"Es difícil escapar de las garras de la traición"
CAPITULO XIII:
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—¿Que escondes ahí?
—Nada que te importe—Theo aparto el bulto tras su espalda y desvió la mirada.
—Oh no ¿Tu también?
—¿A qué te refieres?
—Draco está escondiendo algo gordo, y ahora tu pareces estar armando un complot—Blaise elevo su vaso con cerveza—¡Salud!
—Es algo así, en realidad—Theo vació el suyo de un gran sorbo.
—Y por eso buscas embriagarte ¿buscas valor?
—Exacto.
—Al fin llegó el día de verte nervioso—Blaise se rio socarrón—aunque tengo que admitir que ni eso te quita la cara de estreñido.
Nervioso era poco, estaba histérico. Theo lo fulminó y vació más licor en su garganta.
Esa noche pensaba formalizar su relación con Neville, nunca le había propuesto que su relación tuviera una etiqueta y ya sentía que era hora de hacerlo. Pero no solo iba a eso, también quería pedirle que se mude con él.
Lo sorprendería a su salida y realmente esperaba que le guste lo que le iba a dar, porque nunca en su vida había preparado algo tan asquerosamente cursi para nadie.
Entrecerró los ojos. Nunca le había regalado nada a sus escasas ex-parejas, en realidad.
Apretó con los dedos su vaso vacío.
Era natural dar ese paso, el sexo era genial y todos los días su mente volaba hacia él, anhelando el momento de finalmente cogérselo como un animal salvaje. ¿Qué más tenía que esperar? Había llegado la hora.
Ese hombre lo había calado duro, con sus suaves mejillas y esa suave voz que ponía cuando llegaba al clímax...Mierda, se estaba poniendo cachondo.
No sabía qué lo dominaba más en ese instante, si el calor en sus partes bajas o las ansias que se lo estaban devorando entero a cada minuto.
—Cierra el pico, no me estas ayudando.
—Esa era la idea.
—No sé cómo Draco te aguanta, o al revés porque él es peor que tu...entonces, cómo tú lo aguantas a él...No…—Hipó—Ustedes dos son insoportables—carraspeó.
—Ya estás muy hecho, hasta te has puesto hablador. ¿Agua?
Le tendió un vaso.
—No—Lo empujó.
—Será mejor que vayas a donde sea que planeas llegar, estas a un pelo de estar hecho una cuba.
Theo se frotó la cara, sus cabellos castaños cayeron sobre su frente.
—¿A qué hora dices que llega Draco?
—Normalmente demoraría una hora más, por lo menos—Blaise se levantó y acomodo la docena de botellitas de poción para dormir que había conseguido para Draco en un armario de la cocina—Y no lo dije por eso. Si ingieres una gota más de alcohol, vas a vomitar o divagar y no te quiero armando jaleo a donde sea que vas.
—Bien—Se tambaleó cuando se levantó de su sitio y apretó con fuerza el bulto que llevaba consigo—Aunque no me molestaría saludarlo.
—Cuerdo nunca dirías eso. Estas acobardado y quieres postergar lo inevitable.
—¿Te he dicho cuanto te odio?
Blaise esbozo una maliciosa sonrisa.
—No, pero cuando me miras así, puedo notarlo claramente.
—Jódete—Hipó—Me largo.
Se acercó a la chimenea y quiso coger el polvo verde, pero el italiano sujeto su brazo.
—Yo lo hago. ¡Oficina de Inefables del Ministerio!
Las llamas ardieron y Theo lo miró irritado. Le jodía ser tan leíble para su amigo.
—Suerte, casanova,
Blaise empujo su espalda y Theo cayó antes de poder replicar. Viajó por los túneles oscuros chocando como una papa contra la superficie de los conductos. De un momento a otro, aterrizó en el despacho que solía utilizar para presentar sus informes.
Ya era de noche y no había nadie.
Se levantó hipando y salió arrastrando los pies. Neville estaría en el herbolario "haciendo hora", fingiendo estar muy ocupado como siempre, expectante a su llegada. Ambos sabían que solo esperaba a que él llegue y lo acorrale.
Una vez en el pasillo que daba a la oficina del gryffindor y a varios metros de distancia, ocurrió algo que lo petrificó.
Cormac Mclaggen salió de esa puerta que para él era tan familiar, agitado, con el pantalón abierto y la camisa hecha jirones, exponiendo sin querer uno de sus hombros, que mostraban marcas rojas parecidas a arañazos de uñas.
Theo se tambaleo en su sitio, mudo. ¿Estaba alucinando? Blaise le había puesto algo a su cerveza ¿cierto?
Al instante que lo vio voltear en su dirección, sus oídos zumbaron y vio todo rojo.
—¡HIJO DE PUTA! —Bramó furibundo.
Sacó su varita y lo apunto, pero el auror ya se había escabullido por la puerta que daba a las escaleras en el mismo segundo que sus miradas se cruzaron, no sin antes mirarlo con pavor.
La maldición de Theo se estrelló en el lugar donde antes había estado parado, haciendo explotar el piso y parte de la pared.
Maldijo en voz alta y se movió hacia adelante sin dejar de tambalear, dejándose llevar por la corriente de adrenalina que se había apoderado de su cuerpo.
Cuando llegó a la puerta, está ya estaba siendo tirada desde el interior por el mismo hombre que le había robado el corazón.
—¿Que está pasando...? —Neville miró hacia el exterior alarmado y con los ojos muy abiertos.
Se quedó sin habla al encontrar a Theo frente a él, tembloroso y jadeando. Estaba terriblemente pálido y parecía a punto de desplomarse.
—¡THEO! —Se abalanzó sobre el para sostenerlo, pero fue apartado. Lo miró dolido—¿Que sucede? ¿Tu hiciste eso?
Sus ojos se desviaron al desastre fuera de su oficina, capto un bulto olvidado entre los escombros y respingó. Parecía que había caído un bombarda.
—¿Fue divertido burlarte de mí?
La frialdad del suave tono se coló por su oído, haciéndolo temblar. Enfrentó la mirada vidriosa que emanaba rabia pura.
—No es lo que parece—Susurró ¿Ahora cómo le explicaría nada? Se notaba que estaba ebrio—Ven—busco su mano—déjame-
—No me toques—Siseó el slytherin.
El gryffindor perdió color y tragó saliva. Los ojos verde oliva eran como fríos puñales dispuestos a rebanarlo en pedacitos.
—Por favor, Theo ¡Te lo explicaré ahora mismo! —La sangre de Neville se congelo cuando el slytherin se apartó de la entrada y retrocedió inestable—¡Se acaba de ir porque yo lo boté! —soltó desesperado—¡Entro de la nada y tuve que obligarlo!
—¿Ah sí? Fuiste toda una damisela en apuros
El corazón de Neville sangró un poquito. Apretó la mandíbula, ofendido.
—Lo digo en serio y no podemos ni siquiera conversar ¡Porque estás ebrio!
Theo negó, despeinando sus cabellos castaños. El corazón del gryffindor redoblo el ritmo, amaba cuando hacia eso.
—Amor...
—¿Ahora me dices amor? —Theo hipó y se mordió el labio hasta que el sabor metálico llego a su lengua—Todo este tiempo esperaba que me llamaras así, ahora entiendo por qué no te nacía.
Las lágrimas se acumularon de inmediato en los ojos de Neville.
Theo aparto el rostro, ordenándose mentalmente a no ceder.
Odiaba verlo triste y aun con los celos y la rabia encima, las ganas de abrazarlo y besarlo eran muy fuertes.
Pero no se dejaría timar, no se tragaba el cuento que le había soltado. Ellos habían estado haciendo algo.
Tenía grabada a fuego la expresión de ese cabronazo.
Su sangre burbujeo al imaginar lo que podrían haber estado haciendo.
—Merlín, Theo—Neville se limpió con una mano la lagrima que resbalo—Yo te amo. Siempre lo he hecho, si no lo he dicho es porque...—lo que causas en mi es tan fuerte que a veces me aterra—N-nunca aclaramos que-
—Por qué te revolcabas con Cormac a mi espalda—escupió enrabiado. Neville abrió la mandíbula, herido—¿Te lo hace mejor que yo?
Insana satisfacción lo inundo cuando vio al gryffindor hacer una mueca de dolor.
—Entre él y yo nunca ha habido absolutamente nada—respondió con voz rota—No hagas esto, por favor no continúes...
Neville agacho la cabeza, mas lagrimas derramándose sobre sus mejillas.
—Me robaste las palabras—Se enderezó Theo tembloroso—No pienso continuar con esta mierda—Hipó.
Así que eso era su relación.
—No lo dices en serio, estás ebrio—susurro el gryffindor sin levantar el rostro.
—¡Tú qué sabes! —Theo sujetó su solapa, errático, obligándolo a mirarlo. Sus narices quedaron cerca y los llorosos ojos azules de Neville se clavaron en los suyos. No era justo que el dolor en su mirada no fuera palpable, que no se viera tan arruinado como él lo estaba. Quería herirlo, que su corazón sea machacado mil veces, justo como le estaba pasando a el—Hablo en serio, no me vas a ver la cara de imbécil nunca más.
—Theo...—El cálido aire rozó sus labios y unas profundas ganas de comerle la boca lo aguijonearon. Se estremeció y luchó consigo mismo.
Finalmente lo soltó. Había llegado a su límite y si no conseguía un lugar seguro para desplomarse, lo haría allí mismo y no quería. Tener al gryffindor cerca, lo haría ceder.
Giró sobre su sitio y avanzó por el pasillo. Nadie lo siguió por todo el recorrido de vuelva al despacho por donde entro.
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Neville deformó el gesto cuando la figura errante de Theo se perdió de vista. Moría de ganas de retenerlo y abrazarlo, pero estaba fuera de sí, forzarlo solo empeoraría las cosas.
Se limpió las mejillas y sollozo en silencio.
Esta vez Mclaggen la había liado buena, y a pesar de caracterizarse por ser pasivo, no se iba a inmutar al momento de reportarlo con su superior.
Había llegado muy lejos, había herido a Theo.
Nada de esto habría pasado si Cormac no hubiera aparecido de la nada con la excusa de pedir un poco de bubotubérculo para su acné, él lo había atendido con cordialidad e invitado a pasar, como hacía con cada persona que visitaba su despacho. Se había girado sobre el estante para retirar lo solicitado y fue allí que el auror lo arrincono.
Por supuesto que había intentado apartarlo, pero el hombre había afianzado el agarre diciendo cosas como "Solo te pido un beso, me encantas demasiado" mientras se arrancaba la camisa a tirones. Había antepuesto sus brazos como escudo y volteado abochornado ante la semidesnudez.
Tenía buen cuerpo, no se podía negar, pero a Neville no le había despertado nada porque bueno, sus cabellos no eran castaños, sus abdominales no eran tan marcados y el tono de piel no era tan pálido como... Vale, simplemente no era Theo. Había evitado usar la varita porque el otro tampoco la había desenvainado, pero cambio de parecer cuando se abrió la bragueta dispuesto a bajarse los pantalones con un "Solo mírame un poco, estoy bueno". Inmediatamente le había apuntado en la cara y advertido que si no desaparecía en cinco segundos lo hechizaría. Supuso que su cara enojada no había sido agradable, porque Mclaggen había retrocedido alarmado y se había retirado con la ropa a medio poner.
Y justo un minuto después de verlo azotar la puerta, había escuchado el estruendo del pasillo.
Sorbió su nariz y se acercó despacio al bulto en el suelo mientras se preguntaba cómo es que Mclaggen se había atrevido a hacer tal cosa, siendo que había evitado mandar señales equivocadas hacia él. Si, ya había notado que no le era indiferente, pero había restado importancia al tema. Era imposible que se anteponga al slytherin, quien tenía mucha ventaja: La estampa de Theodore Nott lo había tenido hechizado durante todos sus años en Hogwarts. Su aire meditabundo y elegante lo había hecho suspirar fascinado todas las veces que Slytherin y Gryffindor habían compartido clases y nada pudo mermar esos sentimientos, ni siquiera que haya sido amigo de Draco Malfoy, quien en aquella época había se había ensañado con él.
Cuando descubrió que trabajaban en el mismo lugar, había procurado no hacerse ilusiones de nada y evitarlo. Hasta el día que quedaron atrapados en el ascensor, donde no pudo contenerse de arrancar su atención con frases cortas. Y de pronto un día había ocurrido, Theo había iniciado ese juego que, en poco tiempo, termino escalando a algo parecido a una relación amorosa. Nunca le había propuesto "ser algo" y él tampoco lo había sugerido, temeroso de entregarse demasiado.
Aunque ya era algo tarde.
Se inclinó y levanto el bulto, ni siquiera lo tenía cerca de su nariz, pero el perfume de Theo llego a él de inmediato. Apretó los dientes cuando una ola de llanto lo atacó de nuevo. Lo examinó con visión borrosa y lo abrió ahí mismo.
Al momento de extraer el contenido, se quedó sin aire.
Era un cuadro de regular tamaño, de al menos unos cinco centímetros de grosor y con bordes de caoba. La tela de nilo estaba bañada de hermosos colores tornasolados difuminados entre sí, dando a luz un hermoso paisaje.
Un paisaje que recordó al instante.
Era idéntico a un cuadro que había mirado fascinado esa vez que visitaron un museo de arte muggle, recordaba haber comentado en voz alta lo hermoso que le parecía. En respuesta, Theo se había quejado de la simpleza de esa obra y sin más lo había arrastrado fuera del lugar.
La calidad del trazo era excesiva, era tinta muggle, pero parecía a punto de cobrar vida. En el medio estaban él y Theo entrelazando las manos, estáticos.
Su garganta se anudó y no pudo evitar que nuevas lagrimas nublen su vista.
Se suponía que donde ellos estaban retratados, debería haber un entrelazado de orquídeas y peonias.
Su pecho punzó y estrujó el contenedor del cuadro, haciendo que lo que restaba del contenido, cayera al suelo.
Recogió el sobre en el acto, pesaba un poco. Ya con los ojos hinchados y el rostro caliente, sacó la hoja del interior y la llave.
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"No sé cómo empezar a escribir esto ya que apesto con las cartas, pero quiero esforzarme, después de todo es para ti.
Si estás leyendo esto significa que me acobarde de decirlo mirándote a los ojos y te entregue todo para que lo abras una vez me haya esfumado como un cobarde.
Nos he dibujado con tinta muggle, sé que te gusta que las imágenes no se muevan, te fascina. Como sea, lo hice porque no pude quitar de mi cabeza la expresión que pusiste al ver esa obra muggle y concluí que yo podría arrancarte una más gloriosa.
¿A que los dos estamos mejor que esas tontas plantas?
Al fin encuentro sentido a este inútil don con el que nací, creo que es para hacerte sonreír, solo eso explica que pueda crear miles de estas obras. Para activarlo, solo tengo que cerrar los ojos y recordar tu rostro, esa es la fuente de mi inacabable inspiración. Es curioso ¿Sabes? Porque hasta que te metiste bajo mi piel, creía que nunca lograría hacerlo.
Ahora ya sabes que, si abres esa boca que amo besar y me lo pides, lo haré sin chistar. No existe algo que no quiera darte...Mierda Neville, quiero que seas mi novio y que tu sonrisa sea lo primero que vea al despertar cada jodida mañana.
Te quiero en mi vida,
Theo."
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Gruesas gotas mojaron las ultimas líneas. Cayó sobre sus rodillas temblando, algo perforaba su pecho cruelmente, haciéndole difícil respirar.
Tenía que buscarlo, tenía que ver a Theo lo antes posible.
Algunos pasos resonaron tras él, de seguro eran los del Departamento de Mantenimiento. Recogió todo tambaleándose y se internó en su despacho en busca de los polvos verdes.
Conocía a Theo, era del tipo solitario y si no estaba en su casa, solo un nombre se le venía a la mente.
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Blaise escucho a Draco llegar exactamente quince minutos después de haber despedido a su borracho amigo por la chimenea.
—¡Mi rubio favorito! —Abrió los brazos y sonrió cuando lo vio ingresar. Estaba picado, solo que no tanto como el estirado de Theo.
—Hey, apesta a alcohol—Draco arrugó la nariz y recorrió la mesa llena de botellas vacías—Me parece de mal gusto que no hayas guardado un poco para mí.
Sonrió y estrechó los brazos extendidos.
—Tengo más, pero están casi congeladas y tú no debes beber, tienes que salir temprano mañana.
—Buen punto.
Draco se colocó frente a la cocina y saco un par de huevos, harina y vegetales.
—¿Renunciaste? —Blaise contemplo sus enfundadas nalgas bajo la licra—No es tu hora de llegar.
—No renuncie—Draco batió los ingredientes concentrado—Me dieron permiso para salir antes de la hora.
—Hmmm—El italiano se distrajo luego con la naturalidad de sus movimientos—Puedo llamar a Lassie para que te haga la cena.
—Gracias, pero ahora quiero hacerlo yo. Sé cómo usar este trasto y no quiero oxidarme.
Blaise entornó los ojos. Sospechoso, actuaba muy sospechoso.
—La siguiente vez que ese muggle te rapte, tráelo. Me gustaría conocerlo.
Draco se tensó, pero se esforzó en disimularlo.
—Buena idea.
—¿A dónde fueron hoy? Ya no me comentas nada.
—Es por que el trabajo me absorbe.
—O ese muggle ¿no?
—No le doy tanto de mi tiempo como imaginas—Draco se encogió de hombros, aun de espaldas.
Blaise suspiro, su cabeza hormigueaba agradablemente.
—Mis amigos están encontrando el asqueroso amor, que bello.
—Te creería, si no se notara el asco en tu voz—Draco sonrió y prendió la hornilla. Colocó la sartén—¿A quién más te refieres?
—Ah, no te conté porque desapareces muy rápido por las mañanas—Blaise se enderezó en su silla—Theo ha dado señales de vida.
Draco giró sobre su sitio, abriendo los ojos sorprendido. Desde que había sido desterrado, no había sabido casi nada de él.
—¿Esta bien? ¿Entonces dices que tiene pareja?
—Si a ambas preguntas.
—Me alegro por él, mándale saludos de mi parte.
—Si hubieras llegado un poco antes, se los habrías dado tú mismo.
—Lástima—En realidad le daba un poco igual. Theo y el habían dejado de frecuentarse cuando fue desterrado y no tenía remota idea de a que se dedicaba. Era una sorpresa saber de el por medio de Blaise.
—Y a que no adivinas quién es-
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¡PLAF!
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Ambos saltaron cuando llego el sonido desde la chimenea.
—¿¡Que...!?
Blaise se levantó ágilmente y saco la varita mientras se acercaba a la persona que había caído como un saco de las llamas verdes. Soltó una exclamación antes se apresurarse en ayudarla.
Draco se paralizó en su sitio cuando reconoció al castaño que se retorcía entre los brazos de Blaise.
—¡Maldito hijo de puta! —Theo se sujetaba la cabeza mientras hipaba en posición fetal. El aire se estancó en sus pulmones, haciéndolo toser.
—Mierda, ¿Que te paso? —Blaise palmeo su espalda y busco su rostro—Respira.
Theo lo intentó, pero solo logró que gruesas lagrimas cayeran de sus ojos. Rechinó los dientes, no queriendo humillarse más de lo que ya estaba. No podía delinear con claridad la otra figura que se inclinó sobre él, pero si reconoció su voz.
—¿Theo?
Cerró los ojos y meneó la cabeza, incapaz de articular algo con sentido, su pecho subió y bajo agitado.
Le dolía la cabeza y el pecho como los mil demonios, y cuando cerraba los parpados, los ojos azules de Neville aparecían de nuevo.
Se estremeció.
—Theo—Blaise sujeto su mentón y palmeo su mejilla. Se veía fatal, y eso lo impactaba sobremanera—Si no puedes explicar lo que paso, dame nombres.
—Mclaggen—Salió de inmediato.
Draco frunció el ceño.
—¿Que tiene que ver ese Gryffindor contigo?
Theo se levantó de golpe, casi tumbando a Blaise en el proceso. Draco se alejó un paso.
—Lo voy a matar.
Fue sujetado por el italiano con ambos brazos y lucho contra el agarre, solo logrando desestabilizarse.
—Apoyo la idea, pero aun estas ebrio ¿Que paso con Longbottom?
Draco entrecerró los ojos. Así que Longbottom también tenía algo que ver, dos gryffindor en la ecuación.
El forcejeo se detuvo
—N-Neville, él...—Una punzada atravesó su cráneo—p-poción...
Blaise alzo una ceja confundido, pero Draco asintió y se dirigió al gabinete que contenía poción anti resaca. Volvió con la botella y se la tendió al castaño. Fue vaciada a tres sorbos.
Draco lo observó en silencio y guardo discreción. Temblaba entre los brazos de Blaise.
Su apariencia no había cambiado casi nada con los años. Sus cabellos se desparramaban despeinados sobre su rostro hasta la altura de sus mejillas y sus labios se apretaban con esfuerzo, dejándolos sin color.
Siempre se había preguntado si existía algo o alguien que pudiera hacerlo perder esa apatía, y lo vuelva más humano. Ahora acababa de confirmar que sí, y al parecer, lo estaba destruyendo.
El inexpresivo y distante de Theo estaba desmoronándose ante sus ojos.
Al cabo de un momento, el castaño abrió los parpados lentamente y se enderezo, respirando con más dominio.
—¿Mejor? —Blaise lo soltó.
—Si—Mintió. Su pecho seguía siendo acribillado y esa sensación lo seguía mareando. Pero al menos ya no le punzaba la cabeza ni el cuerpo. Paso una mano por sus cabellos, retirándolos de su vista—Draco—asintió en su dirección—Gracias.
—No hay de que—Draco ya no podía apartar la vista. Era la primera vez en su vida que lo veía llorar y aunque ya no caían lágrimas, sus ojos estaban llenos de venas rojas que opacaban el verde oliva del iris.
—Quiero saber lo que te hizo Mclaggen—Blaise cruzó los brazos.
Draco también quería saber de qué iba eso, pero no se atrevió a preguntar. Sentía que el momento era algo delicado como para interrumpir con preguntas.
—E-él estaba—Theo apretó la mandíbula unos segundos—estaba c-con—tragó saliva y se puso muy rojo.
Joder, iba a llorar de nuevo. Draco interrumpió.
—Podemos enterarnos de lo que sea que hizo mañana ¿Cierto Blaise?
—Quédate esta noche—El italiano asintió lentamente, rendido.
Theo no respondió nada y se quedó mirando al vacío.
La chimenea sonó de nuevo y las llamas se encendieron de verde. Blaise y Draco voltearon, curiosos, a diferencia del otro que no salió de trance para ver la cabeza que acababa de asomar entre las llamas.
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Hoy tuve un día pesado en el trabajo y me desquite con estos dos AHAHAHAAHAH. XD Es por su bien : v
