"Déjame ser libre, déjame volar"
CAPITULO IX:
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Considerando que estaba latente la posibilidad de cruzarse de nuevo con el slytherin, Harry terminó pasándola mucho mejor de lo que había esperado.
No solo no se cruzaron de nuevo, sino que Ángela resultó ser bastante profesional al momento de instruirlo.
Luego de dos horas de entreno bajo la atenta mirada del coach, Harry decidió que ya era hora de abandonar el lugar. No había sido informado de cuánto tiempo duraría la reunión con Hoffman, pero en caso que una lechuza fuera enviada a su domicilio, le gustaría estar ahí a tiempo.
Merlín, esperaba recibir buenas noticias.
Se acercó a Ángela para despedirse y extendió una mano.
—Muchas gracias por todo.
La joven parada a un lado de las barras de seguridad, aparto juguetonamente su mano y disminuyo el espacio entre ambos para depositar un beso en su mejilla. El roce de sus senos con su pecho lo estremeció, pero no se dejó dominar.
—El placer ha sido mío—Lo recorrió de arriba a abajo sin disimulo—¿A qué hora vienes mañana?
Harry se mordió el labio y bajó la vista abochornado. Habia notado que le gustaba a la joven, y aunque no era nada fea, no estaba acostumbrado a ser abordado de esa manera. Solía ser menos directo a la hora de ligar. Prefería ser sutil y disimulado a la hora de expresar su atracción hacia otra persona. Y por lo mismo, generalmente esperaba esa actitud de vuelta.
—Tengo un horario movido, no estoy seguro aún.
—Pediré turno completo, solo pregunta por mi si necesitas algo.
Ángela acaricio el brazo del auror antes de alejarse contoneando las caderas. ¡Y vaya caderas! Harry se quedó hipnotizado mirándolas por unos segundos, luego sacudió la cabeza y se encaminó hacia la salida.
El frio viento de la noche azotó su rostro. Sonrió relajado hacia nadie en particular.
Le había gustado esos senos.
No, no era gay.
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Con tal de evitar al gryffindor, y aprovechando que no había ningún superior en la sede, Draco se había recluido a sí mismo en la sala de descanso las horas restantes de su turno. Solo cuando fisgoneó desde el ambiente contiguo que Ángela lo despedía, decidió que era buen momento para salir.
Fulminó con la mirada la espalda del auror que desaparecía por la puerta de vidrio.
La cabeza le latía y, a pesar de no haber realizado mucho esfuerzo físico aquel día, el cuerpo le pesaba como plomo.
La jaqueca se debía específicamente a dos posibilidades que, en vista de los innegables hechos, su mente había sembrado y no había podido evitar analizar durante aquellas horas de ocio.
La primera, que en realidad no debería importarle una mierda, era que Potter pronto terminaría ligando con su colega. La había visto envolver a los tíos en dos días o incluso menos.
La segunda, que le hacía hervir la sangre con igual intensidad, estaba directamente relacionada a las casualidades que le habían estado ocurriendo de un tiempo a esta parte.
Era una apuesta descabellada; sin embargo, el ser amigo cercano de Blaise, y testigo de ciertos imprevistos sucesos que este había manipulado durante su tierna adolescencia, le hacía pensar que de ser cierto lo que se planteaba, en realidad de alocada no tendría mucho...
Se acercó para maniobrar la palanca debajo del mostrador, apagó la máquina registradora junto con las luces del local de un tirón. Su mente, sin embargo, no paraba de hilar pensamientos a la velocidad de la luz. Uno cada vez más desagradable que el otro.
Abandonó la estancia para proceder a las duchas y de paso cambiarse de ropa. Su paranoica mente regresó de nuevo a la escena donde Ángela había contoneando su redondo y gigante trasero delante del, para nada homosexual, auror.
Cerró los ojos bajo el chorro de agua repitiéndose que no importaba. Tenía pareja y la pasaba bien, así que no se dejaría dominar por el hormigueo de irritación que viajaba por toda su espina dorsal. Atormentándolo.
Él estaba con Claude, punto. Era un tipo que, si bien no podía compararse con el espécimen de auror, era bastante atento y romántico. Lo trataba bien y era dotado, tenía una verga grande y venosa que lo llenaba lo suficiente como para hacerle venir repetidas veces.
Y muy importante: Ya había superado a Potter.
Además, él nunca había tenido oportunidad con el ojiverde, ni en el pasado y menos ahora.
Tenía pareja, tenía pareja, tenía pareja.
Se vistió mecánicamente.
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Cuando Ángela salió de los camerinos femeninos, se sorprendió de encontrar a su compañero recostado en la columna de cemento mirando sus pies. Parecía esperar a alguien, una pierna se apoyada sobre la otra y sus brazos se enroscaban sobre su pecho.
Le dio mucha curiosidad ya que él no solía quedarse hasta tan tarde
—¿Draco?
—Ángela
Sonrió nerviosa a su rubio colega, la calidez que este siempre mostraba, brillaba por su ausencia
—Se te olvido cerrar la puerta.
Ella volteó el rostro confundida, estaba segura de haber cerrado.
—Imperius.
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Blaise había estado partiendo un filete de carne tierna dentro de su plato, cuando la puerta del comedor fue abierta y cerrada de golpe con tremendo estruendo.
Soltó los cubiertos sorprendido en el mismo instante que un Draco nada sonriente, cosa no habitual esos días, se dirigía con paso enérgico hacia él.
Había un surco profundo en el entrecejo de su amigo y sus labios, ni tan delgados ni tan carnosos, sino en su punto, formaban un rictus severo que terminaba de confirmar a cualquiera que lo viera, lo furioso que en ese momento se sentía.
Y Blaise se la sabia bien. Estaba seguro que su amigo estaba muy, muy molesto.
¿Tan mal había salido el encuentro? Blaise regreso la vista a su cena por un instante, sintiéndose un poco hijo de puta.
—Mi rubio favorito—Rompió el incómodo y repentino silencio con una sonrisa—¿Todo bien?
Draco se detuvo a cierta distancia de la mesa, mirándolo fijamente. Sus perlas grises brillaban peligrosas desde su lugar.
—¿Que significa todo esto?
El tono grave y frío con el que las palabras atravesaron el aire lo pusieron en alerta.
—Significa ¿"que cosa"?
Draco entrecerró los ojos sin dejar de taladrar al italiano, luchando contra la duda.
El apuesto italiano no había hesitado al sonreír ni sus ojos mostrado otra emoción que no sea llana curiosidad.
Se tomó unos segundos más para dorar de nuevo la descabellada posibilidad que se había planteado horas antes: ¿Sería posible que su mejor amigo, a esas alturas un completo máster de su don nato, este metiendo su metiche nariz en asuntos que Draco consideraba delicados; como por ejemplo su situación sentimental?
¿Había presentido todas las cosas que ya habían ocurrido o que iban a ocurrir?
Se había topado con Potter en todos lados desde que Blaise decidió hacerse cargo de él y sus ofertas laborales. De un día para otro, habían terminado siendo vecinos, aunque no había durado mucho...
Y esa falta de sorpresa que mostro cuando Draco le contó lo que pasó entre ambos...
Y cuando le sugirió no ser "difícil" con Potter…O Potter apareciendo en su lugar de trabajo al poco tiempo de empezar.
No podía ser cierto…Su mente no podía parar.
—¿Draco?
Blaise se levantó lentamente al notar como las rojas venas se hacían más notorias alrededor de los pozos grises.
—¿Que te sucede? —Cogió del brazo al rubio, a quien le temblaba la mandíbula—Joder, dime que te pasa.
—Tú lo sabias —Susurró.
Blaise agrando los ojos extrañado. La mirada herida que le dirigió Draco se clavó como un puñal en su corazón.
—¿Saber qué cosa? Me estas asustando ¿Podemos sentarnos?
—¿Sabías que Potter aparecería?
—¿Viste a Potter? —Blaise se acarició el mentón.
Draco dudó de nuevo frente a la desconcertada expresión. Casi le creía, casi...
Porque sus amigos de la infancia y él se dominaban muy bien eso de armar mascaras de emociones que realmente no sentían. Su corazón latió como loco mientras su mano se dirigía lentamente hacia la varita de Blaise que llevaba a todos lados.
El italiano tragó saliva mientras una fría gota de sudor resbalaba por su columna, mojando su camisa bajo la ropa.
—De verdad ¿"no sabías"? —Draco empuño la varita ante su petrificado amigo. La dirigió a su garganta—Con Legeremancia podría quitarme las dudas ¿Sabes?
—¡Vale! ¡Vale! —Blaise sujeto su muñeca y la desvió antes de alejarse con expresión alarmada—Apareces de la nada para acusarme por algún tema relacionado con Potter y luego me apuntas con la varita. ¡Qué te pasa! Cálmate un poco y conversemos.
—¡Responde la puta pregunta!
—¡Bien! —Respondió indignado por la agresividad— La respuesta es no. No sabía que Potter aparecería hoy. Sabes que no me rozo con los tipos del Ministerio ¿Porque crees que yo andaría atento de, justamente, Potter? Es simple casual-
—Contigo, la casualidad muchas veces ni existe, Blaise—Siseó—¿De quién consigues las ofertas de trabajo?
—Mierda, estas imaginando cosas—Blaise soltó una risa fresca—¿Crees que estoy manipulando las circunstancias para que entre Potter y tu pase algo? —Negó con la cabeza, frenético—Es ilógico. No tengo ningún motivo para hacer eso. Ni tanto tiempo libre o el interés.
Draco deseaba que así fuera, pero aún no se quitaba la espina por completo. Apretó la varita en su temblorosa mano.
Podía simplemente penetrar su cabeza y sacar todo lo que quisiera, pero existía la posibilidad de que Blaise tenga razón y nada de lo que se estaba planteando fuera cierto.
Si violaba su mente y resultaba errado, Blaise nunca se lo perdonaría. Entrar así en la cabeza de otro mago, era considerado una falta de respeto terrible.
—¿Puedes, por el amor de Merlín, guardar la varita? Hace tiempo que no ejerzo ese tipo de magia y lo sabes—Extendió los brazos—Ven.
Ante su falta de reacción, el cuerpo del italiano lo estrechó cálidamente. Respingó rindiéndose en medio del abrazo.
—Sabes que todo lo que hago, es con tu bienestar en mente—La oscura mano acarició su nuca y revolvió sus albinas hebras. Draco aspiró el perfume de Blaise sin mover un musculo, dejándose mimar—Dime que paso con el enajenado de Potter. ¿Te hizo algo? Si es así, yo mismo se lo haré pagar y lo sabes.
Draco serenó su respiración arrepentido. Se le había pasado la mano con toda esa paranoia. Apretó los labios al recordar el otro pequeño detalle del que no se sentía nada orgulloso.
Dominado por la irritación, le había ordenado a Ángela que "Regresarás a casa y pedirás cambio de sede a Gerencia, porque no quieres ver de nuevo a Harry Potter".
Siempre lo había sabido, que en el fondo no era una buena persona y lo egoísta era inherente a su personalidad.
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Nott salió de la fría sala hechizada especialmente para contener cualquier tipo de magia de parte de Hoffman. Ya había caído la noche y no había ocurrido nada fenomenal, como había predicho internamente, los Legeremantes solo acabaron dando pena. Dudaba que cualquiera de ellos fuera competente para ese caso en particular.
Habiendo sido administrado de innumerables pociones para bajar sus defensas físicas y mentales, Hoffman se había limitado a mirar como cinco varitas lo habían apuntado por más de cuatro horas, directamente a la cabeza. Sus ojos apagados, probablemente de aburrimiento, no habían reflejado fatiga ni esfuerzo.
Theo se detuvo frente a la puerta de roble y toco dos veces. Kingsley abrió casi de inmediato así que procedió a ofrecer el sobre que su jefe le había encargado.
—Gracias Nott.
—Con permiso.
Se giró, pero fue llamado prontamente.
—Espera, por favor.
Regresó sus ojos verdes al imponente hombre que mantenía una extraña expresión.
—Recibí un informe de Mclaggen esta tarde.
Jodida cacatúa chismosa.
Sostuvo la expresión vacía, pero no pudo evitar que su cara se coloree profundamente. Una cosa era burlarse de las gallinas chabacanas que eran algunos aurores de la división, y otra, ser reprendido a solas y en persona, por el Jefe del Departamento de Aurores.
—Señor, le aseguro que-
—Está bien—Alzó la mano—No será escalado a tu Departamento. Solo, pediré cierto decoro y discreción dentro de las instalaciones.
—Por supuesto, señor.
Los ojos de Kingsley brillaron con algo que le pareció jocosidad antes de cerrar la puerta suavemente.
Theo se juró en ese instante, que Mclaggen se las pagaría buena por esa última. Se dirigió a la zona de aparición con su gryffindor favorito en mente.
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Harry se abalanzo a la ventana cuando escucho el picoteo de una lechuza desde el otro lado. La recibió y sacó de su bolsillo un poco de chuchería para que pique un poco antes de retomar el vuelo.
Abrió el sobre expectante.
—¡Mierda! —Maldijo en voz alta mientras se quitaba los lentes.
Arrugó el pergamino con la otra mano, cabreado. Si no habían obtenido resultados, significaba que tendría que tomar cartas en el asunto con la copia barata de Malfoy, otra vez.
No podía ser posible, que ninguno de los funcionarios de control mental sea lo suficiente competente como para penetrar la cabeza del rubio pervertido.
Arrastró los pies hacia su dormitorio escaleras arribas. La frase de Kingsley "Confrontar al condenado y estimular su actitud con métodos divergentes", que había leído antes de arrugar el mensaje, lo mosqueaba.
Realmente no se le ocurría que cosa podría querer el tipo aparte de violarlo, literalmente hablando.
Al día siguiente aventó el papelito en la nariz de Kerry. No demoró en escuchar la queja de su colega.
—¿Alguna idea?
—Mmm, no creas que no imagine un desenlace negativo—Kerry lo miró unos segundos, cavilando—Y entonces, se me ocurrió algo que podría funcionar.
Harry cruzó los brazos, incrédulo. Los ojos de Kerry volaron hacia los músculos que se apretaron bajo sus mangas, antes de regresar de nuevo la mirada. Sonrió torcidamente.
—Ofrécele sexo.
Harry resopló indignado.
—De ninguna manera.
—Bueno, es eso o-
—Kerry—Harry se sobo la sien—No.
—¡Pero déjame terminar al menos! No sabes lo que iba a proponer.
—¡Ya dijiste suficiente! Además, no soy gay
—¿Y cuál sería el problema? Tu no terminaras acostándote con él, después de todo.
Harry lo miró confundido. Kerry viró los ojos.
—Estoy dispuesto a tomar multijugos y hacerme pasar por ti.
—Estás demente.
—No creas que eres el único hasta la coronilla de estos inútiles interrogatorios. Estamos dando vueltas sin sentido.
—Ni siquiera sabemos que es lo que desea. Sexo, crees que querrá eso porque se porta como un pervertido—Kerry quiso objetar, pero Harry continuó—Esta también el hecho de que no hay garantías de que vaya a soltar algo útil, podría fingir que colabora y, luego de follar tu culo, negarse a decir una sola palabra.
—Lo sé, es arriesgado. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Si acaba follando mi culo por nada, no nos habríamos movido del mismo lugar de todas formas—Suspiró—Solo fue una idea, que podría o no funcionar.
—Bajemos ahora. Haré que escupa lo que quiere.
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Ni era hora de almuerzo, pero a Harry le pulsaba la boca del estómago cuando Kerry tocó con la varita los barrotes de la celda de Hoffman.
Una vez se abrió, ingresó primero, seguido de cerca por su colega.
Todo estaba como la última vez, el condenado sentado en medio de la estancia en la misma mugrienta silla. Su ropa había sido cambiada por una estrecha túnica negra, seguramente luego de la reunión con los otros departamentos. Tenía un aspecto casi fantasmal.
La frente pálida y los ojos azules se asomaron de entre los mechones rubios cuando Harry se plantó a medio metro de él.
Los orbes azules cobraron vida con el moreno tan cerca. Harry correspondió con sus intensos ojos verdes.
Hora de terminar con el suspenso de una vez.
—No quieres colaborar—Harry apoyó su peso sobre una cadera desviando la mirada. Esa túnica oscura le hacía recordar terriblemente al Malfoy del pasado.
Nada de Malfoy ni chorradas, debía centrarse.
Se arriesgó:
—Sé que podemos llegar a buen puerto si lo que deseas es, tal vez, un trato.
Una sonrisa se formó en la cara de Hoffman, entrecerró los ojos con interés.
—Dime tus exigencias.
—¿Estás seguro? Harry—La fina cara de Hoffman se contorsiono en una lasciva mueca—Mis exigencias serian solo contigo.
—No te he autorizado a llamarme por mi nombre—Gruñó empezando a acalorarse. No recordaba que Malfoy hubiera pronunciado su nombre hasta ahora, ni siquiera lo hizo la primera vez que se conocieron, por lo que ser llamado así por su copia barata le hacía sentir cosas extrañas que no quería profundizar en ese momento— Y piensa muy bien lo que vas a decir, porque puedes estar seguro que esta oportunidad no se volverá a presentar.
—Sexo.
La palabra floto en el aire, envolviéndolos en un silencio incomodo que sólo fue cortado por un breve jadeo de parte de Kerry desde algún punto a su espalda.
Harry remojó sus labios, inquieto. Maldijo internamente a Kerry por tener razón.
Al final si había querido sexo, con él...
Mierdoso hijo de puta.
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Como se puede notar, a veces Draco no puede controlarse con sus repentinos ataques de rabia. O celos. Xddd.
No esperaba recibir comentarios, pero agradezco los que recibí hasta ahora. Escribo por placer, así que llegare hasta el final, aunque seamos pocos hahaha.
PD: Lamento los errores ortográficos que puedan encontrar en este o los previos capítulos. Mejorare en el camino.
