Capítulo 20. Ganas
¿Ahora qué debo hacer? Pensé al verla partir.
Sentía muy presente esa sensación de arrepentimiento.
Traté de entenderla, pero me sentía tan confundida con todos estos comportamientos tan contradictorios que he presenciado.
¿Qué debo hacer ahora, Natsuki?
Mi instinto me dice que te deje sola. Pero ya no sé qué pensar, quizá debo hacer lo contrario.
¿Y qué hay de lo que yo quiero? ¿Me veré muy egoísta al perseguirte?
Me quedé ahí sentada en el jardín por un rato. Pero ya no quería estar sola.
Por otro lado, no me sentía de humor para encontrarme con Rosalie.
En realidad me daba igual la visita de la rubia, con la única que quería estar era con Natsuki.
Aunque, se lo importante que es para ella el mantener su espacio personal.
Hay tantas cosas que quiero decirle.
Tenemos asuntos pendientes Nat, no puedo solamente olvidar todo lo que ha pasado. Ahora con todo esto me siento más cercana a ti. Aunque todo esto es nuevo para mí y todavía no logro entenderte Natsuki, quiero seguirte conociendo más y más. Realmente, quiero conocer todo de ti.
Necesito decirle eso. Dejarle en claro que lo mío con Rosalie, ni siquiera llegó a ser algo sentimental, no nos enamoramos.
Siento que Natsuki está sufriendo y temo que vaya a encerrarse en su mundo.
¡Vaya, es tan dulce y a la vez tan ardiente!
Si tan solo pudieras ser menos desconfiada Natsuki, te demostraría lo hermoso que puede llegar a ser nuestro amor.
Ahora solo quería ir a la habitación y besarla, de tantas maneras. De solo imaginarlo me aparecía una enorme sonrisa. Pero sabía que debía ser paciente, porque la conozco y no está lista.
Si la quiero, debo ir despacio, a su ritmo. Sin presiones.
Desde luego, decirlo era más fácil que hacerlo. Llevo años deseándola y ahora que me ha dado un poquito de sí, me he vuelto loca.
Respiré profundo y finalmente arme de valor. Me levanté y entré a la casa. Caminé hacia la habitación de la peliazul y me animé a abrir la puerta que estaba sin seguro.
Sonreí, Natsuki me había dejado la puerta abierta. Era una buena señal. Ya que si no quisiera que entrara, estaría con seguro.
Entré con timidez, esperando encontrarla. Pero Natsuki, estaba en la ducha.
Me recosté entonces en la cama, en su cama. Disfruté de su aroma, que estaba impregnado en las almohadas y me relajé unos buenos minutos.
No pude evitar imaginarme su cuerpo en la ducha y es que siempre termino teniendo fantasías con ella.
Me descubrí mordiéndome el labio inferior. Recordando de pronto los besos que habíamos tenido, cada uno tan perfecto. Estaba sumergida en esos recuerdos maravillosos cuando el sonido de la puerta abriéndose me sobresaltó y me trajo de nuevo a la realidad.
Natsuki salía del baño envuelta en la toalla. Su cabello escurría agua. Se veía hermosa y no le pude apartar la mirada, ni controlar el calor que sentía en mis pómulos, ni los latidos de mi corazón.
—¡Shizuru, estabas aquí!— Exclamó sorprendida.
Pensé en hacerle una broma, pero me contuve y afirmé con la cabeza. En lugar de decirle que esperaba que se le hubiera olvidado ponerse la toalla al salir de la ducha.
— ¿Te molesta que esté aquí, Nat?
— No, para nada...— Me respondió sincera.
Me levanté de la cama y me acerqué a ella en automático. Tenía unas inmensas ganas de abrazarla y fundirme en un cálido beso.
Natsuki estaba paralizada mirándome fijamente.
Su rostro reflejaba preocupación y timidez.
Cuando me di cuenta ya estaba frente a ella. Me sentía débil ante su profunda mirada. Tanto que podría caer de rodillas, suplicante por recibir un poco más de sus atenciones.
Natsuki en cambio, solo estaba así muy quieta, mirándome. Como si se estuviera debatiendo en decirme algo. Y yo me debatía si debía intentar seducirla.
De solo pensar en ese bello cuerpo que ocultaba debajo de esa delgada toalla, me ponía inquieta.
Me sorprendí tomando un mechón de su cabello, Natsuki también tuvo un ligero sobresalto y noté como la delicada piel de sus hombros se erizaba.
Sus labios tan al alcance de los míos me incitaban a alcanzarlos para probarlos. Pero, por mucho que lo deseara, sabía muy dentro de mí, que no debía tomar la iniciativa.
—Natsuki, tu cabello está chorreando...— Le dije con un hilo de voz, luchando por contener mis deseos de robarle un beso.
— Cierto, si... venía a buscar la otra toalla... pero, no me esperaba verte— De pronto se puso algo nerviosa, bajó la mirada, aunque seguía ahí muy quieta— ¿No la viste?— Me pregunto con voz suave y una tímida mirada.
No tengo ojos para nada más que tú, pensé admirando su rostro.
—No la vi— respondí ensimismada
— Ah
Durante unos segundos, solo hubo miradas y una agradable tensión sexual en el aire. Hasta que finalmente, no pude soportar más mis ganas y le dije.
— Natsuki, deberías cambiarte.
— Sí, claro, eso iba a hacer— Me dijo sonrojada y nerviosa. Y tras cortar el contacto visual, se apresuró a abrir el cajón de su ropa interior.
— Aunque, si quieres puedo ayudarte— Le comenté en tono sugerente, ya para ese punto me sentía muy provocada por ella.
— ¡Ba... Baka! (idiota) — Ese sonrojo en su rostro es tan adorable— ¿Ayudarme a qué?
— Puedo colocarte cada prenda...— Le respondí coqueta y se puso lo bastante nerviosa que terminó por tirar la ropa que había tomado y me reí levemente, por lograr ese efecto.
— ¡Tsk!— Exclamó nerviosa y sonrojada, mientras se agachaba a recoger su ropa.
Pero su cabello que escurría terminó por mojar su ropa interior que había caído al suelo.
— Espera...— Le dije tomándola del brazo, o más bien rozándola y percibiendo como se le erizaba la piel nuevamente.
— ¡Shizuru, ya...! —Me exigió nerviosa.
Reí traviesa, sin poder controlarme. Natsuki tenía ese efecto en mi, su timidez me excitaba muchísimo.
— Esa prenda ya está mojada, ¿no la usarás, verdad?
— ¡Tsk! No, ya no.
— Déjame ayudarte Natsuki, te llevaré tu ropa al baño para que puedas cambiarte— Me miró desconfiada unos segundos— Anda, vuelve al baño o te resfriarás.
La peliazul me obedeció en el acto y yo suspiré pesado.
Mi corazón quería salir del pecho.
¿Qué son esas miradas, Nat? ¿Quieres que me de un infarto a caso?
Seleccioné la ropa y fui para el baño, la puerta estaba entre abierta y dentro me esperaba Natsuki, la cual se esforzaba por ocultar sus nervios. Aferrando sus manos a la toalla que la envolvía.
Le dejé la ropa sobre la mesita.
— ¿Segura no quieres que te ayude?
— ¡Tsk!
Volví a reírme con travesura. Y me le acerqué hasta tenerla de frente nuevamente. La peliazul no retrocedió pero me miró recelosa.
— Tal vez debas darme esa toalla mojada para que pueda tenderla — Natsuki se puso más colorada.
— ¡Tsk!
— Dámela, Nat— Le pedí extendiendo la mano, sin disimular las ganas que le traía.
— Yo la tenderé cuando termine de usarla. Por favor, espérame afuera ¿sí?
— ¡Ara, tacaña!— Exclamé, haciendo un berrinche.
— Shizuru—Dijo mi nombre en tono serio y supe que era la señal para salir de ahí.
Natsuki puede tolerar mis bromas y hasta cierto punto mis coqueteos, pero no deben ser tantos, por que luego se siente abrumada. Eso lo he aprendido a la mala, algunas veces me he sobrepasado con las bromas al punto de alejarla de mí. Aunque de algún modo Natsuki sigue a mi lado, tolerándome.
Me senté en el sofá a esperar que saliera de la ducha y prendí la tv. Mientras meditaba como acercarme a ella.
Sin dudas, la llegada de Rosalie había despertado varios sentimientos en Natsuki. Si ella no hubiera aparecido, seguramente ahora estaríamos en otro escenario completamente distinto.
Sé que una parte de ella se siente molesta y desconfiada, salvaje y deseosa, o por lo menos así actúa Kruger. Otra parte es muy tierna y dulce, Cristal. Y luego esta mi Natsuki evasiva de siempre, la que finge desinterés todo el tiempo.
¿Será que es eso? ¿De eso se trata? ¿Natsuki todo el tiempo ha estado fingiendo? No, no creo que finja todo el tiempo. Sería muy difícil. Todo esto es tan confuso, pero es mi mejor teoría. Ahora solo debo comprobarla, ¿pero cómo?
Mis pensamientos fueron de pronto interrumpidos, cuando Natsuki salió del baño.
Atiné a escogerle un buen conjunto, se veía sumamente atractiva. Los jeans le ajustaban bien, al igual que la blusa blanca entallada en su pequeña y bien formada cintura.
Aunque a decir verdad, a Natsuki cualquier cosa le quedaba bien, ya fuera ropa deportiva, casual, formal y desde luego la lencería.
La peliazul simuló no darse cuenta que la miraba profundamente y comenzó a secarse el cabello de forma distraída, luego a peinarse y después a maquillarse ligeramente.
La televisión pasó a segundo término, el mejor canal era sin duda: Natsuki Kuga.
Luego sin previo aviso se acercó y se sentó a mi lado. Se cruzó de brazos y miró la televisión como si nada estuviera pasando.
Sonreí tranquila y recargué mi cabeza en su hombro. Natsuki soltó un leve suspiro y se quedó ahí muy quieta, mirando la película que había puesto, como si realmente estuviera entretenida.
Minutos después, se acomodó en el sillón deslizando más hacia abajo su espalda. Dándome más rango para acomodar mi cabeza nuevamente en su hombro.
Ahora parecía dócil, sonreí y me acurruqué. Natsuki hacía como que nada estaba pasando.
No es la primera vez que me acurruco así con ella. Es muy tierna cuando baja la guardia, aunque no me devuelve el abrazo, si permite que yo esté más cerca de lo normal.
Probablemente así hubiéramos seguido mucho más tiempo, pero mi estomago con un rugido la sacó del trance y me miró preocupada.
— ¿Tienes hambre Shizuru?
—Sí, algo... es que no acabe de desayunar— Le dije apenada. Con todo lo que pasó, apenas probé los sándwich y si acaso le di un par de sorbos al té.
— ¿Qué no acabaste? ¿Por qué no me dijiste, Shiz...? —Me preguntó dolida — ¡Ah! vamos a la cocina, te prepararé algo.
—Natsuki, eres adorable— Se me escapó y me miró nerviosa.
Me incorporé, pero de pronto ella me frenó, deteniéndome de los hombros y recargándome en el sillón dejándome confundida.
— No, espera... Quédate aquí ¿sí? enseguida te traigo algo de comer.
Y sin darme tiempo para nada más, Natsuki salió rápido del cuarto.
Sonreí complacida. Me tomó un segundo darme cuenta, que probablemente quería mantenerme apartada de Rosalie.
Ahora, lo que más me ocupaba era poder hablar con Natsuki. Aclararle las cosas y que a su vez ella me aclarara sus sentimientos. Y me quedé pensando en eso, hasta que Natsuki regresó con una bandeja y un termo.
—Ookini (Gracias) Natsuki – Le dije cuando me ofreció la comida que colocó en la mesita de centro.
—Ni agradezcas...
— ¿Quieres?— Le invité de mi sándwich
—No, es todo para ti.
—Come conmigo— Insistí
—Yo, me siento llena... Creo que comí por 3— Me dijo a modo de broma, con una sonrisa nerviosa.
—Fufufu es verdad... ¿pero, no tienes hambre?
—No, de verdad.
— ¿Una mordidita?— Le insistí acercándole el sándwich a la boca.
—No, en verdad, estoy muy llena.
— ¿Segura?
—Sí, completamente.
— ¿Qué tienes?
—Me siento cansada, es todo.
Natsuki se sentó nuevamente a mi lado y se quedó perdida en la televisión. Pero su cuerpo estaba justo al lado del mío y su compañía era lo único que quería.
Justo este momento, era perfecto. Me sentía relajada y por lo visto ella también estaba así.
Pero no me aguanté las ganas. Sentí que no debía demorar más, así que tomé su mano con suavidad.
—Natsuki— Le hablé con voz suave, pero ella se sobresaltó y me miró a la expectativa — Con todo lo que ha pasado, no hemos podido hablar…— Retomé nerviosa.
—¿Eh? ¿Hablar de qué, Shizuru?— Natsuki, parecía confundida.
—De lo que ha pasado... – Respondí conteniendo la respiración.
Me sentía nerviosa, pero intenté disimularlo. Aunque al mirar sus labios quise besarla.
Y me sentí en confianza para acariciar su mejilla, pero ella retrocedió enseguida. Dejándome confundida.
—¡Ah, tengo que hacer unas llamadas…! — Respondió nerviosa y se levantó tan rápido que no pude ni tomar su mano, aunque lo intenté.
—¡Nat...!
—¡Ahora regreso!— Dijo sin mirarme y salió por la puerta cerrando tras de sí.
Nuevamente sentí que mi pecho se oprimía.
Natsuki me había rechazado otra vez y no entendía por qué, si hace un momento todo parecía estar de maravilla, o por lo menos parecía estar cómoda conmigo.
¿Entonces por qué?
Es verdad que me había dejado llevar y que casi termino por besarla. Pero estos días ya nos hemos besado.
Suspiré y me recargué en el sillón.
Natsuki, te deseo…
¿Qué tengo que hacer? No entiendo.
Cerré los ojos y respiré profundo. Traté de dejar mi mente en blanco pero solo podía pensar en Natsuki y los eventos recientes de estos días.
Moría de amor y sentía que iba a explotar.
Debía calmarme, si insisto Natsuki va a seguir escapando.
Parece que la conversación tendrá que esperar, concluí resignada tras darle vueltas y vueltas al asunto y ver que no regresaba.
Esperé a Natsuki 10 minutos más, pero finalmente me animé a ir a buscarla.
Salí del dormitorio y me fui para el salón. Pero en vez de ver a la peliazul me topé con la rubia. La cual estaba perfectamente arreglada y me miraba haciendo un puchero.
— ¿Qué ocurre?
— ¡Qué mala eh! No te fuiste a bañar conmigo— Me reprochó cruzando los brazos en modo infantil.
— ¿Acaso te hizo algo el espíritu de la bañera?— Bromeé. Rosalie es muy asustadiza.
— Sigue portándote mal y te voy a dar una nalgada, ¡eh!
— ¿Ara? fufufu ¿todavía te asustas con eso?— Fingí demencia.
—¡No una, dos, para que estés más pareja!— Me amenazó, señalándome con el dedo, lo cual me dio mucha risa.
—Fufufu, no bueno, Rosalie
—¿Qué es tan gracioso Shizuru?— Me preguntó bruscamente Natsuki, al tiempo que entraba por el jardín con paso firme.
—¿Ara? ¿Natsuki, dónde estabas?
La peliazul no me respondió, solo miró feo a la rubia y se cruzó de brazos.
—Shizuru... ¿A qué hora nos iremos?— Me preguntó Rosalie, tomándome por sorpresa.
—¿Ara?
—No me digas que ya se te había olvidado—Me reprochó, componiendo un puchero
—No, claro que no...—Miré mi reloj.
—Cuanto más pronto mejor— Me incistió.
—Ok, bueno... salimos en 10 minutos, ¿te parece Rossy?
—Perfecto, iré por mi bolsa.
La rubia se fue y Natsuki se cruzo de brazos.
—No quiero que vayas con ella— Me dijo de pronto.
— ¿Ara?
— ¿Necesito recordarte a caso que ibas a salir conmigo hoy?
— ¿Eh?
— ¡Al cine!
Es verdad, cómo pude pasar eso por alto.
—Ayer me prometiste que hoy iríamos, así que no admito que te vayas con ella.
—Hay, Nat... tienes toda la razón—Le dije apenada y me quedé un momento en shock pensando cómo podía resolver este enredo.
La peliazul me tomó de la mano, agarró sus llaves y acto seguido me dio un casco.
De la mano me llevo a afuera de la casa y se montó en la motocicleta.
En eso, salió Rosalie, que venía detrás de mí y me miró confundida.
—Vámonos Shizuru—Me incitó Natsuki.
— ¿Qué ocurre? —Me preguntó Ross confundida.
—Shizuru ya tenía una cita conmigo.
Me sentí entre la espada y la pared. No iba a decirle que no a Natsuki por segunda vez.
...me ire con Nat, ¿pero ahora que hago con Rossalie?
—No te preocupes Shizuru... no es forzoso ir hoy— Me dijo Natsuki desde el umbral.
Miré a la peliazul que estaba encima de la moto, era un clon. Era Kruger y miraba a Natsuki con el entrecejo más fruncido que otras veces.
—Si tienes cosas que hacer, hazlas sin pendiente...— Me habló Natsuki seria, aunque determinante — Yo debo ir al trabajo y Kruger quedó en acompañarme, así que no te presiones...
—¡Tsk! —Exclamó Kruger, cuando Natsuki tomó el casco de mis manos.
—Pero, Nat…
—Nos vemos después— Dijo Natsuki decidida, se puso el casco y se subió a la moto con Kruger, tan rápido que no me dio tiempo de nada.
Enseguida arrancaron y se perdieron a la distancia.
—Ups, ¿interrumpí una cita?— Me preguntó la rubia, algo apenada.
—De hecho sí, ya van dos veces...— Respondí derrotada.
— Eso suena a reclamo.
— No pretendí— Le dije con sarcasmo.
— No seas injusta Shizuru, yo ni siquiera sabía.
— Lo sé— Suspiré.
— Además, quedaste en llevarme a ver mi hermana, ¿ibas a dejarme a mi suerte?, ¿yendo a pie acaso?
— No exageres, Ross.
— No exagero, justo eso iba a pasar si me dejabas. ¡No vez que no tengo ni un centavo!
— Pues, iba a pedirte un taxi.
— ¿Y luego mi regreso?
— ¡Ara!
— ¡Vez! Me ibas a dejar a mi suerte, ¡con tal de cumplir tus sucias fantasías con las trillizas!
— Fufufu —De algún modo no pude contener esa carcajada.
— ¡Eres mala, Fujino!
— Bueno, bueno ya. Que al final me quedé.
— ¡Solo porque se fueron!, ¡te vi la cara, ibas a irte!—Me reclamó con un puchero de berrinche.
— Bueno ya, vamos. O se hará más tarde.
Entré por las llaves de mi carro y salimos rumbo al hospital.
Las bromas de Rosalie duraron poco, la preocupación estaba marcada en su rostro. Sé que su hermana está delicada y eso la tiene mal, aunque se esfuerza por disimularlo.
Aunque yo tengo mis propias preocupaciones… yo solo puedo pensar en Natsuki…
N/A: Gracias por leer ¿Qué les pareció este cap? Mejor dicho… ¿Qué creen que pasará con Natsuki ahora? ¿Y con Shizuru?
