Escondido entre las ramas de un árbol, Sesshoumaru esperaba a que cayera la noche. A decir verdad, el árbol no lo ocultaba muy bien al haberse quedado sin hojas por el invierno, pero cuando obscureciera por completo sería difícil de detectar por sus ropas completamente negras. Sacó de su bolsillo una de las ligas para cabello que le robaba a Rin de vez en cuando y se hizo una media coleta. Su cabello ahora le llegaba a los hombros y como ya no iba a la oficina tan seguido como antes, se quería dar el lujo de traerlo largo por un tiempo, aunque para las misiones como esta estorbara un poco.
Además, una noche en la que se despertó por los chillidos de los cachorros, encontró a Rin dormida abrazada de su cuaderno de dibujo. Había visto muchas veces las hojas de hasta atrás donde ella dibujaba las armas y utensilios que él le pedía, pero nunca había visto los dibujos de ocio. Con cuidado de no despertarla, le quitó el cuaderno y la primera hoja, era un dibujo de él, acusándolo de salvarla y abandonarla, pero al mismo tiempo llamándolo "ángel de la guarda amargado". No pudo contener una sonrisa al leer eso.
El siguiente dibujo era de él durmiendo en la sala de la casa de Osaka, luego otro dibujo de Jaken llorando, le siguieron más dibujos similares, donde parecía que estudiaba la anatomía de ambos policías, hasta que en un dibujo reciente aparecía él con el cabello más largo y una flecha apuntando a éste con la leyenda de "más hermoso que un ángel, sin duda el mismísimo Morningstar". No sabía si ser comparado con Lucifer era un cumplido, pero desde ese día decidió que le sentaba mejor el pelo largo.
Jaken y Rin estaban por el momento muy ocupados entrenando a los cachorros y habían dejado de lado su campaña principal, en parte le tranquilizaba saber que Rin estaba más segura en la casa con su asistente que cazando Genin con él, pero por otro lado extrañaba un poco su presencia cálida y ocurrente que muchas veces los sacaba de apuros gracias a su oportuna creatividad.
Cuando la obscuridad lo rodeó, sacó sus binoculares y observó la actividad del hospital frente a él. Después de estar ahí una hora sin mayor novedad, bajó del árbol y dio un último vistazo a la luna llena que brillaba en lo alto. No era lo único que brillaba, había algo que caminaba por el techo. Volvió a tomar sus binoculares y enfocó el objeto; era un médico, se veía estresado y estaba caminando muy cerca del barandal.
Consideró que no era algo importante, le dio la espalda al hospital y emprendió el camino de regreso a casa cuando "¡tun!" un sonido seco se escuchó atrás de él. La adrenalina lo invadió, empuñó el cuchillo y se asomó colina abajo creyendo que se toparía con un Genin, pero no. Era el médico. Se había aventado y yacía inerte en la planta baja del hospital. Bajó corriendo y cuando llegó al cuerpo, ya estaban ahí algunos compañeros de trabajo. Antes de que le preguntaran qué hacía él ahí, enseñó su placa.
Algunos compañeros pedían una camilla, otros lloraban y uno se acercó a verificar la hora de muerte.
—Hora de... está vivo...
Los compañeros hicieron aspavientos, era imposible que sobreviviera a esa altura.
Entonces las rodillas crujieron y el ángulo cambió.
—¡Todos atrás! —gritó Sesshoumaru sacando una cuerda de su mochila apresurándose a amarrar las piernas.
—¿Qué hace, está loco! ¡Si tenía posibilidades de sobrevivir usted lo va a matar! —El médico que intentó tomar la hora de muerte lo empujó impidiéndole amarrarlo.
En cuestión de segundos, el Genin mordió la mano de su compañero médico que trataba de ayudarlo, entonces todos gritaron aterrados huyendo del lugar al ver cómo el accidentado perdía los rasgos humanos y se iba transformando en un monstruo.
—¡Me mordió! ¡Mi vida se acabó! —El médico se alejó llorando tratando de detener el sangrado de su brazo. Mientras Sesshoumaru inmovilizaba al Genin disparándole flechas de metal, amarrándolo y colocándole el bozal. Tenía que llevarse al monstruo de ahí antes de que sus compañeros policías llegaran.
Lo arrastró como costal de papas por el bosque colina arriba. Cuando llegó a la camioneta, lo aventó en los asientos traseros y se dio cuenta que la pobre criatura manchaba de sangre la camioneta, se había despellejado al haberlo arrastrado en el camino. No quería admitirlo, pero extrañaba la ayuda de Rin y Jaken para estas cosas.
Llegó a la casa y lo recibieron Ah y Un moviendo sus colitas emocionados de verlo.
—¡Rin, Jaken! Atrapé a uno, preparen el cuarto —Sesshoumaru les dio indicaciones mientras metía a los cachorros a una caja para que no corrieran peligro.
—¡Señor! Nos hubiera llamado para ir ayudarlo —Jaken se quejó mientras lo ayudaba a sacar al Genin del auto y meterlo en un cuarto vacío.
—Mañana voy a llevarme a Rin para buscar a familiares de este médico.
—¿Era un médico? —Preguntó Rin quien llegaba con unas cajas de cartón para cubrir las ventanas y obscurecer el cuarto del Genin.
—Sí, se aventó de la azotea del hospital y supongo que no alcanzó a morir por lo que se transformó inmediatamente después.
—Ho, pobre, debió estar muy cansado.
—Yo he trabajado día y noche para la familia Takahashi y no ando pensando en aventarme al abismo —Jaken le refutó a Rin molesto.
—Cansado de la vivir una vida absurda, señor Jaken, no hablo de cansancio físico, aunque seguro también contribuyó…
Al día siguiente Sesshoumaru y Rin fueron al hospital. Con la placa policial, Sesshoumaru consiguió al menos saber que la mamá del médico iría a medio día a recoger las pertenencias de su hijo.
Se sentaron en unas piedras que había en un terreno vacío cerca del edificio a esperar a que dieran las 12. Rin sorbía alegremente su café latte del konbini mientras Sesshoumaru observaba a los pocos transeúntes caminando sin apuros por el pueblo —¿Por qué crees que la vida es absurda?
Rin tosió por lo repentino de la pregunta, dejó descansando su café sobre otra piedra bajo el sol y meditó su respuesta —Hum… No creo que estemos vivos para cumplir algún objetivo, creo que simplemente nuestra existencia es producto de una coincidencia biológica y una vez que ya estamos aquí, no nos queda de otra más que inventarnos pretextos e incluso problemas para justificar nuestra existencia y darle sabor a la vida. Pero algunas personas que se dan cuenta de esto, se cansan de seguir inventando pretextos para seguir aquí.
A Sesshoumaru le sorprendió la respuesta, no esperaba algo tan elaborado por parte de Rin y no pudo evitar preguntarse a sí mismo si su pretexto para vivir realmente valía la pena —¿Crees que es ridículo aferrarse a esos pretextos?
—Si esos pretextos son decididos deliberadamente y son lo suficientemente reconfortantes, creo que tendrá una vida plena —Rin estiró su brazo para tomar su café de vuelta.
—¿Tú no tienes pretextos para seguir aquí? —Preguntó un poco renuente a escuchar una respuesta negativa por parte de ella.
Rin se quedó observando la superficie del café —al principio creía que con hacer que mis padres estuvieran orgullosos de mí sería suficiente para sentirme feliz, pero pronto me di cuenta de que ellos nunca estarían satisfechos conmigo y tampoco se trataba de su felicidad, si no la mía, por eso decidí estudiar artes a pesar de la negativa de mi madre, mi padre me apoyó. Creí que con estudiar y hacer lo que me gusta sería suficiente, pero a medida que avanzaba la carrera me di cuenta que no. Estaba cansada de esforzarme por disfrutar cada día, cuando en realidad todo era monótono y solitario.
Sesshoumaru bajó la mirada, un poco preocupado al saber cómo ella realmente se sentía.
—Pero... —continuó ella con un tono jovial —jamás había disfrutado tanto de la vida como ahora que viajo con ustedes, aunque hagamos cosas muy peligrosas, los humanos de verdad hemos de ser masoquistas —soltó una risita alegre después de eso. —Y a usted, ¿qué lo mantiene aquí?
Sesshoumaru nunca había pensado tan profundo sobre su existencia, disfrutaba de las cosas banales de la vida como comer cosas deliciosas, de su poder y su inteligencia, no le veía sentido a cuestionarse sobre cosas que no tenían respuesta —la diversión de resolver problemas —contestó. Realmente disfrutaba de su soledad, de investigar, usar a Jaken para recopilar información, pero desde que convive con Rin, Jaken y Ah-Un, comenzó a disfrutar de otras cosas que no sabía que se podían disfrutar, como compartir la comida y cuidar de alguien más… aunque eso no se lo diría a Rin. —Ya van a dar las 12, andando.
Solo sabían que una señora entraría por esa puerta, pero desconocían la apariencia de ésta. Varias señoras entraban y salían del hospital, ellos las observaban como buitres buscando cualquier indicio de una madre desconsolada cruzando por la puerta, hasta que Sesshoumaru notó a una señora con un gesto de hartazgo que llevaba consigo unas cajas de cartón sin armar. —Sígueme —Le ordenó a Rin en voz baja.
La señora caminaba a paso firme, se detuvo en la recepción y le indicaron ir al almacén. Ellos la siguieron tomando una distancia considerable y esperaron a que saliera del almacén donde probablemente le entregaron las cosas de su hijo. La señora salió con una caja armada cuando Rin se le acercó.
—Disculpe molestarla en un momento así, pero ¿es usted la madre del joven médico que tuvo un accidente ayer?
La señora vio mal a Rin —¿Qué quieres niña? —espetó visiblemente más molesta que antes.
—Mi compañero policía y yo quisiéramos hacerle unas preguntas —Sesshoumaru sacó la placa y la señora exhaló a sabiendas de que no podía negarse ante la ley.
Él tomó la caja y la siguieron hasta el estacionamiento.
—Y bien? —preguntó la señora cerrando la cajuela con la caja de cartón adentró y cruzándose de brazos, lo que le indicaba que la señora no quería hablar.
—Iré al grano señora, —Sesshoumaru dio un paso hacia adelante —tenemos a su hijo, él no está muerto aún, pero necesitamos de su ayuda para ver si lo podemos mantener con vida.
—¿Qué? Me dijeron que se contagió en el hospital, mordió a un compañero y escapó por el bosque, para mí ya está muerto.
—Así es, lo témenos transformado en una casa en la montaña. Tengo evidencias de Genin que pueden revertir la transformación, por eso necesitamos de su cooperación.
La señora lo vio con desconfianza —No le creo, pero está bien, aunque tengo que regresar al trabajo ahora.
—La ley contempla la licencia por muerte de familiar, no tiene por qué volver al trabajo por una semana.
—Como usted lo ha dicho, por muerte, no por transformarse en un monstruo. Los veo frente al hospital a las 6pm. —La señora subió a su auto y se fue del lugar sin mirar atrás.
Rin sintió escalofríos al ver a su madre reflejada en esa mujer, probablemente así reaccionaría al saber que ella se transformó. Sintió unas inmensas ganas de llorar, cuando el señor Takahashi la llamó.
—Rin, vamos por comida.
No solo compraron comida, él compró unos cuernos de venado que vendían en la tienda de mascotas para que los mordiera Ah-Un. Dado que faltaba todavía mucho para las 6pm, regresaron a la casa de la montaña, Rin preparó unas brochetas de pollo para el Genin y junto con Jaken cortaron las verduras que echarían al nabe* de esa noche, habían comprado comida hasta para la señora en caso de que quisiera quedarse a cenar con ellos.
A las 5:30pm bajaron al hospital en la camioneta y esperaron a que llegara la señora. A las 6pm en punto, el auto de la señora apareció y les dio la señal de que los seguiría.
Una vez que estuvieron de vuelta en la casa de la montaña, Rin le explicó lo que sabían de los Genin y el reciente descubrimiento de que se puede revertir la transformación, aunque no lo dijo que era ella la que podía revertirla.
La señora se veía francamente aburrida con la plática y no aceptó cenar con ellos. Así que la llevaron al cuarto donde tenían amarrado a su hijo.
En cuanto Rin abrió la puerta y la mujer dio un vistazo al interior, toda la fachada de indiferencia se fue al demonio, la señora gritó asustada como loca. El señor Takahashi impidió que huyera sosteniéndola de los hombros, el Genin se arrastró gimiendo hacía donde venían los gritos, por lo que Rin cerró la puerta.
—¡Silencio! —Dijo el policía con una voz autoritaria y francamente terrorífica, por lo que la señora cerró la boca, aunque seguía llorando. —Le dijimos claramente que el ruido los atrae, guarde silencio.
—La señora asintió con la cabeza y él la soltó.
—Sé que es muy difícil aceptar que su hijo ahora luce así, pero nos gustaría que le hablara para que él pueda regresar —Rin trató de razonar con ella con voz calmada, la señora asintió, así que volvió a abrir la puerta y el señor Takahashi tomó un palo con una pinza al final, otra de las creaciones de Rin que les permitía manipularlos sin tener que acercarse mucho, se inspiró en los palos que se usan para recoger basura de las calles.
El señor Takahashi tomó al Genin con la pinza por el cuello para mantenerlo en su lugar y que su mamá no tuviera miedo de acercarse, Rin avanzó con la señora y la instó a que le hablara bonito y le pidiera que regresara.
—Nori kun, —con voz temblorosa la mamá lo llamó —necesito que regreses, no puedes estar así, ¡debes volver! —la voz al final sonaba a reproche.
Rin se puso en el lugar del médico y al escuchar eso la verdad es que ni a ella le darían ganas de regresar, no le quiso decir al señor Takahashi, pero ella estaba segura de que esto era un caso perdido —¿podría intentar tocarle el brazo? —Sugirió Rin porque el Señor Jaken le había dicho que el contacto físico pareció ser relevante para traerla a ella de vuelta.
—¡Yo no voy a tocar esa cosa!
—Pero es su hijo...
—¡Eso no es mi hijo! —Gritó la señora con lágrimas en los ojos.
Rin vio de reojo al señor Jaken y al señor Takahashi ansiosos por el escándalo que estaba haciendo la señora.
—Vamos a calmarnos y pensar en otra…
—¡Quién te crees tú para darme indicaciones, he! Yo ya había aceptado la realidad, pero ustedes vinieron a ilusionarme para nada, ¿disfrutan de ver mi dolor? ¿Es eso?
—Suficiente —la voz del señor Takahashi sonaba cansada —la escoltaremos hasta su casa. —Soltó el Genin y sacó a todos del cuarto para cerrar la puerta tras de él.
—Bueno pues... gracias por su cooperación. —Rin hizo una pequeña reverencia y le señaló la puerta a la señora para indicarle que ya podía retirarse.
—¿Y qué van a hacer con él? —Preguntó la señora antes de cruzar la puerta.
—Matarlo. —Soltó así no más el señor Takahashi, ante lo cual la señora lo miró horrorizada —¿Qué esperaba, que nosotros lo mantuviéramos con vida en ese estado?
Rin bajó la mirada, se sentía muy triste al pensar que ese pobre Genin había dedicado su vida entera a salvar gente y ahora que él estaba en apuros nadie quería esforzarse por salvarlo a él.
*Nabe: Olla que se coloca en estufa eléctrica o de gas que, a su vez, se pone en medio de la mesa y se agrega caldo, carne, verduras, udon, etc.
