CAPÍTULO 1
¿Cuál es tu nombre?
Esto es Berk. El invierno aquí es eterno, el frío es tan insoportable que uno prefiere no salir a nadar por miedo a una hipotermia. Hola, mi nombre es Hiccup y vivo en una pequeña isla nórdica separada del continente, en una aldea… bien, una aldea vikinga. Pero la paz reina desde que terminamos la guerra contra los dragones, de la forma que no todos esperábamos, pero por fin hay paz.
Todo comenzó después de que logré unir a los vikingos y dragones. Todo iba bien, salvo unos pequeños problemas. El primero, aún hay personas que no aceptan del todo a los dragones, pero son la minoría, eso es lo bueno. Y la segunda, Astrid no quiere saber nada de mí. No sé qué le pasa, todo iba de maravilla, pero después de Esnogeltog algo cambió. Me ha estado ignorando todo lo que puede, pero espero que se le pase pronto. No resistiré otra semana así.
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Aún es temprano, demasiado, pero a Chimuelo le gusta levantarme temprano para salir a volar. Es molesto, pero he de admitir que es impresionante, claro, sin mencionar el frío, aire y somnolencia, pero es mejor que solo salir a caminar.
"Bien, bien amigo, ya me levanté." – le sonreí, y él me regresó la sonrisa. Es magnífico poder ver que está contento – "¿Listo, amigo?" – lo monté rápidamente – "¡Vuela!"
El aire golpeaba mi cara, lo cual es muy molesto. No le doy mucha importancia ya que al cabo de unos minutos mi cara se entumece tanto que dejo de sentir. Todo era normal, ya nos habíamos distanciado bastante de Berk, pero a lo lejos puedo ver que se aproxima una tormenta, lo cual es muy común. Pero ahora con los dragones no sé qué tanto pueda afectar las cosas, supongo que será mejor avisar al resto.
"Bien, amigo, es hora de regresar." – en ese momento pude ver algo extraño, era una luz. Al comienzo pensé que alguien más había salido temprano a volar, pero no parece alguien sobre un dragón, es muy pequeño y se mueve muy extraño – "Chimuelo…" – le llamé – "Será mejor que sigamos esa luz." – Chimuelo se puso en marcha, aceleramos lo más rápido que podíamos, pero no importaba, seguíamos sin alcanzar la luz. He de admitir que nunca pensé ver algo que dejara atrás a Chimuelo. No sé exactamente en qué punto lo perdimos de vista, pero volaba tan a prisa que no tardó nada en perderse entre las nubes, y con este clima era aún más difícil buscarla. Tal vez fue el clima, no había nada más que hacer.
Chimuelo y yo desistimos dejar de seguir la luz, pero aunque el clima empeoraba y sin permitirme ver con claridad, creo haber visto descender algo en lo alto de la montaña. No sé si fue mi imaginación o no. Al llegar al pueblo avisé a todos, rápidamente comenzaron a preparar leña, y yo por otra parte decidí ir a ver qué era esa extraña luz que vi a lo lejos. Podía tratarse de una nueva clase de dragón, y si ese era el caso, tenía que verlo. Pero justo en el momento que decidí ir a investigar, comenzó a nevar, por lo que Chimuelo no quiso salir a acompañarme. Al parecer no soportaba el frío o no le gustaba, da igual, al final terminé yendo solo.
Conforme avanzaba, la leve ventisca se convertía en tormenta, y con la prótesis no podía ir más rápido ni regresar. El frío era abrumador, así que me oculté en una cueva que vi. Era pequeña y muy húmeda, pero era mejor que estar en plena tormenta. Sujeté mis piernas y permanecí inmóvil por largo tiempo tratando de guardar calor. Conforme pasaba el rato, me sentía con más sueño y tenía tanto frío que empecé a tratar de entender – ¿cómo se me pudo ocurrir salir en busca de algo desconocido, cuando yo fui el primero en darme cuenta de que iba a haber una tormenta? – Pero bueno, eso no lo pensé antes – mira que me hubiera ayudado.
Cuando la tormenta finalmente paró, me sentí tan feliz. Por un momento pensé que moriría en esta cueva. Al salir de la cueva, vi algo tan hermoso: un paisaje completamente blanco, los árboles cubiertos de nieve y sin un solo destello de verde. Era tan hermoso, pero claro, eso me complicaba más las cosas – ¿Cómo se supone que pueda caminar con una prótesis en medio de la nieve? Sin mencionar el frío. Comencé a caminar con algo de dificultad de regreso, cuando de pronto escuché una pequeña risa a lo lejos, una risa burlona, y que nunca antes había escuchado. Era tan extraño, ¿quién podría estar tan feliz en un lugar como este? Pero me daba la sensación de confianza, así que comencé a caminar hacia esa dirección.
Al llegar, me di cuenta de que estaba en el prado donde había entrenado a Chimuelo, solo que el lago se encontraba congelado. Y sobre él, había un chico de unos dieciséis o tal vez diecisiete años que corría y saltaba. Era un chico raro, tenía el cabello plateado como la luna, y su atuendo no era muy distinto al mío, salvo que llevaba una capa larga de color café y un pantalón de tono similar al mío, solo que un poco más ajustado. ¿Cómo es que no tenía frío? Esa capa no se veía nada abrigadora. Además, era delgado, alto, y era muy, muy blanco: su cara, sus manos, su sonrisa, todo. Y sobre todo, parecía estarse divirtiendo mucho.
De un momento a otro se detuvo. Noté que estaba mirándome, y comenzó a acercarse lentamente. Era extraño, no caminaba rápido ni en línea recta, parecía estar caminando en zigzag. Y una vez estuvo a menos de un metro, pude notar que me veía muy alegre y a la vez confundido. Al estar tan cerca, no pude evitar notar sus ojos. Eran tan brillantes y tenían ese tono azul tan hermoso y profundo como un lago cristalino debajo de la luna. Eran muy distintos a cualquiera que había visto antes. Estos parecían resplandecer con más intensidad, que no pude evitar verlos por mucho tiempo.
"¿Puedes verme?" – me preguntó acercándose aún más. Asentí lentamente.
"¿Puedes oírme?" – preguntó acercándose más. Volví a asentir con la cabeza y sentí cómo me ruborizaba un poco por lo cerca que estaba de mi cara.
"¿Por qué me preguntas eso?" – apenas fue un hilo de voz lo que salió de mis labios. No puedo creer que esté tan nervioso. Al darme cuenta de que sonrió ligeramente, decidí retroceder.
"E… este, yo solo quería cerciorarme." – comenzó a reír nerviosamente.
"¿Y por qué querías cerciorarte?" – le pregunté. Era tan extraño, ¿por qué alguien preguntaría eso? Pero en ese momento vi algo más, una luz se acercaba a donde estaba. Volteé rápidamente para ver de dónde provenía y cuando regresé la vista, noté que el desconocido se estaba marchando. Traté de detenerle, pero al pisar el maldito lago congelado, mi pie resbaló por lo que caí al suelo – "Espera… ¿cuál es tu nombre?" – volteó a verme, pero tan pronto oí un ruido detrás de mí, continuó su escape.
Cuando la luz estuvo lo suficientemente cerca, vi que era mi padre. Al parecer salió a buscarme. Pude ver que sonrió de alivio al verme. No lo culpo, debió de estar muy angustiado. También noté que al lado suyo estaba Bocón. Él se estaba riendo. Ambos me extendieron sus manos para ayudarme a salir del lago.
"Hijo, ¿dónde te habías metido? Me tenías angustiado." – sacudió un poco de nieve que estaba sobre mis hombros – "¿Por qué saliste en plena tormenta?" – no estaba molesto, eso era algo, pero no pude responder. Ni siquiera yo sé qué es lo que estaba pensando al salir en plena tormenta, así que solo me limité a disculparme.
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Mientras, en un árbol no muy lejano, el chico de cabellera blanca se encontraba sentado en lo alto de un árbol, fuera del alcance de los demás.
"¿Cómo me vio?… no era un espíritu, entonces, ¿por qué? ¿Por qué puede verme? Él no es un niño," – se preguntaba en voz alta mientras le veía irse – "Me llamo Jack… Jack Frost," – respondió al aire, mientras observaba al chico ser llevado por el grupo de personas.
