"Un café para el alma"

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CAPITULO XII

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Harry había estado sentado en el lobby del Natural Juice cuando su varita vibro dentro de su bolsillo.

Soltó la pajita con que fingía remover ociosamente su vaso y saltó de la silla, corroboró en el reloj digital de la pared que aún quedaban diez minutos para que acabe el efecto de la poción.

Al fin.

Descuadro los hombros y canceló su consumo antes de salir disparado. Desde afuera, pudo vislumbrar que el recibidor del Radisson estaba casi desierto.

A juzgar por la sonrisa juguetona con que Kerry se había despedido, apostaba que alguien no la había pasado nada mal. A cambio el, no había dejado de tensarse sobre su asiento todo ese tiempo, esperando por la bendita señal.

Ingreso empujando la mampara de vidrio con fuerza y la recepcionista levanto la vista, sonriendo. Le tomó un giro de muñeca que la mujer entre en trance y parpadee confundida. Al instante siguiente, forzó la puerta de emergencia que daba al rellano de las escaleras, y desde ahí se apareció directamente en el pasillo del quinto piso.

—¡Psss!¡Harry! —Se detuvo en medio del oscuro corredor y rastreo su propia voz desde algún punto a la derecha.

Su doble asomaba medio tronco desde el baño de discapacitados

—¡Aquí!

Harry ingreso apresurado y cerró la puerta tras él. Se apuntó con la varita para anular el glamour; las rastas, las cejas ensortijadas y el bigote desaparecieron.

Elevó las cejas extrañado.

—¿Por qué esta inconsciente? —Harry se mordió un labio. No podrían notificar a Kingsley si Hoffman lucía así, amordazado, blanco como papel y empapado de sudor—¿Qué pasó?

—Ah...me atacó con uno de sus trucos—Kerry se apoyó contra la pared y resbalo hasta quedar sentado—Los grilletes no suprimen su control mental, no me extraña que los Legeremantes no puedan hacer ningún avance—Arrugó la frente—Tenías razón, nunca iba a testificar.

Harry suspiró consternado mientras su sien izquierda comenzaba a latir, lucho por recomponerse al instante: Al menos se las había ingeniado para estar ileso.

Se arrodillo frente a Kerry, quien ya comenzaba a mostrar algunos mechones rojos, y tocó su hombro.

—¿Estas bien? —Su colega hizo una mueca incomoda mientras sus huesos y su cuerpo regresaban a su forma natural. Menos fibroso y más liviano—Levanta, te llevaré a San Mungo.

—No será necesario, ya me siento bien. De hecho—recibió una sonrisa aliviada—es gracias a Malfoy que lo estoy.

—¿M-Malfoy está aquí? —Harry se levantó como un resorte, palideciendo.

—En la puerta quinientos dos—cerró los ojos agotado—Irrumpió cuando recibí el ataque y lo neutralizó—El moreno ensancho los ojos, congelado—Lo tuve delante, justo antes de desmayarme.

—Mierda...—Genuina preocupación lo azotó ¿Que tan fuerte acometió Hoffman para que Kerry logre desmayarse? ¿Neutralizarlo? ¿Era Malfoy capaz de hacer eso? ¿Cómo habían acabado las cosas?

—Cuando desperté, ya le estaba friendo el cerebro—continuó en un susurro—Aun no puedo creer que haya podido hacer eso.

—¿Que estas...? —Retrocedió un paso y pasó una mano por sus cabellos, su cabeza le daba vueltas—¿Estamos hablando de Malfoy?

—Cualquiera lo reconocería a centímetros de distancia.

Harry detalló al pelirrojo con sus verdes ojos, aun grandes debido al asombro. No parecía dañado, solo agotado, de lo contrario pensaría que tal vez estaba...

—Y no estoy alucinando.

Malfoy y Hoffman en una sola frase denotaba muchas cosas en las que no quería ahondar.

Miles de preguntas se acumularon en la punta de su lengua y, de entre todas las cuestiones que lo martirizaron, un minúsculo detalle se antepuso sobre todo lo demás, amenazando con destruir sus nervios.

Humedeció su labio inferior y consulto débilmente.

—¿Hoffman y tu...? —No se atrevió a finalizar, un puño invisible estrujo sus tripas.

Parpadeó horrorizado cuando Kerry le dedicó una mirada intensa.

—Si—Harry jadeó y su cara ardió en llamas—creo que nos vio entrar y estuvo espiando un buen rato—el calor lamio también su cuello mientras las paredes del reducido espacio se tabaleaban—hasta que decidió intervenir.

—Estaban cogiendo y los vio—Soltó sin meditar. ¡Por Morgana!

—A mí no—Kerry se encogió de hombros y sonrió.

Frío, sudor frio resbalo por su patilla caliente.

—Gracias a Merlín que apareció—Kerry se cubrió el rostro con las manos—pensé que mi cabeza iba a reventar de dolor.

Harry agacho la cabeza, arrepentido de sus más recientes pensamientos, y lucho por recobrar la sensación de alivio que lo invadió cuando ingresó al cubículo.

Su colega pudo haber recibido daño irreversible y el no habría podido vivir con el peso de su consciencia.

Nunca se lo habría perdonado.

No debería importarle algo tan banal cuando Hoffman había atacado. Habían pasado cosas peores, incluso una vez fue recogido por los medimagos completamente desnudo luego de una rencilla con una mafia muggle.

No era para tanto, solo el entrometido de Malfoy.

—Siento que hayas tenido que pasar por esto, no se volverá a repetir.

—Déjalo, Potter. Yo fui el de la idea y, de no haber pasado, lo habría disfrutado completamente. ¡Créeme!

—Esto ha sido una estupidez—Se mordió el labio—encontraremos la manera.

—Y casi m-me olvidaba de decirte—balbuceó mirando el inodoro cuando los ojos verdes se posaron sobre el—que invite lo invite a tomar un café.

—Kerry—Lo atacó una risa nerviosa, esperando que el otro también se riera. Su mandíbula se contrajo cuando reino el silencio—No entiendo una mierda.

—Lo harás cuando volvamos y tengas todos los detalles.

Harry lo taladro perplejo sin moverse.

Kerry se levantó aun sin mirarlo, y apuntó a Hoffman con su varita.

—Y antes que repliques, creo que le interesó mucho la idea.

—Eso es imposible—Susurró encontrando por fin su voz.

Finalmente, Kerry lo observó. La luz que los bañaba resaltaba sus ruborizadas mejillas y sus generosos labios temblaban entreabiertos.

—Te ves ardiente cuando te acojonas ¿Sabes? —Pocas veces lo había visto así.

—Carajo Kerry—Negó frenético tensándose como una cuerda.

El pelirrojo suspiro y extendió un brazo en silencio mientras su otra mano sujetaba el tobillo de Hoffman que levitaba a la altura de su cabeza.

—Respira Hombre—Viró los ojos—sabía que te pondrías así. No es tanto una cita ¡Cálmate!

El moreno sujeto el codo de Kerry como un autómata y pasó saliva cuando el jugo en sus tripas amenazó con asomar antes del salto.

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Si Blaise pensó que Draco no podía verse más ardiente desde que salía con ese muggle, pues se había equivocado.

Se lamió el labio cuando el rubio ingresó al comedor vistiendo un short deportivo negro, muy corto y apretado. La prenda resaltaba en extremo sus definidos y generosos muslos, haciendo competencia con el bividí manga cero que, como mínimo, era dos tallas menos y estrechaba cada fibra de su torso, haciéndolo casi palpable a los ojos.

La sangre del italiano redobló el bombeo.

—¿Vas al trabajo?

El rubio asintió.

—Tengo turno completo—Draco se sentó y apartó un rebelde mechón de su frente, el resto de su cabello iba pulcramente recogido en una coleta baja,

Cogió una fruta del centro de la mesa.

—Y ¿luego saldrás?

—Probablemente.

—¿Otra vez te va a secuestrar tu novio? ¿Cómo se llamaba?

—Nunca te dije su nombre—Draco peló la banana con sus perfectas y limadas uñas. Dejó la cascará a un lado y se quedó mirando la fruta desnuda.

Blaise delineó el perfil pensativo, no sabía exactamente qué era, pero había algo diferente.

—Nunca es tarde para saberlo.

El rubio no pareció escucharlo.

—Hey—Chasqueo los dedos—¿Todo bien?

—Si—parpadeo y devoró media fruta de tiro

—Vale ¿Algún día me lo presentaras?

—Puede.

—Genial ¿Ahora si me dirás que te pasa?

El rubio se tomó otro momento haciéndole fruncir el ceño, preocupado. Desde sus años en Hogwarts que no veía esa mascara.

—Soñé con mis padres—El corazón de Blaise se achicó con pesar mientras la máscara caía. Los grises pozos se agitaron tormentosos.

Suspiró.

—Draco...—Se acercó y acaricio la pulcra nuca, caviló unos momentos—¿Paso algo?

Negó frenético y su corazón retumbó desaforado cuando los recuerdos del sin rostro lo asaltaron.

—¿Se acabó la poción para dormir sin sueños? —Blaise le dedico una suave sonrisa—Tendrás montones de esas estúpidas botellas esta noche.

—Gracias, eres el mejor.

Se levantó y recogió su taza. Una mano sujetó su muñeca.

—Te recuerdo que puedes contar conmigo para lo que quieras.

—Lo sé—Beso la mejilla del italiano—Ya me voy.

Y huyó del lugar

Ya en soledad, Blaise bufó. Tenía el fuerte presentimiento que Draco le estaba ocultando algo.

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Harry se apareció muy temprano en el ministerio. Su parpado izquierdo saltaba por su cuenta y su melena era un desastre indomable que se negaba a colaborar con cualquier intento de adecentarlo.

Se deslizo dentro del ascensor mientras roía mentalmente el asunto que no lo había dejado conciliar sueño toda la noche: Quedar con Malfoy.

Tronó el cuello y se recostó en el sólido metal, desganado.

Luego de dejar a Hoffman en su celda (aun sin señales de volver en sí), se habían dirigido a un restaurante nocturno cerca de su casa. Ya instalados, Kerry le había contado a grandes rasgos todo lo sucedido y resaltado lo "muy receptivo" que Malfoy se había mostrado ante la idea de colaborar con el asunto.

Harry había replicado que no saldría bien, que podían buscar a otro legeremante que no trabaje para el Ministerio, que probablemente Malfoy intentaría chantajearlo a cambio de no ventilar su "sucio secreto", que la última vez que se vieron, el slytherin había estado a punto de escupirle en la cara y que, para cerrar con broche de oro, no recordaba haber tenido una sola conversación con él que acabara bien.

Había sido inútil, Kerry lo había mirado como a un crio berrinchudo y respondido:

"Nunca le has sonreído ¿Verdad Potter?"

Y Harry luego había querido incrustarle su tenedor.

Salió del ascensor entre nubes, inadvirtiendo al hombre que venía por detrás. Collin rozó su hombro cuando paso por su lado.

—Hola Harry ¡Que madrugador! —El moreno sonrió débilmente—Tienes la bragueta abierta.

—Cielos—Harry se sonrojo y apresuró en subirla—Disculpa, Collin.

—Y la camisa sobresale del pantalón —El más bajo lo miro con ojos vidriosos—¿Te ayudo?

Harry negó nervioso bajo el intenso escrutinio, abotonó la túnica sobre su ropa hecha jirones y retiro de manera sutil la mano que se había posado en su pecho.

—Ya me encargo, justo tengo que...—Su parpado saltó de nuevo y Collin asintió ensanchando su sonrisa— nos vemos.

Ingreso apresurado al despacho y cerró con más fuerza de la pretendida. Se acomodó en el escritorio, sacó un grueso fajo de informes y enterró la nariz, dispuesto a levantarla cuando le salgan raíces.

Kerry ingresó tirante luego de media hora.

—Al fin despertó. Intenté conversar con él, pero está ido.

—¿Que tanto?

—Nivel ocho de diez.

—¿Dijo algo? —Harry se mordisqueo el labio.

—No me reconoce. Tal vez si bajaras, él-

—No, dejémoslo así.

Kerry lo escaneó de pies a cabeza. Las hebras disparadas y la espalda encogida, parecía que lo hubiera pisoteado un hipogrifo

—¿Nunca has tenido una cita?

—Por supuesto—Harry lo miró ofendido—¿A qué viene eso?

—¿Con hombres?

—He tenido varias citas

—Entonces solo con mujeres.

Harry asintió. Por supuesto que solo con mujeres, jamás había invitado a salir a ningún tío. Las experiencias con los de su mismo sexo habían quedado en rudos polvos que ni le habían robado el sueño.

Apretó el documento en su mano al recaer que Malfoy si lo había hecho, muchas semanas atrás,

Y anoche no durmió nada...

—Vaya...

—Vaya que—replicó picado, no le gusto el tonito.

—Pensé que habías tenido alguna—Se encogió de hombros—Saldrá bien, relájate.

—Estoy perfectamente—Desecho la arrugada hoja y jalo otro pergamino, lo taladró ceñudamente.

—Tengo intuición para estas cosas—continuó—y se notar al vuelo cuando alguien está dispuesto a quedar. Él lo está, confía en mí.

Harry gruño fastidiado. La mala leche se le subió de golpe a la cabeza.

—Es difícil hacerlo cuando sales con estas "novedades".

—Solo intento animarte y evitar que termines arruinando nuestra oportunidad ¡Que humor! —Lo señalo acusador—Esa cara no augura nada bueno, te conozco.

—Te recuerdo que fue tu iniciativa—Se levantó para coger un tintero y su silla cayó de golpe al suelo—No necesito sermones.

—Claro—Kerry se mordió la lengua, el pelinegro había pasado de estar al borde de un colapso nervioso a sulfurarse sobremanera.

—Se bien lo que tengo que hacer—Harry regresó a su sitio y lo aventó a un lado, fulminando a su mudo compañero—Daré "todo" de mi—agregó en tono sarcástico.

El pelirrojo se dirigió a su sitio suspirando rendido.

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—Ponte de pie con la espalda recta—Coloco una mano sobre la trigueña espalda —Extiende las manos al frente. Así no, ábrelas hacia los lados y tira un poco hacia atrás.

Unos ojos negros lo miraron a través del reflejo.

—¿Así?

—Perfecto.

Draco retrocedió y se dirigió hacia la polea para brazos, donde lo esperaba otra persona. Sintió la mirada del hombre seguirlo todo el camino a su destino.

—Entrenador, quiero ajustar la cuerda.

—Permíteme, listo.

El muchacho se posiciono y lo miró atento.

—¿Es tu primera vez?

Asintió sonriendo.

—Empuja hacia arriba con las manos para extender los brazos, mantén los codos pegados al cuerpo y aprieta los tríceps.

—Gracias—Draco fingió no sentirse desnudado cuando los ojos contrarios serpentearon por sus muslos y le dio espacio.

Se apoyó en la columna trasera cruzando los brazos. Ya estaba oscureciendo y Potter no aparecía.

Se obligó a no voltear en dirección de la barra de seguridad cuando se activó a su espalda.

La noche anterior, luego mandar a Claude de vuelta a casa bajo la Imperius y encerrarse en su habitación, su cabeza había sido un latoso hervidero de imágenes de Potter. Potter desnudo, Potter diciéndole que lo necesitaba, Potter sonriendo... Y Potter exponiendo su perfecto trasero sobre el tipejo ese.

Había sufrido para conciliar sueño y antes de lograrlo, se había masturbado muy duro pensando en el auror.

Esta vez, su cabeza se movió sin permiso hacia atrás cuando el acceso sonó de nuevo.

Se petrificó en su sitio y la temperatura subió dos grados cuando lo vio ingresar apresurado.

Era él.

Lo observo desde su lugar seguro hasta verlo desaparecer cerca de las barras.

Se mordió el labio repentinamente inquieto y cruzo una pierna.

—¡Draco!

—Voy—Se despegó de su sitio y flecho hacia el lado opuesto del local.

Keith, un castaño recientemente suscrito, intentaba hacer zancadas sin éxito.

—Te estas balanceando—Se posiciono detrás y lo sujeto del torso haciéndolo sonrojar en el acto—Da un paso hacia adelante. Bien.

—S-sí.

—Con la espalda recta y el torso firme. Muy bien.

Retrocedió despacio y escaneó la estancia de refilón.

¿Podría ser que Potter lo estaba buscando? Si se quedaba ahí, no podría ser encontrado.

Chasqueó los labios en un ataque de ansiedad y forzó su atención en Keith.

—Estas juntando mucho las piernas.

—Entiendo, gracias.

Sus ojos vagaron de nuevo por todo el lugar.

Nunca pensó que algún día, la remota posibilidad que el gryffindor sea gay, pudiera hacerse realidad. Y ahora, el impacto de esa verdad estaba descuadrando su sistema por completo; invadiendo sus células como un virus, ilusionándolo con un abanico de posibilidades, empujándolo al precipicio de sus deseos más salvajes.

Plantándolo en su sitio con el estómago escaldado y los puños apretados.

Merlín, todo ese tiempo había estado equivocado...

No supo en que momento su cuerpo se movilizo en busca del motivo de sus inquietudes.

Lo encontró frente a una pared discreta, sosteniendo una barra en la parte superior de su espalda. Se ubicó justo detrás en absoluto silencio.

En esa zona no había espejos que pudieran delatar su presencia.

Contemplo admirado la manera controlada con que mantenía el peso y la contracción de sus muslos al momento de hacer la flexión. Gotas de sudor resbalaban por su piel.

Su estómago se encogió de golpe cuando el auror terminó una serie y coloco el fierro en su lugar.

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Harry se había refugiado en la zona más discreta del lugar, esperando que, por algún motivo, no tenga que ver al rubio y así dilatar el inevitable momento. Al menos tendría tiempo de ordenar sus ideas.

Había tenido suficiente tiempo para asimilar que, le guste o no, usar a Malfoy era una oportunidad que no podía desechar con ligereza. Debía tener algo tacto.

Y por muy mosqueado que este, tampoco quería defraudar a Kerry.

Depositó la barra en su lugar y sacó del bolsillo una toalla mágicamente encogida para secar su frente. Cuadró los omoplatos y tiró la cabeza, sintiendo un agradable hormigueo invadir su cuerpo.

Se habría quedado así un rato más, de no ser por el desapasionado tono de voz que provino directamente de su espalda.

—Buena postura, pero podría mejorar.

Guardo la toallita y giró la cabeza despacio para encontrarse con Malfoy parado a un palmo de distancia, mirándolo fijamente.

—Potter.

—Malfoy—Batalló por serenar sus latidos.

Joder, no había tenido tiempo de armar nada. Ni siquiera lo había escuchado ¿En qué momento había aparecido? y.… ¿Que tela era esa? Lo examinó fugazmente.

Su ropa parecía una segunda piel que no dejaba nada a la imaginación. Una pierna se apoyaba sobre la otra, resaltando sus cuádriceps. ¿Siempre había tenido esa anatomía?

—Si buscas mi cara, está más arriba.

Levanto la vista y choco con unos burlones ojos grises. La aparto en el acto, irritado consigo por lo que acababa de hacer.

—Muy gracioso—refunfuño.

Giró el cuerpo para encararlo completamente y frunció el ceño ¿Era necesario pararse tan cerca?

—Descuida, entiendo perfectamente—Draco elevo el mentón vanidoso y Harry se contuvo de preguntar qué carajos era lo que entendía—Entonces, ¿Cuando dices que iremos por un café?

—Ya que lo preguntas, necesito quedar cuanto antes—Tanteo, receloso de que se lo pusiera tan fácil.

Recibió a cambio una torcida sonrisa.

—Lo capto. Entregaste tu culo a cambio de nada y ahora estas desesperado.

—Así es, como amablemente recalcas—guardo las manos en los bolsillos, escondiendo sus puños—me urge resolver esto. Llevo atrasado varias semanas.

—No te juzgo—Harry se mordió la lengua ante el fingido gesto de entendimiento—Si fuera igual de incapaz, estaría en lo mismo.

¡Merlín!

—¿Vas a aceptar o no?

Draco lo miro fijo antes de asentir.

Un café era algo simple y mundano, no su primera opción a la hora de elegir una bebida, pero sería un café con Potter. Tenía delante una imperdible oportunidad para impresionarlo y mostrarle todo lo que él y, probablemente nadie más, podía hacer.

Por supuesto que quería.

—Ve anotando que querré algo a cambio.

—Me parece bien—No había esperado menos.

—Por otro lado—Se inclinó hacia él, quedando sus narices muy cerca—¿Te fuiste a revisar?

Harry parpadeo confundido y retrocedió el rostro dos milímetros. Kerry no le había dicho nada sobre eso.

—¿Revisar qué?

Malfoy entrecerró los ojos y poso una mano en su frente, la otra viajo a la varita que descansada entre la tela y su cadera.

El auror saltó hacia atrás, nervioso al sentir el frío tacto.

—¿Qué crees que haces?

—Es obvio que no—Draco blanqueó los ojos y bajo la mano—Solo me fijaba que tuvieras tus pocas neuronas puestas en su lugar.

—No tengo nada—gruño.

—Yo no me quedaría tan tranquilo—Se encogió de hombros. Harry abrió la boca, pero fue interrumpido por el rubio, quien ahuyento una mosca con la mano—Olvídalo, no podrías advertir la gravedad del tema, aunque te bailara en la cara.

—Grave o no, no es tu asunto.

Draco bufó.

—Que sensible, y uno preocupándose por tu salud—Se tocó el pecho indignado.

Harry no se lo comió.

—Estoy conmovido por tu preocupación—Giró hacia la barra de nuevo, dándole la espalda—Si ya acabaste de pavonearte, tengo que continuar.

Había tenido suficiente, en ese momento tenía un poquito de ganas de golpear todo a su alrededor. Estaba dispuesto a dilatar la misión.

—Espera.

Una pálida mano apresó su hombro con firmeza, sorprendiéndolo.

—¿Q-Qué-

Un suave susurro acaricio su oreja izquierda, erizando los cabellos de su nuca en el proceso.

—Hagámoslo hoy. Espérame afuera en una hora.

Ensancho los ojos, pero no pudo reaccionar a tiempo, ya que fue liberado al instante siguiente.

Volteó el rostro, constatando que estaba solo de nuevo.

Sucedió tan rápido que pudo fácilmente haberlo imaginado, pero no, realmente había pasado: Malfoy le había susurrado en la oreja.

Pasó saliva mientras el hormigueo se esparcía por toda su columna.

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Malfoy salió del despacho de Administración a la hora acordada. La sonrisa que bailaba en su cara era digna de portada. Ni las miradas curiosas que recibió en las duchas lograron inmutarlo.

No era para menos, su permiso para abandonar puesto antes de tiempo había sido aprobado sin chistar, en su lugar, Clint haría el cierre del local.

Se lo merecía, no faltaba, llegaba temprano y cumplía a cabalidad sus funciones a pesar de ser el más nuevo.

Se desplazó alegremente vistiendo una licra y una cafarena gris manga cero que resaltaba su elegante cuello. Ya casi en la puerta, sus intestinos se reacomodaron nerviosamente.

El moreno ya lo estaba esperando apoyado en un muro y también se había cambiado, tenía una sudadera roja y pantalones negros. Miró en su dirección cuando emergió de la mampara.

—¿Nos vamos?

Recibió un asentimiento silencioso y Draco lo siguió en el acto. Adoptó un andar casual mientras fisgoneaba de raro en rato el perfil contrario. El moreno miraba al frente con seriedad.

Aun sin traje de auror, imponía.

Luego de unas cuantas vueltas en silencio, se detuvieron frente a un modesto y, a simple vista, confortable local.

—Es aquí.

Se retorció las manos tras la espalda cuando el moreno se dirigió de frente hacia una estancia privada con dos sillas y una mesa. Las luces incandescentes daban un toque vintage al apartado.

—Es una sorpresa que tengas estilo para esto, me gusta.

Por la sanidad de su tolerancia, Harry fingió no escuchar lo primero.

—A mí también—Se sentó y Malfoy lo imitó, quedaron frente a frente—Solía venir a menudo con Kerry.

Draco anoto el nombre mentalmente mientras la acidez subía por su tráquea. No le sonaba ese nombre y no estaba seguro de saber quién era, pero si había pasado horas en un ambiente tan privado junto a Potter, fácilmente podía ser alguien muy cercano.

—Pero ahora andamos muy ocupados—Se frotó la frente.

—Es una lástima—Arrastró las palabras—Supongo que es lo que los lamebotas del Ministerio están resignados a soportar.

Harry suspiró por lo bajo.

Podía con esto, podía con Malfoy.

—Solo hacia un poco de conversación—Cruzó las manos sobre la mesa y enderezó el cuello bajo la atenta mirada del rubio—Bien, primero lo primero. Quiero saber tus condiciones.

—Siempre tan considerado.

—Me corresponde serlo ¿Puedes dejar de quejarte por un segundo?

—Te estaba halagando, Potter.

—Err...entonces gracias—Harry intentó relajarse bajo la vigilancia del rubio, quien había ladeado el rostro en un gesto que, estaba seguro, de descuidado no tenía nada—¿Y bien?

Malfoy hablo sin parpadear.

—Quiero un retrato de mis padres.

Harry se tomó unos segundos, procesando la información, no muy seguro de haber escuchado bien. Malfoy permaneció igual, con sus cabellos sueltos a ambos lados. luciendo desenfadado y elegante a la vez.

—¿Solo eso?

—¿Quieres que pida algo más? —Draco alzó una ceja divertido.

—No—Se apresuró en responder, visiblemente aliviado de escuchar su petición. Kingsley podría autorizarlo verbalmente, ni siquiera tendría que firmar nada para entrar a la Mansión Malfoy—Puedo conseguirlo. Es solo que yo- no pensé que fueras a pedir eso.

Los pozos grises pasaron a ser dos témpanos de hielo en cuestión de segundos, eliminando toda sombra de sonrisa.

—Pensaste que intentaría chantajearte con algo imposible—Arrastró la voz. Harry apretó los labios, pillado—Oh, así que era eso.

—¿C-Cómo sabes que yo-?

—No necesitas decirlo—Lo cortó—Apestas disimulando, Potter.

—Está bien, lo hice—Harry se removió incomodo, podía sentir la furia muda del contrario—No estaba seguro de que esperar. Te seguro que no fue mi intención ofenderte.

—No me ofendes—Draco elevo el mentón, rígido—Estoy acostumbrado a que la gentuza puritana me señale con el dedo.

—¡Vale! Entonces lamento haberte hecho sentir incomodo—Harry enlazó sus dedos sobre la mesa mientras los ojos grises le disparaban dagas invisibles.

—Como si pudieras—Draco endureció la expresión aún más.

Estaba seguro que el gryffindor nunca había tenido una buena impresión sobre él, y era que consciente que nunca se había esforzado en remediarlo, hasta podía entender que pensara de esa forma.

Aun así, le dolía.

Se había ilusionado con la posibilidad de Potter reconsiderando su visión sobre él luego de devolverle el favor y salvarle la vida. Ser consciente que, incluso con su acto heroico, seguía siendo lo mismo ante sus ojos, lo enfermaba.

—Lo siento, no sé—murmuró Harry evocando a Kerry y sus comentarios optimistas—...en que en qué estaba pensando...

Ya sabía cómo terminaría eso, simplemente no iba a funcionar.

Arrastró la silla hacia atrás.

A juzgar por las facciones del rubio, lo mejor sería abortar.

—No debí proponer nada—Apartó las manos y se enderezó despacio. Malfoy permaneció en su sitio como una estatua—Retiro lo que dije ayer y lamento las molestias que pude haber causado.

No.

El corazón Draco se encogió.

Otra vez había reaccionado a la defensiva, incapaz de amarrar su afilada lengua, y lo había estropeado.

—Te pediré que por favor olvides lo que sucedió—Harry giró hacia la salida con las manos en los bolsillos.

No quería que se vaya.

Le costaba un mundo no actuar así con él. Sentía que, si bajaba la guardia por un segundo, un cartel gigante con las palabras "me gustas" aparecería en su frente. Y si eso ocurría, si se exponía de esa manera, si era rechazado por Potter...

No, eso no sería lo peor. Podría incluso sentir asco...de un ex-mortífago desterrado como él.

Su brazo se extendió sin permiso y atenazo la muñeca del moreno, impidiendo que se aleje.

—Necesitas entrar en él y solo yo puedo hacerlo—dijo atropellado.

Realmente quería que Potter lo viera, que sus ojos vuelvan a brillar de admiración como la noche anterior.

—Si lo dices por el cuadro, igual lo conseguiré—Harry lo miró, confundido. Hace un momento parecía querer ahorcarlo y ahora lo sujetaba con fuerza inhumana—No te preocupes por eso.

En su condición actual, Malfoy nunca podría siquiera acercarse a la mansión y Harry estaba dispuesto a agradecer lo que hizo por Kerry. Se lo enviaría por medio de Zabini.

—Intentaré tenerlo lo antes posible— Jaló su mano, pero los dedos pálidos apretaron más su carne.

—¿Vas a desperdiciar la oportunidad de usarme?

—Escucha, no se trata de eso—Harry uso su mano libre para peinar sus cabellos descuidadamente—No me gusta poner a las personas en situaciones incomodas y sé que en el fondo no quieres esto.

—Nadie puede obligarme a hacer algo que no quiera.

—Malfoy, nunca debiste estar involucrado—Harry negó—eres un civil, ayer...no estaba en mi mejor momento.

—Soy legeremante nato—Harry elevó sus cejas— me importa una mierda lo que piensen de mí y puedo conseguir cualquier información que necesites. No existe alguien mejor que yo para esto.

La figura en su cabeza cambio de golpe, sentía que algo se le estaba escapando.

—¿Por qué tan interesado? —Harry lo miró expectante, olvidándose por completo de su muñeca. La curiosidad despertando en su interior.

Ya le había asegurado su recado ¿Qué motivos tenía Malfoy para ponerse así de angustiado?

—Primero regresa a la silla.

Blanqueó los ojos y se sentó con impaciencia.

—¿Me devuelves mi brazo?

Draco lo soltó con cautela.

—Él también es un ex-mortífago.

—¿Hoffman? No tiene marca, lo he comprobado muchas veces—Harry frunció el ceño—Tampoco hay registros.

—¿Te recuerdo quien hurgo en su cabeza anoche? —Malfoy lo miró severo—¿Por qué mierda no te fuiste a revisar?

Los ojos verdes se enterraron en la madera en un gesto parecido a la culpa, sus pestañas negras se agitaron con el movimiento.

Draco quiso tocarlas

—Vi muchas cosas—Se inclinó levemente, aprovechando el silencio—Paso su infancia y adolescencia en el campo, los muggles eran sus víctimas predilectas, realizo sus jodidos rituales a las afueras de una montaña...

Harry taladró la superficie de la mesa sin articular palabra. Todo coincidía con la información que tanto esfuerzo y tiempo le había costado, además de lo que el mismo Hoffman había declarado en el Ministerio.

—Y, además—Harry regresó la mirada, notando la fría furia inundar los pozos grises de nuevo—Se hizo de un rostro a mi costa.

La mandíbula de Harry cayó.

—¿Cómo?

—Me robó algunos cabellos, hace varios años.

La expresión dura había vuelto, solo que esta vez no era para él.

—Entiendo—Lo suyo era algo personal, les convenía a ambos—Lo haremos.

Draco ensancho sus mejillas con una amplia sonrisa que no tenía nada que ver con el torcido gesto que solía hacer cuando se burlaba, y Harry fue repentinamente consciente de la notoria diferencia con Hoffman.

Él no tenía un hoyuelo, pero tampoco hacía falta. Sus lozanas mejillas se acomodaban al gesto con perfección y el grosor de sus labios hacían juego con su respingada nariz.

Era por mucho, más lindo, y parecía que toda su cabeza y sus fantasmales cabellos hubieran sido hechos a la medida.

Una señorita se acercó a la mesa haciéndolo apartar la vista y abandonar esos peligrosos pensamientos.

Carraspeó volviendo en sí, se había quedado mirándolo como idiota.

—¿Pedirán algo?

Harry asintió, evitando a toda costa los insistentes ojos grises.

—Un macchiato espumoso.

—Lo mismo.

Cuando quedaron solos, a Harry se le vino a la mente algo que lo había inquietado muy temprano.

—Exactamente ¿Que le hiciste? No ha vuelto en sí y me preocupa.

—Es normal—Malfoy apoyo el mentón en su mano—Podría estar así unos días, si no lo invado de nuevo para arreglarlo.

—¿Puedes "arreglar" ese daño?

—Por supuesto que puedo—Draco elevó la nariz engreído y sus ojos brillaron—También puedo destruir todo. Si me lo propongo, una intrusión mía puede ser fatal.

Harry tragó.

Si no estuviera informado, le habría sido muy difícil creerle. Una habilidad como esa le parecía aterradora y fascinante, además de inusual.

—Por eso te advertí que no lo tomes a la ligera.

Malfoy no dejaba de repetírselo, su insistencia estaba a punto de hacerle creer que estaba realmente preocupado.

Ni de coña.

Aunque anotó sugerírselo a Kerry cuando vuelva.

—Vale, lo haré. Me ehh...revisaré—Se mojó los labios.

Una taza fue depositada delante de él. La señorita había vuelto.

—Gracias.

Se ganó con Malfoy sonrojando a la mujer con su blanca hilera de dientes y su estómago dio un vuelco. Parecía irreal que el slytherin fuera capaz de sonreír así, con amabilidad.

Al parecer si podía, solo que con él nunca se había dado.

Malfoy lo miró de repente, pillándolo en su fisgoneo.

—¿Cuando empezamos?

—Sobre eso—Harry había notado lo mucho que Malfoy aborrecía al Ministerio y todo lo relacionado con él, por lo que rogó internamente que no ponga pegas con que iba a decir—He concluido que Hoffman no se moverá de su celda.

Levantó su taza y sorbió.

—Si pudo inhabilitarte con las manos apresadas y tu culo sobre su pene—respondió el rubio secamente—me parece lo más prudente.

Harry se atoró con el líquido y la taza se resbaló de su mano, cayendo al piso ruidosamente.

Tosió desesperado por coger aire mientras sentía su cara arder.

—Merlín—Draco extendió una servilleta que fue recibida por una mano temblorosa. Lo miro inexpresivo—Te gusta recibir ¿Y qué? Vergüenza debería darte ser extorsionado a cambio de promesas vacías, solo tu podrías ser tan idiota de creerlo, Potter.

—¡¿Q-Que di-ces?¡—Boqueó.

¿Recibir? Recibir y una mierda.

Le había pedido a Kerry que omitiera ese tipo de detalles en su momento, justamente porque no quería saberlo. Pero ahora venía Malfoy a decírselo con todo y pelos y él no estaba preparado para eso.

Era la última persona del planeta con quien querría tocar ese tipo de temas, especialmente porque ellos si habían follado.

"No por favor" pensó Harry mientras se limpiaba al sentir un calorcillo familiar asentarse en su ingle.

No necesitaba evocar esa noche justo ahora, no quería una erección delante de Malfoy. Se supone que ya casi lo había superado.

—Disculpen ¿Puedo limpiar? —La señorita había aparecido con un trapo, alertada por el sonido de la loza.

—Claro, póngalo a cuenta—Respondió Draco en el acto.

Observó al auror alejarse de la mesa para facilitarle la tarea, rojo desde la frente hasta el cuello y con los ojos apretados.

No entendía porque actuaba tan mojigato, si podía sentarse en la cara de otro tipo para ser lubricado, comentar algo así debía ser cosa ordinaria. Al final del día, a ambos les gustaba los hombres.

—E-eso no tiene nada que ver con mi decisión—Dijo Harry cuando fueron dejados solos, ya respirando normal. Cruzó las manos sobre la mesa y miró sus dedos. De pronto se le hacían muy interesantes.

—Por supuesto—respondió sarcástico—Aunque podrías escoger cualquier lugar. Conmigo presente, será imposible que intente algo.

—Sera en el ministerio, me encargaré de todo. Por ahora, necesito la dirección de Zabini.

Draco se tenso.

—¿Para que?

—Te enviare una lechuza en cuanto esté todo listo. Vives con el ¿no?

—Si ¿Cómo lo sabes?

Harry apretó la mandíbula antes de responder.

—Solo lo supuse, ya que es tu pareja.

Draco abrió los ojos muy pasmado, antes de procesar completamente la afirmación y soltar una risa grave y burlona.

—No sé cómo puedes llamarte a ti mismo auror si tienes la intuición tan atrofiada.

El moreno parpadeó, desorientado.

—¿Entonces no?

—Por supuesto que no.

Harry, que tenía el cuerpo repentinamente tenso, relajo la postura.

—Bien, dámela.

—Prefiero que me envíes un mensaje al celular.

—¿Tienes uno?

—Estoy desterrado ¿Eso te da una idea? —Viró los ojos y acabo su taza de golpe.

Justo en ese instante, su celular vibró. Draco lo sacó del bolsillo y desbloqueó la pantalla. Claude le había reventado el buzón a punta de llamadas y mensajes.

Mierda, se había olvidado completamente de decirle que no lo recoja esa noche. Había estado tan inmensamente feliz de lograr su cita que ni siquiera había recordado que tenía el aparatito encima. Seguro Claude estaba en ese momento fuera del local, esperando por él.

Bloqueó la pantalla de nuevo y elevó el rostro, se encontró con que Potter se había inclinado curioso sobre la mesa para ganarse con su aparato.

Sus rostros quedaron relativamente cerca y los familiares abejorros que solían asaltarlo aletearon alegres dentro de él.

—Dame tu número.

—Vale—Dijo Draco con la boca seca. El verde de sus ojos muy intenso.

Metió una nerviosa mano a su bolsillo y saco un lapicero y un cuadradito de papel en blanco. Solía guardarlos para anotar las rutinas de sus clientes. Anotó su número descuidadamente y se lo tendió.

—Genial—Harry volvió a su posición mientras que Malfoy seguía mirándolo sin moverse un milímetro—Pediré la cuenta.

Draco enlazó sus manos bajo la mesa. No quería abandonar ese intimo ambiente, se sentía cálido y, además, estaban los dos solos.

Ni en un millón de años se habría creído que pasaría, pero ahí estaba, quedando con Potter, conversando civilizadamente.

No podía esperar para hacer su magia y dejarlo con la boca abierta.

Su pecho se infló de solo imaginar la expresión que pondría.

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. Julio vino recargado, pero ahora si tengo más tiempo para actualizar. XD Nos vemos c: