"Cuando no hay nada que perder, eres libre"
Capitulo II:
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Se apareció a dos metros de su apartamento, no solía ser inexacto con su magia, pero tampoco podían culparlo: tenía el estómago revuelto y la sien palpitante. Si cerraba los ojos se repetía en bucle la metida de lengua más caliente que había recibido en su vida. Soltó un insulto al tropezar con una piedra casi tan grande como su cabeza.
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Por merlín, nunca se había puesto así por un beso. Estaba algo pasado, seguro era el alcohol. Solo necesitaba una ducha fría para descansar y olvidar tan extraño suceso.
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La lengua de Malfoy.
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Su sexo pulso ansioso, aun sintiendo el fantasma del músculo violando su boca.
Inspiró hondo y pausado para calmar su incipiente erección. Usualmente tenía más autocontrol sobre su libido, pero tampoco era de piedra. Una comida de boca así habría alborotado a cualquiera. Maldito Malfoy y su innato talento para desencajarlo.
Ya luego lo encararía, tal vez mañana.
Sacudió la cabeza dando pasos torpes hasta la entrada. Una vez en su destino, introdujo la llave y movió la palanca. La puerta cedió fácilmente, suspiró aliviado mientras levantaba un pie para ingresar.
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No pudo, fue repentinamente girado y atenazado contra la puerta por dos largos brazos.
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El corazón de Harry pego un brinco salvaje. Bizqueó desorientado intentando identificar a su asaltante. Ni siquiera había escuchado o sentido la estática de la aparición. Debía estar muy mareado ¿Qué diablos servían en ese lugar?
Sep, era él. Ahí lo tenía de nuevo.
—...Malfoy...? — Su voz salió casi inaudible.
Bueno, estaba algo impactado.
La elegancia se había ido a la mierda. El gesto furibundo, la camisa colgando en jirones sobre su pecho, los rubios cabellos sobre su rostro y los ojos desviados. La ebriedad había trepado hasta la punta de sus dedos a juzgar por sus mejillas rojas.
—T-tú. Siempre te crees...— masculló el otro apretando la mandíbula.
No pudo captar el resto. Harry paso saliva agudizando el oído, su espalda estaba incómodamente incrustada contra el mango de la puerta y sus piernas rígidas. Sus sentidos no respondían como quisiera, de modo que intentó apaciguar al rubio de lo que fuera que lo tenía en ese estado.
— Malfoy, esto no es-
— ¡CALLATE! —Espetó el otro arrugando la frente con los parpados apretados. — ¡No te atrevas a decirlo!
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Estaba como una cabra.
Harry dedujo que no lograría nada hablando. Intentó teclear al rubio, pero su pierna no obedeció, todo le daba vueltas.
Un poquito de pánico se coló bajo su piel, nunca había visto a Malfoy tan fuera de sí.
No quedaba de otra.
Agitó una muñeca con esfuerzo. Al instante sus ventanas explotaron con estruendo antes de salpicar en diminutos trocitos por doquier. Al parecer también había jodido la cañería, hasta ellos llegó el sonido del agua chispeando sobre la loza de su cocina.
Los ojos grises se ensancharon de golpe al sentir el hormigueo, la magia acariciando sus sentidos. Sus venas latieron furiosamente.
Harry no pudo hacer mucho mientras el más esbelto tiraba de su cuerpo hacia el interior entre susurros incomprensibles. Al parecer lo había encabritado aún más. Se tragó una maldición y luchó por apartarse sin éxito. Podría intentar un despliegue mayor de magia, pero estaban en un barrio muggle y el, tan sobrio no estaba. No podía arriesgarse.
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Estaba siendo secuestrado dentro de su propia casa.
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Se quejó inútilmente mientras era aventado sobre el sofá de su sala, de inmediato el otro se montó sobre sus caderas mientras atacaba su tórax. Parecía una serpiente enajenada.
Casi se le salen los ojos cuando lo vio romper con fiereza su chaqueta. No imaginó que tuviera tanta fuerza.
Estaba jodido, no tenía otra igual, la última acabó hecha añicos en una complicada redada. Tendría que ir por otra el lunes. Con lo mucho que disfrutaba hacer cola en el Departamento de Aprovisionamiento y Costos.
Si, hacía cola como cualquier otro mortal.
—! ¿Crees que puedes huir cuando quieras? !
Harry intento descifrar el mensaje. El mareó había empeorado al rebotar sobre el mueble y ahora parecía que una comba machacaba su corteza prefrontal.
—¡Te harás cargo! —Aulló el rubio con las mejillas rojas. —Te haré mío, mío, mío...
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Estaba atenazado. No había manera de sacarlo de encima. Cada que impulsaba el tronco era retenido con el doble de ínfulas. El rubio era menos fibroso, pero pesado.
Se meneó un poco esperando sentir la madera en su bolsillo. Nada. Genial. Ya no sentía su varita.
El rubio balbuceó algo antes de presionar su nariz contra el cuello del moreno. Sus pálidas manos viajaron hasta el firme abdomen mientras que la congoja, más poderosa que el deseo, se comenzaba a agitar dentro de él.
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Memorias, abriéndose paso una tras otra en medio del caos mental. El olor de su primera amortentia, el mismo que se colaba por su nariz cada que Potter pasaba cerca. Sus días de adolescente, un adolescente idiota, libre y enamorado; de Potter para variar. El moreno, mucho más joven, gruñendo mientras Draco lo estrellaba contra una banca después de un partido de Quidditch.
El pulso de Draco casi de detuvo. El maldito representaba su juventud, todo lo que había atesorado. Siempre lo había rondado, siempre lo había buscado. Siempre había sido él...y nunca se atrevió a decírselo.
Ahora ya era muy tarde, su vida estaba echada. Tan solo era un simple empleado en una cafetería, un desterrado y Potter...Potter lo mataría una vez que recobrara sus cinco sentidos.
El roce de la respingona nariz contra su dermis fue la chispa de calentura que terminó por dominarlo. Ignorante de los pensamientos del rubio, Harry levantó su cadera errática, consiguiendo así rozar su sexo con el bulto apretado en los pantalones de Malfoy.
Malfoy exhaló agitado.
—Te voy a montar...—Si la iba a cagar, la cagaría en grande. Su padre estaría orgulloso de su lógica. Que en paz descanse el maldito.
El rubio paso su lengua lentamente en la piel sensible haciendo al otro gemir gravemente y sujetar sus cojos con fuerza.
— ¡Mierda!
—¿Lo sientes? —Siseó Draco enfebrecido, no se refería a su erección.
Suspiro mientras sus pulmones se llenaban del olor del moreno. Los sentimientos que taladraban su corazón no eran justos, nada justos. Impregnaban su sudor, sobrepasaban sus poros. Quería que Potter se bañara en ellos.
Toda respuesta que obtuvo fue otra sacudida errática.
Malfoy no tardó en ir a por su boca una segunda vez. Gimió hondo al sentir los labios pulposos corresponder al instante. Era la gloria, jamás habría esperado que devorar su boca fuera así de perfecto. Podrían avada-kedabrearlo ahí mismo y se iría satisfecho.
Pasos sus dígitos por el cabello rebelde mientras introducía su lengua hambrienta. Aprovecho la recepción para restregar sus caderas brevemente antes de jalonear con la otra mano su propio pantalón. Demoró un parpadeó en librarse también de la ropa interior. Por otro lado, no necesitaba desvestir a Potter.
Sus finos dedos desabrocharon el cierre que apresaba la palpitante hombría. Draco se separó unos milímetros para así beber la imagen.
El pene de Potter. Al fin lo tocaría.
Que sus fans mueran calcinados por los celos. Él, Draco Lucius Malfoy, su ex-rival y el mago más despreciado por la comunidad mágica, estaba sujetando el falo de su héroe.
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¿Cómo podía estar soltero? Estaba tan bueno que quería maldecirlo.
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Draco apresó el pene mientras que la otra mano soportaba su peso sobre el contrario. Cruda lujuria viajo hasta la punta de sus dedos mientras acariciaba rítmicamente. Era generosamente grueso y un poco más grande que el promedio.
El ojiverde cortó la danza de lenguas para soltar un alarido estremecido. Su sexo pulsando contra la palma. Estaba fuera de sí.
Draco miro hipnotizado cómo las manos del auror se dispararon hasta sus caderas. Ambos sexos se encontraron mientras el moreno echaba la cabeza hacía atrás. El agarre de Potter lo indujo a una frenética batalla. Empezaron a frotar sus sexos rebuznando como bestias.
En un momento dado, el moreno hurgó a tientas entre sus nalgas. El toque en su entrada casi partió en dos al rubio que atinó a revolotear los ojos arqueando la espalda. Sus pulmones liberando todo el aire de repente.
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Era una locura, totalmente descabellada. Al diablo la puerta abierta o el agua inundando su cocina.
Harry acarició la rugosidad sin perder la visión del cuerpo sobre él, estaba anonadado. Había algo morboso y prohibido en ver al engreído rubio morderse el labio y congestionar el rostro mientras frotaban sus vergas.
Hablando de vergas...Había visto algunas, pero ninguna así. Un falo blanco, lampiño y perfecto y...goteaba sobre su abdomen. La visión era muy impresionante. Voldemort sin nariz quedaba chico.
No tuvo tiempo de analizar la comparación porque el rubio ya se estaba alineando sobre su pene.
¿Cómo podía siquiera maniobrar? Él no podía hilar un pensamiento decente y menos coordinar sus extremidades. No había esperado que fuera tan ágil.
El ojiverde no captó la adoración con que el otro lo miraba, sus orbes verdes se habían clavado entre los pálidos muslos. El rubio había abierto las rodillas quedando totalmente expuesto. Santo merlín, no estaba seguro de poder aguantar por mucho tiempo. Sus manos acunaron las suaves nalgas haciendo al más pálido temblar.
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Malfoy apretó la mandíbula intentando no acabar. Quería estar clavado en Potter ya mismo. Llenó sus pulmones al máximo y se empalmó al seco de un sentón.
El mundo se detuvo. Fue como si un agujero negro de placer lo engullera entero mientras la apretada entrada lo exprimía. Harry resopló desde lo más hondo de su tráquea. Flashes blancos cegando su visión mientras el placer se disparaba hasta casi el orgasmo.
Lo retuvo por poco, si no se hubiera mordido la lengua, habría acabado eyaculando. Le tomó cada grano de fuerza contener la efervescencia en sus venas mientras el otro gimoteaba y rebotaba sobre él.
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Entre sentones Draco fue perdiendo el equilibrio. Su peso oscilo peligrosamente, pero nada sucedió; dos brazos lo atajaron en su sitio con firmeza.
Contuvo el aliento cuando conectaron las miradas inesperadamente. Dos verdes y hambrientas orbes lo atravesaban en medio de la oscuridad.
Desvió los ojos, traicioneras lagrimas amenazando con humedecer sus ojos. Redobló el ritmo con el corazón a mil sin dejarse subyugar. El falo de Potter llegaba a su próstata limpiamente.
Si el otro continuaba mirándolo así, se volvería loco...Todo olía a él...
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El moreno sintió el orgasmo trepar implacable y comenzó a bombear la entrada sin dejar de gruñir. Era demencial cómo lo estrujaba. No había tenido malas experiencias carnales, pero el sexo nunca había sido "así" de alucinante.
-Potter...
Tal vez fue el tono congestionado de placer o el sabroso ritmo de caderas, pero de un segundo al otro el moreno acabó eyaculando abundantemente mientras enterraba las uñas en la suave piel. A la par, un brutal rugido escapó de su garganta, compitiendo con el del rubio.
Draco convulsionó arrastrado por el orgasmo del otro. Casi al instante dejó su cuerpo caer hacia adelante, su interior siendo llenado mientras movía la cadera. Solo cuando sintió la última gota de semen salir, se detuvo de golpe. Se sentía destrozado y al borde del desmayo.
Inadvertidamente la oscuridad lo tragó.
Aun apresado contra el respaldo del sillón, Harry intentó recobrar energías. Su mente aterrizando de entre las nubes mientras su corazón recuperaba el ritmo cardiaco. Notó que el otro no había movido un musculo desde que habían acabado.
Su rostro ardió cuando la realidad lo golpeó como un sartenazo. El peso de lo que acababa de acontecer. Había follado a Malfoy. Al odioso de Malfoy.
Echó un vistazo y notó que este ya estaba roncando sobre su pecho. Su corazón pareció querer escapar por su garganta. Aun con la polla dentro del pálido culo y sin poder hilar un pensamiento coherente, se desvaneció también: sus fuerzas habían sido drenadas por completo.
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Ok, Ha sido muy difícil para mí escribir esto, me gustaría saber si estuvo pasable siquiera jaajaja. Intentare mejorar luego de leerlos :3
