. Deteniendo repentinamente, que el dios notaba que había llegado a los pies de las escaleras.

—Ahora estamos solos —La voz del dios se escuchaba sin parar—. Usaste la clave que te mencioné, significa que ya tomaste una decisión.

Hypnos movía su cabeza de arriba abajo, a la vez que sus manos se cerraban en fuertes puños, mientras atrapaban un poco de sus túnicas, arrugándola justamente a los costados.

—He pensado esto desde que recibí su propuesta —manteniendo la mirada hacia el piso de piedra, tratando de controlar su respiración—, considerando que esto es delicado, dado que ambos somos alfas.

—Tienes razón, ¿y bien?

"Es una locura, pero es la única manera de asegurar de estar a salvo."

—No obstante, he decidido aceptar convertirme en su amante.

—…

.。:∈-ヽ(・ω・`*)。:∈-ヽ(・ω・`*)。:.。 ✧ ➷ೃ༄*ੈ✩ ✧ ➷ೃ༄*ੈ✩ ✧ ➷ೃ༄*ੈ✩

Holis

**¿Que les pareció el capitulo de hoy?

**Espero les haya gustado tanto como a mí,

**Lamento la tardanza, como comunique han habido circunstancias que me han impedido avanzar, Pues para poder terminar de escribir necesito ver dos sagas para... algunos detalles,

**Hace unos meses me regalaron unos libros de Harry Potter por mi compleaños, ni siquiera he podido terminarlos gracias a mi falta de tiempo,

**También me compré una Tablet grafica para diubjo y estoy comenzando a dibujar algunos de los personajes que aparecerán mas adelante,

**De momento actualzaré el fanfic, para que puedan seguir la historia en lo que publico el one shot.

Bueno espero les haya gustado y los veo en el siguiente capitulo

bye bye