CAPITULO XXIX:

Antes que nada, quisiera agradecer los comentarios que he estado recibiendo al interno todo este tiempo que he estado fuera del ruedo. Me entusiasmaron por terminar de corregir este capítulo escrito en 2023.

Ha habido algunos cambios significativos en mi vida y eso ha impedido terminar de redactar todo lo que tengo planeado. Sin embargo, ya todo se ha calmado bastante, así que volveré a publicar regularmente.

Hay algunas cosas que quiero aclarar sobre esta historia antes de proseguir:

Primero, es normal que la interacción entre ambos será extraña, y a ratos, impersonal. No se supone que sean personas sanas emocional y psicológicamente hablando. Ambos son incompatibles por naturaleza y han sufrido mucho a su manera. Tienen heridas que les impide sanar o actuar como la gente normal.

Segundo: Esto es un slowburn, ese es el ritmo que escogí y no me arrepiento. Si alguien espera que en dos capitulo estos hombres se profesen amor y vivan felices para siempre, sugiero que pare aquí. Probablemente no sea lo que anda buscando.

Finalmente, la foto de portada la hice yo, no puedo subirla en alta calidad porque la página no lo permite. Espero que les haya gustado.

Sin más, espero les guste lo que viene.

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A diferencia del cuerpo de operaciones, Kingsley, Robards y el Departamento de Misterios en conjunto con el de Análisis, Investigación e Incautación de sustancias potencialmente peligrosas para el mago, permanecerían en el Eiger hasta finiquitar el último detalle: Debian saquear la base y desmantelar los contenedores mágicos en tiempo récord.

Su varita vibró.

—"No hay rastro de mis muchachos..."

— ¿Son tres?

—"Collin Creevey, Roger Davenport y Dimitri Zaroubine"

—Tienes hasta las siete.

—"Igual acabaremos antes"

Tenía que formalizar bajas y notificar a tres familias destrozadas antes de una reunión en cuatro horas.

—Gracias, Robards—Kingsley paso unos dedos por su cabello, suspirando. No tenía respiro, su agenda reventaba.

Su varita vibro de nuevo: Las protecciones del Ministerio habían sido restauradas por completo.

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Blaise estaba teniendo un ataque de ansiedad.

Eran las cuatro de la mañana y todo estaba desierto. Sus protecciones caídas, las luces prendidas, y la cama de Draco vacía.

Parpadeó mirando doble, frunciendo el ceño a la nada y masajeando su cabeza.

Le subió una arcada.

"no otra vez..."

No debió tomar tanto...

Poco antes de abandonar el local (y luego de cogerse a una tipa en el baño) sus tendones oculares habían comenzado a latir incómodamente y ahora las líneas que dibujaban las pareces y el suelo se atravesaban entre sí bailando, causándole escalofríos y un desagradable mareo.

Se adentro en el cuarto de Draco tambaleante.

—Entiendo—gimió por lo bajo, mientras un calambre azotaba parte baja de su nuca—Ya entiendo...

No había que escarbar tanto, solo había una persona capaz de zurrarse en su propiedad.

Soltó una risa rasposa al imaginar al auror rabioso, sujetando su mano chorreante de pus, buscándolo para torcerle el cuello.

Que se sirva.

Lo tenía merecido por meterse con él.

No pudo carcajear a placer, porque una tos casi lo ahoga.

Si le preguntan…que poco aguante. Había sido una canallada de poca monta, una pequeña broma, nada más. No carta blanca para ejercer abuso de autoridad.

Si no se hubiera llevado a Draco, habría considerado que estaban a mano. Pero esto no lo iba a dejar pasar...

Le acababa de dar motivos para solicitar acciones disciplinarias contra él (no que lo hubiera deseado desde el inicio) y no iba a dudar en tomar ventaja. Pero venganza aparte, si lo analizaba, su pendejada también le había regalado una excusa de ver a Draco, y raptarlo.

—Seré gilipollas...

Una lechuza picoteó la ventana. Le pareció familiar ese tono de plumaje y color de ojos. Venia del Ministerio.

No solían mandarle nada a esas horas de la madrugada, así que se acercó extrañado dando tumbos. Maldiciendo y trastabillando con la nada. Muy alcoholizado.

Deslizó el vidrio para tomar la nota y luego lo cerró, casi atrapando el pico de la lechuza. Un chillido indignado resonó, pero lo ignoro y desdobló el pergamino lo menos torpemente posible:

"Notificación oficial para -Señor (a)-Zabini, Blaise.

El Departamento Legal del Ministerio de Magia desea que esta notificación lo encuentre bien de salud, en cumplimiento de nuestras funciones se le informa lo siguiente:

Como representante de Draco Lucius Malfoy, a la fecha individuo desterrado y ex- mortífago del difunto mago tenebroso Lord Voldemort..."

—Malparidos—masculló molesto.

Esos formalismos eran la hipocresía en su expresión más pura, una vana excusa para restregar en su cara la lamentable condición de Draco...

Odiaba a todos y cada uno de esos estirados.

"...se requiere su asistencia en la sesión de Apelación solicitada por la cabeza de Departamento de Aurores Kingsley Shacklebolt -Sugerimos verificar fecha y hora en reverso- , la misma que ha sido establecida con carácter de urgencia..."

Bizqueó sonriendo.

Así que Potty cumpliría con el acuerdo.

Perfecto.

"...ya que consideramos que su colaboración con el cuerpo de operaciones durante la captura y aprehensión de la criatura "Hoffman" (sin rostro) y su cómplice de nacionalidad suiza Thomas Müller (licántropo) esta madrugada, evidencia su afán por reinsertarse en nuestra comunidad mágica..."

Nada tenía sentido. Había dejado a su amigo perfectamente en su habitación.

¿Un sin rostro y licántropo?

A su amigo le espantaba siquiera decir Greyback. No podían acercarlo a esas criaturas en lo que le quedaba de vida.

Aparto la nota, lívido.

¿Qué lo habían hecho hacer? ¿Dónde estaba Draco?

No podía quedarse, tenía que encontrarlo y asegurarse que estaba emocional y físicamente de una pieza.

Se desplazó hacia las escaleras y un chorro de líquido amargo se disparó desde su tráquea.

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Dos hombres se materializaron en medio de una habitación con un sonoro "pop". De inmediato, el sepulcral silencio de la madrugada les cayó encima.

— Al fin se acabó...—Exhaló Draco parpadeando con esfuerzo.

Luego de abandonar el Eiger, su euforia se había ido desmoronado paulatinamente, y a ese punto el cansancio lo tenía un poco embotado.

—Es mi frase favorita desde que inicie esta profesión...

Posó su cansada vista en la silueta contigua. El brusco cambio de iluminación lo había dejado casi ciego.

—Eso no ponen los titulares—sonrió aun, resguardado por la oscuridad.

—Claro que no—una risa fresca—son amarillistas. No tienen idea de mi itinerario, ni que todo lo que deseo siempre es acabar lo más pronto posible.

—Si lo dices...—cedió incrédulo, pero sin energías para debatir sobre el trabajo de la prensa.

—Muy en serio—Sonrió el moreno entornando la vista sobre el llamativo cabello de Malfoy que sobrepasaba la penumbra—Tengo calzado adecuado para una ducha, dame un segundo.

—Eso suena genial—acepto la idea—y cualquier cosa que tengas está bien.

Mientras el moreno se apartaba, recorrió la estancia con la esperanza de adaptarse a las débiles sombras.

Todo gritaba apacibilidad.

El silencio de ultratumba, la agradable temperatura, la cama grande, cómoda y destendida.

El suave aroma neutral.

¿De verdad había entrado y salido del país esa madrugada?

—No sabía que leías el profeta.

Su cabeza comenzó a pesar, así que decidió volver al auror inclinado sobre un mueble.

—Blaise me comparte algunas revistas desde hace un tiempo—se encogió de hombros—Hasta yo he podido acceder a una que otra exclusiva sobre ti.

No fue siempre así.

Lo último que el italiano había querido durante los inicios de Potter como auror, era tenerlo al día sobre su vida. Por casualidad, eso había coincidido con la época mala de Draco donde se encubaba de alcohol y le vomitaba encima lloriqueando.

Blaise de verdad se había esmerado en esconder sus suscripciones ni bien arribaban, pero eso no pudo con su morbo, que creció en paralelo con sus esfuerzos por esconderlas, y en consecuencia acabo volteando la casa entera a sus espaldas con tal de obtener una primicia o foto de portada.

Había encontrado todo y desaparecido algunos recortes, provocando que Blaise finalmente se rindiera y los ponga en su mano para que los lea primero, suspirando.

—Te ponen en primera plana, eres un "apasionado con brotes de demencia" debido a tu afición por causar estragos...—Recuerda haber leído también sobonerías como "no hay auror más encantador y brillante en la actualidad ", "el numero uno de Corazón de Bruja", "nuestro favorito de la farándula", "el gran héroe nacional", o "El salvador del Mundo Mágico".

Pero estaba de más decirlo.

—No hay cuando paren con eso—resoplo su interlocutor con el rostro caliente.

Si no lo habían hecho cuando era crio, no creía que fuera a suceder pronto. El rey de los titulares siempre había sido y seguiría siendo su acompañante en esa habitación.

No se cansaban de ponerlo en los encabezados, ni de comprar sus exclusivas

—…bueno—continuo de largo—tampoco sorprende. Cada año en Hogwarts te las arreglabas para exponerte. Argumentan que el conjunto de esas experiencias y tu necesidad enfermiza por llamar la atención fueron suficiente estímulo para trastornarte—definitivamente también pusieron eso en algún lado.

—No sé qué es más increíble, sus cuentos o la gente que los cree. No hago ascos a unas buenas luchas y sus victorias—agregó—o derrotas. Pero eso no les da la razón.

—Si fuera tu—Analizó la figura desgarbada, pensando que, si estuviera en sus zapatos, si tuviera toda esa fama—me habría hecho ver al menos una vez, porque...—ni muerto elegiría un trabajo que lo prive de su cómoda cama por más de un día, ni que decir semanas—...saltar de edificios sin escoba, dejarte secuestrar o volar un local a mitad de un trio-

—Eso nunca paso—grazno Harry indignado, incorporándose—El trio—Aclaro cuando el otro alzo su platinada ceja. Era tan clara que podía definir su forma exacta a pesar de la penumbra. Por otro lado...

"Una que otra exclusiva" sus pelotas. Mas parecía que el rubio no había perdido un titular que lo mencione.

—…bien, dejemos ese detalle. Por lo demás—lo señalo con su estilizado dedo, cayendo en que al final sí iban a debatir el trabajo de la prensa—desayunas, almuerzas, y por lo visto, cenas batidas ¿no tuviste suficiente con...V-Voldemort? —realmente...—¿por qué escogiste ser auror?

Harry paso saliva, momentáneamente sin palabras.

¿Por qué era auror?

No lo había escogido por las oportunidades que batirse a duelo. Para nada.

Existía una respuesta a ese cuestionamiento, que ni Ron ni Hermione (cercanos en aquel tiempo) conocían. Prefería comérsela a declarar que había huido.

Luego de la guerra, su mente se había convertido en un atoradero de negatividad; sus pesadillas diarias en su tortura personal, y su ánimo tan amigable como una lija en un repelente al verdadero significado de la palabra socializar.

Lo vivido, en especial las pérdidas sufridas, lo habían dejado hecho un desastre emocional. En soledad o compañía, su espíritu no había encontrado un gramo de paz.

A pesar que sus amigos lo invitaron a vivir juntos varias veces, el termino evadiéndolos y desapareciendo a sus espaldas. Su yo adolescente se había sentido tan roto, que aún con toda la calidez que ellos pudieran brindar, se habría congelado hasta los huesos. No había querido que lo vean así.

No había querido que el mundo lo vea.

Tomo el internamiento aislado, desapareció tres años, y al debutar, sus prácticas y rastreos se comieron casi todos sus valiosos fines de semana por lo que termino faltando a tardes de té, celebraciones de cumpleaños, o lo que saliera.

Con el tiempo pensó que igual y nadie lo extrañaba tanto: Ron había pasado a ser un hombre de negocios que se reportaba mayormente vía lechuza cada que podía, y cuando se veían (de vez en cuando), nunca abordaban temas complicados. Lo banal era lo suyo.

Hermione se había vuelto extremadamente cautelosa cuando de abordarlo se trataba. Sonreía compasivamente, lo miraba con cautela, evitaba ahondar en su vida privada y nunca, pero nunca, lo presionaba para un encuentro. Casi como si creyera que, de insistir, desaparecería otros tres años.

Frunció el ceño tratando de identificar el momento en que reflexiono sobre su elección por más de cinco minutos, incluso ya siendo auror hecho y derecho.

Buscando el instante en que cayó enamorado de la idea de pasar el resto de su vida arriesgando el pescuezo sin tiempo para desarrollar una afición o relación estable.

No lo halló.

Aunque ¿de que servía analizarlo a esas alturas? Era un tema complicado que no merecía la pena ahondar.

Ya podía el, y quien le interese, despreocuparse. Cumplía sus funciones a cabalidad y la paga era buena. Además, las misiones despejaban su mente, lo desconectaban de pensamientos viciosos sobre sí mismo y los reemplazaban por poderosa y embriagante adrenalina.

—Solo...—Llevaba varios años en eso, si podía soportar el día a día haciendolo...—ocurrió—daba igual.

A ver si lo mataban de una vez.

—No tiene que haber una razón de fondo—Carraspeo— ¿o sí?

—Eh, si—musito Draco desconcertado por la vacilación de su tardía respuesta, pero, sobre todo, por el significado de la misma—una como mínimo—Le habían inculcado de niño a fijarse una meta y abrirse paso hacia ella con seguridad. Ser el heredero perfecto había sido la suya cuando aún todo era normal, y la seguiría siendo si no se hubiera convertido en un paria desterrado de la sociedad. Ahora no podía permitirse siquiera la dignidad de portar varita—Yo estoy desterrado y obligado a vivir entre muggles. Tu no, así que entenderás si me dejo convencer un poco por toda esa "prensa amarillista".

Algo en la forma que lo dijo, hizo a Harry reflexionar su propia posición. Kerry y Neville habían comentado algo parecido antes.

Aun con todo…

Suspiró volviendo a su tarea.

— Dañar mi imagen para obtener ventas, eso todo lo que hacen.

—Tampoco es que tu rabo enloquecido colabore—ignoro el resoplido inconforme—Si fuera periodista y notara lo tronado que estas, no dudaría en exponer tus desequilibrios mentales. De los cuales puedo relatar… ¿te has detenido un segundo en analizar cómo vuelas? casi vomito mi estómago y todo su contenido.

—No ibas a caer, nos había asegurado con un hechizo.

—¿Por eso nos pusiste de cabeza? —elevó la voz, indignado.

—Tienes un punto—despeino su melena fugazmente antes de detener su tarea y voltear hacia el rubio—Lo siento, solo...no quería que nos alcancen mientras buscaba a Collin.

—Ya que—relajo el tono.

Casi había olvidado que esa misma madrugada Creevey había pasado a mejor vida.

Mejor alejarse de esa línea.

Realmente no deseaba traer a colación sus camaradas muertos, o los charcos de sangre que se impregnaron en su retina, porque...joder, no cabía duda que esos desdichados habían mancado bajo sus narices.

—Lo pasare esta vez—Carcomió la superficie oscura que era el rostro del moreno sin poder descifrar su expresión.

Potter no pudo cerrar los ojos como él, ya que lideraba el vuelo. Probablemente los vio caer y ser devorados...

—Igual no sucederá de nuevo—no supo si aliviarse o preocuparse que el moreno suene firme, casi casual, mientras retornaba su tarea—Cerramos el archivo esta semana.

No sabría nunca la expresión que había puesto, ahora solo veía su nuca.

—Retomamos en dos días y lo más probable es que reciba un aviso mañana…gracias a ti.

—De nada—Sonrió engreído y demasiado cansado como para seguir manteniéndose sobre sus pies.

Retrocedió hasta el borde de la cama y se sentó.

—Luego de esto…—tiro la cabeza hacia atrás, aletargado y preguntándose si Potter tenía al momento otro objetivo aparte de Hoffman, pero lo había omitido a propósito por no causarle molestias, o simple desidia.

La verdad, y por más que signifique ayudar a quienes lo pisotearon, no le molestaría en lo más mínimo violar mentalmente a más de sus desdichados si eso implicaba que le agradezca en ese tono de nuevo. Varias veces de preferencia.

—…cuando cumpla mi parte y todo acabe ¿Qué harás?

—Otro caso de Alta Prioridad.

Se meció hacia adelante.

—¿Solo tienen de esos?

Harry dejo escapar una risa antes de finalmente enderezarse sujetando unas sayonaras de jebe color marrón.

—Para mi equipo, al menos—giro sobre sus pies.

El rubio que lo observaba fijo desde su cómoda posición le fruncia el ceño. Al parecer ya se había adaptado a la penumbra.

—Solo yo me encargo de ellos—aclaró.

—¿Por qué?

—No he preguntado—Se encogió de hombros. Desde su debut había sido así.

—¿Hay otra clasificación sobre esa?

—No ¿Por-

—Eso me pregunto—Lo atajo. Si Potter andaba de perlas con esa situación, definitivamente no tenía un problemilla. Si no varios—Es lo más jodido que podrían asignar y te lo arriban por completo. Son casi cincuenta en el cuerpo ¿Dónde está la equidad? —Que él también los tuviera no quitaba el hecho.

—Es todo lo que siempre he hecho—sonrió ofreciendo el calzado—Antideslizante, talla uhm...—vaciló—espero te quede.

—No cambies de tema—extendió el brazo—cuando te reincorpores en dos días- espera—pidió abriendo los ojos con horror—… ¿Hay algo menos feo?

Harry se acuclillo frente a él, ahora sonriendo con todos los dientes y quedando a palmos de su nariz, encontrando la queja demasiado graciosa.

Y su espanto, algo tierno.

—Dijiste que cualquier cosa estaría bien, y no esquivo el tema—su cabello no era lo único que resplandeciente, su piel sobrepasaba la penumbra de forma etérea—Es solo que no encuentro sentido en cuestionar sus motivos. Además, creo que se me da mejor que el resto—recorrió la palidez hasta chocar con dos pozos plomos, y luego los abandono para serpentear hasta la boca semiabierta—Color rojo, agua caliente—Se quedo ahí— Azul, agua fría.

Draco parpadeo con el estómago apretado.

—Entiendo—tragó y las esmeraldas descendieron a su garganta.

Potter comenzaba a ponerlo nervioso con ese juego.

Una cosa era manejar sus flirteos en campo abierto, entre comentarios socarrones, charlas triviales, rodeado de aurores cachacientos o frente al decrepito burlón que tenía por jefe; y otra muy distinta, hacerlo a solas, atrapados en ese intimo ambiente, casi respirándose el uno sobre el otro.

—¿Alguna toalla que te sobre? —despidió débilmente.

Ya había notado la revolución que su cercanía despertaba en Potter antes de la cacería.

Su presencia lo seducía, escaldaba sus sentidos al punto de hacerlo temblar de deseo, como en ese instante.

Era tan expresivo que sus emociones se desbordaban con cero disimulo, y gracias a eso, todo el escuadrón de aurores estaba muy al tanto que "algo" estaba ocurriendo ahí.

—Te la alcanzo cuando acabes.

Su espacio personal no fue devuelto, y eso lo petrificó porque lo ubicaba en una situación determinante, mas especifico, en una encrucijada. Ya que a él le pasaba lo mismo que Potter, solo que también...un poco diferente.

Cada gesto suyo lo ilusionaba sobremanera, lo empujaba de a pocos hacia el sinuoso camino cuesta arriba que era la incertidumbre de saberse correspondido.

Desde una posición puramente objetiva, calentarlo no era particularmente un triunfo o punto a favor.

Para nada.

Potter deseaba follarlo porque el sexo era casual, fácil, sin compromisos. Sabía que el orgasmo sería enfermizamente explosivo y quería repetir ese éxtasis cuantas veces pudiera.

Lo deseaba como un niño a una sabrosa barra de chocolate.

Nada más.

Draco no lo ponía de cabeza al punto de ser incapaz de sentir algo parecido por otra persona. Estaba seguro que podían gustarle varias personas, y él, ser una de ellas.

Que se vengan juntos lo retorcía de placer, mas no lo hacía desear permanecer junto a su cuerpo hasta que el tiempo deje de correr, o su misma existencia se quiebre y desaparezca. No significaba que lo tenga arrastrándose tras sus huesos, o pensando que, si no era con Draco, mejor "nadie". Como él.

No.

Estaba seguro, y esa certeza lo anclaba en su sitio.

Conocía el sabor amargo de la derrota.

Carajo, lo aterraba.

Era gay desde la médula, quería dar un paso más allá, monopolizar ese hombre de cabellos rebeldes y salvajes…pero el moreno era otra historia.

No sabía con que saldría.

Si follaban y follaban y…no pasaban de eso en ningún futuro cercano, o lejano, porque "no tenía que haber una razón de fondo ¿o sí?" …entonces ¿Qué sería de él?

Si se entregaba entero, y perdía... ¿Qué se supone que debería hacer?

¿Qué haría el día que se canse de juguetear con su cuerpo? ¿O que una mañana despierte extrañando un par de esponjosos senos en vez una polla...concluyendo que, después de todo, ya no le parecía tan alucinante acostarse con él? ¿Que preferiría una mujer para algo serio?

El, Draco Lucius Malfoy, no podría resistirlo en vida, acabaría destrozado. No podría levantarse de nuevo.

¿Realmente había sido buena idea ceder varias veces? ¿No habría sido, tal vez, un reverendo...suicidio?

¿No era más seguro no aspirar alto, no ilusionarse y definitivamente, no confundir señales?

Había muchos motivos para vacilar, en especial, ser consciente que su participación en esa redada había sido una mera variable no prevista. Si hubieran partido sin él, Potter habría vuelto del codo con Killi.

Total...ya habían estado juntos desde antes que irrumpan donde Blaise, compartiendo ducha o lo que sea.

Como si fuera natural, lo usual entre ambos.

Parpadeo errático de recordar ese pequeño detalle relegado en una oscura esquina de su mente.

¿La gracia de Blaise había interrumpido algo?

Mierda.

No quería saberlo.

Si no paraba con esas líneas, si no hacia algo...

—Potter...—Se levanto de la cama más brusco de lo deseado. El otro lo imito más despacio y sin ceder espacio—Agradezco el gesto—Despego los ojos de los contrarios donde la voracidad sexual era casi palpable—de traerme hasta aquí—hizo un ademan con su mano ocupada, señalando la pared tras el moreno—y querer atenderme, de veras lo hago, pero estoy sucio y me caigo a pedazos, necesito que me guíes a tu maravillosa ducha con urgencia.

Había quebrado la tensión.

Enfrentó los pozos verdes de nuevo mientras el silencio era asaltado solo por una respiración arrítmica. SU respiración.

Potter parecía dorar alguna línea mientras lo perforaba, pero solo fue un instante. Supuso que, lo que sea que concluyo, tenía que ver con ambos tomando un ansiado descanso, ya que el deseo en sus ojos titilo débilmente hasta apagarse.

—Por aquí—respondió asintiendo con suavidad, antes de girar y avanzar hacia una discreta mampara en la pared lateral.

Draco lo siguió en silencio, recobrando aliento.

—Llámame cuando estés listo—el moreno corrió el vidrio que daba acceso y se apartó, sonriendo.

Como si no pasara nada, como si no hubieran tenido un momento.

Bien.

Podía manejar eso, una sonrisa inintencionada.

—Gracias, lo haré—respondió deslizándose dentro evasivamente.

El vidrio se cerró a su espalda y al instante, luces incandescentes alumbraron la estancia. Lozas chillantes, otra puerta corrediza de vidrio y del otro lado, un grifo anexado a una manguera de mano. El lugar era lindo y espacioso.

Se coloco el calzado y tiro sus prendas en el proceso, deslizándose dentro.

Presiono el botón rojo.

—¡Merlín…! —Gimió tembloroso cuando el delicioso chorro de agua caliente humedeció su piel.

Tomó espuma jabonosa del dispensador y se la aplicó frotando. Inclino la cabeza sin dejar de mirar sus pies en las sayonaras de jebe, comprendiendo finalmente por qué Potter nunca olía a otra cosa que no sea piel.

Siguió moviéndose mecánicamente, sin apartar la vista del agua escurriéndose por la rendija, ignorando la voz en su cabeza que susurraba cobarde sin cesar.

Lo era.

Y había hecho bien en huir.

Para su desgracia, la polaridad existía en ese mundo.

Todo comienzo se dirigía a un irrevocable final, por más insatisfecho que sea. De igual forma, cada subida tenía una bajada, y la gravedad crecía proporcionalmente al tramo ascendido. Y eso era un grave problema, porque el llevaba un trecho y no quería caer.

No creía que otras personas lo entiendan, tal vez, solo Blaise. Pero él siempre había sido así.

Huidizo ante encrucijadas y esquivo por naturaleza. Actuar acorde a su naturaleza le estaba ahorrando un dolor que aún no había llegado y que, con seguridad, le esperaba más adelante si desafiaba su suerte.

Levanto la vista bajo sus mechones mojados y la poso en su mano sobre la loza.

Temblaba.

Así de intenso era su miedo, el mismo que aseguraba su entereza impidiéndole asomar de su zona de confort.

Bueno, no pasaba nada.

Solo había dado la espalda a un escenario delusional y actuado un poco más como el mismo.

Era todo.

Se había elegido primero y nadie debía señalarlo.

Ahora estaba en su lugar seguro, y lo seguiría estando si evitaba trastabillar de nuevo.

Como durante la misión, que acabo inflado de gusto cual pavo real luego de ser elogiado y totalmente absorbido por ese ambiente de camaradería.

Tal vez, de alguna manera, se había encontrado a si mismo añorado un poco lo que se sentía interactuar naturalmente con otros magos que no sean Blaise o Theo, y esa experiencia había sido lo más cercano a esa normalidad perdida de lo que jamás había estado en mucho tiempo. A fin de cuentas, desde que era adolescente no había experimentado algo así.

Supuso que, muy en el fondo, lo había anhelado y al final no pudo evitar dejarse llevar. Había sido genial, fue bueno, pero toda ilusión había sido creada para ser rota.

Y él era experto en la materia.

No había querido complacer a los perros del Ministerio con la explotación de sus habilidades, sino ayudar y deslumbrar a Potter. Arrodillarlo ante su valía.

No se había acercado a ninguna esas personas, no era parte de un "equipo". Era un desterrado y cuando amanezca en pocas horas, lo seguiría siendo. Pertenecía a cualquier lugar menos a su mundo.

El escuadrón no se había fiado de él. Había confiado en la palabra de su héroe nacional, y obviamente, su jefe al mando, Robards.

Aquel salto de aparición con Potter no había sido exactamente eso, sino una patada a la realidad.

Su realidad.

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Afuera, al borde de la cama y estrujando sus sabanas revueltas, Harry se reprendía mentalmente por su impulsividad de minutos atrás. Había estado peligrosamente cerca de ceder al deseo animal y.…él no era así.

No era abusivo o desconsiderado. No solía excitarse con su pareja si estaba cansada, menos presionarla.

Tampoco le pasaba en lugares o momento inadecuados. Luego de una redada, a vista y paciencia de sus compañeros o dentro del mismo Ministerio.

Menos recordaba ser fan de desarrollar lo que el internamente etiquetaba como escenitas, ni pendejadas parecidas. Mas bien era la víctima en esos casos.

El, cayendo en algunas de esas situaciones era impensable, pero antes de cruzarse con el rubio porque ya había batido récord con todas.

¿Era así como iba a sentirse y actuar de ahora en adelante al tenerlo cerca? ¿Iba a pasar a pensar con su polla?

Trato de reprimir el recuerdo de su exabrupto con Ryan mientras se frotaba el rostro con ambas manos, avergonzado y preocupado en mayúsculas porque caía en cuenta que su descontrol relataba desde mucho antes.

Y no había sido cosa de un parpadeo. No había despertado un día con ganas de mandar todo a la mierda y desnudar a Malfoy cada cinco minutos.

Su pobre manejo de impulsos había sido un proceso paulatino al que no le había tomado debida seriedad, y a juzgar por la fría mirada que le había largado rubio antes de escabullirse, era algo a lo que tendría que poner seria atención.

Era totalmente entendible que lo mande a tomar por culo cuando acababa de vivir algo difícil de digerir. Amanecería en unas horas, y no tenía un cambio adecuado para acostarse. Se caía de sueño, en fin ¿A quién le gustaría que un tipo se le tire encima cuando lo que más urgía era descansar?

El que estaba acostumbrado a abandonar su cálido lecho para entregarse a la acción y desaprovechar las horas nocturnas restantes con la finalidad de descargar estrés luego de una redada, era el, no Malfoy.

Se había excedido.

Había bastado una sonrisa suya para pasar a actuar como lunático, brindándole atención enconosamente y acaparándolo a su lado durante toda la operación.

De repente se sintió incomodo en cada ocasión, pero en pos de cumplir su parte limpiamente, se contuvo de armar una escena frente a todos.

Luego de esa pausa, cuando tengan que retornar a las instalaciones, lo primero que les caería encima serían las pullas de sus compañeros. En especial Robards.

No quería ni imaginar la presión a la estarían expuestos luego de su comportamiento.

—Seré imbécil...—mascullo frustrado.

Malfoy tenía suficiente con lo que lidiar, se había ganado con eso en los ascensores. No debía, ni quería, exponerlo a más situaciones desagradables.

¿En qué carajos había estado pensando?

Tal vez, lo que ponían en las revistas sobre él no estaba lejos de la realidad. De repente si estaba fuera de sus cabales.

¿Al final si tendría que hacerse ver?

—¿Potter?

Se levanto tragando saliva.

—¿tienes la toalla?

Aun podía redimirse.

—¡Voy!

Invitaría a Malfoy a la habitación contigua haciendo gala del caballero y excelente anfitrión que realmente era.

Sip, podía partir de ahí.

Se acerco a la mampara con un cambio de ropa y una mullida toalla amarillo pastel.

—Es lo más neutro que encontré—informo mientras el vidrio corredizo cedía unos centímetros y una pálida mano se colaba desde el otro lado—No bolsillos, talla estándar y tela de algodón térmico.

—Justo lo que quería—recibió en respuesta luego que una mano desapareciera con los bultos desde el otro lado—buen servicio, Potter.

El vidrio se cerró.

—De nada...—Una sombra esbelta extendía lo que el supuso era la toalla y la deslizaba por su cabeza—Me alegro.

Mejor dejar de fisgonear tras el vidrio, donde su sombra era claramente visible. No quería ponerlo más incómodo de lo que seguramente estaba.

Se dirigió a su cama con reticencia.

Estaba hecha un desastre.

Con desidia, cambio la frazada y coloco otras almohadas, luego arrimo las telas que había aventado al suelo con su pie. Podía encargarse luego de su propio lecho. La comodidad del rubio era su prioridad.

Estaba abriendo el closet para sacar un edredón cuando Malfoy salió del baño vistiendo su ropa.

A excepción de los tobillos del pantalón, que eran una nada más cortos de lo que deberían, todo le quedaba muy bien.

—Compartimos la talla—comento sonriendo luego de recorrerlo y, en especial, analizar su expresión.

Al parecer el baño le había sentado de maravilla, porque un gesto burlón se dibujó bajo los mechones rebeldes.

—No lo hacemos, soy más alto que tu—Se pavoneó.

Se mordió la lengua antes de responder que esos centímetros faltantes le sobraban en otra parte de su anatomía.

Control.

A-u-t-o-c-o-n-t-r-o-l.

—Bien por ti—concedió ensanchando la sonrisa—Dame eso, lo pondré a lavar.

Se aproximo y se detuvo a prudente distancia. Ni que pudiera dar otro paso, el brazo completamente estirado de Malfoy le impedía.

—Detergente ecológico y nada de suavizantes.

El tono lacónico, la inexpresividad y el bulto de telas como barrera, indicaban que quería conservar su espacio.

—No puede ser menos, luego de todo lo que hiciste esta noche—tomo lo ofrecido, notando que las comisuras contrarias se elevaban imperceptiblemente—Debes estar exhausto.

—No sabes cuánto.

Dejo el bulto a sus pies y saco un edredón limpio del closet.

—Entonces sígueme.

Se encamino al pasillo y se detuvo ante la puerta contigua.

Estaba abierta.

Vaciló.

Ahora que caía en cuenta, Kerry había estado ocupando esa cama, y apostaba a que no tuvo tiempo de tocar o acomodar nada antes de acompañarlo al hospital.

No podía quedarse ahí por la eternidad, así que empujo de la manija, suplicando para sí que no haya dejado nada que pudiera malinterpretarse.

—Cambiare la ropa de la cama en un segundo, solo dame-

Retrocedió un paso mientras la sangre de su rostro lo abandonaba, chocando con Malfoy, e intento cerrar la puerta. Pero no lo suficientemente rápido.

El otro lo empujó a un lado de un manotazo, sin darle tiempo a reaccionar, e ingreso intempestivo hasta quedar frente a la cama desatendida donde un pijama fucsia, un bóxer y consolador reposaban en medio ocultos en el desastre.

Boqueó mudo, pensando en que decir, porque sentía que tenia que decir algo y hacerlo ya.

Y tenía que ser convincente.

Iba a matar a Kerry.

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