"Mi tristeza y mi dolor a solas"
CAPITULO XVI:
.
.
.
.
.
Harry endureció los brazos en su posición y permaneció estático.
El temor de interrumpir al rubio y que deje de rozar el lienzo con la huella de sus dedos, sobrepasaba por mucho su afán de respirar, por lo que retuvo el aire con todas sus fuerzas.
La insana tensión que reinaba en el ambiente mientras Malfoy se retraía en algún lejano recuerdo, no duro mucho.
Se quebró de tajo cuando una gota transparente resbalo de los cristalinos pozos, haciendo al rubio parpadear y temblar incontroladamente en su sitio.
Su frente y mejillas enrojecieron de golpe.
—Malfoy...—Susurró el auror en un hilo y ya sin aliento.
Tragó cuando el rubio dejo caer su mano como un peso muerto y apretó los labios hasta ponerlos blancos.
—Hey...—Harry depositó el cuadro en la mesa y se acercó para cogerlo por los codos, parecía a punto de desplomarse en cualquier momento.
No debía pasar así. En su cabeza, Malfoy había recibido el cuadro con expresión complacida antes de retirarse, sin agradecer por supuesto.
El impacto de verlo lagrimear no era el mismo que con Neville, no sentía los pelos de punta y ganas de salir disparado. Esta vez, su corazón luchaba por atravesar su pecho y zarpar de su cuerpo, un calorcillo se arremolinaba tras sus ojos y sus brazos hormigueaban por el afán de sujetarlo, y evitar que se desplome.
La diferencia era abismal.
—No pasa nada—Draco retrocedió unos pasos y le dio la espalda.
Se limpió la alevosa lagrima con el dorso de la mano y maldijo su voz, había sonado ronca y congestionada. Se sentía contrariado por no haber controlado adecuadamente sus emociones, no quería que Potter lo viera así, su cara se ponía horrible cuando lloraba; ahora le saldrían bolsas bajo los ojos.
—Pensé que estaría bien recogerlo, ya que estuve cerca de la mansión...
Mentira.
Luego de revisar su archivo, lo habían poseído unas incontenibles ganas de ir allá.
Se había aparecido a las afueras y entrado caminando sin percibir resistencia alguna. Supuso que el Ministerio había encontrado la forma de bajarse las protecciones.
Ya en el recibidor, una extraña conmoción lo había embargado al notar que todo en ese gran y extremadamente lujoso salón, había permanecido intacto, como si sus dueños se hubieran ido de viaje y fueran a volver en cualquier momento.
Salvo por las gruesas capas de polvo y suciedad que bañaban las superficies, habría pensado que el tiempo se había estancado en ese lugar.
Movido por la curiosidad, se había dado la libertad de escudriñar el interior de varias habitaciones, a excepción de las que permanecieron selladas, hasta dar de casualidad con una ostentosa puerta que le causó escalofríos nada más verla, se había detenido por un tiempo bajo el marco luego de abrirla lentamente.
No le había entrado dudas de que esa habitación había sido de Draco Malfoy: Un baúl en un rincón y muchos libros meticulosamente apilados sobre un mueble justo al lado una pulcra cama con doseles verdes, era prueba de ello.
Un agujero negro había succionado el interior de su estómago cuando distinguió una corbata Slytherin tirada bajo el catre.
Se había acercado a ella y sacudido el polvo antes de guardarla en su bolsillo, luego había salido de ahí temblando. No se había atrevido a tocar ningún otro objeto de la olvidada habitación.
La sensación de desolación y rabia que lo había embargado, había sido tan grande, que le había empezado a doler la cabeza.
Casi asfixiado por emociones difíciles de definir, había regresado al elegante recibidor y retirado con sumo cuidado el cuadro de Narcisa, para seguidamente aplicar un hechizo de limpieza sobre él. Era lo mínimo que podía hacer antes de ir en busca de Malfoy por algunas respuestas.
Harry apretó los puños a su espalda cuando no obtuvo algún comentario de vuelta y vaciló unos segundos sin dejar de taladrar la tonificada espalda. No podía ver su rostro ni su expresión, solo la cascada de cabellos libres llegando hasta la mitad de sus hombros.
—Me lo llevo—El rubio finalmente volteó y asintió secamente—Gracias, Potter.
Su rostro era una máscara inexpresiva y el nacimiento de sus albinas pestañas estaba bañado de diminutas gotitas incoloras. La enrojecida punta de su nariz y sus sonrosadas mejillas le daban un aspecto frágil y pueril a toda su apariencia. Sus cabellos casi blancos a los lados solo intensificaban ese efecto.
Harry salto cuando lo vio acercarse a la mesa y coger el cuadro.
—Espera—cogió su muñeca—¿Te vas ahora?
Malfoy se encogió de hombros.
—Sí, me apareceré—Y se soltó.
Harry frunció el ceño.
—Los muggles podrían verte afuera.
—Merlín, Potter, retira las puñeteras protecciones o puedo cami-
—Quédate—Malfoy alzó una ceja—tengo una habitación.
Sus tripas saltaron, el auror no parecía estar sorteando una broma.
—¿Preocupado por qué me rompa una uña?
—Soy responsable con mis visitas, y nunca he dejado ir tan tarde a Kerry.
Así que el tal Killi, de nuevo.
—Cuanta sutileza para conseguir un poco de sexo—Disparó sin poder contenerse.
El auror enrojeció de golpe.
—Que necedades dices—Gruñó—Simplemente no lo considero prudente.
—Claro...—La acidez de los celos amenazo con desintegrar sus intestinos.
—¿Por qué todo lo tienes que volver incomodo? —Rebatió el auror, tenso—Solo quédate.
La petición sonó más a una orden y su mirada se endureció.
Draco conocía ese destello. Lo había visto asomar cuando montaron sus escobas enfrentados por la snitch y cuando se revolcaron sobre el gras del campo de Quidditch, hace muchos años atrás.
Una tozudería sin remedio.
—Qué más da—Respondió secamente.
El auror sonrió débilmente en lo que pareció un gesto de alivio, provocando que la acidez se convierta pronto en un agradable calorcillo que se extendió lentamente por todo su cuerpo, erizándole la piel.
—Sígueme.
Se dio la vuelta y enfilo hacia la salida, desde donde se veía el resquicio de una escalera.
Subió los escalones tras él.
—¿Muy a gusto mangoneando, Potter?
Se escuchó un resoplido, muy parecido a una risa, desde su posición.
A mitad del tramo, el moreno deslizo su entallada túnica de cuero por sobre su cabeza, liberando su tronco y exponiendo sus deltoides por debajo de su camisa azul.
Draco, que estaba dos escalones por detrás, intento juntar las piernas al caminar porque su polla había saltado en el acto. Si no andaba con cuidado, su paquete saludaría alegremente bajo el short.
Rozó la baranda de la escalinata con la palma de su mano, intentando distraerse y no mirar la enfundada retaguardia del moreno: Ese pantalón negro resaltaba toda firmeza muscular.
—Tengo esta libre—El moreno ya había llegado al rellano y estaba abriendo una puerta que daba justo al final de la escalinata. Giró hacia el con la camisa arrugada, la túnica bajo el brazo y sus cabellos disparados como resultado de haberla deslizado por sobre su cabeza—Te conseguiré un cambio.
Draco se detuvo a su costado y se mordió el labio.
Maldito auror calienta pollas.
Él no era tan fuerte de voluntad, Merlín lo sabía bien, contenerse se le estaba haciendo muy, muy complicado.
El moreno lo dejó para dirigirse hacia otra puerta en el mismo pasillo, inconsciente de sus pensamientos.
Draco ojeó la que le correspondía, curioso: Era una habitación impersonal con closet empotrado, en medio una amplia cama, y al costado de esta, un estante vacío.
Ojalá el tal Killi no haya dejado sus interiores refundidos por ahí.
—¿Todo bien?
Volteó y dio de nuevo con el moreno sosteniendo dos prendas de algodón.
Draco torció el gesto mientras fisgoneaba el conjunto, burlón.
—¿Que mierdas es eso?
—Es...—Harry frunció el ceño ante la miradita socarrona—un pijama.
—¿Vestir como elfo es el último grito de la moda? —Blanqueó los ojos y bufó antes de arrancharle las prendas.
Ingreso finalmente.
—No es que quiera impresionar a alguien—Respondió el otro picado.
—Entonces vas bien.
Draco se sentó en el borde de la cama, sujeto el borde de su polideportivo y jalo hacia arriba.
—Disculpa por no comprar ropa de...—las mejillas de Harry comenzaron a arder—diseñador.
Mucha piel firme y pálida acababa de emerger bajo la ropa.
Tenía la masa corporal ubicada exactamente donde debía, y sus abdominales parecían una compacta barrita de chocolate blanco dividida en seis cuadrados bien definidos. Al ojo, diría que su torso era ligeramente más estrecho que el suyo, y que sea tan sólido a la vista, daba un efecto de esbeltez, que estaba seguro, nunca podría lograr. Por otro lado, sus bíceps, al igual que sus pectorales, eran lo suficientemente generosos como para darse el lujo de pellizcarlos pícaramente.
A Harry se le seco la boca cuando los rubios y rebeldes cabellos cayeron en cascada sobre sus hombros, haciéndole notar que había algo incomprensiblemente hipnótico en la manera que rozaban su piel expuesta.
No se dio la molestia de intentar analizarlo, y probablemente nunca lo sabría, ya que su discernimiento se había ido de compras.
—Merlín—Ya con el torso desnudo y sacando pecho, Draco estiro el rojo algodón frente a su rostro—Es espantoso...
No obtuvo respuesta.
Sonrió por dentro, diabólico.
Tal vez no era su tipo, pero ambos bateaban para el mismo lado y nadie se había librado de quedarse mirando cuando exponía su piel de esa forma. Entendía el efecto causado en los demás: Su cuerpo era perfecto de cabo a rabo, después de todo era un Malfoy.
Por otro lado, ese gilipolla no había hecho más que encenderlo con su estúpida y ajustada ropa desde que lo recogió, y que le vuelen todos los pelos si no se moría por intentarlo. Se había cogido sin ascos al perdedor de Killi, que seguro era un simplón sin gracia, y al sin rostro que era casi una copia suya...
¿Por qué el no podía intentarlo?
Desvió su mirada por sobre la prenda estirada frente a él, analizando el estado del auror.
.
.
.
En el momento que despegó los ojos de ese torso pálido y sus miradas chocaron, Harry supo con certeza, que todo ese numerito había sido adrede. Tan corto para esas cosas, no era.
Era medio lento, sí, pero no consideraba que tanto.
El coqueteo era muy evidente.
Parpadeó estático mientras el entendimiento se propagaba dentro de su cerebro.
Malfoy lo estaba provocando.
Todas las veces que había acabado en la cama con otro hombre, había estado medio ebrio, y generalmente, había necesitado algún juego previo de seducción para poder entrar a tono. No le había bastado ver un dorso desnudo para ponerse caliente, pero ahora...una arrolladora ola de excitación había endurecido su polla en el acto.
De pronto, estaba haciendo algo de calor...
Tragó su espesa saliva.
...Y no había cogido en mucho tiempo, de hecho, su último encuentro había sido con...
¿No le haría mal un poquito de sexo no?
Su pene apresado bombeó insistente mientras Malfoy se mordía la boca sin dejar de taladrarlo al borde de la cama.
Intento recuperar su habilidad de razonar por unos segundos: Si seguía el juego, la hormigueante sensación que picaba en las palmas de sus manos desde que Malfoy impidió que toque sus codos... ¿desaparecería?
Esperaba que sí, porque eso le había causado ansiedad.
En su cabeza, ya no era el engreído y antipático de Malfoy.
Ahora era el injustamente desterrado adolescente al que le habían cortado las alas, el mismo al que habían aventado al rio de manos atadas, era la única persona que despertaba en su interior crudo rencor hacia la justicia británica y ganas de cargarse todo el Ministerio de un soplido.
Era el hombre de espigado y suave trasero que había succionado su polla muchas noches atrás.
El protagonista de esos calientes recuerdos que lo habían traído de cabeza por muchas noches, y hecho follarse su propia almohada de la frustración.
Expulsó lentamente el aire por la nariz mientras su temperatura corporal comenzaba a cocer sus sesos.
Provocador de mierda.
Entonces quería jugar, el también sabia jugar...
Tal vez, no le molestaría hacerlo en ese momento.
—¿Te diviertes haciéndolo a propósito? —Dio un paso al frente.
—No sé de qué hablas—El rubio arrastró las silabas fríamente.
Fríamente y un coño.
Los ojos grises que lo atravesaban estaban oscurecidos por el deseo.
Harry dio otro paso hacia el sin dejar de mirarlo fijamente, respirando ya forzosamente debido a la excitación.
.
.
Draco contrajo un gesto nervioso cuando el gryffindor cerró la puerta con un movimiento de muñeca y comenzó a acercarse lentamente. Sus manos viajaron a los botones de su camisa, liberándolos de uno en uno.
Pensó que tendría que sufrir un poco más para suscitarlo, pero no, Potter había entrado al juego de muy buena gana.
Podía vislumbrar una sombra perniciosa, casi depredadora, emanando del fondo sus orbes verdes mientras se movía cada vez más cerca.
—¿Me toca ser el sustituto de Killi hoy? —Susurró gravemente mientras su corazón martilleaba.
En respuesta el auror dio otra zancada que los dejo imposiblemente cerca y gruñó, empujándolo de espaldas sobre el colchón.
Draco rebotó sobre la superficie, desparramando sus albinas hebras, y aventó la fea prenda por cualquier lado, sin cortar la conexión en todo momento.
Estaba ocurriendo.
El auror se posiciono sobre él y en respuesta, disparó sus temblorosas manos hacia los pectorales sobre él, ya descubiertos.
Sus palmas ardieron al hacer contacto con esa firme y caliente piel. Era tal como recordaba...
Siseó con la vista nublada y, en consecuencia, las manos del moreno se deslizaron desde su bajo vientre hasta sus pezones. muy suavemente, casi con veneración.
—P-Potter...—Gimió tirando la cabeza hacia atrás.
Harry elevó una ceja sin dejar de respirar agitado ni acariciar la maravillosa piel, el rubio había sonado casi al borde del orgasmo.
—Dime—Se inclinó levemente y acercó su boca al pálido tórax que subía y bajaba, alocado—¿Querías esto?...
Draco estrechó los ojos con el corazón en la boca y se retorció involuntariamente mientras la zona donde ese aliento había chocado, se erizaba al máximo.
No respondió, el aire se había estancado en su tráquea y no se lo permitía.
Solo Potter lograba reducirlo a eso, un amasijo de nervios y excitación.
Acribillado por intensos latigazos de placer, producto de las mimosas caricias, su corazón bombeó en sus orejas.
Tal vez se ha desplazado a mi cabeza, pensó ido.
Estaba hecho un desastre.
Y ni se había quitado toda la ropa.
Una boca caliente se posó en su clavícula y lamió candorosamente.
Fue ahí que perdió el norte y no pudo contener el intenso sonrojo en sus mejillas ni el vergonzoso gritito de placer que se salió de el en ese instante. Estrujó los antebrazos del moreno, buscando librar la poderosa tensión que lo había acometido.
El auror hizo como si nada y paseo sus labios desde la sudorosa clavícula hasta el fino mentón, sin despegarlos en todo momento. Una vez ahí, besó la punta de este, antes de soplar despacio, haciendo que el rubio blanquee los ojos y jadee enfebrecido.
El roce había sido tan amable, casi cariñoso, que ahora Draco tenía unas locas ganas de besarlo.
Intento erguir su cabeza para estamparle su boca, pero una mano tiro de sus cabellos, impidiendo esa acción, haciéndole lloriquear necesitado.
—Quieto—Susurró el moreno, con la boca ahora en su oreja y Draco boqueó frustrado por no poder probarla.
—L-lo tienes creído si crees que puedes mand-Ngh! —La mano del moreno que no jalaba sus cabellos, fue a parar sobre su erección para apresar el evidente bulto.
Una risita grave acaricio sus tímpanos y el puño que lo sujetaba del cabello, finalmente levanto su rostro hasta dejarlo casi chocando narices.
Finalmente se miraron y los ojos verdes le dedicaron una mirada de bestia enjaulada a punto de romper sus barrotes.
—¿Quieres que te prepare o...—Draco serpenteó sus extasiados ojos por la superficie de esa generosa boca. Estaban nariz con nariz y sus largas pestañas casi tocaban su propio parpado—al seco? como esa vez...
Bufó desdeñoso.
—Por una vez sugieres algo brillante.
¿Acaso no era un poquito obvio que se pasaba por la raja si se lo daba dulce o no? Lo quería ya.
El moreno recreo una descarada sonrisa adornada de perfectos y blancos dientes que casi lo hace aullar como perra en celo, se mordió el labio a tiempo.
—Si así lo quieres...
Asintió frenético, luciendo ya un poco impaciente.
Los verde mirada centelleó con burla de una manera que, en normales circunstancias, lo habría ofendido mucho. En cambio, en ese momento, solo lo hizo ceder ante la imperiosa necesidad que lo estaba consumiendo desde que había quedado bajo el.
Apretó los dientes, apresó su cuello con ambos brazos y jaló con todas sus fuerzas, logrando que sus bocas por fin se encuentren.
Sus bocas chocando generaron un sonido sordo y viscoso.
Suspirando de placer por la nariz, Draco no perdió tiempo en asaltar esa fogosa cavidad con su hambrienta lengua.
Mordisqueo suave y preciso, como usualmente le gustaba, haciendo jadear al auror dentro de su boca.
Perdió un latido cuando notó la manera sublime que sus bocas se acoplaban a la danza de lenguas.
Sin abrir los ojos del empeño que le exigía acariciar con su musculo cada superficie interna sin tomar aire, se aferró al firme cuerpo con sus dos piernas mientras el moreno seguía a cuatro sobre la superficie.
El contacto con esos pectorales lo estremeció y ondulo su pelvis desesperado, logrando que sus erecciones se froten bajo la ropa, haciendo al moreno desinflarse más en su cavidad.
Quiso ver su expresión mientras lo besaba, así que abrió ojos vidriosos y dio con el atractivo rostro. El gryffindor tenía las mejillas rojas y cerraba los ojos con fuerza, concentrado.
Una ondulación de caderas especialmente feroz lo presiono contra el colchón, apresando su sexo con mayor intensidad y humedeciendo su ropa peligrosamente.
Despegó su boca, asustado. Había estado a punto de venirse.
Maldita mierda.
—E-es-pera—El moreno tomó su nuca, casi de inmediato.
Lucho por no derretirse.
Estaba a mil con tan poco y casi no tenía aguante para preliminares. Era crucial desnudarse o se iba a venir con solo eso y no quería permitírselo, no con Potter.
El cuerpo era macizo, por lo que empujó con cada gramo de su fuerza.
Harry se apartó aturdido y con la boca latiendo.
Observó encantando la efusividad con que Malfoy jaloneaba su ropa hasta quedar completamente desnudo y se ponía a cuatro, quebrando la espalda, con los albinos cabellos meciéndose traviesos, la cola sugestivamente inclinada en su dirección, y su precioso rostro ladeado, taladrándolo desde su posición con sus sensuales y oscurecidos ojos grises.
Se congeló sobre el colchón con el estómago revuelto, admirado por la deslumbrante vista.
Era lo más maravilloso que había visto en su vida, todo en él era jodidamente cautivante. Desde sus redonditas, suaves y amasables nalgas, esa fina línea que era el acceso a su entrada, hasta su angelical cabecita rubia.
Ahora que lo tenía desnudo, y sin una gota de alcohol en su sistema, estaba seguro que Draco Malfoy era lo más glorioso que había pasado por sus manos hasta ahora.
Abundante saliva se acumuló en su boca y su sexo amenazó con explotar la tela.
—Apreciaría que no malgastes más tiempo—Su sedoso tono surcó el aire, envolviendo sus sentidos—y entres en acción de una vez, Potter.
Bueno, si se lo pedía tan amablemente...¿quién era el para negarse?
Iba a jalonear de esos bonitos y rubios cabellos, por malcriado.
Lo iba a dejar ronco.
Lo iba a taladrar sobre ese cochino colchón...
El aire se espeso de nuevo y el rubio lo siguió en silencio mientras se acercaba con precisos movimientos. Se posiciono con las rodillas a los lados de las fibrosas piernas. Retrocedió un poco para poder brindar debida atención a cierta parte de esa anatomía.
Empujo las nalgas a los lados con sutileza y mojo con su lengua la rugosa abertura, sacando partido a toda esa saliva que tenía acumulada.
El sabor salado encendió sus papilas gustativas, haciéndolo gruñir extasiado. Era malditamente delicioso.
Soltó todo el aire por la nariz y apretó los dedos sobre la blanca carne, sin dejar su ocupada labor de lubricar.
—ohh... ¡J-joder! —rechinó el rubio con voz rota mientras la lengua lo sensibilizaba de golpe—t-tan bueno...
El auror repartió besuqueos y lamidas por aquí y por allá, humedeciendo benévolamente todo al alcance de su lengua, para luego ladear el rostro y mordisquear un poco de la suave piel adyacente.
—M-mételo ahora...
—No he terminado—respondió gravemente Harry sin apartar su nariz de entre las nalgas, quería tomarse su tiempo para descubrir cada pedazo de esa maravillosa abertura.
—N-no importa, s-solo hazlo—Draco quiso matarlo, si no se apuraba se vendría ahí mismo y sin tocarse.
—¿Ahora?
—¡QUE Sí, PEDAZO DE-
—Vale...
Harry se alejó a regañadientes, habría querido morder más esa suave carne y lamer más esa gloriosa abertura...
Se desabrocho el pantalón en su posición, liberando por fin su hombría.
Estaba pegajoso y endurecido a mil.
—¿Querías esto no? —Susurró caliente—Por esto hiciste todo ese numerito...
El rubio torció el cuello para dedicar una mirada despectiva, que no solo le salió más falsa que oro Leprechaun, sino que no provoco el efecto deseado en el gryffindor, quien ya tenía el falo entre sus manos y lo miraba intensamente.
Sus emociones habían tomado control total de sus expresiones y ya no podía engañarlo: Los orbes grises suplicaron mudamente que lo penetre, de una vez por todas...y Harry, se lo pensó unos segundos más, solo por darse el gusto de torturarlo un poquito.
Humedeció sus labios sin dejar de acariciar su orgulloso sexo asomando fuera de la bragueta. La atención de la mirada gris alterno entre su boca y su falo.
Colocó una mano en su espalda baja, que era una quebrada bañada en mucho sudor, y presionó en la ranura. Muy lentamente.
El slytherin tiró la cabeza y gimoteó grave y suplicante.
No tardó en ser complacido.
Harry acarició sus caderas antes de posar las palmas sobre las mismas y empujar con todo su peso sobre la entrada expuesta.
La succión de su miembro se llevó los resquicios de cordura que le quedaban y lo siguiente que supo, fue que estaba taladrando esa deliciosa entrada con un deseo animal que escapa de su comprensión o control.
Era mayor que él.
Emitió un rugido extasiado cuando sintió al rubio empujar su trasero aún más contra él, dándole una sensación de saciedad tan fuerte, que por poco lo hace venirse.
Deslizó ambas manos por el vientre del rubio, y se inclinó hacia adelante, terminando por enlazar los brazos alrededor de la cintura con fuerza. Las estocadas se volvieron aún más placenteras.
Con el rostro contraído de placer, depositó su frente sobre la rubia nuca y bombeó con todas sus fuerzas.
Sus oídos latían ruidosamente, por lo que solo captaba uno que otro gritito excitado.
En algún momento, los brazos de Malfoy cedieron y su cara de estrelló contra el colchón, elevando su cola un poco más y arrancándole de paso, otro gruñido necesitado.
Sin detenerse ni un segundo en la trabajosa tarea de bombear como animal en celo, mordisqueó el cuello expuesto bajo los cabellos y se llevó el sudor de esa zona.
Su sabor, era exquisito…como el hormigueo infernal que trepaba desde la punta de sus dedos hasta su propio sexo.
El ritmo con que el rubio se empalaba en su propio falo se volvió errático y desacompasado.
Estaba a punto, igual que él.
Para ayudarlo, deslizo una mano por su vientre y finalizo colocándola sobre el húmedo pene del Malfoy, donde comenzó a frotar rítmicamente. Bastó dos segundos para que su mano acabe mojada de abundante liquido blanquecino y para que estrellitas de muchos colores lo cieguen de repente.
Apretó la mandíbula, pero fue en vano.
El orgasmo fue una marea fulminante que barrio con ellos, implacable, cegándolos de placer y haciéndolos gemir desde el fondo de sus gargantas.
Harry boqueó con los ojos apretados y el cuerpo bañado en sudor. Finalmente poso sus manos sobre la superficie, intentando volver a tierra.
El orgasmo había sido alucinante y brutal y...
Entreabrió un poco para fisgonear a Malfoy bajo el.
Su cuerpo se agitaba y mantenía la frente aplastada contra el colchón. Aún estrujaba las sabanas con sus pálidas manos y respiraba desbocado mientras el sudor hacia brillar su piel de manera fantasmal.
Se mantuvo quieto mientras el aire y la razón volvían paulatinamente.
Un zumbido proveniente de ese aparatito sobresaliente de una prenda de Malfoy, olvidada por su lado a los pies de la cama, lo hizo pisar tierra.
Movió la cabeza, perezoso y curioso.
La pantallita del celular resplandecía en la parte superior con un mensaje "Amor ¿Puedo llamarte?"
.
.
El muggle.
.
.
Parpadeó volviendo en sí y recayó en la crudeza de lo que acababa de hacer: Malfoy acababa de engañar a alguien, y lo había hecho con él. El había aceptado el juego sin chistar, olvidándose por completo de cualquier daño colateral.
Agachó la cabeza y se retiró despacio, repentinamente contrariado.
—Ehh...—Carraspeó luego de sentarse al borde de la cama con los pies tocando el suelo. Miró al rubio de soslayo, quien seguía boca abajo y ya respiraba con más normalidad. El rostro pálido emergió de repente y lo miro. Tragó saliva—y- yo regresaré a mi habitación-
—¿Ah sí? Entramos perfectamente aquí. —El rubio, aun con las mejillas sonrosadas, se apoyó en un codo y lo encaró directamente.
—Bueno, es solo que—Desvió la vista del pálido rostro y la enfoco en sus rodillas—esto no-
—¿Estas huyendo, Potter?
El slytherin lo miró calculador desde su posición, sin inmutarse en lo más mínimo.
Respiró hondo sin encararlo mientras algo amargo inundaba su paladar.
—Tienes pareja.
—Cierto—Harry viró brusco y lo miró estupefacto. Malfoy se encogió de hombros y, luego de analizar algo fugazmente, viró los ojos—Cortare con el mas tarde.
—¿Q-Que estas…? —El pobre tipo había lucido tan destrozado cuando lo mando a rodar horas atrás, realmente Malfoy sería tan frío de hacer algo así, luego de engañarlo con él—No-no sería correcto.
—Eso lo decido yo, y no era algo serio.
—Lo que acabamos de hacer...—Harry negó, sintiéndose culpable de repente—no debió haber pasado. No-
—Claro—Malfoy se sentó bajo las sabanas. Lo del noviecito era solo una excusa para retractarse—No debió pasar, soy un desterrado y tu un héroe.
—Me refiero a que no debió ser así-no es adecuado-
—Alguien como yo debería haber tocado tu-
—¡DETENTE! —Harry se puso ahora rojo, pero de cólera. No le gustaba ese tonito frio e impersonal. Él no pensaba así, hubiera querido que Draco haya sido tratado justamente por todos, incluído el. Era digno de cualquier cosa a la que quisiera aspirar, él era...—Yo nunca he pensado que tu-
—Lo capto, Potter—Lo cortó.
Se levantó sin pudor y recogió algunas prendas desperdigadas por su lado de la cama, su rostro parecía calcado en frío mármol.
—No necesitas decir más.
Pisó descalzo y se comenzó a vestir.
—Malfoy, no sé lo que estás pensando, pero-...—Harry se levantó y lo cogió del brazo cuando se inclinó por su lado, pero fue despedido de un jalón. Su pecho se encogió—p-pero esto no- ¿Por qué te estas vistiendo?
—Me voy—Malfoy lo miró inexpresivo y termino de encajar su polideportivo.
—No—Negó el auror—Te quedas.
—Y yo dije que me largo.
—No te dejare ir.
—Con una mierda.
—¡Hey! —Harry trató de cogerlo de nuevo, pero el rubio ya vestido y con la boca muy apretada se dirigía a la salida—No te pongas-
—¡No me digas cómo ponerme!
—Estas malentendiendo todo, yo no dije que-
—¡SI LO DIJISTE! —Bramó Malfoy antes de virar hacia el con los ojos brillando, parecía a punto de estallar en lágrimas—Que no deberíamos haber...—Se detuvo, y su garganta subió y bajo rápidamente.
—¡Lo dije porque estas saliendo con alguien! —Harry alzó las manos, pero el mas pálido retrocedió—Y lo que hicimos, a él-lo hemos dañado...
Draco se mordió la lengua y trató de controlarse. Genial, a eso se reducía la experiencia más maravillosa que había tenido en toda su puta y corta vida: Una equivocación.
Bien, entonces si no lo había dicho por ser un desterrado, si no había sido por eso, entonces...
—Si no estuviera con el—Se acercó a él sin dejar de martillearlo a los ojos —¿Saldrías conmigo?
Sus rostros quedaron a un palmo y Harry abrió sus ojos al máximo.
Blinqueó turbado, su lengua hecha un nudo bajo su paladar.
Sus engranajes reiniciaron bruscamente, al igual que los latidos de su corazón.
No negaría que el rubio tenía la capacidad de derretir su cerebro y activar su polla de manera asombrosamente fácil. Su perspectiva con respecto a él, había cambiado radicalmente y el sexo era fabuloso, no...era más que eso.
Pero, solo habían follado como animales dos veces y...
—Entiendo…—Potter había palidecido en su sitio, eso era un NO rotundo—Olvídalo.
Draco retrocedió en silencio con su mejor mascara inescrutable puesta, no lloraría frente a él.
Había estado tan malditamente feliz de haberlo hecho de nuevo, con él, ambos cuerdos, ambos deseándolo, ambos llegando al clímax a la misma vez.
Pero al parecer, no estaba en su naturaleza pasar de eso, un polvo fenomenal.
Eso le pasaba por hacerse ilusiones, y tampoco es que haya podido evitarlo: Lo deseaba demasiado. Y ese deseo era mucho más que él, lo llevaba actuar en contra de su lógica y dignidad. Cuando se trataba de Potter, acababa pisando huevos, flotando entre nubes y persiguiendo abejorros voladores.
Acababa siendo un estúpido de mierda.
Incluso acababa de proponerse, se había puesto en bandeja de plata.
Para esto...
—¿Por qué? —El gryffindor sonó muy débil—¿P-por qué lo preguntas de repente?
Draco contuvo el aire, el también se sentía muy débil.
—Te gustan los hombres y a mí, los morenos—Arrastró las silabas y torció una mueca vacía—No le des tantas vueltas.
—E-entiendo—No entendía nada, pero tampoco sería prudente responder a eso en ese instante que Malfoy parecía a punto de esfumarse—¿P-podemos conversarlo en unas horas?
Draco bufó.
En unas horas cavaria un hueco en el patio de Blaise y se enterraría vivo en él.
—Por Morgana, que lo olvides.
—Ahora no es el mejor momento para conversar sobre esto, necesitas- necesitamos descansar apropiadamente.
—Siempre y cuando me dejes salir de aquí.
Harry suspiró y movió su muñeca.
La puerta se abrió con un chirrido y el rubio paso por su lado como un rayo platinado.
Nada perezoso, lo siguió hasta el rellano de la escalera y, cuando vio que se dispuso a bajar los escalones, lo agarró del antebrazo con rudeza e intenciones de arrastrarlo hasta la otra puerta del pasillo.
—¡SUÉLTAME!¡PUTO LAMECULOS DEL MINISTERIO! —Draco forcejeó furioso mientras el auror lo ignoraba y avanzaba hacia su propia habitación.
Eso era una cagada, tan solo quería desaparecer de ahí, quería huir dignamente, pero al parecer ni eso podría, porque su agarre era de fierro y...¿Acaso pensaba arrastrarlo hasta...?
—¡SUÉLTAME MALDICIÓN!
—No dormirás en esa cama, está hecha un desastre.
—¡POTTER! —Rugió cuando lo hizo entrar a empujones y cerró la puerta tras los dos.
Se congeló un segundo mientras el aire del ambiente invadía sus pulmones.
Era una cálida, y mucho más amplia, habitación de paredes beige.
Y todo olía al gryffindor, olía delicioso.
El nudo en su garganta se hizo presente, pero no tuvo tiempo de hacer drama porque sintió una puntiaguda presión en su nuca.
—Había olvidado lo cabezota que puedes llegar a ser—Harry acarició esa nuca rubia con la punta de su varita—Vas a meter a esa cama ahora o te desmayaré, y lo digo en serio.
Draco tragó en silencio, el cuerpo del auror, aún muy cerca y firme tras él.
—Vamos...también me siento cansado—Susurró el moreno en su oreja.
Resignado, Draco avanzó hacia la cama y se metió con movimientos mecánicos. Se hizo un ovillo en el lado pegado a la pared, dándole la espalda al mundo.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
¡Cochino trabajo, nos vemos pronto! xdd
