"Incurrir en el pecado del silencio cuando se debiera protestar"

Capitulo III:

.

.

.

Draco agitó las pestañas mientras que un fuerte resplandor bañaba sus parpados. La somnolencia cedió paulatinamente a la par que fruncía el ceño y recorría la vista por la desconocida sala. Se extrañó, sus paredes no eran de ese horrible color azul oscuro. Miro desconcertado el suelo cubierto de vidrios y humedad.

Su rostro ladeado subía y bajaba serenamente sobre un cálido y firme pecho. Quedarse ahí un buen rato no parecía mala idea.

Estaba tan calientito, sobre la cálida piel de Potter.

.

Potter.

.

.

Dolor arremetió cada célula de su cuerpo mientras se petrificarla de golpe, su corazón galopando a todo dar.

.

Estaba recostado sobre Potter...

.

- ¡Mierda...!

.

Se incorporó de un salto.

Merlín...

.

No fue buena idea. Su entrada aguijoneó resentida por el brusco movimiento. Se plantó firme buscando dominar el equilibrio. Se arrepintió de haber sido tan bestia: Se le había pasado la mano, era la primera vez que lo hacía al seco y sin protección.

Recogió su ropa a la diabla intentando ignorar el cuerpo que descansaba plácidamente sobre el mueble.

No habría juicio que lo salve, iría de frente a Azkaban.

.

Potter se encargaría de eso.

.

Cerró los ojos intentando aparecerse desnudo. Nada. Por supuesto, era la casa de Potter. Debía haber miles de protecciones activadas.

Tendría que salir caminando.

Se colocó de cualquier forma el pantalón y la camisa mientras de desplazaba.

.

Su cuello estaba en juego, tendría que huir. ¿A dónde?

.

Ya estaba casi fuera, giró solo para cerrar la puerta. Si hubiera estado sobrio se habría burlado de lo inútil en esa acción. Las amplias ventanas estaban huecas por lo que el lugar seguía siendo vulnerable.

Camino desgarbado agarrándose de las paredes. El mareo aun no menguaba, pero no era tan insoportable como al despertar.

.

Aire fresco lleno sus pulmones mientras luchaba por regular su respiración. La trascendencia de lo que había hecho cayó como plomo sobre sus hombros: Era un violador, había violado a Potter.

.

Lo había obligado. Mierda, mierda, mierda...

.

Ya había empezado a hiperventilar cuando llego a su pieza.

Entró como una ráfaga al baño y abrió el caño para empapar su rostro en agua helada. Su garganta se cerró mientras temblaba sobre la loza.

Rebuscó en sus memorias por alguien que aun fuera confiable mientras enterraba el rostro entre sus manos.

.

Lo tenía a él.

.

Él lo había ayudado a encontrar trabajo y un lugar donde vivir. Él nunca lo dejaría a su suerte. No dejaría que Potter lo mate o lo lleve a prisión.

Salió del baño dando tumbos para rebuscar en los cajones del armario junto a su cama. Encontró el jodido aparatito que aún no sabía dominar por completo. Prendió el celular y marcó el único contacto de la lista. Era su única salida.

.

.

.

.

.

Habían pasado siete días. Siete días desde que el moreno había despertado desnudo, amoratado y oliendo a sexo. Siete días desde que el rubio había desaparecido. Ni uno de sus cabellos rubios a la vista.

.

No negaría que al inicio se sintió superado, no era para menos, el insolente lo había tomado con arbitraje. De cualquier manera, luego de algunas horas (reparando con y sin magia el desastre que había quedado), no le quedó de otra que asimilar el hecho que habían follado y ya.

Era chocante que su mejor sexo hubiera sido con Malfoy o que los recuerdos lo hicieran sentir inquieto y algo caliente, pero no podía obliviatearse; y antes muerto que pedírselo a Ron o Hermione: "Por favor, ¿podrías borrar mis recuerdos del sábado? No todos, Solo la parte en que follé con Malfoy".

.

Maldita sea, tendría que vivir con eso. No estaba molesto, estaba acostumbrado a vivir situaciones extrañas, sufrir ataques repentinos, investigar casos de espionaje, y demás. Y aunque lo intentara, no lograba ponerse furioso a causa de ese encuentro; excitación, en todo caso. Lo que le jodía era el mutismo.

.

Tal vez sería buena idea aclarar cualquier malentendido que pudiera haber surgido y fingir demencia como lo habían estado haciendo. Para aclarar, el no sería el que lo busque para eso. Que se joda, el rubio solito con sus pies lo había asediado y no al revés. Más le valía aparecerse y explicarse como suelen hacer las personas civilizadas. Ya lo vería en cualquier momento.

Es decir, nadie reaparece después de años, te come la polla y luego desaparece de la nada.

.

Al final, no tuvo noticias todo ese día. Era entendible siendo domingo (él también estaba resaqueado), pero no los días venideros. ¿Cierto?

Se le borró la raya esperando lunes, martes y miércoles. Hasta atrapó al sin rostro que lo tenía de cabeza desde hace seis meses, pero ni rastro del otro.

Lamentablemente, él no tenía mucha paciencia, así que el jueves decidió ir por él. Incluso yendo contra su voluntad inicial de no ser quien inicie contacto. ¿Razón? La intriga se lo estaba comiendo vivo a cada día que pasaba.

Troto varias veces frente a su casa, nada. Se regresó apurado y con la quijada tensa de la cólera. Casi se le hizo tarde para llegar al ministerio.

Maldito engreído.

El viernes espero unos minutos de más antes de ir al trabajo, se había detenido en la esquina donde solían cruzarse a ver si se lo topaba como todas las mañanas. Nada.

Hijo de puta.

Ahora sábado, su paciencia se había esfumado por completo.

Estaba parado fuera de su casa, con toda la intención de aparecerse dentro. ¡Y que se coma las incomodidades! Culpa no sentiría ya que el otro ni se había tomado molestias, como por ejemplo cubrirlo con una manta, antes de largarse.

Sintió resistencia en los primeros intentos. Ya lo había esperado, pero él era Harry Potter, y era auror. La experiencia le había enseñado a lo largo del tiempo que las barreras no eran totalmente impenetrables, al menos no para su magia.

Con un fuerte estruendo terminó apareciéndose dentro.

.

En el acto se dio cuenta que no habitaba un alma.

.

¿Era en serio?

.

.

Harry apretó los puños enarbolado y se adentró. Primero dio con una pequeña sala totalmente vacía, camino de largo a, lo que supuso, era una pequeña cocina sin... ¡Vaya! No había mueble comedor ni ollas. Al parecer el lugar estaba en medio de una mudanza. Curioso porque no había visto al servicio de transporte recoger algún mueble.

.

Maldito cobarde.

.

¿Tan difícil era para ese idiota pedir perdón? Ok, tal vez eso no, conociéndolo nunca haría eso. Pero una explicación sobre lo que había pasado tampoco estaba mal ¿no?

Se detuvo frente a una puerta semiabierta. Era el dormitorio. El moreno entró sintiéndose repentinamente cohibido, la estancia lucía como si en cualquier momento el rubio fuera a aparecer.

Se detuvo frente a un escritorio que tenía recetas de cocina pulcramente redactadas en la superficie. Las ojeó repentinamente curioso mientras intentaba recordar alguna cosa que el otro haya soltado aquella noche. No recordaba haber escuchado algo coherente. Lo que sí venía recurrentemente a su mente, sobre todo de noche, era la forma en que el otro se había empalado sobre su miembro.

Harry se mordió la mejilla interna al sentir sus pantalones apretar. Mala elección de pensamientos.

Caminó unos pasos más allá, un simple armario de ropa. Abrió de par en par, camisas de seda, corbatas, pantalones de corte fino y más ropa de buen gusto. Desde el interior emanó un suave y agradable olor. Cerró algo drogado concluyendo que, si aún estaba su ropa, el rubio volvería en cualquier momento.

Bien, lo esperaría.

Y una mierda que se iba a fugar sin escucharlo. Antes le soltaría unas cuantas cosas.

.

.

.

.

.

Había recibido una llamada de su amado Draco en la que pedía verlo urgentemente. Asustado por el tono tembloroso accedió en el acto, sin pensar que a los pocos segundos lo tendría en medio de su patio. De su hombro colgaba un bolso con lo que claramente era un encantamiento encogedor. Ni bien lo vio, el rubio se deshizo de él y se lanzó a sus brazos de manera nada elegante.

Palmeó su cabeza y analizó los ojos grises, inyectados en rojo, para luego invitarlo a tomar el té. Su tembloroso amigo asintió y lo siguió en trance.

Una vez acomodados, el rubio soltó todo, todo lo que había pasado la noche anterior. Lo escucho en silencio e intento, de veras intentó no reírse cuando el otro remató con un "Me llevarán a Azkaban" antes de quedarse mirando la punta de sus pies.

.

Reinó el silencio.

.

.

Blaise Zabini pasó la lengua sobre sus blancos dientes superiores repetidas veces, aun intentando encontrar el problema, definir "eso" tan grave que había llevado a Draco a aparecerse en su casa semidesnudo, convencido de ser fugitivo, hiperventilando y con parte de su mobiliario encogido en un bolso.

Ya había analizado de adelante para atrás y de atrás para adelante los hechos y no encontraba aún nada en todo asunto.

.

—A ver si entendí.

El rubio ni se inmutó, seguía mirando sus pies desdichado.

—Follaste con Potter.

Un asentimiento brusco como respuesta, su extremadamente rubio y pálido mejor amigo ahora estrechaba los parpados perdiendo más color.

—Estaban picados y acabaron en su casa follando.

—Yo estaba ebr-

—Pero el tomo contigo. También debió estar pasado.

—Creo que un poco.

El rubio suspiró temblando sin abrir los ojos. Blaise no sabía si reírse o qué.

—Luego de coger el... ¿te amenazó con llevarte a Azkaban?

Draco abrió los ojos irritado

—¡No lo dijo! ¿Es que no entiendes?

Blaise parpadeo aun confuso

—No

—¡Potter es auror! ¡Y yo-yo ... ¡Lo viole!

Era la segunda vez que lo escuchaba decir eso. Blaise inclinó el mentón.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué te hace pensar que fue una violación?

Draco lo miró exasperado.

—¿No te das cuenta? ¡Yo fui tras el! ¡fue sin su consentimiento!

—Pero él no se apartó y se vino feliz en tu culo.

—¡NO ES ASI! ¡No entiendes! ¡Él quiso parar, pero yo lo obligué!

Blaise aspiró armándose de paciencia. Dios, a veces su amado rubio era toda una personalidad. Lo único que entendía era que el cuatro ojos al fin había decidido darle pelota a su amigo. Tal vez no era gran cosa, pero una aventura con el amor de tu vida ¿No era bueno acaso? Solo Draco era capaz de crear dramas en la nada.

.

Siempre había sido así, pero lo adoraba.

.

—Draco, calmate. Estas exagerando las cosas.

—¡No! Blaise. — Draco se inclinó hacia el con los ojos cristalinos. — Debo irme lejos.

—¿Lejos? —Blaise paseó la vista por su rostro.

Draco era tan lindo que quería comérselo a besos.

—¿Donde?

—Donde sea que Potter no pueda llegar.

—No existe un lugar así.

—¡Tiene que haber!

—Y eso de que irás a Azkaban, no lo creo. De haber una orden así, ya me habría enterado.

—Él está demente. No tienes idea de lo que podría hacer.

—Si la tengo, leo el profeta. Ser perseguido toda su adolescencia por ya-sabes-quien lo dejo fallado de por vida.

—¡Estoy yendo en serio Blaise!

Lo ignoró.

—Pero no creo que debas abandonar todo porque tuvieron un polvo.

Blaise miró como Draco se levantaba de la silla y daba vueltas en círculos alterado. Los mechones rubios cayendo sobre los hombros y el cuerpo superior descubierto. Si fuera gay, ya le habría pedido matrimonio. Le encantaba mirar su cuerpo perfecto. Ni una fibra más, ni una menos.

.

Tal vez si se esté volviendo un poquito gay a juzgar por las ganas de tocarlo que lo estaban inundando.

.

—¿Aún tienes la casa de playa de tu tía Helena?

El rubio lo miro expectante, esa propiedad estaba bien escondida en una isla de Indonesia.

—La vendí hace años.

El rubio se desplomó en una silla dejando que los mechones cubran su rostro.

-Draco, mírame.

.

El otro obedeció expectante.

.

Blaise haría cualquier cosa por su adorado rubio, cualquiera mientras estuviera a su alcance. Pero la vida iba en contra de sus posibilidades y no podía ofrecerle a Draco lo que no tenía.

-He vendido casi todas las mansiones Zabini. Solo tengo propiedades en Londres.

-Potter vive en Londres. Mierda...

-Respira un poco, si tanto quieres evitarlo puedes quedarte aquí conmigo. El ni siquiera sabe que tengo propiedades en el mundo muggle.

Draco lo miró esperanzado.

- ¿De verdad puedo vivir contigo?

Blaise sonrió brillante

-Claro, puedes dormir en mi cama si gustas, no necesitas traer nada.

Pero Draco no quería causar incomodidades, su amigo ya hacía mucho por él.

-De ningún modo. Traeré mis cosas. Y además...creo que conseguiré trabajo remoto. Los muggles se han vuelto muy ingeniosos ¿sabes? Usan una máquina para trabajar y puedes ganar dinero sentado desde tu casa. Lo escuché el otro día en la cafetería.

Blaise resopló, era tan terco.

-No tienes que preocuparte por el dinero, sabes que yo-

-Ni lo digas Blaise Zabini.

- ¡Bien! Como quieras. Supongo que necesitarás ayuda ubicando tus cosas.

Draco sonrió agradecido mientras se aproximaba con los brazos extendidos. Dios, era tan afortunado de tener a Blaise.

-Eres el mejor

Se estrecharon, el más oscuro suspirando al sentir el fibroso cuerpo contra el suyo. Aspiró el cuello contario con gusto.

-Aún hay más cosas que debo traer.

-Vale, pero por hoy olvídalo. Tengo una reunión más tarde.

.

.

Y así habían pasado varios días entre idas y venidas. Solo quedaba mudar su dormitorio y la ansiedad lo dejaría dormir en paz por las noches. Al menos eso creía.

Draco quería desaparecer del mapa cuanto antes. Soñaba que era encarcelado y torturado por el moreno en una especialmente oscura y mugrienta celda.

La vergüenza de lo que hizo lo perseguía sin piedad incluso de día. Blaise lo había encontrado soñando despierto mientras organizaban los enseres. Solo un poco más.

Al fin todo acabaría esa tarde.

.

Blaise lo tomo del codo antes de aparecerse en su ya casi vacío apartamento.

.

.

.

.