"El sabor de tu sudor me vuelve loco"
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CAPITULO VIII:
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Kerry y Harry habían amanecido en casa del segundo luego de aquella noche de confesiones y alcohol. Al despertar, el pelinegro había gruñido de dolor antes de parpadear atónito en dirección al techo; consciente del hecho que, por primera vez desde la noche que follaron, no había tenido sueños con Malfoy.
Al parecer sincerarse con alguien, en este caso Kerry, era algo que Harry había estado necesitado inconsciente y desesperadamente.
Harry había sonreído idiotamente antes de levantarse de un salto y cambiarse apresurado mientras que el pelirrojo simplemente se había acomodado los cabellos: no tendría tiempo para volver a su pieza y cambiarse.
Una vez vestidos, Harry le comento a Kerry que esa mañana visitaría a Kingsley para escaquearse de una vez por todas del asunto Hoffman. Como respuesta Kerry le había levantado los pulgares antes de que ambos llegaran al atrio y luego se había adelantado hacia la oficina que ambos compartían.
Habiendo tocado dos veces a la puerta del despacho, el moreno había sido recibido por Kingsley casi de inmediato. El intercambio había sido breve, pero al final, su superior había sembrado cierta expectativa que el auror se negaba a dejar morir. Esta lo iluminaba cual un atisbo de esperanza.
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—No puedo sacarte del caso Harry.
—Señor, su dominio mental es poderoso y ese no es mi campo, lo sabe bien. —replicó ofuscado antes de agregar—Hoffman es-
—Abierto a negociaciones, si es contigo.
—Exact- ¿Disculpe?
Casi se le escapa un resoplido sarcástico. A él, más le parecía que Hoffman solo estaba interesado en perturbarlo con sus nada sutiles insinuaciones sexuales. A cambio, Kingsley cruzó los dedos bajo su mentón.
—El día que lo entregaste al departamento de Misterios para remover la maldición de su rostro, nosotros intentamos obtener algo de información en colaboración con el departamento de Misterios y Legeremantes. Se intentó durante y después del proceso sin obtener fruto alguno. Solo cuando finalmente expusimos su apariencia y fuiste convocado, proveyó casi todos los detalles que necesitábamos sin resistencia.
Harry se removió incómodo. Era cierto, solo había tenido que ingresar a la estancia llena de gente, entre ellos Kingsley, sentarse y hacer preguntas. El pelinegro se aclaró la garganta intentando no recordar la sensación inicial que le vino la primera vez que lo vio.
—Es competente con la magia y la alquimia, lo reconozco- Continuó Kingsley—Él combina ambas, y su magia es algo compleja; ya que un sin rostro es clasificado como un ser excepcional, similar a un metamorfomago o licántropo. Sin ti, no nos habríamos movido de donde estábamos. Espero comprendas el motivo por el cual no puedo exonerarte del asunto que nos compete.
—Lamento informar que ya no sirvo de mucho, ahora mismo Kerry y yo estamos estancados; no hemos tenido más suerte que los departamentos previamente involucrados.
—Sé que en algún momento cederá. Es obvio que desea algo de ti, me arriesgaría a apostar que desea un trato—"O coger conmigo" pensó el moreno irritado—Eres muy hábil Harry, se de lo que estas hecho. Lo lograrás.
—Con todo respeto, considero que este caso debe ser tomado por los Legeremantes. Si fueran capaces de penetrar su mente, no perderíamos más tiempo y; una vez con los detalles del ritual, yo mismo podría ir al lugar para romper las restricciones de acceso.
El hombre de piel más oscura pareció divagar unos segundos frente a la incómoda expresión del ojiverde antes de asentir lentamente.
—Puedo solicitar nuevamente la intervención de ambos departamentos en un intento de obtener algo más sustancial—Harry reprimió una sonrisa— Sin embargo—Levantó un dedo—Seguirás a cargo, este ha sido tu caso desde el inicio—Si no logran obtener nada, tendrás que disuadirlo de otras maneras. Sé que la agresividad es lo tuyo, pero presiento que tus métodos habituales no serán determinantes en esta situación.
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Los siguientes días Harry había bajado a diario a ver a Hoffman, ignorando la sugerencia de Kingsley y evitando dirigirse directamente al rubio. Kerry se había encargado de todo mientras él los vigilaba a prudente distancia. Se negaba rotundamente a entablar conversación con el pervertido.
¿Proponerle un trato? ¿Disuadirlo? Absolutamente no. Lo más probable era que le pidiera follar a cambio de soltar algo.
Con suerte, pronto tendría la fecha y hora en la que el departamento de Misterios y Legeremantes intervendrían. Afortunadamente, eso sucedió ese mismo fin de semana.
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Era sábado a primera hora de la mañana. Harry sorbía su café mientras releía el grueso folder que contenía toda la información que él y su departamento habían obtenido sobre Hoffman desde el inicio del caso. Ya la había estudiado muchas veces, pero esos días había agarrado la manía de ojear todo rápidamente antes de bajar a interrogarlo.
Más de lo mismo, había nacido en el campo de Cornualles y era hijo único de una humilde familia de magos. No había mucha información sobre su niñez o adolescencia, nada relacionado a centros educativos muggles o mágicos, no familiares a excepción del nombre de una mujer llamada Naida quien había figurado como Apoderada durante su niñez. Ahora estaba muerta.
Se desconocía el cómo había aprendido todo lo que sabía, incluyendo la habilidad de intensificar o disminuir la presencia de su firma mágica.
La información relevante comenzaba a la edad de los diecisiete años, cuando habían saltado las primeras denuncias puestas por los habitantes de su aldea. Estos tildaban a Hoffman de retorcido y acusaban que éste había formado un imperio clandestino de mutación genética, el cual ofrecía jeringas llenas de ADN alterado a cambio de grandes sumas de dinero.
Según los testigos, el sin rostro afirmaba a sus clientes que, al consumir una dosis, las condiciones físicas de los individuos mutarían a voluntad o sus células serían capaces de combatir enfermedades congénitas. No todos los casos habían acabado bien, ciertas personas no habían resistido la mutación y habían muerto de maneras poco convencionales. Otros con más suerte, si habían logrado mutar y habían esparcido los rumores sobre los milagrosos productos a los demás pueblos aledaños.
Años después, Harry descubriría que su organización había logrado expandirse fuera de Gran Bretaña y que, gracias a la combinación de ADN alterado, magia y alquimia, Hoffman finalmente había conseguido un rostro, escondiendo la apariencia de este bajo una potente maldición que posteriormente seria rota por el departamento de Misterios. El éxito de sus productos lo habían convertido en un comerciante muy solicitado en el mercado negro, pero también envidiado por algunos. Los mayores quebraderos de cabeza que Harry había tenido, habían sido seguir la firma mágica del escurridizo Hoffman en el mundo muggle, localizar sus bases y encontrar los cadáveres de sus víctimas. Este había preferido a los muggles a la hora de obtener sangre y realizar sus experimentos, desapareciendo los cuerpos misteriosamente.
Y según Kingsley, quien mejor que Harry para relacionarse con los muggles y detectar extrañas firmas mágicas.
Harry suspiró cuando llego a la última hoja y cerro el folder de golpe. Reprimió una sonrisa cuando vio el estado de su colega: Kerry aplastaba su nariz casi totalmente dormido sobre la madera de su escritorio.
Un pergamino en forma de avión entró flotando en el despacho y se detuvo en el aire, suspendido justo sobre la cabeza del pelirrojo, esperando a ser tomado. El corazón de Harry retumbó mientras su cuerpo se despegaba de inmediato de su asiento y rodeaba el escritorio. Tomo la nota excitado y golpeo la madera. Kerry saltó sobre su sitio perdiendo color.
—¿Qué dice?
Harry sonrió con todos sus blancos y rectos dientes.
—¡Sera esta tarde! El departamento de Misterios se reunirá con el de Legeremantes.
Kerry sonrió aun somnoliento
—¿Entonces podremos salir temprano?
—Considerando que no tenemos que interrogar a Hoffman, si —Harry paso la mano por su nuca aliviado— Con suerte se lograra algo y no tendremos que bajar de nuevo.
—Que Merlín te escuche.
Siguieron revisando y actualizando los archivos hasta el mediodía, momento en que Harry decidió que su papeleo pendiente podía pasar a segundo plano. Durante la mañana, ya había trazado el plan que seguiría aquella tarde, retomaría su entrenamiento físico habitual, dando por fin rienda suelta a la tensión de sus músculos.
Pensó que ese día había estado lejos, pero al fin podría acercarse al gimnasio y pagar la membresía que Neville había reservado varios días atrás.
—Almorzare afuera ¿Vienes conmigo o te quedas?
—Creo que estaré un rato más—Kerry ojeó los pergaminos ausentemente.
—Vale, nos vemos.
Ya en el pasillo y casi por ingresar al ascensor, Harry se topó con Neville que recién llegaba del Atrio.
—¡Harry! ¿Te vas tan temprano?
—Hola Nev. Si, pagaré hoy la membresía que separaste.
A Neville se le iluminaron los ojos y sacó del bolsillo de su túnica una tarjetita colorida.
—Toma, necesitarás esto para el registro. Sé que te gustara, tu y yo compartimos ese gusto por el entrenamiento muggle— Neville suspiro—He intentado animar a Theo para inscribirnos juntos de aquí a unos meses, pero se rehúsa. Dice que el Quidditch es suficiente ejercicio para él.
Harry la recibió mientras intentaba imaginar a Theo en mallas y zapatillas sosteniendo una barra, se le hizo imposible. Palmeo el hombro de su amigo, aun desconcertado de que tuviera ese tipo de relación con el estreñido de Nott.
—Algún día lo convencerás.
—Sabes, a veces me extraña que sepa muchas cosas sobre muggles y desconozca o rechace otras totalmente.
—¿Sobre muggles? ¿Nott? -Preguntó el moreno extrañado.
— Si ¿Recuerdas que te recomendé la casa donde ahora vives?
Harry asintió frunciendo el ceño.
—Pues el que te la vendió es su amigo de confianza. Logro que te bajaran el precio hasta casi una ganga y también me paso el contacto del abogado. Yo solo te pase los datos.
Harry frunció el ceño intentando procesar la parte donde Neville le informaba que su casa había sido del amigo de Theodore Nott, por lo que no recayó totalmente en el hecho que esta, casualmente, estaba ubicada en la misma recta donde Malfoy había estado viviendo también. Todo el papeleo de adquisición había sido abordado y ejecutado totalmente por el tal abogado, mientras que Harry, totalmente negado en temas legales, solo había firmado y desembolsado el dinero sin leer siquiera el nombre del vendedor.
¿Su abogado también había sido recomendado por el slytherin?
—De hecho, voy a verlo ahora—Continuó Neville—No te quito más tiempo. ¡Nos vemos mañana!
Harry se quedó plantado unos segundos más mientras sus latidos se aceleraban, parpadeo extrañado.
—C-Claro. Nos vemos Nev.
Harry espabilo cuando Neville palmeo dos veces su hombro como despedida antes de escurrirse por el ascensor más cercano. Trago saliva perplejo y decidió que lo que sea que tuviera que analizar, podía esperar hasta la noche cuando caiga rendido en su cama luego de un merecido desfogue físico.
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Nott se apareció en el Atrio del ministerio esperando el momento más ansiado de sus sábados. Se encontraría con Neville y perderían unas cuantas horas juntos antes de proceder a encerrarse a sí mismo en la, nada atractiva, sala del tiempo por el resto del día.
Ya casi en medio del pasillo, fue interceptado por su desabrido jefe. Levantó la ceja extrañado.
-Nott, tenemos reunión con Hoffman, te quiero a las cinco- Nott solo asintió frente al rostro constreñido. Su superior chasqueo la boca—Puntual, Nott. Estarán los Legeremantes—Se despidió con un asentimiento y se alejó apresurado.
Nott entrecerró los ojos disgustado antes de encaminarse a la dirección contraria, específicamente hacia los baños masculinos. A excepción del delicioso sexo que tendría con su gryffindor, la tarde prometía ser una total pérdida de tiempo: Los tipos del control mental eran unos completos inútiles.
Una vez adentro, se humedeció los cabellos en el lavamanos y sonrió malévolo a su propio reflejo, recordando el día que vio al tipo por primera vez. Se había estremecido al notar su sorprendente parecido con Draco. Sin embargo, esa sensación había sido rápidamente opacada por insano regocijo que lo inundo cuando, luego de unas horas, Potter había entrado a la estancia repleta para interrogarlo. Había palidecido como un muerto ante el otro que lo había desnudado con la mirada sin pestañear. Para ese entonces, Nott y Blaise ya habían conseguido que Potter se mudara exactamente donde querían y estaba enterado de lo que recientemente había pasado entre él y Draco.
Había sido tan divertido verlo en shock, que él no carcajearse detrás de su máscara había tomado casi todo su autocontrol. Blaise tenía ese don nato para acertarle a todo, el muy pendejo.
Nott se estaba acomodando la túnica en el momento que la puerta del baño se abrió de golpe.
—¿Theo?
La polla de Nott respingo cuando los pasos se detuvieron a su espalda. Los brillantes ojos de Neville le correspondieron a través del reflejo.
—Hola amor—Theo se volteó y no demoró en apresar la cintura del gryffindor para así acceder fácilmente a la suave y sonrosada boca—Llegas a tiempo.
Neville, aun sin acostumbrarse al romántico apodo, se sonrojo furiosamente mientras su boca era. devorada sin reparos.
—Q-que bueno—Neville separó los labios intentado hablar y coger aire a la vez—Pensé que ya no te encontraba. J-justo me topé con Harry.
—¿Qué quería? Rondas mucho a ese cuatro ojos. Sabes que no necesitas de Potter para organizar el jodido herbolario—Sujeto la nuca del gryffindor para que no pudiera responder o evadir la lengua que introdujo su cavidad, gruñendo ansioso.
El gemido de Neville resonó en su propia garganta, mientras Theo se desinflaba de satisfacción a través de sus fosas nasales. La única vía libre en ese momento.
—N-no es eso—Neville rio suavemente separándose e intentando coger algo de aire—Solo se estaba despidiendo, está tomando la tarde libre.
—Abusando de sus privilegios de héroe ¿Eh?
—Harry no es así—Neville volteó los ojos. A veces Nott soltaba comentarios mordaces sobre el pelinegro, lo cual le irritaba un poco—Los chicos saben que ha estado trabajando duro estos días, se merece una tarde libre. Al fin va a registrarse en el gimnasio que le recomendé y que por cierto no deseas pisar conmigo jamás.
Neville torció la boca mirándolo reprobador, cosa que Theo ignoro olímpicamente. A cambio sonrió tomando nota internamente.
—¿Y no estaba con su pelirrojo amigo?
—No, se iba solo—Neville lo miró curioso—¿Porque? ¿Te hablas con Kerry?
—No ¿Así se llama la réplica de Weslette?
—Merlín. Ya para, sabes bien su nombre.
—¿Del primo de Weslette? No.
Neville se carcajeo.
—Eres imposible—Negó el gryffindor con la cabeza.
Theo se odio por lo que iba a hacer: Abortar planes o postergar encuentros con su gryffindor favorito era lo que más detestaba en el mundo. Se maldijo internamente por ser tan blando con sus amigos idiotas, y especialmente con Blaise.
A regañadientes, se separó de Neville, quien tenía las mejillas bañadas de un atractivo sonrojo.
—Amor, hay un asunto urgente por resolver ¿Podemos vernos acabando el turno?
—¿Justo ahora? Dijiste que tenías tiempo ¿No puede esperar? —Neville se mordió el labio.
Mierda. Theo suspiro internamente.
—No. ¿Estarás en tu despacho?
—¿Que es más urgente que yo? —Demandó el otro alzando una ceja.
El aire se congelo en sus pulmones. Su voz salió en un hilo.
—Nada.
—Entonces que se joda—Neville devoró su boca hambrienta, mandando latigazos de placer al sistema nervioso del Slytherin, deshilachando su cordura.
Sin meditarlo, sus manos apretaron inmediatamente el trasero del otro y masajeo las suaves esponjas excitado. A la mierda todo, devoraría ese agujero apretado en ese instante, aunque se aparezcan por la puerta Merlín, Morgana, Minerva y todos los dioses de la guerra santa.
Rugiendo en la boca del otro, Theo estampó el cuerpo caliente contra el lavamanos mientras desabrochaba los cinturones de ambos bajo las túnicas. Neville no se quedó corto y tiró de la túnica de inefable, esa que lo ponía caliente como el infierno, haciendo que resbalara lentamente por los hombros de Nott antes de finalmente caer al suelo. Apresó con sus piernas las caderas del slytherin.
Nott simuló embestidas sobra la ropa del otro haciendo que Neville rompiera el beso y tirara la cabeza hacia tras. Con un último resquicio de cordura, agito su varita hacia la puerta para aplicar los encantamientos que evitarían que todo el piso escuchara los gritos de placer que emitiría su pareja cuando lo tenga clavado contra el lavamanos.
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Theo se vino por tercera vez dentro de su amante, haciendo a Neville temblar de placer y agotamiento sobre el empañado espejo. Las piernas y los brazos le tiritaban, pero no tenía ninguna intención de separarse del cuerpo contrario. Una lengua lamio el sudor detrás de su oreja.
—M-me haces cosquillas—Carcajeó.
Su oreja recibió un mordisco como respuesta. Neville suspiró cerrando los ojos mientras su corazón aceleraba el ritmo. Había pasado de gustarle mucho a estar perdido enamorado por Theodore Nott y a veces, esa sensación lo aterraba. No sabía cómo manejar los abrumadores sentimientos que inundaban su pecho cuando tenían esos encuentros.
Golpeteos en la puerta los sacaron de trance al instante. Ambos jadearon cuando la cerradura hizo evidentes sonidos de ser manipulada con violencia desde el otro lado.
—¿Quién mierda ha bloqueado? ¡Sé que hay alguien adentro! ¡Abran, que me estoy cagando cabrones!
Nott apretó furioso los dientes, la voz de ese idiota era inconfundible.
—¡Abran joder!
Neville se separó resignado mientras Nott conjuraba un tempus con su varita. Perdió color cuando se percató que eran casi las cuatro. Se acomodaron la ropa en silencio, hasta que la puerta fue aporreada de nuevo.
—¿C-crees que deba-
—No—Nott puso un dedo en los labios de Neville, callándolo—Deja que Cormac se cague encima.
La sonrisa que recibió como respuesta casi lo pone duro de nuevo. Correspondió elevando una comisura antes de recoger finalmente su túnica de Inefable. Sujeto la mano de Neville y se encamino, forzosamente, a la dichosa entrada. Beso por última vez al otro antes de tirar del pomo.
Cormac tenía la cara roja de irritación y la mano levantada, dispuesto a aporrear de nuevo. Se le pasó el rollo cuando la mirada mortal de Nott se posó sobre él.
No se dejaría intimidar.
—Cabrón, que estabas-
—Follando, Mclaggen.
El aludido se quedó sin habla un segundo. Luego apretó la mandíbula muerto de celos cuando vio la roja y abochornada cara de Longbottom asomar detrás del otro.
—S-solo está bromeando—Se rio Neville, nervioso.
—No lo estoy.
—Imbécil—Resopló Cormac con odio hacia Nott. Se sentía incapaz de insultar al gryffindor, era su amor platónico—¡Apártate! ¡Levantare un informe sobre esto!
Nott abrió la boca dispuesto a responder, pero Neville fue más rápido en empujarlo y jalarlo hacia el pasillo para que el otro pudiera entrar.
—¡D-disculpa Cormac!
Nott viró los ojos cuando la puerta fue azotada por el auror cabreado.
—No tenías que disculparte amor.
—S-sabes que no está bien.
Theo lo detuvo de la mano.
—¿Estarás en tu despacho esta noche?
—Sí, tengo papeleo pendiente.
—Nos vemos luego entonces.
Soltó su mano y salió apresurado hacia el lechucero del Ministerio. Escaneó el recinto rápidamente y escogió a la más grande. Era negra y con unos ojos rojos intimidantes. Parecía temperamental, ojalá y le arranque un dedo al italiano.
"Nos vemos en quince minutos. Te veo donde siempre. Si no te apareces, te cruciaré el culo. No quieres verme cabreado.
Atte. N."
Debía ser cuidadoso ahora que Draco vivía con él, no podía arriesgarse a que se entere del asunto ni de lo involucrado que estaba. Ni bien el ave despegó el vuelo, salió del ministerio.
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Nott ingreso a la cafetería y dio una escaneada rápida. Vio a Blaise en un rincón esperándolo con su taza ya servida. Se encaminó a su mesa.
—Hey Notti.
Theo sujeto su taza y aspiró gustoso el olor de la cafeína pura.
—Potter irá hoy. Si Malfoy lo arruina se va contigo a la mierda.
—Eso no pasará.
—Al final tuviste razón, piensa que Draco y tu tienen algo—Reprimió una sonrisa—Y eso no le gusta nada. Fue divertido ver su cara de idiota cuando Mclaggen lo grito a cuatro vientos.
Blaise carcajeó mañoso.
—Siempre tengo razón. ¿Dijo algo?
—Nada. ¿Qué va a decir? Solo se retiró antes de asesinarme con la mirada. Mclaggen hace de buen idiota.
—Odio a ese imbécil.
—Yo también, pero me es útil.
—En fin.
—Tengo los minutos justos antes de-
—¿Cogerte a Longbottom?
—No, idiota. Tengo una reunión con la división de Legeremantes esta tarde.
—Se está poniendo de moda eso de coger con un gryffindor. ¿Dónde conseguiré el mío?
—En mi trasero. Me largo.
—Suerte.
Nott blanqueó los ojos y se levantó luego de vaciar su taza. A mal paso darle prisa.
No veía la hora de acabar esa mierda de reunión para finalmente regresar al despacho de su caliente gryffindor.
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Culminado el intercambio con Nott, Blaise se apareció de vuelta en su oficina y se desplomó en su silla con expresión preocupada. No había querido arruinar el ambiente con Theo y por eso había dicho que Draco "no lo arruinaría", sin embargo, no estaba seguro de que eso no fuera a pasar.
Para empezar, desde que Draco trabajaba en el dichoso gimnasio, se veía más feliz que nunca. Se vestía tan caliente y apretado, que Blaise no había podido evitar indagar un poco una mañana.
—¿Me dirías porque tan contento? Hace tiempo que no te veía tan deslumbrante.
Draco había entornado los ojos.
—Estoy saliendo con alguien—Blaise se había petrificado en su sitio sorprendido y ni siquiera sintió el beso que había estampado el rubio en su mejilla antes de salir.
Y, para terminar, el rubio le había dicho tan solo el día anterior que "Ya he superado a Potter". Cosa que el encontraba difícil de creer, pero si el rubio afirmaba que era feliz tal como estaba. ¿Para que objetar?
Lo cierto era que todo era tan reciente, que no se había atrevido a comentarlo con Theo. ¿Y si el tipo con el que su rubio amigo salía no era suficiente? ¿Y si en poco tiempo volvía a tenerlo hacer un desastre emocional que solo sabía lloriquear por Potter?
Conocía bien al rubio. Antes de lograr que Potter sea su vecino, había follado con muchos, pero al final del día, ya borracho y fuera de sus cabales, había terminado aclamando por el gryffindor.
Se rasco la cabeza, dudoso. Su don le decía que no haga nada, pero su sentido común le gritaba que abortara todo y dejara de intervenir en la locura que era juntar a su amigo con Potter. Vaya cojudez en la que se había embarcado.
Con el paso del tiempo había perfeccionado su don nato, ese que pasaba de generación en generación en la familia de los Zabini: El presentimiento. Mismo que lo había salvado de muchas cosas, incluyendo ser marcado por Voldemort en su debido momento.
Era bien sabido que el de Draco era la Legeremancia y el de Nott, el arte. Este último lo consideraba inútil, así que ni siquiera se molestaba en sacarlo a colación.
Se acercó a la nevera del despacho y sacó un vino añejo. Necesitaba concentrarse concienzudamente y meditar un poco antes de ver a Draco mas tarde.
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Harry se encontraba exactamente en la dirección indicada en el reverso de la tarjeta, vistiendo ropa ligera y fresca. Escaneo el lugar antes de ingresar y aproximarse a la recepción. Era bastante amplia e iluminada.
Se plantó justo ante el vacío mostrador. Detrás de este, podía detectar una puerta por donde, el suponía, aparecería el colaborador del local para atender a los clientes.
Presionó el botoncito del timbre y sacó de su bolsillo el dinero que había retirado del banco muggle.
La dichosa puerta se abrió y por la abertura se asomó una señorita de cabellos oscuros y piel bronceada. Su cuerpo era ardiente: fibrosa y atlética. Ella le sonrió amable, recibiendo la misma sonrisa de vuelta y sin cortar la conexión.
Los intensos ojos verdes la hicieron sonrojar ahí, en su sitio y en el acto.
—Bienvenido, mi nombre es Ángela ¿desea informes sobre los planes?
—No, err...hay una membresía separada para mí.
—¿Usted la separo?
—Está a nombre de Neville Longbottom.
La joven tecleo en la maquina intentando no desviar su atención a los pectorales del auror que se marcaban claramente bajo la fina tela.
—Sí, promoción por un año. Solo hace falta abonar la suscripción y brindar un correo electrónico de referencia.
Harry entrego el dinero y cogió el lapicero que reposaba cerca para escribir el correo muggle que usaba para gestiones como esa, en la tarjetita que su amigo le había entregado. Al acabar, se la tendió a la joven.
—Por supuesto—La joven la tomo y registro rápidamente la información en la máquina—Listo. A partir de ahora solo debes pasar la tarjeta por el lector—Se la devolvió—Si necesita orientación de un profesional puedo llamar al instructor.
Harry no consideraba que necesitase uno, ya que había tenido maquinas similares en su propia casa.
—No será necesario, gracias.
—¿Desea que le dé una guía por el local?
—Muchas gracias, pero ahora estoy bien.
La joven se moría por darle una guía al moreno de cabellos despeinados, pero tampoco iba a ponerse pesada. No aún…
—Si necesita algo, no dude en presionar el botón de nuevo—La muchacha le guiño un ojo y se perdió por la puertita dejándolo solo.
Harry paso la tarjeta por el lector de las barras de seguridad, pero estas no se desactivaron. Suspiro arrepentido internamente, si tan solo hubiera aceptado el amable ofrecimiento.
No importaba, se acercó al timbre sintiéndose positivo, todo tenia solución.
Presiono el botón de nuevo y esta vez, pasaron cinco minutos antes de que la puerta volviera abrirse.
—Hola, necesito que activen el acceso—Dijo mientras que una figura más grande salía por la abertura.
—Bienvenido-
Harry ensancho los ojos ante el hombre que, una vez enderezó su cabeza, imito su reacción congelándose en su lugar.
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Esto debía ser otra cruel broma del destino o algo parecido. O tal vez el cabrón de Merlín se orgasmeaba de risa cada que ponía a Draco en situaciones que a duras penas podía manejar; porque Draco había perdido el hilo total y no se explicaba porqué Potter estaba ahí plantado. De entre todos los lugares, justo en ese gimnasio muggle con poca ropa y la boca ligeramente abierta.
Por primera vez desde que había sido desterrado, le estaba yendo bien. Sus compañeros eran agradables, disfrutaba haciendo sus funciones, follaba a placer y le pagaban bien. Morgana bien sabía que había estado a punto de recibir una deliciosa mamada en uno de los baños antes de escuchar el llamado de recepción y, dado que la vaga de Ángela se había encerrado en el baño a retocar su maquillaje, se había tenido que acercar él.
Su pálida y espantada expresión se vio reflejaba en la luna de los feos lentes, concientizándolo de la posición en la que se encontraba: A mitad de jornada laboral.
Debía recuperar el aplomo, además de andarse con cuidado, ya que esa estancia tenia cámaras de seguridad. No importaba que fuera Potter con pinta de estar haciendo su registro en las instalaciones.
No dejaría que Potter jodiera las pocas cosas buenas que había logrado. Oh, por supuesto que no.
Lucho contra el calor que quiso invadir su rostro cuando sin querer sus ojos detallaron el grosor de la tela con la que se vestía el auror. Los enfoco de nuevo en medio de las gafas mientras el otro lo escudriñaba de vuelta, mudo y tenso.
—¿Me deja ver? —Tendió la mano. Su voz sonó impersonal y no tembló ni un segundo. Se felicitó internamente.
Harry extendió el plástico mecánicamente aun sin creer que estaba siendo atendido por Malfoy. Se demoró algunos segundos más que el otro en recuperar el habla.
—¿Q-qué haces aquí? —Dijo estúpidamente.
Entrecerró los ojos mientras el rubio pasaba la tarjetita bajo una luz intensa que despedía cierto aparatito en sus manos. Su expresión era de piedra y evitaba el contacto visual.
—Todo está correcto. Hay a cambiar el chip—Dijo el rubio planamente y sin despegar los ojos de la maquina
Harry frunció el ceño.
—¿No trabajabas para el municipio? —Insistió.
Esta vez Draco no pudo evitar que la irritación invadiera sus facciones. Había odiado su trabajo anterior. Y mucho.
—No te importa—Siseo casi en el acto.
—¿Entonces por qué estas aquí?
El rubio tenso la mandíbula mientras sacaba una cajita con varios chips, dispuesto a hacer el cambio lo mas rápido posible.
—Cambiar de trabajo tan repentinamente—Insistió—No es normal ¿Que te traes entre manos?
Le irrito ese tonito inquisidor. Draco no se contuvo más.
—¿Sorprendido porque conseguí algo decente y ya no tengo que recoger basura? —Harry abrió la boca, pero fue cortado—Estoy trabajando, Potter. ¿Qué más puede, alguien como yo, hacer aquí? ¿Crees que no puedo aspirar a algo mejor que recoger mierda de la gente?
Draco estampo la tarjeta con el nuevo chip insertado sobre la superficie. Ya no estaba de buen humor. Se sentía cabreado.
Harry reconocía que tenía un punto. Se había dejado llevar por su instinto de auror y había preguntado de más.
Joder, pero tampoco podía evitar querer saber. Cualquiera en su situación, también haría preguntas ¿No?
Intento barajearla, incómodo.
—S-soy un cliente, no puedes gritarme.
Así que el imbécil se creía que por ser cliente Draco no podía hacer ciertas cosas. Que especialmente Potter quiera decirle qué cosas podía o no podía hacer, lo hacía sulfurar de rabia.
Draco enrosco su mano en el asa de la máquina, intentando controlar los temblores. De nada habían servido sus esfuerzos por mantenerse estoico. Ya estaba alterado y ni siquiera habían pasado diez minutos. Solo Potter lograba desequilibrarlo de esa manera.
Y era tan irritante con sus preguntas estúpidas. Por la mirada sospechosa que le había echado el auror de pacotilla, este creía que andaba haciendo cosas turbias.
Como si eso fuera posible en su condición. Cómo odiaba ser señalado o menospreciado. Intento calmarse, decidió voltear el pastel
—¿Y qué hay de ti, cuatro ojos? ¿me estas persiguiendo?
Harry levanto las cejas incrédulo
—¿Yo? ¿A ti?
—¿Ves a alguien más? —Draco clavo su gris mirada en el otro—Este es el lugar que me corresponde Potter, eres tú el que no está donde debería. ¿Por qué el gran—Escupió la palabra como si fuera flema—héroe se pasaría por aquí?
—Puedo estar donde me plazca—Se picó.
—Entonces espero que te plazca perderte de vista porque ya termine contigo—Draco aventó la tarjetita contra el pecho del otro que la sostuvo a tiempo de dejarla caer, frunciendo el ceño aún más—Hazme el favor que mover tu trasero fuera de mi vista.
—¿Le avientas las cosas a todos los clientes? —Harry boqueó indignado
—¿Y tu acosas a todos los empleados que te atienden? Jódete Potter.
—Bien—Gruño. No se imaginaba tener que entrenar, todo un tortuoso año, en el mismo lugar que el slytherin con su mala gracia a la orden del día—Quiero el reintegro, ahora.
Impregno énfasis en la última frase, mientras se inclinaba sobre la superficie y taladraba al, ahora rojo de rabia, slytherin.
—Con gusto—Escupió Draco agudamente, clavando la vista en la pantalla de la máquina.
Se mordió la lengua, ya ni la voz podía controlar. Ingreso el código del auror y largo con tono impersonal, casi mecánico:
—Estimado cliente, se le informa que, por cancelación anticipada, pagará una penalidad de cuatrocientos diecisiete dólares, la mitad del aporte total-
—Para—intervino Harry sulfurado—¿QUE?
—Lo que escuchaste—Siseó el otro.
—No pueden hacer eso, podría reclamar.
—Te invito a hacerlo: Saldrá infundado.
—Malfoy, cancélalo de una puta vez.
—A eso iba.
—Sin-cobros.
—Está señalado en el contrato virtual que llego a tu correo, pedazo de genio.
Harry quería romperle la cara. Por Merlín que no dejaría que el engreído se salga con la suya.
—Indícame dónde dice eso.
—Chúpame las bolas.
A Harry se le subieron los colores a la cara cuando desde atrás escucho unas risitas. Volteó mosqueado y se percató que ahora no estaban solos, había una corta cola de dos personas esperando su turno. No muy urgidos, al parecer, por interrumpir la discusión.
—Trabajas aquí y ahora soy cliente—Apretó furioso los dientes mientras el otro levantaba su respingona nariz—Es tu deber hacerlo.
—Revisa tu correo, eres miope,no analfabeto.
El moreno tenía su punto, como empleado era su deber facilitar información relacionada a los servicios, incluyendo por supuesto el contrato y sus cláusulas, Incluso explicarlas a detalle.
Pero todo lo que Draco quería, era mandarlo a la mierda.
Un carraspeo proveniente de la espalda de Malfoy los hizo brincar en su sitio.
Draco perdió color y volteó, buscando la fuente del sonido. Se había dejado llevar. Solo faltaba que un superior hubiera presenciado la escena.
Harry suspiró aliviado cuando Ángela se hizo espacio al lado del slytherin, alejando con su cuerpo al rubio sutilmente.
Malfoy se alejó totalmente del mostrador, aun con expresión enojada.
—Por favor, reconsidere cancelar el servicio. Con gusto reenviaremos el contrato a su bandeja y le daremos una guía personalizada en nuestro local.
Harry, que no sabía en qué momento se había puesto rígido como una roca, relajo la expresión antes de sonreír forzadamente a la joven.
—Realmente lo apreciaría.
—Entonces permítame ayudarle a pasar a nuestras instalaciones. Yo seré su guía ¿Estaría de acuerdo?
—Me parece genial—Harry noto por el rabillo que Malfoy desaparecia por la puerta—Gracias.
Con gusto aceptaría la presencia de cualquiera que no sea el engreído de Malfoy, quien se había mostrado bastante dispuesto a retirar su suscripción y hacerlo pagar penalidades y chorrada y media.
La joven hizo un gesto de paciencia a los otros dos que aun esperaban detrás de Harry, y que, por cierto, él no se atrevía a encarar.
Acto seguido la joven dio un rodeo y paso su chip por las barras de seguridad. El acceso se activó de inmediato y el auror finalmente ingreso, siendo recibido desde el otro lado por una cálida y refrescante sonrisa.
Intento resistirse, pero no pudo evitar contagiarse del buen humor con el que Ángela le mostro cada estancia y explico las funciones de la maquinas a detalle.
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Me gusta que estos dos sean mecha corta y se peleen xd Hahahaha.
