Decidieron quedarse el resto del verano en la casa de Rin, aprovechando el aire acondicionado. Sesshoumaru no se transformó al pasar los 6 días de "incubación", aunque se veía físicamente acabado, días sin dormir bien le habían pasado factura, tanto que solía tomar siestas por la tarde en las que Rin y Jaken salían por provisiones.

Rin también aprovechó para cancelar la renta de su departamento cerca de la universidad y sacar todas sus cosas de ahí.

Para sorpresa de todos Rin no volvió a transformarse. En la bitácora sobresalía la anotación de "posible transformación provocada por mucho estrés". Aunque sonara estúpido, ahora practicaban meditar, tomar tés tranquilizantes, que les diera el sol y hacer algo que les gustara. Rin ya hasta tenía un stock de flechas de madera. Sesshoumaru también quería hacer muchos experimentos, pero encerrados en una bonita casa al norte de Osaka representaba limitantes.

Algunas noches se escuchaban disparos de la policía y gritos, pero por fortuna, ningún Genin se acercó al área donde estaban.

Trazaron un plan, compraron víveres, herramientas, dejaron el carro de policía en una Estación cercana y mejor se llevaron el Mazda 8 del papá de Rin, donde cabían más cosas y no atraería la atención de otros compañeros policías. Rin ni siquiera le avisó a su papá que tomarían prestada su preciada camioneta.

A mediados de septiembre ya no hacía calor, pero tampoco frío, época perfecta para iniciar su viaje.

Un martes 16 de septiembre, Sesshoumaru llevaba pocas horas manejando hacia el sur cuando la conversación entre su asistente y Rin se tornó interesante.

—Entonces ya no acabaste la universidad, te faltó casi un año… pero ¿qué pensabas hacer ya graduada? —preguntó Jaken

—No lo sé, entrar a alguna empresa de diseño…

—Sí sabes que son unas de las empresas más negreras del país, ¿verdad?

—O quizá a un estudio de manga.

—Sí sabes que son LAS empresas más negreras del país, ¿verdad?

—Bueno entonces de medio tiempo en una konbini…

—Rin, todavía tienes tiempo para pensar bien las cosas antes de que el señor Takahashi arregle este problema.

—No creo estar viva para presenciar ese glorioso día.

Sesshoumaru le lanzó una mirada amenazante a su copiloto quien tragó grueso —Mejor cambiemos de tema, ¿qué hacen tus papás?

—Son médicos.

—¡Qué! —gritó Jaken sin poder creer lo que escuchaba.

Bueno hasta Sesshoumaru abrió un poquito más los ojos de lo sorprendido que estaba. ¡Los padres negligentes que abandonaron a su hija con dos hombres adultos desconocidos son médicos! Seguro estaban en la plantilla de médicos que huyeron del país que mencionó Inuyasha. Si sus papás eran médicos de Osaka, quizá podía obtener algo de información utilizando a Kagome…

—¿Y... tus hermanos? —continuó Jaken recuperándose del susto.

—Se fueron a estudiar neurociencias en Canadá.

—Hum… así que tú eres la burra de la familia… —¡Pah! Sesshoumaru le soltó tremendo zape a Jaken que no le dejó ganas de seguir hablando por el resto del viaje.

Antes de que cayera la noche, se detuvieron a las afueras de un pueblo en Okayama.

Buscaron alguna akiya* donde pasar la noche, no caminaron ni 10 minutos cuando encontraron una que se veía un poco destruida. Después de que Sesshoumaru la analizara y diera su aprobación para dormir ahí, se instalaron.

Lo bueno de los pueblos en las montañas era que había muchísimas casas vacías y no solo casas, también habían hoteles, love hotels y hasta fábricas abandonadas. Justamente eso estaban buscando, algún taller abandonado donde poder hacer experimentos.

Les tomó más tiempo del que pensaron, pero al cabo de unas semanas encontraron un taller vandalizado entre Okayama y Hiroshima. Era perfecto, así podían cazar en dos ciudades al mismo tiempo. Lo malo es que no había casas cerca, así que tendrían que dormir al lado de sus conejillos de indias.

Rin acabó siendo de más ayuda de la que pensaban, pues ella sabía soldar con arco gracias a sus clases de escultura y fabricó unas jaulas con el escombro que encontró en esa y otras fábricas. También fabricó otras ballestas de madera, una para Jaken que iba en la muñeca y se disparaba cerrando el puño y otra para Sesshoumaru, que tenía una especie de gatillo y se usaba como pistola. Mandaron a maquinar muchísimas flechas de varillas de metal, compraron cuerdas, fabricaron lanzas. Cualquier cosa que se le ocurría a Sesshoumaru, Rin sacaba su cuaderno de dibujo y materializaba todos sus sueños. Si la policía se enteraba de lo que estaban haciendo, Sesshoumaru estaba seguro que su nuevo hogar sería la cárcel, pero como decía Rin, "hay veces que las reglas no evolucionan al mismo tiempo que las circunstancias".

Pasaron días practicando su puntería con las ballestas, mejorando los materiales, adaptándose al peso de éstas y dándole entrenamiento básico de defensa personal a Rin. Cuando estuvieron listos, salieron a las ciudades y pueblos cercanos a estudiar Genin, tratar de cazarlos y si podían, mataban uno que otro antes de que atacara alguna casa.

Las flores cosmos adornaban los campos anunciando el inicio de noviembre, por las noches ya hacía mucho frío, pero ellos estaban sudando, habían inmovilizado a un Genin en la cuidad de Fukuyama, traía varias varillas enterradas en las piernas que le había disparado Rin. Sesshoumaru y Jaken lo amarraron con cuerdas y le colocaron un bozal fabricado también por ella, el cual tenía una pequeña apertura circular en la boca, que le permitía comer poquito pero no abrir la mandíbula lo suficiente como para atacar.

Lo bajaron de la camioneta a rastras y lo encerraron en una jaula dentro del taller.

Durante el día lo cubrían con una manta negra para que no le diera el sol y por las noches lo alimentaban con carne cocida y tés tranquilizantes. Sesshoumaru trató de hablar con el Genin, pero no funcionó, obviamente no tenían una relación cercara, pero quería ver si teniéndolo de mascota podía, a lo mejor, crear un vínculo y revertir la transformación.

Al no llegar a ningún lado en dos semanas, fueron a cazar otro. Esta vez encontraron a uno merodeando en la playa de Kure. Nuevamente Rin disparó a las piernas y en cuando éste se detuvo por el dolor, Sesshoumaru y Jaken se abalanzaron con las sogas y el bozal. De regreso en la fábrica lo pusieron en la misma jaula con el otro. Al principio los Genin ni se hacían caso, sin embargo, con el paso de los días comenzaron a pelearse entre ellos, al estar amordazados no podían lastimarse gravemente, pero Sesshoumaru estaba casi seguro de que si los soltaba se matarían. Como no les gustaba la carne cocida, intentaban morderse todo el tiempo. De hecho, a uno le faltaban ya 3 dedos y al otro 6.

Sentados alrededor de la fogata, Sesshoumaru sacó su bitácora y anotó:

"Interacción posterior a transformación: infructífera."

"Interacciones entre ellos: infructíferas."

"Interacción con familiar posterior a transformación: …"

—¿De dónde vamos a sacar un familiar del Genin, si la población piensa que sus familiares muertos y los Genin no son la misma persona? —Jaken le dio voz a la pregunta que todos tenían en sus mentes.

—Podemos patrullar las calles y esperar a escuchar un grito, correr hacía ahí y atraparlo antes de que maté a sus familiares —propuso Rin.

—Esa es la idea obvia, pero vamos a levantar muchas sospechas al estar patrullando de noche y estamos dejando a la suerte el encuentro. —Razonó él.

Jaken se removía incómodo en su lugar sorbiendo su ramen instantáneo de mariscos —Yo sé que suena muy mal, pero podemos secuestrar a alguien para sacrificarlo, hacer que uno de los Genin que tenemos encerrado muerda a nuestro conejillo de indias, luego someterlo a mucho estrés, hacer que se transforme y traer a la mamá para que le pida que vuelva.

—Excelente, un plan sumamente lógico —dijo Sesshoumaru y sus dos acompañantes cantaron victoria —totalmente carente de moral, empatía y ética. —Las sonrisas se esfumaron.

—¿Cuáles son los lugares con más estrés actualmente? —preguntó Rin.

Después de varios minutos de analizarlo, todos estuvieron de acuerdo que un hospital. No solo había gente estresada, también mordida y con familiares, pero no iban a poder entrar, así como si nada.

A la mañana siguiente, bajaron a la ciudad para tener señal de celular y buscar algún hospital que estuviera cerca de la montaña donde pudieran acampar. La mayoría estaban dentro de las ciudades con mucha población alrededor.

—Encontré uno... en Shikoku, miren —Rin les mostró su celular, donde se apreciaba la fachada de un hospital rocita justo frente a una montaña.

—¿Ehime? Muy lejos de nuestras jaulas. ¿Y qué vamos a hacer con los monstruos que tenemos enjaulados? —Jaken negó con la cabeza y le quitó el celular a Rin para ver mejor la ubicación.

—Matarlos —respondió Sesshoumaru fríamente.

—¿De verdad? —el semblante de Rin se entristeció.

—Rin, no son mascotas y claramente no pudimos revertir la transformación, son un peligro para la población. —Sesshoumaru trató de razonar con ella.

Regresaron a la fábrica, ocultaron algunas de sus armas, Sesshoumaru levantó un pedazo de la manta negra que cubría la jaula y disparó dos flechas de metal en la cabeza de los Genin quienes dormían al ser de día. Después de comprobar que estuvieran bien muertos, Rin abrió la jaula, recuperaron las flechas y los bozales para después enterrarlos en el patio trasero.


Un jueves 27 de noviembre partieron todos listos rumbo a Ehime.

Rin estaba muy emocionada porque nunca había ido al área de Shikoku y aunque no estaban de vacaciones, ni se encontraban en el mejor momento de la historia de la humanidad, la verdad es que se la estaba pasando genial con sus nuevos amigos. Una vez que ubicaron el hospital, se adentraron en la montaña, no solo encontraron una casa vacía, sino varias, tenían hasta para elegir. Se decidieron por una que tenía chimenea, ya que las nevadas decembrinas estaban por comenzar y no podían estar gastando dinero en calentadores de keroseno. Además, muchas de las casas vacías ya no contaban con luz, así que el aire acondicionado tampoco era una opción.

Rin salió con el señor Jaken a recorrer el pueblo, fueron por algo de comida y agua antes de que anocheciera. De regreso a la montaña pasaron por algunas casas abandonadas cuando de pronto unos lloriqueos llamaron su atención.

—Señor Jaken, suena a bebés perrito llorando.

—No Rin, andando, el señor va a matarme si te pasa algo.

Rin dejó las bolsas de las compras en el piso y pegó carrera hacia la casa —¡Pues entonces venga conmigo para que no me pase nada! —No se quedó a esperar la respuesta del señor Jaken, rápidamente jaló la puerta para ver si estaba abierta. Estaba cerrada. Intentó con las ventanas, pero también estaban cerradas. Caminó hacia la parte trasera y un olor horripilante invadió sus fosas nasales. Atrás de la casa estaba una clase choza con un montón de perros muertos en sus jaulas todavía.

Las lágrimas se le salieron.

—¡Rin! ¡Dios, qué peste! ¡Ho no! —El señor Jaken se tapó la boca y la nariz con su gabardina café —Un criadero de labradores, seguro uno de los Genin se comió al dueño y ya no pudo cuidar a sus perros.

—Señor Jaken, ayúdeme a abrir la casa, ¡hay que rescatar a los cachorros que estaban llorando!

—No. Es peligroso, además es ilegal.

—¡Todo lo que hacemos es ilegal! —Rin trotó de regreso a la casa principal y con una piedra mediana, rompió la ventana de la cocina.

El olor era peor que el del exterior. Tapándose la boca con la chamarra lo mejor que podía, se metió por la ventana cortando sus piernas un poco en el proceso.

El señor Jaken no tuvo más remedio que seguir tras ella.

En la sala todavía estaba un plato de comida a medio comer, con todo un ecosistema alienígena reproduciéndose encima. El señor Jaken no aguantó y vomitó en el la encimera.

Después de verificar que no había nada en el primer piso, subieron al segundo piso de donde venían los chillidos.

El corazón de Rin latía con fuerza y se estaba preparando mentalmente para encontrarse con una masacre, abrió la puerta del cuarto principal y ¡puff! …el edor a plátano podrido con un toque de olor a mar la hizo vomitar. El señor Jaken la regañó, pero Rin continuó, ambos divisaron el cuerpo de un viejito hinchado sobre un futón.

Claramente no había muerto a manos de ningún Genin, se trataba de una kodokushi* y frente a éste, dos jaulas con perros muertos. En la jaula de arriba estaba una labrador miel con sus cachorros muertos y en la de abajo estaba una labradora negra con sus cachorros muertos, excepto dos que, aunque famélicos, lloraban buscando calor entre los cuerpos de su familia. Rápidamente Rin abrió la puerta y tomó a los cachorros.

—Rin, no, pueden tener pulgas y enfermedades. —El señor Jaken la instó a no sacar a los cachorros, pero ella lo ignoró y salió corriendo con los cachorros en mano —por los dioses, el señor Takahashi va a matarme, ¡Rin!

Salió por la ventana de la cocina y cuando se acercó al camino principal, vio al señor Takahashi parado frente a la casa viéndola fríamente.

—Yo... —Se acercó lentamente temiendo la ira del policía.

—Es de noche —sus palabras eran frías y ásperas.

—Perdón, es que... —La mirada del señor Takahashi bajó hacia sus manos donde sostenía a los cachorros que habían dejado de llorar y luego bajó un poco más hasta las heridas de sus piernas.

El señor Takahashi tomó las bolsas del mandado, le dio la espalda y caminó. Rin no sabía si estaba enojado, pero caminó tras él en silencio. El señor Jaken corrió tras ella, pero se quedó un poquito atrás no queriendo acercarse mucho al señor Takahashi.

Cuando llegaron a la casa, el señor Takahashi sacó al señor Jaken de la casa, minutos después volvieron a entrar. El señor Jaken lloraba mientras se sobaba la cabeza.

—Rin, niña tonta, deja a las cosas peludas en una caja y desinféctate las manos, mañana los llevaremos al veterinario si es que hay por aquí. Después buscaremos quién los quiera adoptar.

—Sí pero no. Yo los voy a adoptar.

—Rin. —Ahora fue el señor Takahashi quien habló severamente —Esto no es un juego, estamos haciendo cosas muy peligrosas, los perros acabaran muertos si se quedan con nosotros.

—Señor Takahashi por favor, le juro que yo los cuido, le juro que yo los baño, yo pagaré todo. ¡Por favor, por favor! Siempre quise tener perritos, pero mi madre nunca me dejó porque tienen muchas bacterias —Rin se hincó frente a él pidiéndole a los dioses al mismo tiempo que el policía se apiadara de ella con su triste historia.

—Puedes tenerlos, cuando acabe todo esto.

—¿Y si no acaba? —parpadeó un par de veces con ojos lloros de borrego a medio morir.

—Haz lo que quieras —finalizó dándole la espalda y saliendo de la casa para reportar a la policía la muerte del señor del criadero. Ella no iba a desistir, así que le tomó la palabra y se quedó con sus cachorros.

A la mañana siguiente Jaken la llevó al veterinario hasta la ciudad de Ozu, donde registró a los cachorros con el nombre de Ah, al que lloraba con el hocico abierto "ahh ahh" y Un, al que se quejaba con un "umm umm". —¡Como los komainu!*— comentó Rin alegre pero el señor Jaken hizo cara de que no entendió de qué estaba hablando. El doctor le dio vitaminas, desparasitantes y comida especial para que los cachorros se recuperaran pronto. También les inyectaron el chip obligatorio de rastreo.

Akiya: Casas abandonadas, algunos ancianos mueren solos sin ningún familiar que reclame la casa y se queda abandonada, en otros casos, los familiares no tienen tiempo de limpiar y las dejan a que se destruyan con el tiempo. Hay muchísimas. En la montaña donde vivo hay más de 15.

*Kodokushi: Muerte solitaria, gente que muere en sus casas y nadie se da cuenta hasta meses o años después.

*Komainu: perros guardianes de templos, uno está con la boca abierta y el otro con la boca cerrada, simbolizando 阿a y 吽un; el principio y el fin. Como el alfa y omega, pero del sánscrito.